OBJETIVO RONDA. LA COLUMNA DE EL SAUCEJO

 

Comandante Luis Redondo García

Ronda, desde el comienzo de la contienda civil, se convirtió en un objetivo fundamental de las fuerzas nacionales para poder enlazar el Campo de Gibraltar con Sevilla. Por dicha ciudad, pasa el ferrocarril que une Granada con el puerto de Algeciras, ambas controladas por los sublevados. Con la conquista de Ronda, por un lado se liberaría la línea del ferrocarril Granada-Bobadilla-Ronda-Algeciras, de gran interés logístico para el transporte de las tropas y mercancías de los sublevados, desembarcadas en el puerto gaditano, y por otro lado fortalecería y consolidaría la posesión de la mitad sur del valle del Guadalquivir.

La caída de Antequera el 12 de agosto por la acción del general José E. Varela y del enlace ferroviario de Bobadilla, dos días después, constituyó el primer paso necesario para defender Granada de la ofensiva republicana. Cuando el 18 de agosto, con la conquista de Loja se produjo la rotura del cerco gubernamental que soportaba la ciudad granadina, se planteó la posibilidad de alinear las posiciones de los sublevados entre las ciudades de Algeciras y Granada.

Hasta ese momento el frente en las provincias de Cádiz, Sevilla y Málaga, presentaba un gran arco entre la población malagueña de Antequera y la gaditana de Algeciras, que pasaba por Osuna, Olvera, Ubrique, Alcalá de los Gazules y San Roque. La ciudad de Ronda se encuentra en el centro de ese arco. Ronda tenía fama de inexpugnable, como consecuencia de su orografía y de los trabajos de fortificación que las fuerzas gubernamentales habían llevado a cabo en ella.


Además, a las fuerzas sublevadas, la conquista de Ronda les permitiría que la línea del frente pasara a apoyarse en los obstáculos naturales que ofrecía la serranía, donde sería más fácil establecer una defensa más segura frente a posibles contraataques gubernamentales, y además supondría situar en la ciudad rondeña una importante base de operaciones para la futura conquista de Málaga.

La serranía de Ronda y la sierra de Granada se complementan estratégicamente. Una línea que apoyándose en Granada se extienda hasta Ronda, puede realizar el objetivo completo de caer sobre Málaga y cortar la retirada a los bandidos fugitivos que casi han destruido la población mediterránea. Y así, día llegará en que los cangrejos de la loma, rojos, por cocidos a tiros, buscarán su propio elemento, arrojándose al mar.
Charlas de Queipo de Llano – 19360817 12 La Unión

Las operaciones encaminadas a ocupar Ronda, trajeron consigo la necesidad de ultimar la ocupación de los pueblos que quedaban al sur de la provincia de Sevilla en poder del gobierno republicano. Lo que hasta entonces no había revestido ningún apremiante interés militar, pasó a ser un objetivo importante.

La ofensiva debía iniciarse por tres columnas distintas. Dos de ellas confluirían en la carretera de Campillos a Ronda. La primera que correspondía a la columna del comandante Luis Redondo García, partiría desde Osuna hacía El Saucejo, y una vez sometida esta población, se encargarían de ocupar Los Corrales, Martín de la Jara, Villanueva de San Juan y Algámitas, para continuar después hasta Almargen y de allí a Cañete la Real. La segunda columna saldría desde Antequera, en poder de los sublevados desde el 12 de agosto, bajo el mando del general Varela y el comandante Rafael Corrales Romero, ocupando Campillos, Peñarrubia y Teba, para unirse posteriormente con la primera columna, en la carretera de Campillos a Ronda, en el cruce de Cañete. Finalmente, la tercera columna, actuaría desde los pueblos gaditanos de Arcos de la Frontera y Ubrique, tomando pequeñas localidades de la serranía como El Gastor, Alcalá del Valle, Setenil, Montejaque, etc., acercándose igualmente al objetivo de Ronda. Esta última columna la dirigiría el comandante de Caballería Salvador Arizón Mejías, que había encabezado la sublevación en Jerez.

Como ya escribí en mi Crónica anterior «ANTEQUERA. LOS PRIMEROS TREINTA DÍAS DEL GENERAL VARELA», a primeros de septiembre el general José E. Varela Iglesias, marchó de Antequera a Sevilla, pasando antes por Córdoba, para entrevistarse con el general Queipo de Llano, y aprobar el plan que anteriormente he descrito para la conquista de Ronda

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2024/10/antequera-los-primeros-treinta-dias-del.html


1 DE SEPTIEMBRE

A las 10,30 salió el general Varela, con su Estado Mayor, ayudante y escolta hacia Córdoba, llegando a dicha ciudad a las 14 horas. Durante el recorrido fue objeto en los diversos pueblos de constantes demostraciones de cariño.

2 y 3 DE SEPTIEMBRE

El día 2 de septiembre el general Varela, marcha a Sevilla, con el fin de entrevistarse con el general Queipo de Llano. El motivo de la entrevista sería la discusión del plan preparado para la operación de conquista de Ronda. El jueves 3 de septiembre, regresa el general a Córdoba.

La tarde de ese 3 de septiembre, salió de Sevilla en dirección a Osuna una columna mandada por el comandante de Caballería Luis Redondo García. Estaba compuesta por seis Piquetes del Requeté sevillano (cada Piquete eran 70 hombres), que constituían el grueso de las fuerzas de milicias en la columna. La complementaba un escuadrón pie a tierra del Regimiento de Caballería Taxdirt nº 8 de Sevilla; una compañía de ametralladoras de dicho Regimiento; una sección de Zapadores; una sección de morteros; una sección de Intendencia; un camión blindado; así como un quirófano y una ambulancia. En Osuna se encontraba una batería de artillería de 75 mm, que se incorporó a la columna. En total unos 600 hombres componían la misma.

El Requeté fue una organización paramilitar carlista, de carácter tradicionalista, creado a principios del siglo XX, que defendía a otra rama de los “borbones” para la Corona de España. Al llegar la República tenían cientos de miembros con entrenamiento militar, pero carentes de armas. Su prenda de vestir más característica era la boina roja, apelativo por el que también eran conocidos.

En 1932, José E. Varela, en ese momento coronel, se hizo cargo de la organización de los Requetés, a los que estructuró militarmente: desde la unidad básica, la Patrulla, que se componía de cinco boinas rojas y un jefe, hasta las unidades superiores: el Piquete con un total de 70 hombres; el Requeté que formaba una compañía de 246 hombres y, por último, el Tercio que estaba formado por tres compañías. En la guerra civil española, llegaron a integrar a más de 60.000 combatientes voluntarios repartidos en 67 Tercios, que lucharon a favor del bando nacional, con el objetivo de defender la religión católica y oponerse al marxismo.

Los Jefes y Oficiales de las fuerzas que mandaban la columna eran, además del comandante Redondo, como segundo jefe el comandante de Caballería, Alberto Fernández-Maquieira y de Borbón (primo del rey Alfonso XIII). Como ayudante del comandante Redondo, el capitán José María García de Paredes.

El resto de los mandos de la columna eran: con el Requeté de Sevilla, capitán Enrique Barrau Salado, y tenientes Ignacio Romero Osborne (marqués de Marchelina), José León Westermeyer y Ángel María Prados Parejo. Con la Artillería el capitán Edmundo Wesolouski Zaldo, el teniente Félix García Layaristi y el teniente Iglesias, y los alféreces Seigler y Galindo. Con la caballería el capitán José Ramos de Salas, y los tenientes Juan Manuel Benjumea Vázquez y Emilio López Rincón, y el alférez Ramón Carpena Mancebo.

Enrique Barrau, Luis Redondo y José León

Llegaron a Osuna a las 9 de la noche. El comandante Luis Redondo y otros jefes de la columna, pasaron la noche alojados en la casa del abogado y propietario Antonio de la Puerta Cepeda en la calle Sevilla.

Antonio de la Puerta, con su hijo de 15 años, Julio de la Puerta Castro, formarían parte del Escuadrón de voluntarios de la Policía rural a caballo, que al mando del teniente de la guardia civil de Osuna, Cristóbal Rodríguez Palacios, se uniría a la columna, siendo una de las unidades que al día siguiente habrían de tomar El Saucejo.

El abogado y propietario agrario de Osuna, Jaime Oriol de la Puerta, que había sido diputado de la CEDA en la legislatura 1933-1936, también participó en esta columna. Se hizo muy conocido a nivel nacional, cuando el 4 de julio de 1934, Indalecio Prieto, uno de los líderes del PSOE, sacó su pistola en las Cortes para amenazarlo. El suceso se produjo cuando el Gobierno, presidido por Ricardo Samper, del Partido Radical, pidió un voto de confianza para enfrentarse a la desobediencia de la Generalidad catalana, en manos de ERC, frente al gobierno central.

Cuando hablaba José María Gil Robles, jefe de la CEDA, en defensa del voto a favor del Gobierno, el diputado socialista por Huelva Juan Tirado Figueroa le insultó: "Es un canalla y un farsante". Jaime Oriol de la Puerta, que era diputado por la provincia de Sevilla, pidió que retirara esas palabras. Tras un cruce de amenazas por ambos, Jaime Oriol se abalanzó sobre Tirado y éste le dio un puñetazo. Varios diputados socialistas, entre ellos Juan Negrín, se echaron encima de Oriol. Entonces, según publicó el ABC del 5 de julio:

…el Sr. Prieto avanzó sobre el escaño, relativamente lejano, sacó una pistola, la "amartilló" e hizo ademán de disparar contra el Sr. Oriol, que estaba caído sobre un escaño. No llegó a disparar, pero se le vio que con el arma agredía al diputado de la CEDA.


4 DE SEPTIEMBRE

A la cinco de la madrugada del viernes 4 de septiembre, la columna del comandante Luis Redondo, sale de Osuna y se pone en camino hacia El Saucejo. A la columna, se unió el escuadrón de voluntarios de la recién creada Policía rural, y la batería de 75 mm.

En dicha columna iba como capellán castrense el padre jesuita, Bernabé Copado, que escribiría en 1937 el libro «CON LA COLUMNA REDONDO», en el que cuenta los episodios bélicos que vivió con la columna Requeté del comandante Redondo por tierras de Andalucía, entre ellos lo ocurrido en El Saucejo.

Bernabé Copado, había dirigido unos ejercicios espirituales en la parroquia de Campillos, el 17 de abril de 1935. Ver 
«DOCUMENTALIA» de Ildefonso Felguera (página 410)

También a través del periódico sevillano “La Unión”, órgano de expresión de la Comunión Tradicionalista, tenemos noticias directas del avance de esta columna a través de los artículos que R. Schneider escribía con el encabezamiento «Con la columna del comandante Redondo». Este era el pseudónimo de Domingo Tejera de Quesada, director del periódico "La Unión". También iba como corresponsal del periódico, un requeté de nombre M. Cermeño, que escribió varios artículos en el periódico informado de lo ocurrido cada día.

Así cuenta el avance de la columna, el periódico “La Unión”, el día 7 de septiembre en la página 12.

Ésta (la columna) hace alto forzoso en el puente de Maturana, sobre el arroyo del Peinado, afluente del Genil. Está rota la bóveda por el centro, por la explosión de una carga de dinamita. Se extienden y afirman dos vigas de hierro, y sobre ellas los tablones necesarios. Dura el trabajo hora y media, y a las diez menos cuarto emprendemos la subida hacia el Cerro Blanco, que domina el valle en que se asienta El Saucejo.
Desde que nos divisaron las avanzadillas del enemigo, parapetadas entre las malezas y repechos del barranco, tiran bastante cerca, porque las balas silban sobre nuestra avanzada. Se explora el horizonte, se gradúa el tiro de las ametralladoras, y con unos cuantos abanicazos de plomo, los U.H.P. se retiran con viento fresco, buscando la protección del caserío. Desde aquí siguen tirando con insistencia. Tres piquetes del Requeté avanzan con decisión. Despliéganse en guerrillas, se internan por un olivar a la izquierda del pueblo y, pasado el olivar, por un campo segado.
Entretanto, desde el Cerro Blanco, la Artillería protege el avance de los “boinas rojas”. Por la derecha avanza el camión blindado, que protege otra sección de requetés, y a estos y a los de la otra guerrilla, les respaldan fuerzas de Caballería y rurales que marchan a pie. Son las doce del día. Se ha visto al enemigo, numeroso, huir, muchos de ellos galopando. La operación se ha realizado con exactitud admirable.
Al entrar las fuerzas en El Saucejo, las mujeres y algunos ancianos y niños salen a las puertas, con caras de espanto, y saludan con el grito de ¡Viva España!

Sobre este ataque, el periódico carlista incluyó el siguiente comentario: “…Y bien por Julito de la Puerta, requeté de quince años, caballista excelente, con su padre don Antonio, y con los demás bravos jinetes de Osuna que han realizado esta preciosa operación de cobertura de la columna”.

La voladura del puente del arroyo Peinado se realizó en las primeras semanas de la contienda, mediante la colocación de varios barrenos, con el fin de impedir que desde Osuna llegasen refuerzos a la Guardia civil de El Saucejo, que se encontraba acuartelada, y que se negaba a obedecer y entregar sus armas a las autoridades malagueñas del Frente Popular. Sobre este suceso, ya escribí la Crónica «EL ATAQUE POR PARTE DE LAS MILICIAS DE CAMPILLOS A LA CASA CUARTEL DE EL SAUCEJO»

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2022/08/el-ataque-por-parte-de-las-milicias-de.html

Al entrar en El Saucejo, las tropas del comandante Redondo, encontraron a personas de derechas encarceladas.

Estuvo detenido “unos tres días” en unión de otras personas de orden por mandato “del Comité revolucionario de este pueblo” y durante su detención estuvo vigilado entre otros sujetos por Manuel Gallardo García, el cual se portó muy bien con los detenidos, pues les dio buen trato y les facilitó cuanto les hacía falta, “incluso dándoles tabaco”; y también era verdad que, “como un cuarto de hora” antes de entrar “el Ejército” en la localidad, abrió la puerta de la cárcel y puso en libertad a todos los detenidos diciendo: “¡Sálvese el que pueda!”

Buena parte de la población huyó aterrorizada en dirección Almargen y Campillos. Se calcula que fueron más de 1.200 los vecinos de El Saucejo que huyeron del pueblo ese 4 de septiembre, lo que suponía casi la quinta parte de la población.


Iglesia Parroquial de San Marcos en El Saucejo

Por la tarde, se inició un contraataque de las milicias republicanas, procedente de Campillos. Salió el Requeté, al mando del teniente de Artillería Ignacio Romero Osborne, marqués de Marchelina, precedido por un camión blindado.

El pueblo está dominado, a la izquierda, por una loma. El mando había dispuesto la habilitación de guardias en el límite urbano.
A las tres de la tarde fueron esas guardias tiroteadas desde aquella ventajosa posición. Arreció el tiroteo, que se hizo pronto intensísimo. […] Éste constituía una columna motorizada, en tres camiones y varios “autos” ligeros, compuesta de elementos de Almargen, Campillos, Teba y otros pueblos de la provincia de Málaga, y probablemente de soldados de Infantería de Marina y marineros de los barcos, a juzgar por los correajes y fusiles cogidos encima de los cadáveres. […]
El cornetín toca llamada. Las tropas se concentran con rapidez. Sale rápidamente el Requeté al mando del capitán Barrau. Éste avanza con una sección por la carretera que va a Campillos. Teniente León Westermeyer, por la derecha, teniente Prados se interna por un olivar hacia la loma. En el olivar llueven las balas. Se avanza un kilómetro. Esta sección se ve entre el fuego del enemigo, de las ametralladoras y de los requetés de Barrau y León, y se une con éstos para realizar la maniobra envolvente, preciosa, que puso en fuga al enemigo. […]
La operación tuvo un éxito magnífico. Los ocupantes de los camiones y “autos”, viéndose envueltos, huyeron con tal prisa, que muchos de los suyos quedáronse a pie, pudiendo los nuestros contar veintidós cadáveres de marxistas y aprisionar a catorce milicianos.
A los requetés se unieron seis soldados de Caballería y tres de Ingenieros, que se incorporaron voluntariamente. Este avance de persecución se había prolongado hasta los cinco kilómetros, y el repliegue se realizó con perfecto orden, con el apoyo de ametralladoras. Los requetés venían llenos de su gran espíritu marcial, cantando sus canciones de la guerra carlista.
No puede dudarse que el enemigo ha sufrido un serio quebranto, porque anoche no se atrevió a hostilizar. El capitán de Infantería que los manda y el teniente de Carabineros que los acompaña, saben que en El Saucejo hay una fuerza consciente,…”
19360907 12 y 13 La Unión

5 DE SEPTIEMBRE

El día 5 de septiembre, a las diez de la mañana, cumpliendo órdenes de los mandos militares, se constituyó en el ayuntamiento de El Saucejo una Comisión gestora municipal, presidida por Carlos Torres Gago (propietario de 48 años) y compuesta además por los vocales: Miguel López Picamill (industrial de 44 años), Juan Pérez Pérez (propietario de 48 años) y Antonio González Vargas (propietario de 36 años). Los tres primeros había sido concejales en el ayuntamiento de El Saucejo desde el 27 abril de 1934 al 20 de febrero de 1936. Los tres también habían estado de detenidos en la cárcel de el pueblo, durante los primeros días de la guerra, por ser personas de derechas. Esta primera Comisión gestora estuvo en el poder municipal dos meses, hasta el 7 de noviembre de ese año.

LOS AVIONES ROJOS
A la hora en que cerramos esta crónica, diez y media de la mañana del sábado (5), rezongan en la altura los aviones rojos, que vienen a bombardearnos, y nos bombardean. Los pepinos del enemigo no nos hacen daño, pero aquí abajo hay una ensalada de tiros con bastante razón, y los aviones huyen. Se hace imposible contener a los requetés para que no disparen.
19360907 13 La Unión

6 DE SEPTIEMBRE

Ese día, domingo, el comandante Redondo tenía el proyecto de ocupar Villanueva de San Juan, pero tuvo la confidencia de que una columna motorizada, procedente de Campillos venía con la intención de atacar el pueblo. Según esas confidencias, vendría mandada por un capitán de la Guardia civil, en aquella fecha llamada Guardia Nacional Republicana, con guardias de este Cuerpo y de Carabineros, y el resto, milicianos.

El comandante Luis Redondo, no se situó a la defensiva, y ordenó salir a sus tropas a esperar a que la columna atacante llegara a las inmediaciones de El Saucejo.

En unas lomas de olivar que dominan el valle, a unos dos kilómetros del pueblo, donde ya se produce la divisoria entre las provincias de Sevilla y Málaga, el comandante distribuyó sus fuerzas estratégicamente. Las del ala izquierda, se adueñaron de la aldea de Navarredonda, a la vez que flanqueaban la cuesta que desde el campo enemigo subía a las lomas que tenían ocupadas. Las fuerzas de la derecha, tenían la misión de dominar por aquel sector el valle, y las del centro quedaron dispuestas para un posible avance. Los camiones fueron devueltos al pueblo en su mayoría, quedando los indispensables, hábilmente disfrazados con ramaje. La tropa se refugió pegada a los troncos de los olivos, con orden de no moverse ni disparar un tiro. Eran las cuatro de la mañana.

Se sestea, para cobrarle la deuda al madrugón. Había sonado la diana antes del amanecer para cumplir con los deberes religiosos dominicales antes de salir al campo, y teníamos más hambre de sueño que de comer. […]

En unas lomas, en cuya base está la bifurcación de la carretera hacia Almargen y hacia Campillos, pronto fue advertida la concentración enemiga. En la loma 
más alta, a la sombra de unas encinas, habían situado sus guardias. En un collado, a la izquierda y al amparo de una arboleda y un caserío (La Lebrona), radicaba el grueso de la columna.

A las nueve aparece en el horizonte una escuadrilla de aeroplanos republicanos. Pasan y repasan sobre las tropas de Redondo, y no las divisan. Pronto se sienten las explosiones de las bombas en las cañadas próximas, y después el bombardeo del pueblo. Nuevo girar sobre los lugares donde están las tropas escondidas, y finalmente se van.

En las primeras horas de la mañana recibimos la grata visita de dos "pájaros" rojos que, a una altura propia de cobardes, bombardearon el pueblo y no a las columnas pues nuestros amigos los olivos fueron una vez más protectores de los soldados de la Patria.
Los bombardeos y la pedrea (que también tiraron adoquines como otras veces, de efecto nulo), ¡ya no asustan ni a los niños!
19360907 13 La Unión

La columna malagueña se parapetó a dos kilómetros de las líneas nacionales, y en vista de que no se atrevían a avanzar, el comandante Redondo, ordenó a la artillería, que había permanecido a una distancia prudencial, que abriera fuego contra la columna enemiga, los cuales contestaron con el fuego de fusilería. La sorpresa fue grande, y provocó que se dispersaran los milicianos, huyendo a la desbandada en dirección a Campillos y Almargen, en coches y camiones a través del monte. En vista de ello, el Requeté avanzó protegido por la artillería, ametralladoras y el carro blindado y flanqueado por caballería, tomando las lomas donde estaba parapetada la columna malagueña

Los nacionales se apoderaron de un automóvil, que en la huida habían dejado abandonado, material de guerra y algunos prisioneros, entre ellos un cabo de la Guardia Nacional Republicana. Se pasaron al bando nacional otros cuatro con su armamento.

Unidos a los enemigos estaba un cabo de la Guardia civil de la Comandancia de Málaga que fue prisionero, quien manifestó que la columna enemiga la formaban fuerza de la Guardia civil, Carabineros y milicianos rojos que trataban atacar el pueblo durante la noche.
19360907 13 La Unión

Aunque no se menciona el nombre del cabo, pienso que se trataba de Manuel González Becerra, que fue fusilado en Almargen el 23 de septiembre de 1936.

No todos los marxistas pudieron huir y perdieron un “Chrysler” de seis plazas, que hoy van luciendo nuestros muchachos en la conquista de otros pueblos, con las mismas letras de F.A.I., U.G.T. y U.H.P., que aquellos infelices habían pintado, sin pensar, groseros siempre, que la letra mata, y es el espíritu el que vivifica.
19360910 10 y 11 La Unión

Automóvil capturado en el cortijo La Lebrona

Ese día, se tomó también la pedanía La Mezquitilla

En la charla radiofónica de Queipo de Llano en Radio Sevilla de ese domingo 6 de septiembre, dijo:

“Por último, la zona ocupada ayer por la columna del comandante Redondo, según el parte que me envió, me decía que tenía el proyecto de ocupar Villanueva de San Juan; pero tuvo confidencias de que venía una columna protegida por la aviación a atacar El Saucejo. Aplazó el proyecto de ocupación, y disimuló su fuerza a la aviación. Llegaron los aparatos rojos, reconocieron el terreno, y como no encontraron a nadie, bombardearon El Saucejo, donde, como es natural, no estaba ya la columna. La columna avanzó y se detuvo antes de llegar a las posiciones ocupadas por los Requetés. Cuando la aviación enemiga había desaparecido, creyendo que no había enemigo, nuestras tropas atacaron las posiciones rojas, poniéndose a los marxistas en vergonzosa fuga, y haciéndoles un cabo de la Guardia Civil prisionero. La columna iba mandada por un capitán de la Guardia Civil, sin duda, mandado de Madrid. También iba un teniente coronel, mandado de Madrid. Se ha cogido un coche ligero, con la inscripción de la FAI, y un camión”
19360908 006 ABC

La versión que se daba en el bando republicano, del enfrentamiento en El Saucejo era completamente distinta.

EL VALEROSO COMPORTAMIENTO DE UN CAPITAN DE LA GUARDIA NACIONAL REPUBLICANA
Hemos de hacer destacar en estas líneas el valeroso comportamiento del capitán de la primera compañía móvil de la Guardia Nacional Republicana, Luis Olivares (Guía), que en el frente de Almargen, día a día, viene dando pruebas de un valor y un entusiasmo sin límites en la ofensiva que en este frente se viene realizando para acabar con los focos facciosos allí existentes.
Hay que destacar que el domingo último (6), el propio Luis Olivares, con el sargento Arribas, que mandaba veinte milicianos de Teba, llevaron a cabo un glorioso hecho de armas, causando al enemigo nueve bajas, haciendo huir a la columna facciosa en los alrededores de El Saucejo.
Para terminar estas líneas, que podíamos hacer interminables citando hechos demostrativos del amor a la República de este valiente defensor de las libertades patrias, hagamos constar que en todo aquel frente es querido y admirado por milicianos y tropas leales, que encuentran en él al hombre abnegado y demócrata, siempre dispuesto a dar la vida por la gloria de nuestra España republicana.
19360910 002 El Popular

7 DE SEPTIEMBRE

Esa mañana, a las siete, la aviación republicana proveniente de Málaga, bombardeó de nuevo El Saucejo, acción que volvió a repetir por la tarde, sin eficacia.

A las dos de la tarde salió una columna de El Saucejo; para la ocupación del pueblo de Los Corrales. Transcribo el artículo que se publicó en “La Unión”, al día siguiente:

En el camino, apenas iniciada la marcha hubo necesidad de recomponer un puente (Navarredonda) que habían destrozado los marxistas. En la operación, realizada con la mayor actividad y acierto, invirtiendo los ingenieros pontoneros una hora y media.
Ya cerca de Los Corrales, las lomas próximas están ocupadas por gentes del pueblo. Las ametralladoras y nuestra artillería, debidamente emplazadas, batieron eficazmente esas lomas. Avanza el Requeté, en guerrilla, rodeando poco después la población, y entra en ella luego de ligero tiroteo, protegido por una sección de Caballería, y los jinetes de la Policía rural que habían flanqueado el victorioso avance.
Después de débil resistencia, el enemigo huyó y fue batido por fuegos convergentes. Por nuestra parte, hay que lamentar la herida que sufre el requeté de Écija Antonio Bares Blanco. La herida no es grave, aunque los médicos se han reservado el pronóstico.
Del pueblo de Los Corrales se han marchado la mayoría de los hombres; muchos marxistas lleváronse consigo a sus familiares.
La iglesia de Los Corrales, como todas las de esta comarca, entregada desde febrero a la barbarie del Frente Popular masónico-marxistas, estaba convertida en lonja de mercancías. Se ve que la consigna judaica se cumple en todas parles al pie de la letra.
No existe ni un retablo; ni una imagen sagrada; ni un ornamento. Todo fue arrasado e incendiado. Del archivo parroquial no quedó un papel. Sólo pudo recoger el requeté fragmentos de la Sagrada Custodia.
10360908 06 La Unión

Cientos de hombres, mujeres y niños llenos de pánico huyeron, intentando llegar a los cortijos próximos y sobre todo a Campillos.

Francisco Lobatón Durán, fue nombrado por los mandos militares que ocuparon Los Corrales, presidente de la Comisión gestora municipal.

La intención de la columna rebelde, era llegar esa misma tarde a Martín de la Jara, al ser la distancia corta entre ambos pueblos. De hecho emprendieron el camino, pero el arreglo de dos puentes les “hizo perder las horas que nos hubieran bastado para la segunda operación, y regresamos a El Saucejo cuando cerraba la noche”.

Ese mismo día, hubo un último intento por parte de las fuerzas republicanas de reconquistar El Saucejo. Así lo cuenta el requeté M. Carmeño, que iba en las tropas del comandante Redondo:

De gloriosa puede calificarse la jornada de ayer (7) para nuestros bravos Requetés. Cincuenta hombres rechazaron el ataque de una columna enemiga que, procedente de Campillos, venía con el propósito de tomar este pueblo.
Y aún es más de realzar esta hazaña, si se tiene en cuenta que el enemigo atacaba armado en su totalidad de fusiles y mosquetones, con abundantes municiones.
Los marxistas, que traían numerosos coches y camiones, comenzaron por atacar a una sección de Ingenieros, que a dos kilómetros del pueblo estaba reparando un puente volado por los rojos.
Los Ingenieros resistieron el empuje del enemigo, hasta que cincuenta muchachos del Requeté y algunos de Caballería, al mando de Enrique Barrau, José León y Ángel María Prados, acudieron en su ayuda, entablándose un terrible tiroteo, que duró cerca de una hora.
Aunque el enemigo era ocho veces mayor, como anteriormente decimos, no pudo resistir el empuje de nuestros muchachos, que palmo a palmo, y desafiando a la muerte con el valor de veteranos, le hicieron retroceder en huida vergonzosa, desapareciendo de aquellos lugares en sus coches y camiones, siendo perseguidos por los requetés a poco más de cincuenta metros de distancia.
Se cogieron hasta once prisioneros, numerosos cadáveres, diez mosquetones, dos fusiles y numerosas municiones y material de guerra.
Por nuestra parte, sólo tuvimos que lamentar dos heridos, aunque, por suerte, leves: un muchacho de Caballería y otro de la ametralladora que a retaguardia protegía el ataque de los requetés. De los requetés, nada; aunque a todos nos silbaron muy de cerca las balas.
Las fuerzas enemigas venían al mando de un capitán de Carabineros, y estaban formadas por elementos de la guarnición de Málaga—sobre todo marinos—, guardias de Asalto y milicianos.
Sevilla, 8-9-36. M. Cermeño

Entre las personas de Campillos que participaron en ese ataque a El Saucejo, pudo encontrarse Fernando Parejo Romero, que era el jefe de las milicias de Campillos, el cual se había colocado una estrella de alférez para que se visualizara su autoridad.

Según declaración del médico Francisco Mesa Rodríguez: “la participación del encartado en los sucesos de El Saucejo mas bien hay que referirlos a un contraataque que sufrió dicha villa cuando ya se encontraba en poder de las tropas nacionales, unos cinco o seis días antes de ser tomada Campillos. Aquel mismo día, ya al oscurecer, se personó Fernando Parejo en la clínica a la cual estaba adscrito como médico, comentando entre los camilleros y personal sanitario lo que había ocurrido en dicho intento de toma de El Saucejo”.

En las elecciones municipales celebradas el 3 de abril de 1979, fue elegido alcalde de Campillos por el PSOE. Tenía 70 años.

8 DE SEPTIEMBRE

A primera hora de la tarde, volvió a salir de El Saucejo, la columna del comandante Redondo para el pueblo de Los Corrales, que ya había sido ocupado el día anterior, y en donde estaba concentrada la caballería al mando del comandante Alfredo Erquicia.

Desde Los Corrales, las fuerzas avanzaron hacia el pueblo de Martín de la Jara. Emplazadas la artillería y ametralladoras se batieron unas lomas de los alrededores del pueblo, y seguidamente avanzó el Requeté. Los flancos los guardaban fuerzas de Caballería. El pueblo fue ocupado sin resistencia.

Después de la operación, la columna emprendió el regreso al cuartel general de El Saucejo, luego de dejar guarnecido el pueblo.

Panorama: al fondo, Sierra Yeguas, límite de las provincias de Sevilla y Málaga. En las faldas, el caserío de Martín de la Jara.
La columna había hecho alto en las afueras de Los Corrales. Desde allí se veían las crestas de las lomas coronadas por fugitivos. La batería batió aquellos lugares, con la precisión suficiente para no hacer en ellos una carnicería, en el supuesto de que hubiese mujeres y niños, pero dejándolos advertidos, con la proximidad de las explosiones, de que se apartasen del "balcón" donde presenciaban el espectáculo. La batería que nos acompaña es maestra en su menester. También las ametralladoras sondearon el horizonte más próximo.
Despejado así de frente, avanzaron por ambos flancos los jinetes: a la izquierda, la Policía montada, de día en día más bélicamente experta; a la derecha, la sección de Taxdirt, que viene actuando brillantemente.
Como fuerza de choque, carretera adelante, el Requeté, colocado durante su concentración a cubierto de posible fuego junto a un cantil de ese camino, avanzó en el momento oportuno, hasta dar frente al pueblo, y allí desplegaron las guerrillas para rodearlo y tomarlo.
Rápidamente recorremos la población, mientras el comandante Redondo da las disposiciones oportunas para dejar guarnecido el lugar y designar las autoridades que administren los intereses del Municipio.
De la iglesia sacan un Crucifijo, tamaño académico, de traza bizantina, tosco, pero de mucha unción. Es el Cristo de la Sangre, la única imagen que ha respetado la barbarie judaico-marxista. Nos dicen unas mujeres que lo tenían por republicano. […]
El templo de Martín de la Jara esta, como los de otros pueblos, saqueado, vandálicamente, y fue convertido en el almacén, y sobre los altares se amontonaban las mercaderías. Dentro, en las dependencias, montones informes de imágenes y retablos, pedazos de ornamentos, algunos de ricas telas de antiguo tisú cuyo mérito y valor no han sabido apreciar los salvajes iconoclastas de Martín de la Jara, o de Osuna (en cada pueblo, los de allí nada malo han hecho; culpan a los forasteros).
19360910 11 La Unión

9 Y 10 DE SEPTIEMBRE

En la mañana del día 9, grupos de milicianos, dispararon a los pueblos de Los Corrales y Martín de la Jara, siendo repelidos, según el periódico “La Unión”, con bastantes bajas. Hubo un herido grave en las fuerzas de Caballería.

Para apoyar a las fuerzas nacionales que habían quedado en aquellos pueblos, salieron fuerzas de la columna Redondo de El Saucejo, llevando ametralladoras, batiendo a los grupos enemigos y haciéndoles dos muertos y algunos heridos. No hubo bajas entre los nacionales.

Las fuerzas de dicha columna prosiguieron la acción de "limpieza" de enemigos. En el kilómetro tres y medio, de la carretera a Campillos, fueron agredidas por grupos de milicianos, siendo rechazados, haciéndoles huir a la desbandada. También se les produjeron algunas bajas.

El día 10, a las diez y media de la mañana, la aviación republicana, al igual que ocurrió el día anterior, bombardeó intensamente la población, pero, esta vez, una batería con un dispositivo antiaéreo, cañoneó contra los aviones. También dispararon contra ellos unas ametralladoras antiaéreas.

Para dar cumplimiento al Bando de Guerra del general Queipo de Llano, la tarde del día 10, se publicó solemnemente un Bando del comandante Luis Redondo, jefe de la Columna. En el mismo se apercibía con severas penas a los espías; se ordenaba que a partir de las ocho de la noche nadie saliera del pueblo sin llevar un salvoconducto. Se advertía que los contraventores de esas reglas, serían pasados por las armas. También se ordenaba a los cabezas de familias que se presentaran en la Comandancia a dar cuenta del paradero de sus ausentes.

Entre los asesinados en aplicación del Bando de Guerra, había dos mujeres de Campillos, Ana Romero Galeote y su hija Isabel Gordillo Romero. La ejecución se produjo en El Saucejo, entre los días 5 y 25 de septiembre de 1936.

ANA ROMERO GALEOTE
De 49 años de edad, hija de Antonio y Juana, era natural del pueblo de Campillos, estaba casada con Manuel Gordillo Caballero, tenía dos hijos: Isabel y Manuel, y vivía en la calle Albarrada, número 40, de El Saucejo.

ISABEL GORDILLO ROMERO
Nacida el día 2 de septiembre de 1915, era hija de Manuel Gordillo Caballero y Ana Romero Galeote, y vivía en el domicilio familiar. Soltera

11 DE SEPTIEMBRE

El viernes día 11, la columna del comandante Redondo salió de El Saucejo a las cinco de la mañana, y se dirigió a Villanueva de San Juan para ocupar dicho pueblo, y también Algámitas. La columna estaba formada por la Artillería, sección de ametralladoras, Caballería, Guardia Rural de Osuna, Requeté y ambulancia de la Cruz Roja con el personal y elemento sanitario correspondiente.

A las siete, y en un punto de ángulo que domina la situación de ambos pueblos se emplazó la Artillería, debidamente “camuflada” por el arte del segundo jefe de la columna, comandante Alberto Fernández-Maquieira y Borbón, el hombre de los detalles, de los pormenores, cosas que suelen ser muchas veces fundamentales en el arte militar.
No fue necesario batir Villanueva con los cañones. En un collado más adelante, entre dos crestas, se colocaron las ametralladoras; que barrieron espléndidamente los lugares estratégicos desde donde el enemigo pudiera hostilizar nuestro avance, y el Requeté, desplegado en guerrilla y protegido por la caballería de Taxdirt y los jinetes de Osuna, guiados éstos por Don Antonio de la Puerta, conocedor del distrito, fue adelantado hasta rodear el caserío y penetrarlo.
Dentro del pueblo, la estampa, al aguafuerte, que en otros hemos visto. El templo arrasado, sin un retablo, sin un altar. Los muros desnudos, como una sinagoga. […] En los clubs o sindicatos obreros, abundan las listas electorales. En las paredes, toscas letras con los anagramas de los partidos proletarios, y borrados los letreros que marcan el paso de los de Falange, que aquí estuvieron al principio de esta reconquista. […] Las casas de las familias significadas de derecha han sido pasto de los bárbaros; armarios y cómodas desvalijados, mesas y sillas y camas hechas astillas, a golpe de hacha; locura de destrucción sin objeto, sin sentido…
19360915 04 La Unión

Aquel día 11 de septiembre huyeron de Villanueva más de trescientos vecinos. El comandante Luis Redondo, antes de abandonar la localidad, dejó designado a Pablo Moreno Nieto (médico, 47 años), como presidente, y Juan Torres Cárdenas (labrador, 32 años), y Antonio Rodríguez Recio (secretario del Juzgado, 45 años), como vocales, miembros de la Comisión gestora municipal. Los tres eran falangistas. Esta Comisión estuvo al frente de la gestión municipal hasta el 10 de noviembre de 1936.

A las nueve se ha dado vista a Algámitas. Colocada convenientemente, la Artillería ha bombardeado con gran acierto unas lomas situadas en la parte trasera de la población, desde la que se ha contestado con fuego de fusil.
Los Requetés, flanqueados a derecha e izquierda por la Caballería, ocuparon sin gran resistencia el pueblo, realizando una rápida maniobra, que ha hecho inútiles los esfuerzos del enemigo.
Ha sido digna de elogio la labor de la Caballería y de la Guardia Rural de Osuna, que han cumplido admirablemente las órdenes del mando, facilitando grandemente la operación.
Cumplido su cometido, las fuerzas han regresado a su base.
19360912 05 La Unión



12 DE SEPTIEMBRE

La columna del comandante Luis Redondo, había conseguido todos los objetivos que se le asignaron cuando la tarde del 3 de septiembre, salió de Sevilla en dirección a Osuna.

En ocho días, había conquistado El Saucejo, Los Corrales, Martín de la Jara, Villanueva de San Juan y Algámitas, y estaba a la espera de las órdenes de Sevilla para avanzar sobre Almargen. Ese día no se realizó ninguna acción militar por parte de la columna de El Saucejo.


Tres adolescentes de Almargen, que se encontraban encerrados junto con sus madres en la cárcel de mujeres existente en la fábrica de aguardientes de ese pueblo, se escaparon y llegaron ese día 12 de septiembre a El Saucejo. Se trataban de Gregorio Fernández García, hijo de Francisco Fernández Torres; de Juan García Torres, hijo de Modesto García Romero, ambos asesinados la noche del 26 al 27 de agosto; y de Emilio Pabón García, hermano de Rafael, Cristóbal y Francisco Pabón García, asesinados el primero el día 27, y los otros dos el 28 de agosto

El Saucejo, 12, a las 23:30 (De nuestro servicio especial).
Nos refieren los pequeños fugitivos que ellos también habían sido encerrados en la cárcel de mujeres, pero al ver los crímenes que los rojos cometían a diario, asesinando a mujeres indefensas (en Almargen no se mató a ninguna mujer), resolvieron fugarse, fuera como fuera, porque temían ser asesinados, como lo habían sido sus familiares. Aprovecharon la obscuridad de la noche, y por el tapial de una corraleta de la parte trasera del edificio de la fábrica—hoy cárcel— saltaron desde una altura temeraria, echando a correr en dirección al pueblo de El Saucejo.
Tardaron seis horas justas en llegar a dicho pueblo; se presentaron a las primeras fuerzas de avanzada, contándoles su odisea. Los pobres niños, que ofrecían un lastimoso estado, fueron muy atendidos y cariñosamente tratados por las fuerzas de la columna Redondo.
Refieren los huidos, escenas desgarradoras; cuentan cómo los rojos sacaron de las casas a sus padres y hermanos para fusilarles, sin tener en cuenta el llanto y las lamentaciones de las infelices criaturas.
Uno de los fugitivos, dirigiéndose a los requetés de la columna Redondo, le pedía con apremio:
— ¡Por Dios, vayan ustedes pronto al pueblo de Almargen para salvar a nuestros padres y hermanos!
Cuando salimos de nuestro encierro en Almargen rezamos a Dios, y Dios nos ha salvado, decían los pequeños fugitivos, los ojos arrasados en lágrimas.
También hemos conversado con Antonia Barquero y un hermano suyo. Son vecinos del mismo pueblo de Almargen, y nos han referido infinidad de crímenes y asesinatos que los marxistas cometieron en presencia de aquéllos. Al marido de Antonia se lo llevaron varios marxistas a Málaga, y ella supone que le habrán asesinado; desde entonces no ha vuelto a tener noticias suyas.
Nos dijo también Antonia que ella, con dos hijos pequeños y sus hermanos, su sobrina Isabel María y algunas vecinas huidas como ellas de Almargen, se refugiaron ayer en un cortijo próximo al pueblo de Los Corrales.
También cuenta Antonia que otras mujeres vecinas de Almargen pudieron escapar, perseguidas muy de cerca por los rojos. Cuentan que los marxistas asesinaron en Almargen al sacerdote don Andrés Pabón Torres, sobrino del canónigo de la Catedral de Sevilla don Andrés Pabón Barquero. Murió como un mártir, gritando hasta el último momento ¡Viva Cristo Rey!
19360914 07 La Unión

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2023/08/almargen-verano-del-36.html


Tras la ocupación por las columnas del general José E. Varela de la zona cordobesa de Cerro Muriano y alrededores, a las 10,30 horas de ese día 12 de septiembre, partió de Córdoba el general con su ayudante y escolta con dirección a Sevilla para conferenciar de nuevo con el general Queipo de Llano. El motivo era la operación que se iniciaría al día siguiente para la conquista de Campillos y Ronda. A las 20,45 estaba de regreso en Córdoba.

Ese mismo día 12 de septiembre Varela se había desplazado a Sevilla desde Córdoba para entrevistarse con Queipo de Llano y proponerle su idea de maniobra para la ocupación de Ronda que fue aceptada, dictándose seguidamente la Orden de Operaciones, que implicó en primer lugar poner también bajo el mando del general gaditano la columna "sevillana" del comandante Luis Redondo y que hasta entonces lo estaban directamente de Queipo de Llano, quien se encargó de dar cuenta del nuevo plan y situación al general Franco.

Ese 12 de septiembre, el Estado Mayor del “Ejército de Operaciones del Sur”, dictó la correspondiente Orden de Operaciones que tenía por objeto la ocupación de Cañete la Real, Campillos, Peñarrubia, Teba, Cuevas del Becerro y finalmente Ronda.

La ejecución del movimiento de las tres columnas, prevista desde el cuartel general de Sevilla era, según constaba en la citada Orden de operaciones, la siguiente:

La denominada "Columna de Cádiz", al mando del comandante de Caballería Salvador Arizón Mejía, avanzaba desde Arcos de la Frontera y Ubrique, debiendo ocupar el 14 de septiembre El Gastor y Alcalá del Valle, ubicadas en la sierra gaditana y todavía en manos gubernamentales. Al día siguiente, debía proceder a efectuar un reconocimiento ofensivo sobre Setenil de las Bodegas y si el jefe de la columna, coronel de Infantería Juan Herrera Malaguilla, lo considerase factible con los medios de que disponía, y si la resistencia del adversario no fuese fuerte, la ocuparla, dejándola en tal caso fuertemente guarnecida para evitar que pudiera ser reconquistada por el adversario. Por último el 16 de septiembre las fuerzas gaditanas debían ocupar el puerto de Montejaque, en la carretera malagueña de Ronda y ejercer tal presión sobre el enemigo que le obligara a su desplazamiento hacia dicha ciudad.

La "Columna de Antequera" debía proceder a ocupar el día 13 de septiembre Campillos, el 14 Peñarrubia, pernoctando en la misma y tomar al día siguiente Teba, regresando nuevamente a pernoctar a la población anterior. Teba debía quedar guarnecida por fuerzas de la Guardia Civil y de Falange de dicha columna, mientras que Peñarrubia lo estaría por una compañía de Infantería de Marina, una batería de Artillería de 75 mm y por fuerzas de la Guardia Civil y de Falange. Previamente a ello se debía dejar de guarnición en Campillos una sección de la Guardia Civil y fuerzas de Falange.

La "Columna del Saucejo" por su parte debía proceder a ocupar el mismo día 14 de septiembre Cañete la Real en donde pernoctaría, para a la mañana siguiente efectuar por un lado un reconocimiento ofensivo por la carretera que unía dicha población con la de Ronda, regresando a pernoctar a Cañete la Real, y por otro lado lanzar un segundo reconocimiento ofensivo en dirección a Teba con el fin de ayudar a la "Columna de Antequera" a la ocupación de dicho pueblo. En Almargen y Cañete la Real debía quedar una centuria de Falange, la cual saldría de Sevilla el día 13 de septiembre, así como fuerzas de la Guardia Civil destacadas en las localidades sevillanas de Morón de la Frontera y Osuna.

A las cuatro horas de la mañana del 16 de septiembre la "Columna de Antequera" debía emprender la marcha con dirección a Ronda. En el cruce de esta carretera con la de Cañete la Real se le debía incorporar la "Columna del Saucejo", para ello a las cinco horas de la mañana la "Columna del Saucejo" debía emprender previamente la marcha de Cañete la Real y esperar el paso de la de Antequera en la confluencia de ambas carreteras, operando ya a partir de entonces de forma conjunta para ocupar Cuevas del Becerro y Ronda.

Por otra parte los puestos de la Guardia Civil de Campillos, Peñarrubia, Teba y Ronda debían ser guarnecidos por las fuerzas de Antequera mientras que los de la zona de El Saucejo, Almargen y Cañete la Real, lo serían por fuerzas de la Comandancia de la Guardia Civil de Sevilla.

13 DE SEPTIEMBRE

Según los informes de que disponían las tropas nacionales, la situación de Almargen era la siguiente:

Fuerzas: 90 Guardias Civiles, 22 carabineros y 150 milicianos. De todos estos, tienen fusil los Guardias Civiles y Carabineros, y la mitad aproximadamente de los milicianos.

Trabajos defensivos: En la carretera de El Saucejo a Almargen hay parapetos de sacos terreros cortando la carretera unos 2 km delante de Almargen y en la sierra Zorrita. Se puede pasar por un olivar próximo. A derecha e izquierda de este parapeto están las guardias de los milicianos y Guardia Civil con la consigna de retirarse, haciendo previamente un disparo, en caso de ser acometidos por las fuerzas nacionalistas. No hay minas ni destrucciones antes de llegar al pueblo.

Comunicaciones: El tren de Ronda a Almargen no circula. Los republicanos reciben los refuerzos por las carreteras de Ronda y Málaga.

Edificios ocupados: El Ayuntamiento está ocupado por el Comité. El pueblo está desalojado por la población y sólo está la estación vigilada por una guardia de 10 individuos, que además tienen bajo su custodia cinco cajas de cartuchos de fusil.

Subsistencias: Muy pocas. Unos días antes fueron a Ronda por comestibles y no pudieron traerse más que un poco de café, azúcar y patatas. Pan y carne tenían lo suficiente por haber requisado ganado.

Vehículos: Tienen un coche ligero que utiliza el mando superior.

A primeras horas de la mañana del 13 de septiembre la columna del comandante Luis Redondo, salió de El Saucejo en dirección Almargen. Así lo cuenta el capellán Bernabé Copado en su libro «CON LA COLUMNA REDONDO»

El camino es sumamente accidentado y peligroso: a uno y otro lado elevaciones imponentes, y la carretera dominada en todo el trayecto por ambos flancos. La marcha se hizo lenta por haber cortado los rojos en su huida todos los puentes y alcantarillas.
En los alrededores del pueblo hubo un combate fuerte: llegaron a estar casi rodeados por nuestras fuerzas, que en un movimiento envolvente, llevado a término con precisión matemática, les dejaron libre estrictamente el hueco de la carretera de Málaga. Tuvimos varios heridos, entre ellos todos los que iban en el blindado, a excepción del marqués de Marchelina (teniente Ignacio Romero Osborne); muertos ninguno.

Por su parte el periódico “La Unión”, lo cuenta así:

Los requetés avanzaron en vanguardia, protegidos por el fuego de ametralladoras y artillería, que disparaban contra unas lomas que defienden al pueblo. El fuego duró dos horas, o sea desde las seis y media hasta las ocho y media del día. A esa hora, los requetés y fuerzas de Caballería hacían su entrada en Almargen, apoderándose de la población. El enemigo resistió bastante, pero el empuje y ardor bélico de los atacantes hubo de ceder el terreno. La Aviación cooperó eficazmente al éxito de la operación.
Tomada la población de Almargen, en la que los rojos tenían prisioneros a muchas familias, personas todas de orden y profundamente católicas, salieron de Almargen algunas fuerzas del Requeté y de Caballería para hacer un reconocimiento ofensivo por unas lomas de los alrededores, las cuales quedaron limpias de enemigos. Sobre el campo dejó el adversario diecisiete muertos; se cree que las bajas del enemigo debieron ser mucho más elevadas. También se apoderaron las fuerzas vencedoras de un automóvil ligero, lleno de bombas de mano y dinamita.
19360915 06 La Unión

Según declaró un testigo, “cuando se recibió la noticia de la proximidad del Ejército, se llevaron cuantos objetos de valor encontraron, y los que ofrecían dificultades para el transporte, fueron destruidos. Así hicieron con el trigo, que formado en grandes montones fue rociado, con gasolina y quemado”.

Continúa diciendo el jesuita Bernabé Copado

Aquí sorprendió el marqués de Marchelina una conversación por teléfono, en que anunciaban desde Málaga que la aviación roja llegaría a bombardear. Llegó en efecto, y arrojó unas cuantas bombas en la estación del ferrocarril. Se encontraban allí en aquel momento el comandante Redondo y otros oficiales que se vieron en no pequeño peligro. Desde este día era visitada nuestra columna diariamente por la aviación roja.

Después de que entraran las tropas del comandante Luis Redondo en Almargen, ese mismo día a las 13,45 también lo hacían las del comandante Rafael Corrales Romero en Campillos. Pero de este tema me ocuparé en la próxima Crónica.


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Luis Redondo García, nació en Cañaveral (Cáceres) el 24 de agosto de 1889. Ingresó en la carrera militar el 31 de agosto de 1908 en la Academia de Caballería, de la que salió tres años después con el grado de segundo teniente.
En 1912, marcho voluntariamente a África, ascendiendo a los tres años por meritos de guerra. Vuelve a la Península, en 1916, destinado al Regimiento de Caballería Alfonso XII, con ubicación en Sevilla. El 4 de julio de 1925, ascendió a Comandante.
Al implantarse la República, decide retirarse, acogiéndose a la Ley de Azaña, e ingresa en la Comunión Tradicionalista. Por encargo de su jefe supremo, Manuel Fal Conde, organiza el Requeté de Andalucía
Estuvo implicado en los sucesos del 10 de agosto de 1932 en Sevilla encabezados por el teniente general Sanjurjo, siendo detenido y permaneciendo por estos hechos, año y medio en las cárceles de Guadalajara y Sevilla, siendo traslado posteriormente a la prisión de Madrid. En prisión coincidió y trabó amistad con el general José E. Varela. En la sentencia dictada en Madrid por la Sala Sexta del Tribunal el 7 de febrero de 1934, fue absuelto.
El 18 de julio de 1936, era el jefe del Requeté de Sevilla. No se encontraba en servicio activo en el ejército, pero organiza la columna que lleva su nombre. Tras una primera campaña de la Columna Redondo en tierras de Huelva, tuvieron sus fuerzas unos días de descanso en Sevilla, para marchar después a una segunda intervención en el sur de la provincia de Sevilla y en la serranía de Ronda. Alcanzó la graduación de Teniente General.
Falleció en Madrid el 13 de agosto de 1973, a los 84 años de edad. Está enterrado en el cementerio de San Fernando en Sevilla.

ANTEQUERA. LOS PRIMEROS TREINTA DÍAS DEL GENERAL VARELA

 

Vista aérea de Antequera en 1935

En la Crónica anterior, «LA TOMA DE ANTEQUERA POR EL GENERAL JOSÉ E. VARELA», vimos como a las 22,30 del día 12 de agosto de 1936, montado a caballo, entraba el general José E. Varela Iglesias en Antequera, con todo su cuartel general y escolta.


https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2024/10/la-toma-de-antequera-por-el-general.html

En ésta Crónica, continuación de la anterior, voy a relatar lo sucedido en Antequera y en las localidades de su entorno, en los treinta días siguientes, los que van desde ese día, hasta el 13 de septiembre de 1936, fecha de la entrada de las tropas del general Varela en Campillos procedentes de la localidad antequerana.

Pero antes de entrar en el relato de estos acontecimientos, quiero detenerme un momento en describir como eran las fuerzas malagueñas del Frente Popular, que hacían frente a todo un ejército profesional como era el del bando nacional, y como se organizaron las mismas mediante la formación de columnas de milicianos de muy variopinta composición.


COLUMNAS MILICIANAS MALAGUEÑAS

En las ciudades y pueblos donde no triunfó el golpe militar, el ejército regular y las fuerzas de orden público, fueron desplazados, aunque no eliminados del teatro de operaciones. Muy poca gente confiaba en la acción del gobierno de Madrid. Esto produjo una situación de anarquía, en la que primó la indisciplina. Los partidos republicanos más moderados, los de Manuel Azaña o Diego Martínez Barrio, fueron barridos por los acontecimientos, y muy poco iban a significar durante el desarrollo de la contienda. Las organizaciones obreras y los partidos del Frente Popular, sobre todo los anarquistas, comunistas y socialistas más radicales, confiaban en conseguir con sus procedimientos, una rápida victoria sobre los sublevados.

El comunista Manuel Tagüeña Lacorte, cuenta en sus memorias:

La situación real, que podía observar el que mirase a la calle, es que había terminado la Segunda República. La sublevación militar, paradójicamente, había desencadenado la revolución que pretendía impedir, y el poder efectivo estaba en manos de los grupos armados, de anarquistas, socialistas y comunistas, aunque se mantuviera formalmente el gobierno como símbolo de la legalidad republicana ante la opinión internacional. Cada grupo con sus objetivos, sus programas y sus fines diferentes, y muy pronto cada uno con sus unidades de milicianos, sus policías, sus intendencias y hasta sus finanzas.”
«TESTIMONIO DE DOS GUERRAS», página 111. Editorial Oasis. Méjico


La anarquía reinante en esas unidades de milicianos o columnas, superaba todo lo imaginable, y concretamente en la capital malagueña, se podía comprobar en el dominio y control del “Comité de Enlace” sobre el gobernador civil José Antonio Fernández Vega y sobre el comandante militar Rafael Sánchez Paredes, lo cual acabó con toda posibilidad de ejercer un verdadero control militar en la provincia.

Dicho Comité designó un subcomité que con el título de “Comité de Guerra”, se instaló en el Gobierno Militar de Málaga, para «asesorar» a los comandantes militares. El Comité de Guerra dirigió las operaciones militares, otorgó destinos, concedió ascensos, realizó movilizaciones, etc. Todas las operaciones militares nacidas desde Málaga, son ordenadas por él.

Las columnas milicianas de Málaga establecieron su Comandancia general en el Cuartel de la Trinidad, donde se organizaron hasta veintitrés compañías de milicias.

La milicia me daba la impresión de ser un cuerpo poco eficaz. En primer lugar no estaban en absoluto preparados y muchos de ellos no sabían cómo hacer fuego con sus fusiles. […] Se veía poco entusiasmo entre los hombres: ellos querían hacer la guerra en sus calles y en su pueblo y no fuera de él. Por otra parte, el principio anarquista de la libertad de elección presentaba muchos inconvenientes. Un hombre se incorporaba voluntariamente y de la misma manera podía abandonar la milicia; yo hablé con un miliciano que al oír cómo le pasaba zumbando una bala, se fue a su casa sin que nadie hiciera la menor objeción. Gerald Brenan – «MEMORIA PERSONAL», página 422.

Se entenderán por Milicias las que estén armadas o sean en lo sucesivo, y estén controladas además por la inspección de Milicias. Los que no salgan al campo, cuando se ordene o se retiren de él voluntariamente, perderán todo derecho, siendo desarmados y eliminados de filas.
Los jefes de Milicias llevaran listas del personal que salgan a campaña que serán comprobadas por los jefes de columnas y autorizadas con un V. B. de salida y otro de regreso, justificándose en ellas, por nota, las ausencias del campo motivadas por asuntos del servicio u otros análogos.
19360818 003 El Popular

Los puestos de mando en los frentes, fueron ocupados por personas sin formación militar que no estaban a la altura de su responsabilidad, sin tener más meritos para hacerse acreedores a los cargos que ocupaban, que los políticos. En algunos casos estuvieron asesorados por militares de carrera, que carecían de autoridad ante los milicianos por el mero hecho de ser profesionales de las armas, lo que les hacía sospechosos de golpistas.

Concretamente en las columnas anarquistas, las decisiones militares se tomaban por votación de todos los milicianos. “Nadie hace nada sin contar con la aprobación de todos”


EN LA COLUMNA “C.E.F.A.” NO EXISTE MILITARISMO. TODOS SOMOS HERMANOS
Estamos situados entre Loja y Alfarnate. Nuestra posición es estupenda. El Comité del frente está compuesto por un teniente coronel, un delegado de las fuerzas de la columna “C.E.F.A." y otro de las fuerzas milicianas de la U.G.T. Es un Comité mixto con amplios poderes para actuar. El teniente coronel, se preocupa de nuestra Prensa. Fraterniza mucho con las muchachadas libertarias. Es un buen compañero de lucha. Siempre propone la economía de fuerzas. Además, contamos con un bravo capitán, muy cariñoso. Nadie hace nada sin contar con la aprobación de todos. Vivimos en plena obra federalista.
El delegado de la columna es el compañero Antonio Villegas, activo militante del Sindicato de la Construcción de Málaga. El Comité de la columna "C.E.F.A." está compuesto por los compañeros Paniza, Cola, Arjona, Amigó, Sedeño y Guerrero, todos militantes de las organizaciones de Granada y Málaga.
19360904 007 Solidaridad Obrera

Las siglas “C.E.F.A.” definen a la Confederación Española de Federaciones Anarquistas.

El gobierno republicano, para dotar de disciplina, de una estructura militar a las milicias y para encauzar el esfuerzo de guerra, una de las medidas que adoptó fue la formación de Batallones de Voluntarios bajo el mando de militares profesionales o de los cuerpos de seguridad, que no dependieran de las milicias de partidos y sindicatos. En esos Batallones, debían de integrarse las columnas hasta ese momento existentes.

En ese sentido, por un Decreto publicado en la Gaceta de Madrid el día 18 de agosto de 1936, se abrió un “alistamiento voluntario para nutrir las filas del Ejército, con los ciudadanos que habiendo terminado como soldados su compromiso activo, se encuentren en situación de primera reserva, y cuya lealtad al régimen resulte acreditada por certificaciones expedidas por cualquiera de los partidos o grupos sindicales afectos al Frente Popular”.

El compromiso era por un plazo mínimo de seis meses, prorrogable a voluntad del Gobierno. Los soldados voluntarios disfrutarían de una paga de 10 pesetas diarias, pagaderas por quincenas cumplidas, con lo cual atenderían a su alimentación y el mantenimiento del vestuario.

A mediados de septiembre, comenzaron a formarse en Málaga los Batallones de milicias, compuestos de voluntarios, tanto malagueños como refugiados llegados a la capital desde las localidades ocupadas. Mal armados y peor adiestrados, eran pocos los que tenían verdadera experiencia militar.

Algunos Batallones operaron bajo el mando de militares profesionales de reconocida capacidad técnica y convicción republicana, pero el desconocimiento por parte de los milicianos del manejo de las armas y de las reglas más elementales de combate y protección, tanto como la falta de disciplina, hacen que adolezcan de la falta de eficacia que es necesaria para hacer frente a las, en aquellos momentos, escasas tropas del Ejército regular que combaten en el campo nacional.

La escasez de esos mandos, hizo que ascendiesen de forma muy rápida personas sin apenas formación militar, simplemente por su veteranía en el partido político, algún acto significativo de guerra en el frente, o por ser persona de confianza de algún alto mando.

En Málaga, se formaron más de diez Batallones, con nombres como «Metralla», «Méjico», «Casanellas», «Rusia», «Antequera», «Largo Caballero», «Carlos Pezzi», «Pablo Iglesias», «Avance», «Noy del Sucre», «Pi y Margall», «Stalin», etc. El primero que se constituyó fue el Batallón «Pablo Iglesias», que lo hizo el 15 de septiembre de 1936

UN NUEVO BATALLON DE MILICIAS
LLEVARÁ EL NOMBRE DEL GLORIOSO PABLO IGLESIAS
Los Comités local y provincial del Partido Socialista Obrero Español, en sus últimos acuerdos han adoptado el de la creación de un Batallón de Milicias, que llevará el glorioso nombre de PABLO IGLESIAS. En este Batallón podrán ingresar todos los camaradas afiliados a las Agrupaciones Socialistas y UGT, tanto de la capital como de la provincia, y que previamente lo justifiquen mediante la presentación del carnet e informe de su organismo respectivo.
Las oficinas para el reclutamiento han quedado instaladas en la calle Córdoba, núm. 6, principal (frente al Banco de España), de 9 a 1 y de 4 a 5.
19360915 003 El Popular
19360915 004 Vida Nueva

Como vemos, los Batallones de voluntarios se constituyeron en Málaga cuando ya Antequera, Campillos y Ronda habían caído en manos de las tropas del general Varela.

Tras la caída de Ronda, en la zona noroccidental de la provincia, la línea de frente quedó establecida por los accidentes geográficos que ofrecen las sierras de Alhama, de Tejeda, del Torcal, la de Abdalajís, y El Chorro hasta Ardales. Algunos de los Batallones formados, como 
«Metralla»«Méjico», «Antequera», «Largo Caballero»,«Pablo Iglesias»«Avance», o «Noy del Sucre», en algún momento, antes de la caída de Málaga en febrero de 1937, guarnecieron este frente.

El conocido como Batallón de Milicias N° 5, 
«Antequera» o «García Prieto», formado a partir de la columna del mismo nombre, estaba constituido por unos seiscientos hombres, entre milicianos y soldados, y estaba comandado por el alcalde socialista de Antequera, Antonio García Prieto.

Vuelvo al relato de lo sucedido tras la caída de Antequera el 12 de agosto. Gran parte de la información que aparece a partir de ahora en esta Crónica, está extraída del libro «GENERAL VARELA. DIARIO DE OPERACIONES 1936 – 1939», de Jesús N. Núñez Calvo, coronel de la Guardia Civil y Doctor en Historia.


13 DE AGOSTO


Al amanecer del 13 de agosto de 1936, entraron en Antequera las tropas del general José E. Varela Iglesias, que no lo habían hecho la noche anterior, no encontrando resistencia alguna.

A las ocho de la mañana por la calle de la Encarnación abajo, descendieron por las aceras, en dos filas, las tropas de Regulares que esa noche habían permanecido en las afueras de la población. Caminaban a cierta distancia uno de otro, “con el fusil en las manos, despacio, paso a paso, en reconocimiento avizor por si al llegar a las encrucijadas pudiera haber alguna emboscada”.



Estas dos fotos fueron tomadas ese día por el doctor Francisco Giménez Reyna, por aquél entonces cirujano del Hospital de Antequera.

El repliegue de las milicias republicanas se dirigió hacia el Sur, en tomo a las sierras que rodean a la ciudad, así como a los cortijos cercanos que se encontraban en esa dirección. Un grupo de los huidos, se concentró en la sierra del Torcal, siendo atacados por la aviación nacional. El capitán Joaquín García-Morato, que había despegado de Córdoba, anota en su diario de vuelo:

—13 de Agosto, con Nieuport, bombardeo posiciones enemigas en El Torcal y protección de Breguet y columna Varela.

Aún hubo algún conato de resistencia dentro de la población. Una bala perdida puso fin a la vida a uno de los legionarios que formaban parte de las tropas. Se trataba de Joaquín Rodríguez Conejo, de 23 años.

Durante ese día, el general Varela, que había establecido su Estado Mayor en la casa-palacio de los marqueses de Cauche, se dedicó a la organización de la defensa interior y exterior de la ciudad, y al nombramiento de la comisión gestora municipal, y demás autoridades civiles y militares que debían regir la vida de Antequera a partir de ese momento. Los nombramientos fueron:

Alcalde: D. Santiago Vidaurreta Palma
Gestores: D. Juan Blázquez Pareja-Obregón, D. José de Rojas Arrese-Rojas, D. Francisco Ríos Colorado, D. Miguel Lara Lara, D. Manuel García Berdoy, D. Carlos Mantilla Mantilla y D. Ramón Sorzano Santolalla.
Delegado de Orden Público: D. Luis Moreno Pareja
Juez de Instrucción: D. José Rosales García; secretario del mismo D. Bonifacio Bernal
Juez Municipal: D. Antonio Arjona de la Rosa; secretario del mismo D. Daniel Gálvez
Comandante de la Guardia Municipal: D. Mariano Cortés Tapia

Santiago Vidaurreta

Comisión Gestora 

La gestión municipal de Antequera durante la etapa de gobierno de la gestora de Santiago Vidaurreta, entre agosto de 1936 y marzo de 1937, estaría marcada por la coyuntura bélica, y por tanto supeditada a las necesidades derivadas del conflicto.

Ese día, jueves 13 de agosto, el general Varela, publicó en Antequera, el siguiente Bando de Guerra

No existen datos fiables, que puedan arrojar luz sobre los fusilados en Antequera, desde agosto de 1936, hasta la constitución de los tribunales militares tras la ocupación de Málaga. Esos primeros fusilamientos fueron realizados en aplicación de ese Bando de Guerra dictado por el general Varela.

En él indicaba que toda persona aprehendida con armas, toda acción ejecutada con tendencia a oponerse al movimiento militar, los ejecutores de los asesinatos cometidos en la localidad o haber incitado a los mismos, los directivos del movimiento comunista o los inductores del mismo que hubieran sido aprehendidos, serían juzgados en juicio sumarísimo y condenados a la pena de muerte. A esto habría que añadir, la participación en saqueos, registros, robos e incautaciones, amenazas o detenciones, y por supuesto el haber participado en las operaciones de guerra sobre los municipios vecinos.

Santiago Vidaurreta Palma, ya como alcalde de Antequera, publicó en la primera página de “El Sol de Antequera”, el día 16 de agosto, con el título «LA HORA DE LA JUSTICIA», lo siguiente:

Estos momentos son los de hacer justicia, que claman numerosas viudas, huérfanos y deudos de las víctimas de los cobardes marxistas, que si tienen la perversidad necesaria para asesinar por la espalda a seres indefensos, carecen de hombría para luchar como hombres. Hay que confiar en que la Justicia Militar es recta, serena e inflexible, y que si da a cada uno su merecido, no debemos turbar su augusta misión con sensiblerías que en otros momentos podrán honrar a quien las siente, pero que ahora nos las vedan la sangre y las lágrimas derramadas.

Sobre ese particular, así se expresa el doctor Francisco Giménez Reyna, en su libro «MEMORIAS DE UN CIRUJANO RURAL»:

También nos contaron de los horrores que habían visto en el pueblo El Arahal, del término de Sevilla. Los "rojos" habían detenido a mucha gente, los habían metido en la cárcel, y ¡le habían prendido fuego a ésta! Venían todos horrorizados, y cuando les pedíamos clemencia para algunos que habían cogido y querían fusilarlos, nos hacían comprender, cómo estas visiones les hacían obrar con tanta dureza. ¡Así de horrible es la guerra!

Un tribunal militar asesorado por abogados de la ciudad, que vieron las causas de todos los detenidos como presuntos enemigos, y condenados solos los de delitos directos de sangre. A los médicos nos nombraron turnos para vigilar a los detenidos, y asistir a los escasos fusilamientos que se realizaron. A mí solo me tocó uno, y tuve que ir al cementerio a certificar al muerto. No pude negarme, pues que ya estaba militarizado.

Los sucesos de El Arahal, se produjeron la tarde del 22 de julio, cuando la columna del comandante Simón Lapatza se encaminaba a dicha población. Después de un bombardeo del pueblo por un avión de la base de Tablada, y de un violento cañoneo contra el mismo, el terror se adueñó de sus habitantes, que huyeron al campo. En la cárcel se encontraban encerradas veintidós personas de derechas.

Un grupo de mujeres o unos guardias municipales, según los relatos, viendo perdida la lucha, acudieron a la cárcel con latas de gasolina, y a través de una reja que daba al exterior, lanzaron dentro el líquido fácilmente inflamable, quedando los infelices presos empapados. Arrojaron luego unas cerillas encendidas, y cerraron herméticamente los gruesos postigos de madera, muriendo 21 de los 22 presos que allí se encontraban.

Cuando los vecinos consiguieron penetrar en la cárcel, habían muerto ya la mayoría de los presos, más que por las llamas por la asfixia, víctimas de horrorosas quemaduras. Se salvó únicamente, aunque con quemaduras en la cara, el pecho y en los brazos, el párroco don Antonio Ramos y Ramos, gracias a encontrarse cerca de la letrina y poder respirar el aire, aunque pestilente, de la calle.

Los sucesos de la cárcel de El Arahal constituyeron una constante en la propaganda de los sublevados, como paradigma de la violencia de “los rojos”.
Sobre los sucesos de El Arahal, ya hablé brevemente en la Crónica «EL COMITÉ DEL FRENTE POPULAR DE CAMPILLOS. TERCERA PARTE»

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2023/03/el-comite-del-frente-popular-de.html

Al capitán Ramón Casaus Arrese-Rojas, que había entrado en la ciudad acompañando al general el 12 de agosto, se le encargó la organización de un Grupo de Voluntarios de Antequera, con la finalidad de que la población no quedase desguarnecida, una vez que las fuerzas del Ejército tuvieran que marcharse de la misma. Hasta que eso ocurriera, los voluntarios prestarían servicios auxiliares de vigilancia interior y exterior de la población. El alistamiento, debía de realizarse en el cuartel de la Guardia civil de 10 a 12 de la mañana y de 3 a 5 de la tarde.

La respuesta entre la población para la formación de este Grupo de Voluntarios, fue verdaderamente entusiasta. Fue nombrado comandante-jefe del mismo, José Jiménez Jiménez; y de segundo jefe, José Turmo Benjumea, quien se encargaría también de la sección montada que se quería organizar más adelante. Así lo cuenta el doctor Francisco Giménez:

Al objeto de organizar el cuerpo de "Voluntarios" y controlar los pobladores, pusieron unas oficinas en el cuartel de la Guardia Civil, donde todo el mundo fue a presentarse y recibir un brazalete de garantía. Yo fui también a éste control, pero encontré una gran cola, que salía hasta la calle, y decidí dejarlo para otro momento. Me fui al Hospital —allí cerca— y cuando entraba en el mismo, sonaron las sirenas de alarma de aviación.

Entre las 12 y las 12,15 horas, unos aviones procedentes de Málaga, bombardearon Antequera, cayendo una bomba en el cuartel de la Guardia civil, donde había en ese momento una gran concentración humana, ya que se estaba realizando el reclutamiento de los voluntarios.

A poco sonó la caída de una bomba. Esta había caído en el centro del patio del cuartel de la Guardia Civil cuyo piso, de grandes losas, desparramó la metralla horizontalmente, sobreviniendo una horrible carnicería entre los que esperaban en aquella desgraciada "cola". Unos 200 heridos, y la mitad de ellos gravísimos con ambas piernas seccionadas o casi amputadas. Los que no, con grandes heridas en muslos y piernas, y abundantes hemorragias.
Al hospital cercano, donde yo ya estaba, y a donde comenzaron a llegar médicos, entre ellos el Dr. Blázquez Bores, tuvimos que atender la oleada de heridos, para los que no teníamos ni camas, ni sitio donde atenderlos. Solo cabía hacer una primera cura, la de urgencia, cortar una hemorragia, terminar de cortar una pierna ya perdida, y salvar una vida que se iba, con sueros intravenosos. Pronto nos faltaron vendas y gasas, y tuvimos que echar mano de trozos de sábanas. No había aún servicio sanitario organizado —que vino después— y el desajuste fue tremendo.
El antiguo y mal abastecido hospital, era incapaz de absorber aquella avalancha por lo que el mando militar tomó la cosa en su mano y comenzó a pedir camas y sus ropas, así como sábanas vendas. Rápidamente fueron apareciendo todas las señoras y señoritas del pueblo, ofreciendo sus tan eficientes servicios y se organizaron camas, —pequeños hospitales—, en diversas casas de la localidad. La más importante, una gran casa con gran patio central cubierto de salones, en la calle principal, que era propiedad de la familia Blázquez —uno de ellos sacerdote— cumplió un magnífico cometido y permaneció de hospital casi toda la guerra.
También se organizaron otros, en distintos conventos, colegios, casas particulares y los médicos nos repartíamos el trabajo. Pero yo, como cirujano, era el que tenía más trabajo y tenía que ir de uno en otro, diciéndole al compañero encargado, lo que hacer en cada caso.
Pronto en aquellas graves heridas en las piernas comenzó a declararse la gangrena, algunas veces la temible "gaseosa". Se agotaron los sueros, y vacunas, así como el agua oxigenada, tan útil en estos casos. Tuve que recurrir a remedios heroicos. Métodos ideados en la guerra del año 14, grandes dilataciones, dejando la "carne" al aire, y regándolas con hipoclorito sódico, y a veces agua de jabón. En simples irrigadores, que las enfermeras sostenían en sus manos mientras metíamos aquel líquido entre los músculos de los miembros. Pero tuve la suerte de perder pocos enfermos de ésta gangrena, y de salvar algunos que parecían irrecuperables.
Estos son los recuerdos de "La Bomba del Cuartel", tremendamente trágicos, y de la que se habló durante mucho, creo que aún a veces se sigue hablando. Fue rara la familia que no perdió algún familiar, o quedó después con un lisiado.
Doctor Francisco Giménez Reyna – «MEMORIAS DE UN CIRUJANO RURAL»

Hubo un total de 24 muertos. Uno de ellos era el guardia civil Eduardo Sánchez Pérez, radiotelegrafista de la escolta del general, que murió carbonizado al ser alcanzado el camión de la radio. El chófer del camión, el guardia civil Emilio Dumont Molero, resultó herido gravemente. Los otros 23 muertos eran miembros de la población civil.

Además de la caída en el cuartel de la Guardia Civil, otras bombas cayeron sobre el Hospital y el Asilo de ancianos “San José”, sin víctimas mortales, pero resultando herida una de las monjas del asilo.

El convento de los Capuchinos, que desde el 6 de agosto, tras la expulsión de los frailes, y el asesinato de cinco de ellos, se había convertido en el cuartel general de las milicias del Frente Popular, tras la entrada de las tropas del general Varela, sería el lugar de hospedaje y centro de operaciones para el cuerpo de Regulares. Tendría que pasar un tiempo para que los religiosos, una vez normalizada la situación, pudieran volver a su convento.

14 DE AGOSTO

Con objeto de tomar Bobadilla, pueblo y estación, a la 10,45 horas, salió una columna al mando del coronel Eduardo Sáenz de Buruaga compuesta de dos camiones blindados, un tabor de Regulares de Ceuta, una batería de 70 mm, una compañía de Zapadores, un escuadrón de Regulares de Ceuta a pie, una compañía de Infantería y una sección con dos máquinas ametralladoras de Caballería a pie.

La columna no encontró resistencia alguna, huyendo los milicianos que allí se encontraban en dos trenes en dirección a Málaga. Se capturaron numerosas municiones, gran cantidad de víveres y abundante material sanitario. Por la compañía de Ingenieros se procedió a la voladura de las vías férreas de Málaga y Ronda, para evitar ataques sorpresa por esa ruta. Se dejó en la estación de Bobadilla, una guarnición compuesta de una compañía de fusiles y dos ametralladoras de Caballería, regresando el resto de las fuerzas a Antequera a las 15 horas.

Tanto por la mañana como por la tarde, la aviación republicana bombardeó Antequera durante 30 minutos sin consecuencia alguna.

Para alertar a la población de la futura llegada de aviones que pudieran bombardear a la ciudad, se estableció un código de alertas a base de repique de campanas, que fue hecho público en un Bando de la alcaldía.


BANDO.- D. Santiago Vidaurreta Palma, Alcalde Presidente de la Comisión Gestora del Excmo. Ayuntamiento de esta Ciudad.
Hago saber: Que a partir de las catorce horas del día de hoy se establecerá un servicio de señales para anunciar la presencia de aviones enemigos por medios acústicos.
La presencia de avión se anunciará por un repique breve que indicará que deben tomarse precauciones y situarse en las habitaciones bajas o sótanos, lejos de ventanas y portales.
Caso de continuar el repique indicará que es avión enemigo y deberán permanecer in­móviles y alejados de lugares descubiertos; se suspenderá la circulación rodada y se evitarán aglomeraciones o reuniones numerosas, debiendo permanecer en los refugios hasta que termine el repique que indicará que se han retirado los aviones rojos.
Antequera 14 de Agosto de 1936.

El toque de campana para los bombardeos era efectuado desde la torre de “Papabellotas”, en la Alcazaba.

En Campillos, al pasar los dos trenes que iban en dirección a Málaga, se enteraron de la ocupación de Bobadilla por las tropas nacionales, y según palabras del alcalde Pedro Velasco Olmo, “que dado el natural pánico existente en Campillos, se quedó dicha población casi deshabitada”. Parte de la población huyó en dirección a Ardales.

Al conocer en Ardales del avance de las tropas nacionales a Bobadilla, y que quizás siguieran su avance hacia Campillos, decidieron acudir a ayudar al pueblo vecino.

Declaraciones de José Martín Villalba (a) el “Alpargatero”, vecino de Ardales, en el procedimiento sumarísimo nº 2815 de 1939 de Málaga, abierto contra él:

…dispuso el Jefe las Milicias, llamado “Pepe el de Naza” que había que ir a Campillos, como así lo efectuaron y la misma noche que llegaron al pueblo, el Comité de Campillos, dijeron a la milicias de Ardales, que sacaran a los presos para matarlos, y “Pepe el de Naza”, jefe de estas, cogió a seis milicianos y a dos sargentos, y se los llevaron para cumplimentar la orden, que fue en el mismo paso a nivel de Campillos. […] A los dos días de haber sido asesinados los presos de Campillos, se vinieron para Ardales.

Cerca de la media noche del día 14 de agosto, unos camiones y varios coches, paran en la puerta del Ayuntamiento. De ellos se bajan unos quince milicianos que forman un semicírculo alrededor de la puerta de la cárcel.

En las primeras horas del 15 de agosto, veintidós personas entre ellas tres mujeres, son sacadas amarradas de la cárcel, y subidas al remolque del camión que está en la puerta del ayuntamiento. El camión era de esos que son descubiertos y con barandillas. Les dijeron a los presos que iban a Málaga.

En las afueras de Campillos, en el puente de hierro, fueron asesinadas veinte de los prisioneros. Dos personas consiguieron escapar.

Sobre este suceso, ya escribí más pormenorizadamente en la Crónica «CAMPILLOS. OCHO SEMANAS DE TERROR EN EL VERANO DE 1936. SEGUNDA PARTE»

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2023/05/campillos-ocho-semanas-de-terror-en-el_14.html


15 DE AGOSTO

A las 8,30 de la mañana, la aviación volvió a bombardear durante 15 minutos la ciudad, arrojando 58 bombas que provocaron tres muertos y once heridos entre la población civil, además de dos Regulares de Melilla y dos Guardias de asalto heridos.

A esa misma hora, salió una columna mandada por el coronel Sáenz de Buruaga con objeto de tomar la población de Archidona. Estaba compuesta por un tabor de Regulares de Melilla, una batería de Montaña, un escuadrón del Regimiento de Caballería Taxdirt pie a tierra, una sección de Zapadores, veinte guardias civiles y una ambulancia. Al llegar al pueblo, se sostuvo un intenso fuego con los defensores, que tras una breve resistencia huyeron.

Coronel Eduardo Sáenz de Buruaga, en el centro

Por el coronel Buruaga, se nombró una comisión gestora y demás autoridades. Se dejó de guarnición en Archidona una compañía de Regulares de Ceuta, una batería de 70 mm, una sección de ametralladoras de Regulares de Ceuta con cuatro máquinas y una sección de Zapadores. El resto de la columna regresó a Antequera a las 19,30 horas.

16 DE AGOSTO

A las 05,30 un aparato de reconocimiento efectuó un vuelo sobre Antequera, marchándose a los 10 minutos después de arrojar tres bombas.

Media hora más tarde, a las 06,10 dos bimotores republicanos bombardearon Antequera durante 50 minutos, cayendo una bomba en la Casa-Palacio de los Marqueses de Cauche, donde se encontraba el cuartel general, en la habitación inmediata a la que ocupaba el general Varela, no produciéndose heridos por estar a era hora, todo el personal levantado. Ocho bombas más cayeron en las casas próximas a dicho cuartel general ocasionando desperfectos de consideración en las mismas.

De 9,30 a 9,45 otros cuatro aparatos de bombardeo arrojaron 10 bombas que volvieron a caer alrededor del cuartel general, objetivo constante de la aviación, no solamente por la importancia del mencionado edificio, sino por encontrarse cerca de él, el cuartel de Falange y uno de los cuarteles provisionales de la Guardia Civil.

A las 17,30 sufre la población, durante 40 minutos, un nuevo bombardeo por dos bimotores republicanos.

En resumen, durante ese día, la población estuvo bajo los efectos del bombardeo durante casi dos horas, siendo 110 el número de bombas arrojadas. A pesar de la intensidad del bombardeo, no hubo muertes entre la población, pero sí un guardia civil y ocho paisanos heridos. Se produjeron muchos destrozos.

Calle Toril

Los primeros bombardeos de los aviones provenientes de Málaga, fueron muy precisos. Posteriormente se supo que un carabinero que no había sido detenido, desde la terraza de su casa comunicaba a sus correligionarios en la Sierra del Torcal, la localización de los objetivos mediante un heliógrafo. Buscaban al general Varela y su cuartel general.

Esos bombardeos sobre Antequera, causaron una lógica angustia y miedo entre la población. Así lo reflejaba el general Varela en una comunicación urgente, mediante telegrama cifrado, con Queipo de Llano:

El bombardeo de Antequera y de los pueblos vecinos es de una intensidad y constancia grandes. Más de 100 bombas han tirado y esto tiene a las poblaciones metidas en los sótanos y muy deprimidas. De salir para Loja tengo que llevarme toda la columna y dejar pocas fuerzas en la zona. ¿Está la población civil en condiciones de ver salir a las fuerzas?... Desde luego que no y si salgo, la gente en caravana evacuará la zona, con los consiguientes trastornos…”

17 DE AGOSTO

Los problemas con la aviación republicana, fueron atendidos rápidamente desde Sevilla. A las 07,30 llegaron a un campo de aviación auxiliar, que se había improvisado por los nacionales nada más ocupar Antequera, dos aparatos de caza Heinkel He-51A alemanes, pilotados por los pilotos Joaquín García-Morato y Luis Rambaud Gomá, para ponerse a las órdenes del general Varela.

Heinkel He-51A

Estos dos aviones Heinkel alemanes, junto con otros cuatro más, habían llegado desmontados al puerto de Cádiz procedentes de Hamburgo, la noche del 5 al 6 de agosto a bordo del vapor alemán “Usaramo”. También venían en sus bodegas, una batería antiaérea de 88 mm, 20 piezas de 20 mm, con elementos de repuesto, municiones, emisoras de radio y también con el armamento de los Junkers Ju-52 que habían llegado en vuelo días antes (lanzabombas y ametralladoras), procedentes de Alemania.

Los 91 pasajeros alemanes que desembarcaron de dicho barco, y que venían como turistas en un crucero de placer, eran en realidad 86 militares voluntarios, entre los que hay seis pilotos de caza, personal de mantenimiento aéreo y terrestre, tripulaciones de los aviones Ju-52, técnicos de radio y personal médico, y también cinco civiles que venían como interpretes. Una vez el material en tierra, lo enviaron por carretera al aeródromo sevillano de Tablada, donde se montaron los cazas Heinkel con la ayuda de los mecánicos españoles.

Desconocedores en Málaga, de la existencia de los cazas en Antequera, a las 9,45 horas un aparato de bombardeo enemigo apareció sobre la ciudad, siendo rechazado por los cazas nacionales. A las 10,30 vuelve un nuevo bombardero y su ataque es también rechazado.

Hoy puedo comunicar algunas noticias sobre la aviación “roja”; esa aviación canalla marxista que sigue dando pruebas de salvajismo. Vienen bombardeando estos días la pobre ciudad de Antequera, varias veces mártir. Ayer arrojaron sobre Antequera los aviadores marxistas ciento nueve bombas; hoy aparecieron también con ánimo de reanudar el bombardeo, pero se encontraron con la horma de su zapato; es decir, se encontraron con dos aviones de caza que los persiguieron, derribando a un "Vickers" enemigo cerca de Málaga.
CHARLAS DE QUEIPO DE LLANO - 19360818 03 La Unión

A las 17 horas el general Varela marchó con su ayudante al campo de aviación para pasar revista a los aparatos llegados, presenciando la salida del aparato que pilotaba el capitán García-Morato que tuvo que marchar a Sevilla para arreglar una avería que le habían producido los impactos de la ametralladora del aparato republicano.



Ese día, los cazas Heinkel He-51A alemanes, pilotados por pilotos españoles, comenzaron su vida operativa en España. El capitán Joaquín García-Morato, anota en su diario de vuelo.

—16 de agosto, prueba en Sevilla del Heinkel alemán de caza.

—17 de agosto, con Heinkel, Sevilla - Antequera, protección columna Varela, regreso a Sevilla

En la sesión celebrada por la Comisión Gestora del Ayuntamiento ese día, se presentó una moción, que se aprobó por unanimidad, de «Conferir al general don José Enrique Várela iglesias el título de hijo ilustre adoptivo de esta ciudad», y «dar el nombre de “Avenida del General Várela” a la calle Alameda, por ser la primera que pisó el ilustre Jefe y en la que pernoctó la noche de la toma de esta ciudad»

18 DE AGOSTO

La situación estratégica de Loja, como nudo de comunicaciones, era fundamental para la idea de asegurar el corredor entre Granada y Sevilla, lo que motivó que la ciudad se considerase por parte de los sublevados un objetivo prioritario.

Recordemos, que ya el 23 de julio una columna procedente de Granada había ocupado Loja durante unas horas, hasta que ese mismo día otra procedente de Antequera se enfrentó a ella, haciéndoles huir hacia Granada. Ese día incendiaron el cuartel de la Guardia civil.

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2024/09/los-primeros-veinticinco-dias-de-la.html

Cuartel de la Guardia civil de Loja

A las 6,30 horas, de ese 18 de agosto, salió en vanguardia una columna 
mandada por un comandante del tabor de Regulares. con objeto de tomar de nuevo Loja. La  columna estaba compuesta por un tabor de Regulares de Ceuta, tres carros blindados, una sección de Zapadores y una sección óptica.

Detrás de ella, iba el grueso de la tropa, al mando del coronel Sáenz de Buruaga, y compuesta por: un escuadrón de Regulares de Ceuta a pie, una compañía de la Legión, una compañía de Infantería del Regimiento Granada nº 6, veinte guardias civiles, una sección de Zapadores, una batería ligera del 7,5, una columna de municiones, una estación óptica de artillería, y una ambulancia de la Cruz Roja. Durante la marcha de la columna, una vez reparado el avión de García-Morato, los dos aparatos de caza Heinkel fueron protegiendo el avance de la misma.

A las 8,30 salió el general José E. Varela con su cuartel general y escolta con dirección a Loja para dirigir dicha operación. La vanguardia de la columna, ocupó el pueblo a las 11,30 sin encontrar resistencia alguna. Inmediatamente, una sección de ametralladoras de la Legión, ocupó las alturas del lado izquierdo de la carretera que dominan el pueblo de Salar, donde había todavía grupos huidos de Loja.

El general Varela en Loja

A las 14,30 el general Varela conferenció con el coronel Basilio León Maestre que mandaba una columna que había salido de Granada, efectuándose el encuentro de ambas fuerzas a las 14,45 en la Venta del Pulgar, a 10 kilómetros de Loja.

En un mes, entre el 18 de julio y el 18 de agosto de 1936, se habían producido en Loja 39 asesinatos de personas de significación derechista.

Las tropas nacionales, al entrar en Loja, encontraron totalmente calcinadas las iglesias de Santa Catalina y San Gabriel, y la iglesia Mayor parcialmente, así como muchas viviendas y negocios de personas de derechas. Estos incendios se habían producido el 20 y 21 de julio, nada más declarar en Granada el estado de guerra.

Santa Catalina

San Gabriel

Iglesia Mayor de la Encarnación

A las 16,30 la columna emprendió el regreso a Antequera, después de dejar de guarnición en Loja a una compañía de la Legión, una compañía del regimiento Granada nº 6 y otra del regimiento Lepanto nº 2.

A las 17,30 una patrulla de bombarderos Vickers Vildebeest, que van escoltados por un caza Nieuport Ni-52, bombardeó la columna arrojando doce bombas sin que ocasionara baja alguna. El capitán García-Morato, derribó al caza que cae incendiado sobre Alfarnate.

Vickers Vildebeest

Nieuport Ni-52

A las 20,30 llegó el general y la columna a Antequera, donde fue informado que un trimotor había arrojado seis bombas sobre la población, no teniendo que lamentar baja de ningún género.

García-Morato tiene escrito en su diario de vuelo, que persigue y ametralla a un Potez-54, proveniente de Guadix, que empezó a bombardear Antequera. El Potez con avería de motor se estrella cerca de Santa Cruz de Mudela, resultando el ametrallador muerto. Ese día regresó con su avión a Sevilla.

El aislamiento de Granada había quedado roto. Las columnas del general Martínez Cabrera que confluían sobre Granada sufrieron un grave quebranto moral y perdieron toda esperanza en alcanzar su objetivo. La columna malagueña situada en la carretera de Alhama de Granada a Loja, se retiró hasta Alhama y Ventas de Zafarraya, dejando al descubierto el flanco izquierdo de la columna de Motril, que ya no se atrevió a moverse.

El enclave de Granada, quedaba unido al resto del territorio nacional por un estrecho y prolongado pasillo que, atravesando la región, sería fundamental en las operaciones militares que pudieran desarrollarse con posterioridad.


En el mapa, podemos ver como también por esas fechas, las columnas de Regulares y Legionarios, que al mando del teniente coronel Carlos Asensio y del comandante Antonio Castejón, respectivamente, habían salido de Sevilla los día 2 y 3 de agosto hacia Mérida y Badajoz, para unir las zonas Sur en poder de Queipo de Llano y Centro en poder del general Mola, ya habían conseguido su objetivo. Mérida había caído el 10 de agosto y Badajoz el día 14.

Ahora era Málaga y su provincia las que pasaban a ser una zona casi aislada, quedando embolsada, de espaldas al mar, comunicada con la zona republicana por un estrecho corredor de doscientos kilómetros que llega hasta Almería, por el que transcurre una sola carretera, fácilmente expuesta a los ataques de los barcos de la escuadra franquista. De hecho, ésta única vía de comunicación habría de convertirse en una trampa mortal para miles de personas cuando, tras la caída de la ciudad en manos del ejército de Queipo de Llano, por esta carretera miles de malagueños intentasen huir de las bombas y las represalias.

El general Queipo de Llano, una vez alcanzado su objetivo de enlazar con Granada, decidió suprimir el gran arco existente entre Antequera y San Roque, lo que entrañaba la ocupación de Ronda y su serranía, territorio sumamente quebrado y fácil para la defensa. Desde Ronda se amenazaban las comunicaciones de Cádiz con Sevilla y las importantísimas posiciones del Campo de Gibraltar. Pero las urgencias era ahora, fortalecer la comunicación con Granada.


En Málaga, el comandante militar coronel Rafael Sánchez-Paredes, al comunicar a Madrid los éxitos que obtiene su enemigo, dice que «la columna adversaria la componen tres mil hombres, que está dotada de toda clase de armamento, motorizada en doscientos camiones y protegida por seis aviones de gran potencia, habiendo ocupado Fuentepiedra, Mollina, Humilladero, Alameda, Antequera y Archidona».

«El panorama militar ha cambiado extraordinariamente», añade el comandante militar, y desbarata sus planes de ayuda a las «columnas amigas del general Cabrera que preparaban asalto a Granada», para lo que contaba con la cooperación de las fuerzas de Alhama y Loja que «ayer se retiraron a Ventas de Zafarraya y Colmenar». Justifica su fracaso, pues estima que el enemigo cuenta con poderosa artillería mientras él solo dispone de cañones de desembarco; y añade que «mucho podemos esperar de la Aviación, que nos ha mandado esta tarde cuatro aparatos más que hubieron de luchar en manifiesta inferioridad con la aviación enemiga». Dice en el mismo documento que «ante la falta de cohesión de las milicias y su carencia de espíritu combativo, unido a la negativa de sujetarse ciegamente a la disciplina militar, se habló esta tarde de la conveniencia de movilizar quintas o reservas para constituir fuerzas regulares de las que podría esperarse una actuación más eficaz».

Primeros movimientos de las tropas rebeldes en el Sur

Tras la caída de Antequera, en la zona sur de la población, se acantonaron los milicianos que habían huido de la ciudad, a los que se unirían las milicias que habían salido de Málaga para enfrentarse a las tropas rebeldes.

Se establecieron tres puntos de concentración, en los que se formaron distintas columnas, más de defensa activa y de intento de contención, que de contraataque. Una de las columnas, la más importante, se formó entre Villanueva de Cauche y Casabermeja, otra en Villanueva de la Concepción, y una tercera en Valle de Abdalajís. Tres núcleos, separados en sus extremos por unos cuarenta kilómetros, desde los que las fuerzas del Frente Popular mantendrían una actuación, más bien de contención y defensa de la capital malagueña, frente a las fuerzas nacionales situadas en Antequera, con acciones muy limitadas, con leves y esporádicos ataques.

Por parte de los sublevados, la actividad militar en la zona, quedó reducida a incursiones de reconocimiento y hostigamiento, así como a la escolta de los convoyes por carretera y ferrocarril, que realizaban su trayecto entre Granada y Bobadilla.

El periodista del «ABC» sevillano, Gil Gómez Bajuelo, que actuó de agregado en los cuarteles generales de Queipo de Llano y Varela, y que acompañó, en esos primeros meses, a las diferentes columnas en los frentes de guerra de Andalucía, escribió en su libro «MÁLAGA BAJO EL DOMINIO ROJO» (páginas 45 y 46)

Antequera sufrió por algún tiempo la proximidad del Torcal, donde se refugió la columna del anarquista sevillano “Juan Arcas”. Estos, establecieron magníficos parapetos, trincheras dotadas de teléfono, de grandes cantidades de víveres. Y un cañón que disparado por aquellos analfabetos, atraídos por la proximidad del caserío antequerano, jamás daba en el blanco. Alguien de buen humor, afirmaba que a falta de percutor, lo disparaban con un martillo.

La columna “Juan Arcas”, se constituyó en septiembre de 1936 con miembros malagueños de la FAI, y de otros milicianos huidos de Sevilla y de sus pueblos. Esta columna fue organizada por Miguel Arcas Moreda, militante sevillano de la CNT y la FAI. El nombre de la columna era un homenaje a Juan Arcas, destacado militante libertario sevillano, y hermano mayor de Miguel y Julián, que murió luchando en agosto, en el intento de detener a las tropas nacionales durante los primeros momentos del golpe militar, en el frente de Cerro Muriano de Córdoba. Esta columna ocupó en esos primeros momentos posiciones en la Sierra del Torcal, en donde participara en la defensa de Málaga. El mando de la misma lo ostentaban los hermanos Julián y Miguel Arcas Moreda.

Consta que ya estaba instalada en la sierra del Torcal, en la zona de “Orejas de la Mula”, a principios del mes de septiembre. Se componía de fuerzas de Infantería, Carabineros, marinería, destacamentos de la FAI y milicianos. Contaban también con un cañón del siete y medio.

LOS SECTORES REBELDES DE ANTEQUERA, CAÑONEADOS
Por el beodo ex general Queipo de Llano se ha dicho, desde la emisora facciosa de Sevilla, que la aviación leal ha bombardeado Antequera (el 7 de septiembre).
Esta noticia, como todas las que salen de la boca avinagrada de Queipo, es completamente falsa. La que se ha hecho en Antequera por las fuerzas leales, ha sido cañonear los reductos rebeldes y, por cierto, causarles daños tremendos y bajas vistas. Las piezas utilizadas en este castigo han sido de grueso calibre. Así pues, la aviación no ha volado sobre la ciudad abierta de Antequera; ha sido la artillería la que, sobre objetivos facciosos alejados de la población civil, disparó con gran acierto, causando los efectos que se proponía.
19360910 003 El Popular

También se constituyó una columna, con los huidos de Antequera y otras poblaciones, principalmente socialistas, y que llevó el nombre del alcalde de Antequera “García Prieto”, que fue su creador y mando militar. Llegó a estar compuesta por unos seiscientos hombres y tuvo su cuartel general en el palacio de los Marqueses de Cauche, en Villanueva de Cauche. Los milicianos se hospedaban en Casabermeja, en casa de los vecinos. Sus efectivos se controlaban entre los kilómetros 7 y 12 de la carretera de Málaga.


19 DE AGOSTO

De 6 a 6,15 horas, un aparato republicano bombardea a Antequera arrojando seis bombas, siendo rechazado por un caza nacional pilotado por el capitán Luis Rambaud Gomá.

A las 7 una compañía de fusiles de Regulares de Melilla efectuó una salida con dirección a Bobadilla estación, para efectuar reconocimiento en los cortijos, campiña y alrededores del pueblo y estación, regresando al anochecer.

Una columna salida de La Roda de Andalucía, y mandada por mandos de la Guardia civil y de Carabineros, ocupan sin resistencia el municipio de Alameda.

Con los caballos requisados y los de la Guardia Civil, se organizó un Escuadrón de Regulares de Ceuta, con tres Secciones. Ese día salieron al amanecer con objeto de efectuar incursiones por los cortijos del término de Antequera en un radio de siete kilómetros, con el fin de perseguir y aniquilar a los focos de milicianos existentes, regresando al anochecer.


20 DE AGOSTO

A las 5 horas una compañía de fusiles de Regulares de Melilla, efectuó una salida con dirección a Bobadilla, para reconocer los cortijos, campiña y alrededores del pueblo y estación. Tuvieron un ligero tiroteo con un grupo de milicianos, que se dieron rápidamente a la fuga.

En la prensa de Málaga, se llega a decir que las milicias “se posesionaron de la estación de Bobadilla”

UN BUEN SERVICIO DE LAS MILICIAS DE EL CHORRO
Las milicias de El Chorro, dirigidas por el camarada Pablo y el sargento (Juan) Pujalte (Galindo), han realizado un buen servicio.
Nuestros bravos muchachos se posesionaron de la estación de Bobadilla, apoderándose de treinta cabezas de ganado y de una tercerola, y causando unas bajas al enemigo.
19360821 004 Julio

La exageración y el engaño, es una constante en la prensa malagueña, que habla constantemente de brillantes incursiones y ataques de gran importancia sobre la zona antequerana ocupada por los nacionales, provocando numerosas víctimas, con el claro objetivo de acrecentar la moral y la confianza en la zona republicana.

De 6 a 6,15 horas, dos aparatos de caza y dos de bombardeo, arrojaron seis bombas sobre Antequera, siendo inmediatamente rechazados por el único caza nacional que en ese momento había, sin tener que lamentar baja de ningún género.

De la misma manera que el día anterior, a las 8 horas el Escuadrón de Regulares de Ceuta salió con dirección al cortijo de Rabadillo con igual cometido y con el mismo radio de acción. También tuvieron un ligero tiroteo con milicianos que huyeron.

El jueves 20, se efectuó una operación de limpieza teniendo por objetivo los cerros de San Cristóbal y el pie de la sierra del Torcal, por donde merodeaban partidas sueltas de fugitivos, a los que se hicieron numerosas bajas.
19360823 El Sol de Antequera

A las 9,30 horas el general Varela con su cuartel general y escolta, el coronel Sáenz de Buruaga y el jefe de los Requetés Manuel Fal Conde, salieron con dirección a Granada con objeto de revistar las fuerzas de aquella capital. Acompañando a la comitiva iba una compañía de Regulares de Ceuta, una sección de marinería, cuarenta falangistas de Lucena, además de baterías ligeras.

Pero a solo tres kilómetros de Antequera, tuvo que detenerse la comitiva porque comenzaron a disparar con fusil sobre los coches, y también con dos piezas de artillería que estaban emplazadas en las alturas, a la derecha de la carretera de Antequera a Villanueva de Cauche, sobre el kilómetro 6. El ataque fue rechazado por las fuerzas de la columna, con la ayuda de dos aparatos de caza, huyendo los atacantes en cinco camiones y ocho coches ligeros. Las bajas que tuvieron fueron un soldado de Zapadores y un marinero heridos.

La columna tuvo que volver a Antequera, y a las 12,30 dispuso el general Varela que el coronel Buruaga con dos compañías del Tabor de Regulares de Melilla, marchasen a Córdoba, ya que el general Miaja había iniciado ese día un ataque para conquistar la capital cordobesa.

Efectivamente, ese 20 de agosto había comenzado el largamente esperado ataque del general Miaja sobre la ciudad con cinco columnas. La resistencia de los sublevados fue más fuerte de lo esperado, gracias a los refuerzos de las tropas africanas, enviados desde Antequera por el general Varela, que fueron a reforzar la posición de Alcolea.

El 20 de agosto, el comandante militar de Málaga, coronel Rafael Sánchez-Paredes, establece un Estado Mayor en Málaga al frente del cual nombra como jefe al comandante de E. M. Emilio Sabaté Sotorra.

El comandante Emilio Sabaté, el mismo día 20, se dirige al ministro de la Guerra, teniente coronel Hernández Sarabia, y le dice que carece de las reservas indispensables, y que tiene a mil soldados sin armas en el cuartel y doscientos mil cartuchos. Los miles de fusiles que se habían recibido estaban inactivos en poder de las bandas de civiles, sin más control que el de sus comités locales o sindicales y sin efectividad ninguna para la guerra, mientras que los reclutas o reservistas, que habían sido llamados a filas se encontraban con que en los almacenes de los cuarteles no había absolutamente nada.


21 DE AGOSTO

A las 2,30 salieron para Córdoba la compañía de Regulares de Melilla que quedaba en Antequera, y también una compañía de Regulares de Ceuta.

La guarnición cordobesa, muy débil inicialmente, había tenido un mes para reforzarse y entre los defensores ya figuraba el tercer Tabor de Regulares de Melilla y algunas unidades más del general Varela, que daban solidez al conjunto de la defensa. El ataque organizado por el general Miaja, terminó en un rotundo fracaso y fueron los causantes de él, tres o cuatro aviones nacionales procedentes de la base sevillana de Tablada, que bombardearon a placer durante tres horas a las columnas atacantes.

A las 13 horas salió de Antequera para Granada, un convoy de municiones escoltado por una sección de Regulares de Ceuta, veinte falangistas y veinte soldados del Regimiento Granada nº 6, que pernoctaron en dicha ciudad.


22 DE AGOSTO

A las 11,45 regresó a Antequera la sección de Regulares de Ceuta que había pernoctado la noche anterior en Granada, y vino escoltando un tren que desde dicha población conducía explosivos de la fábrica «El Fargue», quedando de esta forma restablecida la comunicación con Granada. Al atardecer regresaron también los falangistas y soldados que habían ido a Granada en unión de los Regulares de Ceuta.

El restablecimiento de las comunicaciones por ferrocarril de Sevilla y Córdoba con Granada, a través de Loja, Archidona, Antequera y Bobadilla, por tratarse de una vía férrea poco guarnecida, la convertía en insegura, pudiendo ser fácilmente interrumpida por sabotajes o ataques a la misma, por parte de las fuerzas republicanas. Es por lo que, para garantizar la seguridad en las comunicaciones, era urgente la eliminación de los posibles reductos enemigos en las proximidades, y fortalecer los flancos paralelos a las vías.

Ese día y los tres siguientes, una sección del Escuadrón de Regulares de Ceuta efectuó un reconocimiento por la carretera de Archidona y por la del Valle de Abdalajís, y cortijos situados en un radio de acción 7 kilómetros, regresando a última hora del día a Antequera.

23 DE AGOSTO

Al amanecer marchó a Sevilla el único aparato de caza que quedaba en Antequera. Desde ese día hasta el día 30 de agosto, que volvió un caza, la aviación republicana, bombardeó continuamente la población todos los días a placer.

De 17,30 a 17,40 un aparato republicano arrojó cuatro bombas sobre Antequera, no teniendo que lamentar desgracia alguna.

24 DE AGOSTO

De 7,15 a 7,30 dos aviones gubernamentales arrojaron cuatro bombas sobre la población. De 8,30 a 8,40 otro avión tiró dos bombas. De 17,30 a 17,40 otro avión arrojó dos bombas más. No hubo que lamentar desgracia alguna.

A las 10,30 salió un tren de municiones para Granada, escoltado por una sección de Regulares de Ceuta y un pelotón de Marinería, regresando estas fuerzas en camiones al anochecer.

A las 18,30 regresó la compañía de Regulares de Ceuta que había marchado a Córdoba el día 21 de agosto.


25 DE AGOSTO

A las 7,30 dos aparatos republicanos arrojaron dos bombas sobre Antequera. A las 18,00 otro aparato arrojó cuatro bombas sobre la población, sin que ocurriera novedad.

En el «DIARIO DE OPERACIONES» del general Varela, podemos leer lo ocurrido ese día en la visita que realizó el general a Granada

A las 10,15 salió S.E. con su E.M. ayudante y escolta con dirección a Granada en visita de inspección. No obstante no haberse avisado por los pueblos de Archidona, Loja y Santa Fe, se le tributó un entusiasta recibimiento, pero fue apoteósico a las 12,30 al llegar a Granada. La población entera en la calle y adornados todos los balcones con la bandera bicolor, fue materialmente imposible dar un paso. Entró con el comandante militar en verdadera marcha triunfal en la iglesia de Las Angustias, marchando después al ayuntamiento donde le esperaban las autoridades y después de darle la bienvenida tuvo que dirigir la palabra desde el balcón del edificio a la multitud que le aclamaba estrepitosamente. Con el arzobispo y demás autoridades almorzó en el hotel “Alhambra” a donde llegó la legión de señoritas falangistas y requetés con sendos ramos de flores para felicitarle. A las 17 salió del hotel y con entusiasmo indescriptible por toda la población marchó a Antequera, llegando a las 19,45.

26 DE AGOSTO

A las 22 horas de día anterior, salió una compañía de fusiles de Regulares de Ceuta y el escuadrón del mismo grupo a ocupar Cartaojal. A las 07,30 horas entraron en el pueblo, sorprendiendo a “las guardias rojas a los que se pasó por las armas”. Se les recogió el armamento y regresando a Antequera a las 12,30.

Al amanecer de ese día, fuerzas de Falange de Lucena, Casariche, Rute y Guardia civil salieron con objeto de ocupar Cuevas Bajas, verificándolo después de sostener intenso tiroteo con el enemigo al que se hizo más de cien bajas.

En el diario malagueño «Nueva Vida», del 24 de septiembre de 1936, hay un artículo escrito por el Guardia municipal, Francisco Mater Arjona, en el que hace un relato de la entrada de las tropas nacionales en Cuevas Bajas

El día 18, fue declarado el estado de guerra por el sargento de la Guardia Civil, y el 19 por la mañana fue montada una guardia frente al cuartel. Por orden del Alcalde, avanzamos dos guardias municipales y requerimos al sargento para que nos entregan todas las armas que hubiera en el cuartel, y nos las entregó en vista de la actitud del pueblo que no era nada tranquilizadora.
Armados ya, procedimos al desarme de todos los vecinos de significación derechista y organizamos las Milicias populares, defensoras del régimen republicano.
Algunos significados fascistas se nos fugaron, refugiándose en la provincia de Córdoba, siendo detenidos otros y encerrados en la cárcel. Toda la Guardia Civil se marchó para Antequera, quedando en el pueblo como única autoridad el Alcalde, camarada Francisco Carmona, que bien pronto organizó la defensa del pueblo para caso de ser atacado, constituyéndose un Comité de guerra y trabajo, quedando todos en espera de acontecimientos.
Cuando los facciosos ocuparon Antequera y Archidona, quedamos en este pueblo completamente incomunicados y encerrados por todas partes; nuestra vida transcurría en las trincheras o parapetos dispuestos a vender caras nuestras vidas, y así pasamos los días hasta el dia.26 de Agosto en que quedó escrita con sangre una de las páginas más desgraciadas, pero a la vez, más gloriosas de este pueblo.
Por la noche los facciosos de Antequera, Rute y Lucena, corno los ladrones dedicáronse a emplazar ametralladoras en todos los cerros que rodean este pueblo y al amanecer el día 26 rompieron el fuego contra nosotros, cayendo una granizada de balas por todas partes, a la vez que por el Cerro llamado «Las Esperillas», descendía un Batallón de Caballería y Guardia Civil facciosa, que ante el fuego de nuestros quince fusiles y escopetas, retrocedieron en precipitada fuga, dejando en el campo algunos caballos y jinetes, y dejando que fueran las ametralladoras las que les abrieron camino. Al poco rato, repuestos de su sorpresa, volvieron a atacarnos por otra parte, llamada «La Cruz de Pedro Diente», pero eran tan «valientes» que otra vez volvieron grupas y durante más de dos horas sólo nos atacaban con fuego de ametralladoras, emplazadas en las alturas que nos dominaban.
Serían las 10 de la mañana, cuando envalentonados por su número (pues se trataba de una verdadera columna, y con superioridad en armas, puesto que nosotros sólo contábamos con 20 escopetas, 15 fusiles y algunas pistolas, con pocas municiones, y ellos a más de tratarse de más de 2.000 hombres venían bien pertrechados de fusiles ametralladoras y municiones), consiguieron por fin entrar al pueblo por la parte de las Huertas, y apoderarse de la Iglesia, que era nuestro cuartel, emplazando ametralladoras en la plaza y empezando entonces la lucha en las calles.
Una prueba de la conciencia de los fascistas es el hecho de coger a los compañeros nuestros de la Cruz Roja y escudándose con ellos hacernos fuego, mientras que nosotros los batíamos a cuerpo descubierto, desafiándolos a voces para que salieran al centro de la calle.
Ante la falta de municiones, algunos compañeros iniciaron la retirada por la parte del Cementerio, y sólo quedarnos en las calles diez o doce, con el Alcalde Francisco Carmona. Por fin se nos acabaron los cartuchos y no tuvimos más remedio que salir también del pueblo. Después de un penoso calvario pudimos llegar a Málaga, atravesando las líneas enemigas, hasta Casabermeja, donde nos atendieron camaradas nuestros y nos trasladaron a Málaga en camionetas.
Por algunos camaradas que han escapado de manos de los facciosos, sabemos que estos están cometiendo en Cuevas Bajas toda clase de horrores, habiendo sido ya fusilados 26 compañeros de los que allí quedaron y 5 compañeras. Todos los que estamos refugiados aquí en esta ciudad, tenernos allí numerosa familia y algunos como el que suscribe hemos dejado mujer, cuatro hijos y padres ancianos, pero ¡hay de ellos! si cuando volvamos,—que ha de ser pronto—nos faltan algunos de los nuestros.
Solo nos queda que decir que estamos impacientes todos por salir hacia nuestro pueblo, formando parte de la columna que ha de tomar Antequera.
Francisco Mater Arjona
19360924 004 Nueva Vida

Vuelvo a resaltar lo que dije anteriormente sobre la exageración en las hazañas de las milicias en la prensa malagueña. No es creíble que con solo “20 escopetas, 15 fusiles y algunas pistolas”, fueran capaces de frenar a “más de 2.000 hombres venían bien pertrechados de fusiles ametralladoras y municiones”

27 DE AGOSTO

De 8 a 8,15 un aparato de caza y uno de bombardeo enemigo arrojaron sobre Antequera cuatro bombas sin novedad. De 17,30 a 17,45 los mismos aparatos marxistas arrojaron 6 bombas sin que ocurriera ninguna novedad.

28 DE AGOSTO

A las 5 horas salió el Escuadrón de Regulares de Ceuta con objeto de hacer una incursión en dirección del cortijo de Las Beatas (carretera de Málaga), llegando hasta "Boca del Asno", rechazando los puestos rebeldes que huyeron después de ligero tiroteo y regresando a las 11,30.

A las 11 salió con dirección a Sevilla la sección de obuses de 15,5 quedando la artillería siguiente en Antequera: Dos baterías de 7,5, una batería de 10,5 y una batería de 7.

De 12,45 a 13 un aparato de caza y uno de bombardeo "rojos", arrojaron cuatro bombas, resultando herido un soldado de Regulares de Ceuta.

29 DE AGOSTO

A las 6 horas, y por orden del general Varela, marcharon a Cádiz los guardias civiles que componían su escolta personal, siendo sustituida esta escolta por la Escuadra de gastadores de Regulares de Ceuta del 2º Tabor.

Al amanecer salió el Escuadrón de Regulares de Ceuta con dirección a Bobadilla, con el mismo objeto que los días anteriores, sosteniendo tiroteo con los marxistas que huyeron dejando cinco muertos, teniendo que lamentar la baja de un soldado del escuadrón herido. De los cinco muertos que se le hicieron al enemigo dos eran marineros del buque de transporte «Almirante Lobo».

De 11,30 a 11,40 un avión "rojo" arrojó cuatro bombas sin novedad alguna.

30 DE AGOSTO

A las 6 horas llegó a Antequera un aparato de caza pilotado por el teniente Pablo Benavides. Este piloto, se había cambiado de bando, pasándose en avión del aeródromo madrileño de Cuatro Vientos, al de Tablada en Sevilla. La población antequerana, había estado desde el día 23 de agosto sin protección aérea.

De 10,15 a 10,25 cuatro aparatos rojos de bombardeo arrojaron cuatro bombas sin consecuencia alguna.

Desde el día 13 de agosto, fecha del primer bombardeo sobre la ciudad, hasta ese día 30, se lanzaron sobre Antequera más de doscientas cuarenta bombas, que produjeron treinta y siete muertos y casi doscientos cincuenta heridos.

Según el «DIARIO DE OPERACIONES», el general Varela, se dedicó en éste día al estudio de operaciones posteriores. Es más que probable, que esas operaciones fueran las del próximo avance sobre los pueblos de la comarca de Guadalteba y de Ronda.


31 DE AGOSTO

El general Varela ordenó se efectuara una operación de castigo en la zona de Villanueva de Algaidas y Villanueva de Tapia, organizando una columna al mando del comandante de Regulares de Ceuta don Luis Oliver Rubio. 

A las 6 de la mañana, salió la columna de Antequera. Una batería de montaña se incorporó a la columna a su paso por Archidona. Las fuerzas llevaron un rancho en frío. El enemigo huyó sin resistencia regresando las fuerzas a las 16:00 sin novedad.

Villanueva de Tapia a la vista, después de dos horas de marcha, bajo un sol que quema. Avanzan los regulares, llenando la mañana de gritos. Ni un tiro. Las "bravas” milicias rojas han huido. No tuvieron tiempo de tomarse el café, que dejaron en las tazas. De él se encargan los moros.
Pueblo indiferente éste. La gente nos mira tranquilamente, sin alegría y sin miedo. Verdad que allí no hubo crímenes. La iglesia si fue saqueada, quedando convertida en economato y fábrica de quesos.
Régimen de vales, según las normas del puro comunismo integral, de cuyas "posibilidades alimenticias" se aprovechará nuestra Intendencia.
En Villanueva de las Algaidas habían matado a dos de derechas. Los rojos también huyeron mucho antes de que llegáramos. Tampoco se disparó un tiro.
19360908 013 La Unión

Con la conquista de Villanueva de Algaidas y Villanueva de Tapia, quedaban abiertas al tráfico las carreteras que desde Rute (Córdoba), se dirigen hacia Archidona y Loja.

En éste día marchó a Sevilla el aparato de caza que estaba en Antequera, quedando de nuevo sin aviación de ningún género.

1 DE SEPTIEMBRE

A las 10,30 salió el general Varela, con su Estado Mayor, ayudante y escolta hacia Córdoba, llegando a dicha ciudad a las 14 horas. Durante el recorrido fue objeto en los diversos pueblos de constantes demostraciones de cariño.

Ese día se conquistaba por el capitán Monje el pueblo de Salar, al sur de la carretera de Antequera a Granada

2 y 3 DE SEPTIEMBRE

El día 2 de septiembre el general Varela, marcha a Sevilla, con el fin de entrevistarse con el general Queipo de Llano. El motivo de la entrevista debió ser la discusión del plan preparado para la operación para la conquista de Ronda. El jueves 3 de septiembre, regresa el general a Córdoba.

La tarde de ese 3 de septiembre, salió de Sevilla en dirección a Osuna una columna mandada por el comandante de Caballería Luis Redondo García. Estaba compuesta por seis Piquetes del Requeté sevillano (cada Piquete eran 70 hombres), que constituían el grueso de las fuerzas de milicias en la columna. La complementaba un escuadrón pie a tierra del Regimiento de Caballería Taxdirt nº 8 de Sevilla; una compañía de ametralladoras de dicho Regimiento; una batería de artillería de 75 mm; una sección de Zapadores; una sección de morteros; una sección de Intendencia; un camión blindado; así como un quirófano y una ambulancia. En total unos 600 hombres componían la columna. Llegaron a Osuna a las 9 de la noche.

Comandante Luis Redondo, en la derecha de la foto

4 DE SEPTIEMBRE

A la cinco de la madrugada del viernes 4 de septiembre, la columna del comandante Luis Redondo sale de Osuna y se pone en camino hacia El Saucejo. A la misma, se había unido en dicho pueblo, un escuadrón de voluntarios de la recién creada Policía Montada.

Era la primera fase de la operación que habían planificado y acordado los generales Queipo y Varela, para la conquista de Ronda. Pero de todo esto me ocuparé en próximas Crónicas, y aquí solo dejo el apunte del inicio de esta maniobra militar.

5 Y 6 DE SEPTIEMBRE

Ya vimos en mi Crónica anterior «LA TOMA DE ANTEQUERA POR EL GENERAL JOSÉ E. VARELA», como el general José Miaja, en su intento de ocupar Córdoba, llega el día 28 de julio a Montoro, donde fija su cuartel general. En vez de atacar a la capital cordobesa, que estaba prácticamente indefensa, Miaja se centra en doblegar la resistencia de los guardias civiles sublevados en los pueblos al norte de la provincia. De haber atacado en ese momento a la ciudad, es muy posible que no hubiera resistido.

Esto dio tiempo a que el general Varela, al frente de tres columnas integradas por Regulares, Infantería, Zapadores, Guardia civil, Requetés, Falange y voluntarios de Córdoba, y apoyada por la aviación, atacar el pueblo de Cerro Muriano, con el fin de descongestionar el frente de la sierra. La batalla comenzó la madrugada del 5 de septiembre y duró hasta las 10 horas del día 6, cuando ya habían conseguido todos los objetivos.

Las columnas republicanas huyeron dejando en la batalla numerosos muertos, cuatro fusiles, tres mosquetones, tres escopetas, una ametralladora, 10.850 cartuchos de fusil, siete cajas de munición de ametralladora, nueve granadas de mano, quince granadas de mortero de 50 m/m y un telescopio a más de importante documentación.

En el pueblo de Cerro Muriano, se encontraron un importante depósito de víveres y vestuario, así como una pieza de artillería de 7'5, 3 camiones y 5 coches ligeros. Las bajas que tuvieron los nacionales, diez muertos entre el personal de tropa y 26 heridos, entre ellos, un capitán de Artillería, dos tenientes de Regulares de Melilla y un maestro armero.

A las 19 regresó el general Varela a Córdoba, en donde el gentío inmenso que le esperaba en la entrada de la población con todas las autoridades, le tributó un entusiasta recibimiento.

7 AL 12 DE SEPTIEMBRE

Durante esos días el general José E. Varela permaneció en Córdoba, durante los cuales la capital fue sometida a un intenso bombardeo, mañana y tarde, por la aviación republicana, siendo repelidos algunos de ellos por los cazas nacionales. Muchas de las bombas, cayeron en las inmediaciones del edificio donde se encontraba el cuartel general. El día 8, dos de ellas cayeron en el jardín de la casa, causando desperfectos de consideración, entrando pedazos de metralla en el cuarto del general.

En la mañana del viernes 11 de septiembre, se celebró en la iglesia de San Sebastián de Antequera, un solemne funeral por los sacerdotes, religiosos y señores militares y civiles vilmente asesinados por los marxistas. El acto fue presidido por el comandante militar de la localidad, coronel José Alonso de la Espina, y por el alcalde Santiago Vidaurreta.

El día 12 de septiembre, a las 10,30 horas, partió el general Varela con su ayudante y escolta a Sevilla para conferenciar de nuevo con el general Queipo de Llano. El motivo era la operación que se iniciaría al día siguiente para la conquista de Campillos y Ronda. A las 20,45 estaba de regreso en Córdoba.


LA CONQUISTA DE RONDA

  El general Varela entrando a pie en Ronda. A su derecha el comandante Redondo y a su izquierda el comandante Corrales En las dos anteriore...