ANTEQUERA. LOS PRIMEROS TREINTA DÍAS DEL GENERAL VARELA
Vista aérea de Antequera en 1935 |
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En ésta Crónica, continuación de la anterior, voy a relatar lo sucedido en Antequera y en las localidades de su entorno, en los treinta días siguientes, los que van desde ese día, hasta el 13 de septiembre de 1936, fecha de la entrada de las tropas del general Varela en Campillos procedentes de la localidad antequerana.
Pero antes de entrar en el relato de estos acontecimientos, quiero detenerme un momento en describir como eran las fuerzas malagueñas del Frente Popular, que hacían frente a todo un ejército profesional como era el del bando nacional, y como se organizaron las mismas mediante la formación de columnas de milicianos de muy variopinta composición.
COLUMNAS MILICIANAS MALAGUEÑAS
En las ciudades y pueblos donde no triunfó el golpe militar, el ejército regular y las fuerzas de orden público, fueron desplazados, aunque no eliminados del teatro de operaciones. Muy poca gente confiaba en la acción del gobierno de Madrid. Esto produjo una situación de anarquía, en la que primó la indisciplina. Los partidos republicanos más moderados, los de Manuel Azaña o Diego Martínez Barrio, fueron barridos por los acontecimientos, y muy poco iban a significar durante el desarrollo de la contienda. Las organizaciones obreras y los partidos del Frente Popular, sobre todo los anarquistas, comunistas y socialistas más radicales, confiaban en conseguir con sus procedimientos, una rápida victoria sobre los sublevados.
El comunista Manuel Tagüeña Lacorte, cuenta en sus memorias:
La situación real, que podía observar el que mirase a la calle, es que había terminado la Segunda República. La sublevación militar, paradójicamente, había desencadenado la revolución que pretendía impedir, y el poder efectivo estaba en manos de los grupos armados, de anarquistas, socialistas y comunistas, aunque se mantuviera formalmente el gobierno como símbolo de la legalidad republicana ante la opinión internacional. Cada grupo con sus objetivos, sus programas y sus fines diferentes, y muy pronto cada uno con sus unidades de milicianos, sus policías, sus intendencias y hasta sus finanzas.”
«TESTIMONIO DE DOS GUERRAS», página 111. Editorial Oasis. Méjico
La anarquía reinante en esas unidades de milicianos o columnas, superaba todo lo imaginable, y concretamente en la capital malagueña, se podía comprobar en el dominio y control del “Comité de Enlace” sobre el gobernador civil José Antonio Fernández Vega y sobre el comandante militar Rafael Sánchez Paredes, lo cual acabó con toda posibilidad de ejercer un verdadero control militar en la provincia.
Dicho Comité designó un subcomité que con el título de “Comité de Guerra”, se instaló en el Gobierno Militar de Málaga, para «asesorar» a los comandantes militares. El Comité de Guerra dirigió las operaciones militares, otorgó destinos, concedió ascensos, realizó movilizaciones, etc. Todas las operaciones militares nacidas desde Málaga, son ordenadas por él.
Las columnas milicianas de Málaga establecieron su Comandancia general en el Cuartel de la Trinidad, donde se organizaron hasta veintitrés compañías de milicias.
La milicia me daba la impresión de ser un cuerpo poco eficaz. En primer lugar no estaban en absoluto preparados y muchos de ellos no sabían cómo hacer fuego con sus fusiles. […] Se veía poco entusiasmo entre los hombres: ellos querían hacer la guerra en sus calles y en su pueblo y no fuera de él. Por otra parte, el principio anarquista de la libertad de elección presentaba muchos inconvenientes. Un hombre se incorporaba voluntariamente y de la misma manera podía abandonar la milicia; yo hablé con un miliciano que al oír cómo le pasaba zumbando una bala, se fue a su casa sin que nadie hiciera la menor objeción. Gerald Brenan – «MEMORIA PERSONAL», página 422.
Se entenderán por Milicias las que estén armadas o sean en lo sucesivo, y estén controladas además por la inspección de Milicias. Los que no salgan al campo, cuando se ordene o se retiren de él voluntariamente, perderán todo derecho, siendo desarmados y eliminados de filas.
Los jefes de Milicias llevaran listas del personal que salgan a campaña que serán comprobadas por los jefes de columnas y autorizadas con un V. B. de salida y otro de regreso, justificándose en ellas, por nota, las ausencias del campo motivadas por asuntos del servicio u otros análogos.
19360818 003 El Popular
Los puestos de mando en los frentes, fueron ocupados por personas sin formación militar que no estaban a la altura de su responsabilidad, sin tener más meritos para hacerse acreedores a los cargos que ocupaban, que los políticos. En algunos casos estuvieron asesorados por militares de carrera, que carecían de autoridad ante los milicianos por el mero hecho de ser profesionales de las armas, lo que les hacía sospechosos de golpistas.
Concretamente en las columnas anarquistas, las decisiones militares se tomaban por votación de todos los milicianos. “Nadie hace nada sin contar con la aprobación de todos”
EN LA COLUMNA “C.E.F.A.” NO EXISTE MILITARISMO. TODOS SOMOS HERMANOS
Estamos situados entre Loja y Alfarnate. Nuestra posición es estupenda. El Comité del frente está compuesto por un teniente coronel, un delegado de las fuerzas de la columna “C.E.F.A." y otro de las fuerzas milicianas de la U.G.T. Es un Comité mixto con amplios poderes para actuar. El teniente coronel, se preocupa de nuestra Prensa. Fraterniza mucho con las muchachadas libertarias. Es un buen compañero de lucha. Siempre propone la economía de fuerzas. Además, contamos con un bravo capitán, muy cariñoso. Nadie hace nada sin contar con la aprobación de todos. Vivimos en plena obra federalista.
El delegado de la columna es el compañero Antonio Villegas, activo militante del Sindicato de la Construcción de Málaga. El Comité de la columna "C.E.F.A." está compuesto por los compañeros Paniza, Cola, Arjona, Amigó, Sedeño y Guerrero, todos militantes de las organizaciones de Granada y Málaga.
19360904 007 Solidaridad Obrera
Las siglas “C.E.F.A.” definen a la Confederación Española de Federaciones Anarquistas.
El gobierno republicano, para dotar de disciplina, de una estructura militar a las milicias y para encauzar el esfuerzo de guerra, una de las medidas que adoptó fue la formación de Batallones de Voluntarios bajo el mando de militares profesionales o de los cuerpos de seguridad, que no dependieran de las milicias de partidos y sindicatos. En esos Batallones, debían de integrarse las columnas hasta ese momento existentes.
En ese sentido, por un Decreto publicado en la Gaceta de Madrid el día 18 de agosto de 1936, se abrió un “alistamiento voluntario para nutrir las filas del Ejército, con los ciudadanos que habiendo terminado como soldados su compromiso activo, se encuentren en situación de primera reserva, y cuya lealtad al régimen resulte acreditada por certificaciones expedidas por cualquiera de los partidos o grupos sindicales afectos al Frente Popular”.
El compromiso era por un plazo mínimo de seis meses, prorrogable a voluntad del Gobierno. Los soldados voluntarios disfrutarían de una paga de 10 pesetas diarias, pagaderas por quincenas cumplidas, con lo cual atenderían a su alimentación y el mantenimiento del vestuario.
A mediados de septiembre, comenzaron a formarse en Málaga los Batallones de milicias, compuestos de voluntarios, tanto malagueños como refugiados llegados a la capital desde las localidades ocupadas. Mal armados y peor adiestrados, eran pocos los que tenían verdadera experiencia militar.
Algunos Batallones operaron bajo el mando de militares profesionales de reconocida capacidad técnica y convicción republicana, pero el desconocimiento por parte de los milicianos del manejo de las armas y de las reglas más elementales de combate y protección, tanto como la falta de disciplina, hacen que adolezcan de la falta de eficacia que es necesaria para hacer frente a las, en aquellos momentos, escasas tropas del Ejército regular que combaten en el campo nacional.
La escasez de esos mandos, hizo que ascendiesen de forma muy rápida personas sin apenas formación militar, simplemente por su veteranía en el partido político, algún acto significativo de guerra en el frente, o por ser persona de confianza de algún alto mando.
En Málaga, se formaron más de diez Batallones, con nombres como «Metralla», «Méjico», «Casanellas», «Rusia», «Antequera», «Largo Caballero», «Carlos Pezzi», «Pablo Iglesias», «Avance», «Noy del Sucre», «Pi y Margall», «Stalin», etc. El primero que se constituyó fue el Batallón «Pablo Iglesias», que lo hizo el 15 de septiembre de 1936
UN NUEVO BATALLON DE MILICIASLLEVARÁ EL NOMBRE DEL GLORIOSO PABLO IGLESIASLos Comités local y provincial del Partido Socialista Obrero Español, en sus últimos acuerdos han adoptado el de la creación de un Batallón de Milicias, que llevará el glorioso nombre de PABLO IGLESIAS. En este Batallón podrán ingresar todos los camaradas afiliados a las Agrupaciones Socialistas y UGT, tanto de la capital como de la provincia, y que previamente lo justifiquen mediante la presentación del carnet e informe de su organismo respectivo.Las oficinas para el reclutamiento han quedado instaladas en la calle Córdoba, núm. 6, principal (frente al Banco de España), de 9 a 1 y de 4 a 5.19360915 003 El Popular19360915 004 Vida Nueva
Como vemos, los Batallones de voluntarios se constituyeron en Málaga cuando ya Antequera, Campillos y Ronda habían caído en manos de las tropas del general Varela.
Tras la caída de Ronda, en la zona noroccidental de la provincia, la línea de frente quedó establecida por los accidentes geográficos que ofrecen las sierras de Alhama, de Tejeda, del Torcal, la de Abdalajís, y El Chorro hasta Ardales. Algunos de los Batallones formados, como «Metralla», «Méjico», «Antequera», «Largo Caballero»,«Pablo Iglesias», «Avance», o «Noy del Sucre», en algún momento, antes de la caída de Málaga en febrero de 1937, guarnecieron este frente.
El conocido como Batallón de Milicias N° 5, «Antequera» o «García Prieto», formado a partir de la columna del mismo nombre, estaba constituido por unos seiscientos hombres, entre milicianos y soldados, y estaba comandado por el alcalde socialista de Antequera, Antonio García Prieto.
Vuelvo al relato de lo sucedido tras la caída de Antequera el 12 de agosto. Gran parte de la información que aparece a partir de ahora en esta Crónica, está extraída del libro «GENERAL VARELA. DIARIO DE OPERACIONES 1936 – 1939», de Jesús N. Núñez Calvo, coronel de la Guardia Civil y Doctor en Historia.
13 DE AGOSTO
A las ocho de la mañana por la calle de la Encarnación abajo, descendieron por las aceras, en dos filas, las tropas de Regulares que esa noche habían permanecido en las afueras de la población. Caminaban a cierta distancia uno de otro, “con el fusil en las manos, despacio, paso a paso, en reconocimiento avizor por si al llegar a las encrucijadas pudiera haber alguna emboscada”.
El repliegue de las milicias republicanas se dirigió hacia el Sur, en tomo a las sierras que rodean a la ciudad, así como a los cortijos cercanos que se encontraban en esa dirección. Un grupo de los huidos, se concentró en la sierra del Torcal, siendo atacados por la aviación nacional. El capitán Joaquín García-Morato, que había despegado de Córdoba, anota en su diario de vuelo:
—13 de Agosto, con Nieuport, bombardeo posiciones enemigas en El Torcal y protección de Breguet y columna Varela.
Aún hubo algún conato de resistencia dentro de la población. Una bala perdida puso fin a la vida a uno de los legionarios que formaban parte de las tropas. Se trataba de Joaquín Rodríguez Conejo, de 23 años.
Durante ese día, el general Varela, que había establecido su Estado Mayor en la casa-palacio de los marqueses de Cauche, se dedicó a la organización de la defensa interior y exterior de la ciudad, y al nombramiento de la comisión gestora municipal, y demás autoridades civiles y militares que debían regir la vida de Antequera a partir de ese momento. Los nombramientos fueron:
Alcalde: D. Santiago Vidaurreta PalmaGestores: D. Juan Blázquez Pareja-Obregón, D. José de Rojas Arrese-Rojas, D. Francisco Ríos Colorado, D. Miguel Lara Lara, D. Manuel García Berdoy, D. Carlos Mantilla Mantilla y D. Ramón Sorzano Santolalla.Delegado de Orden Público: D. Luis Moreno ParejaJuez de Instrucción: D. José Rosales García; secretario del mismo D. Bonifacio BernalJuez Municipal: D. Antonio Arjona de la Rosa; secretario del mismo D. Daniel GálvezComandante de la Guardia Municipal: D. Mariano Cortés Tapia
Santiago Vidaurreta |
Comisión Gestora |
Ese día, jueves 13 de agosto, el general Varela, publicó en Antequera, el siguiente Bando de Guerra
En él indicaba que toda persona aprehendida con armas, toda acción ejecutada con tendencia a oponerse al movimiento militar, los ejecutores de los asesinatos cometidos en la localidad o haber incitado a los mismos, los directivos del movimiento comunista o los inductores del mismo que hubieran sido aprehendidos, serían juzgados en juicio sumarísimo y condenados a la pena de muerte. A esto habría que añadir, la participación en saqueos, registros, robos e incautaciones, amenazas o detenciones, y por supuesto el haber participado en las operaciones de guerra sobre los municipios vecinos.
Santiago Vidaurreta Palma, ya como alcalde de Antequera, publicó en la primera página de “El Sol de Antequera”, el día 16 de agosto, con el título «LA HORA DE LA JUSTICIA», lo siguiente:
Estos momentos son los de hacer justicia, que claman numerosas viudas, huérfanos y deudos de las víctimas de los cobardes marxistas, que si tienen la perversidad necesaria para asesinar por la espalda a seres indefensos, carecen de hombría para luchar como hombres. Hay que confiar en que la Justicia Militar es recta, serena e inflexible, y que si da a cada uno su merecido, no debemos turbar su augusta misión con sensiblerías que en otros momentos podrán honrar a quien las siente, pero que ahora nos las vedan la sangre y las lágrimas derramadas.
Sobre ese particular, así se expresa el doctor Francisco Giménez Reyna, en su libro «MEMORIAS DE UN CIRUJANO RURAL»:
También nos contaron de los horrores que habían visto en el pueblo El Arahal, del término de Sevilla. Los "rojos" habían detenido a mucha gente, los habían metido en la cárcel, y ¡le habían prendido fuego a ésta! Venían todos horrorizados, y cuando les pedíamos clemencia para algunos que habían cogido y querían fusilarlos, nos hacían comprender, cómo estas visiones les hacían obrar con tanta dureza. ¡Así de horrible es la guerra!
Un tribunal militar asesorado por abogados de la ciudad, que vieron las causas de todos los detenidos como presuntos enemigos, y condenados solos los de delitos directos de sangre. A los médicos nos nombraron turnos para vigilar a los detenidos, y asistir a los escasos fusilamientos que se realizaron. A mí solo me tocó uno, y tuve que ir al cementerio a certificar al muerto. No pude negarme, pues que ya estaba militarizado.
Los sucesos de El Arahal, se produjeron la
tarde del 22 de julio, cuando la columna del comandante Simón Lapatza se encaminaba
a dicha población. Después de un bombardeo del pueblo por un avión de la base
de Tablada, y de un violento cañoneo contra el mismo, el terror se adueñó de
sus habitantes, que huyeron al campo. En la cárcel se encontraban encerradas
veintidós personas de derechas.
Un grupo de mujeres o unos guardias
municipales, según los relatos, viendo perdida la lucha, acudieron a la cárcel con
latas de gasolina, y a través de una reja que daba al exterior, lanzaron dentro
el líquido fácilmente inflamable, quedando los infelices presos empapados.
Arrojaron luego unas cerillas encendidas, y cerraron herméticamente los gruesos
postigos de madera, muriendo 21 de los 22 presos que allí se encontraban.
Cuando los vecinos consiguieron penetrar en
la cárcel, habían muerto ya la mayoría de los presos, más que por las llamas
por la asfixia, víctimas de horrorosas quemaduras. Se salvó
únicamente, aunque con quemaduras en la cara, el pecho y en los brazos, el
párroco don Antonio Ramos y Ramos, gracias a encontrarse cerca de la letrina y
poder respirar el aire, aunque pestilente, de la calle.
Los sucesos de la cárcel de El Arahal
constituyeron una constante en la propaganda de los sublevados, como paradigma
de la violencia de “los rojos”.
Sobre los sucesos de El Arahal, ya hablé brevemente
en la Crónica «EL COMITÉ DEL FRENTE POPULAR DE CAMPILLOS. TERCERA
PARTE»
https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2023/03/el-comite-del-frente-popular-de.html
Al capitán Ramón Casaus Arrese-Rojas, que había entrado en la ciudad acompañando al general el 12 de agosto, se
le encargó la organización de un Grupo de Voluntarios de Antequera, con la
finalidad de que la población no quedase desguarnecida, una vez que las fuerzas
del Ejército tuvieran que marcharse de la misma. Hasta que eso ocurriera, los voluntarios prestarían servicios auxiliares de vigilancia interior y exterior
de la población. El alistamiento, debía de realizarse
en el cuartel de la Guardia civil de 10 a 12 de la mañana y de 3 a 5 de la
tarde.
La respuesta entre la población para
la formación de este Grupo de Voluntarios, fue verdaderamente entusiasta. Fue nombrado comandante-jefe del mismo, José Jiménez Jiménez; y de
segundo jefe, José Turmo Benjumea, quien se encargaría también de la sección
montada que se quería organizar más adelante. Así lo cuenta el doctor Francisco
Giménez:
Al objeto de organizar el cuerpo de "Voluntarios" y controlar los pobladores, pusieron unas oficinas en el cuartel de la Guardia Civil, donde todo el mundo fue a presentarse y recibir un brazalete de garantía. Yo fui también a éste control, pero encontré una gran cola, que salía hasta la calle, y decidí dejarlo para otro momento. Me fui al Hospital —allí cerca— y cuando entraba en el mismo, sonaron las sirenas de alarma de aviación.
Entre las 12 y las 12,15 horas, unos aviones procedentes de Málaga, bombardearon Antequera, cayendo una bomba en el cuartel de la Guardia civil, donde había en ese momento una gran concentración humana, ya que se estaba realizando el reclutamiento de los voluntarios.
A poco sonó la caída de una bomba. Esta había caído en el centro del patio del cuartel de la Guardia Civil cuyo piso, de grandes losas, desparramó la metralla horizontalmente, sobreviniendo una horrible carnicería entre los que esperaban en aquella desgraciada "cola". Unos 200 heridos, y la mitad de ellos gravísimos con ambas piernas seccionadas o casi amputadas. Los que no, con grandes heridas en muslos y piernas, y abundantes hemorragias.Al hospital cercano, donde yo ya estaba, y a donde comenzaron a llegar médicos, entre ellos el Dr. Blázquez Bores, tuvimos que atender la oleada de heridos, para los que no teníamos ni camas, ni sitio donde atenderlos. Solo cabía hacer una primera cura, la de urgencia, cortar una hemorragia, terminar de cortar una pierna ya perdida, y salvar una vida que se iba, con sueros intravenosos. Pronto nos faltaron vendas y gasas, y tuvimos que echar mano de trozos de sábanas. No había aún servicio sanitario organizado —que vino después— y el desajuste fue tremendo.El antiguo y mal abastecido hospital, era incapaz de absorber aquella avalancha por lo que el mando militar tomó la cosa en su mano y comenzó a pedir camas y sus ropas, así como sábanas vendas. Rápidamente fueron apareciendo todas las señoras y señoritas del pueblo, ofreciendo sus tan eficientes servicios y se organizaron camas, —pequeños hospitales—, en diversas casas de la localidad. La más importante, una gran casa con gran patio central cubierto de salones, en la calle principal, que era propiedad de la familia Blázquez —uno de ellos sacerdote— cumplió un magnífico cometido y permaneció de hospital casi toda la guerra.También se organizaron otros, en distintos conventos, colegios, casas particulares y los médicos nos repartíamos el trabajo. Pero yo, como cirujano, era el que tenía más trabajo y tenía que ir de uno en otro, diciéndole al compañero encargado, lo que hacer en cada caso.Pronto en aquellas graves heridas en las piernas comenzó a declararse la gangrena, algunas veces la temible "gaseosa". Se agotaron los sueros, y vacunas, así como el agua oxigenada, tan útil en estos casos. Tuve que recurrir a remedios heroicos. Métodos ideados en la guerra del año 14, grandes dilataciones, dejando la "carne" al aire, y regándolas con hipoclorito sódico, y a veces agua de jabón. En simples irrigadores, que las enfermeras sostenían en sus manos mientras metíamos aquel líquido entre los músculos de los miembros. Pero tuve la suerte de perder pocos enfermos de ésta gangrena, y de salvar algunos que parecían irrecuperables.Estos son los recuerdos de "La Bomba del Cuartel", tremendamente trágicos, y de la que se habló durante mucho, creo que aún a veces se sigue hablando. Fue rara la familia que no perdió algún familiar, o quedó después con un lisiado.Doctor Francisco Giménez Reyna – «MEMORIAS DE UN CIRUJANO RURAL»
Hubo un total de 24 muertos. Uno de ellos era el guardia civil Eduardo Sánchez Pérez, radiotelegrafista de la escolta del general, que murió carbonizado al ser alcanzado el camión de la radio. El chófer del camión, el guardia civil Emilio Dumont Molero, resultó herido gravemente. Los otros 23 muertos eran miembros de la población civil.
Además de la caída en el cuartel de la Guardia Civil, otras bombas cayeron sobre el Hospital y el Asilo de ancianos “San José”, sin víctimas mortales, pero resultando herida una de las monjas del asilo.
El convento de los Capuchinos, que desde el 6 de agosto, tras la expulsión de los frailes, y el asesinato de cinco de ellos, se había convertido en el cuartel general de las milicias del Frente Popular, tras la entrada de las tropas del general Varela, sería el lugar de hospedaje y centro de operaciones para el cuerpo de Regulares. Tendría que pasar un tiempo para que los religiosos, una vez normalizada la situación, pudieran volver a su convento.
La columna no encontró resistencia alguna, huyendo los milicianos que allí se encontraban en dos trenes en dirección a Málaga. Se capturaron numerosas municiones, gran cantidad de víveres y abundante material sanitario. Por la compañía de Ingenieros se procedió a la voladura de las vías férreas de Málaga y Ronda, para evitar ataques sorpresa por esa ruta. Se dejó en la estación de Bobadilla, una guarnición compuesta de una compañía de fusiles y dos ametralladoras de Caballería, regresando el resto de las fuerzas a Antequera a las 15 horas.
Tanto por la mañana como por la tarde, la aviación republicana bombardeó Antequera durante 30 minutos sin consecuencia alguna.
Para alertar a la población de la futura llegada de aviones que pudieran bombardear a la ciudad, se estableció un código de alertas a base de repique de campanas, que fue hecho público en un Bando de la alcaldía.
BANDO.- D. Santiago Vidaurreta Palma, Alcalde Presidente de la Comisión Gestora del Excmo. Ayuntamiento de esta Ciudad.Hago saber: Que a partir de las catorce horas del día de hoy se establecerá un servicio de señales para anunciar la presencia de aviones enemigos por medios acústicos.La presencia de avión se anunciará por un repique breve que indicará que deben tomarse precauciones y situarse en las habitaciones bajas o sótanos, lejos de ventanas y portales.Caso de continuar el repique indicará que es avión enemigo y deberán permanecer inmóviles y alejados de lugares descubiertos; se suspenderá la circulación rodada y se evitarán aglomeraciones o reuniones numerosas, debiendo permanecer en los refugios hasta que termine el repique que indicará que se han retirado los aviones rojos.Antequera 14 de Agosto de 1936.
El toque de campana para los bombardeos era efectuado desde la torre de “Papabellotas”, en la Alcazaba.
En Campillos, al pasar los dos trenes que iban en dirección a Málaga, se enteraron de la ocupación de Bobadilla por las tropas nacionales, y según palabras del alcalde Pedro Velasco Olmo, “que dado el natural pánico existente en Campillos, se quedó dicha población casi deshabitada”. Parte de la población huyó en dirección a Ardales.
Al conocer en Ardales del avance de las tropas nacionales a Bobadilla, y que quizás siguieran su avance hacia Campillos, decidieron acudir a ayudar al pueblo vecino.
Declaraciones de José Martín Villalba (a) el “Alpargatero”, vecino de Ardales, en el procedimiento sumarísimo nº 2815 de 1939 de Málaga, abierto contra él:
…dispuso el Jefe las Milicias, llamado “Pepe el de Naza” que había que ir a Campillos, como así lo efectuaron y la misma noche que llegaron al pueblo, el Comité de Campillos, dijeron a la milicias de Ardales, que sacaran a los presos para matarlos, y “Pepe el de Naza”, jefe de estas, cogió a seis milicianos y a dos sargentos, y se los llevaron para cumplimentar la orden, que fue en el mismo paso a nivel de Campillos. […] A los dos días de haber sido asesinados los presos de Campillos, se vinieron para Ardales.
Cerca de la media noche del día 14 de agosto, unos camiones y varios coches, paran en la puerta del Ayuntamiento. De ellos se bajan unos quince milicianos que forman un semicírculo alrededor de la puerta de la cárcel.
En las primeras horas del 15 de agosto, veintidós personas entre ellas tres mujeres, son sacadas amarradas de la cárcel, y subidas al remolque del camión que está en la puerta del ayuntamiento. El camión era de esos que son descubiertos y con barandillas. Les dijeron a los presos que iban a Málaga.
En las afueras de Campillos, en el puente de hierro, fueron asesinadas veinte de los prisioneros. Dos personas consiguieron escapar.
Sobre este suceso, ya escribí más pormenorizadamente en la Crónica «CAMPILLOS. OCHO SEMANAS DE TERROR EN EL VERANO DE 1936. SEGUNDA PARTE»
https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2023/05/campillos-ocho-semanas-de-terror-en-el_14.html
A esa misma hora, salió una columna mandada por el coronel Sáenz de Buruaga con objeto de tomar la población de Archidona. Estaba compuesta por un tabor de Regulares de Melilla, una batería de Montaña, un escuadrón del Regimiento de Caballería Taxdirt pie a tierra, una sección de Zapadores, veinte guardias civiles y una ambulancia. Al llegar al pueblo, se sostuvo un intenso fuego con los defensores, que tras una breve resistencia huyeron.
Coronel Eduardo Sáenz de Buruaga, en el centro |
A las 05,30 un aparato de reconocimiento efectuó un vuelo sobre Antequera, marchándose a los 10 minutos después de arrojar tres bombas.
Media hora más tarde, a las 06,10 dos bimotores republicanos bombardearon Antequera durante 50 minutos, cayendo una bomba en la Casa-Palacio de los Marqueses de Cauche, donde se encontraba el cuartel general, en la habitación inmediata a la que ocupaba el general Varela, no produciéndose heridos por estar a era hora, todo el personal levantado. Ocho bombas más cayeron en las casas próximas a dicho cuartel general ocasionando desperfectos de consideración en las mismas.
De 9,30 a 9,45 otros cuatro aparatos de bombardeo arrojaron 10 bombas que volvieron a caer alrededor del cuartel general, objetivo constante de la aviación, no solamente por la importancia del mencionado edificio, sino por encontrarse cerca de él, el cuartel de Falange y uno de los cuarteles provisionales de la Guardia Civil.
A las 17,30 sufre la población, durante 40 minutos, un nuevo bombardeo por dos bimotores republicanos.
En resumen, durante ese día, la población estuvo bajo los efectos del bombardeo durante casi dos horas, siendo 110 el número de bombas arrojadas. A pesar de la intensidad del bombardeo, no hubo muertes entre la población, pero sí un guardia civil y ocho paisanos heridos. Se produjeron muchos destrozos.
Calle Toril |
Esos bombardeos sobre Antequera, causaron una lógica angustia y miedo entre la población. Así lo reflejaba el general Varela en una comunicación urgente, mediante telegrama cifrado, con Queipo de Llano:
El bombardeo de Antequera y de los pueblos vecinos es de una intensidad y constancia grandes. Más de 100 bombas han tirado y esto tiene a las poblaciones metidas en los sótanos y muy deprimidas. De salir para Loja tengo que llevarme toda la columna y dejar pocas fuerzas en la zona. ¿Está la población civil en condiciones de ver salir a las fuerzas?... Desde luego que no y si salgo, la gente en caravana evacuará la zona, con los consiguientes trastornos…”
Heinkel He-51A |
Los 91 pasajeros alemanes que desembarcaron de dicho barco, y que venían como turistas en un crucero de placer, eran en realidad 86 militares voluntarios, entre los que hay seis pilotos de caza, personal de mantenimiento aéreo y terrestre, tripulaciones de los aviones Ju-52, técnicos de radio y personal médico, y también cinco civiles que venían como interpretes. Una vez el material en tierra, lo enviaron por carretera al aeródromo sevillano de Tablada, donde se montaron los cazas Heinkel con la ayuda de los mecánicos españoles.
Desconocedores en Málaga, de la existencia de los cazas en Antequera, a las 9,45 horas un aparato de bombardeo enemigo apareció sobre la ciudad, siendo rechazado por los cazas nacionales. A las 10,30 vuelve un nuevo bombardero y su ataque es también rechazado.
Hoy puedo comunicar algunas noticias sobre la aviación “roja”; esa aviación canalla marxista que sigue dando pruebas de salvajismo. Vienen bombardeando estos días la pobre ciudad de Antequera, varias veces mártir. Ayer arrojaron sobre Antequera los aviadores marxistas ciento nueve bombas; hoy aparecieron también con ánimo de reanudar el bombardeo, pero se encontraron con la horma de su zapato; es decir, se encontraron con dos aviones de caza que los persiguieron, derribando a un "Vickers" enemigo cerca de Málaga.CHARLAS DE QUEIPO DE LLANO - 19360818 03 La Unión
A las 17 horas el general Varela marchó con su ayudante al campo de aviación para pasar revista a los aparatos llegados, presenciando la salida del aparato que pilotaba el capitán García-Morato que tuvo que marchar a Sevilla para arreglar una avería que le habían producido los impactos de la ametralladora del aparato republicano.
—16 de agosto, prueba en Sevilla del Heinkel alemán de caza.
—17 de agosto, con Heinkel, Sevilla - Antequera, protección columna Varela, regreso a Sevilla
En la sesión celebrada por la Comisión Gestora del Ayuntamiento ese día, se presentó una moción, que se aprobó por unanimidad, de «Conferir al general don José Enrique Várela iglesias el título de hijo ilustre adoptivo de esta ciudad», y «dar el nombre de “Avenida del General Várela” a la calle Alameda, por ser la primera que pisó el ilustre Jefe y en la que pernoctó la noche de la toma de esta ciudad»
Recordemos, que ya el 23 de julio una columna procedente de Granada había ocupado Loja durante unas horas, hasta que ese mismo día otra procedente de Antequera se enfrentó a ella, haciéndoles huir hacia Granada. Ese día incendiaron el cuartel de la Guardia civil.
https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2024/09/los-primeros-veinticinco-dias-de-la.html
Cuartel de la Guardia civil de Loja |
A las 6,30 horas, de ese 18 de agosto, salió en vanguardia una columna mandada por un comandante del tabor de Regulares. con objeto de tomar de nuevo Loja. La columna estaba compuesta por un tabor de Regulares de Ceuta, tres carros blindados, una sección de Zapadores y una sección óptica.
Detrás de ella, iba el grueso de la tropa, al mando del coronel Sáenz de Buruaga, y compuesta por: un escuadrón de Regulares de Ceuta a pie, una compañía de la Legión, una compañía de Infantería del Regimiento Granada nº 6, veinte guardias civiles, una sección de Zapadores, una batería ligera del 7,5, una columna de municiones, una estación óptica de artillería, y una ambulancia de la Cruz Roja. Durante la marcha de la columna, una vez reparado el avión de García-Morato, los dos aparatos de caza Heinkel fueron protegiendo el avance de la misma.
A las 8,30 salió el general José E. Varela con su cuartel general y escolta con dirección a Loja para dirigir dicha operación. La vanguardia de la columna, ocupó el pueblo a las 11,30 sin encontrar resistencia alguna. Inmediatamente, una sección de ametralladoras de la Legión, ocupó las alturas del lado izquierdo de la carretera que dominan el pueblo de Salar, donde había todavía grupos huidos de Loja.
El general Varela en Loja |
En un mes, entre el 18 de julio y el 18 de agosto de 1936, se habían producido en Loja 39 asesinatos de personas de significación derechista.
Las tropas nacionales, al entrar en Loja, encontraron totalmente calcinadas las iglesias de Santa Catalina y San Gabriel, y la iglesia Mayor parcialmente, así como muchas viviendas y negocios de personas de derechas. Estos incendios se habían producido el 20 y 21 de julio, nada más declarar en Granada el estado de guerra.
Santa Catalina |
San Gabriel |
Iglesia Mayor de la Encarnación |
A las 17,30 una patrulla de bombarderos Vickers Vildebeest, que van escoltados por un caza Nieuport Ni-52, bombardeó la columna arrojando doce bombas sin que ocasionara baja alguna. El capitán García-Morato, derribó al caza que cae incendiado sobre Alfarnate.
Vickers Vildebeest |
Nieuport Ni-52 |
García-Morato tiene escrito en su diario de vuelo, que persigue y ametralla a un Potez-54, proveniente de Guadix, que empezó a bombardear Antequera. El Potez con avería de motor se estrella cerca de Santa Cruz de Mudela, resultando el ametrallador muerto. Ese día regresó con su avión a Sevilla.
El aislamiento de Granada había quedado roto. Las columnas del general Martínez Cabrera que confluían sobre Granada sufrieron un grave quebranto moral y perdieron toda esperanza en alcanzar su objetivo. La columna malagueña situada en la carretera de Alhama de Granada a Loja, se retiró hasta Alhama y Ventas de Zafarraya, dejando al descubierto el flanco izquierdo de la columna de Motril, que ya no se atrevió a moverse.
El enclave de Granada, quedaba unido al resto del territorio nacional por un estrecho y prolongado pasillo que, atravesando la región, sería fundamental en las operaciones militares que pudieran desarrollarse con posterioridad.
Ahora era Málaga y su provincia las que pasaban a ser una zona casi aislada, quedando embolsada, de espaldas al mar, comunicada con la zona republicana por un estrecho corredor de doscientos kilómetros que llega hasta Almería, por el que transcurre una sola carretera, fácilmente expuesta a los ataques de los barcos de la escuadra franquista. De hecho, ésta única vía de comunicación habría de convertirse en una trampa mortal para miles de personas cuando, tras la caída de la ciudad en manos del ejército de Queipo de Llano, por esta carretera miles de malagueños intentasen huir de las bombas y las represalias.
El general Queipo de Llano, una vez alcanzado su objetivo de enlazar con Granada, decidió suprimir el gran arco existente entre Antequera y San Roque, lo que entrañaba la ocupación de Ronda y su serranía, territorio sumamente quebrado y fácil para la defensa. Desde Ronda se amenazaban las comunicaciones de Cádiz con Sevilla y las importantísimas posiciones del Campo de Gibraltar. Pero las urgencias era ahora, fortalecer la comunicación con Granada.
En Málaga, el comandante militar coronel Rafael Sánchez-Paredes, al comunicar a Madrid los éxitos que obtiene su enemigo, dice que «la columna adversaria la componen tres mil hombres, que está dotada de toda clase de armamento, motorizada en doscientos camiones y protegida por seis aviones de gran potencia, habiendo ocupado Fuentepiedra, Mollina, Humilladero, Alameda, Antequera y Archidona».
«El panorama militar ha cambiado extraordinariamente», añade el comandante militar, y desbarata sus planes de ayuda a las «columnas amigas del general Cabrera que preparaban asalto a Granada», para lo que contaba con la cooperación de las fuerzas de Alhama y Loja que «ayer se retiraron a Ventas de Zafarraya y Colmenar». Justifica su fracaso, pues estima que el enemigo cuenta con poderosa artillería mientras él solo dispone de cañones de desembarco; y añade que «mucho podemos esperar de la Aviación, que nos ha mandado esta tarde cuatro aparatos más que hubieron de luchar en manifiesta inferioridad con la aviación enemiga». Dice en el mismo documento que «ante la falta de cohesión de las milicias y su carencia de espíritu combativo, unido a la negativa de sujetarse ciegamente a la disciplina militar, se habló esta tarde de la conveniencia de movilizar quintas o reservas para constituir fuerzas regulares de las que podría esperarse una actuación más eficaz».
Primeros movimientos de las tropas rebeldes en el Sur |
Se establecieron tres puntos de concentración, en los que se formaron distintas columnas, más de defensa activa y de intento de contención, que de contraataque. Una de las columnas, la más importante, se formó entre Villanueva de Cauche y Casabermeja, otra en Villanueva de la Concepción, y una tercera en Valle de Abdalajís. Tres núcleos, separados en sus extremos por unos cuarenta kilómetros, desde los que las fuerzas del Frente Popular mantendrían una actuación, más bien de contención y defensa de la capital malagueña, frente a las fuerzas nacionales situadas en Antequera, con acciones muy limitadas, con leves y esporádicos ataques.
Por parte de los sublevados, la actividad militar en la zona, quedó reducida a incursiones de reconocimiento y hostigamiento, así como a la escolta de los convoyes por carretera y ferrocarril, que realizaban su trayecto entre Granada y Bobadilla.
El periodista del «ABC» sevillano, Gil Gómez Bajuelo, que actuó de agregado en los cuarteles generales de Queipo de Llano y Varela, y que acompañó, en esos primeros meses, a las diferentes columnas en los frentes de guerra de Andalucía, escribió en su libro «MÁLAGA BAJO EL DOMINIO ROJO» (páginas 45 y 46)
Antequera sufrió por algún tiempo la proximidad del Torcal, donde se refugió la columna del anarquista sevillano “Juan Arcas”. Estos, establecieron magníficos parapetos, trincheras dotadas de teléfono, de grandes cantidades de víveres. Y un cañón que disparado por aquellos analfabetos, atraídos por la proximidad del caserío antequerano, jamás daba en el blanco. Alguien de buen humor, afirmaba que a falta de percutor, lo disparaban con un martillo.
La columna “Juan Arcas”, se constituyó en septiembre de 1936 con miembros malagueños de la FAI, y de otros milicianos huidos de Sevilla y de sus pueblos. Esta columna fue organizada por Miguel Arcas Moreda, militante sevillano de la CNT y la FAI. El nombre de la columna era un homenaje a Juan Arcas, destacado militante libertario sevillano, y hermano mayor de Miguel y Julián, que murió luchando en agosto, en el intento de detener a las tropas nacionales durante los primeros momentos del golpe militar, en el frente de Cerro Muriano de Córdoba. Esta columna ocupó en esos primeros momentos posiciones en la Sierra del Torcal, en donde participara en la defensa de Málaga. El mando de la misma lo ostentaban los hermanos Julián y Miguel Arcas Moreda.
Consta que ya estaba instalada en la sierra del Torcal, en la zona de “Orejas de la Mula”, a principios del mes de septiembre. Se componía de fuerzas de Infantería, Carabineros, marinería, destacamentos de la FAI y milicianos. Contaban también con un cañón del siete y medio.
LOS SECTORES REBELDES DE ANTEQUERA, CAÑONEADOSPor el beodo ex general Queipo de Llano se ha dicho, desde la emisora facciosa de Sevilla, que la aviación leal ha bombardeado Antequera (el 7 de septiembre).Esta noticia, como todas las que salen de la boca avinagrada de Queipo, es completamente falsa. La que se ha hecho en Antequera por las fuerzas leales, ha sido cañonear los reductos rebeldes y, por cierto, causarles daños tremendos y bajas vistas. Las piezas utilizadas en este castigo han sido de grueso calibre. Así pues, la aviación no ha volado sobre la ciudad abierta de Antequera; ha sido la artillería la que, sobre objetivos facciosos alejados de la población civil, disparó con gran acierto, causando los efectos que se proponía.19360910 003 El Popular
También se constituyó una columna, con los huidos de Antequera y otras poblaciones, principalmente socialistas, y que llevó el nombre del alcalde de Antequera “García Prieto”, que fue su creador y mando militar. Llegó a estar compuesta por unos seiscientos hombres y tuvo su cuartel general en el palacio de los Marqueses de Cauche, en Villanueva de Cauche. Los milicianos se hospedaban en Casabermeja, en casa de los vecinos. Sus efectivos se controlaban entre los kilómetros 7 y 12 de la carretera de Málaga.
De 6 a 6,15 horas, un aparato republicano bombardea a Antequera arrojando seis bombas, siendo rechazado por un caza nacional pilotado por el capitán Luis Rambaud Gomá.
A las 7 una compañía de fusiles de Regulares de Melilla efectuó una salida con dirección a Bobadilla estación, para efectuar reconocimiento en los cortijos, campiña y alrededores del pueblo y estación, regresando al anochecer.
Una columna salida de La Roda de Andalucía, y mandada por mandos de la Guardia civil y de Carabineros, ocupan sin resistencia el municipio de Alameda.
Con los caballos requisados y los de la Guardia Civil, se organizó un Escuadrón de Regulares de Ceuta, con tres Secciones. Ese día salieron al amanecer con objeto de efectuar incursiones por los cortijos del término de Antequera en un radio de siete kilómetros, con el fin de perseguir y aniquilar a los focos de milicianos existentes, regresando al anochecer.
A las 5 horas una compañía de fusiles de Regulares de Melilla, efectuó una salida con dirección a Bobadilla, para reconocer los cortijos, campiña y alrededores del pueblo y estación. Tuvieron un ligero tiroteo con un grupo de milicianos, que se dieron rápidamente a la fuga.
En la prensa de Málaga, se llega a decir que las milicias “se posesionaron de la estación de Bobadilla”
UN BUEN SERVICIO DE LAS MILICIAS DE EL CHORROLas milicias de El Chorro, dirigidas por el camarada Pablo y el sargento (Juan) Pujalte (Galindo), han realizado un buen servicio.Nuestros bravos muchachos se posesionaron de la estación de Bobadilla, apoderándose de treinta cabezas de ganado y de una tercerola, y causando unas bajas al enemigo.19360821 004 Julio
La exageración y el engaño, es una constante en la prensa malagueña, que habla constantemente de brillantes incursiones y ataques de gran importancia sobre la zona antequerana ocupada por los nacionales, provocando numerosas víctimas, con el claro objetivo de acrecentar la moral y la confianza en la zona republicana.
De 6 a 6,15 horas, dos aparatos de caza y dos de bombardeo, arrojaron seis bombas sobre Antequera, siendo inmediatamente rechazados por el único caza nacional que en ese momento había, sin tener que lamentar baja de ningún género.
De la misma manera que el día anterior, a las 8 horas el Escuadrón de Regulares de Ceuta salió con dirección al cortijo de Rabadillo con igual cometido y con el mismo radio de acción. También tuvieron un ligero tiroteo con milicianos que huyeron.
El jueves 20, se efectuó una operación de limpieza teniendo por objetivo los cerros de San Cristóbal y el pie de la sierra del Torcal, por donde merodeaban partidas sueltas de fugitivos, a los que se hicieron numerosas bajas.19360823 El Sol de Antequera
A las 9,30 horas el general Varela con su cuartel general y escolta, el coronel Sáenz de Buruaga y el jefe de los Requetés Manuel Fal Conde, salieron con dirección a Granada con objeto de revistar las fuerzas de aquella capital. Acompañando a la comitiva iba una compañía de Regulares de Ceuta, una sección de marinería, cuarenta falangistas de Lucena, además de baterías ligeras.
Pero a solo tres kilómetros de Antequera, tuvo que detenerse la comitiva porque comenzaron a disparar con fusil sobre los coches, y también con dos piezas de artillería que estaban emplazadas en las alturas, a la derecha de la carretera de Antequera a Villanueva de Cauche, sobre el kilómetro 6. El ataque fue rechazado por las fuerzas de la columna, con la ayuda de dos aparatos de caza, huyendo los atacantes en cinco camiones y ocho coches ligeros. Las bajas que tuvieron fueron un soldado de Zapadores y un marinero heridos.
La columna tuvo que volver a Antequera, y a las 12,30 dispuso el general Varela que el coronel Buruaga con dos compañías del Tabor de Regulares de Melilla, marchasen a Córdoba, ya que el general Miaja había iniciado ese día un ataque para conquistar la capital cordobesa.
Efectivamente, ese 20 de agosto había comenzado el largamente esperado ataque del general Miaja sobre la ciudad con cinco columnas. La resistencia de los sublevados fue más fuerte de lo esperado, gracias a los refuerzos de las tropas africanas, enviados desde Antequera por el general Varela, que fueron a reforzar la posición de Alcolea.
El 20 de agosto, el comandante militar de Málaga, coronel Rafael Sánchez-Paredes, establece un Estado Mayor en Málaga al frente del cual nombra como jefe al comandante de E. M. Emilio Sabaté Sotorra.
El comandante Emilio Sabaté, el mismo día 20, se dirige al ministro de la Guerra, teniente coronel Hernández Sarabia, y le dice que carece de las reservas indispensables, y que tiene a mil soldados sin armas en el cuartel y doscientos mil cartuchos. Los miles de fusiles que se habían recibido estaban inactivos en poder de las bandas de civiles, sin más control que el de sus comités locales o sindicales y sin efectividad ninguna para la guerra, mientras que los reclutas o reservistas, que habían sido llamados a filas se encontraban con que en los almacenes de los cuarteles no había absolutamente nada.
A las 2,30 salieron para Córdoba la compañía de Regulares de Melilla que quedaba en Antequera, y también una compañía de Regulares de Ceuta.
La guarnición cordobesa, muy débil inicialmente, había tenido un mes para reforzarse y entre los defensores ya figuraba el tercer Tabor de Regulares de Melilla y algunas unidades más del general Varela, que daban solidez al conjunto de la defensa. El ataque organizado por el general Miaja, terminó en un rotundo fracaso y fueron los causantes de él, tres o cuatro aviones nacionales procedentes de la base sevillana de Tablada, que bombardearon a placer durante tres horas a las columnas atacantes.
A las 13 horas salió de Antequera para Granada, un convoy de municiones escoltado por una sección de Regulares de Ceuta, veinte falangistas y veinte soldados del Regimiento Granada nº 6, que pernoctaron en dicha ciudad.
A las 11,45 regresó a Antequera la sección de Regulares de Ceuta que había pernoctado la noche anterior en Granada, y vino escoltando un tren que desde dicha población conducía explosivos de la fábrica «El Fargue», quedando de esta forma restablecida la comunicación con Granada. Al atardecer regresaron también los falangistas y soldados que habían ido a Granada en unión de los Regulares de Ceuta.
El restablecimiento de las comunicaciones por ferrocarril de Sevilla y Córdoba con Granada, a través de Loja, Archidona, Antequera y Bobadilla, por tratarse de una vía férrea poco guarnecida, la convertía en insegura, pudiendo ser fácilmente interrumpida por sabotajes o ataques a la misma, por parte de las fuerzas republicanas. Es por lo que, para garantizar la seguridad en las comunicaciones, era urgente la eliminación de los posibles reductos enemigos en las proximidades, y fortalecer los flancos paralelos a las vías.
Ese día y los tres siguientes, una sección del Escuadrón de Regulares de Ceuta efectuó un reconocimiento por la carretera de Archidona y por la del Valle de Abdalajís, y cortijos situados en un radio de acción 7 kilómetros, regresando a última hora del día a Antequera.
Al amanecer marchó a Sevilla el único aparato de caza que quedaba en Antequera. Desde ese día hasta el día 30 de agosto, que volvió un caza, la aviación republicana, bombardeó continuamente la población todos los días a placer.
De 17,30 a 17,40 un aparato republicano arrojó cuatro bombas sobre Antequera, no teniendo que lamentar desgracia alguna.
De 7,15 a 7,30 dos aviones gubernamentales arrojaron cuatro bombas sobre la población. De 8,30 a 8,40 otro avión tiró dos bombas. De 17,30 a 17,40 otro avión arrojó dos bombas más. No hubo que lamentar desgracia alguna.
A las 10,30 salió un tren de municiones para Granada, escoltado por una sección de Regulares de Ceuta y un pelotón de Marinería, regresando estas fuerzas en camiones al anochecer.
A las 18,30 regresó la compañía de Regulares de Ceuta que había marchado a Córdoba el día 21 de agosto.
A las 7,30 dos aparatos republicanos arrojaron dos bombas sobre Antequera. A las 18,00 otro aparato arrojó cuatro bombas sobre la población, sin que ocurriera novedad.
En el «DIARIO DE OPERACIONES» del general Varela, podemos leer lo ocurrido ese día en la visita que realizó el general a Granada
A las 10,15 salió S.E. con su E.M. ayudante y escolta con dirección a Granada en visita de inspección. No obstante no haberse avisado por los pueblos de Archidona, Loja y Santa Fe, se le tributó un entusiasta recibimiento, pero fue apoteósico a las 12,30 al llegar a Granada. La población entera en la calle y adornados todos los balcones con la bandera bicolor, fue materialmente imposible dar un paso. Entró con el comandante militar en verdadera marcha triunfal en la iglesia de Las Angustias, marchando después al ayuntamiento donde le esperaban las autoridades y después de darle la bienvenida tuvo que dirigir la palabra desde el balcón del edificio a la multitud que le aclamaba estrepitosamente. Con el arzobispo y demás autoridades almorzó en el hotel “Alhambra” a donde llegó la legión de señoritas falangistas y requetés con sendos ramos de flores para felicitarle. A las 17 salió del hotel y con entusiasmo indescriptible por toda la población marchó a Antequera, llegando a las 19,45.
A las 22 horas de día anterior, salió una compañía de fusiles de Regulares de Ceuta y el escuadrón del mismo grupo a ocupar Cartaojal. A las 07,30 horas entraron en el pueblo, sorprendiendo a “las guardias rojas a los que se pasó por las armas”. Se les recogió el armamento y regresando a Antequera a las 12,30.
Al amanecer de ese día, fuerzas de Falange de Lucena, Casariche, Rute y Guardia civil salieron con objeto de ocupar Cuevas Bajas, verificándolo después de sostener intenso tiroteo con el enemigo al que se hizo más de cien bajas.
En el diario malagueño «Nueva Vida», del 24 de septiembre de 1936, hay un artículo escrito por el Guardia municipal, Francisco Mater Arjona, en el que hace un relato de la entrada de las tropas nacionales en Cuevas Bajas
El día 18, fue declarado el estado de guerra por el sargento de la Guardia Civil, y el 19 por la mañana fue montada una guardia frente al cuartel. Por orden del Alcalde, avanzamos dos guardias municipales y requerimos al sargento para que nos entregan todas las armas que hubiera en el cuartel, y nos las entregó en vista de la actitud del pueblo que no era nada tranquilizadora.Armados ya, procedimos al desarme de todos los vecinos de significación derechista y organizamos las Milicias populares, defensoras del régimen republicano.Algunos significados fascistas se nos fugaron, refugiándose en la provincia de Córdoba, siendo detenidos otros y encerrados en la cárcel. Toda la Guardia Civil se marchó para Antequera, quedando en el pueblo como única autoridad el Alcalde, camarada Francisco Carmona, que bien pronto organizó la defensa del pueblo para caso de ser atacado, constituyéndose un Comité de guerra y trabajo, quedando todos en espera de acontecimientos.Cuando los facciosos ocuparon Antequera y Archidona, quedamos en este pueblo completamente incomunicados y encerrados por todas partes; nuestra vida transcurría en las trincheras o parapetos dispuestos a vender caras nuestras vidas, y así pasamos los días hasta el dia.26 de Agosto en que quedó escrita con sangre una de las páginas más desgraciadas, pero a la vez, más gloriosas de este pueblo.Por la noche los facciosos de Antequera, Rute y Lucena, corno los ladrones dedicáronse a emplazar ametralladoras en todos los cerros que rodean este pueblo y al amanecer el día 26 rompieron el fuego contra nosotros, cayendo una granizada de balas por todas partes, a la vez que por el Cerro llamado «Las Esperillas», descendía un Batallón de Caballería y Guardia Civil facciosa, que ante el fuego de nuestros quince fusiles y escopetas, retrocedieron en precipitada fuga, dejando en el campo algunos caballos y jinetes, y dejando que fueran las ametralladoras las que les abrieron camino. Al poco rato, repuestos de su sorpresa, volvieron a atacarnos por otra parte, llamada «La Cruz de Pedro Diente», pero eran tan «valientes» que otra vez volvieron grupas y durante más de dos horas sólo nos atacaban con fuego de ametralladoras, emplazadas en las alturas que nos dominaban.Serían las 10 de la mañana, cuando envalentonados por su número (pues se trataba de una verdadera columna, y con superioridad en armas, puesto que nosotros sólo contábamos con 20 escopetas, 15 fusiles y algunas pistolas, con pocas municiones, y ellos a más de tratarse de más de 2.000 hombres venían bien pertrechados de fusiles ametralladoras y municiones), consiguieron por fin entrar al pueblo por la parte de las Huertas, y apoderarse de la Iglesia, que era nuestro cuartel, emplazando ametralladoras en la plaza y empezando entonces la lucha en las calles.Una prueba de la conciencia de los fascistas es el hecho de coger a los compañeros nuestros de la Cruz Roja y escudándose con ellos hacernos fuego, mientras que nosotros los batíamos a cuerpo descubierto, desafiándolos a voces para que salieran al centro de la calle.Ante la falta de municiones, algunos compañeros iniciaron la retirada por la parte del Cementerio, y sólo quedarnos en las calles diez o doce, con el Alcalde Francisco Carmona. Por fin se nos acabaron los cartuchos y no tuvimos más remedio que salir también del pueblo. Después de un penoso calvario pudimos llegar a Málaga, atravesando las líneas enemigas, hasta Casabermeja, donde nos atendieron camaradas nuestros y nos trasladaron a Málaga en camionetas.Por algunos camaradas que han escapado de manos de los facciosos, sabemos que estos están cometiendo en Cuevas Bajas toda clase de horrores, habiendo sido ya fusilados 26 compañeros de los que allí quedaron y 5 compañeras. Todos los que estamos refugiados aquí en esta ciudad, tenernos allí numerosa familia y algunos como el que suscribe hemos dejado mujer, cuatro hijos y padres ancianos, pero ¡hay de ellos! si cuando volvamos,—que ha de ser pronto—nos faltan algunos de los nuestros.Solo nos queda que decir que estamos impacientes todos por salir hacia nuestro pueblo, formando parte de la columna que ha de tomar Antequera.Francisco Mater Arjona19360924 004 Nueva Vida
Vuelvo a resaltar lo que dije anteriormente sobre la exageración en las hazañas de las milicias en la prensa malagueña. No es creíble que con solo “20 escopetas, 15 fusiles y algunas pistolas”, fueran capaces de frenar a “más de 2.000 hombres venían bien pertrechados de fusiles ametralladoras y municiones”
27 DE AGOSTO
De 8 a 8,15 un aparato de caza y uno de bombardeo enemigo arrojaron sobre Antequera cuatro bombas sin novedad. De 17,30 a 17,45 los mismos aparatos marxistas arrojaron 6 bombas sin que ocurriera ninguna novedad.
A las 5 horas salió el Escuadrón de Regulares de Ceuta con objeto de hacer una incursión en dirección del cortijo de Las Beatas (carretera de Málaga), llegando hasta "Boca del Asno", rechazando los puestos rebeldes que huyeron después de ligero tiroteo y regresando a las 11,30.
A las 11 salió con dirección a Sevilla la sección de obuses de 15,5 quedando la artillería siguiente en Antequera: Dos baterías de 7,5, una batería de 10,5 y una batería de 7.
De 12,45 a 13 un aparato de caza y uno de bombardeo "rojos", arrojaron cuatro bombas, resultando herido un soldado de Regulares de Ceuta.
A las 6 horas, y por orden del general Varela, marcharon a Cádiz los guardias civiles que componían su escolta personal, siendo sustituida esta escolta por la Escuadra de gastadores de Regulares de Ceuta del 2º Tabor.
Al amanecer salió el Escuadrón de Regulares de Ceuta con dirección a Bobadilla, con el mismo objeto que los días anteriores, sosteniendo tiroteo con los marxistas que huyeron dejando cinco muertos, teniendo que lamentar la baja de un soldado del escuadrón herido. De los cinco muertos que se le hicieron al enemigo dos eran marineros del buque de transporte «Almirante Lobo».
De 11,30 a 11,40 un avión "rojo" arrojó cuatro bombas sin novedad alguna.
A las 6 horas llegó a Antequera un aparato de caza pilotado por el teniente Pablo Benavides. Este piloto, se había cambiado de bando, pasándose en avión del aeródromo madrileño de Cuatro Vientos, al de Tablada en Sevilla. La población antequerana, había estado desde el día 23 de agosto sin protección aérea.
De 10,15 a 10,25 cuatro aparatos rojos de bombardeo arrojaron cuatro bombas sin consecuencia alguna.
Desde el día 13 de agosto, fecha del primer bombardeo sobre la ciudad, hasta ese día 30, se lanzaron sobre Antequera más de doscientas cuarenta bombas, que produjeron treinta y siete muertos y casi doscientos cincuenta heridos.
Según el «DIARIO DE OPERACIONES», el general Varela, se dedicó en éste día al estudio de operaciones posteriores. Es más que probable, que esas operaciones fueran las del próximo avance sobre los pueblos de la comarca de Guadalteba y de Ronda.
El general Varela ordenó se efectuara una operación de castigo en la zona de Villanueva de Algaidas y Villanueva de Tapia, organizando una columna al mando del comandante de Regulares de Ceuta don Luis Oliver Rubio.
Villanueva de Tapia a la vista, después de dos horas de marcha, bajo un sol que quema. Avanzan los regulares, llenando la mañana de gritos. Ni un tiro. Las "bravas” milicias rojas han huido. No tuvieron tiempo de tomarse el café, que dejaron en las tazas. De él se encargan los moros.Pueblo indiferente éste. La gente nos mira tranquilamente, sin alegría y sin miedo. Verdad que allí no hubo crímenes. La iglesia si fue saqueada, quedando convertida en economato y fábrica de quesos.Régimen de vales, según las normas del puro comunismo integral, de cuyas "posibilidades alimenticias" se aprovechará nuestra Intendencia.En Villanueva de las Algaidas habían matado a dos de derechas. Los rojos también huyeron mucho antes de que llegáramos. Tampoco se disparó un tiro.19360908 013 La Unión
Con la conquista de Villanueva de Algaidas y Villanueva de Tapia, quedaban abiertas al tráfico las carreteras que desde Rute (Córdoba), se dirigen hacia Archidona y Loja.
En éste día marchó a Sevilla el aparato de caza que estaba en Antequera, quedando de nuevo sin aviación de ningún género.
A las 10,30 salió el general Varela, con su Estado Mayor, ayudante y escolta hacia Córdoba, llegando a dicha ciudad a las 14 horas. Durante el recorrido fue objeto en los diversos pueblos de constantes demostraciones de cariño.
El día 2 de septiembre el general Varela, marcha a Sevilla, con el fin de entrevistarse con el general Queipo de Llano. El motivo de la entrevista debió ser la discusión del plan preparado para la operación para la conquista de Ronda. El jueves 3 de septiembre, regresa el general a Córdoba.
La tarde de ese 3 de septiembre, salió de Sevilla en dirección a Osuna una columna mandada por el comandante de Caballería Luis Redondo García. Estaba compuesta por seis Piquetes del Requeté sevillano (cada Piquete eran 70 hombres), que constituían el grueso de las fuerzas de milicias en la columna. La complementaba un escuadrón pie a tierra del Regimiento de Caballería Taxdirt nº 8 de Sevilla; una compañía de ametralladoras de dicho Regimiento; una batería de artillería de 75 mm; una sección de Zapadores; una sección de morteros; una sección de Intendencia; un camión blindado; así como un quirófano y una ambulancia. En total unos 600 hombres componían la columna. Llegaron a Osuna a las 9 de la noche.
Comandante Luis Redondo, en la derecha de la foto |
A la cinco de la madrugada del viernes 4 de septiembre, la columna del comandante Luis Redondo sale de Osuna y se pone en camino hacia El Saucejo. A la misma, se había unido en dicho pueblo, un escuadrón de voluntarios de la recién creada Policía Montada.
Era la primera fase de la operación que habían planificado y acordado los generales Queipo y Varela, para la conquista de Ronda. Pero de todo esto me ocuparé en próximas Crónicas, y aquí solo dejo el apunte del inicio de esta maniobra militar.
Ya vimos en mi Crónica anterior «LA TOMA DE ANTEQUERA POR EL GENERAL JOSÉ E. VARELA», como el general José Miaja, en su intento de ocupar Córdoba, llega el día 28 de julio a Montoro, donde fija su cuartel general. En vez de atacar a la capital cordobesa, que estaba prácticamente indefensa, Miaja se centra en doblegar la resistencia de los guardias civiles sublevados en los pueblos al norte de la provincia. De haber atacado en ese momento a la ciudad, es muy posible que no hubiera resistido.
Esto dio tiempo a que el general Varela, al frente de tres columnas integradas por Regulares, Infantería, Zapadores, Guardia civil, Requetés, Falange y voluntarios de Córdoba, y apoyada por la aviación, atacar el pueblo de Cerro Muriano, con el fin de descongestionar el frente de la sierra. La batalla comenzó la madrugada del 5 de septiembre y duró hasta las 10 horas del día 6, cuando ya habían conseguido todos los objetivos.
Las columnas republicanas huyeron dejando en la batalla numerosos muertos, cuatro fusiles, tres mosquetones, tres escopetas, una ametralladora, 10.850 cartuchos de fusil, siete cajas de munición de ametralladora, nueve granadas de mano, quince granadas de mortero de 50 m/m y un telescopio a más de importante documentación.
En el pueblo de Cerro Muriano, se encontraron un importante depósito de víveres y vestuario, así como una pieza de artillería de 7'5, 3 camiones y 5 coches ligeros. Las bajas que tuvieron los nacionales, diez muertos entre el personal de tropa y 26 heridos, entre ellos, un capitán de Artillería, dos tenientes de Regulares de Melilla y un maestro armero.
A las 19 regresó el general Varela a Córdoba, en donde el gentío inmenso que le esperaba en la entrada de la población con todas las autoridades, le tributó un entusiasta recibimiento.
Durante esos días el general José E. Varela permaneció en Córdoba, durante los cuales la capital fue sometida a un intenso bombardeo, mañana y tarde, por la aviación republicana, siendo repelidos algunos de ellos por los cazas nacionales. Muchas de las bombas, cayeron en las inmediaciones del edificio donde se encontraba el cuartel general. El día 8, dos de ellas cayeron en el jardín de la casa, causando desperfectos de consideración, entrando pedazos de metralla en el cuarto del general.
En la mañana del viernes 11 de septiembre, se celebró en la iglesia de San Sebastián de Antequera, un solemne funeral por los sacerdotes, religiosos y señores militares y civiles vilmente asesinados por los marxistas. El acto fue presidido por el comandante militar de la localidad, coronel José Alonso de la Espina, y por el alcalde Santiago Vidaurreta.
El día 12 de septiembre, a las 10,30 horas, partió el general Varela con su ayudante y escolta a Sevilla para conferenciar de nuevo con el general Queipo de Llano. El motivo era la operación que se iniciaría al día siguiente para la conquista de Campillos y Ronda. A las 20,45 estaba de regreso en Córdoba.
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