BALTASAR PEÑA HINOJOSA. 1937 - 1939

 

Tropas nacionales entrando en Málaga el 8 de febrero de 1937

Mi anterior Crónica «BALTASAR PEÑA HINOJOSA. REPÚBLICA Y GUERRA CIVIL», la finalicé con Baltasar Peña refugiado junto con su mujer María Álvarez Gross y sus dos hijas, en el consulado de Bolivia, y cuando las fuerzas nacionales estaban a punto de entrar en Málaga capital.

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2025/05/baltasar-pena-hinojosa-republica-y.html

Silencio de tumba reinaba en las calles malagueñas. Durante la noche no sonó un tiro. Y ya asomaban los primeros resplandores de la aurora y el silencio seguía. Tras el bombardeo y del fuego intenso del día anterior, la pesadez más grande flotaba en el ambiente. Los presos de la cárcel lo sentían. Y los del barco. Y los derechistas que estaban escondidos en sus cubiles de la ciudad.
Oyeron el tiroteo de nuestras fuerzas, Se dieron cuenta de la proximidad de la redención. Pero el silencio de tumba se hizo por la noche. Y ya amanecía…
Y todo callaba…
SANGRE Y FUEGO. MÁLAGA - Ángel Gollonet y José Morales – (315)

A las 7.30 de la mañana del lunes 8 de febrero de 1937, las primeras columnas del coronel de Infantería Francisco Borbón de la Torre, duque de Sevilla y primo segundo de Alfonso XIII, al mando del teniente coronel Eduardo Álvarez-Rementería, penetran en el barrio de Huelin por la carretera de Torremolinos
.
El duque de Sevilla

Al llegar a la plaza de la Estación, las fuerzas nacionales fueron recibidas con un intenso tiroteo y bombas de mano. Desde la fábrica de harinas de dicho barrio, ochenta milicianos les hicieron frente heroicamente; todos ellos fueron muertos por los regulares y los falangistas que venían al frente.

Las calles de Málaga estaban completamente solitarias. Ni un alma. Los ¡vivas a España! de los soldados resonaban en la impresionante soledad. En el interior de las casas se vivían horas de ansiedad. En el casco urbano sólo se ofreció oposición en dos o tres sitios, pero no así en las afueras de la capital.

A primera hora de la mañana el contraalmirante Francisco Moreno ordena que los barcos cañoneros Cánovas del Castillo y Canalejas, entren en el puerto. El crucero Almirante Cervera permanece cruzando la entrada al mismo, mientras los cruceros Canarias y Baleares batían objetivos sobre la carretera costera entre Nerja y Motril.

El almirante Juan Cervera Valderrama, manifiesta en sus memorias,

“Cuando se pudo maniobrar, embocan el puerto los cañoneros, amarrando el Cánovas del Castillo, que persigue a los milicianos desorientados, echa la gente a tierra, iza la bandera española en la Aduana, hace algunas bajas y un centenar de prisioneros; siguen el Canalejas y las lanchas; toman posesión del puerto y del Instituto de Oceanografía, donde estaba establecida la Base naval roja”
LA CAMPAÑA DE ANDALUCÍA - Martínez Bande – (210)

A las 10:00, entra en Málaga por el noreste, una avanzada de la columna de Loja, al mando del general de brigada italiano Giangualtiero Arnaldi (a) “Edmondo Rossi”, que provenía de Colmenar.

Cuenta el general Queipo de Llano:

El coronel Borbón, en lugar de ocupar toda la población al amanecer, como se le había ordenado, concibió la idea peregrina de esperar su caballo para entrar en la población. En su imaginación había surgido la idea del cuadro histórico... Con eso no pudo entrar en la población antes de las ocho y media, y cuando avanzaba encontró destacamentos de marinería que la recorrían.
Pero el coronel Borbón tuvo otras ideas descabelladas, como correspondía a su menguada inteligencia. Se le ocurrió pasar una revista a las tropas que desfilaron después ante su autoridad. Esto trajo consigo una pérdida de tiempo lamentable; pero no paró ahí. En lugar de trasladarse al Gobierno Civil y tomar el mando de la plaza, se fue a la cárcel a poner en libertad, personalmente, a los que en ella gemían bajo el mando rojo, y desde allí al “Marqués de Chávarri”, barco anclado en el puerto que servía también de prisión.
Debió pensar que esto le daría alguna popularidad; pero, cuando se encontraba en el barco, tuvo noticia de que un general italiano había llegado a las diez de la mañana y se había ido, directamente, al Gobierno Civil, para hacerse cargo del mando. Entonces debió darse cuenta de su error y acudió al Gobierno, pero ya era tarde. El italiano era de superior graduación, y a él le correspondía el mando que debió tomar el coronel primero. 

Miles de personas, tras luchar durante varios meses en los frentes de Málaga y ante el peligro de quedar embolsados por las tropas ítalo-españolas, emprendieron el camino hacia Motril, donde se estabilizó el frente, y desde allí a Almería. Casi todos ellos conocieron como protagonistas, lo que fue la dramática huida por la carretera de Málaga a Almería.

La ocupación, trajo consigo la captura de miles de huidos de numerosos pueblos malagueños y de otras provincias andaluzas que se encontraban como refugiados en la capital y en pueblos próximos. Los que no pudieron huir hacia Almería por la carretera de Motril, fueron detenidos y muchos de ellos pasaportados hacia sus pueblos de origen con la obligación de presentarse a su llegada al comandante militar de su localidad. La mayoría volvió a pie. A su llegada, se fueron presentando en los cuarteles de la Guardia Civil, o fueron detenidos en las inmediaciones del pueblo, donde los estaban esperando.

Las detenciones se contaron por millares, se desbordaron las prisiones y se habilitaron campos de concentración en Torremolinos, Alhaurín o Antequera. Se produjo una masiva depuración de toda la población, que trajo consigo el encarcelamiento de millares de personas, el saqueo y expolio económico de sus bienes.

En el Decreto nº 79, de 31 de agosto de 1936, la Junta de Defensa Nacional de Burgos, estableció que, para favorecer la necesaria rapidez y "ejemplaridad" en la aplicación de la Justicia, “todas las causas de que conozcan la jurisdicciones de Guerra y Marina se instruirán por los trámites de juicio sumarísimo".

El juicio sumarísimo es un procedimiento judicial en el que las distintas partes ordinarias del mismo se acumulan en poco tiempo, de tal suerte que se instruye, aportan y valoran las pruebas, juzga, condena y se ejecuta la sentencia en un plazo brevísimo.

En esos primeros días de febrero, según las órdenes que van recibiendo o por decisión propia, los comandantes militares de cada localidad van enviando los detenidos a los jueces militares para la instrucción de un procedimiento sumarísimo. Fue la Jurisdicción militar la responsable de dichos Juicios sumarísimos, que dieron lugar a las miles de ejecuciones realizadas en Málaga en esa época.

El sumario era secreto, el Juez Instructor recogía el atestado de la detención del individuo, interrogaba a los denunciantes y testigos. Además, podía solicitar informes sobre el reo a las autoridades de su pueblo: de la alcaldía, de la Guardia Civil y de Falange. Con esta información recabada, el Juez Instructor tomaba declaración indagatoria al procesado, y cuando consideraba que ya se habían realizado "todas las diligencias para la comprobación del delito y averiguación de las personas responsables”, elaboraba un Auto-Resumen y elevaba sus conclusiones al Auditor de Guerra para que diese por finalizada la instrucción, o estimase que hubiera que hacer nuevas averiguaciones.

Si se daba por cerrada la instrucción, se pasaba entonces la documentación al fiscal para que calificase los hechos y propusiera la pena, y se procedía al nombramiento de un abogado defensor. El Juez Instructor leía entonces los cargos al inculpado, en presencia de su abogado, y el sumario pasaba a Plenario, para la celebración de la vista oral. Aquí finalizaba la tarea del Juez Instructor.

Los Tribunales de los Consejos de guerra estaban formados por un presidente y seis vocales, uno de los cuales actuaba como ponente, además del fiscal y del abogado defensor, todos ellos pertenecientes a la carrera militar, sin que se les exigiera formación jurídica alguna, salvo al fiscal, que solía pertenecer al Cuerpo Jurídico Militar.

Durante la vista oral, el ponente efectuaba un resumen del sumario, resumiendo las actuaciones llevadas a cabo durante la instrucción, el secretario daba cuenta de los autos, el fiscal solicitaba la pena que consideraba adecuada, y el defensor se limitaba, en general, a pedir clemencia o en todo caso, solicitar la pena inmediatamente inferior a la propuesta por el fiscal. 

Al final, los acusados podían hablar, y dado que la mayoría eran o analfabetos o de escasa instrucción, apenas podían pronunciar algunas palabras. No solía haber declaración de testigos, ni se hacía en estos juicios el menor esfuerzo para clarificar los hechos, pues eran un mero trámite para justificar la sentencia.

En Málaga quedaron constituidos de inmediato tres Tribunales castrenses dependientes del teniente auditor de segunda José Manuel Coloma Escrivá de Romaní, delegado en Málaga de la Auditoría del Ejército del Sur, y veintiséis Juzgados Militares de Instrucción. Ya en los días 9 y 10 de febrero, casi todos los juzgados estaban constituidos y funcionaban de forma simultánea.

En los primeros cien días, desde febrero a mediados de mayo de 1937, más de siete mil personas habían sido procesadas, de los que más de tres mil fueron condenadas a muerte.

MANIFESTACIONES DE BALTASAR PEÑA

El mismo día de la liberación de nuestra ciudad, me lo encontré (a Carlos Arias Navarro) a las pocas horas de entrar el ejército, y aquella noche se vino a dormir a la casa en donde yo pasé la mayoría del tiempo del periodo rojo. Al Consulado de Bolivia, domicilio de D. José Huelin, familiar mío, ya que yo estaba sólo en la casa.

Pasamos hasta casi la madrugada contándonos las incidencias de cada uno durante los meses pasados, y por la mañana fuimos los dos a saludar a (Francisco) Bohórquez, Coronel Jurídico de la División de Queipo, a quien yo conocía por su amistad con mi cuñado Francisco Blázquez Bores, y por haber coincidido con él unos meses en el bufete del Abogado del Estado de Sevilla, Sr. Lobo, en el que Bohórquez por aquellos, trabajaba y yo estuve de pasante, por poco tiempo. (Quizás se refiera a D. Manuel Lobo López)

Lo saludamos y nos ofrecimos para lo que nos necesitara.

Bohórquez le dijo a Carlos que se considerara desde aquel momento militarizado, por su condición de fiscal de la Audiencia, y a mí me advirtió que tendría que esperar unos días hasta saber cuál había sido mi actuación en los meses anteriores.

Volvimos a casa, y he de confesar que yo lo hice con preocupación, pues aunque la conciencia no me acusaba de nada, y estuve los últimos seis meses recluido en el Consulado, me dolió sin duda la desconfianza que mostraba el Jefe de la Asesoría Jurídica.

Francisco Bohorquez Vecina

Al día siguiente de la entrada de las tropas nacionales en Málaga, Baltasar Peña escribía en el diario Tradicionalista BOINAS ROJAS, que comenzaba a publicarse ese día en Málaga:

ARRIBA LOS MUERTOS

Llegó el día. El día de la victoria y de la liberación. Día de triunfo, de alegría y también de tristes recuerdos.

Málaga aborrece los calificativos exóticos, para recobrar su verdadera significación. Málaga se enrola en la verdadera España, cuyo espíritu se vivifica con la doctrina nueva, se ensancha con ello el territorio redimido y aporta a la par la nueva savia de su espíritu. Porque España no es solamente un territorio, sino una raza, una unidad, una cultura, una Religión y un sentido perenne de prevalecer en la victoria, y una tradición que nos honra y nos alumbra.

Un recuerdo para los caídos, cuyo sacrificio hizo posible el nuevo régimen, pero no debemos llorarlos con lágrimas estériles, sino con la firmeza de que su martirio nos dé ánimo en la tarea emprendida, y nos sirva de acicate para la obra por hacer. Los muertos deben estar presentes ante nosotros. Ellos con su afán nos precedieron en la victoria.

A las mujeres malagueñas, que han perdido sus padres, sus hijos o sus hermanos en el cruento Terror, les queda algo de los seres queridos. Les queda España por la que ellos murieron.

Que la sangre vertida por tanto inocente se infunda con vigor nuevo en las entrañas del Estado que nace, para que por fin deje de ser una máquina y se convierta en un ser vivo y palpitante.

BALTASAR PEÑA

19370209 01 BOINAS ROJAS

CATALINA "LA REBOLLA"

Cuando Baltasar Peña pudo salir de su aislamiento en el consulado de Bolivia, pudo contactar y tener noticias de sus familiares en Málaga y Campillos.

En Campillos, las tropas del general Varela y el comandante Corrales habían entrado el día 13 de septiembre de 1936, cinco meses antes de la ocupación de la capital.

En el mes siguiente a la ocupación, en aplicación del Bando de Guerra publicado por Queipo de Llano al inicio de la guerra civil, se produjeron muchas ejecuciones entre la población civil,

PRIMERO.- Queda declarado el estado de guerra en todo el territorio de esta División.

SEGUNDO.- Queda prohibido terminantemente el derecho a la huelga. Serán juzgados en juicio sumarísimo y pasados por las armas, los directivos de los Sindicatos, cuyas organizaciones vayan a la huelga o no se reintegrasen al trabajo los que se encuentren en tal situación a la hora de entrar el día de mañana.

TERCERO.- Todas las armas, largas o cortas serán entregadas en el plazo irreductible de cuatro horas en los puestos de la Guardia Civil más próximos.

Pasado dicho plazo serán igualmente juzgados en juicio sumarísimo y pasados por las armas, todos los que se encuentren con ellas en su poder o en su domicilio.

CUARTO.- Serán juzgados en juicio sumarísimo y pasados por las armas los incendiarios, los que ejecuten atentados por cualquier medio a las vías de comunicación, vidas, propiedades etc. y cuantos por cualquier medio perturben la vida del territorio de esta División.

La represión contra la población civil fue brutal en ambas zonas. En la dominada por las milicias del Frente Popular a partir del 18 de julio de 1936, fue de una crueldad, de un salvajismo, que sólo podría justificarse en la locura colectiva desatada por el odio de clases acumulado durante generaciones. Los crímenes cometidos sin miramiento de edad y sexo, las torturas horrorosas a que fueron sometidas algunas víctimas antes de ser cruelmente rematadas, especialmente en los casos de sacerdotes, religiosos y falangistas, son páginas negras de una historia que de ninguna manera debe ocultarse, sino que hay que conocer para que sirva de reflexión.

Igual sucede con la represión efectuada durante los primeros meses de lucha, en los pueblos que fueron ocupados por las tropas y milicias nacionales, y en las que nombraron gestoras municipales para “restaurar la normalidad”. En la mayoría de los casos, aquellas gestoras produjeron un número de represaliados muchísimo mayor que el de víctimas del Frente Popular. En algunas localidades, la represión pudo ser motivada por las terribles escenas que se encontraron las tropas y milicias nacionales al entrar.

Sin embargo en otros pueblos, donde no hubo un solo muerto a cargo de las milicias de izquierdas, la represión fue desproporcionada. Se produjeron fusilamientos en las calles, en las salidas de los pueblos o en las tapias de los cementerios, sin expediente ni tramite de ninguna clase, sin control ni garantía legal de ninguna tipo.

Los comandantes militares de los pueblos, auxiliados por las derechas locales, llevaron a cabo una masiva depuración de toda la población, que trajo consigo el encarcelamiento de muchas personas, el saqueo y expolio económico de sus bienes, todo tipo de fórmulas de sanción y humillación y, sobre todo, la eliminación física de todos aquellos que consideraron sus adversarios.

Algunas de las personas asesinadas lo fueron simplemente por ser familiares de dirigentes políticos y sindicales que no consiguieron capturar por haber huido, o por actos que habían realizado esos familiares.

Entre las ejecuciones que hubo en Campillos, de la que tuvo conocimiento Baltasar Peña cuando Málaga cayó en poder de los Nacionales, estuvo la de Catalina "la Rebolla":

Una de las personas que me consta me han querido más, es mi ama. Llegó a mi casa al día siguiente de mi nacimiento, pues mi madre, ni por su edad, porque soy hijo de padres viejos, ni por su endeble naturaleza, estaba en condiciones de amamantarme. A las pocas semanas era la más importante de la servidumbre de mi casa, a pesar de que Catalina la Rebolla, no arriaba su cacicato fundado en la antigüedad en la casa de Ronda.

Se terminó mi lactancia, pero no se terminó nunca el apelativo del ama, ni su derecho a entrar o salir incluso por la puerta falsa, o de pedir o exigir a cualquiera de la casa de la Viuda de Peña.

Como premio a la buena leche que me proporcionó en la crianza, le entregó mi padre una buena haza de dos fanegas de tierra de la Campiña, frente a la laguna Du (Dulce, su verdadero nombre) que desde entonces quedaron bautizadas como de la propiedad “del ama leche”.

Casada con Emilio, niño "goli" primero, cochero después, y perezoso siempre, crió una numerosa familia en una casa de la calle Lavados, también obsequio familiar, que sufrió los efectos de la riada por los años cincuenta, y que sus hijos, a costa de la emigración, han logrado reedificarla primorosamente.

Murió mí ama en 1.936, y hay que asegurarlo sin rebozo, de mala manera, porque fue una víctima inocente, como tantas otras de ambos bandos, de aquellos años luctuosos.

¿La causa? Debo contarla como me la contaron a mí, porque aun cuando no justifique ni remedie nada, refleja claramente la injusticia de su irrazonable sacrificio.

La detuvieron por haberle encontrado una carta de un hijo suyo que estaba sirviendo en Barcelona, en la que le preguntaba si aún quedaba en Campillos algún Hinojosa vivo. Y lo que son las cosas de la vida, a la madre le costó la vida recibir la carta, y el hijo no fue molestado al terminar la contienda.

Me han contado que la noche anterior a su muerte, clamaba rogando que le avisaran a su niño, yo, para que la librara del terrible destino que le aguardaba, pero su niño, yo, estaba en aquellos momentos en la zona contraria, y nadie podía llevarle el recado.

Yo quiero, en estas páginas, rendirle un tributo de agradecimiento por todo ese cariño que me demostrara siempre, por su buena leche que me aseguró tanta salud en mi infancia y después de ella, y por ese último recuerdo que me tuvo, al cual yo no pude acudir porque en aquellos momentos los españoles nos entreteníamos en una dolorosa cacería a peón o a ojeo, con hurones, con lirias o con trampas, que de todo hubo en esa sacrificada viña del Señor que se llamaba España.

NOMBRADO VICEPRESIDENTE DE LA DIPUTACIÓN DE MÁLAGA

A finales de noviembre de 1936, el capitán de la Guardia civil Francisco García Alted, había sido nombrado Gobernador civil de Málaga por el general Queipo de Llano, estableciéndose en Antequera la sede de esta institución, pasando a la capital cuando las tropas nacionales entraron en la misma en febrero de 1937.

Que el 23 de noviembre de 1936, fue el declarante nombrado por el General Jefe del Ejército del Sur, Gobernador civil de Málaga, con residencia en Antequera, en donde desempeñó su cargo en la zona liberada de la provincia hasta el 8 de febrero de 1937, en que al liberarse la capital, tomó posesión del Gobierno Civil en Málaga. […] Que el estado que apreció el declarante al llegar a Málaga fue de desconcierto ideológico, provocado por el agobio de los meses de dominación roja, el aspecto famélico de las personas de orden y un estado caótico en materia de abastecimiento, limpieza, estado sanitario, organización administrativa, etc., y que rápidamente se organizaron todos los servicios y renació un espíritu patriótico, y hubo una gran colaboración de parte de todos los sectores que en el orden ideológico eran coincidentes con el Movimiento.

Francisco García Alted

Una de las prioridades de las nuevas autoridades malagueñas, era poner a funcionar los organismos oficiales, bajo el mando nacionalista.

Así el 17 de febrero, el Gobernador civil García Alted, nombró a Baltasar Peña gestor de la Diputación Provincial de Málaga.

Málaga, 18. Hoy se han hecho varios nombramientos de gestores provinciales.

Por la capital: D. Gonzalo Bentabol, D. Baltasar Peña, D. Francisco Márquez Torres y D. Fernando Casado López.

Por el distrito de Ronda: D. Francisco Martín Crooke.

Por el distrito de Antequera: D. Santiago Vidaurreta Palma.

Todavía faltan por hacer algunos nombramientos.

19370219 009 ABC

Como presidente de la Diputación había sido nombrado un par de días antes, el 15 de febrero, el abogado don Manuel Domínguez y Ruiz de la Herrán.

El 25 de febrero, Baltasar Peña tomó posesión del cargo de vicepresidente de la Diputación Provincial. En el reparto de funciones, se le asignó la responsabilidad de ser el Visitador del Hospital Civil Provincial, y de entender en los recursos que se entablen por funcionarios municipales.

Una de las primeras decisiones tomadas fue “la de decretar la cesantía fulminante de todos aquellos funcionarios que no se habían presentado en las oficinas de la Corporación; de la de unos cuantos de nombramiento indebido, así como la de aquellos que componían el Comité, por usurpación de funciones”

Relata el señor Ruiz de la Herrán la situación lamentable en que había sido encontrada la caja de caudales, que fue desvalijada por los rojos, dejando en ella, sólo unas seis mil pesetas, que no les fue posible llevarse.

Que a la vista de tan caótica situación económica de la Diputación, había solicitado un anticipo reintegrable al Estado, cosa que no se hará esperar, y mientras tanto, el excelentísimo señor General don Gonzalo Queipo de Llano había ofrecido asimismo cierta cantidad para hacer frente a los primeros gastos de la Corporación.

19370226 06 Boinas Rojas

SECRETARIO DEL JUZGADO MILITAR Nº 10

A Carlos Arias Navarro, que era fiscal por oposición de la Audiencia Provincial de Málaga desde julio de 1933, cuando fue con Baltasar Peña a saludar, el día 9 de febrero, a Francisco Bohórquez Vecina, Coronel Jurídico de la 2ª División orgánica, y Auditor de Guerra, ya vimos que fue militarizado, nombrándolo Juez de Instrucción del Juzgado Militar nº10, uno de los veintiséis que se constituyeron en Málaga

A los pocos días empezó a actuar como Juez Militar, al igual que lo hicieron casi todos los fiscales y jueces que no habían tenido actuación alguna en la época anterior.

Pocos días después (22 de febrero) y por un oficio de (Tomás) Garicano, se me nombró a mi Secretario del Juez Militar D. Carlos Arias, y juntos comenzamos a instruir sumarios que se nos iban designando.

Fueron sin duda días desagradables, pero en los que las actuaciones de los jueces militares se reducían a tomar declaraciones de los encartados, sin la más mínima violencia y con la premura que exigían los momentos que vivíamos.

Para dar legalidad a su función de secretario, Baltasar fue nombrado oficial tercero honorífico del Cuerpo Jurídico Militar del Ejército.


Como dice Baltasar, además de Carlos Arias, otros jueces y fiscales de la jurisdicción ordinaria y aspirantes a las carreras judicial y fiscal, también fueron militarizados e incorporados al Cuerpo Jurídico Militar.

Como secretario participó en las instrucciones que como Juez militar realizaba Carlos Arias, en algunos de los juicios sumarísimos que se produjeron tras la conquista de Málaga por las tropas nacionales.

ALGUNOS SUMARIOS INSTRUIDOS

Así encontramos que en el Archivo del Juzgado Togado Militar nº 24 de Málaga, hoy día guardado en Sevilla, en la carpeta 256, está el “Procedimiento sumarísimo de urgencia n. º 7 bis/1937 del Juzgado Militar nº 10 de Málaga contra Benito Luna Anoría, Jesús Mendizábal de la Puente y Juan Piñero Nogales”.

Benito Luna había sido nombrado presidente del Tribunal de Urgencia de la capital malagueña, el 17 de noviembre de 1936, siendo Jesús Mendizábal el vicepresidente y Juan Piñero el secretario del Tribunal

Los tribunales de Urgencia, se crearon por Decreto del Ministerio de Justicia republicano (10 de octubre de 1936), para descargar de trabajo, y como complemento de los Tribunales Populares Especiales ya existentes, para que entendieran de aquellos hechos de hostilidad o desafección al régimen, que no fueran constitutivos de los delitos previstos y sancionados en el Código penal común o en las leyes penales especiales.

Por ejemplo, difundir falsos rumores o noticias que tendieran a producir un estado de opinión o alarma adverso a la República; observar una conducta que sin ser constitutiva de delito, demuestre que la persona es notoriamente desafecta al régimen; cualquier otro hecho que por sus circunstancias y consecuencias, deba estimarse como nocivo a los intereses del Gobierno, el Pueblo o la República. Este último párrafo, recogido en el apartado d) del artículo 2º del Decreto, otorgaba a la autoridad gubernativa la potestad para poder castigar por cualquier cosa.

El procedimiento sumarísimo contra Benito Luna, comenzó a instruirse el 17 de febrero de 1937, cuando prestó declaración ante el Juez Instructor, Carlos Arias Navarro, estando presente el Secretario, Baltasar Peña Hinojosa.

El 3 de marzo Carlos Arias firmaba el Auto-resumen, y al día siguiente se reunió el Consejo de Guerra presidido por el Coronel de Caballería, José Alonso de la Espina y Cuñado, para dictar sentencia. En ese Auto, ya no aparece la firma de Baltasar como secretario, sino la de Fernando Espejo Aranda.

Jesús Mendizábal de la Puente, fue condenado a 12 años y un día de reclusión, como autor de un delito de Auxilio a la Rebelión Militar, que posteriormente fue reducida a 6 años y un día. Benito Luna Anoria y Juan Piñero Nogales fueron condenados a la pena de muerte por ser autores de un delito de Rebelión militar, siendo fusilados el 7 de marzo de 1937.

Sobre todo lo que fue la vida de Benito Luna Anoria, ya escribí dos Crónicas, cuyos enlaces adjunto

«BENITO LUNA ANORIA, EL PADRE DEL SOCIALISMO DE CAMPILLOS».

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2024/06/benito-luna-anoria-el-padre-del.html

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2024/06/benito-luna-anoria-el-padre-del_26.html

También fue Carlos Arias y Baltasar Peña como secretario, los que instruyeron el procedimiento sumarísimo de urgencia n. º 3/1937 del Juzgado Militar nº 10 de Málaga contra Francisco Millán López miembro del partido sindicalista, uno de los vocales de los Jurados Populares republicanos, y antes miembro destacado del temible "Comité de Salud Pública". Uno de los dirigentes responsables de las sacas que se realizaron en la Prisión Provincial y que produjeron centenares de muertos inocentes.

Uno de los primeros presos que nos llevaron fue Millán el Jefe en Málaga de la F. A. I. y que fue precisamente el que recibió a Carlos cuando lo llevaron detenido al Comité de Salud Pública y quiso ejecutarlo allí mismo; se salvó por la intervención de los Guardias de Asalto que lo llevaron detenido desde la Aduana, que a punta de carabina manifestaron que ellos se llevaban al detenido al sitio donde se lo entregaron, y no permitieron quedara en manos de los que manifestaban tanto deseo de suprimirlo.

Esta actitud del Comité de Salud Pública tenía una justificación. Carlos Arias, durante los años 35 y 36 había sido el Fiscal encargado de acusar en el Tribunal de Urgencia, que se ocupaba de delitos políticos y de terrorismo, y precisamente en aquel tribunal de los rojos, sus actuales jueces eran los mismos que habían sido acusados meses antes por Arias.

Era Carlos Arias y lo fue siempre persona de fácil palabra, de grandes conocimientos jurídicos, cuyas acusaciones tenían siempre seguro eco en los tribunales en que informaba, pero era sobre todo hombre ponderado y pacífico que jamás tuvo con ningún detenido el más mínimo atisbo de malos tratos, aunque si era insistente y acerado en sus interrogatorios.

Tan solo se alteró un poco cuando los guardias nos entraron a nuestra presencia a Millán, al que mirándolo fijamente dijo:

¿Te acuerdas, Millán, que hace poco me llevaron a mí a tu presencia, y quisiste liquidarme? Mira por donde nos volvemos a ver, pero con los papeles cambiados.

Como era lógico, duraron varios días los interrogatorios de Millán, quien por cierto ante la justicia había perdido toda su anterior fanfarrona gallardía y se mostraba como hombre apocado, y dispuesto a decir cuánto sabía con la esperanza de encontrar benevolencia con esta actitud.

Hubo un hecho curioso, pero también terriblemente desagradable. Le dijo el Juez si estaba dispuesto a indicar quienes habían sido los componentes de las Patrullas, que fueron las más directas responsables de los asesinatos en Málaga, patrullas compuestas casi siempre por un guardia de Asalto y otros elementos responsables cada uno de las agrupaciones políticas más avanzadas.

Sobre estas patrullas recaían sin duda el mayor número de asesinatos, pues en la mayoría de las veces, aunque también hubo excepciones, en vez de llevar los detenidos a la prisión o a la Comisaria, los ejecutaban en las afueras e incluso sacaban los presos de las cárceles para el mismo fin, cuando los bombardeos nacionales caían sobre Málaga o por cualquier descalabro en el Frente.

Millán dijo que estaba dispuesto a declarar el carácter de patrullero de los que pusieran frente a él, pues de esta forma no lo considerarían el único asesino de Málaga.

Hay que tener en cuenta que ya tenía la Auditoria de Guerra en su poder una colección de periódicos de Málaga de aquella época en la que consecutivamente fueron saliendo retratadas todas las patrullas que actuaron en aquellos meses.

A fin de que la actitud de Millán tuviera eficacia, lo situamos en una ventana que daba al patio de la prisión con cristales esmerilados y una mirilla, para que Millán fuera designando los detenidos patrulleros.

Se formaron a los detenidos y se les hizo pasar uno a uno frente a la ventana donde oteaba Millán. Apenas habían pasado los primeros, Millán fue designando casi a todos los que pasaban como antiguos patrulleros, hasta que le tocó el turno a un paisano mío, diputado socialista, pero hombre honesto y bueno, a quien también Millán lo designó como componente de patrullas.

Interrumpí el paso, llamé a Carlos que estaba dentro del patio de la prisión y le dije:

Vamos a dejarnos de esta prueba, porque creo que es falso todo lo que Millán indica. Este hombre trata de exculparse de su responsabilidad echándole la culpa a otros, y después de haber designado a (Benito) Luna como patrullero, no podemos hacerle ningún caso a estas acusaciones. Estamos ante un hombre acobardado que es capaz de denunciar a su propia madre.

Tuvimos por tanto que suprimir la prueba y no insistir más sobre este asunto.

La culpabilidad de Millán era tan evidente, su jactanciosa actitud en los meses pasados tan acusada, y su acción tan pública, que el sumario no necesitaba de nuevas pruebas para probar su culpabilidad.

Francisco Millán López

Fue muy poco el tiempo que Baltasar Peña estuvo como secretario de Carlos Arias Navarro en el Juzgado de Instrucción nº 10. Así he podido comprobar que en el Procedimiento sumarísimo de urgencia nº 24 del Juzgado nº 10, en el que fueron procesadas trece personas, el ocho de abril ya actuaba como secretario Juan Jiménez García.

Baltasar Peña estaba por esas fechas desarrollando su responsabilidad como vicepresidente de la Diputación provincial.

A finales de abril de 1937, Carlos Arias Navarro se marchó de Málaga para incorporarse a la Fiscalía del Ejército de Ocupación en Talavera de la Reina. En los sumarios que instruyó en el juzgado n. º 10 hasta esa fecha, procesó a 136 personas.

Le sustituyó en ese Juzgado, José Martínez Sanz, que había sido juez de Primera Instancia e Instrucción, y posteriormente Ricardo Bautista de la Torre.

Gracias a excelente trabajo realizado por Lucía Prieto Borrego, «Implantación y funcionamiento de la justicia militar en la provincia de Málaga (1937)», sabemos que en el Juzgado militar nº 10, se instruyeron un total de 45 causas, y se procesaron a 259 personas, de las cuales 15 fueron mujeres.

A principios de 1977, Baltasar Peña escribía en su libro inédito «Reencuentros conmigo mismo», lo siguiente:

Fueron solo unos meses, pero nos marcaron tan intensamente que a los cuarenta años los reflejamos intuitivamente como hechos sucedidos hace meses.

Lo que es imposible, sobre todo para mí, es enjuiciar si nuestra actuación de entonces fue acertada o equivocada, pero este es un asunto que tal vez nunca pueda desvelarse, porque los hechos eran tan irreversibles, y lo que nos jugábamos entonces tan decisivo, que a fin de cuentas hay que asegurar que lo que cada uno hizo no fue más que lo que las circunstancias le iban imponiendo en cada momento.

Por esas fechas, a mediados de junio de 1937, falleció su madre María Josefa Hinojosa Carvajal (1864-1937). Su padre, Francisco Peña Calvente, había fallecido en 1916. Baltasar tenía en esos momentos 31 años.

A propuesta del Presidente (Diputación) se acordó dar el pésame, por fallecimiento de su señora madre, al gestor don Baltasar Peña Hinojosa, y que se hiciera constar en acta el sentimiento de la Corporación por la desgracia

19370616 002 Boinas Rojas

FALANGE

El movimiento político dominante en aquella época de la guerra civil era Falange Española. El 20 abril de 1937 se había creado la Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET y de las JONS), mediante un Decreto de unificación de la Falange con la Comunión Tradicionalista.

De esa manera el general Franco ponía bajo sus órdenes ambas organizaciones, creando un partido único. Durante las cuatro décadas que duró la dictadura, la FET y de las JONS fue el único partido permitido en el país. Existió hasta 1977, cuando fue disuelta por el gobierno de Adolfo Suárez en pleno proceso de la Transición.

Cada 20 de noviembre, aniversario de la muerte de José Antonio Primo de Rivera en Alicante, se realizaba un acto de homenaje a su memoria, y a los caídos de Falange. En 1937, en el primer aniversario, en el acto que se celebró en Málaga participó Baltasar Peña Hinojosa:

Málaga 29. Con gran solemnidad se han celebrado los actos de homenaje a los caídos de Falange Española Tradicionalista y de las JONS. A las diez y media de la mañana se dijo una misa solemne en la Catedral, con asistencia de las autoridades y obispo de la diócesis. y concurrieron varias secciones de las Milicias Nacionales y organizaciones juveniles de Falange Española Tradicionalista y de las JONS.

El vicepresidente de la Diputación Provincial, don Baltasar Peña Hinojosa, dio lectura a la oración de los caídos de la Falange, de Sánchez Mazas, dándose los tres ¡Presentes!, que fueron contestados por la multitud.

Seguidamente se procedió al juramento de los nuevos cadetes, acto que resultó brillantísimo y de gran emoción. Después se trasladaron las autoridades a la calle Marqués de Larios, donde presenciaron el desfile de las fuerzas de la Falange Española Tradicionalista y las JONS.

19371030 008 ABC

19371030 002 Boinas Rojas

Pasados esos primeros años, Baltasar se fue distanciando del movimiento Falangista, y sobre todo de sus dirigentes provinciales. Así lo manifestaba en 1976

Yo nunca disfruté del cariño de la Falange malagueña, que siempre me vio con malos ojos, no sé si porque a mí tampoco me hacían gracia los camaradas, o porque me lo merecía.

Yo no tengo nada que agradecerle a la Falange, sobre todo a la malagueña, entre cuyos directivos gocé no ya de pocas simpatías, sino de una animadversión persecutoria, pero a pesar de ello, en estos momentos me siento falangista de la primera época, en aquellos primeros momentos, después de la guerra, en que la mayoría de la juventud se enroló con entusiasmo y buena voluntad a Falange.

Si la Falange se hubiera replegado en estos momentos a la verdadera esencia de su Fundador, hubiera alejado a sus viejos líderes, probados y reprobados ya en estos años atrás, y hubiera lanzado a la palestra gente joven, inmaculada todavía y pura, os confieso de verdad que mi mayor satisfacción seria seguir sirviendo a esta idea que puede conjugar o al menos debería conjugar los avances sociales con el orden y la democracia con la justicia.

Y sobre todo, abrir un panorama de política honesta, de honestidad completa en los de arriba y los de abajo, en los trabajadores y en los capitalistas, en los particulares y en los funcionarios del Estado.

El 8 de febrero de 1938, al cumplirse un año de la conquista de Málaga por las tropas nacionales, y aún en plena Guerra civil, en el periódico "Boinas Rojas", escribe un soneto de exaltación a la figura de Francisco Franco


Es un soneto que hay que entenderlo en el contexto en que fue escrito, en plena Guerra civil, y por una persona que hacía un año que había escapado de una muerte segura, como le ocurrió a su primo José María Hinojosa y a muchos de sus familiares, gracias a haber encontrado refugio en el consulado de Bolivia, donde estuvo oculto más de cinco meses.

Los momentos que se vivían, eran momentos de guerra y de nerviosismo, que alcanzaron a todos, lo mismo a vencedores que ha vencidos, y cada uno, como es lógico, vivió su caso con arreglo a sus circunstancias.

Sobre Francisco Franco escribió a principios de 1977:

Franco ha sido una necesidad histórica, irrepetible, y debemos desear que no se repita, yo no debo ni quiero juzgarle, aunque nadie, excepto los directamente perseguidos o exiliados por él, podrán negarle unos lustros de gobierno en orden, unas instituciones que lograron triunfos evidentes en el terreno social y un desarrollo industrial indiscutible.

El 25 de junio de 1938, aún en plena Guerra civil, es designado Presidente de la Cámara Oficial Agrícola de la provincia de Málaga. Permaneció en ese cargo durante diecisiete años, hasta diciembre de 1955. El ministro de Agricultura era el falangista Raimundo Fernández Cuesta

Las Cámaras eran organismos dependientes del Ministerio de Agricultura, que asumían la representación de los intereses de los agricultores. Entre sus funciones estaban el de ser órganos consultivos y de colaboración con la Administración Pública.

El 12 de agosto de 1938, nace su tercera hija, Pilar

SUS PROBLEMAS CON EL RÉGIMEN

Aún no había finalizado la Guerra Civil, y Baltasar Peña ya había sido secretario de un juzgado militar, vicepresidente de la Diputación Provincial, y Presidente de la Cámara Oficial Agrícola, pero a pesar de eso, no se libró de las denuncias, acusaciones e investigaciones sobre su pasado más inmediato.

Todo andaba un poco desequilibrado y buena prueba de ello es un caso mío personal, que quiero contar en pocas palabras, porque constituye un significativo ejemplo de aquellos días.

Necesité en el mes de agosto de 1938 un certificado de buena conducta, no sé para qué, tal vez para que me concedieran una licencia de armas, y confiado me dirigí a la Delegación de Orden Público para que me lo expidieran.

No me pasó por la imaginación que pudiera tener dificultad alguna en la consecución del certificado de buena conducta que necesitaba. En aquellos momentos, la buena conducta se refería principalmente a la adhesión al régimen.

A los pocos días, el uno de septiembre, me fue expedido el certificado que decía así:

“Que según antecedentes que existen en esta Delegación a mi cargo, Don Baltasar Peña Hinojosa, de treinta y dos años, hijo de Francisco y María Josefa, abogado, natural de Campillos y domicilio en Paseo de Sancha en Villa San Carlos, militó últimamente en el Partido de Acción Popular, en favor del cual hizo alguna campaña especialmente en sentido agrícola; existen noticias de que siendo socio del “Casinillo” se dio de baja, para evitar reunirse con elementos monárquicos que allí predominaban; que gestionó y obtuvo ser presentado a José Ortega y Gasset, en un viaje que este hizo a esta ciudad, y de que también gestionó ser nombrado Presidente en esta, de la Agrupación de Amigos de la República, fundada por aquel, sin conseguirlo; que es autor de unos versos satirizando a las derechas en el período electoral de las últimas elecciones, y que a los dos o tres días de fracasado en esta el Glorioso Movimiento, se le vio en el Edificio del Gobierno Civil, suponiéndose fuera para firmar su adhesión en las listas que a tal efecto se formalizaron.

Y para que conste y a petición del interesado expido el presente....”


No fue chica la sorpresa que me llevé al recibir este documento. Primero porque lo que él decía faltaba a la verdad en todas sus partes, excepto en que conocí a Ortega y Gasset en un viaje que hizo a Málaga, y segundo porque ello me hacía presumir una evidente campaña contra mí, que hasta ahora se había mantenido en el secreto de los archivos ofíciales, pero que en cualquier momento pudiera ser aprovechada en contra mía y en perjuicio de mis actividades y mi buen nombre.

Todo ello, aumentado por ese nerviosismo a que antes me refería, y por la desagradable circunstancia de estar a merced de cualquier denuncia mejor o peor intencionada.

Dos días después y acompañada de la documentación a que me referiré luego, enviaba un extenso escrito a la referida Delegación de Orden Público, refiriéndome a los cargos que se me hacían y aclarando mi actuación.

Respecto a mi adscripción al Partido de Acción Popular acompañé una carta enviada y su contestación, al Sr. Giménez Fernández que fue profesor mío en la Universidad de Sevilla solidarizándome con su actitud, como Ministro de Agricultura y afiliándome al partido de Acción Popular en el que militaba en el año 1.934.

Acompañé los recibos correspondientes, como afiliado a este partido y los del Casinillo, del que afirmaban me había borrado, hasta el del mes de Junio de 1.936 que fue el último cobrado antes del Movimiento.

Detallé documentalmente la amplia campaña de carácter agrario que había ejercitado en estos años y mi decidida actuación en las elecciones de Febrero de 1.936 en las que actué como apoderado del distrito octavo, el más peligroso de la capital por tratarse de colegios instalados todos ellos en el barrio del Perchel, en cuyas elecciones se me ofrecieron colaboraciones falangistas, que escasamente me fueron prestadas el día de las elecciones.

Con respecto a mis conocimientos de D. José Ortega y Gasset, efectivamente me había sido presentado a mi instancia por unos familiares suyos, los de Chinchilla, en una visita a nuestra capital pues apetecía y deseaba conocer a tan alta personalidad filosófica y literaria, acompañando un retrato que nos hicimos en el restaurante Antonio Martin con mi sola presencia y la de sus familiares, y en cuya comida ni se habló ni se aludió para nada ningún asunto político ni de partidos.

José Ortega y Gasset con Baltasar Peña

Acompañé una copia incompleta, porque no me acordaba del resto, de unos versos que efectivamente había compuesto con motivo de las elecciones aludidas, pero no precisamente para meterme con ellos, con las derechas, sino criticando y ridiculizando las alianzas electorales llevadas a cabo por las derechas con los elementos Portelistas, que yo consideraba, como así resultó, de desastrosas consecuencias para la política española.

Finalmente acompañé fotocopia del periódico malagueño “Julio” del mes de agosto que en una nota denominada “La Jornada de Ayer” decía “También se encuentran en una de las dependencias del Gobierno Civil a disposición de la autoridad oportuna Baltasar Peña Hinojosa y Carlos Arias Navarro”.


Circunstancias como veréis, bien distinta de la que se dejaba entrever al asegurar mi permanencia en el Gobierno para mostrar mí adhesión al Frente Popular.

El cinco de noviembre recibía un nuevo certificado, en el que se me comunicaba que efectuada nueva investigación, comprobándose la documentación que se unía a mi escrito y practicadas gestiones sobre los cargos que se consignaban en la certificación expedida con fecha 1, se habían desvanecido estos, por lo que se acompañaba nuevo certificado.

Me comunicaban además que el único centro Oficial en el que con el carácter de reservado se habían comunicado los cargos que aparecían en el anterior certificado, se había cursado un nuevo escrito dando cuenta del resultado de la nueva información y haciendo constar quedaban anulados.

No he querido con esta particular historia hacer otra cosa sino poner de manifiesto la inseguridad de aquellos momentos, fruto de la guerra civil y de las circunstancias de una zona marcada exclusivamente por la geografía accidental de las armas y las también accidentales circunstancias de las personas en manos siempre de una ocasional policía sujeta a vaivenes de denuncias, amistades o enemistades que en más de un caso llegaron hasta el momento trágico, de ocasionar situaciones irreversibles en la vida de los interesados.

No quedó todo en esta rectificación, Pues escarmentado ya, procuré ponerme en contacto con otros archivos policiales, entonces abundaban y proliferaban estos, en todos los cuales encontré una serie de alusiones nunca serias ni probadas, pero si suficientes para inclinar en mi contra la balanza de quien los repasara.

Y logré más, llegué a enterarme de los autores de estos informes y las razones personales porque lo hicieron, aunque en todas ellas afortunadamente, resplandecía la envidia por unos cargos que se me habían otorgado sin yo pedirlos, y por una situación económica familiar que encocoraba a los propios informadores.

Pero aquí hago punto final, pues este es asunto ya liquidado y en estos momentos la propia muerte ha casi liquidado ya a cuantos intervinieron directa o indirectamente en estos asuntos, lo mismo en mi contra que a mi favor.

El 4 de noviembre de 1938, dos meses después, recibió un nuevo certificado, anulando el anterior informe


El 1 de abril de 1939, finalizaba la Guerra civil. Franco lo celebra el día 19 de mayo en Madrid, con una exhibición militar a la que llamó el “Desfile de la Victoria”

Baltasar Peña tenía treinta y tres años, y era padre de tres hijas, Maruja, Cristina y Pilar, fruto de su matrimonio con María Álvarez Gross. En ese momento era vicepresidente de la Diputación Provincial y Presidente de la Cámara Oficial Agrícola de la provincia de Málaga.

De su libro de poesías RUTAS ÍNTIMAS (1950) 


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