CUEVAS DEL BECERRO: DE LA SEGUNDA REPÚBLICA A LA POSGUERRA

 


A mi gran amigo Alfonso Ruiz Padilla, alcalde de Cuevas del Becerro desde mayo de 1976 a mayo de 1979, el gran culpable de que esté metida mi humilde persona en la escritura de éstas «Crónicas del viento solano»


En el año 1936, Cuevas del Becerro, pertenecía al partido judicial de Campillos, contando el municipio con una población de unos dos mil quinientos habitantes, que vivían principalmente de las faenas del campo, predominando los cultivos de cereales, legumbres y el olivar. Existían en la proximidad, unas canteras de piedra. Contaba con la fábrica de aceite “San Antonio Abad” perteneciente a doña Francisca González Durán, viuda de Juan Becerra, que estaba regentada por sus hijos, y un molino harinero.

Antes de entrar en otros detalles, merece la pena hacer una pequeña retrospectiva del movimiento societario obrero en Cuevas del Becerro, por las particularidades que tuvo con respecto al de las otras poblaciones vecinas.

En mayo de 1910, se constituyó la Sociedad de obreros agrícolas «La Convencedora», la primera que se formó en la comarca de Guadalteba, la cual tuvo una participación muy activa en los primeros movimientos obreros de la misma.

En las elecciones municipales que se celebraron el 14 de noviembre de 1915, se produjo, por primera vez, la elección de unos concejales socialistas en dos pueblos de nuestra zona: en Peñarrubia y en Cuevas del Becerro.

En aquella época, cada dos años había que renovar la mitad de los concejales que conformaban la corporación municipal. En las elecciones podían votar todos los varones mayores de 21 años. Los votos eran a la persona, no al partido. En esas elecciones, en Cuevas del Becerro, a pesar de todos los manejos caciquiles, salieron elegidos como concejales Miguel Montero Toscano y Andrés Guerrero Higuero, ambos de la sociedad «La Convencedora». (19151126 04 El Socialista)

Pero a pesar de la elección de los concejales socialistas, su influencia en la vida municipal fue escasa, ya que fueron ignorados y ninguneados. Los comportamientos caciquiles siguieron estando presentes. De hecho, en Cuevas del Becerro, no se realizó ningún pleno municipal durante el primer año de presencia de dichos concejales, lo que no impidió que de una forma anormal se aprobaran los presupuestos municipales.

CUEVAS DEL BECERRO, 9. —Cuando en primeros de año tomo posesión el nuevo Ayuntamiento, se acordó que los jueves en primera convocatoria, o los sábados en segunda, se celebrasen sesiones.

Hasta la fecha no se ha celebrado sesión alguna. El motivo es que al alcalde no le conviene que se celebren, y que el gobernador y el ministro de la Gobernación se lo consienten.

Afirmamos esto porque, denunciando la conducta del alcalde y pidiendo enmienda, se han dirigido al gobernador y al ministro de la Gobernación nuestros concejales. Ni el uno ni el otro, han hecho caso de las denuncias. Si lo hicieron, y como manda la ley, ordenaron al alcalde se celebraran sesiones, la autoridad inferior no les ha hecho caso.

¿Se va a poner en manos corno las de este alcalde el problema de la incautación de artículos de primera necesidad? Si se hiciera así, alza y grande tendríamos.

Además de lo consignado, ha ocurrido que sin celebrar sesiones ya han sido confeccionados y aprobados los presupuestos para el año próximo.

Pedimos que se cumpla la ley, para que el alcalde no siga haciendo lo que le venga en gana.

19161111 El Socialista

En marzo de 1919, la sociedad campesina «La Convencedora», participó en el Congreso constituyente de la Federación Agrícola Provincial de Málaga, asistiendo al mismo treinta y un delegados de distintas localidades de la provincia, quienes en representación de 7.854 afiliados acordaron por unanimidad que la nueva Federación ingresara en la UGT. Las sociedades más numerosas y con mayor peso eran la sociedad «La Regeneración Obrera» de Antequera, con 2.100 afiliados, la sociedad «1º de Mayo» de Campillos, con 1.100, y «La Convencedora» de Cuevas del Becerro, con 250 asociados, cuyo delegado en dicho congreso fue Diego Fuentes Ortega, del que hablaré más adelante.

Durante la huelga de trabajadores del campo que hubo en Teba y Campillos, en julio de 1919, los obreros de ambos pueblos, contaron con la solidaridad prestada por los trabajadores de la provincia, que a mediados de mes habían recaudado casi trescientas pesetas para ayuda a los huelguistas. Entre ellos estaban los campesinos de la sociedad «La Convencedora» de Cuevas del Becerro y los de «La Sabora» de Cañete la Real.

De dicha huelga ya hablé en la Crónica «LA HUELGA DE 1919 EN TEBA Y CAMPILLOS»

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2023/08/la-huelga-de-1919-en-teba-y-campillos.html

En diciembre de 1919, la sociedad ya contaba con 405 socios, siendo la más antigua de la zona, según podemos ver en el censo de Sociedades Obreras que se hizo para la realización de las elecciones de Vocales representantes de los obreros que habían de formar parte del Instituto de Reformas Sociales, según Real Decreto de 14 de octubre de 1919.

 

Almargen

Los Luchadores

8 de junio de 1919

100

Ardales

La Verdad

11 de marzo de 1919

95

Campillos

El Primero de Mayo

20 de mayo de 1918

1.100

Cañete la Real

La Sabora

22 de marzo de 1912

420

Carratraca

La Aurora Obrera

20 de octubre de 1919

120

Cuevas del Becerro

La Convencedora

5 de mayo de 1910

405

Peñarrubia

La Moral Obrera

13 de abril de 1913

200

Serrato

La Ventana

17 de abril de 1918

251

Tras el paréntesis que supuso para los sindicatos la dictadura de Primo de Rivera, el 7 y 8 de abril de 1930, «La Convencedora», participó en el Congreso constitutivo, celebrado en Madrid, de la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra (FNTT), sindicato afecto a las organizaciones socialistas. Contaba en aquellos momentos con unos doscientos afiliados. En dicho Congreso también estuvieron representados la sociedad «La Sabora» (300 afiliados) de Cañete la Real, «La Moral Obrera» (96) de Peñarrubia, «Adelante» (150) de Teba y «1º de Mayo» de Campillos (800).

LA SEGUNDA REPÚBLICA

En el semanario «El obrero de la tierra» del 18 de junio de 1932, el alcalde socialista de Cuevas del Becerro, Diego Fuentes Ortega (1893), escribe un artículo sobre el laboreo forzoso, en el que denuncia la actitud de Manuel Rodríguez Martínez, propietario del cortijo «Zaharilla», que pertenecía al término municipal de Ronda, pero que por la ley de Términos Municipales, se le había asignado a Cuevas del Becerro, por negarse a dar trabajo a los campesinos que le había mandado a pesar de que las tierras estaban faltas de las labores correspondientes a esa fecha. En el escrito lo acusa ante el Gobierno y las administraciones agrarias porque “boicotea a la República, intenta perturbar el orden social y se salta a la torera todas cuantas leyes se dictan por el Gobierno de la República”

Cortijo «Zaharilla» 


El socialismo que se formó en Cuevas del Becerro, fue mucho menos radical que el que se impuso en otros municipios de la comarca, como el de Antonio García Prieto en Antequera, el de Pedro Velasco Olmo en Campillos o el de Cristóbal Moreno Verdugo en Teba. Los sucesos revolucionarios que se produjeron en octubre de 1934 en estos pueblos y que ya conté en las dos Crónicas sobre este tema «LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA EN TEBA Y EN LOS PUEBLOS DE SU ENTORNO» y «LOS CONSEJOS DE GUERRA», en Cuevas del Becerro, sin embargo, tuvieron muy poca transcendencia. Solo fue procesado José Angulo Cordón, siendo condenado a un año de cárcel en Málaga.

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2022/10/octubre-de-1934-parte-primera-la.html

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2022/11/octubre-de-1934-segunda-parte-los.html

En las elecciones del 16 de febrero de 1936, en Cuevas del Becerro hubo una victoria aplastante del Frente Popular. Sobre un censo de 1.429 electores, votaron 976 personas, un 68,3%. Los candidatos de Frente Popular obtuvieron una media de 862 votos y la candidatura de derechas, solo 90.

Tras esas elecciones generales, y la victoria del Frente Popular tanto a nivel nacional como local, fue nombrado de nuevo alcalde, el socialista Diego Fuentes Ortega, que ya lo había sido con anterioridad. Su nombramiento sería decisivo para que durante los dos meses que permaneció durante la guerra, Cuevas del Becerro en el lado republicano, hasta el 16 de septiembre de 1936, no se produjera en el pueblo ninguna muerte de personas de derechas a manos de las milicias de izquierdas.

Durante la huelga campesina que se desarrolló en la provincia de Málaga en junio de 1936, y que ya vimos en la Crónica «LA GRAN HUELGA DEL CAMPO EN LA PROVINCIA DE MÁLAGA EN JUNIO DE 1936», se produjo en Cuevas la ocupación de fincas por parte de los campesinos, y también el “trabajo a tope”, que recordemos consistía en entrar en una finca sin el permiso de los dueños, realizar un trabajo en las mismas y después pedir al propietario que le abone el salario correspondiente.

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2024/05/la-gran-huelga-del-campo-en-la.html

LOS SOCIALISTAS DE CUEVAS DEL BECERRO TALAN LOS ÁRBOLES, DESTRUYENDO LA RIQUEZA FORESTAL

El ingeniero agrónomo don Luis Corró Ruiz, ha hecho públicas las manifestaciones siguientes:

«Soy dueño de un monte, dehesa de encinas y chaparros, denominado El Saltillo, en término municipal de Cuevas del Becerro, en esta provincia de Málaga, de unas doscientas cincuenta y tres hectáreas de cabida, aproximadamente; monte que, después de largo tiempo y en fuerza de cuidados y esmero, he conseguido poblar de espléndido arbolado. En todo momento he fomentado su desarrollo, no sólo con podas acertadas, sino previendo y evitando cuantas enfermedades pudieran atacar la planta; pero en mis previsiones no entró nunca la aparición de insólita plaga que con una saña digna de mejor empleo devasta en pocas horas lo que ha sido fruto de un largo trabajo y una labor perseverante.

Me refiero al vecindario de Cuevas del Becerro, quien con su hacha demoledora tala árboles por el pie sin el menor respeto a la propiedad ajena ni miramiento alguno al perjuicio que el mismo se causa destruyendo con escaso lucro una riqueza forestal tan estimable.

Ni los esfuerzos que realiza el capitán de la Guardia Civil, carente de la fuerza necesaria, ni aún las indicaciones en contrario que me consta han sido hechas por el alcalde de dicha villa, son bastantes para contener una turba desenfrenada de marxistas, en cuyo programa, por lo visto, figura la destrucción.' de cuanto pertenece a quienes no participan de su misma ideología política.

Me honro en pertenecer a un partido político, que dentro de la República ostenta significación opuesta al de los que hoy destruyen sin pensar que los que nos sucedan han de necesitarlo, y esto me lleva a pensar que sólo un móvil de venganza política, mejor dicho de odio implacable de clase, es el determinante de su reprobable conducta.

Pido urgente y eficaz remedio, con medidas que amparen mi patrimonio y eviten se consume en breve plazo la destrucción de una riqueza forestal que a mi solo afán se debe; pues resulta paradójico que mientras el Estado en su función tutelar impide al propietario la tala de sus montes, fiscalizando y controlando podas y entresacas, consienta que alguien sin razón ni derecho lleve a cabo una obra demoledora, que daña al propietario y a los intereses forestales de la nación».

19360316 02 LA ÉPOCA

La Sociedad Obrera «La Convencida» ha enviado al Sr. Gobernador civil de la provincia un oficio para que, mediante la intervención de tan respetable autoridad, se cobren las 106 peonadas de trabajo dadas en el cortijo (Zaharilla) de don Manuel Rodríguez Martínez, que este no ha abonado.

19360526 004 El Popular

Comunican de Ronda que por haberse declarado la huelga de mozos de ganado en Cuevas del Becerro, acudieron los propietarios a una finca para trasladar el ganado a otras más distantes. Unos 60 huelguistas trataron de impedirlo y en la discusión uno de ellos disparó sobre el propietario José Luis Corró. Este y sus acompañantes hicieron uso de escopetas y pusieron en fuga a los huelguistas. No ha habido heridos.

19360605 027 La Vanguardia

En Ronda continúan los robos de ganados. La patronal ha dirigido los siguientes telegramas de protesta por estos hechos:

«Ministro de la Gobernación. —Unión Patronal Agrícola de Ronda pide vuecencia urgente remedio ante robo continuo y alarmante de ganado en fincas este término. Solamente a don Manuel Rodríguez Martínez, en cortijo «Zaharilla», llevan robadas cerca trescientas cabezas. — Presidente, Luis Corró».

También han dirigido al gobernador otro telegrama concebido en los mismos términos.

19360616 039 La Vanguardia

LA GUERRA CIVIL

Como ya he dicho anteriormente, en Cuevas del Becerro, a diferencia de lo que ocurrió en los restantes pueblos de la comarca de Guadalteba, a raíz del levantamiento militar del 18 de julio, no existió represión alguna contra las personas de derechas, por parte de las milicias de izquierdas. Esto fue como consecuencia de la buena labor que realizó la alcaldía y el propio Comité que se formó, y demuestra que había otra manera de hacer la guerra desde la retaguardia.

Ese mismo 18 de julio, en todas las zonas bajo control gubernamental, los partidos y los sindicatos, una vez reprimida la rebelión, empezaron a adoptar las primeras medidas de resistencia contra el levantamiento militar. Se pusieron a la tarea de organizar, mediante voluntarios, unas milicias armadas, con las que trataron de suplir las carencias del debilitado aparato estatal y el vacío causado por la quiebra de las estructuras militares.

Con anterioridad al 18 de julio, ya existían unas milicias en los partidos del Frente Popular, realizando funciones de seguridad y vigilancia en las actividades de sus partidos. También existían a nivel local, unos Comités compuestos por representantes de los partidos que conformaban el Frente Popular, que funcionaban en paralelo con la administraciones locales y provinciales, velando por el cumplimento del programa con que concurrieron a las elecciones, y apoyando a las corporaciones municipales de dicho signo.

Cuando se produjo el golpe de estado por los militares, dichos comités y milicias eran unas organizaciones con un modo de funcionamiento bien engrasado, que solo tuvieron que modificar sus objetivos inmediatos.

Desde ese momento, pasaron a ser órganos de gestión revolucionaria que, en el ámbito local y provincial, asumieron el poder en sustitución de los ayuntamientos y de otros organismos de la administración, apropiándose en muchos casos de los bienes y dirección de fábricas, talleres y empresas que antes dirigían sus dueños, directores o gerentes. En este sentido, los comités sustituyeron y, en otras coexistieron con las instituciones republicanas, al menos hasta los últimos meses del verano de 1936.

En Cuevas del Becerro, la Comisión Gestora municipal presidida por el socialista Diego Fuentes Ortega, dejó de ser el órgano de gobierno real del pueblo, y en su lugar un Comité del Frente Popular, asumió todas las competencias en materia de orden público, defensa, abastecimiento y de la economía local en general.

El Comité de Cuevas del Becerro, estuvo constituido por:

Presidente.- José Angulo Cordón (1907). Carpintero. Socialista y presidente de la UGT.

Vicepresidente.- Francisco Rosado Camacho.

Secretario.- Manuel Cordón Fuentes. Socialista. Trabajador del campo. Fusilado en Ronda. 16/03/1937

Contador.- Francisco Martín Perujo.

Tesorero.- Francisco Sánchez Gómez. UGT. Campo.

Vocal.- Antonio Blanco Rosado. UGT. Campo

Vocal.- Juan Ordoñez Rosado. UGT. Campo

Vocal.- José Becerra González. UGT. Campo. Reclusión Perpetua

Vocal.- Juan Mellado Mellado. UGT. Campo. Absuelto

Vocal Abastos.- Antonio Toscano Blanco. UGT. Campo. Fusilado en Ronda. 16/03/1937

Vocal Abastos.- José Montero Toscano. UGT. Campo. Fusilado en Ronda. 16/03/1937

Vocal Abastos.- José Nieblas Montero. UGT. Campo. Fusilado en Ronda. 16/03/1937

Vocal Abastos.- Salvador Nieblas Montero. UGT. Campo. Fusilado en Ronda. 16/03/1937

La Comisión gestora, presidida por Diego Fuentes, siguió ejerciendo el poder político municipal con plena autoridad, pero solo en los asuntos puramente administrativos. En realidad era poco lo que podía hacer, porque el golpe militar provocó una situación de completa anormalidad, y la actividad administrativa ordinaria del Ayuntamiento quedó prácticamente paralizada desde aquella fecha.

A diferencia de otros pueblos o ciudades más grandes, donde la organización de los comités fue más compleja, con un comité principal que solía llamarse Comité Central o de Enlace, y con diversos subcomités que dependían del anterior y que tenían responsabilidades en áreas de Defensa, de Guerra, de Abastos, de Sanidad o Salud Pública, etc., en Cuevas del Becerro, se organizó un Comité único, y se encargó a distintas personas la responsabilidad en el asunto específico de Abastos.

Una de sus primeras decisiones que tomó el Comité, fue la de requisar las armas de fuego que hubiera en el pueblo y repartirlas entre los militantes socialistas. Algunas personas tenían licencia para tener armas de fuego para defensa personal y escopetas de caza y, sabiendo que podían unirse a los rebeldes si encontraban la oportunidad, era arriesgado permitir que siguiesen armados.

Se practicaron algunos registros domiciliarios en su busca, la mayoría de las veces con resultados negativos, y en algunos casos con incidentes, ante la resistencia a los registros que presentaron varios propietarios. Las escasas escopetas y pistolas que se incautaron, muchas de ellas inservibles y otras tantas obsoletas, fueron depositadas en el cuartel de la Guardia civil. Y si escaso era el armamento, más aún lo era la munición. Con esas pocas armas requisadas, se formaron patrullas de paisanos armados, y se organizó la vigilancia de las entradas al pueblo.

Se incautaron automóviles, que fueron pintados con siglas y consignas. Y no sólo se requisaron los coches y las armas, sino también otros muchos elementos que se consideraron necesarios para la defensa de la población, como prismáticos, aparatos de radio, bicicletas, sacos terreros, alambradas, etc.

Los milicianos saquearon el Ayuntamiento, desapareciendo toda la documentación del Archivo municipal, valores, fondos, máquina de escribir, etc.

El Comité ordenó a los respectivos encargados o mayordomos, que fuera desalojada la Iglesia Parroquial de «San Antonio Abad», de las imágenes y demás atributos religiosos, cosa que se efectuó con el mayor orden, sin que nadie se señalase, y sin que fuese cometido ningún desmán con las sagradas imágenes. Todas ellas y los ornamentos de la Parroquia, fueron guardados, con mucho respeto, en casas particulares, no perdiéndose nada de valor. Una vez desalojada la Iglesia, la convirtieron en economato o depósito de mercancías, y de allí se surtieron los refugiados de otras localidades que fueron llegando.

Igualmente se llevó a cabo requisas de ganado, tales como cerdos, cabras, ovejas, gallinas, conejos, vacas y terneros. Una vez requisado, los alimentaban con el trigo que aún estaba en las eras.

El comité se incautó de la fábrica de aceite de “San Antonio Abad”, propiedad de Serafín Becerra González, sin permitir la entrada de los dueños y quedándose con todas las existencias que había. Extrajeron 483 arrobas de aceite para surtir al pueblo.

Se incautaron también de la fábrica de harinas de los herederos de doña Francisca González Durán, que administraba su hijo José Becerra González.

Se adueñaron de la casa de los herederos de la Marquesa de Cuevas, que habitaba su administrador, Serafín Becerra González, obligándole a desalojarla y marcharse de ella. Los milicianos rodearon la casa y fueron comprobando los enseres que sacaba de la misma. La planta baja la convirtieron en granero, y la planta alta en local de Cruz Roja.

Del cortijo «Zaharilla», perteneciente al término municipal de Ronda y propiedad de Luis Corró Ruiz, intervinieron la cosecha de trigo y demás cereales, depositándola en la casa de los herederos de la Marquesa de las Cuevas. Lo mismo hicieron con la cosecha del cortijo «Brijan», propiedad de Rafael Corró Granadino, hijo de Luis Corró Ruiz, que depositaron en el mismo granero.

Rafael Corró Granadino, vecino de Ronda, de 38 años de edad, fue asesinado el 27 de julio de 1936 en Ronda.

Manuel Álvarez Becerra, que era arrendatario del cortijo «El Navazo» del término de Cañete, se marchó a Olvera para unirse a las fuerzas nacionales. El Comité se apoderó del grano existente en el cortijo y de las existencias que tenía en un comercio de su propiedad. Hicieron inventario del trigo, garbanzos y chorizos, de donde se llevaron diversas cantidades.

El excedente de grano, trigo y cebada de tuvieron en Cuevas del Becerro, se vendió en Málaga. Estos cereales eran imprescindibles, sobre todo tras la caída de Antequera el 12 de agosto, cuando se agravó la escasez de trigo en la capital, donde el pan blanco fue sustituido por pan de maíz.

Con las armas requisadas, posiblemente el 21 de agosto, salieron de Cuevas del Becerro, en un camión, un grupo de milicianos para ayudar en la toma del pueblo de El Saucejo; pero al llegar a Almargen, les comunicaron que ya estaba todo hecho y que no hacía falta que fueran, volviéndose otra vez al pueblo.

LA REPRESIÓN

Detuvieron a cuatro personas de derechas:

Juan Duarte Villarejo. Industrial. Fue nombrado presidente de la Comisión gestora de derechas que gobernó Cuevas durante la guerra

Serafín Becerra González. Administrador.

José Villarejo Sánchez. Secretario del juzgado municipal

Francisco Romero Álvarez

Los cuatro prestaron declaración por separado en el Juzgado municipal ante el Comité. Querían que manifestaran donde habían escondido las municiones y las ametralladoras que, según se decía, les habían mandado en un vagón de ferrocarril. Al ver que no era cierto, fueron puestos en libertad antes de las 24 horas.

Como ya he dicho con anterioridad, en Cuevas del Becerro no hubo ninguna víctima de la represión republicana. Hubo dos muertes, pero ambas de produjeron lejos de Cuevas, y realizadas por personas ajenas al pueblo.

La primera fue la de Gonzalo Villarejo Duarte, un campesino de 49 años de edad, que estaba afiliado a la Falange de Ronda. Temiendo por su vida, se fue al campo, internándose en una cueva, situada en terrenos del cortijo «Lozanilla», en la que estuvo oculto. Los milicianos fueron a buscarlo al campo, hasta con perros. Llegaron a incendiar parte del cortijo, propiedad de Adolfo Villarejo Moreno, pero no dieron con él.

La noche del 21 al 22 de agosto tuvo que marcharse de aquel sitio ante el temor a que en la siguiente ocasión le encontraran, dirigiéndose hacia Olvera, ocupada en ese momento por las fuerzas nacionales, pero en el camino, cerca de Alcalá del Valle, tuvo la desgracia de tropezar con un puesto de milicianos de dicho pueblo, los que le hicieron fuego, causándole la muerte. Dejó seis hijos huérfanos.

El otro fue Antonio del Canto Montero, párroco de la iglesia de San Antonio Abad, de Cuevas del Becerro, y de la de Ntra. Sra. del Rosario, de Serrato. Había nacido el 10 de abril de 1910 en Ubrique (Cádiz). Tenía por tanto 26 años. Hijo de José del Canto Montero y Ana Montero Naves. Ingresó en el seminario de Málaga, siendo ordenado sacerdote en Granada en 1935. Este fue su primer destino parroquial.



El 20 de julio fue el último día en que se celebró misa en la parroquia de Cuevas del Becerro, consumiendo don Antonio del Canto y los demás asistentes, todas las sagradas formas.

Viendo el peligro que corría estando en la fonda donde se hospedaba, se ocultó en el domicilio de los herederos de doña Francisca González Durán, hasta que en un registro fue descubierto y llevado al Ayuntamiento, donde estuvo detenido catorce o quince días. Su monaguillo, Antonio García Rosado, le llevaba de comer y le dio conversación todos esos días. La detención la realizó la Guardia civil, por orden de Francisco Rosado Camacho, vicepresidente del Comité.

El entonces alcalde de Cuevas del Becerro, el socialista Diego Fuentes Ortega, que estaba muy condicionado y casi anulado por la actuación del Comité, planteó la posibilidad de sacar al sacerdote de la localidad y pasarlo a Olvera que estaba en poder de los rebeldes desde el 28 de julio. Sin embargo, el cura no aceptó el ofrecimiento, debido en gran medida al miedo a ser capturado y asesinado, tal y como había sucedido con Gonzalo Villarejo Duarte, vecino de Cuevas, que pretendió llegar a Olvera, siendo asesinado por milicianos de Alcalá del Valle, el 22 de agosto.

Conocedores de su paradero, al mediodía del 24 de agosto, vinieron de Ronda para llevárselo, Francisco Cruz Sánchez, del PCE, alcalde de Ronda, y otros dos individuos. Ese día el presidente del Comité, José Angulo Cordón, no estaba en el pueblo. Según declaración del padre del sacerdote, acompañaban al alcalde, “un señor de Ronda apodado el “Veterano”, casado con una de Cuevas del Becerro, al que dijo que si no había cojones para ir con el Alcalde por el cura, que él iba por él. También le acompañó el chófer, un tal Mancilla de Ronda”

Fue llevado al Ayuntamiento de Ronda donde había de quedar detenido en el calabozo municipal. En Ronda se encontró con bastantes refugiados de Ubrique, que empezaron a dar palmas, alegrándose de su detención y diciendo que había que matarlo, toda vez que a su padre lo consideraban como el más fascista del pueblo, y además tener a sus dos hermanos mayores, afiliados a la Falange, Rafael que había sido detenido y Manuel que estuvo escondido mientras dominaban los marxistas en ese pueblo.

El día 26 de agosto lo juzgaron y acordaron entre el alcalde de Ronda, Francisco Cruz y el concejal Juan Paradas Jiménez, condenarlo a la pena de muerte. El sobrino de éste último, Ovidio Carrasco Paradas, que estaba presente, dijo que había que matarlo, porque en Ubrique estaban los fascistas matando y quemando a sus compañeros.

El día 28 de agosto, a la una de la noche se presentaron cuatro milicianos en la cárcel para llevarse a fusilar a Antonio Peñalver Ríos (40 años), a Miguel Conde Morales (53 años), ambos vecinos de Ronda, y a don Antonio del Canto, a los cuales ataron por las muñecas con alambre, oprimiéndoles tanto que les dijo que no le hostigaran, que ellos sabían que iban a morir, a lo que le contestaron que traían órdenes de apretar hasta hacer sangre.

Una vez que fueron atados los subieron en una camioneta, fueron conducidos a un olivar colindante con el cementerio, y sobre una de las vallas del olivar fueron asesinados por un tal "Chaleco" que le disparó dos tiros, y otro miliciano que le dio tres, cayendo el sacerdote moribundo y bañado en sangre. Allí estuvo toda la noche, hasta que al día siguiente fue enterrado en el cementerio de Ronda.

El alcalde Francisco Cruz Sánchez fue fusilado en Málaga el 13 de abril de 1940. Había sido nombrado alcalde de Ronda el 25 de mayo de 1936. Se mantuvo al frente del ayuntamiento rondeño hasta su huida el 16 de septiembre, horas antes de que la ciudad fuese tomada por las tropas del general Varela. Fue acusado por José Angulo Cordón, presidente del Comité de Cuevas del Becerro, de ser responsable de la muerte del sacerdote. Causa 1176/1939 de la Auditoria
de Guerra Delegada de Algeciras.

LA ENTRADA DE LAS TROPAS NACIONALES EN CUEVAS DEL BECERRO

Aunque de este tema me ocuparé próximamente en otra Crónica, cuando hable sobre la entrada de las tropas nacionales en los pueblos de la comarca de Guadalteba, camino de Ronda, quiero adelantar alguna información sobre lo ocurrido en Cuevas del Becerro.

Cuando las tropas del general Varela, el 16 de septiembre de 1936, entraron en el pueblo, designaron alcalde a Juan Blanco Ponce de León, un mediano propietario que había sido presidente local de la «Unión Patriótica», el partido creado por el general Primo de Rivera, y cabo del Somatén. Sus convecinos le consideraban como un hombre responsable y honrado. Era antiguo amigo del comandante Rafael Corrales Romero, que era natural de Ronda, el cual venía al frente de las tropas nacionales.

Esas nuevas autoridades civiles, informaron a las militares de la ausencia de violencia en la retaguardia de Cuevas del Becerro, donde no se había producido una sola muerte. Sin embargo, con el paso de las semanas, se inició una dura represión contra algunos vecinos del pueblo, produciéndose algunas detenciones de personas de izquierdas que eran enviadas a la cárcel de Ronda. Juan Blanco, el nuevo alcalde se negó a ser cómplice de estas acciones contra sus vecinos y no dudó en solicitar su relevo. Le sustituyó como alcalde, Juan Duarte Villarejo.

Ya en la toma de Ronda, el 16 de septiembre de 1936, se produjo la muerte de Manuel Fuentes Niebla de 28 años, durante el enfrentamiento que hubo con las tropas del general Varela.

En Ronda, como plaza militar que era, al tener una Caja de Recluta, pronto contó con un juzgado militar permanente, establecido inmediatamente después de la conquista de la ciudad por los nacionales. Este juzgado se encargaría de instruir algunas Causas, mayoritariamente contra militares, “para averiguar la actuación de los Jefes, Oficiales y clase de tropas y depurar su conducta durante el movimiento”

En términos generales, podemos decir que a la par que se conquistaban las ciudades y los pueblos por parte de los nacionales, se nombraba un nuevo poder local, y se iniciaba la aplicación de una violencia caracterizada por su inmediatez y justificada por la aplicación del Bando de Guerra, que en Ronda fue copia literal del que el general Varela dictó en Antequera un mes antes.
Los primeros que sufrieron las consecuencias de la violencia ejercida por los militares, fueron los alcaldes, concejales, miembros de los comités, milicianos y los sospechosos de haber tenido algún tipo de implicación en la represión ocurrida en los meses anteriores, incluso en los sucesos de octubre de 1934. Serán los comandantes de los puestos de la Guardia civil, quienes redacten los primeros atestados, convirtiéndose estos en prueba irrefutable sobre la culpabilidad o no de los procesados.

No pasaba mucho tiempo entre la detención y el fusilamiento. Esos primeros fusilamientos se llevaron a cabo sin la formación de Causa. Así el 2 de noviembre de 1936, fue fusilado en La Alberquilla, en el término de Ronda, el vecino de Cuevas del Becerro, Francisco Benítez Palacios, de 28 años de edad, sin formación de Causa Militar.

En Málaga capital, los Consejos de guerra comenzaron una intensa actividad desde el mismo día en que fue tomada la ciudad por los rebeldes, el 8 de febrero de 1937. Se establecieron tres Consejos de Guerra Permanentes con sus correspondientes juzgados instructores.

El 11 de febrero de 1937, se vio en el Juzgado nº 4 de Málaga, la causa 3/1937 contra el cueveño Manuel Montero Villarejo, que fue condenado a muerte, siendo fusilado al día siguiente, el 12 de febrero.



Una semana más tarde, el 18 de febrero, en el Juzgado nº 15, se vio la causa 1/1937 contra Salvador Martín Duarte, también de Cuevas del Becerro, que fue condenado a Reclusión perpetua.

En los primeros momentos, las causas solían ser con un solo encausado, pero a los pocos días, el volumen de detenidos en las cárceles y el regreso de los que habían sido cortados en su avance por la carretera de Almería, obligó a la realización de consejos multitudinarios, en los que concurrían numerosos encausados.

A la par que se realizan los consejos en la capital, la instrucción de causas en el interior de la provincia era incesante y en apenas un mes el Tribunal se desplazaría para celebrar consejos masivos de guerra, en las cabeceras de comarca: Antequera, Coín, Estepona, Marbella, Ronda o Vélez-Málaga.

A finales de febrero, la cárcel del partido judicial de Ronda, se mostraba ya insuficiente para albergar a tantos presos, por lo que se crea el Juzgado nº 20 de Málaga, que se desplaza a Ronda para juzgar a los encarcelados. Su juez instructor, Federico Pesini Abarrátegui, un abogado habilitado como teniente Auditor, se mostraría implacable con los detenidos.

El lunes 8 de marzo de 1937, comparecieron ante el Consejo de guerra, 39 personas, veintidós eran de El Burgo y diecisiete de Serrato, para juzgar los procedimientos sumarísimos de urgencia instruidos por el Juzgado militar Nº 20. Causas que iban de la 37/1937 a la 75/1937. Se dictaron 24 condenas de muerte, 19 a vecinos de El Burgo y 5 a vecinos de Serrato.

El 9 de marzo, comparecieron ante el Consejo de guerra 36 personas, treinta y cuatro eran de Cuevas del Becerro y dos de Alcalá del Valle, para juzgar los procedimientos sumarísimos de urgencia instruidos por el Juzgado militar Nº 20. Causas que iban de la 1/1937 a la 36/1937.

Entre los de Cuevas estaban algunos que habían tenido cierta responsabilidad política, como el tesorero de UGT, Miguel Fuentes Ortega, o Manuel Cordón Fuentes, secretario del Comité, o Antonio Toscano Blanco, José Montero Toscano, José Nieblas Montero y Salvador Nieblas Montero, trabajadores del campo afiliados a la UGT, miembros del Comité encargados de Abastos. La mayoría de ellos fueron acusados de realizar tareas al servicio del Comité, sobre todo, de haber participado en la organización de un puesto defensivo en “El Ventorrillo”.

Se dictaron veintidós penas de muerte, dos de ellas para los vecinos de Alcalá del Valle, trece de reclusión perpetua y una absolución. Las sentencias de muerte fueron aprobadas, como todas, por el General de la II División Orgánica, Queipo de Llano, según el Auto del Juzgado Militar nº 20 de Málaga.

El miércoles 10 de marzo, a las diez de la mañana, comparecieron ante el Consejo de guerra, 23 personas de Arriate, para juzgar los procedimientos sumarísimos de urgencia instruidos por el Juzgado militar Nº 20. Causas que iban de la 76/1937 a la 98/1937. Se dictaron veintiuna condenas de muerte.

El 10 de marzo a las cuatro de la tarde, comparecieron ante el Consejo de guerra, 50 personas, cuarenta y tres eran de Ronda y siete de diversas procedencias, para juzgar los procedimientos sumarísimos de urgencia instruidos por el Juzgado militar Nº 20. Se dictaron cuarenta y dos penas de muerte, dos de ellas eran mujeres.

En tres días, se había juzgado a 148 personas y se habían dictado 109 condenas a muerte, más del 73%, además de 30 reclusiones perpetuas. Solo hubo tres absoluciones, una de ellas el vecino de Cuevas del Becerro, Juan Mellado Mellado.

Pocos días después, se procedió a la ejecución de las sentencias; había que aligerar la prisión del partido para poder albergar a los presos que los comandantes de puestos venían remitiendo a Ronda. El domingo 14 de marzo, fueron fusilados los vecinos de Ronda, el día 15 los de El Burgo y Serrato, el 16 los de Cuevas del Becerro y Alcalá del Valle, y el miércoles 17 de marzo, los de Arriate. Todos los fusilamientos se realizaron en las tapias del cementerio de San Lorenzo de Ronda.

VECINOS DE CUEVAS DEL BECERRO FUSILADOS EL 16 DE MARZO DE 1937 EN RONDA

Nombre

Año de nacimiento

Número de Causa

Antonio Arias García

1908

6/1937

Diego Capitán Zamudio

1910

13/1937

Juan Montero Toscano

1896

33/1937

Diego Alejandro Becerra González

1911

8/1937

Francisco Bermúdez Nieblas

1902

11/1937

Diego Blanco Ramírez

1897

19/1937

Miguel Fuentes Ortega

1890

5/1937

Manuel Cordón Fuentes

1901

18/1937

Salvador Lozano Ortega

1903

29/1937

Juan Martín Duarte

1890

4/1937

Antonio Ponce Ramírez

1903

1/1937

Juan Ponce Ramírez

1897

10/1937

Antonio Ponce Rosado

1902

9/1937

Antonio Rosado Blanco

1911

21/1937

Antonio Rosado Camacho

1913

12/1937

Rafael Rosado Camacho

1915

15/1937

José Rosado Martín

1914

23/1937

Cristóbal Rosado Sedeño

1900

22/1937

José Nieblas Montero

1892

14/1937

Salvador Nieblas Montero

1903

17/1937

 

En marzo se trasladó a Ronda el capitán del Cuerpo Jurídico Militar Rafael Blázquez Bores, que era el juez instructor del Juzgado nº 3 de Málaga, para apoyar en la instrucción al Juzgado nº 20 del juez Federico Pesini. Empezó a actuar en abril de 1937. En Ronda, solo instruyó trece causas, pero todas ellas acumulaban, como era habitual, numerosos imputados de un mismo pueblo.

El antequerano Rafael Blázquez Bores (1889), casado con Rosario Peña Hinojosa, era desde octubre de 1934, juez de Instrucción del Juzgado del Distrito de la Alameda de Málaga. Tras la conquista de la capital por los nacionales en febrero de 1937, fue militarizado pasando a desempeñar funciones de juez instructor del Juzgado nº 3. Rafael Blázquez, ya había sido juez de Primera Instancia de Ronda (Gaceta del 31 de octubre de 1931)

RAFAEL BLAZQUEZ BORES

Entre los meses de marzo y junio los juzgados establecidos en la ciudad de Ronda procesaron a 586 personas de la práctica totalidad de los pueblos de la Serranía. Trescientas quince personas fueron condenadas a muerte.

Quiero resaltar aquí, la suerte tan diferente que corrieron los vecinos de Cuevas del Becerro que fueron detenidos en los primeros días de ocupación del pueblo, y que como hemos visto fueron sentenciados a la pena de muerte, sin haber realizado acto alguno que mereciera esa sentencia, y la que corrió por ejemplo el alcalde de Cuevas, y el presidente del Comité, las más altas autoridades del pueblo en esos dos primeros meses de guerra civil.

El alcalde, que recordemos era Diego Fuentes Ortega (1893), miembro de la UGT y afiliado a la Agrupación Socialista de Cuevas del Becerro, antes de la entrada de las tropas del general Varela huyó con su familia a Málaga. Al caer Málaga en poder de las tropas franquistas en febrero de 1937, marchó con su familia hacia Almería, llegando hasta la provincia de Valencia, donde permanecieron hasta el final de la guerra civil. Se exilió en Francia, donde pasó por los campos de concentración. A su regreso, fue sometido a un Consejo de guerra el 3 de marzo de 1943. Al no poderse probar su participación en la muerte del sacerdote del pueblo, se decretó el sobreseimiento. Causa 57/1942 del Juzgado Militar nº 7 de Málaga.

Al igual ocurrió con José Angulo Cordón (1907), presidente del Comité de Cuevas, que fue detenido por la Guardia civil el 4 de abril de 1939 en el domicilio de su padre en Cuevas del Becerro. Huyó a Málaga al entrar las tropas nacionales en Cuevas, y en febrero de 1937 volvió a huir por la carretera de Almería hasta Sollana (Valencia), donde trabajó de carpintero, su oficio en Cuevas. Allí se alistó en el 5º Batallón de Etapas, séptima compañía, destinado a Almodóvar del Campo, y posteriormente a Almadén, ambos de Ciudad Real, hasta el final de la guerra.

Se abrió contra él, la Causa 4719/1939 por el Juzgado militar nº 28. En el Consejo de guerra celebrado en Málaga el 26 de agosto de 1943, fue condenado a veinte años de reclusión menor por el delito de Auxilio a la rebelión. Cuatro meses más tarde, el 21 de diciembre de 1943, se le concedió la libertad condicional por buena conducta, y el 30 de mayo de 1947 se le concedió el indulto.

La última muerte de un cueveño durante la guerra civil, que he podido encontrar se produjo el 9 de julio de 1938, cuando es fusilado en Sevilla Salvador Orozco Villarejo, cabo del ejército. Tenía 24 años. Su cuerpo está enterrado en el cementerio municipal San Fernando de Sevilla.

FINAL DE LA GUERRA CIVIL

Cuando cayó Barcelona, última ciudad importante republicana en la zona norte de España, en enero de 1939, medio millón de personas iniciaron la huida a Francia buscando la salvación. En marzo de 1939, pocas semanas antes del fin de la guerra, se calculaba la presencia de unos 440.000 refugiados españoles en Francia, de los cuales 170.000 eran mujeres, niños y ancianos, 220.000 soldados y milicianos, 40.000 inválidos y 10.000 heridos. Fue la mayor diáspora en la historia española.

El gobierno francés, desbordado por la situación creada, decidió conducir a los exiliados que entraban por los pasos fronterizos de La Junquera y Portbou, en los Pirineos orientales, hacia las playas de Argelès, en la costa mediterránea, a 35 km de la frontera. Fueron situados sobre la misma playa, y la zona se cercó con alambre de espino. Se calcula que unas 100.000 personas fueron recluidas en este recinto.

A los seis meses del establecimiento del campo de concentración, estalló la Segunda Guerra Mundial. Cuando las tropas alemanas del III Reich invadieron Francia, en junio de 1940, los refugiados españoles abandonaron el campo de Argelès con diferentes destinos: muchos se quedaron a vivir en la zona, otros se alistaron en el ejército francés para luchar contra los nazis. Miles de ellos, tuvieron la desgracia de caer prisioneros de los alemanes y volver a campos de concentración, sobre todo al Campo de concentración de Mauthausen-Gusen (Austria).


Junto con el campo de concentración de Auschwitz, el de Mauthausen fue el campo de exterminio más sanguinario del holocausto nazi. En sus cámaras de gas, perdieron la vida no solo judíos, también más de 4.400 exiliados españoles, de los cuales 147 eran malagueños, que escaparon de Franco por la carretera de Málaga a Almería en febrero de 1937, para acabar muriendo a manos de Hitler en sus campos de exterminio. Entre ellos había dos de Cuevas del Becerro, dos de Campillos, tres de Teba, cinco de Cañete la Real, cuatro de Ardales y cinco de Carratraca.

Los dos de Cuevas del Becerro eran:

Francisco Perujo González, nacido el 20 de julio de 1908, falleciendo en el Campo de concentración de Gusen el 12 de noviembre de 1941. Tenía 33 años.

Rafael Villarejo Nieblas, nacido el 3 de agosto de 1911, falleciendo en el Campo de concentración de Gusen el 31 de octubre de 1941. Tenía 30 años.

LA LÁPIDA EN EL CEMENTERIO DE CUEVAS DEL BECERRO

Antes de finalizar la Crónica, quiero hacer unos comentarios sobre la lápida homenaje a «LOS DEFENSORES DE LA LIBERTAD», existente en el cementerio de Cuevas del Becerro.


He cruzado los nombres de las personas que he podido recopilar, fallecidos de Cuevas del Becerro, para realizar esta Crónica, con los nombres que aparecen en la lápida, y he encontrado algunas ausencias, errores y discrepancias que quiero resaltar.

La primera, y quizás la más importante, si es real el sentimiento que se expresa en la lápida «PARA QUE NO VUELVA A OCURRIR», son las ausencias de los dos asesinados de derechas, vecinos de Cuevas, Gonzalo Villarejo Duarte y el sacerdote Antonio del Canto Moreno.

También falta Manuel Fuentes Niebla, muerto el 16 de septiembre de 1936, en la toma de Ronda en el enfrentamiento que hubo con las tropas del general Varela.

En segundo lugar, el error de la presencia en la lápida de Manuel Gil Mellado, que era de Alcalá del Valle, y que fue fusilado el 16 de marzo de 1937 en Ronda, junto a las veinte personas naturales de Cuevas del Becerro.

En tercer lugar, no he encontrado en documento alguno civil o militar, datos o referencias sobre Antonio Rosado Nieblas y Juan Blanco Bermúdez que aparecen en la lápida del cementerio.

Con respecto a los restantes personas que aparecen en la misma, gracias a la información que me ha proporcionado el cueveño Manuel Toscano Perujo, autor del libro "Crónicas de Cuevas del Becerro", que literalmente me indica:

Salvador Ramírez Villarejo, fue un cabrero asesinado por los falangistas de Ronda cuando fue a reclamarles una deuda al amo del cortijo en el que cuidaba el ganado.

Ana Huerta Ortega, una joven enfermera de milicianos, que fue detenida y asesinada, probablemente también violada, por los falangistas de Palma del Río, que eran las milicias destacadas en Cuevas del Becerro por Queipo, para sembrar el terror. Su delito; curar milicianos.

Domingo Benítez Palacios, era el bibliotecario del pueblo. Fue asesinado también por los falangistas unos días después que su hermano Francisco, éste por haberse casado con la ex novia de un guarda de derechas. Estas tres muertes se produjeron entre octubre y noviembre de 1936, dentro del “valetuto” de los bandos de guerra, por eso no tienen constancia documental.

Cristóbal Bermúdez Nieblas fue asesinado por las tropas del comandante Corrales junto a un cuñado suyo, ambos de sesenta años de edad. Este hombre era el padre de cinco hijos varones, de los que cuatro fueron asesinados en la guerra. Tampoco hay documentos por la misma razón.

El “Caldera”, era el apodo con que se conocía al joven José Molina Amaya, latero de profesión; era de Alcalá del Valle, pero vivía en Cuevas del Becerro. Fue fusilado en marzo con el resto de vecinos de Cuevas. 

Por último, aparecen los nombres de tres personas que fueron miembros de la banda de Diego “el de la Justa” y de la del “Rubio Brescia”

Diego Sánchez Ortega (a) “El Tormenta”. Tenía siete años cuando comenzó la guerra civil. Murió a manos de la Guardia civil en la sierra de Ortegícar el 11 de octubre de 1947.

Rafael Bermúdez Rosado (a) “El Recluta”. Nació en 1923. Fue fusilado en el cementerio de San Rafael de Málaga el 27 de septiembre de 1949, en cumplimiento de la sentencia del Consejo de guerra celebrado el 14 de julio de 1949. Causa 134/1947. Sobre esta persona y sus testimonios en el Consejo de guerra, aconsejo la lectura del libro de Alfonso Ruiz Padilla «HISTORIAS DE PUEBLOS DEL NORTE DE MÁLAGA DURANTE LA GUERRA CIVIL» (pág. 139 - 146

Ramón Rosado Ponce (a) “El Moreno”. Nació en 1924. Murió el 11 de octubre de 1948 en un enfrentamiento con la Guardia civil en la sierra del Hacho, término de Álora. En la lápida, erróneamente le llaman Juan Rosado Ponce.

Sobre Diego el de la Justa y estos tres miembros de su banda, ya me ocupé en mi Crónica «DIEGO GÓMEZ GARCÍA (A) “DIEGO EL DE LA JUSTA” »

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2023/04/diego-gomez-garcia-diego-el-de-la-justa.html

En relación con Antonio Martín Perujo, otro que aparece en la lápida, dispongo de poca información. En el libro «LA GUERRILLA ANTIFRANQUISTA EN ANDALUCÍA» de José Antonio Jiménez Cubero, se dice que se echó a la sierra junto a su hermano Francisco en 1945, pasando a formar parte de la “Junta Nacional de Guerrilleros del Sector Sur”, y que su rastro se pierde en 1946. Paradero desconocido. Según otra información, fue fusilado en Málaga.

Sobre la discusión sobre si eran guerrilleros o simples bandoleros, ya me ocupé en dicha Crónica, y le pedía al lector que él mismo formara su opinión en función de las actividades y hechos que estas personas habían realizado en la sierra.

Además de lo dicho en ese momento, quiero añadir que, como es obvio, se define a un guerrillero como aquel que realiza actos de guerrilla que pueden ser emboscadas, sabotajes, saqueos, incursiones, guerra relámpago, corte de las líneas de suministro, incendios provocados, secuestro o asesinato de enemigos importantes e interceptación de las comunicaciones. Nada de esto realizaron estas cuatro personas.

Añadir también lo que dijo el tebeño José Lora Jiménez en su libro «MI VIDA ENTRE BANDOLEROS» (Pág. 166)

En el año 1.943 en la provincia de Málaga, existía una guerrilla (Agrupación Málaga), capitaneada por Ramón Vía (era su apodo, su nombre era Antonio Alamillo González), y dirigida por el PCE. Este les hizo ofrecimientos sustanciosos, tanto a Diego el de la Justa, como al Rubio Brescia, y Mandamás, pero estos no encontraron la suficiente confianza, y la rechazaron, siguiendo a su aire, sin la dependencia de ninguna organización.

Diego por su tesón y capacidad organizadora, fue conocido por todas las bandas de toda la provincia como un líder experimentado. Cuando "el Roberto" José Muñoz Lozano, empezó a destacar en Málaga, hasta llegar a mandar el VI Batallón de guerrillas, Diego tampoco quiso aliarse a ellos, aunque llegaron a conocerse. La vida de Diego siempre fue autoritaria. Nunca se dejó mandar por nadie.

Pienso que llamar a Diego Sánchez Ortega, Rafael Bermúdez Rosado, Ramón Rosado Ponce y Antonio Martín Perujo, «DEFENSORES DE LA LIBERTAD», tal como reza en la lápida del cementerio, es algo excesivo.


Comentarios

  1. Muy buenas. Gran recopilación de datos, que son muy de agradecer. Prometo estudiar detenidamente su interesante blog. Sin embargo, su opinión sobre el monumento memorialista de Cuevas del Becerro, entiendo que merece una respuesta clarificadora. En primer lugar, la leyenda "Para que no vuelva a ocurrir" Se refiere, y va dedicada a los represaliados por el régimen franquista. Por lo tanto , difícilmente pueden caber en él, aquellos que dieron su vida precisamente para ayudar a imponerlo. El que no le guste que aparezcan los nombres de los guerrilleros; Diego, Rafael y Ramón. No significa que no merezcan un lugar en el recuerdo de Cuevas del Becerro, pues con los beneficios económicos de sus actos, discutibles o no, facilitaron, si no salvaron directamente la vida de decenas de viudas y huérfanos víctimas de una guerra que tuvo unos claros y definidos responsables. Por lo tanto, no puedo compartir que no merezcan el apelativo de "Luchadores por la libertad" En cuanto a los nombres que le faltan, creo que puedo serle de alguna ayuda: Dudo mucho que Antonio Rosado Nieblas, aparezca en dicho memorial, puesto que fue un combatiente de la división azul, aficionado a los problemas y a la bebida. Salvador Ramírez Villarejo, fue un cabrero asesinado por los falangistas de Ronda cuando fue a reclamarle una deuda al amo del cortijo del que cuidaba el ganado. Ana Huerta Ortega, una joven enfermera de milicianos, fue detenida y asesinada, probablemente también violada, por los falangistas de Palma del Río que eran las milicias destacadas en Cuevas del Becerro, por Queipo, para sembrar el terror. Su delito; curar milicianos. Domingo Benítez Palacios, era el bibliotecario del pueblo, fue asesinado también por los falangistas unos días después que su hermano Francisco, éste por haberse casado con la exnovia de un guarda de derechas. Estas tres muertes se produjeron entre octubre y noviembre de 1936, dentro del valetuto de los bandos de guerra, por eso no tienen constancia documental. Cristóbal Bermúdez Nieblas fue asesinado por las tropas de Corrales junto a un cuñado suyo, ambos de sesenta años de edad. Este hombre era el padre de 5 hijos varones, de los que cuatro fueron asesinados en la guerra. tampoco hay documentos por la misma razón. Juan Blanco Bermúdez, debe ser un error tipográfico, pues el Juan Blanco que todos conocemos fue el primer alcalde del régimen, nombrado por el propio Corrales y que dejó el cargo asqueado por los asesinatos de los golpistas. En cuanto al Caldera, es el apodo con que se conocía al joven Anaya, latero de profesión y fusilado en marzo con el resto de vecinos. También discrepo de algunas de sus afirmaciones que no puedo discutir sin conocer sus fuentes. Saludos.
    Manuel Toscano Perujo.

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    1. Manuel, muchas gracias por sus comentarios. Voy a incluir en mi Crónica la información que me pasa sobre Salvador Ramírez Villarejo, Ana Huerta Ortega, Domingo Benítez Palacios y Cristóbal Bermúdez Nieblas. Haré referencia a que esa información me la ha proporcionado usted. Si tiene alguna otra información adicional le agradecería que me la pasara.
      Referente al memorial existente en el cementerio, sigo opinando que está hecho con poco rigor histórico, y usted mismo me está dando la razón: Antonio Rosado Nieblas, del que usted dice que estuvo en la División Azul, aparece en la tercera fila del memorial. Que Juan Blanco Bermúdez sea un error tipográfico o no, yo no lo sé, pero aparece como tal en la primera fila. También aparece en la segunda fila Manuel Gil Mellado que no es de Cuevas del Becerro, sino de Alcalá del Valle. Por otra parte, falta Manuel Fuentes Niebla, muerto el 16 de septiembre de 1936, en la toma de Ronda en el enfrentamiento que hubo con las tropas del general Varela. Y por último poner en la lápida un apodo “Caldera”, sin más información, no es muy esclarecedor. Según dice usted, se apellidaba Anaya y fue fusilado en marzo con el resto de vecinos. Debo decirle sobre esto, que los veinte fusilados de Cuevas en Ronda en dicho mes, aparecen en el cuadro que publico en la Crónica, y no hubo ningún Anaya.
      Respecto a lo que dice que “va dedicada a los represaliados por el régimen franquista. Por lo tanto, difícilmente pueden caber en él, aquellos que dieron su vida precisamente para ayudar a imponerlo”, esa es precisamente mi crítica, que solo esté dedicada a los de un bando. Y decir que un cura de pueblo, Antonio del Canto, con solo 26 años, a quien el mismo alcalde socialista de Cuevas intentó proteger, y al que asesinaron en Ronda, dio su vida porque ayudaba el régimen franquista, es algo excesivo y que debe pensarse dos veces antes de ser escrito.
      Sobre los bandoleros o guerrilleros, Diego Sánchez Ortega, Rafael Bermúdez Rosado, Ramón Rosado Ponce y Antonio Martín Perujo, le contestaré más adelante en el comentario que ha hecho en la Crónica sobre Diego el de la Justa.
      Un saludo, y gracias

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  2. Rectifico el apellido del Caldera, no es Anaya, sino Amaya: José Molina Amaya “El Caldera", y lo podrá usted comprobar en el listado de fusilados en marzo. Este chico, muy joven, era de Alcalá pero vivía en Cuevas del Becerro. Manuel Gil Mellado, es posible que fuera vecino de Alcalá, pero sus apellidos por partida doble son claramente cueveños. Manuel Fuentes cayó en combate. Conocemos ahora los nombres de muchos combatientes caídos por la República y efectivamente no estaría mal hacerles un homenaje, incluyendo a Fuentes. Creo que no me he explicado bien. El monumento no está dedicada a un bando, está dedicado a las víctimas de los agresores, que además de acabar con un régimen democrático, impusieron el terror sobre cientos de miles de inocentes con una cruel represión. Para que se me entienda mejor, es como si en un monumento a las víctimas de ETA apareciera el nombre de Joaquín Saizar Garaikoetxea, que también es una víctima, pero de ETA. Sobre el cura Canto, lógicamente se le intentó proteger porque era muy joven y dudo que tuviera responsabilidad alguna, más allá de pertenecer a una organización que se dedicó a adoctrinar al pueblo desde sus púlpitos en contra de la "canalla marxista". Su injusta ejecución según tengo entendido, se debió a la implicación de su familia ubriqueña en el golpe de estado. Creo que está entre los beatificados a propuesta de Franco, luego no me parece que una simple lápida en el cementerio, le haga justicia . Créame que cuando afirmo estas cosas está más que pensado y documentado. Fíjese en el papel de la iglesia durante la dictadura, obsérvese su papel inquisitorial sobre los presos políticos obligándoles a comulgar y castigando duramente a los que no obedecían su dogma. Véase el papel de las monjas en el robo de niños a las presas republicanas, para dárselos a familias afectas al régimen, o las casas reformatorio para señoritas de mal vivir gestionadas por esta organización. Por no hablar de secciones femeninas y controles de moralidad. Aunque solo hay que ver el papel de la institución y sobre todo de sus ministros, en el desarrollo de la democracia en España. aparte de los curas rojos, cuyas biografías y finales, son un misterio custodiado celosamente por la curia. Saludos

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    1. Buenas tardes, Manuel:
      Cada pueblo puede dedicar una placa a quien quiera. Si los vecinos de Cuevas del Becerro, o sus autoridades han decidido poner en el cementerio un monumento dedicado a las víctimas del franquismo, poniendo sus nombres, es libre de hacerlo. Yo no soy nadie para criticarlo, pero sí puedo opinar que lo que ha hecho el ayuntamiento de Campillos, me parece mejor dedicándolo “A TODOS SUS MUERTOS EN LA GUERRA DE 1936 – 1939”, sin poner nombres.
      No pienso entrar en un debate con usted sobre el papel de la Iglesia durante la Segunda República, la Guerra civil y el Franquismo, porque tenemos distintos puntos de vista, no nos pondríamos de acuerdo, y además no serviría para nada.
      Pero sí le puedo decir que, efectivamente la familia del sacerdote Antonio del Canto, era de Ubrique. Su padre, José del Canto Montero (1880) tenía una fábrica de piel en la que fabricaban petacas. En la tarde del 27 de julio, quedó el pueblo en mano de los militares sublevados. No sé si el padre tuvo alguna implicación en el golpe de estado, y aunque así hubiera sido, no se puede matar al hijo por lo que hubiera hecho el padre, ni por lo que hubiera hecho la iglesia a lo largo de esos años.
      No ha sido beatificado a propuesta de Franco. Es ahora cuando la iglesia ha abierto una causa para su canonización y de 87 clérigos más de la diócesis de Málaga.
      Un saludo

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