ANTEQUERA DURANTE LA SEGUNDA REPÚBLICA

 

EL CONVENTO DE LA TRINIDAD

Como ya es conocido, las elecciones municipales que tuvieron lugar en España el 12 de abril de 1931, fueron el desencadenante de la caída del rey Alfonso XIII y la proclamación de la Segunda República. Sobre este hecho, ya hablé en mi Crónica «LAS ELECCIONES MUNICIPALES EN CAMPILLOS DEL 12 DE ABRIL DE 1931», por lo que no voy a volver a incidir en ello.


Para conocer cómo fueron esas elecciones municipales en Antequera, hay que hablar de la existencia de una gran división de las candidaturas de la derecha monárquica en la localidad, la cual había presidido hasta ahora, las comisiones gestoras municipales habidas durante la Dictadura de Primo de Rivera. 

El partido «Unión Monárquica Nacional» (UMN), heredero de la «Unión Patriótica» del dictador, era el que mejor personificaba la idea del continuismo político hasta ahora existente, totalmente contrario a los cambios y a los pactos de cualquier tipo. En su seno se había producido el 5 de abril una escisión de políticos disidentes, que habían conformado la «Coalición Monárquica», con la que se iban a presentar a las elecciones municipales.



Los esfuerzos, hasta última hora, por parte del Gobernador civil de Málaga, don Diego González-Conde y García de la Cuesta, marqués de Villamantilla de Perales, por conseguir el establecimiento de una gran coalición conservadora, se encontró con el rechazo de la UMN, que no aceptaba otras condiciones que no fueran las del acatamiento íntegro de su programa político por el resto de partidos de derechas.

Esta división de las derechas antequeranas, va a constituir el rasgo más significativo de las elecciones de abril de 1931; una fractura tan fuerte que la gran beneficiada de ella, de cara a las elecciones municipales, sería la coalición republicano-socialista.

De forma paralela a los intentos por parte de los sectores políticos conservadores de Antequera de alcanzar una gran coalición de derechas, gracias a la acción del Partido Republicano Radical (PRR), se había producido un resurgimiento y reorganización del movimiento republicano en la ciudad.

El PRR de Antequera, no es advenedizo a la política, sino que, aunque haya atravesado épocas difíciles, y para cubrir bajas que el tiempo iba causando en sus filas hayan ido renovándose sus hombres, tiene más de sesenta y cinco años de existencia, y esta longevidad evidencia la vitalidad y pujanza de esta organización.
19330719 05 El Popular

El 15 de marzo, se alcanzó un acuerdo en la cúpula de dicho partido (PRR), para presentar una candidatura de coalición con el Partido Socialista (PSOE), repartiéndose por mitad entre ambas agrupaciones los puestos de la lista electoral. Y es que republicanos radicales y socialistas fueron conscientes desde un principio, al contrario que la derecha, de la necesidad de ir unidos a las elecciones para tener garantías de victoria, a través del consenso de posturas, la superación de recelos políticos y la elaboración de un programa conjunto en el que, cediendo los dos partidos, satisficiera el resultado a ambos.

El partido socialista, había tenido una penetración tardía en Antequera, ya que la Agrupación Socialista fue fundada a principios de 1930 por un grupo de personas de acendrados sentimientos religiosos, entre los que figuraba don Manuel de Luna Pérez, dueño de unos talleres metalúrgicos donde daba trabajo a más de ochenta obreros; don Juan Villalba Troyano, miembro de la Conferencia de San Vicente de Paul e individuo del Somatén; don Antonio Gallardo del Pozo, médico que figuraba en numerosas cofradías. Había sido elegido presidente de la Agrupación local el médico Gallardo del Pozo.

Doctor Antonio Gallardo del Pozo

Así se manifestaba don Manuel Aguilar Rodríguez del PRR, del que hablaré más adelante, en un informe que elaboró, siendo alcalde de Antequera, en agosto de 1933.

En sus inicios el partido tenía un carácter socialista humanista cristiano, arrastrando “una vida precaria y lánguida, sin que acudiese a nutrir sus filas el elemento obrero, dando ello origen a que el desaliento se apoderase del presidente señor Gallardo, y considerase fracasado el proyecto. Hasta que habiendo ingresado en la Agrupación, Antonio García Prieto, quien pensando sin duda en ampliar su clientela como sastre, exteriorizó sus sentimientos piadosos desde su llegada a Antequera (era de Mollina), donde figuraba en muchas cofradías […]; fue uno de los más activos propulsores de la erección de una estatua al Sagrado Corazón de Jesús […]; con el sayal de penitente, alumbraba con inusitado fervor en las procesiones de Semana Santa […]; consideró el señor Gallardo que podía entregarle la presidencia de la Agrupación, sin riesgo de que las tendencias de esta fueran desvirtuadas, y a tal fin dimitió del cargo, y presentó y apoyó la candidatura del citado sastre, que fue elegido presidente.
Quiso este atraer nuevos elementos a la Agrupación, y para ello fundó a finales de agosto de 1930, como órgano de la Agrupación Socialista, el semanario «La Razón», que pronto se convirtió en instrumento de ataque a las clases patronales, a la Monarquía, a la Guardia civil, y el místico se transformó en feroz revolucionario, […] lanzando desde las columnas del semanario doctrinas marxistas, ofreciendo a los obreros el reparto de fincas, injuriando a las Hermanitas de los Pobres, llegó a crear un ambiente que si era útil para la revolución, podía tener serios peligros para cuando la República se instaurase, ya que se hacía ofertas de imposible cumplimiento.
No logró con estos procedimientos aumentar gran cosa el número de afiliados a la Agrupación Socialista, de la que se apartaron muchos de sus fundadores […]


Pero volviendo a las elecciones municipales de abril de 1931, como señala el semanario «El Sol de Antequera» del 29 de marzo de 1931, un par de semanas antes de las elecciones, “en el campo monárquico se observa una desorientación y una apatía inexplicable, y pronto tocaremos el resultado de esa ceguera”. Todo lo contrario que la izquierda, que se va a caracterizar por “la convicción que tienen los elementos antimonárquicos de su triunfo en los comicios, ante la dispersión de las fuerzas adictas al régimen, que se observa en todas partes, y es indudable que de seguir así las cosas, saldrá triunfante la coalición republicano-socialista, por la dejación de sus contrarios, disgregados en grupos y grupillos rivales entre sí”.

Durante la jornada electoral del 12 de abril, no se produjeron en la ciudad incidentes de relevancia, pero sí hubo, sin embargo, una gran abstención, de lo cual la gran damnificada fue la derecha, un hecho que de no haberse producido podría haber variado seguramente el resultado final de las elecciones.

Así fue reconocido desde diversos sectores, que señalaron que el triunfo de la «Coalición republicano-socialista» pudo deberse, más que a los méritos propios, a los graves errores de la derecha, que con su actitud disgregadora, no logró convencer a una masa social, tradicionalmente conservadora o monárquica, que optó por la abstención, desengañada y decepcionada por sus disputas internas.

Sea como fuere, está claro que la división de las derechas fue duramente castigada en las urnas. De los 29 concejales que fueron elegidos, el PRR consiguió once, el PSOE diez, la Coalición Monárquica siete, y la UMN uno solamente.

Dos días más tarde de las elecciones municipales, el 14 de abril, la República era proclamada en todo el país. Esa misma noche, a las diez y media, conocida la noticia oficial de la proclamación, se celebraba en Antequera una multitudinaria manifestación de adhesión a la República, izándose la bandera tricolor en el balcón del Ayuntamiento.

La manifestación recorrió diversas calles, en medio del mayor entusiasmo y engrosando a su paso con los grupos que se le incorporaban. Llevaba al frente a los presidentes de los partidos republicano y socialista, señores (Manuel) Avilés (Giráldez) y (Antonio) García Prieto y a los de las sociedades obreras, directivos de dichos organismos y las banderas respectivas, incluso la de la República, a cuyo paso se hicieron incesantes los aplausos. La banda de música acompañaba a la manifestación, interpretando el himno de Riego y la Marsellesa.
A la llegada de la manifestación a la calle del Infante, dada la amplitud de la vía y a pesar de estar en obras de adoquinado, presentaba imponente aspecto el desfile de los varios miles de personas que componían aquella y que fueron a detenerse frente al Ayuntamiento, en cuyos balcones se situaron los directivos de los partidos expresados, izando la bandera republicana en el asta del edificio en medio de atronadores aplausos.
Seguidamente dirigieron la palabra el público los señores (Antonio) García Prieto y (Román de las) Heras Espinosa, que manifestaron su entusiasmo por el triunfo de la República, siendo aclamados
19310419 002 El Sol de Antequera
19310416 005 El Sol

Manuel Avilés Giraldez

Un día después, el gobernador civil de la provincia, ordenaba la toma de posesión de los nuevos concejales, de entre los que debía ser elegido el nuevo alcalde.

El 16 de abril de 1931, a las tres de la tarde, tiene lugar la constitución del primer ayuntamiento de Antequera de la Segunda República. Con los votos favorables de los 11 concejales republicanos y de los 10 socialistas, y la abstención de los 8 monárquicos, es elegido alcalde el republicano radical Manuel Aguilar Rodríguez. La primera tenencia de alcaldía recaería sobre el socialista Antonio García Prieto, quien posteriormente obtendría un acta de diputado en las Cortes Constituyentes tras la celebración de las elecciones parlamentarias de 28 de junio de 1931. La segunda tenencia de alcaldía sería para el radical Camilo Chousa López, y la tercera para el socialista Juan Villalba Troyano.

Un día más tarde, el 17 de abril, Miguel Maura, ministro de Gobernación del Gobierno provisional de la Segunda República, tomaba la iniciativa de desposeer del mando a todos los gobernadores civiles de la monarquía.

Decreto del Ministerio de la Gobernación, disponiendo cesen los Gobernadores civiles de todas las provincias.
Gaceta de Madrid del 17 de abril de 1931

En la misma Gaceta de Madrid del 17 de abril, se nombraba nuevo gobernador civil de Málaga al cordobés don Antonio Jaén Morente, del partido de Alcalá-Zamora.

LOS PRIMEROS MESES DE LA REPÚBLICA EN ANTEQUERA

Los primeros meses del nuevo Ayuntamiento de Antequera, van a estar marcados por la cordialidad y la colaboración, fundamentalmente entre radicales y socialistas, pero también con respecto a los representantes monárquicos. La labor que desarrolló Manuel Aguilar como alcalde, iba a ser muy elogiada por todas las fuerzas políticas municipales, lo cual no impidió que se produjeran conflictos laborales entre los obreros y los patronos agrarios.

Una de las cuestiones que con mayor urgencia se planteó el Gobierno provisional de la Segunda República, presidido por Niceto Alcalá-Zamora, con un claro protagonismo socialista, fue la realización de una profunda reforma agraria.

Durante los dos primeros meses, el Gobierno provisional puso en marcha un conjunto de decretos, impulsados por el ministro de Trabajo el socialista Francisco Largo Caballero. La publicación de dichos decretos, modificaron la normativa laboral y las condiciones de trabajo en el campo de tal forma, que el campesino, en general, adquirió un mayor protagonismo gracias al desarrollo de sus organizaciones sindicales, amparadas por esas nuevas leyes agrarias.

Los tres decretos fundamentales fueron el de «Términos municipales», el de «Laboreo forzoso», y el de «Jurados mixtos agrarios», que juntos dieron a los sindicatos campesinos un poder sin precedentes en España, poder que utilizaron para conseguir aumentos masivos de sueldos para los obreros, e incrementos espectaculares en el número de sus afiliados.

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2024/04/los-problemas-del-campo-la-llegada-de.html

La afiliación de trabajadores agrícolas que registra la UGT en los primeros meses de la República fue masiva, siendo la fuerza mayoritaria en las zonas latifundistas. En la zona agrícola malagueña, existían ochenta y siete secciones y más de 21.000 afiliados. Sin embargo, en la comarca de Antequera era el «Sindicato de Obreros Agrícolas», creado por el partido Comunista de Antequera, que se había fundado el 15 de septiembre de 1931, la fuerza que coordina y dirige una mayor movilización campesina.

A las pocas semanas de la llegada de la República, el 13 de mayo de 1931, se registra en Antequera, la primera huelga agrícola, la cual se produce unos días después de la quema de iglesias y conventos ocurridos principalmente en Madrid y Málaga. Las causas de esta primera huelga fueron la discusión de las Bases del trabajo agrario para ese verano, principalmente la del aumento salarial.

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2022/09/madrid-malaga-y-campillos-la.html

El primer teniente de alcalde, el socialista Antonio García Prieto, que estaba en funciones de alcalde por encontrarse el titular de viaje oficial en Madrid, en la sesión municipal que se celebró esa noche del 13 de mayo, calificó de ultraje a los antequeranos el suponerles capaces de llevar a cabo los actos vandálicos que se estaban desarrollando en otros lugares de España. Dirigiéndose a los obreros agrícolas que llenaban el salón, les dijo que confiaba en que las Bases de trabajo serían totalmente aceptadas por los patronos.

Cuando terminó la sesión, Prieto envió un recado a la Comisión patronal que estaba negociando las nuevas Bases, y les dijo “que los obreros están decididos a incendiar aquella misma noche iglesias y conventos, así como las casas de determinados patronos, sin que la alcaldía disponga de medios para impedirlo. Que él se comprometía a conseguir que desistieran de su propósito a cambio de que los patronos agricultores aceptaran íntegramente, sin discutirlas, las bases de trabajo presentadas por los obreros”. Ante esta situación la Comisión del «Sindicato Católico Agrícola», esa misma noche del 13 de mayo, aceptó íntegro el proyecto de Base de trabajo presentado por la «Sociedad de Obreros Agrícolas».

A partir de ese día, no hubo sociedad obrera que no reclamase nuevas Bases de trabajo. Desde esa huelga de mayo de 1931, hasta enero de 1932, en sólo ocho meses, se sucederían en Antequera otras ocho huelgas de carácter agrario, que siempre girarían en torno al aumento salarial, el laboreo forzoso, el reparto de obreros, y la Ley de Términos Municipales. Algunas de estas huelgas afectarían también a los municipios y anejos de Bobadilla, Fuente de Piedra, Mollina y Humilladero.

ELECCIONES DE 28 DE JUNIO DE 1931

Unas semanas después de la quema de iglesias y conventos, en pleno proceso de instauración del nuevo régimen republicano, se convocaban, con el carácter de Constituyentes, las primeras elecciones de Diputados a Cortes de la Segunda República.

El parlamento republicano iba a estar constituido por un total de 470 diputados. La primera vuelta de las elecciones se celebraron el 28 de junio, y la segunda vuelta el 19 de julio de 1931.

A ellas concurrieron, por una parte la Conjunción Republicano-Socialista, compuesta por el PSOE, los radicales de Lerroux, lo radical-socialistas, la Derecha Liberal Republicana de Alcalá-Zamora y la Acción Republicana de Azaña, los partidos que integraban el Gobierno Provisional.

La derecha concurrió dividida y no presentó candidaturas en muchas de las circunscripciones. El motivo lo podemos entender leyendo el artículo que publicó en «El Socialista», Luis Araquistáin, periodista, escritor y político socialista. En su opinión las elecciones de 1931 habían sido libres precisamente porque las fuerzas de derecha se hallaban acobardadas:

En 1931 las oligarquías y sus organizaciones caciquiles locales, acobardadas por la instauración de la República y por algunos actos de violencia popular, como la quema de conventos, dejaron que el pueblo votara a su antojo en las elecciones de junio, las más libres que había habido en España.

Faltaron entonces las tres coacciones tradicionales sobre el cuerpo electoral: la coacción política del Gobierno, la coacción moral de la Iglesia, la coacción económica de los propietarios territoriales. Sólo un monárquico, el ex conde de Romanones, tuvo el valor de presentar su candidatura con esa filiación política. Los demás monárquicos, o habían huido heroicamente al extranjero, o se habían recluido prudentemente en sus casas. Otros disimularon su personalidad política disfrazándose de agrarios o de católicos. El resultado natural fue una victoria rotunda de las izquierdas, porque la inmensa mayoría del pueblo español, víctima secular de la injusticia y de la miseria, sentía y sigue sintiendo una política que le prometía acabar con los privilegios de las oligarquías históricas. Y las viejas organizaciones caciquiles, temerosas a la sazón de presentar candidatos propios, votaron en gran parte al partido radical, que era, dentro de la República, el exponente más fiel de los métodos y aspiraciones de las antiguas fuerzas monárquicas.
19331125 El Socialista

El resultado de las elecciones fue una aplastante victoria de los partidos que integraban el Gobierno Provisional, ya que coparon cerca del 90% de los escaños en disputa. El que obtuvo mayor número de diputados, fue el Partido Socialista Obrero Español con 115, seguido del partido Radical de Lerroux, con 90. La derecha y el centro republicanos, con la excepción de los radicales, quedaron reducidos a un papel testimonial. Sólo consiguieron unos 50 diputados.

En Málaga se elegían ocho diputados por la circunscripción provincial, y cuatro por la capital. La derecha, no presentó candidatura en Málaga y tampoco en su provincia. A título individual, se presentaron en la capital varias candidaturas, entre ellas la del veterano Francisco Bergamín García (1855), que obtuvo 2.189 votos, y el ingeniero antequerano José Bores Romero (1860), que obtuvo solo 563.

Los ocho diputados de la provincia y los cuatro de la capital, fueron para la Conjunción Republicano-Socialista del gobierno provisional. Antonio García Prieto, que se presentaba como candidato por el partido socialista en la candidatura provincial, fue el tercero más votado con 48.665 votos, salió elegido Diputado.

Antonio García Prieto

ANTONIO GARCÍA PRIETO EN EL PARLAMENTO

Antonio García Prieto, que no abandonó su cargo de primer teniente de alcalde en el Ayuntamiento antequerano, fue posiblemente el diputado malagueño más activo en el Parlamento, interviniendo en numerosas ocasiones en los debates parlamentarios, casi siempre en torno a cuestiones sociales y laborales y de orden público que afectaban a los pueblos de la provincia de Málaga. Entre las denuncias realizadas por García Prieto desde su escaño de diputado, algunas hacían referencia a la situación que se vivía en Antequera.

El 7 de agosto de 1931, García Prieto, desde su escaño del Congreso, acusa con extrema dureza a los patronos antequeranos, tanto a los agrícolas como a los industriales, de boicotear la República y de sitiar mediante el hambre a los trabajadores antequeranos con la disminución deliberada y provocadora del volumen de sus negocios, llegando incluso al cierre de algunos establecimientos.


He pedido la palabra para denunciar las arbitrariedades cometidas por la clase patronal de la ciudad de Antequera. En Antequera, pueblo verdaderamente importante, tanto en el ramo de la agricultura como en el de la industria, está la clase patronal coaccionando de tal forma a la clase trabajadora, que no hay motivo para que un pueblo relativamente rico como aquel, en que no debía existir paro forzoso, exista hoy por la soberbia de los elementos patronales de aquel distrito.
Existen varias fundiciones en Antequera, y los elementos metalúrgicos que componen la Sociedad del pueblo de Antequera presentaron unas bases de trabajo, que son las más modestas que existen en el ramo de metalurgia; pero los industriales metalúrgicos de Antequera, con una soberbia infame, porque no puede llamarse de otro modo, a la semana de haber presentado las bases de trabajo estos obreros, mandaron una carta a la Sociedad comunicando que, debido a la arbitrariedad cometida por los obreros al pedir un aumento de sueldo, que les parecía verdaderamente justo, pero que no estaban dispuestos a aceptar, cerraban las fundiciones y se trasladaban a otro sitio.
Eso, Sres. Diputados y Sres. Ministros, no deja de ser más que una coacción contra la clase trabajadora y crear dificultades al Gobierno, boicotear la República, en una palabra. Además, reunidos todos los elementos patronales en un mitin en el teatro Vital Aza, de Málaga, y después en un fraternal banquete, en el cual se dieron vivas a la Monarquía, acordaron contrarrestar por todos los medios a su alcance la labor que las Sociedades obreras de la provincia de Málaga venían realizando, y, poniendo en práctica los procedimientos que acordaron en aquella reunión, han cerrado en Antequera, además de las dos fundiciones, una yesera importantísima, una panadería, un establecimiento de bebidas, el más importante de la población, situado en el mejor punto de ella, porque los camareros, en uso de su perfectísimo derecho, querían que se cumpliera la jornada legal de ocho horas, creando con ello una serie de dificultades a numerosos padres de familia que viven de ese trabajo. […]
La labor de esos patronos es verdaderamente criminal y contraria a la República, y el Gobierno no debe permitirla.

Esas denuncias de García Prieto en las Cortes, a iniciativa del concejal monárquico Santiago Vidaurreta Palma, fueron tratadas en un largo y tenso debate en la sesión municipal del 19 de agosto, quien manifestó que ni como antequerano ni como patrono podía dejar pasar el asunto sin protestar con contundencia y energía ante las que consideraba inexactas afirmaciones de García Prieto. Reconocía Vidaurreta que algunos industriales antequeranos habían cerrado sus industrias y que algunos labradores habían cesado en el laboreo de sus fincas, pero por razones puramente económicas ocasionadas por los excesivos salarios demandados por los obreros que no podían ser atendidos; sin embargo, afirmaba que la mayoría de los patronos antequeranos continuaban la explotación de sus negocios con toda normalidad incluso recobrando su actividad algunos de los que habían sido clausurados. Concluyó Vidaurreta su intervención afirmando que la clase patronal antequerana estaba indubitablemente al lado de la República.

Santiago Vidaurreta Palma

Puesta a votación la propuesta, esta fue aprobada con los votos favorables de los concejales radicales y monárquicos, y la oposición de los socialistas.

Por primera vez coincidían en el ayuntamiento antequerano los concejales republicanos y los monárquicos, haciendo frente común ante los socialistas. Cuando apenas habían pasado cuatro meses desde la proclamación de la República, la vida municipal antequerana tomaba un nuevo rumbo, bien diferente al previsto en abril de 1931, cuando republicanos y socialistas habían llegado coaligados al gobierno municipal.


La ruptura entre ambos grupos políticos marginó del poder local a los socialistas, que radicalizarían sus posicionamientos al comprobar que sus propuestas en las sesiones municipales eran rechazadas continuamente. Por su lado, los radicales compensarían la pérdida de sus iniciales socios de gobierno con un decidido acercamiento a los antiguos concejales monárquicos, conformando una nueva mayoría de gobierno en el ayuntamiento de Antequera.

OTOÑO DE 1931. CONTINÚAN LAS HUELGAS

El día 10 de octubre, se declararía una huelga revolucionaria en Antequera, con el abandono general del trabajo en el campo, incluido el ganado. Estuvo promovida por la rama sindical del partido comunista. Según comunicaba el alcalde al gobernador civil, la huelga no perseguía objetivos económicos, sino que tenía un matiz revolucionario, siendo más de cinco mil los huelguistas. El alcalde, don Manuel Aguilar, mandó clausurar el centro comunista como instigador de la huelga.

Así continuó la alcaldía luchando contra el paro y contra los constantes conflictos que en forma de huelgas se venían planteando, y que con sus campañas desde el semanario «La Razón», era alentador, en muchos casos, García Prieto desde Madrid.

La incondicional defensa de los intereses de los jornaleros ejercida por los socialistas locales, liderados por García Prieto, ahora también diputado en las Cortes, que con una retórica creciente, y en un alarde de elocuencia contundente y acusatoria, consideraba difunto el vínculo político que, aun levemente, todavía unía a los socialistas con los radicales.

Los socialistas se erigían en los verdaderos defensores de los intereses de las clases trabajadoras, usando unas estrategias de confrontación con la patronal mucho más agresivas, denunciando la intransigencia y la cerrazón de las clases patronales en defensa de sus intereses.

El uso, por parte de los radicales y su alcalde, de tácticas conciliatorias, dialogantes y pacíficas en la resolución de los conflictos molestaba cada vez más a los socialistas, que los acusaban del giro claramente conservador y pro-patronal experimentado por sus antiguos socios y colaboradores en la gestión municipal.

El 21 de octubre, después de una ausencia de tres meses, entre grandes medidas de seguridad, García Prieto, como primer teniente de alcalde, asiste a la sesión municipal celebrada ese día, y usando la palabra en “Ruegos y preguntas”, aprovechó para lamentar lo que venía sucediendo y las arbitrariedades que durante su ausencia se habían cometido contra el pueblo.

El señor Camilo Chousa, concejal del grupo radical, dijo que “si la minoría republicana se había visto en la necesidad de separarse de la socialista no era por incompatibilidad de ideas, sino precisamente por las estridencias del señor García Prieto, que en algunos mítines había dicho que se mostraba pesaroso de no haber autorizado la quema de conventos, y que si la ocasión se repitiera él mismo llevaría la tea incendiaria. Esto y otras cosas son las que les han obligado a tener cierta prevención para seguir colaborando con los socialistas. […] Se refirió a la colaboración con los monárquicos, y dijo que la libertad consiste en respetar las ideas de todos, siempre que se mantengan dentro del orden y la ley, y además hay que abrirles la puerta para que no crean que este régimen es intransigente y se convenzan de que la Monarquía es innecesaria y no ha de volver”.

A lo que García Prieto replicó que no era cierto que “haya dicho que está arrepentido de haber impedido la quema de conventos; lo que dijo y repite ahora es que si las cosas se hicieran dos veces y estos hechos se repitieran, el empuñaría la tea incendiaria, no para emplearla en conventos e iglesias, que estos edificios son buenos para escuelas, sino para quemar las casa de los burgueses, que están haciendo perecer de hambre a los obreros”

CAMILO CHOUSA LÓPEZ, NUEVO ALCALDE DE ANTEQUERA

El alcalde de Antequera Manuel Aguilar, del partido Radical, el 30 de diciembre de 1931, fue designado Gobernador Civil de la provincia de Granada, motivo por el que el 8 de enero de 1932, accede a la alcaldía de Antequera el segundo teniente de alcalde, Camilo Chousa López, también perteneciente al partido Radical. Los concejales socialistas, no quisieron participar en su elección y se ausentaron del pleno. Fue, por tanto, necesario el apoyo de algunos de los concejales monárquicos, para que Chousa consiguiese los dieciséis votos que le llevaron a la alcaldía.

Camilo Chousa, que era por entonces el Director del Instituto de Antequera, era una figura controvertida que iba a marcar un punto de inflexión en las relaciones de los socialistas con los radicales. Su breve periodo de gestión como alcalde, de apenas siete meses, no estuvo exento de enorme polémica, e iba a suponer una separación irreconciliable entre radicales y socialistas. Estos últimos, ahora irremediablemente desposeídos de cualquier posibilidad de influir en la toma de decisiones políticas adoptadas desde la Corporación municipal, se encaminaron en una dirección de manifiesta radicalización, liderada por la figura de Antonio García Prieto.
Camilo Chousa

LOS SUCESOS DE MARZO DE 1932

Poco cambiaría el panorama conflictivo en la Antequera de 1932, año en el que, como en el anterior, la ciudad asiste al desarrollo de varias huelgas. De ellas, la primera, la de marzo de 1932, organizada por el partido Comunista, se va a convertir a la postre en la más importante huelga en Antequera en toda la Segunda República, tanto por la participación de manifestantes, como por la gravedad de los disturbios.

El domingo 27 de marzo de 1932, a las dos de la tarde, se celebró una asamblea del partido Comunista en el salón Rodas, en la calle Mesones, al que asistieron unas mil personas. A su finalización, una comisión destacada de la reunión, se dirigió al Ayuntamiento, haciendo entrega al alcalde de las diversas conclusiones de carácter social a las que se había llegado en la asamblea.

Primera: Aplicación inmediata del laboreo forzoso.
Segunda: Supresión de la Comisión de Policía Rural.
Tercera: Que se inviertan las cantidades recaudadas por la décima de la contribución en obras para los obreros en paro forzoso.

 

SALÓN RODAS

Las conclusiones fueron presentadas al alcalde a las seis de la tarde, y el señor Camilo Chousa les indicó que la mayoría de ellas estaban atendidas, y las demás previstas, pues ya se habían comenzado una serie de obras que ayudaría a conjurar la crisis de trabajo existente. Les pidió a los obreros un plazo de algunos días para resolver la cuestión. Sin embargo, los comunistas no admitieron dilaciones y dieron un plazo perentorio para atender todas sus demandas.

El origen inmediato del conflicto, ha sido el paro forzoso de los albañiles. El retraimiento que se observa desde hace tiempo por parte de los particulares, de efectuar obras de importancia; la terminación de las obras de alcantarillado y la paralización de las que efectuaba el Ayuntamiento por la situación económica del mismo, ha producido esa crisis. […] Cierta atmósfera creada en torno al señor Chousa, por elementos contrarios, ha hecho concitar contra él la animosidad de aquéllos y otros obreros. Pero indudablemente sea quien fuere la persona que ocupase la Alcaldía, mal podría hacer frente a la situación, dada la crisis que experimentan las arcas municipales.

La mañana del lunes 28, sin previo aviso, se declaró la huelga general. Grupos de huelguistas recorrieron las calles coaccionando al comercio, para que cerrara sus puertas. La huelga fue absoluta, afectando incluso a los obreros del ramo de la panadería, por lo que escaseó el pan. A las criadas de servicio que fueron a la plaza de Abastos, a muchas de ellas les arrebataron y derramaron los artículos que habían adquirido.

Ante la falta de pan, el alcalde solicitó al gobernador civil, Miguel Coloma Rubio, que enviara de Málaga fuerzas de Intendencia u obreros panaderos que substituyeran a los huelguistas

En algunas esquinas se podía leer el siguiente pasquín:

«Trabajadores: Los dirigentes únicos de la clase proletaria os ordenan todos que vayáis a la huelga revolucionaria, oponiéndose a la burguesía y a las camaraderías de Galarza. Pedimos justicia». (Ángel Galarza Gago, era el Director General de Seguridad).

Los agitadores se extendieron por toda la población en pequeños grupos, que al provocar alteraciones de orden en diferentes puntos de la ciudad, impedían a la fuerza pública el poder reprimirlos en su totalidad. La mayoría eran muchachos de dieciocho a veintidós años, en tanto que los de más edad se limitaron a desempeñar un papel directivo en la sombra. Así lo afirmaba «El Sol de Antequera»:

La intensa propaganda y excitaciones que de palabra y por escrito se ha hecho durante más de un año para inducir a nuestro pacífico pueblo a ese alarde de fuerza numérica y de imposición de ideales que pugnan con la libertad de trabajo, con e! respeto debido al prójimo y con el orden público, tenía que dar lugar a que los más exaltados y fanáticos por su juventud e incultura creyeran posible conseguir sus utopías lanzándose a la revuelta con un entusiasmo digno de mejor causa, mientras sus instigadores se ausentan u ocultan para lamentar luego las desgracias, cuando ya no tienen remedio.

Sobre las nueve y media de la mañana la presencia de grupos alborotadores, se incrementó en las calles Encarnación, Estepa, plaza de San Sebastián e inmediatas, y vista su actitud se dieron órdenes a la Guardia civil para que saliera a imponer el orden.

A las diez de la mañana, aproximadamente, al pasar una pareja de la Guardia civil frente a la posada de los Caballeros, en la cuesta Zapateros, fue tiroteada por un grupo de huelguistas. Poco después, acudía al lugar el capitán Domingo García Poveda, con un oficial, un sargento y un cabo de la Benemérita. Ante el refuerzo, los agresores buscaron refugio en el interior de la posada, desde la cual continuaron disparando, resultando heridas las caballerías que montaban el sargento y el cabo.

Después de alguna resistencia, los guardias consiguieron entrar en la posada, practicando diecisiete detenciones. Uno de los detenidos había resultado herido de bala en la mano derecha. Los facultativos del hospital San Juan de Dios, apreciaron que la herida la recibió a quemarropa, de forma que dedujeron que se hirió a sí mismo al hacer algún disparo. Se trataba de Juan Fernández Sedano, de veintidós años. Quedó detenido por la Guardia Civil, habiéndosele ocupado una pistola.

POSADA

Mientras tanto, uno de los grupos de huelguistas, aprovechando que la fuerza pública estaba ocupada en la posada de los Caballeros, intentaron prender fuego al convento de Santa Eufemia, incendiando las puertas, pero la llegada de la Guardia civil los puso en fuga, y las mismas monjas del convento, ayudadas de varios vecinos, sofocaron las llamas, arrojando sobre ellas cubos de agua.

Otro de esos grupos marchó al convento de los Trinitarios, edificio del siglo XVII, rociando las puertas con gasolina, para lo cual se apoderaron del surtidor que había frente a la iglesia, llenando cubos y cantaros que rociaron en la puerta del edificio. Los incendiarios, se refugiaron tras unas casas y peñascos que están en el monte de la Cruz Blanca, desde el cual se domina perfectamente el convento.

Los cinco frailes que componían la comunidad y que estaban en el interior, tocaron a rebato, e intentaron apagar las llamas con cubos de agua; pero los huelguistas, desde el exterior, les hicieron retirarse a tiros y pedradas arrojadas con hondas. Los frailes tuvieron que abandonar el convento, vestidos de paisano, saliendo algunos por una puerta trasera, mientras otros saltaban por una reja practicable, refugiándose en casas particulares próximas.

Ante el serio cariz que tomaban los hechos, y que para reprimirlo resultaban insuficientes los números de la Guardia civil existentes en Antequera, el alcalde Camilo Chousa, pidió con urgencia a Málaga el envío de más fuerzas de la Benemérita. Mientras tanto, para ayudar en el control del orden público, se echó mano de los Carabineros, que se hicieron cargo de la custodia de los Bancos, centros de Teléfonos y Telégrafos, y de otros establecimientos públicos.

Mientras tanto, el sargento y varios números de la Guardia civil montada, se habían personado en la Cruz Blanca siendo recibidos con insultos, piedras y disparos, a los que contestaron los guardias cargando sobre los revoltosos y dispersándolos.

Los rebeldes, en considerable número, se hicieron fuertes tras las casas y pedruscos de la Cruz Blanca, y desde allí tiroteaban y lanzaban piedras con hondas a cuantos intentaban acercarse al convento incendiado, imposibilitando así los trabajos de extinción. Varios números de la Guardia civil, convenientemente apostados, hacían descargas contra los ocultos agresores. El tiroteo en las cercanías del convento de los Trinitarios, duró toda la mañana con bastante intensidad.

Sobre las tres y media de la tarde, uno de los revolucionarios se hallaba parapetado tras una gran piedra, desde la cual disparaba con pistola contra la Guardia civil. Uno de los guardias, que vigilaba atentamente sus movimientos, lo cogió en un momento en que asomaba la cabeza, y disparando su máuser, hizo blanco en la frente, cayendo hacia atrás mortalmente herido. A partir de ese momento, cundió el pánico en las filas rebeldes, abandonando sus posiciones, emprendiendo la huida.

Este momento fue aprovechado por la Guardia civil, por el vecindario y por el servicio municipal de incendios para llegar al convento de la Trinidad, realizando los trabajos necesarios para la extinción del incendio. La parte delantera del convento, y sobre todo las puertas y ventanales, fueron las más castigadas por las llamas. El interior del edificio solo sufrió pequeños desperfectos, por ser una edificación muy sólida, toda de sillería.


El herido fue llevado a una farmacia próxima, pero nada más verlo el boticario aconsejó que lo trasladaran al hospital San Juan de Dios. Se trataba de Antonio Povedano Reina, de veintidós años, natural de Antequera, que presentaba herida en la región frontal derecha por arma de fuego, con orificio de salida por el parietal izquierdo. En los bolsillos de Antonio Povedano, fue encontrado por la fuerza pública, un carnet del «Comunismo Rojo», que tenía el número 1.

Aproximadamente a las cuatro de la tarde llegaron en un camión de la agencia Portillo, diecisiete miembros de la Guardia civil enviados desde Málaga a petición del alcalde. La presencia de estas fuerzas y las circunstancias anteriormente señaladas, hicieron que el tiroteo cesara de un modo absoluto.

Poco después de la cuatro de la tarde, unos diez huelguistas, asaltaron un negocio de ferretería y armería en la calle de Diego Ponce nº 12, propiedad de Rafael Vázquez Navarro. El asalto fue por el escaparate, penetrando en el interior rompiendo la luna. Una vez dentro, el dueño les dijo que las armas habían sido recogidas por la mañana por la Guardia civil, pero los asaltantes, no creyéndolo, encañonaron a éste, haciéndole recorrer todas las dependencias, y cuando se convencieron de que, efectivamente, no había armas de fuego, se llevaron algunas hoces y una caja con armas blancas que encontraron.


Una de las primeras medidas adoptadas por el alcalde, luego de consultar con el gobernador de la provincia, fue la clausura de los centros obreros de Antequera. A media tarde el movimiento estaba bastante apaciguado, pues la presencia de los guardias había bastado para reducir mucho la actitud levantisca de los obreros en huelga. Además de Antonio Povedano, había cinco obreros más heridos y veintisiete detenidos.

A las seis de la tarde, la normalidad en Antequera era completa. La Guardia civil patrullaba por calles, comenzando a practicar registros, y como consecuencia de ellos practicaron algunas detenciones de individuos con armas y de otros sin ellas.

Entre las fuerzas públicas que tomó parte en la represión del movimiento no hubo ningún herido. Solo lo fueron los dos caballos por disparos de arma de fuego.

A las diez de la noche, salió de Málaga otro camión ocupado por diecisiete guardias civiles más, que llegaron en la madrugada a Antequera, calculándose que en la población había en esos momentos unos 75 guardias civiles, más 12 soldados panaderos, del Regimiento de Infantería número 17.

El martes 29, continuaba la huelga, excepto en el comercio, panaderías y empleados de Banca y oficinas y escritorios, que reanudaron el trabajo sin condiciones. Fueron readmitidos, toda vez que fueron al paro por las coacciones que sobre ellos ejercieron los revoltosos, y ante la falta de fuerza de los primeros momentos que garantizara la libertad de trabajo.

El abastecimiento de la población se realizó normalmente, pues los repartidores circularon y acudieron a todos los mercados, ante la seguridad que daban las autoridades de que serían amparados, así como las mercancías que transportaban.

Esa tarde del martes, se celebró un acto en el Ayuntamiento, donde se congregaron varios cientos de personas para testimoniar su agradecimiento a la Guardia civil, aprovechando la presencia del teniente coronel don Juan Abella Mastrat. Al llegar éste al estrado del salón de sesiones, fue largamente aplaudido, así como el capitán señor García Poveda.

En dicho acto, para garantizar el libre trabajo y el orden, se solicitó el incremento de las fuerzas de orden público destinadas en la localidad, ofreciendo al Ayuntamiento una importante cantidad económica (45.000 pesetas) para la finalización de las obras del cuartel de la Guardia Civil, estando dispuesto también a albergar a dichas fuerzas mientras se construyera dicho cuartel.

El número total de detenidos se elevó a unos cuarenta, ya que durante la madrugada se efectuaron varias detenciones más. A Málaga, fueron enviados, custodiados por la Guardia civil, quince de los detenidos, para ser puestos a disposición del gobernador civil, por haber sido los que más se distinguieron en el movimiento y en las agresiones a la Benemérita.

Los daños sufridos en el convento de los Trinitarios, afortunadamente no fueron de gran consideración, aunque hubo que lamentar el destrozo en la fachada y en la parte ornamental del templo, pues con el calor se cayeron muchos adornos de yeso y se ahumaron algunos altares. Las pérdidas causadas por el incendio se calcularon en unas 15.000 pesetas, si bien no se pudo determinar exactamente en aquellos momentos.

Numerosos objetos de valor y artísticos, como custodias, cálices, alhajas, algunas imágenes, especialmente una, del Niño Jesús, a la que se atribuye mucho mérito, fueron depositados en el Ayuntamiento, ignorándose si al entrar las turbas en el convento se llevaron algo o causaron daños en el interior de importancia.

A las tres de la madrugada del miércoles 30 de marzo, falleció en el hospital Antonio García Povedano, herido durante los sucesos del lunes. Inmediatamente el cadáver fue trasladado al depósito judicial. La noticia de éste fallecimiento se propagó rápidamente entre los elementos extremistas.

Ese miércoles amaneció la ciudad tranquila. Trabajaban los camareros, chóferes, panaderos y personal del servicio de limpiezas, continuando los demás oficios en huelga, con carácter pacífico.

A última hora de la tarde de ese día 30, se verificó el entierro de García Povedano. Durante el mismo, los comunistas pretendieron que el féretro, llevado a hombros, recorriera las principales calles de la ciudad. Al no conseguirlo, intentaron promover disturbios, no consiguiéndolo por disolverlos la Guardia civil. Al llegar la comitiva fúnebre al cementerio, nuevamente intentaron realizar sus propósitos, penetrando en el recinto, lo que también impidió la Guardia civil. No ocurrieron otros incidentes ni desgracias. La Guardia civil practicó seis nuevas detenciones.

CEMENTERIO

El jueves 31 de marzo, habían vuelto al trabajo todos los obreros, excepto los del ramo de construcción. La tranquilidad era completa en Antequera.

Como ya he dicho, esta huelga de marzo de 1932, será la que se convierta en la más importante de las que tuvieron lugar en Antequera a lo largo de la Segunda República, por participación de manifestantes y por la gravedad de los disturbios y sus consecuencias.

Pero la huelga, lejos de apagar la llama reivindicativa campesina en Antequera, no va hacer sino aumentar el ímpetu de manifestarse esta vez de nuevo para establecer unas bases de trabajo adecuadas a los intereses campesinos para las faenas del verano. En este sentido girarán las dos huelgas que se desarrollen en junio, y la de julio de 1932, y que en términos generales, no se decantaran de una manera clara, ni por los intereses campesinos ni por los patronales.

LA DIMISIÓN DEL ALCALDE CAMILO CHOUSA

El día 9 de junio 1932, tras su cese como gobernador civil de Granada, Manuel Aguilar Rodríguez regresaba a ocupar su puesto de concejal en el ayuntamiento de Antequera, provocando el inmediato realineamiento entre las filas del radicalismo que ahora gobernaba con el apoyo de los concejales monárquicos.

Para el alcalde Camilo Chousa López, la huelga de marzo de 1932, supuso un grave desgaste personal y político, debido en gran medida a la presión a la que fue sometido por parte del líder socialista local Antonio García Prieto, que recordemos era también diputado en las Cortes, que le culpaba de que hubiera corrido la sangre en Antequera durante la huelga.

Empiezo por decirle, señor Chousa, que desde los tiempos de Luis Candelas hasta nuestros días, no ha existido persona alguna que se burle de todo el mundo como usted lo hace, y que tenga una epidermis tan dura que no le cause sensación las injusticias que diariamente viene cometiendo y que sepa, como usted no ignora, que nadie le puede ver y que todos le señalan como una cosa despreciable; que por su culpa, se encuentran en la mayor miseria una porción de casas de familia; que con su ineptitud y malos instintos dio lugar a que en Antequera corriera la sangre en el mes de marzo último, y que fueran presos y apaleados una porción de compañeros, mucho más dignos y honrados todos ellos que usted, que con idea de captarse un poco las simpatías de los que fueron presos por usted y sus amigos, no tuvisteis inconveniente en ser fiadores de ellos; […]
La Razón, 24 de julio de 1932

Unos meses más tarde, el 10 de agosto de 1932, tuvo lugar el intento de golpe de estado del general Sanjurjo contra la República. Al día siguiente, Antonio García Prieto, mandaba una carta al ministro de la Gobernación, Casares Quiroga, y al nuevo gobernador de la provincia de Málaga, José María Díaz y Díaz-Villamil, con un listado de más de veinte personas de Antequera, y también de otros pueblos de la comarca, a las que él consideraba de conducta depravada y facciosa, enemigas del régimen republicano:


Con idea de orientar al señor Gobernador y a V. E. de los elementos indeseables que en orden monárquico existen en aquellos pueblos, me permito dar una relación de los mismos, asegurando a V.E. que dichas personas en todo momento son enemigos del Régimen constituido.
De Antequera. —Don José Carreira; D. Santiago Vidaurreta; […] el alcalde propietario don Camilo Chousa, y los concejales monárquicos que triunfaron en las elecciones del 12 de abril de 1931; así como el semanario católico independiente «El Sol de Antequera».
De Campillos. —José María Hinojosa.
De Sierra Yeguas. —Pedro Solís.
De Pizarra y Gobantes. —El ex conde de Puerto Hermoso, que posee doce o catorce cortijos sin labrar y burlándose de los alcaldes de aquellos pueblos y de todas las disposiciones que se han dado para el laboreo forzoso.
Málaga. —Ex marqueses de Larios, y prensa diaria «El Cronista», «Unión de Málaga» y «Unión Mercantil».
Por todo lo cual, suplico a V. E. y Gobernador Civil procedan con la máxima energía contra esos individuos de conducta depravada y facciosa, en la seguridad que toda una provincia, que es netamente republicana, sabrá agradecer con todo el respeto y bondad en ella característica, la justicia que hoy reclama por conducto de uno de sus representantes.
Palacio de las Cortes 11 de agosto de 1932.
ANTONIO GARCÍA PRIETO.
La Razón, 14 de agosto de 1932

A esta lista hay que añadir el nombre de otras personas pertenecientes a los pueblos de Cuevas Bajas, Cortes de la Frontera, Mollina, Villanueva del Cauche y Alameda, que no he incluido.

Aún no estábamos en 1936, pero el diputado socialista Antonio García Prieto, se permitía indicar al ministro de la Gobernación y al Gobernador civil de Málaga, a todas aquellas personas que pensaban contrariamente a él, calificándolos de indeseables, e incluso lo hacía con la prensa de derechas, tanto de Antequera, como de Málaga capital.

Para Camilo Chousa, director del Instituto, republicano y liberal, señalado por el dedo acusador de García Prieto, las cosas habían ido demasiado lejos y le era difícil aceptar una situación en la que estaba siendo vapuleado y criticado por muchos, entre los que se encontraban algunos de los militantes de su propio partido, que para combatirle se aprovecharon no sólo de cualquier desacierto que hubiera tenido, agigantándolo, sino achacándole a él solo, lo que era consecuencia de una difícil situación económica.

En estas circunstancias, el miércoles 31 de agosto en la sesión municipal, se dio cuenta de la dimisión que presentaba del cargo de alcalde, la cual le fue aceptada por tener carácter de irrevocable. Argumentaba que la causa de su marcha era el mucho trabajo que le suponían los exámenes de septiembre y la apertura del próximo curso en el Instituto.

Para sustituir en la Alcaldía al señor Chousa, fue elegido nuevamente don Manuel Aguilar Rodríguez.



A lo largo de este su segunda mandato sus relaciones con la minoría municipal socialista, sus iniciales socios de gobierno, se deterioraron gravemente hasta el punto de que los socialistas llegaron a abandonar el Ayuntamiento temporalmente, a causa de la nula consideración que se prestaba a sus propuestas.

ANTONIO GARCÍA PRIETO, ENDURECE SU DISCURSO EN EL PARLAMENTO.

García Prieto, se caracterizó durante los dos años largos de legislatura en los que fue diputado en el parlamento, por un lenguaje amenazante, agresivo y violento, dirigido contra la patronal y contra un gobierno, no lo olvidemos, del que el partido socialista formaba parte.

Transcribo parte de tres intervenciones suyas parlamentarias. Pongo la fecha cuando las realizó, y la hoja del Diario de Sesiones en que aparece.

2 DE NOVIEMBRE DE 1932 – 9228
Ya que a todos estos ruegos que nosotros dirigimos a los Sres. Ministros se nos contesta con una cartita de puro formulismo y no se atienden como debían atenderse, yo sería el primero, porque sería capaz de hacerlo, en aconsejar a aquellos trabajadores que, al verse desatendidos en la forma en que hoy lo vienen siendo, se tomaran la justicia por su mano, y con ello no harían más que interpretar el sentir de nuestro Pablo Iglesias, que, dirigiéndose en una ocasión al Sr. Ministro de la Gobernación de entonces, que lo era el Sr. Maura padre, le decía que ya que no se atendían los ruegos que él formulaba, el partido socialista se vería precisado a reconocer el atentado personal.

1 DE JUNIO DE 1933 - 13255
Que yo creo que si no se atienden las peticiones que acabo de exponer, si no se castiga con mano dura a aquellos caciques que están boicoteando a la República en la forma que lo vienen haciendo, ha de llegar un momento en que sus obreros se lanzaran a la lucha y por la fuerza del número exterminarán a los explotadores, que son causa de todas sus desdichas y privaciones.

10 DE AGOSTO DE 1933 – 14781
Que el pueblo que yo represento se tomara la justicia por su mano, y convencido como estoy de la razón que le asiste, sería el primero que uniría mi esfuerzo personal al de los obreros, y, por medio de la fuerza, haríamos valer nuestros derechos.

EL VERANO DE 1933

El tema de las Bases de trabajo, va a continuar latente en 1933. Dos huelgas más, en agosto y septiembre de 1933, movilizaron a un buen número de obreros de Antequera y comarca, huelgas que por otro lado, apenas si tendrían repercusión y que de nuevo volverían a dejar insatisfechas a ambas partes.

Así, en tan sólo dos años y medio de República, desde abril de 1931 hasta octubre de 1933, diez huelgas de carácter agrario se sucederían en Antequera; un hecho este de consecuencias negativas, no ya tanto por el número de ellas, sino por no haber conseguido variar la angustiosa situación del campesino.

El 14 de septiembre de 1933, Manuel Aguilar Rodríguez, de nuevo es nombrado Gobernador civil de Granada. Solo permaneció un mes en el cargo, hasta el 13 de octubre. En la sesión municipal del 22 de septiembre, se lee la dimisión del alcalde. Para sustituirle fue elegido por sus compañeros de corporación Jesús del Pozo Herrera, también del partido Radical.

La elección del nuevo alcalde fue complicada. En esta ocasión los concejales socialistas votaron a su propio candidato, a Juan Villalba Troyano, tercer Teniente de alcalde. El resto de concejales, incluidos los monárquicos, optaron por el candidato radical, Jesús del Pozo Herrera, quien necesitó tres votaciones en semanas sucesivas para por fin ocupar el 2 de octubre de 1933, la alcaldía por mayoría simple (en las dos primeras se exigía mayoría absoluta). Se mantuvo en el cargo hasta febrero de 1935
.

Jesús del Pozo Herrera

LAS ELECCIONES GENERALES DE NOVIEMBRE DE 1933

A diferencia de lo ocurrido en las elecciones parlamentarias de junio de 1931, en estas hubo una candidatura de derechas agrupada en el partido «Acción Popular», un partido que venía a ocupar el espacio político de la clase conservadora, que se encontró huérfana en las elecciones para las Cortes constituyentes. Acción Popular fue fundada a los pocos días de la llegada de la Segunda República. Surgió como un partido político que defendía a la religión católica, a la propiedad, el orden social y a la familia.

Acción Popular, fue el núcleo aglutinador de la «Confederación Española de Derechas Autónomas» (CEDA), la cual se formó a principios de marzo de 1933. Desde el mismo momento de su constitución, la CEDA se presentó como una alternativa de derechas y de orden al Gobierno y a la coalición republicano-socialista.

En octubre de 1933, se constituyó en Antequera la «Agrupación Mercantil y Agraria», grupo político adherido a la CEDA, formado por personas que no habían participado hasta ese momento de la política de una manera activa, y que iban a hacerlo con esta recién creada agrupación de cara a las elecciones de noviembre. Su presidente sería Bernardo Laude Álvarez (1900), que concurriría a las elecciones generales por la provincia de Málaga como miembro de Acción Popular.




El 9 de octubre de 1933, nada más tomar posesión de la presidencia del gobierno, Diego Martínez Barrio, propuso al presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, la disolución del Parlamento y la convocatoria de elecciones generales para los días 19 de noviembre, en primera vuelta, y el 3 de diciembre para la segunda vuelta.

En Málaga capital, se elegían cuatro diputados (tres para la lista ganadora y uno para la segunda), mientras que en la provincia se elegían a ocho (seis y dos).

El partido Socialista, decidió presentarse en solitario, sin alianzas. Siguiendo las normas internas del partido, los candidatos fueron elegidos por votación en las distintas agrupaciones, lo que hoy llamaríamos unas “primarias”. Una vez recogidos los votos de todas las agrupaciones locales, la candidatura presentada por el partido Socialista para la provincia de Málaga, quedó conformada por:


Antonio García Prieto
Juan Villalba Troyano
Antonio Acuña Carballar
José López-Rosas González
Benito Luna Anoria
José Molina Moreno

Como vemos en la candidatura socialista iban dos miembros de la Agrupación de Antequera, Antonio García Prieto, que ya había sido diputado en la legislatura anterior, y primer teniente de alcalde del Ayuntamiento antequerano, y Juan Villalba Troyano, tercer teniente de alcalde.

Juan Villalba Troyano

En la primera vuelta que se celebró el 19 de noviembre, ni en la capital malagueña, ni en la provincia, ningún candidato alcanzó el 40% de los votos para que las elecciones se dieran por definitivas, por lo que hubo que ir a la segunda vuelta el 3 de diciembre.

En esa segunda vuelta hubo un reagrupamiento de los partidos o coaliciones que habían superado el 8% de los votos. Así en el centro y la derecha, el Partido Radical se coaligó con Acción Popular y el Partido Agrario. Sin embargo los socialistas presentaron la misma lista de candidatos en la provincia que habían presentado en la primera vuelta

En la votación celebrada el 3 de diciembre, hubo una mayor participación popular, ganando en la circunscripción provincial, por mucha diferencia, la coalición formada por el partido Radical, el Agrario y Acción Popular, obteniendo sus seis candidatos el escaño de Diputado, entre ellos estaba el antequerano Bernardo Laude Álvarez, que obtuvo 72.192 votos. Los otros dos escaños, fueron conseguidos por los socialistas Antonio Acuña Carballar y Benito Luna Anoria, que obtuvo 41.845 votos

En Antequera, la segunda vuelta electoral otorgó el triunfo a los aspirantes del centro-derecha, quienes cosecharían entre 5.200 y 5.600 votos, frente a los 4.400 aproximadamente, recibidos por la candidatura socialista, donde aparecían integrados Antonio García Prieto y Juan Villalba Troyano, que no saldrían elegidos.

A nivel nacional, votaron 8,7 millones de electores, un 67,45% del censo electoral, venciendo ampliamente las fuerzas de la derecha católica (Gil Robles) y del centro (republicanos Radicales de Lerroux), con una estrepitosa derrota de los republicanos y los socialistas.

CEDA                               115 Diputados

Radicales                         102 Diputados

PSOE                                 59 Diputados

Monárquicos                      35 Diputados

Agrarios                              30 Diputados


El 63% de los ciudadanos votaron a partidos que habían defendido de manera explícita un giro a la derecha respecto a la política del primer bienio. Pero las izquierdas no aceptaron esos resultados que amenazaban la laicidad del Estado, las reformas militares y sociales que habían realizado en el anterior bienio.

Tan inesperado resultado electoral, dio lugar a sorprendentes reacciones por parte de los políticos que habían traído la República. Manuel Azaña, que solo consiguió cinco diputados, llegó a pedir al presidente de Gobierno, Martínez Barrio, que suspendiera la constitución de las nuevas Cortes, que formara un nuevo gobierno integrado por todos los partidos de la izquierda, y que convocara de nuevo elecciones. También el socialista Juan Negrín, pidió al presidente que nombrase otro gobierno netamente republicano, elaborase una nueva ley electoral que asegurase el triunfo de la izquierda, y convocase nuevas elecciones. Alcalá-Zamora calificó todas estas demandas como «intentos de golpes de Estado».

Los republicanos y los socialistas, no concebían la democracia parlamentaria y constitucional dentro de la lógica del pluralismo político y de valores. En palabras de Fernando Claudín, del PCE, “la derrota electoral de noviembre de 1933 no fue vista por la izquierda obrera y republicana (...) como una alternancia política normal dentro del juego democrático. La vio como el primer paso hacia la pérdida de la República y hacia la instauración del fascismo”.

La CEDA fue el partido más votado, y José María Gil-Robles, su líder, en condiciones normales, debería haber sido propuesto para presidir el gobierno. Pero el presidente de la República, Alcalá-Zamora, ofreció el gobierno a Alejandro Lerroux, jefe del Partido Radical. Ese mismo día, Gil Robles le ofreció su apoyo desde el Parlamento “siempre que diera satisfacción a las demandas mínimas de las fuerzas de derecha que sirvieron de base a la propaganda común durante el período electoral”.

El gobierno estuvo formado por miembros del partido Radical y por republicanos de centro. Lerroux se vio así obligado a iniciar lo que los grupos de derecha reclamaban, una política de rectificación de las reformas de la legislación aprobada por los gobiernos de Azaña del bienio anterior.

BERNARDO LAUDE EN EL PARLAMENTO

La participación parlamentaria de Bernardo Laude durante la segunda legislatura de la República, no fue muy relevante, destacando el escrito que presentó junto a otros parlamentarios, solicitando a la Presidencia del Gobierno y al ministerio de Agricultura ayuda para los agricultores de Antequera, por la granizada caída en la comarca a primeros de junio de 1934.

En los primeros días del pasado mes de Junio descargó sobre el término municipal de Antequera una extraordinaria tormenta de lluvia y granizo que ocasionó por inundación daños de enorme importancia, sin que jamás se conociera algo parecido en dicha región, ya que siempre han sido raras las granizadas, y cuando las hubo fueron de granizo de poco volumen, llegando el tamaño de los caídos en esta ocasión a 2,50 por 1,50 centímetros. Se han destruido las cosechas de cereales y producido por el arrastre de las aguas el arrasamiento de las huertas de la vega antequerana.
La intensidad de la tormenta llegó a constituir en algunos casos macizos hasta de un metro de altura, de granizo y materias vegetales, que tardaron más de diez días en destruirse. […]
La parte damnificada en su sector principal es de unas 8.000 hectáreas, y los daños en tres círculos sueltos de una extensión de 1.800 hectáreas, aproximadamente.
Se da el triste caso de que todos los perjudicados son modestísimos aparceros y arrendatarios de pequeñas extensiones, como lo demuestra el número de 514 agricultores para 1.186 parcelas de tierra con una extensión de 1.855 hectáreas. Ascienden los daños, según el aprecio de la sección agronómica de la provincia, a 636.590 pesetas, calculando los precios a su tope más bajo ante la abundancia de la cosecha.
Dados los antecedentes anteriores, no creemos necesario llevar al ánimo del Sr. Presidente del Consejo y del Sr. Ministro de Agricultura la situación de ruina, de desamparo y de hambre en que han quedado estas pobres familias, que tenían puestas en su trabajo, robado al sueño y el descanso, las esperanzas de su esfuerzo honrado y magnífico.
DIARIO DE SESIONES DEL 4 DE JULIO DE 1934 (Páginas 4464 y 4465)

CAMINO A LA INSURRECCIÓN

El día 11 de diciembre de 1933, se produce una reunión conjunta en Madrid de las ejecutivas del PSOE y de la UGT, «para tratar definitivamente de ordenar el movimiento que se ha de realizar, si la acción de los elementos derechistas obliga a defender violentamente las conquistas logradas dentro del régimen republicano y para que a la vez se diga, con una concreción que no deje lugar a dudas, el alcance y desarrollo que ha de tener el citado movimiento».

En el semanario socialista «La Razón», órgano de expresión de la Agrupación socialista de Antequera, se hacía el 16 de diciembre, con el título «CAMINO DE LA INSURRECCIÓN», un alegato en contra de los demócratas para arrojarlos violentamente del poder como ocurrió en Rusia, y en el que pedía ¡Todo el Poder para el Socialismo!


¡Todo el Poder para el Socialismo!, es el grito unánime de la opinión trabajadora, sinónimo de aquel clamor que en vísperas de la revolución rusa fue la bandera de reivindicación del proletariado ruso: ¡Todo el Poder para los soviets!
Cuando un pueblo siente una ansia legitima de justicia, en los momentos graves que la reacción, desplazada de sus puestos por un golpe de Estado, sale a la superficie para imponer un régimen de fuerza, es lógico que se produzca la tensión de ánimos que sirve de estimulante a las direcciones de los organismos sindicales y políticos para centrar su estudio en el movimiento popular encauzándole, dándole vida, a fin de conducirle por el camino de la insurrección.
La lógica de la manifestación popular es consecuencia obligada de una esperanza fallida, de unas ilusiones excesivas en un régimen democrático de nombre, que pasó como un meteoro por España. Pero no sólo fueron los trabajadores españoles los que fiaron demasiado en las inocentes palabras «democracia» y «libertad», sino que todos los pueblos que hicieron una revolución de tipo liberal, sufrieron el mismo engaño, que les condujo más tarde, en unos casos, a soportar el golpe de la reacción disfrazada preparando la nueva contienda, y en otros casos, como en Rusia, a enfrentarse con los llamados demócratas para arrojarlos violentamente del Poder. […]
¡Todo el Poder para el Socialismo!, dice la clase trabajadora cuando se lanza por el campo de la insurrección. ¿Que los resortes del Poder están en manos del capitalismo? Qué importa, si llegado el momento histórico pudiera ser fácil que se quebraran en las manos de quien se llama poseedor del mando ¿No sucedió lo mismo en Rusia cuando mandaron tropas para reprimir sangrientamente la revolución proletaria? Pues los síntomas son tan parecidos que pudieran igualarse, porque el entusiasmo del país y su fe inquebrantable despejarán la incógnita, haciendo de un camino erizado de dificultades un sendero llanísimo por el cual se deslice victoriosa la revolución proletaria.

El 20 de diciembre Indalecio Prieto, desde la tribuna del Parlamento, fija la posición oficial del partido socialista: «…nosotros sentimos que se ha roto fundamentalmente el compromiso revolucionario que adquirimos con vosotros el año 1930. Decimos más, Sr. Lerroux: decimos que creemos que esas declaraciones han abierto de hecho un período revolucionario; decimos que sentimos la obligación de defender, por todos los medios, los compromisos que dejamos incrustados, como postulados esenciales de la República, en la Constitución, y decimos que frente al golpe de Estado se hallará la revolución. Decimos, Sr. Lerroux y Sres. Diputados, desde aquí, al país entero, que públicamente contrae el partido socialista el compromiso de desencadenar, en ese caso, la revolución…» DIARIO DE SESIONES DEL 20 DE DICIEMBRE DE 1933 (Página 125)

Como podemos ver, en diciembre de 1933 el PSOE ya había decidido preparar un movimiento revolucionario o golpe de estado, para la conquista del poder, aunque sin fijar fecha para el mismo.

Ese mismo 20 de diciembre, el gobierno nombra a Alberto Insúa Escobar, gobernador civil de Málaga. Escritor y periodista español, nacido en La Habana en 1883. Estaba afiliado al partido Radical de Alejandro Lerroux. No faltaron los choques entre el gobernador Insúa y los alcaldes de localidades controladas por el partido Socialista y las centrales sindicales. Las fuerzas obreras acusaban al gobernador de ejercer un republicanismo timorato y colaboracionista con los intereses patronales.

Para organizar el movimiento revolucionario, el 3 de febrero de 1934, se constituyó una Comisión mixta, presidida por Largo Caballero, con dos representantes de cada una de las organizaciones: UGT, PSOE y Juventudes Socialistas. Por el PSOE fueron nombrados Juan-Simeón Vidarte y Enrique de Francisco. Por la UGT, Pascual Tomás y José Díaz Alor, y por las Juventudes, Carlos Hernández Zancajo y Santiago Carrillo.


Lo primero que hizo fue llamar a representaciones de los tres organismos anteriores de todas las provincias, a fin de explorar el estado de ánimo de los compañeros y darles instrucciones verbales y escritas sobre la constitución de comités revolucionarios; organización de la correspondencia; contraseñas, etc.”
F. LARGO CABALLERO, «Escritos de la República», página 86.

Se decidió que se organizasen Comités revolucionarios en cada una de las provincias, los cuales debían adquirir todas las armas que les fuera posible, y que debían dar unas señas de correo secretas, para enviar la correspondencia que se debía mantener con el Comisión mixta nacional.

A tal fin, en los primeros días de marzo, llegó a Málaga para asistir a un Congreso provincial, el diputado socialista Ramón Lamoneda. La finalidad principal del viaje, era cumplir el encargo de constituir ese Comité provincial revolucionario, que debía estar formado por dos o tres individuos, y para el que fueron nombrados José López-Rosas González y Juan Ponce Lepe.

Una vez organizado el Comité provincial en Málaga, fueron citadas por dicho Comité distintas personalidades socialistas de toda la provincia para poner en su conocimiento las instrucciones que habían recibido de Madrid, y a su vez ponerse de acuerdo respecto de la contraseña que había de servir para la iniciación del movimiento revolucionario.

Antonio García Prieto, debió ser uno de ellos. Había sido diputado en la anterior legislatura, y era uno de los miembros más radicales del partido Socialista en el interior de la provincia malagueña.


En las primeras horas del lunes cinco de marzo, agentes de Vigilancia, cumpliendo órdenes gubernativas, recibidas por teléfono, habían procedido a !a detención de los concejales señores Joaquín Luque Luque, Francisco Carrillo Acedo, José Carrasco Díaz y José Pérez Muñoz, todos ellos pertenecientes a la Directiva de la Agrupación Socialista, así como a otro miembro de la misma llamado Francisco Rebola (Martín). Todos los cuales habían sido trasladados a Málaga, en automóvil, en esa misma madrugada.
Además, en Málaga habían sido detenidos también la noche anterior los señores Juan Villalba Troyano y Antonio Rubio García, quienes se encontraban en la capital para asistir a un congreso socialista.
El origen de todo se hallaba en determinados documentos que habían llegado a manos de la Policía, en los que constaba que los referidos directivos socialistas, de acuerdo con el ex diputado Antonio García Prieto, y otros elementos socialistas de diversos pueblos, tramaban un movimiento subversivo. […]
A lo que parece, dos cartas metidas en un sobre y sin que se sepa cómo, fueron a parar a las manos del señor gobernador de la provincia. En una de ellas, García Prieto insultaba a dicha autoridad, al alcalde de Antequera y a otras personas, y decía que antes de que salieran aquí procesiones debían de pegar fuego a las iglesias, arrojar petardos....etc. [...] En la otra carta creemos se dirigía al alcalde de un pueblo de la provincia dándole cuenta del complot que preparaba con los socialistas de Antequera, cuyos nombres citaba.
Con estos documentos en su poder, la primera autoridad de la provincia ordenó las detenciones antes dichas para poner en claro lo que hubiera. El susodicho ex diputado y los señores Villalba y Rubio fueron detenidos por el teniente de Asalto señor Guirval, y conducidos a la cárcel, adonde también ingresaron los que procedían de Antequera y otros pueblos.
El miércoles (7) se personaron en la capital el ex gobernador de Granada don Manuel Aguilar, el alcalde don Jesús del Pozo, el secretario interino don José Ruiz Ortega y varios concejales, quienes después de realizar determinadas gestiones consiguieron que el juez tomara declaración a los detenidos y los pusiera en libertad, excepto al promotor de todo, que ha quedado en la cárcel a resultas del proceso que se derive de este asunte. […]
No terminaremos estas líneas sin preguntar a la Excma. Corporación municipal de Antequera: ¿No es ésta la ocasión más oportuna, por decoro de la ciudad y de su Ayuntamiento, de destituir de la primera tenencia de su Alcaldía a un individuo que además de tener abandonado el cargo casi desde que se le nombró, ha demostrado ser indigno de ocupar tan honroso puesto?

También fueron detenidos los alcaldes de Cuevas del Becerro, don Diego Fuentes Ortega, y el de Alhaurín el Grande, don Diego Naranjo González.

Con la perspectiva del tiempo transcurrido y sabiendo lo que ocurrió en toda España en octubre de 1934, no cabe duda que los documentos que le interceptaron a Antonio García Prieto eran referentes a los primeros contactos con los alcaldes socialistas de la comarca interior de la provincia, para propiciar la generalizada sublevación de la población trabajadora, que finalmente tuvo lugar en octubre de ese año. En aquel momento se interpretaron los hechos como que:

Lo ocurrido evidencia que el famoso ex diputado, víctima de megalomanía, o delirio de grandezas, después de caer del pedestal a que se encaramó por oportunismo y suerte, y viéndose perseguido y abandonado de los suyos, ha tratado de meterlos en un complot forjado por su imaginación vesánica, o, quizás, envolverlos en un proceso, para vengarse de sus desvíos.

El proceso judicial que se celebraría pocas semanas después, se saldaría con la condena de Antonio García Prieto, el principal inculpado, sobre quien recaería la pena dos meses y medio de arresto menor. Con ello se descabezó en Antequera, la potencial sublevación prevista para meses más adelante en el resto del país.

Finalmente, el 4 de octubre de 1934 se produjo el movimiento insurreccional socialista, en el cual se alzaron en armas contra las instituciones republicanas, queriendo romper con la legalidad, que ellos mismos habían contribuido a construir en abril de 1931, intentando la conquista del poder por la vía revolucionaria. No voy a hablar más sobre este acontecimiento, porque ya lo realicé suficientemente en mi Crónica «OCTUBRE DE 1934. PARTE PRIMERA. LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA EN TEBA Y EN LOS PUEBLOS DE SU ENTORNO»

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2022/10/octubre-de-1934-parte-primera-la.html

Con el fracaso del movimiento subversivo, el 10 de octubre de 1934, el Gobernador Civil de la provincia de Málaga, Alberto Insúa, ordenaba la suspensión de todos los concejales socialistas de la provincia, y la clausura de los centros de los partidos de izquierdas y de las sociedades obreras.

En Antequera, donde la tranquilidad había sido absoluta, se produjo un buen número de detenciones, entre ellas las de los concejales socialistas, aunque posteriormente la autoridad judicial decretó su puesta en libertad, al no apreciar en ellos actuación delictiva alguna. Sus puestos de concejal, serían ocupados interinamente, por miembros del partido Radical y del partido Agrario. Esta interinidad era hasta que las Cortes promulgasen una nueva Ley Municipal y se realizaran las elecciones renovadoras de los Ayuntamientos.

NUEVOS MOVIMIENTOS EN LA ALCALDÍA DE ANTEQUERA

Jesús del Pozo Herrera, que había sido elegido alcalde a principios de octubre de 1933, ostentará el cargo hasta que en la sesión del 1 de febrero de 1935, presente su dimisión irrevocable, aludiendo a motivos personales. Le sucederá José de las Heras del Arco.

Jesús del Pozo, fue sacado de su domicilio por las milicias del Frente Popular, en unión de sus hijos Jesús y Diego, el 7 de agosto, siendo asesinado a tiros en las afueras de la población, ensañándose los asesinos con su cadáver, hasta el extremo de haberle machacado la cabeza con una piedra.

El 8 de abril de 1935, sería nombrado Presidente de la Diputación Provincial de Málaga, don Manuel Aguilar Rodríguez. Estaría en ese cargo hasta el 15 de enero de 1936.

José de las Heras del Arco, permanecerá en el cargo de alcalde de Antequera, hasta el 8 de enero de 1936, cuando el nuevo Gobernador Civil de Málaga, Valeriano del Castillo Sáenz de Tejada, disuelva el Ayuntamiento y nombre una gestora municipal provisional, que actuaría hasta la celebración de elecciones en febrero de 1936.

Al frente de la misma se situará Ildefonso Palomo Vallejo, antiguo líder del antiguo partido Liberal del conde de Romanones, que ya fue alcalde en 1916 y 1917, y que asumía de nuevo la alcaldía, esta vez de manera provisional.

LAS ELECCIONES GENERALES DE FEBRERO DE 1936

La izquierda comprendió, aunque desde distintas interpretaciones, que debía tender a la unión si quería volver al poder. En ese tiempo se fue gestando, no sin grandes dificultades, el «Frente Popular», que se dio a conocer el 15 de enero de 1936. Era una alianza de fuerzas obreras y burguesas de izquierdas, cuyos principios y fines, no sólo no eran semejantes sino que, en algunos casos, resultaban incompatibles. Dieciocho partidos de izquierda y nacionalistas se integraron en dicha coalición.

A pesar de las complejidades de las negociaciones para sumar en una misma lista, y en torno a un mismo programa a todos estos partidos, al final el Frente Popular fue una realidad. Aunque las divisiones en su seno fueran hondas y estratégicas, es indudable que se logró encauzar en una coalición unida y cohesionada al nacionalismo catalán, al centro-izquierda republicano y a la izquierda obrera.

Dentro de la lista del centro-derecha volvía a ir el antequerano Bernardo Laude Álvarez y el campillero José María Hinojosa Lasarte.

No me voy a extender en cómo fueron esas elecciones, porque ya lo desarrollé suficientemente en la Crónica «LAS ELECCIONES GENERALES DEL 16 DE FEBRERO DE 1936 EN CAMPILLOS», a la cual remito.

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2024/02/las-elecciones-generales-del-16-de.html


El domingo 16 de febrero de 1936, entre las ocho de la mañana y las cuatro de la tarde, después de una campaña muy intensa y polarizada, se celebraron las terceras y últimas elecciones generales de la Segunda República.

En la provincia de Málaga, el tiempo fue el protagonista de la jornada, ya que llovió con mucha intensidad, lo que ocasionó una más baja participación, pues lo hicieron 135.803 votantes sobre un censo de 226.744, con una participación del 60%, sin embargo superior al 50,6% de 1933.

El triunfo del Frente Popular se puso de manifiesto tanto en el marco de la capital, como en la provincia, donde obtiene seis diputados, por dos la coalición de centro-derecha. No fue necesario ir a una segunda vuelta en ninguna de las dos circunscripciones. El antequerano Bernardo Laude, fue el segundo más votado dentro de la lista de centro derecha, con 48.830 votos, por lo que consiguió el acta de diputado, mientras que José María Hinojosa Lasarte fue el quinto con 46.478 votos, por lo que no pudo obtener el acta.

Los resultados electorales obtenidos en Antequera por las diversas candidaturas ponían de manifiesto, el triunfo del Frente Popular, que casi duplicaron en número a los conseguidos por los representantes de la candidatura integrada por miembros del Partido Agrario, la CEDA y la derecha republicana tradicional. El Frente Popular obtuvo el 63 % de los votos emitidos, mientras que el bloque de derechas alcanzaba un 35 %.

La tarea que desarrolló el diputado Bernardo Laude Álvarez en esa legislatura, fue totalmente irrelevante, por no decir nula.

NUEVA CORPORACIÓN MUNICIPAL SOCIALISTA

La noche del 19 al 20 de febrero, desde el gobierno civil de Málaga, se cursaron oficios a los ayuntamientos, para la restitución en la mañana del 20 de febrero, de todos los ayuntamientos de elección popular que se formaron en abril de 1931, salvo aquellos que estuvieran señalados por un procedimiento judicial. De esta manera, el radical Manuel Aguilar debía volver a detentar el puesto de alcalde, secundado, una vez más, por Antonio García Prieto como primer teniente de alcalde.

En Antequera dicha reposición tuvo lugar el 21 de febrero, concurriendo, y por tanto tomando posesión de sus cargos, solo los nueve concejales socialistas a los que se unió el republicano Joaquín Vázquez Vílchez, aunque este último renunciaría a su cargo una semana después por incompatibilidad de la concejalía con su profesión de maestro nacional.



Los demás concejales no hicieron acto de presencia, manifestando, a través del secretario del Ayuntamiento, su decisión de ausentarse de la vida política municipal al entender que era a los representantes del Frente Popular, triunfante en las elecciones, a quienes correspondía el gobierno de la vida municipal en aquellos momentos.

Probablemente, la ausencia de los concejales radicales, se debió al rotundo fracaso sufrido por su partido en las elecciones. El partido Radical, que se había presentado en solitario a las mismas, desapareció prácticamente de la escena política española al obtener solo cuatro diputados, frente a los ciento dos que había obtenido en 1933. Ni siquiera su líder, Alejandro Lerroux, resultó elegido. Desalentados por el raquítico respaldo electoral conseguido, pocos días después, el 25 de febrero, el comité local del partido Radical en Antequera, acordó su disolución.

Tampoco los concejales de filiación monárquica decidieron acceder al ejercicio de sus puestos representativos, renunciando a tomar posesión de los mismos.

Ante la voluntaria incomparecencia del titular elegido en abril de 1931, el republicano radical Manuel Aguilar Rodríguez, ese 21 de febrero de 1936, asumió accidentalmente la alcaldía del Ayuntamiento de Antequera, el primer teniente alcalde, Antonio García Prieto.

Tras producirse la toma de posesión por parte del nuevo alcalde socialista en funciones, los miembros de la nueva Corporación saludaron desde el balcón del Ayuntamiento, a la multitud congregada en la calle, registrándose una gran manifestación de alegría y adhesión a los nuevos responsables del gobierno municipal.


Poco más de dos meses después, el 1 de mayo de 1936, se proclamó, de acuerdo con la ley municipal vigente (31 de octubre de 1935), la pérdida del cargo de concejal de los dieciséis concejales que, sin justificación alguna, llevaban más de seis sesiones consecutivas sin asistir a las mismas (artículo 47.2), lo que unido a las cuatro vacantes producidas con anterioridad, hizo que la Corporación municipal quedase constituida formal y oficialmente, desde esa fecha, con solo los nueve concejales socialistas que habían acudido a la reposición. Recordemos que a Antequera le correspondían veintinueve concejales.

Aunque venía actuando como tal desde el 21 de febrero, en la sesión del 8 de mayo, se procedió a una nueva distribución de los cargos de la Corporación, resultando designado como Alcalde, Antonio García Prieto; primer teniente de alcalde Juan Villalba Troyano; segundo teniente de alcalde, Joaquín Luque Luque.

En el corto mandato de Antonio García Prieto como alcalde de Antequera, desde el 21 de febrero hasta el 13 de agosto de 1936, las relaciones entre campesinos y patronal se recrudecerán, encontrando los primeros en la alcaldía un apoyo que hasta ese momento no habían tenido, de cara a conseguir sus intereses. 

Prieto, que ya había mediado en conflictos agrarios anteriores como teniente de alcalde, ahora como alcalde, veía que tenía un mayor poder de intervención, mostrando una gran preocupación por los problemas campesinos, a la vez que recelo con respecto a la clase patronal.

En la etapa del Frente Popular, de las nueve huelgas desarrolladas entre marzo y junio de 1936, siete de ellas serían de carácter agrario, o generales, pero iniciadas en solidaridad de otros gremios con sus compañeros del campo, lo que viene a evidenciar la fractura social existente en la sociedad antequerana.

Así, en marzo de 1936, sólo un mes después de la victoria del Frente Popular, se producía una nueva huelga campesina, que centraba de nuevo sus protestas en los bajos salarios, así como en la reivindicación de unas nuevas de Bases de trabajo. La situación generada a partir de esa huelga, provocará una espiral de tensión social, que a la postre jugará un papel decisivo en los sucesos revolucionarios de julio y agosto de 1936.

Sobre esta huelga que comenzó en marzo en Antequera, y que de forma intermitente se fue desarrollando, hasta que el 1 de junio se extendió a toda la provincia de Málaga, ya hablé en mi Crónica «LA GRAN HUELGA DEL CAMPO EN LA PROVINCIA DE MÁLAGA EN JUNIO DE 1936»

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2024/05/la-gran-huelga-del-campo-en-la.html

El gran impulsor de la huelga en Antequera fue García Prieto, que en la sesión municipal del ayuntamiento del viernes 10 de abril, llegó a decir:

Que si el lunes (13 de abril) quedan aquí obreros en paro forzoso, él declina toda responsabilidad por si acaso la desesperación les lleva a tomar represalias. El hambre es mala consejera, y por ello pide y suplica que se dé ocupación a todos los hombres en las labores que están por hacer en las fincas, ya que con ello se logrará, como hasta ahora, que no se produzca acto alguno que denigre a Antequera. Para evitar esto, la Alcaldía está dispuesta, aun cuando sea saliéndose de la vía legal, si es necesario, a mantener el pacto anteriormente establecido.
19360412 El Sol de Antequera

A raíz de un mensaje radiado aquella noche por el alcalde, la Asociación Patronal denunció ante el Gobernador civil, que García Prieto había extremado la nota de violencia y amenaza a los patronos, al afirmar:

Si los patronos no sacan a trabajar a todos los obreros, las campanas de los templos tocarán a rebato y yo, en lugar de ser freno, seré estímulo para que por las masas se tomen las merecidas represalias.

García Prieto había apostado por una vía que llevaría a un recrudecimiento de la conflictividad, llegando incluso a tomar medidas tan drásticas como la detención y encarcelamiento de patronos que persistían en su actitud de oposición a sus requerimientos.

Este tipo de comportamiento, hizo cuestionar la gestión de García Prieto en materia de orden público, provocando un desencuentro manifiesto con el Gobernador civil, Enrique Balmaseda, y sus delegados. Su actuación, no fue conforme a las órdenes dictadas por el Gobernador civil, lo que determinó que este le quitara, temporalmente, las competencias sobre el orden público local, que le fueron devueltas a finales de mayo.

Finalmente, las Bases de Trabajo del campo se aprobaron, y se publicaron en el «Boletín Oficial de la Provincia» del 17 de junio. Se pueden ver en el semanario «El Sol de Antequera» del 21 de junio de 1936.


A finales de junio, veinticuatro patronos agrícolas de Antequera, se encontraban en la cárcel como resultado de negarse al reparto obligatorio de obreros en paro, o a pagar los jornales a los campesinos que habían invadido sus fincas y realizado trabajos a “tope”. Este era un procedimiento muy utilizado por los ayuntamientos, que estaba prohibido por la ley aprobada en las Cortes el 9 de septiembre de 1931, en la que se “declara prohibido en Andalucía y demás comarcas donde hubiera venido practicándose, el régimen de repartos de jornaleros parados entre propietarios y arrendatarios agrícolas durante las crisis de trabajo. Las autoridades municipales que lo impusieren incurrirán en la responsabilidad consiguiente con arreglo al Código penal”.

La razón de esta ley para el Gobierno del primer bienio, era: «Ha sido frecuente en algunas regiones que las Alcaldías repartiesen entre los propietarios los braceros sin trabajo, a los cuales aquellos han solido otorgar jornales sin protesta alguna, a pesar de que la asignación del número de braceros siempre se hizo discrecionalmente por las citadas autoridades locales... el Gobierno ha querido que desaparezca o disminuya la adopción de medidas de esa naturaleza, que además del carácter de mendicante que casi imprimían a los trabajadores, repartían éstos en proporción al volumen de propiedad, con evidente lesión de los propietarios que cultivaban bien, sin otra voluntad ni freno que la decisión de las Alcaldías y bajo la coacción moral de la masa de los sin trabajo».

Entre los meses de marzo y junio, cerca de setecientos obreros penetraron en más de cuarenta fincas, produciéndose además robos en las mismas e incendios de cortijos.


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