INTRODUCCIÓN
Para hacer una primera aproximación a su persona, hago a modo de resumen, una repaso breve de los cargos más significativos que tuvo a lo largo de su vida. Por ahora no hago mención a lo que fue su producción literaria, o los abundantes artículos que escribió en prensa y revistas de la época, de lo cual hablaré en otra Crónica.
Durante la Segunda República, con solo veintisiete años, Baltasar Peña ya fue vocal de la «Junta Provincial de Reforma Agraria» de Málaga, en la que desarrolló una gran labor, siendo felicitado en abril de 1933 por el ministro de Agricultura Marcelino Domingo.
Cuando en febrero de 1937 las tropas nacionales entraron en
Málaga, a los pocos días, fue nombrado vicepresidente de la «Diputación Provincial de
Málaga»,
pasando a ser presidente de dicha institución entre febrero de 1946 y abril de
1956.
En junio de 1938, aún en plena Guerra civil, fue
designado Presidente de la «Cámara Oficial Agrícola» de
Málaga, cargo que desempeñó hasta diciembre de 1955.
En julio de 1944, el ministerio de Agricultura
le concede la condecoración de la «Orden Civil del Mérito Agrícola».
En febrero de 1946, como ya he dicho con anterioridad, fue nombrado presidente de la Diputación Provincial de Málaga. El cargo de presidente lo simultaneó con el de «Procurador en Cortes» por Málaga, desde mayo de 1946 hasta mayo de 1956, siendo elegido por el grupo de “Representantes de las Diputaciones y Mancomunidades Interinsulares canarias” durante tres legislaturas.
También en 1946, es nombrado presidente de la «Sociedad Económica Amigos
del País», y
a finales de ese año, académico de número de la «Real Academia de Bellas
Artes de San Telmo», de la cual fue presidente desde 1976 hasta 1986. Posteriormente,
hasta su muerte en 1992, ocuparía la presidencia honorífica de esta institución.
Fue miembro y presidente de la Junta del Patronato del «Museo Provincial de Bellas
Artes de Málaga».
El 31 de enero de 1949, siendo alcalde de
Campillos Francisco Ruiz Acedo, fue nombrado por la Corporación Municipal “Hijo Predilecto de la Villa de Campillos”.
Cuando estaba en la presidencia de la
Diputación, bajo el patronato del «Consejo Superior de Investigaciones Científicas», con la
colaboración de todas las entidades culturales de Málaga, se fundó el «Instituto
de Estudios Malagueños», siendo Baltasar Peña su primer presidente. El
Instituto publicó la revista “Gibralfaro”,
apareciendo su número 1 en 1951, y el último, el número 30, en el año 1981.
También desde la presidencia de la Diputación, fue miembro fundador
en 1949, y primer presidente de la «Caja de Ahorros Provincial de Málaga», cargo en el que estuvo
hasta 1955. Durante
veinticinco años estuvo como Consejero de la misma.
En julio de 1954, el gobierno le concedió la «Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil».
A primeros de agosto de 1955 es nombrado Delegado Provincial del «Instituto Nacional de la Vivienda», cargo que desempeñó hasta 1962.
Fue Cónsul de Perú en Málaga entre 1955 y 1980.
En el año 1962, por oposición ingresó en el
Cuerpo General Técnico de la Administración Civil del Estado, actuando como
secretario en la Delegación Provincial del Ministerio de la Vivienda de Málaga,
hasta que se jubiló en 1976 con setenta años.
En diciembre de 1974, al cumplirse los 25 años
de la fundación de la Caja de Ahorros Provincial de Málaga, la Diputación Provincial le nombra “Hijo Predilecto de la Provincia de Málaga”, y le otorga la “Medalla de Oro de la Provincia”.
Miembro fundador en octubre de 1976, y primer director del «Museo de Artes y Costumbres Populares» de Málaga.
Fue el impulsor, en los años ochenta, del rescate de la casa natal del poeta Salvador Rueda (1857-1933) en Benaque, localidad del municipio de Macharaviaya. Una casa muy modesta adquirida por la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, y cedida años más tarde al Ayuntamiento de Macharaviaya, para convertirla en la Casa Museo del poeta.Fruto de su prestigio fue nombrado académico de las Reales Academias de Bellas Artes de «San Carlos de Valencia» y «Santa Isabel de Hungría de Sevilla», y de la «Real Academia Sevillana de Buenas Letras».
BIOGRAFÍA
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Baltasar con su madre |
Los Hinojosa Casasola, era una familia de terratenientes, acaudalada, con grandes propiedades agrícolas, conservadora y muy religiosa. Francisco Hinojosa Casasola, su abuelo materno, había sido alcalde de Campillos durante un periodo muy corto de tiempo, entre diciembre de 1868 y enero de 1869, además de senador electo por la provincia de Málaga en la legislatura 1872–1873, durante el reinado de Amadeo I. De su matrimonio con María Isabel Carvajal Vergara, nacieron:
● Francisco Hinojosa Carvajal (1860)
● José María Hinojosa Carvajal (1861), casado con Ángela Lacarcel Carreras. Vivían en la calle Real nº 9. Fue alcalde de Campillos desde el 1 de junio de 1891 hasta el 1 de enero de 1894, por segunda vez del 1 de agosto de 1901 al 10 de febrero de 1908, y por tercera vez del 1 de abril de 1920 al 2 de octubre de 1923. Más de doce años de alcalde. Fue también Diputado provincial.
● Rosario Hinojosa Carvajal (1862), casada con José Hinojosa Cuevas
● Isabel Hinojosa Carvajal (1863)
● María Josefa Hinojosa Carvajal (1864-1937), casada con Francisco Peña Calvente. Este fue alcalde de Campillos del 1 de julio de 1899 al 1 de agosto de 1901, y posteriormente del 1 de enero de 1912 al 1 de enero del 1914. Vivían en la calle San Sebastián nº 9.
● Carmen Hinojosa Carvajal. Fundó en Campillos el convento de las monjas de los Desamparados en la calle Lavados, que funcionó como asilo de ancianos hasta 1933 y como colegio religioso después.
● Salvador Hinojosa Carvajal (1870-1936), casado con Asunción Lasarte Juárez de Figueroa (1872), de Estepa (Sevilla). Vivían en la calle Santa Ana nº 4. Fue alcalde de Campillos del 10 de febrero de 1908 al 1 de enero de 1912, y posteriormente del 1 de enero de 1914 al 1 de abril de 1920. Más de diez años de alcalde. También fue Diputado Provincial a principio de los años veinte del siglo pasado. Fueron los padres del poeta y político José María Hinojosa Lasarte (1904-1936), del que ya he escrito cuatro Crónicas. Adjunto enlace de la primera de ellas «JOSÉ MARÍA HINOJOSA LASARTE. POETA»
https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2024/07/jose-maria-hinojosa-lasarte-poeta.html
Años de
tranquilo convivir tan sólo interrumpido por los periodos electorales. Los
liberales, representados en nuestro pueblo por la familia de los Sres. Campos,
y los republicanos, amparados en el Centro Obrero, presentaban en cada elección
a sus candidatos sin conseguir votos suficientes para triunfar en ellas. La
entrega de votos no se hacía, sin embargo, graciosamente. El político
favorecido por ello tenía en reciprocidad que mantenerse en servicio constante
hacia sus electores. Buena muestra de ello eran los recibos impagados de luz
eléctrica en el negocio de los Sres. Hinojosa. Más de cincuentas familias
recibían la luz gratis en correspondencia o recuerdo de favores electorales.
Así lo manifiesta Baltasar Peña en sus memorias, no publicadas, “Reencuentros conmigo mismo”
En Campillos, la familia Hinojosa imperó durante cincuenta años, y de ellos más de treinta con (Francisco) Bergamín como Diputado encasillado, que, poseedora del negocio de distribución de energía eléctrica en Campillos, y en el cual, precisamente como secuela del cacicato, había más de doscientas familias, arraigadamente fieles en la política conservadora, a la que no se le pasaba el recibo de consumo de luz.Mi tío José María Hinojosa fue el primer poseedor de aquella zona de un automóvil, allá por los años catorce, y también el cacicato incidía en el uso del mismo, pues el hecho de ser votante de los Hinojosa, les daba derecho a aporrear la casa incluso a las horas nocturnas para pedirle a D. José su automóvil para llevar alguna parturienta o a alguno que padeciera un dolor miserere para ingresar en el Hospital de Málaga y D. José, benevolentemente, lo ponía a su disposición si pertenecía a esas familias arraigadas a su cacicato.
Según un estudio genealógico realizado por la familia, Baltasar Peña desciende por línea directa del emperador azteca Moctezuma, figurando en su árbol genealógico en el puesto decimocuarto. La descendencia de Moctezuma le viene por su abuela materna, María Isabel Carvajal Vergara, y su bisabuela María Josefa Vergara y Torres.
A finales del siglo XIX el Gobierno de México anunció la concesión de pensiones a todos aquellos que demostraran ser familia del Emperador Moctezuma y su estado de necesidad. Los Hinojosa hicieron las oportunas diligencias y hallaron en el Archivo de Indias de Sevilla la documentación que prueba que tanto los Hinojosa como los Lasarte descienden en realidad de Moctezuma. [...] Encargaron a unos parientes pobres de Málaga ir a México a reclamar “la herencia”. Pero, tras dos años allí volvieron. Habían vendido los derechos, gastado el dinero y se habían endeudado aún más.Julio Neira, “Una familia campesina. La familia Hinojosa” en VV.AA. José María Hinojosa. Entre dos luces 1904-1936. pp. 29.
https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2022/10/francisco-romero-robledo-y-el-caciquismo.html
Francisco Romero había fallecido en Madrid el día 3 de marzo de 1906, en su domicilio de la calle Serrano. Su cuerpo fue envuelto en un sudario blanco, dentro de una “magnifica caja de caoba con incrustaciones de plata y un artístico crucifijo”, con el fin de ser trasladado a Antequera, donde iba a ser enterrado. Antes de llegar a la estación de Atocha, paso por el Congreso, donde estuvo expuesto un tiempo corto, que no llegó a la hora. En el andén de la estación, mientras introducían el ataúd en un vagón apropiado para el traslado, se rezó un último responso.
En Antequera, desde que se supo la noticia de la muerte de Romero Robledo, las campanas de las iglesias doblaron a muerte anunciando el óbito. Cuando el tren llegó a la estación, una multitud de antequeranos y de personas llegadas de otros pueblos de la comarca, le hicieron un solemne recibimiento. El ataúd se colocó en el Ayuntamiento, que quedó convertido en capilla ardiente, por donde los antequeranos pasaron para rendirle un último homenaje al difunto.
Se estableció el día del entierro, el 5 de marzo, luto protocolario, cerrando los comercios y no trabajándose ese día en las fábricas. Los balcones por donde habría de pasar su cuerpo en una lujosa carroza fúnebre, fueron cubiertos de paños negros. Fue enterrado en el convento de Belén, en el panteón familiar.
De Campillos, fue una representación muy importante, entre los que estaba el alcalde José María Hinojosa Carvajal, y su cuñado Francisco Peña Calvente, que era médico titular y Juez municipal de Campillos, y que ya había sido alcalde desde el 1 de julio de 1899 al 1 de agosto de 1901.
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Francisco Peña Calvente |
- Rosario Peña Hinojosa (1901-1999), casada el 2 de agosto de 1931 en Campillos, con Rafael Blázquez Bores (1889-1977), abogado.
- María Peña Hinojosa (1901), casada en 1917 con Francisco Blázquez Bores (1888-1973), médico y militar.
- Ana Peña Hinojosa (1902-1941), casada en diciembre de 1930, en Campillos, con José Fernández Natera, ingeniero agrónomo. Baltasar Peña fue el padrino de la boda
- Isabel Peña Hinojosa, casada con Antonio Clavero Rodríguez.
- Baltasar Peña Hinojosa, (1906-1992), casado con María Álvarez Gross (1908-2007)
En un sillón que se ha conservado en la cámara de mi casa de Campillos, vi yo la luz por vez primera, reflejada de seguro en las losas de barro de la sala baja, ya que la postura del sillón me inclinaba, aunque no lo quisiera hacia ellas.
Fue bautizado el 11 de marzo de 1906, en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora del Reposo de Campillos, por el cura párroco don Isidoro Sánchez de Tornería, siendo sus padrinos su abuelo Francisco Hinojosa Casasola, viudo, y su tía Rosario Hinojosa Carvajal.
Sobre el hecho de ser su padre Juez municipal, cuenta Baltasar Peña en sus “Reencuentros conmigo mismo”.
Creo que por los años noventa del pasado siglo (XIX), quiso mi
padre ser nombrado Juez Municipal de Campillos, presentándose también para
ocupar este cargo un abogado de la familia de los Campos, que por ser abogado,
consiguió el nombramiento. Mi padre tenía el título de médico y como tal
ejercía por aquellas fechas como titular en Campillos.
Le sentó tan mal a mi progenitor, que se hizo la promesa de
ponerse en condiciones para que en la próxima renovación judicial no hubiera
ser humano que le pudiera discutir el puesto.
Efectivamente, en compañía de otro médico, que al parecer, no
tendría tampoco mucho que hacer en su profesión, empezaron sus estudios de abogados,
consiguiendo en cuatro convocatorias entre Julio y Septiembre, aprobar todas
las asignaturas de la licenciatura de Derecho. Se hicieron famosos en Granada
los dos médicos aspirantes a abogados. Tengo aún conservadas parte de sus
papeletas de examen y por las excelentes notas obtenidas se ve que su esfuerzo
no fue por puro compromiso ya que tuvieron ambos muchos sobresalientes y
notables.
A los cuatros años se produjo la renovación del Juzgado y mi padre
con su flamante título de Abogado consiguió el cargo que deseaba, y que no tuvo
para él otro beneficio que los marginales de evitarse las denuncias que los
guardas jurados hicieran a sus ganados, o el abundante suministro de papel de
oficio para la confección de las magdalenas caseras.
Sobre su primera comunión, escribe en “Reencuentros conmigo mismo”:
Qué lejanos los días de mi primera Comunión en Campillos, que no se distinguían de los demás, más que en un lazo que me pusieron en la manga, un paquetito de anises que me regaló mi madre y medio centenar de estampas, para que las repartiera entre la familia y por todo festejo culinario, un abundante desayuno sin otros comensales que mis hermanos y los curas D. Ramón el Párroco y D. Cecilio el Coadjutor, con sus correspondientes calentitos, que este aún era el nombre de Campillos de los churros, picatostes y unas magdalenas que mi tía Carmen hacía en unos graciosos cubitos de papel, para los que se utilizaban los papeles de barba de oficio que mi padre proporcionaba en abundancia desde que fue juez municipal.
“...al lado de mis padres e inevitablemente iba a confesarme con D. Cecilio, el buen coadjutor de nuestra parroquia, hombre tan sencillo como bueno, tan sobrado de virtudes como lego en teología.Al terminar mi confesión, siempre me aconsejaba lo mismo:— Bueno hijo, año nuevo, vida nueva, que este año nuevo te sirva de renovación en tu vida cristiana y en tus buenas acciones”
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D. Ramón y D. Cecilio asesinados en Campillos el 3 de agosto de 1936 |
Su padre Francisco Peña Calvente, volvió a ser alcalde de Campillos, del 1 de enero de 1912 al 1 de enero del 1914. Falleció un par de años después, el 31 de agosto de 1916, cuando Baltasar Peña solo tenía diez años.
De mi infancia en Campillos poco merece ser contado. La muerte de mi padre, cuando tenía yo diez años, y la circunstancia de haberme criado entre mujeres, mi madre, dos tías, y cuatro hermanas, me proporcionaron sin duda, una infancia llena de mimos y cuidados.Si Juan Ramón Jiménez se hizo famoso explicando en un pequeño libro las andanzas y los recuerdos de Platero, yo también podría hoy recordar a Garboso, el primer burro enano que me regaló un antiguo amigo de mi padre, que resultó tan dócil y tan apegado a mí, que no me abandonaba ni aun subiendo por las pinas escaleras del pajar en donde solía jugar con mis amigos, alejado de los mayores para hacer alguna que otra picardía, intercambiarnos fotografías del cándido erotismo que circulaba por entonces, o fumarnos calada a calada intercambiada, algún mataquintos que cualquiera de nosotros había logrado sustraer del bolsillo paterno.Pero como J.R.J. inmortalizó ya su Platero, en todas sus facetas, pelos, rebuznos, respingos, diabluras o carreras, no tengo yo por qué insistir en lo que está ya, según frase de mi suegro con la que callaba todas las discusiones de la mesa, “suficientemente discutido”.
Un año después de la muerte de su padre, en 1917
se casa una de sus hermanas mellizas, María Peña Hinojosa, con el antequerano Francisco
Blázquez Bores (1888-1973), que era médico en Sevilla. Los
Blázquez Bores eran hijos de Juan Blázquez González y Teresa Bores
Romero-Robledo, y por tanto biznietos de Francisco Romero Robledo.
Cuando a primera hora de la noche del 12 de agosto de 1936, montado a caballo, entra el general José E. Varela en Antequera, con todo su cuartel general y escolta, también entraron varios antequeranos, como los hermanos José y Ramón Casaus Arrese-Rojas, capitanes de Infantería e Intendencia respectivamente, y el comandante médico Francisco Blázquez Bores.
Al frente de la
tropa que venía de Sevilla, llegó un camión blindado, que se paró a la puerta
del Hospital. De él descendió un oficial de la Legión —el teniente Morales— y
un señor mayor vestido con un mono azul y pistola al cinto. Era el doctor D.
Francisco Blázquez Bores insigne médico, natural de Antequera, que ejercía en
Sevilla, y venia a interesarse por sus familiares. Los recibí en la puerta a
donde me había ido al sentir los tiros.
MEMORIAS DE UN
CIRUJANO RURAL – Doctor Francisco Giménez Reyna
Cuando
el 13 de septiembre de ese mismo año, las tropas del comandante Rafael Corrales
entraron en Campillos, procedentes de Antequera, también venía en las mismas
como médico de la columna el doctor Blázquez Bores.
Una vez entraron las tropas nacionales en Campillos, para atender a los heridos que venían del frente de Gobantes, la Cruz Roja instaló en la casa de Baltasar Peña Hinojosa, en la calle San Sebastián, lo que era llamado un Hospital de Sangre. Así lo podemos ver en el libro de Gil Gómez Bajuelo, “Málaga bajo el dominio rojo”, pág. 25.
Regresando de nuevo a su vida, Baltasar Peña hizo el Bachillerato en el internado del colegio “San Luis de Gonzaga” en el Puerto de Santa María, donde también cursaron estudios Rafael Alberti, Juan Ramón Jiménez, Fernando Villalón y Pedro Muñoz Seca, y a partir de 1918 lo continuó en Sevilla, en el colegio “Villasís”, ambos de los Jesuitas. En éste último estuvo mediopensionista, viviendo en casa de su hermana María Peña, recién casada con el médico Francisco Blázquez.De esta época le viene su devoción por la Virgen del Recuerdo, a la que le dedicó en 1950 la poesía “A la Virgen del Colegio”, en su libro “Rutas íntimas”
Al finalizar el Bachillerato, inicia estudios de Derecho en la Universidad de Sevilla, donde fue alumno de Pedro Salinas, y amigo y condiscípulo de numerosos poetas de la «Generación del 27», como Pedro Pérez-Clotet, Alejandro Collantes, Joaquín Romero Murube y Luis Cernuda. Fue también alumno de Ramón Carande Thovar, considerado una autoridad en la historia económica española, “mi viejo profesor de Economía y Hacienda Pública”
Con Luis Cernuda (1902), conviví dos años en la Universidad de Sevilla, y con el que tuve buena amistad. Sus décimas juveniles eran suaves, perfectas, líricas. De estudiante era simpático y amanerado, pero fino y sutil.
Cuenta Baltasar Peña la anécdota, que cuando estudiaba en la Universidad de Sevilla, ganó un premio en un concurso, “el único dinero ganado con la poesía”
En un periódico vino un anuncio convocando a los literatos para que presentaran en un concurso, un verso acróstico que sirviera de anuncio al “Linimento Sloan”, pomada muy en boga por entonces, que servía para curar reumas y dolores.
Me atreví a presentar uno, y mi sorpresa fue que me lo premiaron con doscientas pesetas, aunque nunca lo vi publicado.
DICTADURA DE PRIMO DE
RIVERA
A todo ello se unió la guerra de Marruecos, y el desastre de Annual en julio de 1921. Una ofensiva inesperada de los indígenas, concluyó en una desbandada general del Ejército español en dirección a Melilla. El derrumbamiento del frente tuvo como consecuencia la pérdida en tan sólo unos días, de lo conseguido con grandes dificultades durante años. Murieron unos 10.000 soldados españoles. Este suceso conmocionó a la opinión pública. Hubo manifestaciones y huelgas de protesta exigiendo responsabilidades.
En esta situación, el 13 de septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, da un golpe de estado, con el beneplácito del rey Alfonso XIII. El gobierno de Primo de Rivera abrió un periodo marcado por la suspensión de las garantías constitucionales, la prohibición de otras lenguas que no fuesen el castellano, la disolución de las Diputaciones provinciales y la censura de prensa.
Durante la Dictadura se vivió una cierta mejoría económica, se realizaron reformas administrativas y se logró apaciguar el territorio marroquí tras el desembarco de Alhucemas.
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Concurrentes al "chato" de honor a D. Baltasar Peña Hinojosa por su brillante terminación de la carrera de Derecho |
José María estuvo en Paris desde julio de 1925 hasta abril de 1926. La visita debió realizarla a primeros de 1926. Baltasar con veinte años, era año y medio menor que su primo José María.
En la semana que estuvo en París conoce a los pintores Francisco Bores, Pancho Cossío y el rondeño Joaquín Ruiz-Peinado, entre otros.
A
Peinado lo conocí en París, a través de su amistad con mi primo José María
Hinojosa. Al año siguiente vino a Ronda en donde volví a saludarle, e hicimos
un viaje de tres días de Sevilla, San Fernando, Córdoba y Ronda. Desde esa
fecha no lo volví a ver y sin embargo, espaciadamente hemos mantenido una
cariñosa correspondencia, no enfriada a través de cerca de cincuenta años de no
encontrarnos.
Me
regaló Joaquín un dibujo que siempre he apreciado y que conservo, pues se salvó
del desvalijamiento de mi casa en Málaga por conservarlo en la de Campillos,
con un caballo y una mujer montada, de fácil línea, suave de color, como lo era
y le fue siempre característico, verdaderamente interesante para quien como yo
no sabía comprender por entonces, ni apreciar la pintura modernista.
En junio de 1925, ya había visto la
luz el primer libro de poesía de José María Hinojosa, “Poema del campo”. Se publicaron solo 125 ejemplares, con
ilustraciones de Salvador Dalí, entre
ellas un retrato de José María. Los poemas tratan de captar, ante todo, la luz
y el paisaje agrario en que trascurre su infancia.
En marzo de 1926 imprime en París su segundo
libro “Poesía de Perfil”, 300
ejemplares, pero no se distribuirá hasta junio de 1927. En él se observa una
mayor madurez, y se aprecian muchas influencias del tiempo vivido en la capital francesa. De
estilo clásico, respetando la rima y la estrofa, con un esbozo de surrealismo.
Tras su viaje a Paris, Baltasar marcha a Madrid para preparar unas oposiciones. Allí se encuentra entre otros, a dos de los hermanos Muñoz Rojas, naturales de Antequera.
Terminada
la carrera de Derecho marché a Madrid a hacer el doctorado y las oposiciones de
Jurídico de la Armada. En estos años los Muñoz Rojas se preparaban para Abogado
del Estado (Ignacio) y el Cuerpo jurídico-militar (Francisco Javier).
Yo me
divertí mucho este año, y como es lógico no hice ni el doctorado ni las
oposiciones. Ellos se aburrieron mucho y en cambio ganaron cada uno la suya.
Ese año coincidió en Madrid con Carlos Arias Navarro, preparándose ambos
en la misma academia las oposiciones para el Cuerpo Jurídico la Armada. De ahí
arranca una amistad, que duró toda la vida.
El verano de 1927 lo dedicaron ambos primos,
junto al pintor Joaquín Ruiz-Peinado, a una de sus grandes pasiones: la fiesta
de los toros. Al disfrutar José María Hinojosa de un permiso militar, atraviesa
con su primo Baltasar, las provincias de Málaga, Cádiz, Sevilla y Córdoba
siguiendo en su Chrysler descapotable las faenas del todavía novillero Francisco Vega de los Reyes «Gitanillo de
Triana».
Al año
siguiente vino Peinado en una breve visita a Ronda por el verano, y allí fuimos
a visitarlo mi primo y yo, y a proponerle nos acompañara a una rara excursión
que teníamos programada para el día siguiente, día de Santiago. La excursión en
automóvil era Ronda, San Fernando, Sevilla, Córdoba y vuelta por Campillos, y
el objeto presenciar en ese día tres corridas de novillos anunciadas en esas
tres poblaciones, a las once de la mañana en San Fernando, a las seis de la
tarde en Sevilla y a las once de la noche en Córdoba, actuando Gitanillo de
Triana y Barrera más otro novillero local en ellas.
Fue un día
de Julio calurosísimo y nuestro automóvil seguía al de los toreros que tuvieron
que salir de Sevilla para Córdoba sin quitarse el traje de luces.
Fue
el 25 de julio, cuando los novilleros Gitanillo de Triana y Vicente Barrera, se
plantearon el reto de torear tres corridas en el mismo día, y en lugares tan
distantes como San Fernando, Sevilla y Córdoba.
Por
la mañana torearon en San Fernando, en un mano a mano, novillos de Concha y
Sierra. Por la tarde de igual manera en Sevilla, novillos de Antonio Flores.
Y por la noche en Córdoba, junto con un tercer novillero, Rafael Saco «Cantimplas», novillos
de Romualdo Jiménez.
La
novillada nocturna, tercera de las lidiadas ayer por Gitanillo de Triana y
Barrera, comenzó anoche después de las doce y media, tras una imponente bronca
por haberse retrasado el último de los citados diestros en el viaje que hacía
en automóvil desde Sevilla a Córdoba. La novillada terminó a las dos y media de
la madrugada.
De sus estancias veraniegas en Campillos, Baltasar recuerda su participación en las tertulias que se celebraban en el porche de la
Iglesia, donde "todas las tardes del verano nos reuníamos con el coadjutor don
Cecilio hasta el anochecer".
BALTASAR, SUS PRIMEROS POEMAS
Baltasar Peña, como su primo, también sintió la llamada de la poesía y del arte desde muy joven. En la «Revista del Ateneo» de Jerez de la Frontera, en julio de 1927, aparece un poema suyo “Y el río…”, dedicado a Pedro Pérez-Clotet (1902), compañero de Bachillerato en el colegio de los Jesuitas del Puerto de Santa María, y de la Universidad de Sevilla estudiando Derecho.El primer libro de poesía de Baltasar Peña, Miniaturas,
se imprime en la «Imprenta Sur», en octubre de 1927, solo dos meses antes del
considerado acto fundacional de la «Generación
del 27»: la reunión del Ateneo de
Sevilla. Baltasar solo tenía veintiún años.
Según él mismo manifiesta: “Mis aficiones literarias no han tenido, desgraciadamente para mí y
para mi obra, una continuidad ni un rumbo definitivo”.
Empecé a
escribir versos, bastante malos por cierto, en mis años de bachillerato en el
Colegio de Villasís, se acentuaron mis aficiones en las clases de Pedro Salinas
en la universidad sevillana, y cuajé mi primera obra en verso en el año 1927 en
un volumen llamado “Miniaturas”, publicado y editado en la Imprenta Sur,
arrastrado por la corriente poética de aquellos años, por mi primo José María
Hinojosa y Luis Cernuda compañero en Sevilla de Universidad, y mis contactos
con casi todos los poetas de aquella época, que hoy constituyen, nada más y
nada menos, que la gloriosa generación poética del 27.
Recibió
mi libro algunos comentarios elogiosos, de los que me acuerdo de uno publicado
en “El Sol” y en otros periódicos de Madrid, pero los años siguientes deje la
musa ociosa, por lo menos para poesías dignas de publicación, si bien siempre
cultivé el verso de ocasión, con sus correspondientes ripios, y más bien de
tono burlesco.
El artículo en el periódico “El Sol” al que se refiere Baltasar, estaba escrito por el periodista
malagueño Esteban Salazar y Chapela, el cual dice del libro:
Su verso es claro, sencillo, adolescente. Su
libro es confundible—desde lejos—con algunos otros libros de versos andaluces.
La misma voz, diríamos. Los mismos
tonos, motivos y recursos. El verso andaluz, comunicativo, oriental, recamado
de nombres, giros y alusiones populares.
De lejos, otro libro, un libro más.
De cerca, un libro nuevo. Con su visión
propia, con sus nuevas, exclusivas posibilidades. Con su mundo lírico
intransferible.
19280308 02 El Sol
En
«Miniaturas» encontramos junto a formas rígidas—sonetos y décimas —otras formas
populares, sueltas y caprichosas. En estas últimas se nota una mayor firmeza y
seguridad. Las composiciones con tendencia erudita, adolecen de cierto
barroquismo confuso. No se dibujan en ellas claramente las ideas. A veces
notamos algo que da la sensación de estar allí por exigencia de la rima. Pero
no siempre sucede esto. Véase, por ejemplo, un acierto de expresión, con que
comienza la poesía titulada «Magnolia»:
«El
nombre mismo de tu flor perfuma,
cálido
respirar que se derrama;
mariposa
de flor, de olores llama
avivada
al susurro de la bruma.»
Más,
repetimos, se encuentra en las composiciones de motivos populares una más
lograda perfección. Escúchese esta bella «Miniatura», que tiene toda la
fragancia de la musa del pueblo:
«Por un
atajo subí,
dejé el
camino real:
¡qué
trabajito me cuesta
por
donde subí, bajar!»
O ésta,
altamente sugeridora, en su vaguedad:
«Yo
quisiera descifrar
el
lenguaje de las nubes
cuando,
van hacia la mar»
Podrían
multiplicarse los ejemplos que acreditasen el mérito de este libro. Más no es
ocasión ahora. Vaya el lector anheloso de bellezas a él, que no quedará
insatisfecho.
Nosotros,
después de haberlo leído con gran complacencia, nos permitimos animar al
querido amigo Peña Hinojosa, a proseguir—con más entusiasmo y mayor atención
cada día—el periplo poético, tan felizmente iniciado con «Miniaturas»
P.
PÉREZ-CLOTET
Madrid, Diciembre 1927.
Reproduzco también la opinión aparecida en el periódico “La Libertad”, escrita por el crítico
literario Juan Chabás Martí:
He aquí
que apenas crecido un primer tronco, casi tallo aún de poesía, ya se le
desprende una rama. José María Hinojosa, tan joven, ya tiene a su lado,
discípulo de su devoción, a un primo suyo, el autor de estas “Miniaturas”. De
pequeñez liliputiense, a veces. Buen día el que hay que señalar el nacimiento
editorial de un poeta nuevo. Día de pareceres contrarios, de aquilatamientos,
de inquietudes y perplejidades. Se desearía siempre acertar: “He aquí un nuevo
poeta indudable” y no equivocarse. Pero es difícil.
Peña,
por vientos del Sur empujado, llega a la poesía revuelta aún la mirada, con
atolondramiento juvenil, sin pausa ni certeza. Vacilante, infantil. Al agitar
las manos temblorosas de versos, se le caen bellezas presentidas, recoge
imágenes o conceptos voladizos y no sabe dónde retiene un buen principio de
tesoro. Su primo le ha inspirado la complacencia que por ciertos acrobatismos
metafóricos todavía le estremece. Más al propio tiempo, seducido por otras
voces —influencias imponderadas, sin asimilar aún—,
intenta, junto a una poesía popular, inmediato el culto molde de las décimas y
los sonetos, molde donde él da forma a una lírica más fría, de concepto
perseguido sin itinerario alguno.
Ante
este inicial libro de sus vacilaciones, es difícil determinar cual habrá de ser
su camino cierto. No tan costoso en cambio, es afirmar con certeza que será
catalogado pronto entre los más jóvenes líricos de hoy: Prados, Altolaguirre,
Cernuda, ya en los primeros pasos firmes.
Nosotros
quisiéramos, sin embargo, antes, un largo aprendizaje. La poesía es difícil y
hay que vencer los caminos costosamente. Un primer libro, significa poco y hay
que perdonarlo siempre. Pero el segundo, cuando ya el paisaje actual de nuestra
lírica halló avenidas de luz segura, ha de ser árbol recién plantado.
19271203
07 La Libertad
Años más tarde, en “Reencuentros conmigo mismo”, Baltasar Peña vuelve a hablar sobre sus raíces de poeta, y sobre su primer libro “Miniaturas”
Yo he
tenido un pecado capital con la poesía, y precisamente por lo que me ha atraído
siempre la poesía, lo poco en serio que la he tomado también, siempre.
Yo
sentía dentro de mí unos evidentes efluvios líricos, pero nunca he tenido el
suficiente valor o constancia, para expresarlos de una manera lírica y
espontánea. Siempre me he dejado influir por los libros que he tenido más
cerca, como acertadamente intuía mi crítico, sin pausa, ni certeza.
Si la
poesía hubiera arraigado fuertemente en mi, sobrepasando ese mero
entretenimiento que ha sido mi única ruta, yo creo sin jactancia alguna, que mi
nombre, aunque modestamente, estaría como aseguraba Chabás, con el de los
jóvenes líricos de mi tiempo y a la par buenos amigos míos, Cernuda,
Altolaguirre o Prados.
Pero mi
primer libro, como ya creo haberlo dicho antes, no obedeció más que a un lógico
deseo de imitar a mi primo José María que por aquellas fechas ya había dado a
luz su “Poema del Campo”.
Y las
circunstancias de los años treinta, me llevaron por derroteros distintos al
olvidar y no practicar esa afición, más que en momentos o en circunstancias de
comentar cualquier suceso aprovechando unas malas rimas.
En marzo de 1928, se imprime en la «Imprenta Sur»
el cuarto libro de José María Hinojosa, "Orillas de la luz" que contiene unos bellos dibujos de
Benjamín Palencia. Se lo dedicó al pintor Hernando Viñes, a Benjamín Palencia y
a su primo Baltasar Peña. Fue el libro que más eco tuvo de los publicados por
José María Hinojosa, con un lenguaje más elaborado, y donde se encuentran sus
poemas más conseguidos.
Sobre su amistad con el poeta Luis Cernuda, escribe
en “Reencuentros conmigo mismo”:
Recuerdo una estancia de mi primo, Cernuda, creo que Buñuel y otros poetas (Emilio Prados y Manuel Altolaguirre) en Campillos, invitados por Hinojosa. Unos cuantos devinieron a dormir a mi casa y entre ellos Cernuda.Cuando ya estábamos todos acostados y en el primer sueño, Cernuda que dormía en una habitación frente a la mía, se levantó sigilosamente y puso con delicadez en mi almohada un ejemplar de su primer libro de décimas, impreso en Litoral para que al despertar tuviera yo noticia de tan delicado presente.Aunque aquel gesto lo tomamos a broma, hoy lo valoro, por su exquisita sensibilidad, que creo derivó también después por caminos ambiguos, aunque siempre poéticos.
Esa visita fue en septiembre de 1928, dos meses
después de la muerte de la madre de Cernuda, y el libro que depositó en la
almohada de Baltasar era “Perfil del
aire”, su primer libro lírico publicado en abril de 1927, como suplemento
de la revista malagueña “Litoral”
La amistad de Baltasar Peña con Pedro Pérez-Clotet queda patente, cuando en abril de 1928, éste le dedica a Baltasar el poema “Versos” , que fue publicado en el número 45 de la Revista del Ateneo, de Jerez de la Frontera, al cual respondería Baltasar Peña con otro publicado en el número 47 de la misma revista, correspondiente el mes de agosto de 1928, que se titulaba “Romance de la Albuqueira. El Agua”.
SU AFICIÓN AL TIRO DE PICHÓN
Una de sus grandes aficiones de joven, fue el “Tiro
de Pichón”, especialidad en la que ganó abundantes trofeos.
Cuando hacía el servicio militar en el Regimiento
Borbón nº 17, en una competición celebrada en Málaga el miércoles 7 de marzo de
1928, con la presencia de S.A.R. el Infante don Jaime de Borbón, que también
participó en la misma, ganó la copa del Marqués de las Nieves, y la copa de la
Sociedad del Tiro de Pichón.
LA COPA DEL MARQUÉS DE LAS NIEVES
La
jugada que sucedió a estas tiradas, fue una de las de más vivo interés.
Acordada a seis pájaros, excluyendo a dos ceros.
Durante
gran rato los ánimos se mantuvieron en reposo, viendo cómo el infante don Jaime
señalaba dos magníficos tiros, que fueron premiados con el unánime aplauso de
la concurrencia.
Después
de una lucha enconada llegaron al pájaro final don Baltasar Peña y don Rafael
Marqués Leiva.
Visto el
empate, se acordó continuar tirando, hasta que al que hizo el octavo, quedó
vencedor el señor Peña, y en posesión, por lo tanto, del codiciado trofeo.
LA COPA
DE LA SOCIEDAD
El
obsequio de la Sociedad del Tiro de Pichón fue muy discutido, llegando a los límites
de lo emocionante. Tirada a seis pájaros y excluyendo un cero, se mantuvieron
en un empate insistente los señores Peña (don Baltasar) y Mora (don Fernando),
que fueron muy aplaudidos. Venció, al fin, don Baltasar Peña, que escuchó, al
igual que su competidor, al terminar la prueba, una calurosa ovación.
19280308
010 La Unión Mercantil
Ayer, en el campo de la Real Sociedad de Tiro de
Pichón se verificaron las primeras tiradas anunciadas, ante una numerosa y
selecta concurrencia. […]
LA COPA
DEL SEÑOR ALCALDE
La
tirada resultó brillantísima. La eliminación fue dejando paulatinamente mermado
el número de escopetas hasta quedar en el pájaro 10 los señores Mora (don
Fernando), Álvarez Gómez (don José) y Peña (don Baltasar).
Perdido
el puesto en el pájaro 11 por el señor Mora, quedan disputándose el triunfo los
dos dignos rivales de la prueba, ganando al fin el trofeo el señor Peña en el
pájaro 19.
El
momento es sumamente emocionante. La competencia establecida ha sido ruda y los
dos tiradores son ovacionados.
El señor
Peña, como recuerdo de tan brillante empate, ofrece una copa de las de su
propiedad al señor Álvarez Gómez.
19280830 011 La Unión Mercantil
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19280913 016 La Unión Ilustrada |
En la foto inferior aparece Baltasar Peña recibiendo el trofeo Marqués de Larios de la que sería su futura esposa María Álvarez Gross.
José Álvarez Gómez, al que Baltasar ofreció una de las copas que había ganado, y que aparece en la parte inferior izquierda de la foto, era primo de ella.
El 28 de enero de 1930, al perder el apoyo del Ejército, el general Primo de Rivera, cuya dictadura había gobernado España los últimos seis años, presentó su dimisión. El rey Alfonso XIII nombró presidente del gobierno al general Dámaso Berenguer, entonces jefe de la Casa Militar del Rey. El propósito era retornar a la «normalidad constitucional».
Berenguer con una gestión poco afortunada, no hizo sino debilitar aún más la ya moribunda Monarquía. La lentitud con que se fueron aprobando las medidas liberalizadoras, hizo dudar a los diversos partidos políticos especialmente a los republicanos, que el objetivo del gobierno fuera realmente restablecer la «normalidad constitucional».
En Campillos el 21 de marzo de 1930, fue nombrado alcalde Antonio Avilés Fontalva, dando fin a la alcaldía de Juan Gallegos Cuellar, que estuvo al frente del gobierno municipal más de cinco años.
https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2022/08/la-obra-de-juan-gallegos-cuellar.html
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19300622 044 La Unión Ilustrada |
Finalmente, el 13 de noviembre el Consejo de Ministros aprobó convocar elecciones generales para el 1 de marzo de 1931.
El 12 de diciembre de 1930 se produjo un intento de golpe de Estado contra la monarquía que se inició en Jaca (Huesca). Sobre él y sus consecuencias en Campillos y en Teba, ya hablé en la Crónica «DICIEMBRE DE 1930. LA INSURRECCIÓN DE JACA Y SUS CONSECUENCIAS EN TEBA Y CAMPILLOS»
https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2024/01/la-insurreccion-de-jaca-y-sus.html
A pesar de esos hechos tan graves, continuó la campaña para las elecciones generales, fueron proclamados los candidatos, los cuales realizaron actos de propaganda por los diferentes distritos del país.
En ese momento, el ministro de Fomento era el malagueño José Estrada y Estrada, que era el padre de José Luis Estrada Segalerva (1906), íntimo amigo de Baltasar Peña.
Yo estaba entonces tocado, incluso infestado, del más maligno de los virus políticos. El de la prisa por sacar la cabeza. El Gobierno Berenguer comenzó a preparar los espartos para las elecciones que se anunciaban y Estrada comenzó a mover sus palillos, muchos ya quebrados por los seis años de dictadura en los variados distritos de nuestra provincia. […]Hablé con Estrada de las próximas elecciones y me ofreció presentarme diputado por Campillos si se convocaban, y el quedó en la posibilidad de ayudarme, si no de encasillarme. Yo tenía, y perdonad la inmodestia, por aquellos años buen ambiente entre el elemento obrero por mi carácter campechano y democrático, y por un leve tufillo liberal tan acorde con todas las juventudes, que luego tal vez por desgracia se nos va regateando con dos aportaciones, la de los años y los lógicos aumentos de nuestros caudales.
Le expresé mi deseo a mi tío José María, que puso cara de asombro, pues él no podía creer que nadie discutiera la absoluta adscripción del distrito a su jefe natural y vitalicio, Bergamín. Le insistí y se brindó a que fuéramos a Madrid a consultar con el Jefe y así lo hicimos. […]Llegamos a casa de Bergamín y nos recibió en su despacho. Mi tío Pepe con voz entrecortada, siempre le inspiró un exagerado respeto, le explicó el caso. Me miró D. Francisco con cara de broma, pero con simpatía y me interpeló:
— ¿Bueno pollo y usted con quien cuenta para conseguir votos?— Yo, D. Francisco, le contesté, con el de la mayoría de los campilleros y de los pueblos vecinos.— Bien, bien, continuó nuestro hombre. Pero usted sabe, pollo, que las elecciones cuestan mucho dinero.— Efectivamente lo sé, pero yo estoy decidido a gastarme el que haga falta.Nuevo ataque de D. Francisco.— ¿Y no ha pensado usted, pollo, a quien van a votar los obreros?Aquí me envalentoné un poco y le repliqué quizás imprudentemente.— Si señor que lo he pensado y creo que yo tendré muchos votos suyos.Como decisivo argumento me insistió.— Bueno y si no le apoya su familia, ¿qué va ha hacer?La cosa se ponía difícil y había que terminarlo tajantemente.— Si no me apoya mi familia me presentaré contra ella, y entonces tenga usted la seguridad de que sacaré más votos que haciéndolo de acuerdo.Se levantó D. Francisco, me alargó la mano y me dijo.— Paciencia, pollo, paciencia, que la impaciencia se paga cara en la política.Y dándome un cariñoso tirón de orejas me despedí por última vez, de este interesante político malagueño y digo me despedí, porque ya no volví a verlo más en toda mi vida.Y bueno será que cuente, para no dejar nada en el tintero, el final de aquellas proyectadas elecciones. Contraje matrimonio en el mes de Enero de 1.931.
Sobre Francisco Bergamín ya escribí la Crónica «FRANCISCO BERGAMÍN Y GARCÍA. DIPUTADO A CORTES POR EL DISTRITO DE CAMPILLOS»
https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2023/03/francisco-bergamin-y-garcia-diputado.html
El tío de Baltasar, José María Hinojosa Carvajal, había sido alcalde de Campillos desde el 1 de junio de 1891 hasta el 1 de enero de 1894, por segunda vez del 1 de agosto de 1901 al 10 de febrero de 1908, y por tercera vez del 1 de abril de 1920 al 2 de octubre de 1923. Más de doce años de alcalde. Había sido también Diputado provincial.
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JOSÉ MARÍA HINOJOSA CARVAJAL |
Con esas ilusiones de presentarse como candidato a Diputado en las próximas elecciones generales, Baltasar Peña Hinojosa se casa el 5 de enero de 1931 con María Álvarez Gross, hija de don Antonio Álvarez Net y Carola Gross Schott, en la iglesia de Santa María de la Victoria de Málaga. Iba a cumplir pronto los veinticinco años, ella tenía veintitrés.
La primera vez que conoció a María, y ya me gustó, la vi cogida del brazo de una persona en el Hotel Miramar, y al preguntar quién era, me contestaron […] que era Juan Jiménez-Lopera (Guerrero), familiar de la que muy pronto sería mi esposa
Poco tiempo antes de la boda de Baltasar, a finales de 1930, su hermana Ana Peña Hinojosa, se había casado en Campillos con José Fernández Natera, ingeniero agrónomo. Baltasar Peña fue el padrino en la boda de su hermana.
Se esperaba por aquellas fechas la convocatoria electoral, y el ministro José Estrada le advirtió a Baltasar, que lo tuviera al tanto de por donde andaba en el viaje de novios para avisarle.
El viaje lo inician en la isla de Mallorca, y en Soller se encuentran con Rafael Alberti que también estaba de viaje de novios con María Teresa León.
Nos reunimos las dos parejas, almorzamos juntos y después de comer, sentados en pleno campo a la sombra de unos almendros, nos estuvo recitando unos poemas, creo recordar de una obra teatral denominada “Retablo de Sta. Casilda”. Poco después me dijo que quería volver pronto a Palma, porque aquella mañana había querido ojear el ejemplar de “Marinero en Tierra” que fue premiado con el premio Nacional de Poesía y no lo había encontrado, por lo cual seguía preocupado hasta no localizarlo.¡Quién iba a decirnos que iban a tener que pasar más de cuarenta años para que pudiéramos encontrarnos nuevamente!
Rafael Alberti era tres años mayor que Baltasar. Lo conoció por su primo José María Hinojosa. Años más tarde, en mayo de 1969, Baltasar Peña lo visitó en Roma en su casa, en el barrio del Trastévere, donde vivía en el exilio con María Teresa León.
Hace años fui a verlo en una visita que hice a Roma. Me costó mucho trabajo localizarlo porque estaba en obras casi todo el Transtévere, y el taxi que me llevaba me dejó unas manzanas separadas de su casa.Al fin pude localizarlo porque por teléfono me había advertido que su casa estaba esquina a la Taberna de la Fornarima.Estuve con él y con su mujer María Teresa León cerca de una hora recordando a los años de juventud y a mi primo José haría Hinojosa, que fue por el que yo le conocí.Le lleve una botella de coñac Larios del 67 y me dio dos libros suyos dedicados y otro para mi hijo.Tenían sus palabras una amplia nostalgia de España, pero se adivinaba que no tenía grandes esperanzas de volver a su patria.
A pesar de eso, el día 8 de febrero de 1931, el gobierno de Berenguer publicaba el decreto de convocatoria de elecciones a Diputados que deberían celebrarse el 1 de marzo.
Estando en Túnez, a donde pasé de Italia y Sicilia, recibo un telegrama que me decía; “Convocadas elecciones, conviene te vengas inmediatamente. José Estrada.”Sin pensarlo, sin acordarme de que estaba disfrutando del viaje más evocador de mi vida, convencí a mi mujer de la necesidad de volver con prisa a España, y efectivamente aquella misma tarde cogimos un barco de carga que nos trasladara a Marsella, porque era la manera más ligera de arribar pronto a España.
Tomamos las literas, nos acostamos a dormir y nos levantamos minutos antes de llegar a la frontera española para prevenirnos al registro y entrega de papeles.En este momento, un chico que anuncia la prensa y vocea: “Con la dimisión del Gabinete Berenguer...”Miro a mi mujer, compré el periódico, vi que era cierta la noticia y le dije:— Ya no hace falta volver tan deprisa, podernos continuar haciendo nuestro viaje de noviosEl resto va lo conocéis. Vino el Almirante Aznar y poco después la República barría literalmente influencias y cacicazgos, como el de la familia Hinojosa en Campillos que ya nadie, ni yo, a quien le han cogido buenos tiempos podrá resucitar.
https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2022/08/las-elecciones-municipales-en-campillos.html
A Baltasar Peña le sorprende la llegada de la República recién casado, formando un hogar y ejerciendo su profesión de abogado en su despacho en Málaga.
De sus avatares durante la Segunda República me ocuparé en la próxima Crónica.
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