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Cuadro del pintor malagueño Virgilio Galán Román (1978) |
BALTASAR, SUS PRIMEROS POEMAS
Baltasar Peña, como su
primo José María Hinojosa Lasarte, sintió desde muy joven la llamada de la
poesía y el arte. En la «Revista del Ateneo» de Jerez de la Frontera, en julio
de 1927, aparece un poema suyo “Y el río…”, dedicado a Pedro
Pérez-Clotet (1902-1966), compañero de Bachillerato en el colegio de los
Jesuitas del Puerto de Santa María, y de la Universidad de Sevilla estudiando
Derecho.
Cuando solo tenía veintiún años, en octubre de 1927, se publica el primer libro de poesía de Baltasar Peña, «Miniaturas», que se imprime en la «Imprenta Sur». Dos meses más tarde, tendría lugar el considerado acto fundacional de la «Generación del 27»: la reunión de escritores que se produjo en el Ateneo de Sevilla con motivo del tercer centenario de la muerte de Luis de Góngora.
Como él mismo
manifiesta: “Mis aficiones literarias no han tenido, desgraciadamente para
mí y para mi obra, una continuidad ni un rumbo definitivo”.
Empecé a escribir
versos, bastante malos por cierto, en mis años de bachillerato en el Colegio de
Villasís, se acentuaron mis aficiones en las clases de Pedro Salinas en la
universidad sevillana, y cuajé mi primera obra en verso en el año 1927 en un
volumen llamado “Miniaturas”, publicado y editado en la Imprenta Sur,
arrastrado por la corriente poética de aquellos años, por mi primo José María
Hinojosa y Luis Cernuda compañero en Sevilla de Universidad, y mis contactos
con casi todos los poetas de aquella época, que hoy constituyen, nada más y
nada menos, que la gloriosa generación poética del 27.
Recibió mi libro algunos
comentarios elogiosos, de los que me acuerdo de uno publicado en “El Sol” y en
otros periódicos de Madrid, pero los años siguientes deje la musa ociosa, por
lo menos para poesías dignas de publicación, si bien siempre cultivé el verso
de ocasión, con sus correspondientes ripios, y más bien de tono burlesco.
El artículo en el
periódico “El Sol” al que se refiere Baltasar, estaba escrito por el
periodista malagueño Esteban Salazar y Chapela, el cual dice del libro:
Su verso es claro,
sencillo, adolescente. Su libro es confundible—desde lejos—con algunos otros
libros de versos andaluces. La misma voz, diríamos. Los mismos tonos, motivos y
recursos. El verso andaluz, comunicativo, oriental, recamado de nombres, giros
y alusiones populares.
De lejos, otro libro, un
libro más.
De cerca, un libro
nuevo. Con su visión propia, con sus nuevas, exclusivas posibilidades. Con su
mundo lírico intransferible.
19280308 02 El Sol
Hubo más comentarios literarios al libro en otras revistas especializadas, como fue en “La Gaceta Literaria”, y también en el semanario rondeño “X-46”, en el que su amigo Pedro Pérez-Clotet dice:
En «Miniaturas»
encontramos junto a formas rígidas—sonetos y décimas —otras formas populares,
sueltas y caprichosas. En estas últimas se nota una mayor firmeza y seguridad.
Las composiciones con tendencia erudita, adolecen de cierto barroquismo
confuso. No se dibujan en ellas claramente las ideas. A veces notamos algo que
da la sensación de estar allí por exigencia de la rima. Pero no siempre sucede
esto. Véase, por ejemplo, un acierto de expresión, con que comienza la poesía
titulada «Magnolia»:
«El nombre mismo de tu
flor perfuma,
cálido respirar que se
derrama;
mariposa de flor, de
olores llama
avivada al susurro de la
bruma.»
Más, repetimos, se
encuentra en las composiciones de motivos populares una más lograda perfección.
Escúchese esta bella «Miniatura», que tiene toda la fragancia de la musa del
pueblo:
«Por un atajo subí,
dejé el camino real:
¡qué trabajito me cuesta
por donde subí, bajar!»
O ésta, altamente
sugeridora, en su vaguedad:
«Yo quisiera descifrar
el lenguaje de las nubes
cuando, van hacia la
mar»
Podrían multiplicarse
los ejemplos que acreditasen el mérito de este libro. Más no es ocasión ahora.
Vaya el lector anheloso de bellezas a él, que no quedará insatisfecho.
Nosotros, después de
haberlo leído con gran complacencia, nos permitimos animar al querido amigo
Peña Hinojosa, a proseguir—con más entusiasmo y mayor atención cada día—el
periplo poético, tan felizmente iniciado con «Miniaturas»
P. PÉREZ-CLOTET
Madrid, Diciembre 1927.
Reproduzco también el
artículo aparecido en el periódico “La Libertad”, escrito por Juan
Chabás Martí, crítico literario:
He aquí que apenas
crecido un primer tronco, casi tallo aún de poesía, ya se le desprende una
rama. José María Hinojosa, tan joven, ya tiene a su lado, discípulo de su
devoción, a un primo suyo, el autor de estas “Miniaturas”. De pequeñez
liliputiense, a veces. Buen día el que hay que señalar el nacimiento editorial
de un poeta nuevo. Día de pareceres contrarios, de aquilatamientos, de
inquietudes y perplejidades. Se desearía siempre acertar: “He aquí un nuevo
poeta indudable” y no equivocarse. Pero es difícil.
Peña, por vientos del
Sur empujado, llega a la poesía revuelta aún la mirada, con atolondramiento
juvenil, sin pausa ni certeza. Vacilante, infantil. Al agitar las manos
temblorosas de versos, se le caen bellezas presentidas, recoge imágenes o
conceptos voladizos y no sabe dónde retiene un buen principio de tesoro. Su
primo le ha inspirado la complacencia que por ciertos acrobatismos metafóricos
todavía le estremece. Mas al propio tiempo, seducido por otras voces—influencias
imponderadas, sin asimilar aún—, intenta, junto a una poesía popular, inmediato
el culto molde de las décimas y los sonetos, molde donde él da forma a una
lírica más fría, de concepto perseguido sin itinerario alguno.
Ante este inicial libro
de sus vacilaciones, es difícil determinar cual habrá de ser su camino cierto.
No tan costoso en cambio, es afirmar con certeza que será catalogado pronto
entre los más jóvenes líricos de hoy: Prados, Altolaguirre, Cernuda, ya
en los primeros pasos firmes.
Nosotros quisiéramos,
sin embargo, antes, un largo aprendizaje. La poesía es difícil y hay que vencer
los caminos costosamente. Un primer libro, significa poco y hay que perdonarlo
siempre. Pero el segundo, cuando ya el paisaje actual de nuestra lírica halló
avenidas de luz segura, ha de ser árbol recién plantado.
19271203 07 La Libertad
Años más tarde, en “Reencuentros
conmigo mismo”, Baltasar Peña vuelve a hablar sobre sus raíces de poeta, y
sobre su primer libro “Miniaturas”
Yo tuve la suerte de escuchar recién cortadas las más exquisitas décimas de Cernuda en los años 20. Cernuda y Clotet, cuando llevaron sus primeros versos para que se los publicaran la Sociedad Limitada Prados - Altolaguirre en la imprenta Sur, demostraron precisamente con décimas su indudable valía literaria.
No es extraño por tanto que cuando yo aparecí con mi modesto ramo de versos en 1927 para que la imprenta Sur me publicara, por libre, mi primer libro “Miniaturas”, también recogiera algunas décimas cortadas por la misma tijeras que las anteriores, aunque desgraciadamente menos inspiradas.
Yo he tenido un pecado capital con la poesía, y precisamente por lo que me ha atraído siempre la poesía, lo poco en serio que la he tomado también, siempre.Yo sentía dentro de mí unos evidentes efluvios líricos, pero nunca he tenido el suficiente valor o constancia, para expresarlos de una manera lírica y espontánea. Siempre me he dejado influir por los libros que he tenido más cerca, como acertadamente intuía mi crítico, sin pausa ni certeza.Si la poesía hubiera arraigado fuertemente en mi, sobrepasando ese mero entretenimiento que ha sido mi única ruta, yo creo sin jactancia alguna, que mi nombre, aunque modestamente, estaría como aseguraba Chabás, con el de los jóvenes líricos de mi tiempo y a la par buenos amigos míos, Cernuda, Altolaguirre o Prados.Pero mi primer libro, como ya creo haberlo dicho antes, no obedeció más que a un lógico deseo de imitar a mi primo José María que por aquellas fechas ya había dado a luz su “Poema del Campo”.Y las circunstancias de los años treinta, me llevaron por derroteros distintos al olvidar y no practicar esa afición, más que en momentos o en circunstancias de comentar cualquier suceso aprovechando unas malas rimas.
En marzo de 1928, se
imprime en la «Imprenta Sur» el cuarto libro de poesías de José María Hinojosa,
"Orillas de la luz" que contiene unos bellos dibujos de
Benjamín Palencia. El libro se lo dedicó al pintor Hernando Viñes, a Benjamín
Palencia y a su primo Baltasar Peña. Fue la obra que más eco tuvo entre las
publicadas por José María Hinojosa, con un lenguaje más elaborado, y donde se
encuentran sus poemas más conseguidos.
Sobre su amistad con el
poeta Luis Cernuda, escribe Baltasar en “Reencuentros conmigo mismo”:
Recuerdo una estancia de
mi primo, Cernuda, creo que Buñuel y otros poetas (Emilio Prados y Manuel
Altolaguirre) en Campillos, invitados por Hinojosa. Unos cuantos devinieron a
dormir a mi casa y entre ellos Cernuda.
Cuando ya estábamos
todos acostados y en el primer sueño, Cernuda que dormía en una habitación
frente a la mía, se levantó sigilosamente y puso con delicadez en mi almohada
un ejemplar de su primer libro de décimas, impreso en Litoral, para que al
despertar tuviera yo noticia de tan delicado presente.
Aunque aquel gesto lo
tomamos a broma, hoy lo valoro, por su exquisita sensibilidad, que creo derivó
también después por caminos ambiguos, aunque siempre poéticos.
Esa visita fue en
septiembre de 1928, dos meses después de la muerte de la madre de Cernuda, y el
libro que depositó en la almohada de Baltasar era “Perfil del aire”, su
primer libro lírico publicado en abril de 1927, como suplemento de la revista
malagueña “Litoral”
La amistad de Baltasar
Peña con Pedro Pérez-Clotet queda patente, cuando en abril de 1928, éste le
dedica a Baltasar el poema “Versos”, que fue publicado en el número 45
de la Revista del Ateneo, de Jerez de la Frontera, al cual respondería
Baltasar Peña con otro publicado en el número 47 de la misma revista,
correspondiente el mes de agosto de 1928, que se titulaba “Romance de la
Albuqueira. El Agua”.
RUTAS ÍNTIMAS
No será hasta después de la Guerra
Civil cuando Baltasar Peña publique la gran mayoría de sus obras, tanto en forma
de libros, como en artículos
En 1950 publica su segundo libro de poesías «Rutas Íntimas». Consta de tres
partes “Caminos de la Fe” con poemas de temática religiosa, “Veredas de Amor” más
íntimos y familiares, dedicados a la familia y “Senderos de Gloria”, de
exaltación patriótica. Habían pasado veintitrés años de cuando vio la luz su
primer libro de poemas “Miniaturas”.
Liberada
Málaga y por contacto con José Luís Estrada, Souvirón y otros más, comenzó mi
musa a hacer nuevos pinitos, si bien en esta época derivada hacia versos
familiares, religiosos o patrióticos que los avatares pasados me inspiraban, y
las circunstancias de entonces, imponían.
Y en el año 1950 publiqué mi segundo libro Rutas Íntimas. De corte clásico y de íntimo acento. Fue una edición que no llevé a las librerías, sino que repartí entre mis amistades, como un íntimo desahogo de mis sentimientos de aquellos momentos.
Mi
segundo libro, “Rutas Intimas”, publicado años después de la terminación de la
guerra, no fue otra cosa, sino una mera colección de impresiones, familiares,
patrióticas o religiosas, algunas íntimas o sentidas, y otras, las más como
decía antes, de mera actualidad y circunstancia.
Su amigo Carlos Arias Navarro, que se encontraba
por esas fechas de notario en Almodóvar del Campo (Ciudad Real) al recibir un
ejemplar del libro en su casa de Madrid, le escribe una carta a Baltasar
diciéndole:
Para mí
Rutas Íntimas y su lectura, vino a ser como una esponja que borrara estos
quince años que tan velozmente se nos han pasado. Me sentía otra vez en tu
casa, contemplando como enjaretabas un soneto a María, a tu Madre, o te entregabas
a las peligrosas diabluras de verificar
el último incidente de la vida malagueña o la semblanza de cualquier mortal que
despertase tu musa.
REVISTA «CARACOLA»
En noviembre de 1952 nació en Málaga la revista
de poesía “Caracola”, un empeño personal de José Luis Estrada Segalerva, íntimo
amigo de Baltasar Peña, el cual colaboró con él en el Consejo de dirección de
la revista, además de otros poetas y escritores como José Antonio Muñoz Rojas,
Alfonso Canales y Santiago Souvirón.
Caracola tuvo una existencia de 23 años. Estrada, cansado, pensó que la revista perdurase sólo hasta la fecha de su jubilación como funcionario de la Administración del Estado, prevista para julio de 1976, pero por sólo unos meses no pudo llevarse a cabo la realización de su deseo. José Luis moría el 23 de febrero del mismo año a las puertas de una primavera que ya no pudo sentir, ni cantar... Y Caracola, 278 meses después de su nacimiento, terminaba su andadura en diciembre de 1975. Ese número fechado dos meses antes de la muerte de su fundador, no se imprimió hasta un año después, por lo que terminaría siendo una entrega póstuma. 1976 fue el último año de la vida de una revista al servicio de una lírica con resonancias marinas. En abril de 1980 apareció el nº 279, lo que sería la última entrega de la revista que, como homenaje póstumo a su creador y director, le rindieron algunos de sus amigos y colaboradores.
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Con Jorge Guillén |
El 2 de abril de 1955, Baltasar Peña abandona la Presidencia de la Diputación, siendo sustituido por Antonio Pérez de la Cruz González. También deja por esas fechas la presidencia de la «Caja de Ahorros Provincial de Málaga», y el de «Procurador en Cortes» por Málaga. Queda atrás una década, quizás la época más intensa y relevante de su vida política e institucional.
Su ocupación principal en ese momento está en la Delegación del
Instituto Provincial de la Vivienda. Continúa como Consejero de la Caja de
Ahorros Provincial, puesto en el que estuvo durante veinticinco años, así como
en la presidencia de la «Sociedad Económica Amigos del País», y como académico
de número de la «Real Academia de Bellas Artes de San Telmo»
PEQUEÑA HISTORIA
DE LA VILLA DE CAMPILLOS
Nuestro deseo de hoy no es otro sino completar la historia referida, actualizándola con los datos que hemos podido recoger de última hora, y enriquecerla con la trascripción completa de algunos documentos fundamentales, de los cuales aún se conservan originales o copias, imposible de reproducir más adelante si una mano cuidadosa no los recopila y conserva.Las pérdidas sufridas durante la dominación roja, —la más importante la destrucción completa de todo el Archivo parroquial— nos priva hoy de una fuente importantísima que compulsar.Aun cuando la historia se imprime en 1890, apenas si recoge noticias relativas a los siglos XVIII y XIX. Tampoco nos ha sido posible a nosotros cegar por completo estas lagunas con materiales propios. Las Actas Capitulares que se conservan en el Municipio arrancan de 1868.No se achaquen sus deficiencias a falta de voluntad del que la escribe. La falta de antecedentes ha frenado nuestros mejores deseos.Una satisfacción nos ha producido este pequeño trabajo, que creemos nadie nos regateará: haber contribuido como buenos hijos a conservar y divulgar las ejecutorias de nuestra patria chica.
En la «Pequeña historia…» se encuentran cientos de datos curiosos, amenos, interesantes, no solo en lo que se refiere al paisaje y la geografía e historia del pueblo, sino en sus pleitos, en su genealogía, en sus instituciones y en sus efemérides.
Posterior a este libro, escribiría unos quince libros más, sobre
todo de poesía y arte, además de bastante artículos en prensa y revistas
especializadas.
Publicación de la Librería Anticuaria “El Guadalhorce”, formato 26,5 x 19 cm., 78 páginas. Tirada de 200 ejemplares numerados.
1964: «Los pintores malagueños del siglo XIX». Un conjunto de biografías de pintores malagueños y foráneos del último tercio del siglo XIX
Imprenta “Dardo”, antigua Imprenta Sur. Publicado por la Diputación Provincial de Málaga, formato 22 x 15 cm, compuesto de 132 páginas y 80 láminas en blanco y negro. Portada y contraportada es la pintura de José Denis Belgrano “Después de la corrida”, que se encuentra en la actualidad en el Museo de la Aduana de Málaga.
Enrique Lafuente Ferrari, historiador del arte, crítico, archivero y museólogo, escribió en el Prólogo del libro:
Me conmueve el amor con que Peña ha
recogido cuadros y noticias de los pintores, sus paisanos. Y me conmueve no
sólo por la piadosa atención con que el autor de este libro trata de salvar
ante la historia los nombres y las obras de artistas de Málaga, modestos en su
mayor parte, pero que mantuvieron en la maravillosa ciudad el culto por el arte
en épocas difíciles y oscuras, sino por lo que esta evocación nos hace adivinar
y reflexionar.
[…] Peña ha rebuscado en papelotes,
olvidados catálogos, en la prensa local, en las tradiciones orales de su
ciudad. Y nos presenta ese número crecido de artistas que nacieron, muchos de
ellos, y alentaron y pelearon todos por la vida en la Málaga ochocentista. […]
Ahora, con el libro de Baltasar, estos
pintores, entre los que está el padre del propio Picasso, se salvan del olvido
y parecen aliviar la oscuridad en que vivieron muchos bajo el sol maravilloso
de Málaga, y encuentran el sol de la historia. Pintores de potencia indudable y
aliento poderoso como Muñoz Degrain, maestros capaces como Ferrándiz,
valencianos los dos, […] con otras vidas derrochadas, como Martínez de la Vega,
el que bautizó como pintor al joven Picasso con una copa de vino —¿con qué había
de ser?—, artistas que se hicieron su rincón estético para lograr en la vida un
pasar, vocaciones frustradas o fracasadas, pintores que hubieran podido llegar
y no llegaron... […] ¡Cuánta vida española y cuántos entresijos de nuestra
casta y nuestra nación veo y adivino en este trabajo de Baltasar Peña, honrado,
entusiasta y meritorio! Yo, que cada vez siento más el tirón de mis antepasados
malagueños, comprendo, me hago cargo, estimo el trabajo de Peña y siento la
nostalgia, la melancolía de no poder hacer tertulia con él, con mis amigos de
la calle de Larios o de la Caleta, recordando cosas pasadas, charlando de arte
y dejando deslizarse suavemente el tiempo, en el dulce ambiente de la ciudad de
la luz, mientras llega la hora de que vayamos al polvo terrenal, como se fueron
las ilusiones, los triunfos modestos o los fracasos sin escándalo de esos
artistas cuyas existencias aquí se recuerdan…
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"Después de la corrida" - José Denis Belgrano |
Publicación de la Librería Anticuaria “El Guadalhorce”, dentro de la colección “Cuadernos de María José”, formato 15,5 × 10,5 cm., 17 páginas. Edición de 200 ejemplares numerados.
Mi afición literaria se ha manifestado en los libros de versos públicos con un intervalo de veintitrés años. “Miniaturas” en 1927 y “Rutas Íntimas” en 1950. El tercero por tanto debería corresponder a 1973, fecha arriesgada para hacer proyectos, siendo “quinto” del 27. La benevolencia de Caffarena me da ocasión de anticipar este minúsculo “nietecillo” y me hace recordar aquellos dorados años veinte en los que comencé mis pinitos literarios de la mano del profesor (Pedro) Salinas, y bajo amistad de (Alejandro) Collantes, (Luis) Cernuda y de (Joaquín) Romero Murube en Sevilla; de Aleixandre, de Altolaguirre, de Prados y de mi primo José Mª Hinojosa en Málaga; de Alberti, de Pérez Clotet y de Guillermo de Torre en Madrid, y de otros tantos incorporados a la historia de la literatura, mientras yo me quedaba de mero administrador, en el gustoso deleite de una modesta afición, tan morosamente practicada.
1967: «José Gartner»
Editado por la Obra Cultural de la Caja de Ahorros Provincial de Málaga, formato 22 x 14,5 cm., 30 páginas, con una caricatura del artista y varias ilustraciones intercaladas.
José Gartner de la Peña, nació en Gibraltar en 1866, y murió en Madrid en 1918. Formado en la Escuela de Bellas Artes de Málaga. El mar siempre fue el protagonista de sus cuadros, y los bergantines y carabelas, tan frecuentes en los mismos, no dejan de ser elementos secundarios, incluso en su obra más elogiada, “La Invencible”, calificada en algunos catálogos como de histórica.
Las marinas de Gartner son poéticas, idealizadas, ya en aguas inmóviles, envueltas en una bruma, ya con encrespadas olas que amenazan a los navíos. Según Baltasar Peña, "es el pintor malagueño que ha conservado una mayor igualdad de calidades en cuanto pintaba".
1968: «Fortuny y Ferrándiz. El genio y la amistad»
Obra Cultural de la Caja de Ahorros Provincial de Málaga. 60 páginas + 28 láminas. 22 cm
Baltasar Peña, al coordinar aquellos documentos que llegaron a sus manos, consigue biografiar acertadamente a Fortuny y Ferrándiz. En el libro han sido reproducidos algunos cuadros de Fortuny y unos dibujos de Ferrándiz, que son el complemento de la obra.
1970: «Poemas de la Semana Mayor Malagueña», en colaboración con su amigo José Luis Estrada Segalerva. Conjunto de poemas y fotografías.
Publicaciones del Instituto de Cultura de la Excma. Diputación Provincia de Málaga. Formato 25 x 18 cm. 32 páginas.
Editado por la Obra Cultural de la Caja de Ahorros Provincial de Málaga, 30 páginas. 11 láminas.
Obra Cultural de la Caja de Ahorros Provincial de Málaga, formato 22 x 15 cm., 31 páginas + láminas en color.
Para el futuro Museo de Artes Populares, pudimos adquirir en Londres, una magnífica colección de barros malagueños de los Gutiérrez de León, Vílchez y Cubero, que aunque conocíamos por referencia y algunas fotografías, nos dejaron estupefactos al llegar a nuestras manos.Constituyen un tesoro evidente de nuestra artesanía desconocida. Más de ochenta piezas de toreros, bandoleros, majas, bailarinas, tocaores, contrabandistas, pescadores etc., es decir, la más completa colección que pudimos soñar y que nos dio nuevos alientos para proseguir en la inmediata tarea de encajarlas en un futuro Museo, aunque para su conservación adecuada, y lucimiento se llevaron con toda dignidad, a la Casa del Consulado, marco también adecuado para las mismas.
1972: «José Nogales».
Obra Cultural de la Caja de Ahorros Provincial de Málaga, formato 21,2 x14,6 cm., unas 40 páginas, sin numerar. Láminas en blanco y negro.
Biografía del pintor malagueño José Nogales Sevilla (1860-1939), perteneciente a la Escuela malagueña de pintura, especializado en temas de bodegones y paisajes, con un retrato realizado por el pintor José Ponce Puente.
1973: «Siete pintores y un tema».
Obra Cultural de la Caja de Ahorros Provincial de Málaga 22 x 15 cm., 24 páginas con texto + 11 láminas en color. Libro dedicado a la figura del cenachero malagueño
1974: Obras completas de José María Hinojosa
En febrero de 1974, aprovechando sus buenas relaciones con la Diputación Provincial de Málaga, cuyo presidente era Francisco de la Torre, promovió la publicación de la primera edición de las «Obras Completas» (1.000 ejemplares) de su primo José María Hinojosa Lasarte. En dicha obra se reunieron los seis libros que publicó José María entre 1926 y 1931. El libro contenía una Nota previa de Baltasar, y un Prólogo del poeta Alfonso Canales Pérez-Bryan.
En la “Nota previa”, dice Baltasar Peña:
Yo he de confesar, que a pesar de ser primo suyo, de haber compartido sus inquietudes literarias, de haber convivido íntimamente con él hasta semanas antes de su muerte, tampoco concedí extraordinario interés y menos permanencia a su producción poética. […]Si se hubiera tratado de un poeta exiliado. O caído en zona diferente, no es aventurado afirmar que otro gallo le cantaría a su recuerdo literario. [...]El Hinojosa liberal, incluso comunistoide, más tarde agrario y tradicionalista, no significan un zigzagueo por un dirección averiada, sino un lógico patinar sobre el suelo resbaladizo que le tocó vivir. Variaba su geografía y con ella sus amistades, sus costumbres, su manera de ver la vida.
Y siguiendo con su primo José
María, a principios de 1976, un grupo de escritores malagueños, entre los que
estaban Baltasar Peña y Ángel Caffarena, constituyeron una comisión para
organizar un homenaje a José María Hinojosa Lasarte. Abrieron una suscripción
para recaudar fondos con los que costear un monumento en su honor. El bronce
que habría de perpetuar la memoria del poeta se encargó al escultor antequerano
Jesús Martínez Labrador, y aunque este acabó su obra, la misma no fue erigida
en sitio alguno.
Baltasar Peña, el 21 de
febrero de 1976, dos semanas antes de su jubilación como funcionario, la cual
se produjo el 5 de marzo al cumplir los 70 años de edad, empezó a escribir unas
memorias a las que llamó “Reencuentros conmigo mismo”. Se proponía
dedicar:
…“todos los días algunos minutos para recoger
en unas modestas memorias el quehacer diario, entremezclándolas con algunos
recuerdos de mi vida pasada. […] Con la seguridad de que me ha de servir de
recreo para mí mismo, y para distraer los forzados ocios de un mañana sin
obligaciones perentorias, ni quehaceres urgentes”.
Mi condición de jubilado
me concede desde ahora días y días, y Dios quiera que años, para ir volcando en
estas memorias mis impresiones, mis ansiedades, mis alegrías, mis penas y mis
recuerdos, que tal vez no vayan a servir para nada el día de mañana, pero que
al fin y al cabo, me sirven en estos momentos en que los escribo para una
íntima satisfacción con el pasado, con el presente incluso, con el porvenir que
me aguarde.
Dichas memorias las tuvo
que comenzar con un réquiem por su íntimo amigo José Luis Estrada Segalerva, que
falleció dos días más tarde, el 23 de febrero.
Una amistad de cincuenta
años, fraternal, afectuosa, casi familiar. […] Cincuenta años con casi
idénticas aficiones artísticas, literarias, políticas… y sin embargo, con unos
temperamentos esencialmente distintos.
José Luis Estrada
Segalerva (1906-1976) había sido alcalde de Málaga entre enero de 1947 y enero
de 1952. En el momento de su muerte era el presidente de la «Real Academia de
Bellas Artes de San Telmo», cargo que ocupó durante veinte años.
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José Luis Estrada y Baltasar Peña |
Como su sustituto al frente de la Academia, el Ministerio de Educación y Ciencia designó a Baltasar Peña, el cual fue presidente de la misma desde finales de marzo de 1976 hasta 1986. Posteriormente, hasta su muerte en 1992, ocuparía la presidencia honorífica.
El proyecto de escribir
su diario y sus memorias, a pesar de sus buenas intenciones iniciales, fue
efímero ya que al año de comenzarlas las dio por acabadas:
Empecé a escribir este
modesto diario de un jubilado el 21 de febrero de 1976, semanas antes de
cumplir los setenta años y poder por tanto ostentar con rigor este título.
Tenía la intención de ir eslabonando poco a poco mis impresiones diarias de los
días que aun tuviera Dios la bondad de concederme, mezclando con ellas
recuerdos, anécdotas, sucedidos, etc. Pero al tener ya cercano el primer aniversario
de esta iniciativa me encuentro con un cúmulo de cuartillas escritas,
deshilvanadas muchas de ellas, poco interesantes las más y sobre todo, un poco
cansado de la carga que yo mismo me impuse. Y como todo tiene solución en este
mundo, también las van a tener estas memorias haciendo punto final cuando se
cumpla el año de su iniciación.
Creo que ya está bien
con lo conseguido, y que ahora debo dedicar algunos meses a ponerlas en limpio,
corregirlas, y hasta hacerlas legibles ya que por haber sido escritas a vuela
máquina, se impone lógicamente su corrección y su legibilidad.
Aunque no me he atrevido
a contarlas, seguramente son más de mil las cuartillas emborronadas,
suficientes y sobradas si algún día expurgándolas de la paja abundante de mi
prosa, quisiera reducirlas a un modesto libro de memorias.
Ese libro de memorias nunca llegó a publicarse. Son
cinco tomos de tamaño folio, con un total de novecientas cuarenta páginas. Yo,
gracias a su hijo Baltasar, he tenido el privilegio de poderlas leer, cosa que
he hecho con mucho placer y fruición, y han sido una base muy importante de lo
que he podido escribir en estas Crónicas sobre su persona.
SUS “DÉCIMAS”
Mi afición de componer décimas me viene de antiguo, desde mis años universitarios en Sevilla y tal vez por mi amistad y mi admiración hacia un compañero de Derecho, Luis Cernuda, amistad forjada en aquella clase de Pedro Salinas que animó nuestras primeras aficiones literarias […].A los jóvenes poetas, y perdonad que me incluya en ellos, nos gustaba por aquellos años mucho la décima. Otro compañero mío, anterior a Cernuda, pues lo conocí en el colegio de los Jesuitas del Puerto de Santa María estudiando el Bachillerato, Pedro Pérez Clotet, también fue un celoso cultivador de décimas.
Unos años antes de su jubilación, como un entrenamiento, emprende la composición de décimas en un sentido jocoso, en cualquier situación y momento: dedicadas a viajes que ha realizado, noticias llamativas que ha encontrado en la prensa, algunas dedicadas a los políticos de su época, como contestación a algunas palabras realizadas por un amigo en una comida, en cualquier acto de homenaje, etc.
Le gustaba mucho recortar en los periódicos noticias interesantes o de doble sentido, y de ellas componer unas décimas las cuales guardaba en un grueso volumen cada día más abultado. Empezó haciéndolo sólo de noticias políticas, “pero pronto me di cuenta que también lo merecían algunas noticias de prensa, sobre todos las de carácter erótico o atrevido”.
En estos últimos tres años mi afición literaria se ha derivado por un nuevo camino, si no muy poético, si lo suficientemente entretenido para mi, para cultivarlo con asiduidad y gusto. Escribir décimas humorísticas de circunstancias o políticas, de circunstancias porque las primeras las inspiraron las incidencias de dos viajes, uno a Tierra Santa y otro al Japón y que destiné exclusivamente a los compañeros de uno y otro viaje.
Cuando fue encargado Carrero Blanco de formar Gobierno me llamó aquella tarde José Luis Estrada para darme el anticipo de la futura lista ministerial que un buen amigo suyo, Barrera de Irimo, futuro ministro de Hacienda le anticipara indiscretamente por teléfono.Aquella misma noche enjareté en diez décimas de carácter festivo los titulares de cada una de las carteras, que leí a algunos amigos por la mañana, y que me llamaron sorprendidos por la tarde cuando la radio dio la lista del nuevo Gobierno, que era sin ningún error el reflejado en mis décimas.Ello me incitó a comentar en décimas algunas noticias periodísticas curiosas que se prestaban a adobar con algunas notas de humor sus consonantes.Llegó más tarde el nombramiento de Presidente del Gobierno de un fraternal amigo mío, Carlos Arias, y me propuse ir recogiendo, a través de su gestión, sus más importantes actuaciones públicas en décimas, encabezándolas con la oportuna información gráfica que los periódicos del día me proporcionaran, y como mejor y más verídica ambientación para los futuros lectores. […]Como ya sobrepasan los dos centenares las compuestas, no excluyo la posibilidad, si Dios me da constancia y consonantes de convertirlas en un verdadero libro cuando acabe su mandato.He leído algunas a los amigos, quienes me insisten en el interés que tendría publicarlas a medida que las hago, pero tengo el temor de que puedan molestar a alguien y ni mi circunstancias ni mi edad, me invitan a tomar parte alguna en la revuelta política que vivimos y menos en la que vamos a vivir.El último discurso de Arias, lo he resumido en treinta décimas, todas ellas en serio porque lo requiere la seriedad y trascendencia del tema, aunque con un final irónico.
Solo hago de cada una de ellas tres ejemplares por el temor a la difusión de las fotocopias. Uno para Carlos y dos para mí, y por si todas ellas se perdieran el día de mañana, y estos renglones no se pierden y hay algún curioso que los ojee, dejaré alguna constancia de las mismas.
Carlos Arias Navarro desde los tiempos de
estudiante, era uno de sus mejores amigos. Siempre mantuvieron una cordial correspondencia.
El último es la colección de décimas compuestas durante el mandato político de Carlos Arias que he recogido en un tomo de folios fotocopiados, con su correspondiente noticia periodística que las ilustran y del cual he hecho tan solo unos ejemplares para mi familia.
Este sí creo que de haberse publicado en su momento hubiera podido tener cierto interés y difusión, pues se trata de décimas políticas llenas de humor que de haber sido publicadas en periódicos o recogidas en un libro hubieran sido aceptadas con éxito.
Versos de sabor quevedesco que tengo en carpetas muy bien ordenadas. Se trata de las décimas políticas con las que apostillo las noticias periodísticas que me las inspiran, la mayoría de ellas referentes a las actividades de Arias, y algunas de las cuales he dado a leer.Las tengo fotocopiadas en cinco ejemplares, pues deseo que no se pierdan el día de mañana, por el valor que puedan tener como notas de humor.Hace unas semanas tuve el valor de componer más de treinta décimas con el último discurso de Arias en las Cortes, procurando tomarlo en su esencia, e incluso con frases propias aprovechando para ello la acotación literal de aquellas frases octosílabas que lograba entretejer. En este caso, dada la seriedad del discurso y su transcendencia, reduje el humor a una última décima que resumía mis impresiones.
Me toca en este momentopolítico, excepcional,abrir el cauce normalde un futuro planeamiento.Sé que es difícil mi intento,para evitar disonanciaso inútiles discrepancias,pero no olvido ni ignorola importancia de este forode profundas resonancias.
Cuento con vuestro calory con vuestra confianzaa fin de que esta mudanzase ejecute con rigor.Más será nuestra laborde vasos comunicantes,ya que se trata de instantesentre dos tiempos distintos,pero con cambios sucintospor no ser tiempos distantes.
Y Baltasar remata el final del discurso con este Estrambote propio:
A estas palabras sincerasy a estos conceptos austerosle han sobrado algunos peros,y faltado algunas peras.Enarboló sus banderas,mas se marchó por las ramas,y algunas de sus proclamasal ofrecer concesioneslas expresó en ocasionesen forma de crucigramas.
Después de leer un libro de poesía de su amigo Alfonso Canales Pérez-Bryan (1923-2010), “El año sabático” que publicó en 1976, impresionado por la calidad de la obra, Baltasar Peña, tomó la decisión de “yo me voy a reducir a ser poeta de mis décimas, que para mí siguen teniendo su mijilla de regusto poético y humorístico”. “Desde ahora entrego a mi amigo Alfonso, el centro de la poesía malagueña y yo me quedo, muy gustosamente de coplero popular”
El 3 de marzo de de 1977, en un rápido viaje de ida y vuelta, que realizó Baltasar Peña a Madrid, aprovechó para llevarle a su antiguo amigo Carlos Arias Navarro “unas docenas de décimas, compuestas durante su mandato presidencial, y todas ellas alusivas a sus incidencias políticas”
Siempre
ha sido uno de mis mejores amigos, y con el que he conservado a través de estos
cincuenta años últimos, trato o correspondencia. Precisamente el lapso de
tiempo en que he estado más alejado de él, empezó en su época de Alcalde de
Madrid, para agudizarse al llegar a Ministro y quedar reducido a simples cartas
de secretario particular en los momentos Ministeriales o Presidenciales.
Pero
tenía que ser así. Solo una vez he ido a visitarle siendo ministro, porque yo
sabía bien que entonces le sobraban las visitas.
Estuvo un gran rato ojeando el libro de décimas que le llevé y creo que le servirán de satisfacción e incluso de sosiego, pues todas destilan algo de humor sano, y el humor es el mejor lenitivo de nuestros propios malos humores. Me pareció sin embargo que en la actualidad no está en condiciones para saber catar la inocente salsa con la que yo las he adobado.Le advertí que aun cuando todo el libro rezuma afecto para el amigo, desde la primera décima que así lo anuncia, hasta la que lo cierra con un piropo al flamante marqués, en algunas personales no había tenido más remedio que adobarla con la sal y la pimienta oportuna.En el libro no aparece el nombre del autor por ningún lado. Tan sólo para que los que lo deseen indaguen su autor, he incluido una décima y un retrato mío publicado en “Sol de España” con motivo de mi jubilación.No me gustaría que este libro se divulgase para no herir susceptibilidades, aunque mi humor siempre es limpio y de buena fe, pero por otro lado tampoco quería dejarlo sin entregárselo a quien sirvió de inspiración y para el que fue hecho.Le he pedido que no lo deje copiar a nadie, si acaso que personalmente se lo lea a quien quiera, prometiéndole que no me he atrevido a publicarlo en primer lugar porque en algunas de ellas pudiera algún político amigo sentirse ofendido, y en segundo porque a mis años no me parecía lógico enrolarme públicamente en una literatura de exclusivo humor.Si cuando yo falte, surgiera la oportunidad de que le interesaran a alguien e incluso se decidieran publicarlas, que lo hagan. Tampoco ninguna de las décimas tiene la dosis suficiente de mala intención para hacerlas impublicables.
Y ya a mi vejez he tomado un nuevo camino, que es que yo creo ha sido, el más acertado y congruente con mis posibilidades, mi manera de ser actual. Camino precisamente diametralmente opuesto a la vena lírica que me vaticinaban. Una serie de décimas políticas, todas ellas de humor, iniciadas precisamente durante el mandato de Carlos Arias e inspiradas y mantenidas por la amistad entrañable que con él siempre he tenido.Va a ser una obra que se quedará inédita pues sólo he hecho unos ejemplares en fotocopias. En todas ellas se reproduce la fotografía o la noticia periodística que da lugar a las décimas. Algunas tan pesadas como los propios discursos del Presidente en décimas, utilizando incluso sus mismos párrafos. Pero en conjunto estoy contento de lo conseguido, y creo que si se publicaran hoy tendrían una gran aceptación, pero no me atrevo por lo que en ella pueda haber de molestia para cualquiera de los aludidos, muchos de ellos buenos amigos míos.
Al inicio de la década de los años ochenta,
compuso tres pequeñas obras en décimas, que tuvieron comentarios elogiosos a
nivel nacional, y que al ser tiradas muy cortas, fueron muy buscadas por los
interesados en la temática. Los títulos son:
Cuando nos trajo la prensa una separata con el texto completo de la Constitución española, sentí, no sé por qué, el deseo de versificarla. Corno este deseo surgió en mí antes de la lectura, no puedo atribuirlo a las bellezas literarias del articulado que se ofrecía ante mis ojos.Al principio, estimé tal deseo como una tentación, y procuré rechazarla, no tanto por las dificultades que podía suponer el empeño, sino por la inutilidad del mismo. Sin embargo, por puro juego, inicié el trabajo (si es que se le puede llamar así), encerrando en cuatro o cinco décimas los primeros artículos constitucionales. He de confesar que, como la labor no me costó mucho esfuerzo, volví a pensar esta vez más en serio, en la posibilidad de acceder a mi primer impulso.En menos de una semana, me encontré con la Constitución rimada en 169 décimas, número igual al de sus artículos, pues tomé, desde el principio, la determinación de encerrar cada uno de ellos en una espinela, a pesar de la desigual longitud de sus textos; el más corto tiene apenas renglón y medio, y el más largo cuenta con 183 renglones y 32 apartados. No he creído necesario versificar también las disposiciones adicionales, transitorias y derogatorias, ni la disposición final.
1981: «Articulado de la ley del Divorcio, corregido,
aumentado y rimado, para guía de los que la necesiten y recreo de los que no
les haga falta».
Aun
cuando la reincidencia está considerada como una circunstancia agravante de la
responsabilidad penal, yo me permito invocarla en este caso como atenuante
cualificada. Cuando hace meses publiqué La Constitución Rimada, una fortuita
emisión de radio, a la que debo expresar mi agradecimiento más sincero, me
sirvió de espontánea y eficaz propaganda, para la venta de una gran parte de la
edición.
Ello,
como es lógico, me impulsa a repetir la experiencia con la llamada Ley del
Divorcio.
Si la
Constitución significa la suprema ordenación política de los españoles, la Ley
del Divorcio puede significar nuestra no menos difícil ordenación familiar.
Creo, por tanto, en su importancia.
Se compone de 68 décimas, más prólogo y epílogo.
En el prólogo escribe:
Si te quieres divorciar
esto te puede servir,
igual para sonreír
que para hacerte pensar.
A nadie ha de molestar
lo que este libro refleja,
pues esta ley tan compleja
para todo tiene excusa,
aquel que la quiere, la usa
y el que no quiere la deja.
Y en el epílogo:
La ley ofrece la opción
del divorcio o nulidad,
o a quedarte en la mitad
sin más que separación.
Hay que tener precaución
en asuntos del querer,
pues debemos preveer
de que es mejor un marido
malo, pero conocido,
que bueno, por conocer.
1982: «Estatuto de Autonomía para Andalucía, para
iniciar a los sorprendidos y sorprender a los iniciados».
Se compone de 75 décimas o espinelas, una para cada artículo del Estatuto de Autonomía de 1981 (Ley Orgánica 6/1981), más una última décima sobre las disposiciones adicionales, transitorias y final.
No he creído justo, después de haber puesto en letra y rima la Constitución española y la llamada Ley del Divorcio, dejar huérfano de este adorno al Estatuto de Andalucía.A este nuevo intento me mueve, en primer lugar, el hecho de ser andaluz y, en segundo, el de ser malagueño, pues ahora que nos estamos enterando de la historia de Andalucía, he venido a saber que fue en Antequera donde, en 1883, los federales redactaron la primera Constitución para los Cantones Andaluces; que el 22 de julio del mismo año comenzó en Málaga la insurrección cantonal; y que en 1918, al amparo de la Constitución antequerana, se fijó y desarrolló en Ronda la ideología andalucista y se creó el escudo y la bandera de la Región. […]El Estatuto no es una panacea (qué duda cabe) sino un proyecto que hemos acariciado los andaluces. Sirva de algún modo esta labor mía al empeño de transformar ese proyecto en una gozosa realidad.
El epílogo de este librito es antológico:
Tras de la Constitución,el Divorcio y Estatuto;aquí se termina el frutode mi pobre inspiración.Os debo pedir perdónpor renglones tan trivialestal vez poco originales,pero por doscientas “pelas”os salen las espinelasa menos de diez reales.
En sus memorias “Reencuentros conmigo mismo”, dice Baltasar Peña
Tal vez
el tiempo que todo lo decanta, pueda incluso concederle como a los vulgares
mostos, nuevos y atractivos sabores, y algún estudioso de mañana, cuando yo ya no sea ni recuerdo de los que vivan, recoja en una futura tesis o
tesina, quizá esto último, porque no, me siento hombre de tesis, estas
expansiones humorísticas, al menos, como extraña flor de unos años en los que
el humor se ha hecho tan negro y tan enrevesado. Porque el mío, ciertamente no
es ni negro ni complicado, sino sonriente, humor de juegos de palabras y de
ligeras impresiones de un andaluz que a pesar de todo, no se siente ni se ha
sentido nunca ni trágico, ni pesimista.
Y que
Dios me conserve esta manera de ser y de pensar... y qué mejor que esto para
acabar este día en el que hasta la lluvia ha venido a alegrar mis pajarillas de
labrador y de futuro cosechero de unas gordas y relucientes aceitunas.
El 30 de octubre de 1980, fallece su hijo Carlos Peña Álvarez con
treinta y ocho años de edad, a causa de un cáncer linfático. Estaba casado con
Pilar Díaz Rivas, tenía un hijo y una hija.
Un año más parte, en septiembre de 1981 Baltasar escribió,
dedicado a su hijo fallecido, «Cinco sonetos para una misma pena. Carlos»,
que recogió en un pequeño librito de poco más de veinte páginas.
1983: «Vivencias. Artículos periodísticos publicados desde 1933 a 1936».
Publicación de la Librería Anticuaria “El Guadalhorce”, 108 páginas, formato 22 x 16 cm.
En los años 33 al 36 publiqué en la
prensa de Málaga algunos artículos que conservé, sin saber donde, y que por una
agradable casualidad he logrado encontrar últimamente, y otros, muy pocos de
fecha posterior.
Son en su mayoría artículos políticos,
en unos momentos difíciles y comprometidos, y otros de carácter local o
literarios.
Su lectura me ha producido una
agradable sorpresa, ponerme de manifiesto mi pensamiento en aquellos años, y
poder observar por el tiempo pasado algunas modestas cualidades de profeta o de
soñador.
También me han servicio para recordar
ese dicho tan manoseado de que la historia se repite, aun cuando para nosotros,
su repetición nos ha cogido siempre por diferentes flancos.
Muchas de las cosas que glosé hace diez
lustros están volviendo a pasar y a tener actualidad: muchas de las
afirmaciones o negaciones tenemos que seguir afirmándolas o negándolas en el
día de hoy, aunque cuando también en otras, tengamos que lamentar nuestra poca
vista.
Edición propia. 112 páginas, formato 24 x 17 cm.
En la portada aparece una imagen del rondeño Vicente Espinel (1550-1624), sacerdote, escritor y músico del Siglo de Oro, que transformó la estructura de la “Décima”, estrofa también conocida como “Espinela”. También aparece el clásico termómetro de mercurio, por aquello de las “décimas y destemplanzas”.
Son un conjunto de unas 368 décimas escritas a lo largo de sus últimos años, dedicadas a diversos temas: homenajes, cumpleaños, recuerdos de viajes, dedicados a la Virgen, a sus hijos y sus nietos, al Teléfono de la Esperanza del cual fue colaborador, comidas y tertulias con amigos y compañeros, semblanzas, etc.
Aclaremos que lo que yo he deseado en
él es recoger unos pequeños recuerdos, íntimos y personales, sin complicaciones
en la rima, sencilla y fácil, sin rebuscada complicación.
Aquí creo haber dejado afectos,
intimidades, humor, lágrimas, tristezas, esperanzas y alegrías, y sobre todo,
recuerdos, algo mío que no sé ni lo que es.
Este libro es, ni más ni menos, el
mejor homenaje que la poesía malagueña puede rendir al poeta rondeño Vicente
Espinel con la variedad rítmica de esas décimas o espinelas perfectas salidas
de su pluma a borbotones como lección de ser andaluz y mediterráneo.
Uno, por
no decir el más fundamental mérito y defecto a su vez de mis aficiones
literarias es el de escribir siempre con prisa, sin corregir nada, lo mismo en
prosa que en verso y la consecuencia natural es el abuso inevitable de los
ripios en la poesía y de las disquisiciones en la prosa. Pero como así he sido
siempre, a casi mis setenta y un años no voy a cambiar de táctica, ni a
emprender nuevos rumbos.
Escritos
he dejado varios libros en prosa y verso. Unos malos, otros peores y algunos
aceptables.
ARTÍCULOS ESCRITOS
Ya he hablado del conjunto de
artículos que publicó durante la Segunda República y que fueron recogidos en su
libro “Vivencias”. Hubo muchos más
artículos escritos posteriormente, pero están diseminados en diversos
periódicos y son difícil de rastrear.
Entre los más significativos de los
aparecidos en revistas especializadas, podemos señalar:
En la revista Gibralfaro, editada por el Instituto de Estudios Malagueños:
- La Real Academia de Bellas Artes de San Telmo de Málaga, en el nº 8 (1958), pp. 77–89.
- La pintura malagueña en las Exposiciones nacionales, en el nº 10 (1959), pp. 3–5.
- José Vallejo, reportero gráfico de la guerra de África, en el nº 12 (1961), pp. 37–42.
- A la Cueva de Nerja (poesía), en el nº 12 (1961), p. 62.
- El Colegio de Abogados de Málaga, en el nº 14 (1962), pp. 67-69.
- El Jardín de la Abadía, en el nº 18 (1966), p. 5–10.
- Importaciones en desuso, en el nº 21 (1969), pp. 21–23.
- Cartas de Salvador Rueda, en el nº 23 (1971), pp. 87–98.
- El Liceo: medio siglo de vida cultural malagueña, en el nº 24 (1972), pp. 163-180.
En la revista Jábega, de la Diputación Provincial de Málaga:
- También las flores tienen historia, en el nº 2 (1973), pp. 10–11.
- El Polígono de los cien años, en el nº 3 (1973), pp. 22–23.
- Don Francisco Romero Robledo, poeta antequerano, en el nº 5 (1974), pp. 96–99.
- XXV aniversario de la Caja de Ahorros Provincial, en el nº 6 (1974), pp. 6–7.
- Bodas de Plata, en el nº 8 (1974), pp. 6-8.
- En otras revistas:
Itinerario por la Málaga
decimonónica, en Arquitectura: Revista del Colegio Oficial de
Arquitectos de Madrid (COAM), en el nº 187–188 (1974) pp. 4–15.
Aproximación a la pintura malagueña
del siglo XIX, en el Boletín del Museo Diocesano de Arte Sacro, en el nº
1-2 (1981) pp. 137–145.
Baltasar Peña era un gran coleccionista de arte, principalmente de pintores malagueños del siglo XIX. Tenía afinidades con pintores, literatos y críticos de arte. Incluso él había hecho algunas críticas de arte y presentaciones en exposiciones de pintores.
No le gustaba gastar grandes cantidades de dinero en cuadros. Realizaba compras en anticuarios donde buscaba una ganga, en el Rastro de Madrid, en muy buenas condiciones económicas o en colecciones particulares. A veces conseguía auténticas joyas de la pintura por poco dinero. Algunos de los que poseía eran regalos de pintores o amigos. Recordaba con claridad la fecha en la que compró los cuadros, lo que le costaron y un poco de su historia.
Creo que fue en el mes de agosto de 1953. Vino a mi despacho Juan Temboury, acompañado del secretario de Picasso, Jaime Sabartés, a ver unos cuadros de palomas (una blanca y otra negra) que yo tenía del padre del famoso pintor, José Ruiz Blasco.Le encantaron a Sabartés y me indicó que Pablo tenía grandes deseos de tener un cuadro de su padre, ya que no conservaba ninguno.Le ofrecí la paloma negra que tenía, y me pidió también una fotografía de la blanca que yo iba a conservar, anticipándole que se la entregara a nuestro paisano, ya que yo tenía mucho gusto en ofrecérsela generosamente.
La PALOMITA pintada por D. José Ruiz Blasco, que tuvo a bien confiarme llegó a Paris perfectamente. Tuve la suerte de poderla entregar inmediatamente a su destinatario. Picasso quedó encantado del obsequio, agradeciéndolo infinitamente. Me encargó que se lo diga de su parte. […]Picasso me encarga que le pregunte si estaría dispuesto a venderle la PALOMA BLANCA, única que le queda, después de haberse desprendido tan generosamente de la otra.
Le contesté a los pocos días comunicándole que me alegraba sobremanera le hubiera sido tan grata a Picasso recibir la palomita que le envié, y con respecto a la blanca, le advertí me enviara la negra, y que con gusto la cambiaría por la blanca, pues no quería desprender de las dos, por ser coleccionista de cuadros de pintores malagueños del siglo XIX, y no tenía más cuadros de su padre.Nada me contestó a ello, ni nada más se volvió a hablar sobre las palomas.
En diciembre de 1960, Baltasar Peña escribe una carta a Jaime Sabartés, secretario de Pablo Picasso, la cual iba acompañada de dos fotos realizadas a dos cuadros pintados por el padre del gran artista malagueño.
En octubre de 1961, con motivo del ochenta cumpleaños de Pablo Picasso, Baltasar Peña se desplazó a Niza junto a Juan Temboury, Enrique Lafuente, los arquitectos Salas y Fernando Chueca, y el pintor Antonio Saura.
Francia entera se encontraba movilizada por los actos organizados en honor del artista. Entre los homenajes que se le dieron, uno de los momentos clave se produjo en el Gran Palacio de las Exposiciones de Niza, donde se celebró un festival con actuaciones de artistas de más de nueve países diferentes, en el que la parte final estuvo a cargo de artistas españoles como Aurora Bautista, Paco Rabal, la cantante Nati Mistral, y el bailarín Antonio. La celebración tuvo su punto culminante en una novillada en Vallauris, población donde había vivido Picasso durante ocho años, situada en los Alpes marítimos, a cargo de Luis Miguel Dominguín y Domingo Ortega.
A pesar de las grandes colas de coches para acceder al Palacio de Exposiciones, y el gentío que rodeaba al pintor que impedía a cualquier invitado poder acercarse a intercambiar unas palabras con el mismo, Baltasar Peña y sus compañeros de viaje pudieron saludarlo personalmente.
Parece ser que entre toda la multitud, Juan Temboury alzó la voz y exclamó: “¡Maestro, aquí estamos unos malagueños que hemos venido a acompañarlo!”. Entonces, Picasso se paró en seco y preguntó: “¿Quién ha dicho eso?”. Picasso les acabó invitando a una comida que celebró al día siguiente en Mougins, uno de los pueblos más bonitos de Francia, junto a los artistas españoles que el día anterior habían participado en su homenaje, además de Rafael Alberti y María Tersa León.
Diez años más tarde, el 15 de octubre de 1971, cuando Picasso iba a cumplir los noventa años, Baltasar Peña envió otra carta, esta vez directamente a él, ya que Sabartés había fallecido, en la que le refiere la última visita que realizó Pablo Picasso a Málaga en enero de 1901, cuando solo tenía diecinueve años.
A mediados de octubre de 1891, la familia Ruiz Blasco abandonó Málaga con rumbo a La Coruña, donde el padre habría de tomar posesión de una plaza de catedrático de Dibujo. Desde 1904, Picasso residió en Francia, donde falleció en 1973. En setenta y dos años no volvió a su Málaga natal.
Volviendo a la carta de Baltasar Peña, en ella le refiere que en esos días que estuvo en Málaga, hizo amistad con un muy joven pintor malagueño, Francisco Boigas Aguilar, tres años más joven que Picasso. Boigas, con solo diecisiete años, participó en diversas exposiciones, como la Provincial de 1901 en la que obtuvo medalla de oro, la Nacional de Bellas Artes de ese mismo año y la General de Granada. Sus obras son muy escasas, porque desgraciadamente falleció muy joven, con tan solo 18 años, en 1902.
En la carta, Baltasar Peña le enviaba un dibujo realizado por Boigas, “y he creído le proporcionará un grato recuerdo de su tierra, al verlo, conservándolo y rememorar su autor”. Tampoco hay noticias que Picasso contestase a la carta.
Mi despacho mide más de cuarenta metros cuadrados, rodeado de libros y carpetas, y totalmente cubiertas las paredes de cuadros, la mayoría pintores malagueños del siglo XIX. Creo que tengo colgados en él más de noventa.
Frente a mí el retrato a lápiz que me hizo Félix Revello de Toro, no hace muchos años y al que le correspondí con un cuadrito de Joaquín Martínez de la Vega al óleo, que el pintor deseaba tener. Encima el retrato que me hizo (George O. Wynne) Apperley con ocasión de una exposición que le organicé en la Económica (Sociedad Económica de Amigos del País) hace más de veinte años, con la colaboración de Pérez Serrabona. Retrato en que aun estoy más joven y gordo, y que en vez de recordarme a mí, me trae a la memoria a Juan Jáuregui cuando le conocí hace más de treinta años. A la derecha otro retrato de Hernández (Díaz), este al óleo, pintado en sus primeros años de pintor en mi despacho de la calle del Cister, valiente de ejecución, ajustado de color, cuadro que me gustaría regalárselo a la Diputación para que lo conservara, ya que siempre, si no por el retratado, podría interesar por el magnífico pintor que lo hizo. […]De Julio Caro, tengo a mi izquierda un grupo de casas pintadas a la manera de su tío Ricardo, y más allá, un pequeño dibujo en papel cuadriculado del glorioso Ricardo Baroja, que me regaló el sobrino. […]A mi izquierda también un pequeño dibujo firmado por Eugenio Lucas, que compré precisamente en el rastro de Madrid, con ocasión de un viaje a Madrid recién liberado, en el primer desfile de la Victoria.Otro cuadro interesante es el retrato del Niño de la Palma del pintor rondeño y gran amigo, Joaquín Peinado. […] Este cuadro lo envié al Museo de Málaga para que se exhibiera en una exposición de sus obras, y realmente comparado con los expuestos, el mío me pareció mejor y más interesante que los demás.
Muchos de esos cuadros son permanentes recuerdos de amistades, pasadas en el tiempo pero presentes siempre en mi afecto y en mi recuerdo.
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