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Tropas nacionales entrando en Málaga el 8 de febrero de 1937 |
Mi anterior Crónica «BALTASAR PEÑA HINOJOSA.
REPÚBLICA Y GUERRA CIVIL», la finalicé con Baltasar Peña refugiado junto con su
mujer María Álvarez Gross y sus dos hijas, en el consulado de Bolivia, y cuando
las fuerzas nacionales estaban a punto de entrar en Málaga capital.
https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2025/05/baltasar-pena-hinojosa-republica-y.html
Silencio de tumba reinaba en las calles malagueñas. Durante la noche no sonó un tiro. Y ya asomaban los primeros resplandores de la aurora y el silencio seguía. Tras el bombardeo y del fuego intenso del día anterior, la pesadez más grande flotaba en el ambiente. Los presos de la cárcel lo sentían. Y los del barco. Y los derechistas que estaban escondidos en sus cubiles de la ciudad.Oyeron el tiroteo de nuestras fuerzas, Se dieron cuenta de la proximidad de la redención. Pero el silencio de tumba se hizo por la noche. Y ya amanecía…Y todo callaba…SANGRE Y FUEGO. MÁLAGA - Ángel Gollonet y José Morales – (315)
A las 7.30 de la mañana del lunes 8 de febrero de 1937, las primeras columnas del coronel de Infantería Francisco Borbón de la Torre, duque de Sevilla y primo segundo de Alfonso XIII, al mando del teniente coronel Eduardo Álvarez-Rementería, penetran en el barrio de Huelin por la carretera de Torremolinos
Las calles de Málaga estaban completamente solitarias. Ni un alma. Los ¡vivas a España! de los soldados resonaban en la impresionante soledad. En el interior de las casas se vivían horas de ansiedad. En el casco urbano sólo se ofreció oposición en dos o tres sitios, pero no así en las afueras de la capital.
A primera
hora de la mañana el contraalmirante Francisco Moreno ordena que los barcos cañoneros
Cánovas del Castillo y Canalejas, entren en el puerto. El
crucero Almirante Cervera permanece cruzando
la entrada al mismo, mientras los cruceros Canarias
y Baleares batían objetivos sobre la
carretera costera entre Nerja y Motril.
“Cuando se pudo maniobrar, embocan el puerto los cañoneros, amarrando el Cánovas del Castillo, que persigue a los milicianos desorientados, echa la gente a tierra, iza la bandera española en la Aduana, hace algunas bajas y un centenar de prisioneros; siguen el Canalejas y las lanchas; toman posesión del puerto y del Instituto de Oceanografía, donde estaba establecida la Base naval roja”LA CAMPAÑA DE ANDALUCÍA - Martínez Bande – (210)
A las 10:00, entra en Málaga por el noreste, una avanzada de la columna de Loja, al mando del general de brigada italiano Giangualtiero Arnaldi (a) “Edmondo Rossi”, que provenía de Colmenar.
Cuenta el general Queipo de Llano:
El coronel Borbón, en lugar de ocupar toda la población al amanecer, como se le había ordenado, concibió la idea peregrina de esperar su caballo para entrar en la población. En su imaginación había surgido la idea del cuadro histórico... Con eso no pudo entrar en la población antes de las ocho y media, y cuando avanzaba encontró destacamentos de marinería que la recorrían.Pero el coronel Borbón tuvo otras ideas descabelladas, como correspondía a su menguada inteligencia. Se le ocurrió pasar una revista a las tropas que desfilaron después ante su autoridad. Esto trajo consigo una pérdida de tiempo lamentable; pero no paró ahí. En lugar de trasladarse al Gobierno Civil y tomar el mando de la plaza, se fue a la cárcel a poner en libertad, personalmente, a los que en ella gemían bajo el mando rojo, y desde allí al “Marqués de Chávarri”, barco anclado en el puerto que servía también de prisión.Debió pensar que esto le daría alguna popularidad; pero, cuando se encontraba en el barco, tuvo noticia de que un general italiano había llegado a las diez de la mañana y se había ido, directamente, al Gobierno Civil, para hacerse cargo del mando. Entonces debió darse cuenta de su error y acudió al Gobierno, pero ya era tarde. El italiano era de superior graduación, y a él le correspondía el mando que debió tomar el coronel primero.
La ocupación, trajo consigo la
captura de miles de huidos de numerosos pueblos malagueños y de otras
provincias andaluzas que se encontraban como refugiados en la capital y en
pueblos próximos. Los que no pudieron huir hacia Almería por la carretera de
Motril, fueron detenidos y muchos de ellos pasaportados hacia sus pueblos de
origen con la obligación de presentarse a su llegada al comandante militar de
su localidad. La mayoría volvió a pie. A su
llegada, se fueron presentando en los cuarteles de la Guardia Civil, o fueron detenidos
en las inmediaciones del pueblo, donde los estaban esperando.
En
el Decreto nº 79, de 31 de agosto de 1936, la Junta de Defensa Nacional de
Burgos, estableció que, para favorecer la necesaria rapidez y "ejemplaridad"
en la aplicación de la Justicia, “todas las causas de que conozcan la
jurisdicciones de Guerra y Marina se instruirán por los trámites de juicio
sumarísimo".
En esos primeros días de febrero, según las órdenes
que van recibiendo o por decisión propia, los comandantes militares de cada
localidad van enviando los detenidos a los jueces militares para la instrucción
de un procedimiento sumarísimo. Fue la Jurisdicción militar la responsable de
dichos Juicios sumarísimos, que dieron lugar a las miles de ejecuciones
realizadas en Málaga en esa época.
El sumario
era secreto, el Juez Instructor recogía el atestado de la detención del individuo, interrogaba
a los denunciantes y testigos. Además, podía solicitar informes sobre el reo a las autoridades de su pueblo: de la alcaldía, de la Guardia Civil y de Falange.
Con esta información recabada, el Juez Instructor tomaba declaración indagatoria
al procesado, y cuando consideraba que ya se habían realizado "todas
las diligencias para la comprobación del delito y averiguación de las personas
responsables”, elaboraba un Auto-Resumen y elevaba sus conclusiones al
Auditor de Guerra para que diese por finalizada la instrucción, o estimase que
hubiera que hacer nuevas averiguaciones.
Si se daba
por cerrada la instrucción, se pasaba entonces la documentación al fiscal para
que calificase los hechos y propusiera la pena, y se procedía al nombramiento
de un abogado defensor. El Juez Instructor leía entonces los cargos al inculpado,
en presencia de su abogado, y el sumario pasaba a Plenario, para la
celebración de la vista oral. Aquí finalizaba la tarea del Juez Instructor.
Los
Tribunales de los Consejos de guerra estaban formados por un presidente y seis
vocales, uno de los cuales actuaba como ponente, además del fiscal y del
abogado defensor, todos ellos pertenecientes a la carrera militar, sin que se
les exigiera formación jurídica alguna, salvo al fiscal, que solía pertenecer
al Cuerpo Jurídico Militar.
Durante la vista oral, el ponente efectuaba un resumen del sumario, resumiendo las actuaciones llevadas a cabo durante la instrucción, el secretario daba cuenta de los autos, el fiscal solicitaba la pena que consideraba adecuada, y el defensor se limitaba, en general, a pedir clemencia o en todo caso, solicitar la pena inmediatamente inferior a la propuesta por el fiscal.
Al final, los
acusados podían hablar, y dado que la mayoría eran o analfabetos o de escasa
instrucción, apenas podían pronunciar algunas palabras. No solía haber declaración de
testigos, ni se hacía en estos juicios el menor esfuerzo para clarificar los
hechos, pues eran un mero trámite para justificar la sentencia.
En Málaga quedaron
constituidos de inmediato tres Tribunales castrenses dependientes del teniente
auditor de segunda José Manuel Coloma Escrivá de Romaní, delegado en Málaga de
la Auditoría del Ejército del Sur, y veintiséis Juzgados Militares de Instrucción.
Ya en los días 9 y 10 de febrero, casi todos los juzgados estaban constituidos y
funcionaban de forma simultánea.
En los primeros cien días, desde febrero a mediados de mayo de 1937, más
de siete mil personas habían
sido procesadas, de los que más de tres mil fueron condenadas a muerte.
MANIFESTACIONES DE BALTASAR PEÑA
El mismo
día de la liberación de nuestra ciudad, me lo encontré (a Carlos Arias Navarro) a
las pocas horas de entrar el ejército, y aquella noche se vino a dormir a la
casa en donde yo pasé la mayoría del tiempo del periodo rojo. Al Consulado de
Bolivia, domicilio de D. José Huelin, familiar mío, ya que yo estaba sólo en la
casa.
Pasamos
hasta casi la madrugada contándonos las incidencias de cada uno durante los
meses pasados, y por la mañana fuimos los dos a saludar a (Francisco)
Bohórquez, Coronel Jurídico de la División de Queipo, a quien yo conocía por su
amistad con mi cuñado Francisco Blázquez Bores, y por haber coincidido con él
unos meses en el bufete del Abogado del Estado de Sevilla, Sr. Lobo, en el que
Bohórquez por aquellos, trabajaba y yo estuve de pasante, por poco tiempo.
(Quizás se refiera a D. Manuel Lobo López)
Lo
saludamos y nos ofrecimos para lo que nos necesitara.
Bohórquez
le dijo a Carlos que se considerara desde aquel momento militarizado, por su
condición de fiscal de la Audiencia, y a mí me advirtió que tendría que esperar
unos días hasta saber cuál había sido mi actuación en los meses anteriores.
Volvimos
a casa, y he de confesar que yo lo hice con preocupación, pues aunque la
conciencia no me acusaba de nada, y estuve los últimos seis meses recluido en
el Consulado, me dolió sin duda la desconfianza que mostraba el Jefe de la
Asesoría Jurídica.
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Francisco Bohorquez Vecina |
ARRIBA
LOS MUERTOS
Llegó el
día. El día de la victoria y de la liberación. Día de triunfo, de alegría y
también de tristes recuerdos.
Málaga
aborrece los calificativos exóticos, para recobrar su verdadera significación.
Málaga se enrola en la verdadera España, cuyo espíritu se vivifica con la
doctrina nueva, se ensancha con ello el territorio redimido y aporta a la par
la nueva savia de su espíritu. Porque España no es solamente un territorio,
sino una raza, una unidad, una cultura, una Religión y un sentido perenne de
prevalecer en la victoria, y una tradición que nos honra y nos alumbra.
Un
recuerdo para los caídos, cuyo sacrificio hizo posible el nuevo régimen, pero
no debemos llorarlos con lágrimas estériles, sino con la firmeza de que su
martirio nos dé ánimo en la tarea emprendida, y nos sirva de acicate para la
obra por hacer. Los muertos deben estar presentes ante nosotros. Ellos con su
afán nos precedieron en la victoria.
A las
mujeres malagueñas, que han perdido sus padres, sus hijos o sus hermanos en el
cruento Terror, les queda algo de los seres queridos. Les queda España por la
que ellos murieron.
Que la
sangre vertida por tanto inocente se infunda con vigor nuevo en las entrañas
del Estado que nace, para que por fin deje de ser una máquina y se convierta en
un ser vivo y palpitante.
BALTASAR
PEÑA
19370209
01 BOINAS ROJAS
Cuando
Baltasar Peña pudo salir de su aislamiento en el consulado de Bolivia, pudo
contactar y tener noticias de sus familiares en Málaga y Campillos.
En
Campillos, las tropas del general Varela y el comandante Corrales habían
entrado el día 13 de septiembre de 1936, cinco meses antes de la ocupación de
la capital.
En
el mes siguiente a la ocupación, en aplicación del Bando de Guerra publicado
por Queipo de Llano al inicio de la guerra civil, se produjeron muchas
ejecuciones entre la población civil,
PRIMERO.-
Queda declarado el estado de guerra en todo el territorio de esta División.
SEGUNDO.-
Queda prohibido terminantemente el
derecho a la huelga. Serán juzgados en
juicio sumarísimo y pasados por las armas, los directivos de los
Sindicatos, cuyas organizaciones vayan a la huelga o no se reintegrasen al
trabajo los que se encuentren en tal situación a la hora de entrar el día de
mañana.
TERCERO.-
Todas las armas, largas o cortas serán entregadas en el plazo irreductible de
cuatro horas en los puestos de la Guardia Civil más próximos.
Pasado
dicho plazo serán igualmente juzgados en
juicio sumarísimo y pasados por las armas, todos los que se encuentren con
ellas en su poder o en su domicilio.
CUARTO.- Serán juzgados en juicio sumarísimo y pasados por las
armas los incendiarios, los que ejecuten atentados por cualquier medio a
las vías de comunicación, vidas, propiedades etc. y cuantos por cualquier medio
perturben la vida del territorio de esta División.
La represión contra la población civil fue brutal en ambas zonas. En la dominada por las milicias del Frente Popular a partir del 18 de julio de 1936, fue de una crueldad, de un salvajismo, que sólo podría justificarse en la locura colectiva desatada por el odio de clases acumulado durante generaciones. Los crímenes cometidos sin miramiento de edad y sexo, las torturas horrorosas a que fueron sometidas algunas víctimas antes de ser cruelmente rematadas, especialmente en los casos de sacerdotes, religiosos y falangistas, son páginas negras de una historia que de ninguna manera debe ocultarse, sino que hay que conocer para que sirva de reflexión.
Igual
sucede con la represión efectuada durante los primeros meses de lucha, en los
pueblos que fueron ocupados por las tropas y milicias nacionales, y en las que
nombraron gestoras municipales para “restaurar la normalidad”. En la mayoría de
los casos, aquellas gestoras produjeron un número de represaliados muchísimo
mayor que el de víctimas del Frente Popular. En algunas localidades, la
represión pudo ser motivada por las terribles escenas que se encontraron las
tropas y milicias nacionales al entrar.
Los
comandantes militares de los pueblos, auxiliados por las derechas locales,
llevaron a cabo una masiva depuración de toda la población, que trajo consigo
el encarcelamiento de muchas personas, el saqueo y expolio económico de sus
bienes, todo tipo de fórmulas de sanción y humillación y, sobre todo, la
eliminación física de todos aquellos que consideraron sus adversarios.
Algunas de
las personas asesinadas lo fueron simplemente por ser familiares de dirigentes
políticos y sindicales que no consiguieron capturar por haber huido, o por
actos que habían realizado esos familiares.
Entre las ejecuciones que hubo en Campillos, de
la que tuvo conocimiento Baltasar Peña cuando Málaga cayó en poder de los Nacionales,
estuvo la de Catalina "la Rebolla":
Una de
las personas que me consta me han querido más, es mi ama. Llegó a mi casa al
día siguiente de mi nacimiento, pues mi madre, ni por su edad, porque soy hijo
de padres viejos, ni por su endeble naturaleza, estaba en condiciones de
amamantarme. A las pocas semanas era la más importante de la servidumbre de mi
casa, a pesar de que Catalina la Rebolla, no arriaba su cacicato fundado en la antigüedad
en la casa de Ronda.
Se
terminó mi lactancia, pero no se terminó nunca el apelativo del ama, ni su derecho
a entrar o salir incluso por la puerta falsa, o de pedir o exigir a cualquiera
de la casa de la Viuda de Peña.
Como
premio a la buena leche que me proporcionó en la crianza, le entregó mi padre
una buena haza de dos fanegas de tierra de la Campiña, frente a la laguna Du
(Dulce, su verdadero nombre) que desde entonces quedaron bautizadas como de la
propiedad “del ama leche”.
Casada
con Emilio, niño "goli" primero, cochero después, y perezoso siempre, crió una
numerosa familia en una casa de la calle Lavados, también obsequio familiar,
que sufrió los efectos de la riada por los años cincuenta, y que sus hijos, a
costa de la emigración, han logrado reedificarla primorosamente.
Murió mí
ama en 1.936, y hay que asegurarlo sin rebozo, de mala manera, porque fue una
víctima inocente, como tantas otras de ambos bandos, de aquellos años
luctuosos.
¿La
causa? Debo contarla como me la contaron a mí, porque aun cuando no justifique
ni remedie nada, refleja claramente la injusticia de su irrazonable sacrificio.
La
detuvieron por haberle encontrado una carta de un hijo suyo que estaba
sirviendo en Barcelona, en la que le preguntaba si aún quedaba en Campillos
algún Hinojosa vivo. Y lo que son las cosas de la vida, a la madre le costó la
vida recibir la carta, y el hijo no fue molestado al terminar la contienda.
Me han
contado que la noche anterior a su muerte, clamaba rogando que le avisaran a su
niño, yo, para que la librara del terrible destino que le aguardaba, pero su
niño, yo, estaba en aquellos momentos en la zona contraria, y nadie podía
llevarle el recado.
Yo quiero, en estas páginas, rendirle un tributo de agradecimiento por todo ese cariño que me demostrara siempre, por su buena leche que me aseguró tanta salud en mi infancia y después de ella, y por ese último recuerdo que me tuvo, al cual yo no pude acudir porque en aquellos momentos los españoles nos entreteníamos en una dolorosa cacería a peón o a ojeo, con hurones, con lirias o con trampas, que de todo hubo en esa sacrificada viña del Señor que se llamaba España.
NOMBRADO VICEPRESIDENTE DE LA DIPUTACIÓN DE MÁLAGA
A
finales de noviembre de 1936, el capitán de la Guardia civil Francisco García
Alted, había sido nombrado Gobernador civil de Málaga por el general Queipo de
Llano, estableciéndose en Antequera la sede de esta institución, pasando a la
capital cuando las tropas nacionales entraron en la misma en febrero de 1937.
Que el 23 de noviembre de 1936, fue el
declarante nombrado por el General Jefe del Ejército del Sur, Gobernador civil
de Málaga, con residencia en Antequera, en donde desempeñó su cargo en la zona
liberada de la provincia hasta el 8 de febrero de 1937, en que al liberarse la
capital, tomó posesión del Gobierno Civil en Málaga. […] Que el estado que
apreció el declarante al llegar a Málaga fue de desconcierto ideológico,
provocado por el agobio de los meses de dominación roja, el aspecto famélico de
las personas de orden y un estado caótico en materia de abastecimiento,
limpieza, estado sanitario, organización administrativa, etc., y que
rápidamente se organizaron todos los servicios y renació un espíritu
patriótico, y hubo una gran colaboración de parte de todos los sectores que en
el orden ideológico eran coincidentes con el Movimiento.
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Francisco García Alted |
Una de las prioridades de las nuevas autoridades malagueñas, era poner a funcionar los organismos oficiales, bajo el mando nacionalista.
Así el 17 de febrero, el Gobernador civil García
Alted, nombró a Baltasar Peña gestor de la Diputación Provincial de Málaga.
Málaga,
18. Hoy se han hecho varios nombramientos de gestores provinciales.
Por la
capital: D. Gonzalo Bentabol, D. Baltasar Peña, D. Francisco Márquez Torres y
D. Fernando Casado López.
Por el
distrito de Ronda: D. Francisco Martín Crooke.
Por el
distrito de Antequera: D. Santiago Vidaurreta Palma.
Todavía
faltan por hacer algunos nombramientos.
19370219
009 ABC
Como presidente de la Diputación había sido
nombrado un par de días antes, el 15 de febrero, el abogado don Manuel
Domínguez y Ruiz de la Herrán.
El 25 de febrero, Baltasar Peña tomó posesión
del cargo de vicepresidente de la Diputación Provincial. En el reparto de
funciones, se le asignó la responsabilidad de ser el Visitador del Hospital
Civil Provincial, y de entender en los recursos que se entablen por
funcionarios municipales.
Una de las primeras decisiones tomadas fue “la de decretar la cesantía fulminante de
todos aquellos funcionarios que no se habían presentado en las oficinas de la
Corporación; de la de unos cuantos de nombramiento indebido, así como la de
aquellos que componían el Comité, por usurpación de funciones”
Relata
el señor Ruiz de la Herrán la situación lamentable en que había sido encontrada
la caja de caudales, que fue desvalijada por los rojos, dejando en ella, sólo
unas seis mil pesetas, que no les fue posible llevarse.
Que a la
vista de tan caótica situación económica de la Diputación, había solicitado un
anticipo reintegrable al Estado, cosa que no se hará esperar, y mientras tanto,
el excelentísimo señor General don Gonzalo Queipo de Llano había ofrecido
asimismo cierta cantidad para hacer frente a los primeros gastos de la
Corporación.
19370226 06 Boinas Rojas
SECRETARIO DEL JUZGADO MILITAR Nº 10
A Carlos Arias Navarro, que era
fiscal por oposición de la Audiencia Provincial de Málaga desde julio de 1933,
cuando fue con Baltasar Peña a saludar, el día 9 de febrero, a Francisco
Bohórquez Vecina, Coronel Jurídico de la 2ª División orgánica, y Auditor de Guerra,
ya vimos que fue militarizado, nombrándolo Juez de Instrucción del Juzgado
Militar nº10, uno de los veintiséis que se constituyeron en Málaga
A los
pocos días empezó a actuar como Juez Militar, al igual que lo hicieron casi
todos los fiscales y jueces que no habían tenido actuación alguna en la época
anterior.
Pocos
días después (22 de febrero) y por un oficio de (Tomás) Garicano, se me nombró
a mi Secretario del Juez Militar D. Carlos Arias, y juntos comenzamos a
instruir sumarios que se nos iban designando.
Fueron
sin duda días desagradables, pero en los que las actuaciones de los jueces
militares se reducían a tomar declaraciones de los encartados, sin la más
mínima violencia y con la premura que exigían los momentos que vivíamos.
Para dar legalidad a su función de secretario, Baltasar fue nombrado oficial tercero honorífico del Cuerpo Jurídico Militar del Ejército.
Como secretario participó en las instrucciones
que como Juez militar realizaba Carlos Arias, en algunos de los juicios
sumarísimos que se produjeron tras la conquista de Málaga por las tropas
nacionales.
ALGUNOS SUMARIOS INSTRUIDOS
Así encontramos que en el Archivo del Juzgado
Togado Militar nº 24 de Málaga, hoy día guardado en Sevilla, en la carpeta 256,
está el “Procedimiento sumarísimo de urgencia n. º 7 bis/1937 del Juzgado
Militar nº 10 de Málaga contra Benito Luna Anoría, Jesús Mendizábal de la
Puente y Juan Piñero Nogales”.
Los tribunales de Urgencia, se crearon por Decreto del Ministerio de
Justicia republicano (10 de octubre de 1936), para
descargar de trabajo, y como complemento de los Tribunales Populares
Especiales ya existentes, para que entendieran de aquellos hechos de hostilidad o desafección
al régimen, que no fueran constitutivos de los delitos previstos y sancionados
en el Código penal común o en las leyes penales especiales.
El procedimiento sumarísimo contra Benito Luna, comenzó
a instruirse el 17 de febrero de 1937, cuando prestó declaración ante el Juez
Instructor, Carlos Arias Navarro, estando presente el Secretario, Baltasar Peña
Hinojosa.
Jesús Mendizábal de la Puente, fue condenado a 12 años y un día de reclusión, como autor de un delito de Auxilio a la Rebelión Militar, que posteriormente fue reducida a 6 años y un día. Benito Luna Anoria y Juan Piñero Nogales fueron condenados a la pena de muerte por ser autores de un delito de Rebelión militar, siendo fusilados el 7 de marzo de 1937.
Sobre todo lo que fue la vida de Benito Luna Anoria, ya escribí dos Crónicas, cuyos enlaces adjunto
«BENITO LUNA ANORIA, EL PADRE DEL SOCIALISMO DE CAMPILLOS».
https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2024/06/benito-luna-anoria-el-padre-del.html
https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2024/06/benito-luna-anoria-el-padre-del_26.html
También fue Carlos Arias y Baltasar Peña como
secretario, los que instruyeron el procedimiento sumarísimo de urgencia n. º 3/1937 del
Juzgado Militar nº 10 de Málaga contra Francisco Millán López miembro del
partido sindicalista, uno
de los vocales de los Jurados Populares republicanos, y antes miembro destacado
del temible "Comité de Salud Pública". Uno de los dirigentes responsables de las
sacas que se realizaron en la Prisión Provincial y que produjeron centenares de
muertos inocentes.
Uno de
los primeros presos que nos llevaron fue Millán el Jefe en Málaga de la F. A.
I. y que fue precisamente el que recibió a Carlos cuando lo llevaron detenido
al Comité de Salud Pública y quiso ejecutarlo allí mismo; se salvó por la
intervención de los Guardias de Asalto que lo llevaron detenido desde la
Aduana, que a punta de carabina manifestaron que ellos se llevaban al detenido
al sitio donde se lo entregaron, y no permitieron quedara en manos de los que
manifestaban tanto deseo de suprimirlo.
Esta
actitud del Comité de Salud Pública tenía una justificación. Carlos Arias,
durante los años 35 y 36 había sido el Fiscal encargado de acusar en el
Tribunal de Urgencia, que se ocupaba de delitos políticos y de terrorismo, y
precisamente en aquel tribunal de los rojos, sus actuales jueces eran los
mismos que habían sido acusados meses antes por Arias.
Era
Carlos Arias y lo fue siempre persona de fácil palabra, de grandes
conocimientos jurídicos, cuyas acusaciones tenían siempre seguro eco en los
tribunales en que informaba, pero era sobre todo hombre ponderado y pacífico
que jamás tuvo con ningún detenido el más mínimo atisbo de malos tratos, aunque
si era insistente y acerado en sus interrogatorios.
Tan solo
se alteró un poco cuando los guardias nos entraron a nuestra presencia a
Millán, al que mirándolo fijamente dijo:
— ¿Te acuerdas, Millán, que hace poco me llevaron
a mí a tu presencia, y quisiste liquidarme? Mira por donde nos volvemos a ver,
pero con los papeles cambiados.
Como era
lógico, duraron varios días los interrogatorios de Millán, quien por cierto
ante la justicia había perdido toda su anterior fanfarrona gallardía y se
mostraba como hombre apocado, y dispuesto a decir cuánto sabía con la esperanza
de encontrar benevolencia con esta actitud.
Hubo un
hecho curioso, pero también terriblemente desagradable. Le dijo el Juez si
estaba dispuesto a indicar quienes habían sido los componentes de las
Patrullas, que fueron las más directas responsables de los asesinatos en
Málaga, patrullas compuestas casi siempre por un guardia de Asalto y otros
elementos responsables cada uno de las agrupaciones políticas más avanzadas.
Sobre
estas patrullas recaían sin duda el mayor número de asesinatos, pues en la
mayoría de las veces, aunque también hubo excepciones, en vez de llevar los
detenidos a la prisión o a la Comisaria, los ejecutaban en las afueras e
incluso sacaban los presos de las cárceles para el mismo fin, cuando los
bombardeos nacionales caían sobre Málaga o por cualquier descalabro en el
Frente.
Millán
dijo que estaba dispuesto a declarar el carácter de patrullero de los que
pusieran frente a él, pues de esta forma no lo considerarían el único asesino
de Málaga.
Hay que
tener en cuenta que ya tenía la Auditoria de Guerra en su poder una colección
de periódicos de Málaga de aquella época en la que consecutivamente fueron
saliendo retratadas todas las patrullas que actuaron en aquellos meses.
A fin de
que la actitud de Millán tuviera eficacia, lo situamos en una ventana que daba
al patio de la prisión con cristales esmerilados y una mirilla, para que Millán
fuera designando los detenidos patrulleros.
Se
formaron a los detenidos y se les hizo pasar uno a uno frente a la ventana
donde oteaba Millán. Apenas habían pasado los primeros, Millán fue designando
casi a todos los que pasaban como antiguos patrulleros, hasta que le tocó el
turno a un paisano mío, diputado socialista, pero hombre honesto y bueno, a
quien también Millán lo designó como componente de patrullas.
Interrumpí
el paso, llamé a Carlos que estaba dentro del patio de la prisión y le dije:
— Vamos a dejarnos de esta prueba, porque creo que
es falso todo lo que Millán indica. Este hombre trata de exculparse de su
responsabilidad echándole la culpa a otros, y después de haber designado a
(Benito) Luna como patrullero, no podemos hacerle ningún caso a estas
acusaciones. Estamos ante un hombre acobardado que es capaz de denunciar a su
propia madre.
Tuvimos
por tanto que suprimir la prueba y no insistir más sobre este asunto.
La
culpabilidad de Millán era tan evidente, su jactanciosa actitud en los meses
pasados tan acusada, y su acción tan pública, que el sumario no necesitaba de
nuevas pruebas para probar su culpabilidad.
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Francisco Millán López |
Fue muy poco el tiempo que Baltasar Peña estuvo como secretario de Carlos Arias Navarro en el Juzgado de Instrucción nº 10. Así he podido comprobar que en el Procedimiento sumarísimo de urgencia nº 24 del Juzgado nº 10, en el que fueron procesadas trece personas, el ocho de abril ya actuaba como secretario Juan Jiménez García.
Baltasar Peña estaba por esas fechas desarrollando su responsabilidad como vicepresidente de la Diputación provincial.
A finales de abril de 1937, Carlos Arias Navarro
se marchó de Málaga para
incorporarse a la Fiscalía del Ejército de Ocupación en Talavera de la Reina. En los sumarios que instruyó en el
juzgado n. º 10 hasta esa fecha, procesó a 136 personas.
Le
sustituyó en ese Juzgado, José Martínez Sanz, que había sido juez de Primera
Instancia e Instrucción, y posteriormente Ricardo Bautista de la Torre.
Gracias a excelente
trabajo realizado por Lucía Prieto Borrego, «Implantación
y funcionamiento de la justicia militar en la provincia de Málaga (1937)»,
sabemos que en el Juzgado militar nº 10, se instruyeron un total de 45 causas,
y se procesaron a 259 personas, de las cuales 15 fueron mujeres.
A
principios de 1977, Baltasar Peña escribía en su libro inédito «Reencuentros
conmigo mismo», lo siguiente:
Fueron
solo unos meses, pero nos marcaron tan intensamente que a los cuarenta años los
reflejamos intuitivamente como hechos sucedidos hace meses.
Lo que
es imposible, sobre todo para mí, es enjuiciar si nuestra actuación de entonces
fue acertada o equivocada, pero este es un asunto que tal vez nunca pueda
desvelarse, porque los hechos eran tan irreversibles, y lo que nos jugábamos
entonces tan decisivo, que a fin de cuentas hay que asegurar que lo que cada
uno hizo no fue más que lo que las circunstancias le iban imponiendo en cada
momento.
A
propuesta del Presidente (Diputación) se acordó dar el pésame, por
fallecimiento de su señora madre, al gestor don Baltasar Peña Hinojosa, y que
se hiciera constar en acta el sentimiento de la Corporación por la desgracia
19370616 002 Boinas Rojas
FALANGE
De esa manera el general Franco ponía bajo sus órdenes ambas organizaciones, creando un partido único. Durante las cuatro décadas que duró la dictadura, la FET y de las JONS fue el único partido permitido en el país. Existió hasta 1977, cuando fue disuelta por el gobierno de Adolfo Suárez en pleno proceso de la Transición.
Cada 20 de noviembre, aniversario de la muerte de José Antonio Primo de Rivera en Alicante, se realizaba un acto de homenaje a su memoria, y a los caídos de Falange. En 1937, en el primer aniversario, en el acto que se celebró en Málaga participó Baltasar Peña Hinojosa:
Málaga
29. Con gran solemnidad se han celebrado los actos de homenaje a los caídos de
Falange Española Tradicionalista y de las JONS. A las diez y media de la mañana
se dijo una misa solemne en la Catedral, con asistencia de las autoridades y
obispo de la diócesis. y concurrieron varias secciones de las Milicias
Nacionales y organizaciones juveniles de Falange Española Tradicionalista y de
las JONS.
El
vicepresidente de la Diputación Provincial, don Baltasar Peña Hinojosa, dio
lectura a la oración de los caídos de la Falange, de Sánchez Mazas, dándose los
tres ¡Presentes!, que fueron contestados por la multitud.
Seguidamente
se procedió al juramento de los nuevos cadetes, acto que resultó brillantísimo
y de gran emoción. Después se trasladaron las autoridades a la calle Marqués de
Larios, donde presenciaron el desfile de las fuerzas de la Falange Española
Tradicionalista y las JONS.
19371030 008 ABC
19371030 002 Boinas Rojas
Pasados esos primeros años, Baltasar se fue
distanciando del movimiento Falangista, y sobre todo de sus dirigentes
provinciales. Así lo manifestaba en 1976
Yo nunca
disfruté del cariño de la Falange malagueña, que siempre me vio con malos ojos,
no sé si porque a mí tampoco me hacían gracia los camaradas, o porque me lo
merecía.
Yo no
tengo nada que agradecerle a la Falange, sobre todo a la malagueña, entre cuyos
directivos gocé no ya de pocas simpatías, sino de una animadversión
persecutoria, pero a pesar de ello, en estos momentos me siento falangista de
la primera época, en aquellos primeros momentos, después de la guerra, en que
la mayoría de la juventud se enroló con entusiasmo y buena voluntad a Falange.
Si la
Falange se hubiera replegado en estos momentos a la verdadera esencia de su
Fundador, hubiera alejado a sus viejos líderes, probados y reprobados ya en
estos años atrás, y hubiera lanzado a la palestra gente joven, inmaculada
todavía y pura, os confieso de verdad que mi mayor satisfacción seria seguir
sirviendo a esta idea que puede conjugar o al menos debería conjugar los
avances sociales con el orden y la democracia con la justicia.
Y sobre
todo, abrir un panorama de política honesta, de honestidad completa en los de
arriba y los de abajo, en los trabajadores y en los capitalistas, en los
particulares y en los funcionarios del Estado.
El 8 de febrero de 1938, al cumplirse un año de la conquista de Málaga por las tropas nacionales, y aún en plena Guerra civil, en el periódico "Boinas Rojas", escribe un soneto de exaltación a la figura de Francisco Franco
Es un soneto que hay que entenderlo en el contexto en que fue escrito, en plena Guerra civil, y por una persona que hacía un año que había escapado de una muerte segura, como le ocurrió a su primo José María Hinojosa y a muchos de sus familiares, gracias a haber encontrado refugio en el consulado de Bolivia, donde estuvo oculto más de cinco meses.
Los
momentos que se vivían, eran momentos de guerra y de nerviosismo, que
alcanzaron a todos, lo mismo a vencedores que ha vencidos, y cada uno, como es
lógico, vivió su caso con arreglo a sus circunstancias.
Sobre Francisco Franco escribió a principios de 1977:
Franco
ha sido una necesidad histórica, irrepetible, y debemos desear que no se
repita, yo no debo ni quiero juzgarle, aunque nadie, excepto los directamente
perseguidos o exiliados por él, podrán negarle unos lustros de gobierno en
orden, unas instituciones que lograron triunfos evidentes en el terreno social
y un desarrollo industrial indiscutible.
El 25 de junio de 1938, aún en plena Guerra civil, es designado Presidente de la Cámara Oficial Agrícola de la provincia de Málaga. Permaneció en ese cargo durante diecisiete años, hasta diciembre de 1955. El ministro de Agricultura era el falangista Raimundo Fernández Cuesta
Las Cámaras eran organismos dependientes del Ministerio de Agricultura, que asumían la representación de los intereses de los agricultores. Entre sus funciones estaban el de ser órganos consultivos y de colaboración con la Administración Pública.
El 12 de agosto de 1938, nace su tercera hija, Pilar
SUS PROBLEMAS CON EL
RÉGIMEN
Aún
no había finalizado la Guerra Civil, y Baltasar Peña ya había sido secretario
de un juzgado militar, vicepresidente de la Diputación Provincial, y Presidente
de la Cámara Oficial Agrícola, pero a pesar de eso, no se libró de las
denuncias, acusaciones e investigaciones sobre su pasado más inmediato.
Todo
andaba un poco desequilibrado y buena prueba de ello es un caso mío personal,
que quiero contar en pocas palabras, porque constituye un significativo ejemplo
de aquellos días.
Necesité
en el mes de agosto de 1938 un certificado de buena conducta, no sé para qué,
tal vez para que me concedieran una licencia de armas, y confiado me dirigí a
la Delegación de Orden Público para que me lo expidieran.
No me
pasó por la imaginación que pudiera tener dificultad alguna en la consecución
del certificado de buena conducta que necesitaba. En aquellos momentos, la buena
conducta se refería principalmente a la adhesión al régimen.
A los
pocos días, el uno de septiembre, me fue expedido el certificado que decía así:
“Que según
antecedentes que existen en esta Delegación a mi cargo, Don Baltasar Peña
Hinojosa, de treinta y dos años, hijo de Francisco y María Josefa, abogado,
natural de Campillos y domicilio en Paseo de Sancha en Villa San Carlos, militó
últimamente en el Partido de Acción Popular, en favor del cual hizo alguna
campaña especialmente en sentido agrícola; existen noticias de que siendo socio
del “Casinillo” se dio de baja, para evitar reunirse con elementos monárquicos
que allí predominaban; que gestionó y obtuvo ser presentado a José Ortega y
Gasset, en un viaje que este hizo a esta ciudad, y de que también gestionó ser
nombrado Presidente en esta, de la Agrupación de Amigos de la República,
fundada por aquel, sin conseguirlo; que es autor de unos versos satirizando a
las derechas en el período electoral de las últimas elecciones, y que a los dos
o tres días de fracasado en esta el Glorioso Movimiento, se le vio en el
Edificio del Gobierno Civil, suponiéndose fuera para firmar su adhesión en las
listas que a tal efecto se formalizaron.
Y para
que conste y a petición del interesado expido el presente....”
No fue
chica la sorpresa que me llevé al recibir este documento. Primero porque lo que
él decía faltaba a la verdad en todas sus partes, excepto en que conocí a
Ortega y Gasset en un viaje que hizo a Málaga, y segundo porque ello me hacía
presumir una evidente campaña contra mí, que hasta ahora se había mantenido en
el secreto de los archivos ofíciales, pero que en cualquier momento pudiera ser
aprovechada en contra mía y en perjuicio de mis actividades y mi buen nombre.
Todo
ello, aumentado por ese nerviosismo a que antes me refería, y por la
desagradable circunstancia de estar a merced de cualquier denuncia mejor o peor
intencionada.
Dos días
después y acompañada de la documentación a que me referiré luego, enviaba un
extenso escrito a la referida Delegación de Orden Público, refiriéndome a los
cargos que se me hacían y aclarando mi actuación.
Respecto
a mi adscripción al Partido de Acción Popular acompañé una carta enviada y su
contestación, al Sr. Giménez Fernández que fue profesor mío en la Universidad
de Sevilla solidarizándome con su actitud, como Ministro de Agricultura y
afiliándome al partido de Acción Popular en el que militaba en el año 1.934.
Acompañé
los recibos correspondientes, como afiliado a este partido y los del Casinillo,
del que afirmaban me había borrado, hasta el del mes de Junio de 1.936 que fue
el último cobrado antes del Movimiento.
Detallé
documentalmente la amplia campaña de carácter agrario que había ejercitado en
estos años y mi decidida actuación en las elecciones de Febrero de 1.936 en las
que actué como apoderado del distrito octavo, el más peligroso de la capital
por tratarse de colegios instalados todos ellos en el barrio del Perchel, en
cuyas elecciones se me ofrecieron colaboraciones falangistas, que escasamente
me fueron prestadas el día de las elecciones.
Con
respecto a mis conocimientos de D. José Ortega y Gasset, efectivamente me había
sido presentado a mi instancia por unos familiares suyos, los de Chinchilla, en
una visita a nuestra capital pues apetecía y deseaba conocer a tan alta
personalidad filosófica y literaria, acompañando un retrato que nos hicimos en
el restaurante Antonio Martin con mi sola presencia y la de sus familiares, y
en cuya comida ni se habló ni se aludió para nada ningún asunto político ni de
partidos.
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José Ortega y Gasset con Baltasar Peña |
Acompañé
una copia incompleta, porque no me acordaba del resto, de unos versos que
efectivamente había compuesto con motivo de las elecciones aludidas, pero no
precisamente para meterme con ellos, con las derechas, sino criticando y ridiculizando
las alianzas electorales llevadas a cabo por las derechas con los elementos
Portelistas, que yo consideraba, como así resultó, de desastrosas consecuencias
para la política española.
Finalmente
acompañé fotocopia del periódico malagueño “Julio” del mes de agosto que en una
nota denominada “La Jornada de Ayer” decía “También se encuentran en una de las
dependencias del Gobierno Civil a disposición de la autoridad oportuna Baltasar
Peña Hinojosa y Carlos Arias Navarro”.
Circunstancias
como veréis, bien distinta de la que se dejaba entrever al asegurar mi
permanencia en el Gobierno para mostrar mí adhesión al Frente Popular.
El cinco
de noviembre recibía un nuevo certificado, en el que se me comunicaba que
efectuada nueva investigación, comprobándose la documentación que se unía a mi
escrito y practicadas gestiones sobre los cargos que se consignaban en la
certificación expedida con fecha 1, se habían desvanecido estos, por lo que se
acompañaba nuevo certificado.
Me
comunicaban además que el único centro Oficial en el que con el carácter de
reservado se habían comunicado los cargos que aparecían en el anterior
certificado, se había cursado un nuevo escrito dando cuenta del resultado de la
nueva información y haciendo constar quedaban anulados.
No he
querido con esta particular historia hacer otra cosa sino poner de manifiesto
la inseguridad de aquellos momentos, fruto de la guerra civil y de las
circunstancias de una zona marcada exclusivamente por la geografía accidental
de las armas y las también accidentales circunstancias de las personas en manos
siempre de una ocasional policía sujeta a vaivenes de denuncias, amistades o
enemistades que en más de un caso llegaron hasta el momento trágico, de
ocasionar situaciones irreversibles en la vida de los interesados.
No quedó
todo en esta rectificación, Pues escarmentado ya, procuré ponerme en contacto
con otros archivos policiales, entonces abundaban y proliferaban estos, en
todos los cuales encontré una serie de alusiones nunca serias ni probadas, pero
si suficientes para inclinar en mi contra la balanza de quien los repasara.
Y logré
más, llegué a enterarme de los autores de estos informes y las razones
personales porque lo hicieron, aunque en todas ellas afortunadamente,
resplandecía la envidia por unos cargos que se me habían otorgado sin yo
pedirlos, y por una situación económica familiar que encocoraba a los propios
informadores.
Pero
aquí hago punto final, pues este es asunto ya liquidado y en estos momentos la
propia muerte ha casi liquidado ya a cuantos intervinieron directa o
indirectamente en estos asuntos, lo mismo en mi contra que a mi favor.
El 4 de noviembre de 1938, dos meses después,
recibió un nuevo certificado, anulando el anterior informe
Baltasar Peña tenía treinta y tres años, y era padre
de tres hijas, Maruja, Cristina y Pilar, fruto de su matrimonio con María Álvarez
Gross. En ese momento era vicepresidente de la Diputación Provincial y Presidente
de la Cámara Oficial Agrícola de la provincia de Málaga.
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De su libro de poesías RUTAS ÍNTIMAS (1950) |
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