LOS PRIMEROS VEINTICINCO DÍAS DE LA GUERRA CIVIL EN ANTEQUERA

 

CONVENTO DE LOS CAPUCHINOS

El 17 de julio de 1936, el alcalde socialista de Antequera, Antonio García Prieto, se encontraba en Sevilla formando parte de la comisión de la Junta de Festejos, que se había desplazado a la capital hispalense con motivo de la preparación de los festejos que iban a celebrarse en Antequera con motivo de la Feria de agosto.

Uno de los objetivos era ponerse al habla con un empresario taurino, con el cual no pudo llegarse a un acuerdo por las excesivas pretensiones económicas de éste que rebasaban la cantidad que los comisionados tenían fijada como máximo para celebrar un gran espectáculo taurino en la Plaza de Toros de Antequera.

Otro de los objetivos era ponerse en contacto con las autoridades sevillanas, que les habían prometido facilitar algunos elementos para utilizarlos en la instalación de la Feria, como algunas casetas, material de alumbrado, adornos y plantas.

Al llegar a Antequera, la tarde de ese día 17, García Prieto recibe las primeras noticias de la sublevación militar que se había producido en Melilla. Puesto al habla con el gobernador civil, José Antonio Fernández Vega, este le tranquiliza y le informa de que no van a existir mayores complicaciones. Sin embargo, la noticia del levantamiento militar en Melilla, tuvo en Antequera, como en la gran mayoría de los pueblos y ciudades de España, una respuesta prácticamente inmediata.

SÁBADO 18 DE JULIO

El 18 de julio de 1936 era sábado, y en la comarca de Antequera la mayoría de la población estaba ocupada en las tareas del campo, ajena a los sucesos que estaban ocurriendo en las ciudades.

A través de las emisoras de radio de Málaga (EAJ 9, Radio Málaga), Sevilla (EAJ 5, Unión Radio), Ceuta, Tetuán o Madrid, se recibían noticias confusas y contradictorias de lo que estaba ocurriendo en todo el país. Unas apuntaban a un éxito del pronunciamiento militar y otras aseguraban el aplastamiento del mismo.

Por la mañana, se celebró en la parroquia de San Sebastián, una misa funeral en sufragio por el alma de don José Calvo Sotelo, asesinado unos días antes.

En Málaga, la tarde del 18 de julio, una compañía al mando del capitán de Infantería Agustín Huelin, con banda de música, sale del Cuartel de Capuchinos en dirección a la Comandancia Militar, en la calle Casas de Campos, con la intención de declarar el Estado de Guerra.

Al llegar a la Comandancia, el capitán Huelin entró en la misma unos minutos, y al poco, salió a la calle con el Bando de guerra firmado por el comandante militar de Málaga, el general Francisco Patxot. En la misma puerta de la Comandancia se procedió a su lectura. Desde allí, se dirigió la compañía al Gobierno Civil, que se encontraba en el edificio de La Aduana.

Lo que ocurrió en Málaga a partir de ese momento, ya lo conté brevemente en la Crónica «DETENCIÓN Y ASESINATO DE JOSÉ MARÍA HINOJOSA LASARTE»

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2024/08/detencion-y-asesinato-de-jose-maria.html

Al anochecer en la capital malagueña, grupos de individuos arrojaron gasolina en las puertas de algunos negocios de la calle Larios, prendiendo fuego al líquido, que comenzó a arder rápidamente, propagándose las llamas al interior de los establecimientos. Se intentó apagar el fuego, pero resultó una tarea inútil. A las doce de la noche, la calle Larios ofrecía un aspecto dantesco, ya que las llamas se habían extendido por muchos edificios.

Conocida la declaración del Estado de Guerra en Málaga, Antonio García Prieto, organiza una expedición de voluntarios que marcharán esa misma noche desde Antequera en tren hacia Málaga. La intención era ayudar a la defensa de la capital, ya que circulaban rumores de un desembarco de legionarios en el puerto procedentes de Melilla.

A la par ordena a sus hombres, principalmente a los miembros de su partido y a los directivos de las sociedades obreras, que se dividieran en grupos y se situaran en los lugares céntricos de la ciudad, para informar de lo que estaba ocurriendo.

Algunos individuos comenzaron ya a amenazar con hoces y otros instrumentos, y a pedir armas de fuego. Testigos que vivieron estos hechos, hablan de un doble estado de ánimo entre los miembros del Frente Popular y de las personas de derechas. «El Sol de Antequera» refleja en sus páginas “...se manifestaba la hostilidad, el odio y el temor o satisfacción, entre las integradas por derechistas o izquierdistas, según su optimismo o preocupación”

Comienzan a producirse las primeras detenciones por las milicias del Frente Popular. Es el caso de Javier Rojas Álvarez, funcionario municipal, y de Juan Rodríguez Díaz, a este último, lo detienen cuando paseaba por la calle Estepa. Ambos fueron ingresados en el arresto municipal.

Esa noche, José Rojas Pérez, directivo de Acción Popular, no confiando en su ascendiente con los obreros, fue a refugiarse, en unión de sus tres hijos Carmen, Dolores y José Rojas Manzanares, y de su yerno Antonio Carreira Jiménez, casado con Carmen, en el domicilio de don Eusebio Ureta Manzanares, en la calle Carreteros.

DOMINGO 19 DE JULIO

En Málaga, tras varias horas de negociación entre las fuerzas militares que rodean La Aduana, y los Guardias de Asalto que la defienden, sobre las cuatro y media horas del domingo 19 de julio, el general Patxot ordena el repliegue de las tropas a los cuarteles; produciéndose en ese momento deserciones y un descontrol absoluto por parte de los sublevados. El levantamiento militar en Málaga ha fracasado.

Cuando amaneció el domingo 19 de julio, parecía claro que los militares rebeldes se habían impuesto en las capitales andaluzas de Sevilla, Cádiz y Córdoba, mientras que habían fracasado en la capital malagueña. En Granada, no fue hasta la tarde del 20 de julio cuando el general Miguel Campins, en contra de su voluntad, proclamó el Bando de Guerra.

En todas las zonas que habían quedado bajo control gubernamental, se empezaron a adoptar las primeras medidas de resistencia contra el levantamiento militar. Los sindicatos obreros CNT y UGT, declararon la huelga general en toda España, y junto a los partidos de izquierdas, se pusieron a la tarea de organizar, mediante voluntarios, unas milicias armadas, con las que trataban de suplir las carencias del debilitado aparato estatal, y el vacío causado por la quiebra de las estructuras militares.

En camiones, algunos de ellos requisados, sindicalistas y milicianos, recorrieron toda la comarca con objeto de avisar de que había estallado la guerra a los campesinos dispersos por el campo y que estaban ocupados en las tareas del mismo: «En guerra no se trabaja, se hace huelga general», era uno de sus gritos.

Al regreso del tren que había ido a Málaga, se tuvieron noticias más exactas de lo ocurrido en la capital malagueña.

La Corporación municipal de Antequera, formada solo por nueve concejales socialistas, presidida desde el 21 de febrero de 1936 por Antonio García Prieto, dejó de ser el órgano de gobierno real del municipio, y en su lugar se formó un Comité que asumió todas las competencias en materia de orden público, defensa, abastecimiento y de la economía local en general. El presidente del Comité, será también García Prieto. En ella estaban la mayor parte de los concejales socialistas.

Una de las primeras decisiones que tomó el Comité, fue la de requisar las armas de fuego que hubiera en Antequera y en los cortijos, con la intención de repartirlas entre los elementos del Frente Popular. El escaso armamento que se requisó estaba formado por escopetas de caza y algunos rifles y pistolas, muchas inservibles y otras tantas obsoletas. Este armamento quedó depositado en el Ayuntamiento.

Otra de las medidas tomadas fue establecer puntos de guardia y vigilancia en distintos lugares estratégicos señalados por el Comité. Se colocaron algunas alambradas y rudimentarias barricadas de sacos terreros en las calles que daban a los accesos del pueblo. Los que estaban apostados en este lugar, controlaban las entradas y salidas del mismo, vigilando la llegada de vehículos o forasteros. Todo el que quisiera salir del pueblo, tenía que hacerlo con un salvoconducto del Comité, o un documento sellado y firmado por alguna organización que formara dicho Comité. Con esto, también se trataba de impedir la huida de los más destacados elementos derechistas.

Mientras tanto, los guardias civiles destinados en Antequera, que era la sede de la 4ª Compañía del 16º Tercio, y cabecera de Línea, se acuartelaron en espera de recibir órdenes superiores. El mando de la compañía lo desempeñaba accidentalmente el teniente Luis Muñoz Muraga. 

El acuartelamiento de la Guardia civil en sus cabeceras de Línea, fue un hecho muy común en todos los pueblos de España al iniciarse el golpe de estado. Los comandantes de los puestos seguían lo indicado en la “Circular Muy Reservada”, núm. 278, de 16 de diciembre de 1933, dictada por la Inspección General de la Guardia civil.

En ella se perseguía que los pequeños destacamentos de la Guardia civil, para no quedar aislados, y a merced de grupos numerosos de revolucionarios, fueran a concentrarse en las cabeceras de línea o en otros puestos que tuvieran mejores medios de defensa, a la espera de órdenes superiores o refuerzos. El acuartelamiento, no era, por sí mismo, un posicionamiento a favor del golpe, sino seguir una orden superior ya escrita con anterioridad.

Sobre esta Circular, ya hablé en la Crónica «EL ATAQUE POR PARTE DE LAS MILICIAS DE CAMPILLOS A LA CASA CUARTEL DE EL SAUCEJO»

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2022/08/el-ataque-por-parte-de-las-milicias-de.html

A nivel nacional, los líderes de los partidos del Frente Popular y de las organizaciones obreras habían estado exigiendo al Gobierno que se armase al pueblo, y a ello se negaron tanto el presidente de la República, Manuel Azaña, como el presidente del Gobierno Casares Quiroga, por considerar este acto el equivalente a entregar el poder a los revolucionarios. 

La mañana del 19 de julio presentó la dimisión Casares Quiroga, y José Giral es nombrado presidente del Consejo de Ministros, y ministro de la Gobernación, al general Sebastián Pozas.

En Antequera, la tarde de ese día, fue asesinado a puñaladas el sacerdote don José Jiménez del Pino, siendo esta la primera víctima local de la gran represión que se desarrollaría en esos próximos días. Este sacerdote, desempeñaba el cargo de vicario arcipreste de Álora.

Esa tarde del 19 de julio, cuando salía de su casa para ir a casa de su amigo el sacerdote don Miguel Palomo Vallejo, fue agredido en plena calle Calzada, por dos jóvenes, que le produjeron varias heridas de arma blanca en el costado y vientre, esta última fue la que le causó la muerte. Fue llevado en camilla al Hospital, y en vez de efectuar el recorrido por el trayecto más corto, los encargados de llevarlo prolongaron el camino, haciendo además frecuentes paradas, que aprovechaban grupos de extremistas para descubrir al herido y hacerle objeto de los mayores insultos, a los que la víctima respondía: «¿Qué os he hecho para que así me maltratéis?». Operado al ingresar en el Hospital, falleció a las ocho de tarde de ese mismo día.

JOSÉ JIMÉNEZ DEL PINO, de 67 años de edad, era natural de Antequera. Ordenado sacerdote en 1891. Era licenciado en Sagrada Teología. Arcipreste de Álora. En 1934, ganó un pleito al Ayuntamiento de ese pueblo, que había prohibido tocar las campanas. Abandonó Álora pocas semanas antes, viniendo a refugiarse a Antequera, donde se creía más seguro.

José Jiménez del Pino

Es detenido, por un Guardia municipal, a las tres de la madrugada de ese día, Federico Vilanova Más, falangista, en compañía de su padre Salvador Vilanova Blasco, llevándolos al arresto municipal.

También detienen esa mañana a Manuel Rodríguez Díaz, cuando fue a llevarle a la cárcel el desayuno a su hermano Juan, que había sido detenido el día anterior, cuando paseaba por la calle Estepa.

Alrededor de las ocho y media de la noche del domingo 19, empezó el saqueo e incendio de algunos edificios de Antequera, siendo el primero la Ferretería y Armería de don Rafael Vázquez, de donde se llavaron las armas, y momentos después empezó la destrucción del Casino y de la librería e imprenta “El Siglo XX”, editora de «El Sol de Antequera». Esa noche se incendiaron los siguientes edificios:

Circulo Recreativo - Círculo Mercantil - Casa de Don José Moreno Pareja-Obregón de calle Laguna - Casa de Don José Carreira Jiménez, Lucena nº 26 - Casa de Don José Carreira Ramírez, calle Lucera nº 28 - Ferretería y Armería, e incluso el domicilio particular de Don Rafael Vázquez Navarro en calle Diego Ponce nº 12 - Casa de Don Juan Rodríguez Díaz, calle Encarnación nº 42 - Casa de Don Juan Muñoz Rojas, en calle General Ríos nº 1 - Casa de Don Sebastián Herrero Sánchez, Plaza de S. Sebastián 7 (el edificio no fue siniestrado, aunque si los muebles que fueron sacados a la calle) - Tienda de tejidos y domicilio particular de Don Félix Ruiz García, en calle Estepa nº 48 - Casa de Don Santiago Vidaurreta Palma, en calle Romero Robledo nº 23 - Imprenta “El Siglo XX”, con el domicilio particular del dueño Don Francisco Javier Muñoz, calle Estepa, esquina a la de Tercia – Círculo de Asociación Patronal Agrícola, en calle Estepa - Sala de billares que existía en el mismo edificio - Una cochera de D. Joaquín Moreno Fernández de Rodas, sita en calle Laguna, junto a la casa de D. José Moreno Pareja-Obregón - Una Lechería que existía en la misma casa de D. José Moreno Pareja-Obregón - Una casa en la calle Carrión junto a la de Carreira propiedad de un Coronel domiciliado en Ronda, y cuyo administrador es Don Fernando Castillo García, habitante en Cuesta de San Judas – También penetraron en casa de Doña Teresa Rojas y Rojas-Arreses, sita en calle General Ríos nº 6 saqueándola y rompiéndolo todo. Y en el siguiente día fue también incendiado el domicilio de Don Agustín Burgos García sito en la calle Capitán Moreno nº 19.

Círculo Mercantil y Recreativo

Imprenta El Siglo XX

Casa de José Carreira

La mayoría de esos edificios fueron saqueados, quemándose a sus puertas enseres y toda clase de objetos que no pudieron llevarse las turbas. No buscaban nada más que la venganza o el simple robo. Hay que hacer constar, que en ninguna de las viviendas y negocios que ardieron, encontraron resistencia de la fuerza pública.

José Muñoz Burgos, director de «El Sol de Antequera», narra en su libro “Un siglo en la historia de Antequera”, cómo fue el mismo García Prieto el que, el 19 de julio, y desde el balcón del Ayuntamiento, pronunció la que, por tradición popular, se convirtió en una de las más famosas frases de la contienda civil en Antequera: “¡Ya puede arder Antequera por los cuatro costados!”

Hagamos notar que ninguno de los edificios que ardieron, estaba relacionado con el patrimonio religioso. Solo el convento de la Trinidad y la Iglesia de Santa Clara, fueron tomados, poco después, como cuarteles generales de milicias socialistas y sedes sindicales. Lo mismo ocurrió con el convento de los Capuchinos, convertido, como ya veremos, el 6 de agosto, en cuartel general de las “milicias rojas”.

LUNES 20 DE JULIO

Apenas José Giral es nombrado presidente de Gobierno, ante las grandes presiones que estaba recibiendo, autorizó la tarde del día 20 de julio, la entrega de armas a las milicias de todos los partidos, sindicatos y organizaciones obreras. Era de esperar que una vez las milicias consiguieran las armas, la situación escaparía del control de las autoridades gubernativas, como así fue.

PRIMER ATAQUE A LA RODA

Ese día se tuvo la noticia que en el cercano pueblo de La Roda de Andalucía, importante nudo ferroviario, las dotaciones de la Guardia civil y de los Carabineros allí localizadas, siguiendo órdenes de la Comandancia militar de Sevilla, habían declarado la noche del día 18 el Estado de guerra, y se habían hecho con el control militar del pueblo y del nudo ferroviario.

Desde Antequera, el lunes 20 se organizó una expedición en tren, principalmente de obreros agrícolas, a los que apoyaban efectivos de Carabineros, que con las armas que habían conseguido en el asalto a la armería y las que habían requisado, se dirigieron a La Roda con el ánimo de recuperarla.

La tarde del 20 de julio, llegó el tren a la estación, y tras atacar a los guardias que se encontraban en el Cuartel próximo a la misma, intentaron ocupar el municipio. La reacción de las fuerzas sublevadas de La Roda fue inmediata, repeliendo dicho ataque, por lo que los milicianos debieron retirarse, con algunas bajas.

Ese día asaltan y saquean el domicilio de José León Sorzano, inmediato al Cuartel de la Guardia Civil. Era amigo personal de José Calvo Sotelo, y tesorero del Comité local de Bloque Nacional, y uno de sus elementos más activos. Los asaltantes, al encontrar determinados retratos y recuerdos de su viaje a Roma con motivo de la boda de D. Juan de Borbón, se ensañaron en la destrucción de todo el mobiliario, lo que obligó a José León y a su familia, a refugiarse en el domicilio de su padre, José León Motta.

También detienen a Manuel de Luna Pérez, en el domicilio de Antonio Rodríguez Torreblanca, en calle Santísima Trinidad, donde se había refugiado. Era vocal del Comité local del Bloque Nacional.

MARTES 21 DE JULIO

A la mañana siguiente, desde el Gobierno civil de Málaga, fueron conminados los tenientes de la Guardia civil y de Carabineros, que estaban al mando de los destacamentos de La Roda, a rendirse, advirtiéndoles de la llegada de un nuevo tren, esta vez de Málaga, con fuerzas destinadas a ocupar la población, y que el tren iría acompañado de un avión que bombardearía el Cuartel.

Los oficiales que se encontraban en el mismo, estuvieron de acuerdo en que la defensa de la población era imposible, y decidieron abandonar el edificio para no ser hechos presos por los milicianos del Frente Popular, para lo cual se subieron en dos coches e intentaron dirigirse camino de Estepa. Uno de los coches fue interceptado en un control, no pudiendo escapar sus ocupantes. De esta forma, el 21 de julio, La Roda de Andalucía quedaba de nuevo bajo el control del Frente Popular, pero sería por poco tiempo.

En Antequera, a las cinco de la tarde se supo que la Guardia civil abandonaba el acuartelamiento, y que seguirían fielmente las órdenes gubernativas impartidas por sus mandos desde Málaga. El cuartel fue invadido por hombres y mujeres que vitoreaban a los guardias y a sus familias.

Detienen a Francisco Romero García, en una finca de las afueras de la población, donde vivía con su familia. Estaba afiliado al Bloque Nacional.

También detienen a Antonio Enríquez Lorente; jefe de la Escala técnica de Correos. Estaba destinado en Madrid y por ser considerado fascista, a la llegada del Frente Popular, fue destinado a la estación de Bobadilla. Este día lo detienen y lo traen a Antequera, ingresándolo en la cárcel. Según otra versión, había venido a Antequera en la tarde del 18 de julio, y cuando salía del Círculo Recreativo, fue detenido.

MIÉRCOLES 22 DE JULIO

Una de las primeras medidas que tomó como ministro de la Gobernación el general Sebastián Pozas, fue ordenar a los gobernadores civiles provinciales, que fuera entregado a los alcaldes el armamento de los particulares que estaba depositado en los cuarteles de la Guardia civil, para que estos lo distribuyeran entre la milicia civil, y así pudieran defender a la República. Dichas armas eran las entregadas para chatarra por los juzgados, o por haber sido requisadas por infracción a la Ley de caza.

Siguiendo esta instrucción, al mediodía, el gobernador civil de Málaga, José Antonio Fernández Vega, envió telegramas en los que ordena la entrega de las armas depositadas en los cuarteles de la Guardia civil a los alcaldes. En el libro “GUERRA CIVIL EN MÁLAGA. 1936-1937” de Juan A. Ramos Hitos, en la página 611, podemos ver el telegrama enviado al comandante de la guardia civil de Ronda.

"SD DE MALAGA 859 50 22 14H30. -GOBERNADOR CIVIL A COMANDANTE DE PUESTO GUARDIA CIVIL RONDA.-DE ACUERDO CON EL PRIMER JEFE COMANDANCIA GUARDIA CIVIL QUE POR LOS COMANDANTES DE PUESTOS DE LA MISMA SEAN ENTREGADAS A LOS ALCALDES LAS ARMAS QUE TIENEN EN DEPOSITO EN LOS CUARTELES PERTENECIENTES A PARTICULARES.-Telégrafos, 22 JUL 1936.

Esta medida contribuyó a que la rebelión militar fracasara en numerosos pueblos y ciudades, si bien provocó un gravísimo problema de orden público a las autoridades republicanas. Miles de fusiles y pistolas quedaron en manos de quienes decían luchar por los destinos del pueblo, por el triunfo de la revolución. Este hecho contribuyó a la liquidación de la República parlamentaria y el comienzo de un nuevo, y al principio muy confuso, régimen revolucionario.

En pocas horas, patrullas de paisanos armados con fusiles y pistolas recorren las calles, distribuyéndose por los principales puntos de la ciudad, y desarrollando labores de control, investigación y vigilancia, como una policía del pueblo. Comienza la incautación de automóviles, que son pintados con siglas y consignas. Se realizan registros en las casas de quien se decía que era de derechas.

Es detenido en su domicilio, Ramón Checa Palma, por José Aulet Thomas, jefe de la Guardia Municipal de Fuente Piedra, y un tal Canito, que era Guardia Municipal de ese pueblo, quienes lo ingresaron en la cárcel de Antequera.

En Antequera, se tuvieron noticias de un cortijo de Archidona (Puente Vieja), en el que habían muerto dos hombres. Hacia ese lugar, salió una expedición de milicianos con García Prieto al frente, que atacaron al colono y a su hijo, hiriéndolos, y matando a la mujer del primero, doña JOSEFA PORRAS GÁLVEZ, de 56 años de edad. Aún con vida fue llevada por sus familiares al sanatorio del doctor López Ureña en Antequera, donde falleció. Presentaba dos perdigonadas que le provocaron una hemorragia por rotura de una arteria.

También en ese día, en la finca Fuente del Acebuche, fue asesinado con armas de fuego, FRANCISCO ALCOHOLADO LUQUE, natural de Casabermeja, de 74 años, y vecino de Valle de Abdalajís, por un grupo de 25 o 30 individuos de ese pueblo. Presentaba dos heridas de bala que le provocaron una hemorragia interna por rotura de una arteria.

ATAQUE A PUENTE GENIL

El 22 de julio, vuelve a salir otra expedición de guardias civiles y voluntarios de Antequera, esta vez en automóviles con dirección a Puente Genil para unirse a otras fuerzas de Málaga, con el fin de atacar al cuartel de la Guardia Civil donde se había refugiado los guardias y otras muchas personas de derechas.

La Guardia civil de Puente Genil, en los primeros momentos del levantamiento se mantuvo acuartelada a la espera de recibir órdenes de sus mandos en Córdoba, y mientras tanto adoptaron una postura poco comprometida con relación al golpe. Los oficiales al mando, como la gran mayoría de sus compañeros, estaban al margen de todo tipo de conspiración en contra del gobierno de la nación.

La mañana del 19 de julio, desde Córdoba, donde había triunfado el golpe de estado, ordenaron al capitán Sánchez Pavón, que procediera a la declaración del Estado de guerra. Por la tarde, se recibieron en el cuartel, órdenes para la detención de los principales cabecillas de los partidos y organizaciones de izquierdas, y también de la clausura de los centros políticos de la localidad.

Los primeros incidentes se produjeron al anochecer del 19, cuando personas sin identificar, dispararon contra unos guardias civiles, quienes repelieron la agresión, replegándose después hacia el Cuartel. En la refriega resultaron heridos tres guardias.

Alertadas las autoridades militares de Córdoba de la difícil situación en la que se encontraban, se decidió enviar una columna desde la propia capital. Con la mera presencia de estos refuerzos cesaron los disparos al retirarse las milicias armadas hacia las afueras del pueblo.

Ante la imposibilidad de adueñarse de la población, el Comité del Frente Popular de Puente Genil, pidió auxilio a Málaga, en donde inmediatamente se organizó una columna de medio centenar de personas armadas, que salió en tren a primera hora de la tarde del día 20 de julio, al mando del cabo de Asalto, Rafael Navas Fernández. La columna estaba compuesta de veinticinco milicianos, tres guardias de asalto, cinco guardias civiles y catorce soldados del Regimiento Vitoria n° 8, que iban llenos de gran entusiasmo, vitoreando desde las ventanillas del tren a la República y al Frente Popular.

El cabo de Asalto señor Navas, al mando de una columna salió en un tren hacia Puente Genil para dominar aquel foco de sediciosos. Al llegar allí observó que la Guardia civil sublevada juntamente con elementos fascistas, se habían hecho fuertes en posiciones sumamente estratégicas, que era difícil, o casi imposible, asaltar con armas cortas o largas, haciéndose preciso un cañoneo o un bombardeo, ya que los sediciosos se resistían tenazmente.

19360724 002 El Popular

El final de la lucha empezó a precipitarse a partir de la tarde del 22 de julio, cuando llegó de Málaga un segundo grupo de auxilio, compuesto por soldados y una veintena de guardias civiles de Málaga y Antequera, al mando del sargento José Aguilar Vallecillo y del cabo Juan López Villanueva. Al paso de la columna por Bobadilla se les unieron también algunos milicianos.

Durante toda la tarde se atacó decididamente el cuartel, con fusilería y bombas de mano, incendiándose parte de las dependencias, a la vez que las calles próximas caían en poder de las milicias. Pero la llegada de la noche hizo suspender el ataque, que se reanudó en la mañana del día 23.

JUEVES 23 DE JULIO

Al no poder, tras casi tres días de lucha, rendir a los rebeldes, las columnas de hombres, mal mandados y desmotivados por las muertes y heridas de compañeros, se tuvo que reforzar con una Sección de morteros que llegó de Málaga. Una vez emplazado el cañón en el pueblo, se mandó orden de rendición a los rebeldes, que no hicieron caso, por lo que se procedió a disparar el mismo, contra el cuartel de la Guardia civil.

El empleo de armas automáticas, y de artillería, y el problema de escasez de municiones que sufrían los sublevados, iban a ser esenciales para la conclusión de la resistencia ofrecida en Puente Genil por los hombres del capitán Sánchez Pavón, que decidió efectuar una retirada controlada.

El cabo de asalto Navas, una vez que estaba el pueblo dominado y en poder de las milicias de Puente Genil, y quedándose las fuerzas del Ejército en dicho pueblo, ordenó el regreso a Málaga, quedándose los nueve guardias civiles en Bobadilla, de donde habían partido voluntarios, y llegando el resto sobre las dos horas del día 24 a la capital malagueña.

Mientras tanto en Antequera, los presos que se encontraban en el arresto municipal, seguramente por lo pequeño del sitio, fueron trasladados a la prisión del partido judicial, dependiente del Gobierno civil. Estas personas, detenidas días antes, eran:

Francisco Romero García

José Rodríguez Díaz

Manuel Rodríguez Díaz

Federico Vilanova Más

Antonio Enríquez Lorente

Javier Rojas Álvarez

Manuel de Luna Pérez

La presencia de todas estas personas detenidas en dependencias municipales, dice claramente la responsabilidad de las autoridades locales en estas detenciones, especialmente de Antonio García Prieto que era a la vez, alcalde y presidente del Comité.

ATAQUE A LOJA

Nada más llegar la expedición de guardias civiles y voluntarios que habían ido a Puente Genil, en Antequera se tuvo conocimiento de que esa mañana, una columna de sublevados, que había salido de Granada, había ocupado Loja. Inmediatamente, esa misma mañana, se organizó en Antequera una columna, al mando de un cabo y cuatro soldados del Ejército con objeto de recuperarla. Dicha columna estaba formada por unos doscientos campesinos de Antequera y ferroviarios, que partieron en un tren.

Sobre las dos y media de la tarde, llegaron a Loja y después de una hora de intensa lucha obligaron a huir a las tropas venidas de Granada, haciéndose dueños de la población.

GARCÍA PRIETO COMUNICA LA TOMA DE LOJA

A las seis y cuarto de la tarde, una llamada telefónica puso en movimiento al secretario particular del Gobernador, señor Rodríguez.

Según nos manifestara éste minutos después, le había llamado; desde Antequera, el Alcalde de aquel pueblo, señor García Prieto, destacado socialista, el cual, dando muestras de gran regocijo comunicaba que un tren ocupado por numerosos campesinos de Antequera y ferroviarios había llegado a Loja, pueblo este que había sido tomado por los elementos rebeldes a las cinco de la mañana, y después de una hora de lucha habían obligado a huir al enemigo, haciéndose dueños de la situación y renaciendo en aquel lugar la paz y la tranquilidad. Sólo quedaban por sofocar varios números de la Guardia civil que se habían hecho fuertes en el cuartel, de donde serían desalojados tan pronto llegaran las fuerzas que una hora antes habían salido de Málaga.

19360724 005 El Popular

Ese mismo día, era detenido en su propio domicilio Francisco de la Cámara López, por uno conocido por Tamayo, y otro por el Niño de las Almejas, e ingresado en la cárcel.

También son detenidos en el cortijo “La Yedra”, los hermanos Antonio y Juan Rodríguez Díaz, siendo ingresados en el arresto de Villanueva de Cauche, pasándolos después a la cárcel de Antequera. Allí se encontraron con sus hermanos José y Manuel, detenidos unos días antes.

En Antequera, la tarde de ese día 23 de julio, unos cincuenta milicianos, enviados por el alcalde, habían ocupado el convento de la Trinidad, con la intención de destinarlo a cuartel general de las milicias socialistas. Los monjes Trinitarios, fueron obligados a abandonarlo. 

Dos de ellos, al anochecer, vestidos de paisano, se dirigían a una casa particular donde le habían ofrecido hospitalidad. Se trataban de fray Félix de Uriarte Olaeta, y de fray Hipólito Velasco. Pero antes de llegar, observaron a un grupo sospechoso en las inmediaciones de la casa, y para evitar compromisos a la familia que la habitaba, siguieron caminando. Cuando iban por la calle Barrero, fueron registrados por unos milicianos de la F.A.I. que habiéndolos considerado sospechosos, decidieron llevarlos detenidos.

Al llegar a una esquina de la calle Estepa, les hicieron una descarga; cayendo muerto el P. Félix al recibir un disparo de bala en la cabeza, y el P. Hipólito, con una herida por una perdigonada, menos grave, fue llevado al hospital, donde permaneció hasta después de la entrada de las tropas nacionales en Antequera, que fue dado de alta.

FÉLIX DE URIARTE OLAETA, de 33 años de edad, era natural de Rigoitia (Vizcaya). En 1919 ingresó en los Trinitarios, y en 1926 se ordenó sacerdote.

Ese mismo día en las proximidades de la Estación del ferrocarril de Antequera, se encontró un cadáver, que pudo ser identificado por la documentación que llevaba, tratándose de ANTONIO OTERO LARA, vecino de Villanueva de Algaidas, presentando una herida por arma de fuego en la región frontal, con salida de casi toda la masa encefálica y pérdida de dicho hueso, ignorándose las circunstancias en que se cometió ese asesinato.

VIERNES 24 DE JULIO

En las afueras de la ciudad, fue encontrado el cadáver de ANTONIO VILLARRASO GONZÁLEZ, de 55 años de edad. Era obrero agrícola; muy conocido por sus ideas derechistas. Presentaba dos heridas de bala, una de ellas en la región occipital, mortal de necesidad.

Un grupo de milicianos se presentaron en casa de don Eusebio Ureta Manzanares, en busca de Antonio Carreira Jiménez, directivo local Acción Popular, que se encontraba allí desde el día 18 de julio, como ya vimos, junto a su suegro José Rojas Pérez y su cuñado José Rojas Manzanares.

José Rojas Pérez, que gozaba de grandes simpatías entre los obreros, conocedores de su difícil situación económica por haber acometido obras superiores a sus medios, solo por solucionar el paro obrero, persuadió a los milicianos de que se marcharan sin llevar a cabo sus propósitos. Pero al poco tiempo volvieron, y al tratar de convencerlos una vez más, un disparo hecho desde el portal hizo caer muerto al señor Rojas Pérez en el vestíbulo. Presentaba una herida en la región mamaria realizada a corta distancia.

Su hijo, José Rojas Manzanares, huyó por las escaleras, y después de comprobar la imposibilidad de fugarse por los tejados, por estar la casa sitiada, se ocultó en el desván tras la cúpula de la escalera, y allí fue descubierto por los perseguidores, que allí mismo lo asesinaron a tiros, y después de muerto lo arrastraron por los pies, haciéndole bajar la escalera golpeando los escalones con la cabeza, hasta dejar el cadáver en el vestíbulo al lado del de su padre. Tenía tres heridas de bala, una en la región supranasal mortal de necesidad, otra en la región costal izquierda y otra en la lumbar.

El yerno, Antonio Carreira Jiménez, fue sacado por las turbas, momentos después de haber sido asesinado su padre político, en unión de su esposa Carmen Rojas que llevaba en brazos a su hijo de tres años. Al llegar el señor Carreira a la puerta del Banco de España, fue objeto de una descarga, que hizo caer al suelo mortalmente herido, resultando levemente herida su esposa, e ileso su hijo. Presentaba una herida por arma de fuego corta en la región precordial, mortal de necesidad.

JOSÉ ROJAS PÉREZ, de 49 años de edad; viudo de Carmen Manzanares Sorzano. Tenían tres hijos Carmen, José y Dolores. Era perito electricista e industrial. Participó en las elecciones municipales de abril de 1931, dentro de las listas de la Unión Monárquica. Pertenecía al comité directivo local de Acción Popular.

JOSÉ ROJAS MANZANARES, de 21 años de edad; soltero y estudiante. Militante de las Juventudes de Acción Popular.

José Rojas Manzanares

ANTONIO CARREIRA JIMENEZ, de 31 años; casado con Carmen Rojas Manzanares, tenían un hijo, Antonio de tres años. Era Licenciado en Ciencias Químicas, y miembro de la dirección local de Acción Popular.

DOMINGO 26 DE JULIO

Fernando García Gálvez y su hermano Juan, ambos solteros, se hallaban en su finca Cortijo Blanco, próximo a Bobadilla, donde fue un automóvil con varios milicianos que sacaron de la finca a los dos, con el pretexto de traerlos a Antequera para prestar una declaración. Sus cadáveres fueron encontrados en el cortijo Monte Aguirre.

FERNANDO GARCÍA GÁLVEZ, de 60 años de edad; soltero; labrador. Fue varias veces concejal y alcalde del ayuntamiento, a principios de los años veinte del siglo pasado, retirándose de la política activa al ser proclamada la Segunda República, incorporándose luego a Acción Popular. Su cadáver presentaba numerosas heridas de arma de fuego en todo el cuerpo, una de ellas en la boca teniendo la cabeza totalmente destrozada.

JUAN GARCÍA GÁLVEZ, de 57 años; soltero; labrador. Su cadáver presentaba también muestras de ensañamiento y fue hallado a pocos metros del de su hermano. No había realizado nunca política activa. El cadáver presentaba tres heridas de bala, una de ellas en la cabeza, las tres mortales de necesidad, y varias realizadas con arma blanca.

LUNES 27 DE JULIO

ATAQUE A BENAMEJÍ

Desde el primer momento triunfó la sublevación en los cercanos pueblos cordobeses de Benamejí y Palenciana. Muchos habitantes de éste último pueblo, y de otros cercanos, se refugiaron en Benamejí, buscando la protección de la Guardia Civil, que estaba concentrada en el Cuartel y apoyada por población civil de la localidad.

En Antequera, se blindaron algunos camiones y se organizó una numerosa expedición para ir a conquistar Benamejí. Los milicianos, que iban muy animados, causaron daños a su paso por el cortijo “La Capilla” de los Carreira, por Palenciana y por otros poblados y fincas.

Los componentes de la columna atacaron al pueblo, pero tras un intenso tiroteo, fueron rechazados por los defensores que estaban situados estratégicamente, no dejando acercarse a Benamejí, causando a los atacantes algunas bajas

El Capitán de la Guardia Civil de Antequera, participa al señor Gobernador Civil lo siguiente:

La operación efectuada por la pequeña columna formada por fuerzas del Ejército, Carabineros, Guardia civil y milicias, para combatir los focos rebeldes de la provincia de Córdoba, dio buen resultado, pues tras nutrido tiroteo se llegó hasta las inmediaciones de Benamejí, desde donde se ordenó la retirada dada la imposibilidad de avance, haciendo varios muertos y heridos al enemigo, […]

19360729 003 Julio

En el documento da una relación de siete heridos, entre guardias, soldados y milicianos, entre ellos solo uno grave y los demás leves o de pronóstico reservado.

Sobre las ocho de la noche, fueron detenidos en su domicilio, en calle Cantareros nº 20, don Manuel Ramírez Jiménez, su hijo José Ramírez Moreno, y su yerno don Javier Muñoz Rojas. Fueron llevados, brazos en alto en dirección al cuartel de la Guardia civil. Cuando estaban a cincuenta metros del mismo, en la Alameda, los acribillaron a tiros, muriendo en el acto los dos últimos, y falleciendo poco despues Manuel Ramírez cuando lo entraban en el Hospital. Los cadáveres fueron trasladados al cementerio por orden de los que les asesinaron.

MANUEL RAMÍREZ JIMÉNEZ, de 54 años; labrador y abogado; casado con Dolores Moreno Checa, tenían cuatro hijos Clotilde, José, María y Juan. Era de complexión débil. Su cuerpo presentaba varias heridas contusas, y heridas de bala en distintos lugares del cuerpo.

JOSÉ RAMÍREZ MORENO, 16 años; soltero; estudiante. Estaba acribillado a balazos.

JAVIER MUÑOZ ROJAS, 28 años; casado con Clotilde Ramírez Moreno; teniente de Caballería retirado en virtud de la Ley Azaña, dedicándose a labrar sus fincas. Al regreso de su viaje de bodas, pasaba unos días con sus padres políticos, sorprendiéndole aquí el movimiento. Su cuerpo estaba acribillado a balazos, uno de ellos en la cabeza, que le produjo la muerte instantánea. Le incendiaron posteriormente su casa.

MARTES 28 DE JULIO

En el cortijo de Zarcos fue asesinado a tiros don Ramón López López, encargado de la finca, y hermano político del propietario de ésta, don José de la Cámara Jiménez. Su cuerpo apareció a unos quinientos metros del cortijo, suponiéndose que su asesinato se debió a no haber secundado las huelgas anteriores al movimiento.

RAMÓN LÓPEZ LÓPEZ, de 49 años de edad; casado con Carmen Reyes Ruiz, no tenían hijos. Presentaba una herida de bala por detrás de la oreja derecha y salida por la del lado izquierdo, y otra por encima de la tetilla derecha, ambas mortales.

MIÉRCOLES 29 DE JULIO

La mañana del día 29, fue detenido en su domicilio, por orden de la alcaldía, Francisco Ortiz Muñoz, ingresando en la cárcel del partido, y a disposición del Gobierno Civil.

En Vadoyesos, cerca de Bobadilla, apareció muerto, don Antonio Cobos Rodríguez.

ANTONIO COBOS RODRÍGUEZ. 60 años; labrador. Casado con Carmen Martínez García, tenían nueve hijos. Residía en Málaga desde hacía varios años, y fue encontrado su cadáver en Bobadilla, donde tenía intereses. Llevado al cementerio de Antequera, el forense apreció en su cadáver una herida en la cabeza producida por disparo de arma de fuego realizado a muy corta distancia, con pérdida de masa encefálica.

JUEVES 30 DE JULIO

SEGUNDO ATAQUE A LA RODA

El avance por la carretera de Sevilla a Antequera, de la columna del comandante Antonio Castejón Espinosa, compuesta por una Bandera de la Legión, había producido la caída en poder del bando nacional de las poblaciones, de Lora de Estepa y La Roda de Andalucía el 29 de julio, sin apenas resistencia.

Al llegar las tropas, el jefe de estación de La Roda, salió con bandera blanca, e informó al comandante Castejón, que muchos de los habitantes habían huido en dos trenes en dirección a Málaga.

DOS TRENES PROCEDENTES DE LA RODA

Anoche, y a diversas horas de la misma, entraron en la estación de Andaluces (Málaga), dos trenes procedentes de La Roda, los cuales traían fuerzas y paisanos, mujeres y niños, que huían del aterrador proceder de los facciosos sevillanos.

Mujeres, hombres y niños fueron recluidos en la Casa del Pueblo y otros centros obreros. Venían custodiados por individuos de las valientes milicias obreras.

19360730 010 El Popular

El comandante Castejón obligó al jefe de la estación ferroviaria a mandar un mensaje, diciendo que la columna había evacuado La Roda, y que el pueblo estaba otra vez libre y propicio para recibir a los que tan aprisa se marcharon. Su objetivo estaba bastante claro, que muchos de los huidos y fuerzas de apoyo, volvieran al pueblo y fueran apresados en su vuelta.

En Antequera, con algunos soldados y Carabineros que vinieron de madrugada de Málaga, y con guardias civiles de la localidad, en unión de un grupo de milicianos, se organizó una expedición para recuperar de nuevo La Roda de Andalucía.

El comandante Castejón, cuenta: Corté la carretera y el ferrocarril. Dispuse mis puestos de emboscada, y a esperar. Efectivamente, poco después caían en nuestras manos dos camiones llenos de rojos, con magnífico armamento y mucha munición. Los del ferrocarril no fueron tan incautos”. Se causaron muchas bajas entre los atacantes.

En venganza, por el fracaso de la expedición a La Roda, sobre las cinco y media de la tarde del día 30, fue asaltada la cárcel y sacados de la misma, trece presos políticos de derechas que habían en ella. Maniatados, fueron llevados a las afueras del pueblo, a un sitio llamado La Moraleda, donde fueron fusilados, y rematados con un tiro en la cabeza. En aquella época, La Moraleda era una zona de huertas, hoy está en parte urbanizada.


Los asesinados eran:

FRANCISCO DE LA CÁMARA LÓPEZ, de 52 años de edad; natural de Antequera; industrial; viudo de Antonia de Luna Pérez, sin hijos. Directivo del Partido Agrario. Se había presentado a las elecciones municipales de 1931, por el partido Liberal-conservador.

RAMÓN CHECA PALMA, 34 años; propietario, casado con Rosario Luque Casasola, tenían seis hijos Gertrudis, Rosario, Elisa, Dolores, Ramón y Francisco. Formaba parte del Comité local del Bloque Nacional.

ANTONIO ENRÍQUEZ LORENTE, de 42 años de edad; soltero; jefe de la Escala técnica de Correos.

FRANCISCO GALLARDO LLAMAS, 32 años; empleado, casado con María Ligero Granados, tuvieron tres hijos Toribio, Dolores y Francisca. Pertenecía a Falange Española. Había sido detenido en el cortijo Gandía por orden de la alcaldía, el 25 de julio.

MANUEL DE LUNA PÉREZ, 48 años; Ingeniero industrial y dueño de una importante fundición, casado con María Morales Vergara, tuvieron cinco hijos Estela, Enriqueta, Manuel, José y María Teresa. Pertenecía al Bloque Nacional. 

FRANCISCO ORTIZ MUÑOZ, de 18 años; soltero. Afiliado a Falange Española. Malherido, salió corriendo y fue alcanzado cerca del Matadero, donde murió, como los demás, a tiros.

MANUEL RODRÍGUEZ DÍAZ, 52 años; labrador. Casado con Juana Molina Díaz, tenían tres hijas Catalina, María y Josefa. Afiliado al partido Agrario

En Antequera, los últimos días de mayo (1936), se practicó un registro en el domicilio del propietario don Manuel Rodríguez Díaz. En el automóvil fue encontrado un revólver, por lo que dicho señor fue encarcelado. Continúan haciéndose numerosos registros. También, por orden gubernativa, la Policía y fuerzas de Asalto registraron el local de la Asociación Patronal Agrícola, sin el menor resultado.

19360531-026 La Vanguardia

ANTONIO RODRÍGUEZ DÍAZ, de 51 años; labrador, soltero. Afiliado al partido Agrario

JOSÉ RODRÍGUEZ DÍAZ, 48 años. Casado con María Luisa Sánchez Durán Tenían dos hijos, José e Isabel. Afiliado al partido Agrario. Era presidente de la Asociación de Patronos Agrícolas de Antequera.

JUAN RODRÍGUEZ DÍAZ, 46 años; labrador y abogado; viudo de María Rosado Rodríguez, con un hijo, Juan de 9 años. Había sido concejal del Ayuntamiento de Antequera y gestor provincial durante la Dictadura de Primo de Rivera. Participó en las elecciones municipales de abril de 1931, dentro de las listas de la Unión Monárquica. Presidente del Partido Agrario en Antequera, y miembro del Comité Provincial de dicho partido.

JAVIER ROJAS ÁLVAREZ, 37 años; empleado; casado con Luisa Pérez Rosales, tenían tres hijos Alfonso, María Luisa y Eugenia. Era uno de los fundadores de Acción Popular a cuyo comité directivo local pertenecía, lo que hizo que al producirse el movimiento subversivo de octubre de 1934 el Gobierno Civil Alberto Insúa, le nombrara delegado de Orden Público, y alcalde gestor único del Ayuntamiento de Campillos, donde mereció su gestión grandes alabanzas, así como un oficio laudatorio del Gobierno Civil al Ayuntamiento de Antequera para que constara en su hoja de servicio. Al advenimiento del Frente Popular fue destituido de su cargo de jefe de Negociado de la Secretaría del Ayuntamiento antequerano, sin formación de expediente, y encarcelado varias veces por el alcalde socialista Antonio García Prieto.

He ordenado, agregó el Gobernador, señor Insúa, la destitución del Ayuntamiento de Campillos, integrado en su mayor parte por socialistas.

Y como ahora no tengo tiempo de pensar en los nombres de los que han de sustituir al Ayuntamiento, he enviado como Delegado gubernativo para que ejerza las funciones municipales, a don Javier Rojas, oficial del Ayuntamiento de Antequera.

19341013 002 La Unión Mercantil

19341013 002 El Popular

Con anterioridad, también en la huelga campesina que hubo en junio de 1934, el gobernador señor Insúa, nombró como delegado gubernativo en Campillos, a Javier Rojas Álvarez.

FRANCISCO ROMERO GARCÍA, de 52 años de edad; propietario; casado con María Miranda Roldán, tenían cinco hijos, José, Carlos, Alberto, Ángel y Ana María. Participó en las elecciones municipales de abril de 1931 por el partido Liberal-conservador, Afiliado al Bloque Nacional. 

FEDERICO VILANOVA MÁS, 25 años; natural de Casetas (Zaragoza); soltero; técnico azucarero. Pertenecía a Falange Española de la que había sido secretario.

SÁBADO 1 DE AGOSTO

Fue hallado en la carretera de Campillos, el cadáver de un hombre que presentaba una herida de bala en el vientre, con su correspondiente vendaje, probablemente producida días antes de su muerte. Esta había sido ocasionada de dos disparos. Se trataba de Rafael Álvarez Gallego, natural y vecino de Teba, de 46 años, soltero, mancebo de farmacia.

En la noche del 31 de julio fue sacado de dicho pueblo, en unión de otros ocho más, entre ellos dos sacerdotes, llevándolos por la carretera de Peñarrubia, y en un lugar conocido por “Fuente de los Perros”, los fusilaron de dos en dos. Rafael Álvarez, herido, con dos tiros en el vientre, pudo escapar huyendo hacia Gobantes y sobre el kilómetro 53 fue encontrado por un vecino de Campillos, que lo llevó al cortijo Montero.

Llegó a conocimiento del Comité de Campillos que se encontraba allí, y fueron a por él en un camión llevándolo a la clínica del pueblo, siendo curado por el médico. Pero dado su estado, este mandó que lo trajeran a Antequera, haciéndolo en otro camión un grupo de milicianos, quienes en el kilómetro 18 le dieron muerte.

DOMINGO 2 DE AGOSTO.

El comandante Castejón, continuando con su avance conquista Casariche y Herrera el 31 de julio, y finalmente Puente Genil el 1 de agosto.

El comandante Castejón…inició un movimiento envolvente…para atacar por el este y por el sur a Puente Genil, al mismo tiempo que la columna (Ramón de) Carranza atacaba por el norte, para no dejar al enemigo otra salida que la carretera de Herrera, por donde los rojos trataron de huir, efectivamente, sin darse cuenta de que otra columna salida de Écija (comandante Corrales Romero) los esperaba en posiciones convenientes. La acción de las tres columnas combinadas produjo un enorme desastre al enemigo, que no pensó ya más que en huir, dejando abandonado material de todas clases y muchos muertos, entre los que contaban el jefe de las milicias rojas de Puente Genil y todos los individuos de su escolta. QUEIPO DE LLANO

El desconcierto y el «sálvese quien pueda», en un clima de absoluta desesperación, cundió entre las milicias de Puente Genil, cuya mayor obsesión era evitar el cerco y caer en la ratonera que las tropas de Castejón le habían preparado, y muchos lo consiguieron, huyendo en dirección a Antequera. Un buen número tuvieron que cruzar a nado el río Genil.

Al llegar a Antequera tan gran número de huidos, principalmente de Puente Genil, entre ellos muchos heridos, se planteó un grave problema de alojamiento. El alcalde, García Prieto pretendió resolverlo obligando a los refugiados a que se fueran a Málaga, para lo que dispuso un tren especial.

LUNES 3 DE AGOSTO

En la mañana del 3 de agosto, treinta milicianos armados con escopetas entraron violentamente en el Convento y Escuela de los Padres Capuchinos, y después de despertar a los niños del colegio, se llevaron camas y colchones para los heridos que habían llegado

Al incorporarnos vemos el dormitorio invadido por los milicianos, unos con armas y otros sin ellas que, vienen a llevarse las camas, pues han llegado muchos heridos del frente y las han de necesitar en el hospital...Entre improperios y blasfemias, discusiones entre ellos sobre si dejarnos algunas o no, optaron por dejarnos las que ocupábamos los 13 seráficos, que éramos los que quedábamos, pues los demás habían venido los familiares a por ellos.

Al iniciarse la guerra, se dispuso que los niños menores que estaban internos en el colegio de los Padres Capuchinos, fueran distribuidos en los domicilios particulares de familias conocidas y bienhechoras de la Orden. Otros fueron recogidos por sus familias. En el convento quedaron solo catorce niños de los que tenían mayor edad.

Pero no se limitaron a llevarse las camas, sino que también, encañonando a los religiosos y dándoles fuertes golpes con la escopeta, los llevaron por todo el convento para que les entregasen las armas, que decían tenían escondidas. La búsqueda de armas fue el referente constante en los continuos registros que se realizaron en el convento, principalmente durante los primeros días de la guerra.

Fray Luis de Valencina, director del Seminario Seráfico, durante el violento registro de aquel 3 de agosto, atemorizado por las amenazas constantes de los milicianos, se quitó el hábito y se vistió de paisano, descolgándose atado a unas sábanas, por una ventana del Colegio con intención de huir, fracturándose el tobillo izquierdo.

Mientras lo llevaban por la calle en una camilla de la Cruz Roja al hospital, fue rodeado de una turba salvaje que gritaba y vociferaba: "¡Muerte a éste!", "Es un fraile, ¡matadlo!" y tocando trompetas se burlaron de él, paseándolo por las calles principales de la ciudad, hasta las afueras del pueblo. Su muerte tuvo lugar en el Callejón de Urbina, justo en un lugar donde se veneraba en una hornacina, un cuadro de la Virgen del Carmen

Lo tiraron de la camilla, y colocándolo de pie frente a la pared, sin que apenas se pudiera mantener, le dispararon hasta caer herido en el suelo, donde lo remataron, ensañándose con el cadáver, cuya cabeza golpearon hasta producir la salida de toda la masa encefálica.


Francisco Ros Páez, jefe de los cuatro camilleros que llevaron al P. Luis desde el convento hasta el hospital, como testigo, cuenta así como fue la muerte: “Cuando yo miraba la camilla, el P. Luis movía la mano en señal de agradecimiento. Llegaron con la camilla en un primer momento a la sede de la Cruz Roja, pero allí tenían órdenes de que el P. Luis tenía que ser llevado al hospital. Llegados a las proximidades del Instituto de Enseñanza Secundaria, la chusma que se había reunido, no respetaba ni la camilla ni la bandera de la Cruz Roja. En ese momento yo me retiré, permaneciendo algo retirado, vi cómo lo tiraron de la camilla y le asesinaron junto a una hornacina de la Virgen del Carmen".

JERÓNIMO LIMÓN MÁRQUEZ, Fray Luis María de Valencina, de 51 años de edad; religioso Capuchino. Nació en Valencina de la Concepción (Sevilla). En 1900 tomó el hábito y en 1908 fue ordenado sacerdote.

Fray Pacífico de Ronda, limosnero del convento de los Capuchinos, después de los sucesos de ese día, que terminaron con la muerte del P. Luis, decidió marcharse a la zona nacional, considerándola relativamente cercana a la ciudad. Abandonó el convento saliendo por una puerta de la huerta, siendo poco después detenido por los milicianos y conducido a la Comisaría de la calle Infante y encerrado en el calabozo.

Los demás religiosos permanecieron en el convento preparándose para el martirio, que ya veían inminente y como algo inevitable, pues los mismos captores les habían comunicado varias veces que estaban condenados a muerte.

También fue asesinado ese día el sacerdote don Miguel Palomo Vallejo que fue detenido en la casa de su hermano Ildefonso Palomo, en calle Calzada nº 7, y a pocos metros de la casa fue acribillado a balazos, y rematado en el suelo con un disparo en la región frontal izquierda.

MIGUEL PALOMO VALLEJO, de 58 años de edad; natural de Antequera. Cura ecónomo de Villanueva de la Concepción. Fue ordenado sacerdote en 1902.

Miguel Palomo Vallejo

Ese día, fue incendiada una casa en la Cuesta de Caldereros, pereciendo por asfixia la vecina Agustina Pedraza Galán, y su hijo José Castilla Pedraza, a quien consideraban fascista.

AGUSTINA PEDRAZA GALÁN, de 75 años de edad; viuda de Francisco Castilla Parejo. Presentaba quemaduras de tercer grado en todo el cuerpo

JOSÉ CASTILLA PEDRAZA, de 50 años de edad; jornalero. Viudo de Concepción Jiménez Paradas, tenían una hija Concepción. Presentaba quemaduras de segundo y tercer grado.

MARTES 4 DE AGOSTO

Fue invadida la casa de don José María Cuadra Blázquez, en calle Lucena nº 41, con el fin de efectuar un registro buscando a su hijo Daniel Cuadra Burgos, muy significado como directivo de Falange Española, y no habiéndolo podido capturar, al no hallarle en ella, asesinaron bárbaramente a su padre, en presencia de su señora y de sus hijos, así como a su tío Eusebio Calonge Pérez, que se encontraba allí refugiado, obligando después a la familia a desalojar la casa, donde establecieron una guardia que permaneció en ella tres o cuatro días.

JOSÉ MARÍA CUADRA BLÁZQUEZ, 47 años; industrial. Casado con Concepción Burgos García; tuvieron cinco hijos Daniel (20 años), José María, María Josefa, Manuel y Juan. Aunque derechista, no estaba significado en política. Su cuerpo presentaba siete heridas de bala y otra de arma blanca en la zona epigástrica de veinticinco centímetros de extensión, con salida de los intestinos.

EUSEBIO CALONGE PÉREZ, 50 años; comercial. Casado con Luisa Cuadra Blázquez, no tenían hijos. De Acción Popular. Asesinado en la puerta de la casa por un disparo realizado con postas hecho a quemarropa en el cuello, por debajo de la mandíbula que penetró en el cráneo.

Eusebio Calonge Pérez

También dieron muerte a Teodoro Sánchez Puente, el cual se encontraba oculto en una casa de la calle del Río, de donde fue sacado, siendo asesinado a tiros a poca distancia del sitio donde había estado oculto.

TEODORO SÁNCHEZ PUENTE, 53 años; industrial. Casado con Rosario Olmedo Bermudo, tenían siete hijos Candelaria, Josefa, Petra, Balbina, Rosario, Ricardo y Teodoro. Le dispararon con perdigones en el pecho, y con postas por debajo de las orejas izquierda y derecha, ambas penetrantes en el cráneo.

Teodoro Sánchez Puente

Ese día, una patrulla de milicianos sacan de su casa a don Antonio Pérez Solano cura párroco de Santa María, y a pocos metros de su puerta, en plena calle Nájera, y puesto de rodillas con los brazos en cruz, fue asesinado bárbaramente.

ANTONIO PÉREZ SOLANO, de 72 años. Nacido en Alhaurín el Grande. En 1887 fue ordenado sacerdote. Cura párroco de Santa María la Mayor durante cuarenta y tres años. Fue uno de los fundadores de la Caja de Ahorros de Antequera.


Antonio Pérez Solano

A las tres de la tarde, se presentaron en el cortijo Los Prados, propiedad de José Carreira Ramírez, cuatro o cinco hombres armados con la finalidad de detener a Agustín Ramírez Hurtado, en cuya finca se encontraba dicho día, ordenándole que les acompañara a Antequera.

Al llegar al cruce de la carretera de Mollina, le hicieron bajarse del coche, disparando sobre él varios tiros de escopeta y revolver, interesándole la cabeza y zona lumbar, dejándolos estos por muerto. Fue trasladado en muy grave estado en una ambulancia al Hospital donde falleció.

AGUSTÍN RAMÍREZ HURTADO, de 61 años; casado con Rosario Soriano Velasco; tenían cuatro hijos, Ángeles, Rosario, Juan y Agustín. Era el encargado o administrador del cortijo. Carecía de antecedentes políticos.

MIÉRCOLES 5 DE AGOSTO

Continuó la matanza de sacerdotes, sacando y dando muerte en la explanada del convento a don Willibaldo Fernández Luna, párroco de San Miguel; al cura regente de Santiago, don Francisco Hidalgo Vilaret, en la Cruz Blanca, y al capellán del Cementerio, don Antonio del Pozo Avilés, en la calle Galdopar.

WILLIBALDO FERNÁNDEZ LUNA, de 67 años; presbítero. Natural de Sahagún (León). Aunque pertenecía a aquella diócesis, se trasladó a Málaga por motivos de salud. Párroco de San Miguel. Fue sacado de su domicilio por dos milicianos y asesinado en la explanada de Capuchinos, de cinco balazos.

Willibaldo Fernández Luna

FRANCISCO HIDALGO VILARET, 41 años; presbítero. Natural de Antequera. Ordenado sacerdote en 1917, era Doctor en Teología. Cura regente de Santiago. Estaba refugiado en casa de su hermano José, en la que vivían sus padres. Cuando esa mañana supo que venían a detenerle, saltó por la tapia del patio a la casa de abajo, pero ante el grito asustado de unas niñas, unos cinco milicianos lo apresaron, asesinándolo a tiros en la Cruz Blanca, ensañándose con el cadáver, cuya cabeza golpearon produciéndole la fractura de la bóveda craneal con salida de masa encefálica. Seis heridas de balas se encontraron en su cuerpo en la autopsia.

ANTONIO DEL POZO AVILÉS, 66 años; Natural de Antequera. Ordenado sacerdote en 1894. Desempeñó el cargo de capellán del Cementerio durante treinta años, y las funciones de administrador del mismo, hasta que, como consecuencia de la legislación laica de la República, cesó en el cargo de capellán y se le reconocieron sus derechos como administrador, cuyo cargo continuó desempeñando hasta el advenimiento del Frente Popular, que fue declarado cesante. Pasó a ser Beneficiado de la Colegiata. El 5 de agosto, a las ocho de la mañana, fue llamado cuando se hallaba en su casa en la calle Galdopar, y al salir a la puerta se le hizo una descarga por los milicianos que le aguardaban, muriendo en el acto. Su cuerpo presentaba cuatro heridas de bala en la cabeza.

Antonio del Pozo Avilés

PEDRO GARCÍA BERDOY; de 55 años; natural de Antequera. Ingeniero Industrial. Casado con Trinidad Gutiérrez de los Ríos y Álvarez de Sotomayor, marquesa de las Escalonias, tenían cuatro hijos, Elena, Blanca, Estrella y Fuensanta. Residía habitualmente en Córdoba y solo acostumbraba a pasar temporadas en el palacio de Escalonias de Antequera, donde no tenía actividades políticas, ni se le conocían enemigos. Fue sacado de su casa por las turbas y asesinado a tiros a corta distancia de ella, mientras unos milicianos encañonaban a su esposa e hijas, amenazándolas con disparar si escandalizaban con su llanto. Ya caído en el suelo, su cadáver fue objeto de toda clase de excesos, al extremo de que un individuo bailó sobre el cadáver y le hundió el cráneo con el tacón de su bota.

JOSÉ LEÓN MOTTA, 61 años. Nacido en Campillos. Abogado y procurador. Casado con Soledad Sorzano Blanco. Tuvieron catorce hijos. Fue durante muchos años, tras la muerte de Romero Robledo (1906), uno de los hombres fuertes del partido Conservador local. Miembro de la corporación municipal desde 1910, siendo alcalde de Antequera durante el reinado de Alfonso XIII, entre noviembre de 1913 y diciembre de 1915, y con posterioridad entre julio y diciembre de 1917. En el año 1913, funda el semanario “Heraldo de Antequera”. En 1920 el ayuntamiento de Antequera acordó darle su nombre a la recién creada escuela graduada, establecida por entonces en la calle Obispo, nº 23. Aunque afiliado al Bloque Nacional, no intervenía en política activa desde que cesó en los cargos de concejal y alcalde. El día 5 de agosto, fue asaltada su casa, en calle Infante nº 117, por las turbas y sacado de ella, junto a cuatro de sus hijos varones, siendo asesinados los cinco a tiros a pocos metros del domicilio familiar, habiéndose ensañado después en los cadáveres. Presentaba tres heridas de bala, una de ellas en la boca penetrante en el cráneo. El día 7 de agosto asesinarían también a su hijo mayor Manuel León Sorzano, de 44 años de edad.

José León Motta

JOSÉ LEÓN SORZANO, 41 años; agricultor; casado con Esperanza González Gómez, sin hijos. Tesorero del comité local de Bloque Nacional. Su casa, inmediata al Cuartel de la Guardia Civil, fue saqueada el 20 de julio por las turbas, lo que le obligó a refugiarse con su mujer en el domicilio de su padre, de donde fue sacado al mismo tiempo que este y sus hermanos, y asesinado a tiros en la puerta de ella. Presentaba tres heridas de bala, una de ellas en el vientre y otra en la nuca.

ENRIQUE LEÓN SORZANO, 40 años; procurador; casado con Ana Lara Vallejo, no tenían hijos. Afiliado al Bloque Nacional. Fue sacado del domicilio familiar, por un numeroso grupo de personas y muerto a tiros a la vez que su padre y sus hermanos a unos 50 metros de su casa. Presentaba una herida de bala en el pecho.

ARTURO LEÓN SORZANO, 31 años; agente comercial; casado con Dolores Maqueda del Pino; venía siendo objeto de constantes persecuciones por las autoridades del Frente Popular, por ser uno de los más destacados afiliados a Falange Española. Su hijo Arturo, nació a los seis meses de la muerte del padre. Presentaba tres heridas de bala, una de ellas en el pecho y otra en el cuello penetrante en el cráneo.

FERNANDO LEÓN SORZANO, de 28 años de edad; soltero, estudiante. Afiliado también a Falange Española. Fue sacado como su padre y hermanos del domicilio familiar, y asesinado a tiros, ensañándose las turbas con su cadáver, cuya cabeza aparecía machacada con un objeto contundente. Tenía tres heridas de bala en el pecho y otra en el cuello penetrante en el cráneo.

CARLOS MORENO FERNÁNDEZ DE RODAS, 58 años; Industrial, propietario de la Fábrica de Harinas “La Concepción”. Casado con María Josefa de Luna Pérez. Tuvieron siete hijos Carlos, María José, Enriqueta, Concepción, Fernando, José y Remedios. Fue varias veces concejal y alcalde de Antequera durante la Dictadura de Primo de Rivera (1924, 1928 y 1930). Participó en las elecciones municipales de abril de 1931, dentro de las listas de la Unión Monárquica, permaneciendo después apartado de la política hasta la constitución en la ciudad del Bloque Nacional al que se afilió sin desempeñar cargos directivos. En la tarde del 5 de agosto fue sacado por la turbas de su casa en unión de su hijo Carlos Moreno de Luna. Casi en la puerta les fue hecha una descarga que produjo la muerte del padre, logrando huir el hijo, que resultó ileso. Presentaba cinco heridas por arma de fuego, dos de ellas de bala en el vientre.


MANUEL VELASCO SORIANO, 63 años; guarda jurado del cortijo “Las Lomas”. Fue encontrado su cadáver en dicho cortijo, propiedad de José Carreira Ramírez, presentando su cuerpo tres heridas por disparo de perdigones, y dos heridas de bala, una de ellas en la región occipital, mortal de necesidad.

JUEVES 6 DE AGOSTO

FÉLIX RUIZ GARCÍA, de 45 años; casado con Mercedes Muñoz González del Pino, tenían un hijo Antonio, de 18 años. Fue elegido concejal del Ayuntamiento de Antequera, en las elecciones municipales de abril de 1931, a las que concurrió dentro de las listas del partido Monárquico Independiente. Era comerciante, dueño de uno de los comercios de tejidos más importantes de la ciudad, el cual fue incendiado, junto a su vivienda, en calle Estepa nº 48, la noche del el 19 de julio, teniendo que refugiarse con su familia, en la casa de doña Asunción García García, en la calle Lucena, de donde fue sacado por un grupo de milicianos que en automóvil lo llevó a la salida de la ciudad por la carretera de Granada, donde lo asesinaron. Fue acribillado a balazos, una de ellas en el cuello a nivel de la nuez y otra en la región mamaria. Fue golpeado en la cabeza, con fractura del hueso frontal y salida de masa encefálica.

ANTONIO SÁNCHEZ PUENTE, de 56 años de edad; viudo de Lucila Aguilar Pérez-Coronel, tuvieron cinco hijos Ernesto, Pedro, Francisco, Lucila (24 años) y Antonio. Era abogado y juez municipal. Ese día un grupo de milicianos fue al domicilio familiar, en calle Carreteros, en busca de los hijos Pedro y Antonio Sánchez Aguilar, para detenerlos por ser falangistas. Como el padre y los otros hermanos, supusieran que se trataba de asesinarlos, se negaron a dejarles salir, imponiendo la condición de acompañarlos, y para hacer valer su condición de autoridad, el señor Sánchez Puente salió llevando el bastón de juez municipal, verdadera alhaja, por ser de carey y oro, y muy antiguo. En automóvil fueron llevados a la explanada de Capuchinos y asesinados dentro del mismo automóvil, siendo entregado después el bastón al Juzgado, partido en varios pedazos y lleno de coágulos de sangre. Presentaba varias heridas de bala, una de ellas en la nuca penetrante en el cráneo, mortal de necesidad.

Antonio Sánchez Puente

ERNESTO SÁNCHEZ AGUILAR, 34 años; soltero; farmacéutico. Tenía seis heridas de bala, una de ellas en la frente con salida por la región occipital.

PEDRO SÁNCHEZ AGUILAR, 32 años; soltero; estudiante de Derecho. Perteneciente a Falange Española. Presentaba dos heridas de bala, una de ellas en la pierna derecha con fractura de huesos y otra en el oído izquierdo que penetra en el cráneo.

FRANCISCO SÁNCHEZ AGUILAR, 30 años; soltero; médico. También perteneciente a Falange Española. Presentaba varias heridas por arma de fuego.

ANTONIO SÁNCHEZ AGUILAR, 23 años; soltero; estudiante de Odontología. Militante de Falange Española. Tenía cuatro heridas por arma de fuego, una de ellas penetrante por el conducto auditivo izquierdo con fractura de la bóveda craneal y salida de masa encefálica.

AGUSTÍN BURGOS GARCÍA, 64 años; industrial; casado con Natividad Frías Reina; tenían cuatro hijas Carmen, Ana, Natividad y Encarnación. Se había presentado a las elecciones municipales de 1931, por el partido Liberal-conservador. Su filiación política le hizo objeto de persecución que lo llevaron a ocultarse en el domicilio de su sobrino Juan Abad Burgos, en Cuesta Santo Domingo, destacado hombre de izquierdas que le defendió cuando fueron a sacarle para asesinarle, produciéndose un incidente en que las milicias de caballería, llegaron a enfrentarse con los grupos radicales que trataban de detenerlo. El incidente fue resuelto por un recado del Comité, que ordenó que dejaran al pueblo que hiciera justicia. Agustín Burgos fue asesinado a las afueras de la población. Su cadáver presentaba cinco heridas de bala, una en el abdomen y otra en el oído izquierdo penetrante en el cráneo.

JUAN CUADRA BLÁZQUEZ, 42 años; propietario e industrial; casado con Carmen Jiménez Vida, tenía cuatro hijos Carmen, Ana María, Dolores y Juan. Fue elegido concejal del Ayuntamiento de Antequera, en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, a las que concurrió dentro de las listas del partido Monárquico Independiente. Fue sacado por las turbas del domicilio de Juan Antonio Jiménez Rodríguez, y llevado a la explanada del convento de Capuchinos, donde fue muerto a tiros. Su cadáver presentaba cuatro heridas de bala, una de ellas en la región occipital con fractura de los huesos de la bóveda y pérdida total de masa encefálica.

JOAQUÍN MUÑOZ GONZÁLEZ DEL PINO, 43 años. Natural de Antequera; labrador. Casado con Pilar Jiménez Vida, tenían cuatro hijos Ramón, Juan Antonio, Carmen y Purificación. A pesar de encontrarse muy enfermo, fue sacado de la casa de su padre político, don Juan Antonio Jiménez Rodríguez y llevado a la explanada del convento de Capuchinos, donde fue muerto a tiros. Presentaba tres heridas de bala, una de ellas en la región occipital.

JUAN JIMENEZ VIDA, 39 años. Natural de Antequera; labrador. Casado con Julia Muñoz Checa, tenían cinco hijos Juan, Dolores, Carmen, Julia y Victoria. Participó en las elecciones municipales de abril de 1931, dentro de las listas del partido Monárquico Independiente, no siendo elegido. Con el pretexto de que tenía que prestar una declaración, fue sacado de su casa por unos milicianos y llevado en un automóvil a la explanada de Capuchinos, donde lo asesinaron a tiros. Su cuerpo presentaba cuatro heridas de bala, una de ellas en la región frontal con fractura de los huesos de la bóveda.

EUGENIO JOAQUÍN JIMÉNEZ VIDA, 33 años; labrador. Casado con Rosario Moreno Pareja-Obregón, tenían cinco hijos Eugenio Joaquín, Luis, Carmen, Pilar y Juan. Fue sacado del domicilio de su suegro Luis Moreno y llevado a la puerta del cementerio, donde fue asesinado. Presentaba una sola herida de bala penetrante por el oído izquierdo con salida por la región parietal, fractura de todos los huesos de la bóveda craneal y salida de masa encefálica.

JOSÉ MORENO PAREJA-OBREGÓN, 38 años; casado con María Teresa Rojas Serrailler, tenían siete hijos Alfonso, José Luis, Fernando, Pilar, Teresa, León y Lourdes. Había sido concejal con la Dictadura de Primo de Rivera, resultando también concejal electo el 12 de abril de. 1931, en las que se presentó dentro de las listas del partido Monárquico Independiente. Desempeñaba el cargo de vicepresidente de Acción Popular. Habiendo sido incendiada su casa el 19 de julio, se refugió con su familia en el domicilio de doña Gertrudis Casasola, donde permaneció hasta que fue sacado de la misma y llevado en medio de los más crueles tratos hasta la puerta de la Iglesia de las Descalzas, donde agotado cayó al suelo, siendo asesinado. Su cadáver presentaba tres heridas de bala, una de ellas en la nuca penetrante en el cráneo.

El domicilio de José Moreno Pareja-Obregón, era la casa Palacio de los Serrailler, obra póstuma del arquitecto sevillano Aníbal González. El edificio fue incendiado y destrozado por las turbas. De este edificio fueron robadas una corona de oro de más de 70 cm de alto, un manto de tisú de plata, dos candelabros monumentales del mismo metal e infinidad de joyas y objetos de adorno del paso de Ntra. Sra. del Socorro del que el José Moreno era mayordomo, calculándose el valor intrínseco de lo robado en unas 500 000 ptas., sin contar la antigüedad y el mérito artístico de lo robado, que había sido acumulado durante cinco siglos por el fervor de los antequeranos a tan popular imagen.

JUAN DE DIOS MORENO PAREJA-OBREGÓN, 31 años; labrador; soltero. Fue sacado de su casa por las turbas y llevado al cementerio, en cuya puerta lo mataron a tiros. Su cadáver presentaba dos heridas de bala, una en el lateral derecho del cuello penetrante en el cráneo, y otra en la región frontal, con salida por la bóveda craneal, con pérdida de masa encefálica.

ASALTO AL CONVENTO DE LOS CAPUCHINOS

A las cinco de la tarde de esa 6 de agosto, una veintena de milicianos, bien armados, llamaron fuertemente a la puerta del Convento de los Capuchinos, pidiendo a grandes voces la salida rápida de los frailes. Fray Ángel de Cañete, Padre Guardián del convento, comprendió inmediatamente de qué se trataba y salió el primero. Los demás religiosos, aferrados fuertemente a su crucifijo, y, vestidos con el hábito capuchino, se pusieron en fila junto a la puerta del convento. Unos a otros se dieron la absolución

El Padre Guardián, arrodillado ante los milicianos, les recordaba las muchas limosnas que, en aquella misma portería, se habían repartido, diariamente, a los pobres; la inmensa caridad que siempre se había tenido allí mismo con los obreros y los necesitados, y que eran inocentes de los crímenes por los que querían quitarles la vida.

Un miliciano cortó las palabras del P. Guardián con una blasfemia y ordenaron salir. Una gran multitud los esperaba en la explanada, que ante la aparición de los religiosos, prorrumpió en obscenas exclamaciones.

Fray Ángel de Cañete, llevando entre los labios un pequeño crucifijo, fue el primero en salir del convento, llegó hasta la verja que rodea el monumento levantado en el centro de la explanada, y que los antiguos padres habían erigido en honor de la Inmaculada, y allí fue abatido por el fuego de las balas. Tras el Padre Ángel salió a continuación Fray Gil del Puerto de Santa María, recitando el breviario, cuando una fuerte descarga de fusil lo derribó antes de llegar a la verja. Siguió Fray Ignacio de Galdácano, profesor del colegio, con solo 24 años; un disparo de escopeta le destrozó el hombro. Al sentirse herido alzó los brazos al cielo, mientras que una segunda descarga lo derribó cayendo bañado en su propia sangre. Fray José de Chauchina, junto con Fray Crispín de Cuevas, cayeron cerca de sus hermanos.

Las reiteradas súplicas del P. Ángel a sus verdugos sirvieron, al menos, para librar a tres religiosos, P. Sebastián de Villaviciosa, P. Manuel de Pedrera y P. Jerónimo de Málaga, que los destinaron al cuidado de los niños en el Colegio Seráfico. Sobre las nueve de la noche, fueron trasladados en un camión al convento de la Trinidad, donde tenían su cuartel general las milicias.

El convento fue saqueado, por las turbas, que destrozaron los altares de la iglesia y quemaron sus imágenes, entre ellas las veneradas de la Divina Pastora y Señor del Perdón.

“Con referencia a la información solicitada de esta Alcaldía sobre objetos o monumentos artísticos destruidos desde el 14 de abril de 1931 en esta ciudad, tengo el honor de manifestar a V.E. lo que sigue:

- Iglesia y Convento de Capuchinos: Fue derrocada desde su hornacina, en la portada del Convento, partiéndose en pedazos la escultura en piedra de San Francisco de Asís. Quedó destruido totalmente el Señor del Perdón (Jesús después de la Flagelación en el Pretorio) Aparte de su gran valor taumatúrgico y devoto, carecía esta imagen de interés artístico. Era obra de Miguel de Carvajal, hijo del fecundo imaginero antequerano Andrés de Carvajal y Campos, de quién tantas obras posee esta ciudad (siglo XVIII).

Igual suerte hubo la Divina Pastora, imagen muy graciosa y característica de la misma época.

Asimismo, destruyeron, reduciéndola a añicos, la preciosa estatuita en terracota del Venerable Leonardo Carleón, que estaba en la portería del Convento.

En la Biblioteca, dicen los padres que ha desaparecido un códice miniado y diversos libros La Iglesia fue profanada y maltratada, pero las pérdidas son de escasa importancia artística, pues nada valioso poseía.”

Señor del Perdón

JOSÉ GONZÁLEZ CAMPOS, Fr. Ángel de Cañete. 57 años; nacido en Cañete la Real; sacerdote; guardián del Convento de P.P. Capuchinos. En 1897 tomó el hábito y en 1901 fue ordenado sacerdote.

ANDRÉS SOTO CARRERA, Fr. Gil del Puerto. 53 años; nacido en el Puerto de Santa María. En 1898 tomó el hábito y en 1907 fue ordenado sacerdote. Prefecto de estudios del Colegio.

JOSÉ MARÍA RECALDE MAGUREGUI, Fr. Ignacio de Galdácano. 24 años; nació en Galdácano (Vizcaya). En 1928 tomó el hábito, y en 1935 fue ordenado sacerdote. Era profesor del Colegio Seráfico.

ALEJANDRO CASARES MENÉNDEZ, Fr. José de Chauchina, de 39 años; diácono. Natural de Chauchina (Málaga). En 1913 tomó el hábito y en 1916 fue ordenado diácono. No pasó a ser sacerdote por padecer una enfermedad nerviosa.

JUAN PÉREZ RUANO, Fr. Crispín de Cuevas. 61 años; nacido en Cuevas de San Marcos. Con treinta años entró en la Orden, tomando el hábito.

VIERNES 7 DE AGOSTO

RAFAEL RODRÍGUEZ NAVARRO, Fr. Pacífico de Ronda, de 54 años; natural de Ronda. En 1902 tomó el hábito, siendo limosnero del convento. Cuando este fue asaltado el 3 de agosto, hecho que terminó con la muerte del Fr. Luis de Valencina, decidió marcharse campo a través a Granada, que era zona nacional, abandonando el convento por una puerta de la huerta. Poco después fue detenido por los milicianos, conducido a la Comisaría y encerrado en el calabozo, hasta que el día 7 de agosto fue sacado en unión de otro detenido para llevarlo al cementerio a fusilarlo. En el momento de salir de la prevención logró huir, siendo perseguido por los milicianos, que le dieron muerte de tres balazos, en plena calle Estepa, en las proximidades del hospital.


SEBASTIÁN HERRERO SÁNCHEZ, 62 años; labrador. Casado con Dolores Sánchez Bellido, tuvieron nueve hijos, Sebastián, Miguel, Encarnación, Filomena, Josefa, Rosario, Antonio, Dolores y Carmen. Se vio obligado a desalojar su domicilio en la noche del 19 de julio, al ser asaltado por las turbas que incendiaron cuanto en él había. Detenido el 29 de julio, en la casa de José Cámara García, donde se había refugiado, fue llevado al arresto municipal donde permaneció hasta la noche del 7 de agosto, cuando fue sacado de la prevención y llevado al cementerio en cuya puerta fue asesinado. Su cadáver presentaba cinco heridas de bala, una de ellas en el oído izquierdo penetrante en el cráneo.

ROMUALDO CONEJO CONEJO, 58 años. Presbítero. Nació en Villanueva del Trabuco. Ordenado sacerdote en 1902; licenciado en Sagrada Teología por la Universidad de Granada. Párroco de San Pedro de Antequera. El 7 de agosto, se accidentó en su casa en calle Lucena nº 66, y al pedir auxilio para que viniera la Cruz Roja, llegaron unos milicianos y cogiéndolo por los pies, le bajaron arrastrándolo por las escaleras hasta sacarlo a la calle, donde fue asesinado a tiros en una callejuela, casi enfrente de su domicilio. Presentaba dos heridas de bala, una penetrante por el ojo izquierdo con salida por la región occipital, y otra en el lateral derecho del cuello penetrante en el cráneo, sin salida.

Romualdo Conejo Conejo

ESTEBAN ARTACHO MUÑOZ, 62 años; farmacéutico de Cuevas Bajas. Casado con Carmen Cabrera Muñoz, tenían cinco hijos Salvador, Dolores, Esteban, José y Carmen. Fue sacado de su domicilio en Cuevas Bajas por un grupo de milicianos que le trajo en auto al término de Antequera, donde lo asesinaron a tiros frente al cortijo Pozo Ancho. Presentaba cuatro heridas de bala, una de ellas en la región temporal derecha, con fractura del cráneo y con salida de la masa encefálica

Esteban Artacho Muñoz

MANUEL LEÓN SORZANO, de 44 años; abogado. Hijo de José León Motta, asesinado dos días antes, junto a otros cuatro hijos suyos. Casado con Pilar López Sorzano, tenía ocho hijos Fernando, Francisco, Manuel, Pilar, Enrique, Antonio, Soledad y Paz. Fue director del semanario antequerano “La Verdad” que se publicó desde 1924 a 1927. Había ido en las listas de Unión Monárquica Nacional, en las elecciones municipales de abril de 1931. Su filiación monárquica, y el ser falangistas alguno de sus hijos, le hicieron temer que en su familia ocurriera una tragedia análoga a la de la casa de su padre, por lo que hizo a sus hijos ocultarse en los pisos altos del domicilio, calle Romero Robledo, preparándoles la huida por si la necesitaban, mientras él se mantuvo constantemente en una sala baja de la casa, vigilando la calle. Cuando las turbas se presentaron ante su domicilio, y sintió a algunos en el portal, salió de este cerrando la puerta de la calle tras de sí, y pidió que le indicaran a dónde había de ir. Delante de ellos, siguió el camino que le señalaron, con tan absoluta tranquilidad que nadie que lo viera podría creer que iba a ser asesinado. Al llegar a las afueras, le indicaron que continuara por un camino que conduce al cementerio, contestando Manuel León que si trataban de matarlo, allí estaba bien, negándose a andar un paso más. Le ordenaron que se volviese de espaldas y se negó a ello, y abriéndose la camisa les dijo: «Los hombres mueren de frente. Aprended vosotros de mí, porque antes de ocho días os tocará a vosotros». La respuesta fue dos descargas a bocajarro de perdigones, incrustándose los tacos del cartucho en las heridas. Fue rematado con un disparo de bala en la región mastoidea derecha, con fractura del cráneo. A petición de algunas milicianas, el cadáver fue expuesto desnudo en el cementerio, donde fue profanado.

JERÓNIMO MORENO CHECA, 45 años; labrador y propietario; casado con María Jiménez Palma, tenían cuatro hijos, Jerónimo, Ángel, José María y Ramón. Pertenecía a Acción Popular. Hermano mayor de la Virgen del Socorro. Sacado de su casa por las turbas después de haber agotado todas sus disponibilidades económicas, fue llevado a la calle Carrera, asesinándolo en la esquina del callejón de Urbina. Durante el trayecto fue objeto de insultos y malos tratos de obra. Presentaba seis heridas de bala en su cuerpo, una de ellas en el oído izquierdo con salida por el cuello en la región lateral derecha.

Jerónimo Moreno Checa

JOAQUÍN MORENO FERNÁNDEZ DE RODAS, 72 años; casado con Amalia Campaña Campos. Tenían un hijo, Joaquín. Era teniente coronel de Artillería, retirado. Habiendo sido incendiada la noche del 19 de julio su casa, se trasladó con su señora al Hotel Madrid, de donde fue sacado por las turbas en las primeras horas de la noche del 7 de agosto y asesinado a tiros en la calle de la Encarnación. Presentaba tres heridas de bala en su cuerpo, una de ellas en el lateral derecho del cuello con salida por la región temporal izquierda, con fractura de la bóveda craneal y salida de masa encefálica.

Joaquín Moreno Fernández de Rodas

JESÚS DEL POZO HERRERA, 53 años; empleado; casado con Concepción González Soto. Tenían seis hijos, Carmen, Jesús, Diego, Concepción, Remedios y José. Miembro del partido Republicano Radical, fue elegido concejal en las elecciones de abril de 1931, y alcalde republicano de Antequera desde octubre de 1933 hasta febrero de 1935. Sacado de su domicilio por las turbas en unión de sus hijos Jesús y Diego, fue asesinado a tiros en las afueras, ensañándose los asesinos con su cadáver, hasta el extremo de haberle machacado la cabeza con una piedra. Su cadáver presentaba tres heridas de bala.

Jesús del Pozo entregando un diploma

JESÚS DEL POZO GONZÁLEZ, 21 años; soltero; estudiante. Presentaba tres heridas por arma de fuego, una de ellas de bala en la nuca, sin orificio de salida, con fractura de la bóveda craneal.

DIEGO DEL POZO GONZÁLEZ, 20 años; soltero; estudiante. Después de fusilar al mayor de los hermanos, junto a su padre, dejaron huir a Diego, sobre el que estuvieron haciendo alarde de puntería hasta que le dieron muerte. Presentaba varias heridas de perdigonadas y de postas, y tres de bala, dos de ellas penetrantes en el cráneo.

JOSÉ RAMOS GAITERO, 48 años; industrial textil; casado con Carmen Castilla Rosales, tuvieron siete hijos Juan, José, Nicolás, Carmen, María, Francisco y Luis. Había participado en las elecciones municipales de abril de 1931, dentro de las listas de la Unión Monárquica. Afiliado al Bloque Nacional, en cuyo comité local desempeñaba el cargo de vocal.

Los tres hijos mayores, dos de ellos eran gemelos, fueron detenidos en su domicilio con el pretexto de llevarles a prestar una declaración, siendo conducidos al cementerio, a cuyas puertas fueron asesinados a tiros. Consumado este hecho, volvieron los milicianos al domicilio de las víctimas, donde requirieron al padre para que les acompañara a aclarar unos extremos, y en el mismo automóvil que habían utilizado para llevar a los hijos, fue llevado el padre al cementerio, donde le fue presentado el montón formado por los tres cadáveres de sus hijos, sobre los que parece que cayó desvanecido, siendo asesinado a tiros. Su cadáver presentaba cuatro heridas de bala, una de ellas en la región occipital penetrante en el cráneo, mortal de necesidad.

JUAN RAMOS CASTILLA, 24 años; hijo del anterior, soltero; perito textil; militante de Falange Española. Su cuerpo presentaba seis heridas de bala, varias de ellas mortales de necesidad


JOSÉ RAMOS CASTILLA, 21 años; soltero; perito industrial; militante de Falange. Su cadáver presentaba tres heridas de bala, una de ellas en el lateral derecho del cuello penetrante en el cerebro.

NICOLÁS RAMOS CASTILLA, 21 años; soltero; perito industrial; militante de Falange. Presentaba cuatro heridas de bala, una de ellas en la región occipital penetrante en el cráneo.

SÁBADO 8 DE AGOSTO

La persecución en Antequera, a los miembros de la religión católica, que desde el primer día de la guerra, pusieron en práctica las milicias del Frente Popular, dando muerte a muchos de los sacerdotes y religiosos, culminó en este día con el derribo de su pedestal, de la estatua del Sagrado Corazón de Jesús. La imagen de bronce, obra del escultor antequerano Paco Palma, erigida en abril de 1929 en la glorieta más elevada del entonces nuevo parque de María Cristina, fue derribada enganchando el pedestal, con grandes cadenas, a un camión. Derribaron y destrozaron parte del pedestal, provocando la caída de la escultura, la cual sufrió daños en una de sus manos. El monumento, fue reconstruido e inaugurado el 27 de octubre de 1940.


Por algún motivo que se desconoce actualmente, a partir de esa fecha, no se documenta más actividades de violencia en Antequera. En los últimos tres días, del 5 al 7 de agosto, habían asesinado a cuarenta y cuatro personas, entre ellas familias completas como los Sánchez Aguilar, Jiménez Vida, León, Del Pozo, Ramos, a las que habría que añadir a los cuatro hermanos Rodríguez Díaz, asesinados el 30 de julio.

Tan gran cantidad de muertes en tan solo tres días, en lo que fue una auténtica cacería humana, buscando a las personas y sacándolas a la fuerza de sus domicilios, y asesinándolas a pocos metros o en el cementerio, empleando métodos de auténticos profesionales de la muerte, como podemos ver en los resultados de las autopsias realizadas a los cadáveres, y todo ello ante la pasividad de las autoridades locales del Frente Popular, debió remover alguna conciencia que debió ordenar que finalizara aquella masacre.

Parece ser que la mayoría de los asesinatos fueron realizados por personas ajenas a Antequera, que venían de Málaga capital, como así lo testimonia “El Sol de Antequera”, que en su primer número tras la ocupación, y en referencia a los hechos ocurridos entre el 19 de julio y el 12 de agosto, señala: “Hay que resaltar en gracia a ella que la mayoría de los funestos cabecillas del movimiento y propulsores de la ola de terror, no eran de Antequera, no habían nacido en esta tierra hidalga, que vinieron a envenenar con odiosas ideas”. El Sol de Antequera. Nº 663. 16 de agosto de 1936. Pág. 2.

Esto viene a ser ratificado, por la casi totalidad de los testimonios de los familiares de los asesinados, cuando en la "Causa General" se les pregunta por la identidad de los que los detuvieron y por los que los asesinaron. Casi siempre, salvo muy pocos casos que se da algún nombre, se responde que ignoran quienes fueron.

A partir de la tarde del 11 de agosto, las fuerzas mandadas por el general Enrique Varela, que iban a atacar Antequera al día siguiente, empezaron a concentrarse en La Roda, Casariche, Estepa, Lora de Estepa y Puente Genil. Con el fin de dirigir las maniobras, el general Varela, ese día 11 pernoctó en Estepa.

La gran mayoría de milicianos, autoridades y población civil, sabedores de la proximidad de Varela, y del inminente avance de las tropas nacionales, huyen a la capital malagueña, entre ellos Antonio García Prieto y su segundo, Juan Villalba Troyano; otros se ocultan en el campo o la sierra. El resto permanece en la ciudad con la esperanza de no ser culpados al no haber cometido delitos de sangre.

A las 22,30 del 12 de agosto, entró el general Varela en Antequera, prácticamente sin resistencia, con todo su cuartel general y escolta, en donde pernoctó esa noche.

De cómo se produjo este avance de las tropas nacionales, de su entrada en Antequera, y de lo sucedido en la ciudad hasta la salida de una columna, el 13 de septiembre, en dirección a Campillos, me ocuparé en la próxima Crónica.


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