EL COMITÉ DEL FRENTE POPULAR DE CAMPILLOS. TERCERA PARTE

 


LOS REFUGIADOS

No existe documentación alguna que nos informe sobre la procedencia de los refugiados que llegaron a Campillos procedente de los pueblos sevillanos ocupados por las columnas militares de Queipo de Llano, en las primeras semanas de la guerra civil.

Solo a través de algunos testimonios indirectos de testigos o acusados, existentes en los juicios sumarísimos realizados contra algunas personas de izquierdas por los militares sublevados, podemos conocer la existencia de refugiados de otros pueblos en Campillos, y también que algunos de ellos colaboraron en la represión contra los vecinos de derechas del pueblo.

Así, por una declaración de Benito Luna Anoría en el procedimiento sumarísimo de urgencia nº 7 bis, en el que fue juez instructor Carlos Arias Navarro, podemos conocer la presencia de vecinos de Morón de la Frontera:

En varios de los hechos criminales que ocurrieron en Campillos, tomaron parte elementos de Ardales, de Cártama y de Álora, así como dos de Morón.

Declaraciones como ésta, como veremos más adelante, reafirma la convicción de la existencia de vecinos de Morón como refugiados en nuestra localidad.

Otra fuente que he usado para saber la procedencia de dichos refugiados, ha sido la literatura que diversos autores han escrito sobre la guerra civil en los pueblos sevillanos de la zona sureste de la provincia, y la represión posterior. Algunos de estos libros, recogen testimonios de los huidos de dichos pueblos, en los que relatan las peripecias por las que pasaron hasta llegar, en la mayoría de los casos a Málaga capital.

Un ejemplo de esta literatura es el libro 
«La represión militar en La Puebla De Cazalla (1936-1943)» de José María García Márquez que se puede ver y descargar en el siguiente enlace:

https://www.centrodeestudiosandaluces.es/datos/publicaciones/ediciond_cazalla.pdf

En él podemos ver la existencia de un número muy importante de vecinos de La Puebla de Cazalla en Campillos, y que permanecieron en el pueblo como refugiados desde primeros de agosto, hasta poco antes de la llegada de las tropas nacionales, el 13 de septiembre de 1936.

No he encontrado ninguna otra referencia significativa de vecinos de otros pueblos del sudeste sevillano, que permanecieran en nuestra localidad durante un tiempo prolongado.

Una particularidad de esta huida de los pueblos sevillanos, y que es casi general en los relatos existentes, es que fueron muy escasas las realizadas por familias completas con mujeres y niños. La gran mayoría de las historias se refieren a actos individuales de varones jóvenes, muy implicados políticamente o sindicalmente, que huyen porque temen las represalias de los militares a la entrada de sus pueblos.

Lo que sí fue Campillos, es un pueblo de tránsito de muchos huidos de los pueblos sevillanos, que se dirigían a Málaga principalmente, para lo cual algunos usaron, al llegar a nuestra localidad, el tren como medio de transporte vía Bobadilla, hasta que dicha estación de ferrocarril calló en posesión de las columnas mandadas por el general Varela el 14 de agosto. A partir de esa fecha la llegada a Málaga fue realizada por la carretera del valle del Guadalhorce.

Como digo, aunque no existe una información precisa sobre el origen de las personas que llegaron a Campillos, por la diversa documentación que he manejado, he llegado al convencimiento de la existencia de dos grupos principales de refugiados que llegaron al pueblo con escasos días de diferencia.

El primer grupo que llegó, fue procedente de Morón de la Frontera, pueblo que fue ocupado por los militares rebeldes la mañana del 25 de julio, por lo que esa misma tarde empezaron a llegar a Campillos las primeras personas, que disponían para su huida de algún vehículo motorizado, y que al llegar contaron la brutal entrada de la columna del comandante Castejón en Morón, lo que causó 
entre las autoridades locales y la población en general, una profunda preocupación al conocer la forma de actuar de las columnas rebeldes de Queipo de Llano.

Un segundo grupo llegó del 31 de julio al 01 de agosto, procedentes de La Puebla de Cazalla.

Además, si se analiza individualmente cada uno de los pueblos sevillanos, y se tiene en cuenta la fecha de la entrada de las tropas nacionales en el mismo, y se tiene en cuenta también las vías potenciales de huida, se llega a la misma conclusión: que los vecinos que llegaron a Campillos, siguiendo el camino lógico de huida, procedían de Morón de la Frontera y de La Puebla de Cazalla.

A continuación, indico las fechas en que los pueblos del sudeste de la provincia de Sevilla cayeron en poder de los militares rebeldes, y quien fue el militar responsable:

18 de Julio. Écija. Teniente Tello González Aguilar (Remonta)

20 de Julio. Marchena. Capitán Juan Sanz-Hens (Remonta)

20 de Julio. Osuna. Capitán Guardia civil Francisco Rodríguez de Hinojosa

22 de Julio. Carmona. Comandantes Simón Lapatza y Eduardo Álvarez-Rementería

22 de Julio. El Arahal. Comandantes Simón Lapatza y Eduardo Álvarez-Rementería

23 de Julio. Paradas. Comandantes Simón Lapatza y Eduardo Álvarez-Rementería

25 de Julio. Morón. Comandantes Lapatza, Álvarez-Rementería y Antonio Castejón Espinosa

26 de Julio. Utrera. Comandante Alfonso Gómez Cobián

28 de Julio. Aguadulce. Comandante Antonio Castejón Espinosa

29 de Julio. Lora de Estepa. Comandante Antonio Castejón Espinosa

29 de Julio. La Roda. Comandante Antonio Castejón Espinosa

30 de Julio. Pedrera. Capitán Carlos Tirdeseden

31 de Julio. Casariche y Herrera. Comandante Antonio Castejón Espinosa

31 de Julio. La Puebla de Cazalla. Gerardo Figuerola y Antonio Álvarez-Rementería

Los pueblos sevillanos que están más próximos a Campillos, fueron ocupados pocos días antes del 13 de septiembre, fecha de la llegada de las tropas nacionales al pueblo. El 4 de septiembre ocupan El Saucejo, el 7 de septiembre Los Corrales, el día 8 
Martín de la Jara, y Villanueva de San Juan y Algámitas el día 11 de septiembre. Todo ello fue realizado por la columna del comandante Luis Redondo.


LA GUERRA CIVIL EN LA PROVINCIA DE SEVILLA

No se puede definir la guerra civil en la provincia de Sevilla como una guerra al uso. No hubo trincheras, ni ejércitos enfrentados. Sería más exacto calificarla de resistencia a un golpe militar, en la que hubo luchas muy desiguales de unos trabajadores y campesinos, mal armados y equipados, contra unas columnas militares bien pertrechadas. Se produjo, todo lo más, algunas escaramuzas y acciones de defensa de algunos pueblos con escopetas de caza y armas obsoletas o algunos fusiles arrebatados a la Guardia Civil.

En términos generales, podemos decir que la mayor parte de la Guardia Civil se adhirió al levantamiento militar. La mayoría de los puestos de la Guardia Civil, que contaban con reducidos efectivos, se concentraron en las cabeceras de Línea existentes en la provincia.

De esta manera, algunas poblaciones importantes pudieron resistir hasta la llegada de las fuerzas nacionales procedentes de la capital sevillana. Sin embargo, esta orden de concentración, vació los cuarteles y causó la caída de la mayor parte de los pueblos pequeños en poder de las milicias del Frente Popular.

Inmediatamente después de la salida de los guardias hacia su cabecera de línea, en la mayoría de esos pueblos, los alcaldes y jefes del Frente Popular ordenaron la detención de las personas de derechas, cuyos domicilios fueron registrados y saqueados. A esto siguió la destrucción de templos, la quema de imágenes sagradas y objetos de culto, el asalto a las fincas de campo, el desvalijamiento de comercios y almacenes, y el asesinato alevoso de muchas personas.

En aquellos lugares pequeños, donde el puesto de la Guardia Civil se mantuvo sin replegarse sobre su cabecera de Línea, a pesar de haberse hechos fuertes en las casas-cuarteles, al no recibir refuerzos, pasados algunos días sucumbieron, cayendo prisioneros, siendo la mayoría posteriormente asesinados.

De esta forma, se crearon en los primeros días de la guerra, pequeños núcleos de poblaciones sublevadas, como Écija, Osuna o Marchena. Para los militares de Sevilla, era de vital importancia asegurar los enlaces entre esos pueblos en los que había triunfado el levantamiento militar, así como hacerse rápidamente con el control de los pueblos de la provincia.

Estos se fueron uniendo entre sí, por el avance de las columnas que salieron de Sevilla, formadas por miembros del ejército regular, falangistas, requetés y voluntarios de derechas.

Los enlaces habían de lograrse a toda costa, señalándose como inaplazable el de Cádiz y Algeciras con Sevilla. En dichos puertos habían desembarcado los dos primeros Tabores de Regulares que Marruecos pudo enviar a la Península antes de la sublevación de la marinería de la Escuadra, y era obligado que llegaran cuanto antes a Sevilla. Urgía el establecimiento de una "cabeza de puente" que asegurase la llegada de las tropas marroquíes. GENERAL QUEIPO DE LLANO

La ocupación de los pueblos se llevó a cabo con cierta rapidez. Una semana después del levantamiento militar, la tercera parte de los pueblos de Sevilla estaban ya en poder de los sublevados. En apenas doce días los militares se habían hecho con el control de casi la totalidad de los pueblos pertenecientes a los partidos judiciales de Écija, Carmona, Marchena, Morón de la Frontera y Utrera, asegurando también las comunicaciones por carretera con Córdoba capital, con Jerez y con Cádiz, lugares donde había triunfado el levantamiento

Los dominios de Queipo de Llano se fueron extendiendo poco a poco, hasta lograr, a fines de febrero de 1937, la posesión de la totalidad de las provincias de Cádiz, Huelva, Sevilla y Málaga, y la mayor parte de las de Córdoba y Granada, quedando en estas dos últimas marcado el frente de batalla hasta el fin de la guerra.

Una vez visto el entorno general en el que se desenvolvió el avance de las tropas de Queipo de Llano en la provincia de Sevilla, voy a relatar cómo se realizó la entrada de dichas tropas en tres pueblos concretos: El Arahal, Morón de la Frontera y La Puebla de Cazalla. El primero y segundo de ellos, por la gravedad de los sucesos que ocurrieron en los mismos, y que tuvieron una gran repercusión en todo lo que ocurrió posteriormente en la guerra en Andalucía, por la gran represión con la que actuaron las columnas militares. El segundo y tercero porque constituyeron el núcleo principal de los refugiados que se asentaron en Campillos.

22 DE JULIO – EL ARAHAL

Siguiendo órdenes de Sevilla, la tarde del domingo 19 de julio, la Guardia Civil del puesto de El Arahal se concentra en Utrera. Al abandonar la Benemérita el Cuartel,  comenzaron los primeros disturbios en el pueblo promovidos por grupos de milicianos, principalmente anarquistas y comunistas, que emprendieron una persecución de las personas de derechas, que se cobró muchas vidas.

El mismo día 19 de julio, con el pretexto de requisar armas, comenzaron los asaltos domiciliarios. Se producen saqueos y expropiaciones. Algunos vecinos, con mentiras, son sacados de sus domicilios. Ya aquel día y en la puerta de su casa, después de una pequeña persecución por las calles del pueblo, mataron a tiros al oficial del Juzgado. En la persecución fallece uno de los que protagoniza la batida, por un desafortunado disparo causado por él mismo, al tropezarse con el suelo.

Esa misma tarde del 19 de julio, comienza la quema de iglesias y los actos sacrilegios. Incendian la iglesia parroquial de Santa María Magdalena, siendo devastadas por el fuego las imágenes. En las iglesias de la Victoria, San Roque, Veracruz, Capilla de San Antonio y Convento del Rosario, destrozaron también los retablos e imágenes sagradas. También incendiaron el Cuartel de la Guardia civil.

Unas 70 personas, todas de derechas, fueron maltratadas, encarceladas, y algunas asesinadas en plena calle, como al juez municipal Rafael Arias de Reina Jiménez, muerto en la puerta de su domicilio, el día 22, por armas blancas y de fuego.

Una vez conquistada Carmona el día 22 de julio, ese mismo día la columna del comandante Simón Lapatza se encamina a El Arahal. Después de un bombardeo por un avión de la base de Tablada, los militares se aproximaron a la población, emplazaron las piezas de artillería y comenzaron un violento cañoneo contra el pueblo. Serían las siete de la tarde.

El terror se adueñó de los habitantes de El Arahal que huyeron al campo en dirección a Morón de la Frontera, o bien buscaron el refugio de las estribaciones de la serranía de Cádiz, hacia Olvera. La columna venida de Sevilla, tenía vía libre para entrar en el pueblo.

Cuando fuimos dueños de la situación en Sevilla, procedimos al desarrollo de la primera etapa: restablecer las comunicaciones entre las guarniciones sublevadas, sin perjuicio de combatir y perseguir a las concentraciones que empezaban a formarse. Por eso, nuestras primeras operaciones fueron el mismo día 22, hacía El Arahal.
Éstas prepararon una emboscada a la columna en las inmediaciones de Alcalá de Guadaira. Pero una compañía de Regulares que iba en vanguardia se dio cuenta de los propósitos de aquellas, y fingió que huía para hacer un movimiento envolvente al amparo de las lomas que se extienden por la izquierda de nuestro avance, y los rojillos envalentonados se vieron envueltos y sufrieron un verdadero desastre.
Huyeron hacia El Arahal, perseguidos por nuestras tropas, población que abandonaron sin oponer resistencia; pero cuando llegaron los nuestros tuvieron que ver, con horror, que habían encerrado en los sótanos del Ayuntamiento a 22 personas de derechas, a los que habían prendido fuego después de rociarles con gasolina.
QUEIPO DE LLANO. Memorias de la guerra civil

La cárcel estaba situada en la planta baja del Ayuntamiento; era una sala rectangular, pequeña y sencilla. Era de ladrillo y tenía en un lado una gruesa y vieja puerta de madera, reforzada con barrotes de hierro. En el extremo opuesto, tenía una ventana con una reja y unos gruesos postigos de madera, que cerrados herméticamente, hacían en ella la oscuridad más completa. En uno de los ángulos de la pequeña habitación había una letrina, un simple agujero en el suelo que se comunicaba con una especie de pozo que a su vez desahogaba al aire libre.

A pesar de ser tan pequeña la habitación, y de que habitualmente era capaz sólo para cuatro o cinco detenidos, encerraron a 19 vecinos, pertenecientes a todas las clases sociales. En otro calabozo, que hacía como la cuarta parte de la anterior, era individual, sólo para una persona, colocaron a tres detenidos más, en total 22 personas, entre ellas dos mujeres.

Antes de huir, el concejal socialista Raimundo Lozano Cuadra, abrió el calabozo para que escapasen los presos—«No sé qué van a hacer con ustedes», dijo—. Al menos catorce personas pudieron escapar saltando por la tapia del Ayuntamiento. Pero no pudieron hacerlo los 22 que se hallaban encerrados en la galera interior.

Un grupo de mujeres o unos guardias municipales, según los relatos, viendo perdida la lucha, acudieron al patio del Ayuntamiento con latas de gasolina, y a través de la reja lanzaron el líquido fácilmente inflamable, quedando los infelices presos empapados. Arrojaron luego unas cerillas encendidas, y cerraron herméticamente los gruesos postigos de madera, muriendo 21 de los 22 presos allí reunidos.

Cuando los vecinos consiguieron penetrar en la cárcel, habían muerto ya la mayoría de los presos, más que por las llamas por la asfixia, víctimas de horrorosas quemaduras. El médico don Manuel Nieto Herrera fue el primero que asistió a los quemados. Había al menos cinco o seis supervivientes, aunque días más tarde fallecerían en el Hospital de la Misericordia.




http://www.memoriavisualdearahal.com/la-guerra-civil-arahal/

Se salvó únicamente, aunque con quemaduras en la cara, el pecho y en los brazos, el párroco don Antonio Ramos y Ramos, gracias a encontrarse cerca de la letrina y poder respirar el aire, aunque pestilente, de la calle.

Podemos leer la declaración que realizó el sacerdote al periodista M. Sánchez del Arco, en el diario ABC de Sevilla del 25 de julio de 1936.

Las fuerzas militares empezaron hacer las primeras diligencias. El comandante Lapatza, mandó a sus hombres que apresaran a cuantos paisanos encontrasen. Se constituyó un tribunal en el tablado que había en la plaza del Ayuntamiento, desde donde señalaban quien era iba a ser salvado o fusilado. La represión en El Arahal fue terrible. Se asesinaron a más de doscientas personas

El coadjutor de la parroquia, Cayetano Parody, en su informe al Cardenal Eustaquio Ilundain de 31 de julio de 1936, nos habla de que "hicieron una "razzia" fusilando por las calles a cuantos se encontraban. Según noticias fidedignas eran más de 200 fusilados”.

El informe que la Guardia Civil remitió a la Delegación de Orden Público de Sevilla, en octubre de 1938, hablaba de 415 fusilados en el pueblo.

Los sucesos de la cárcel de El Arahal constituyeron una constante en la propaganda de los sublevados, como paradigma de la violencia de “los rojos”.

25 DE JULIO – MORON DE LA FRONTERA

Al tener conocimiento del levantamiento del Ejército en África, la tarde del 18, en Morón se creó un comité revolucionario formado por sindicatos (CNT-FAI, UGT) y por los partidos que componían el Frente Popular (PCE, PSOE y Republicanos). Desde ese día, el pueblo quedó en manos del principal dirigente sindicalista Bartolomé Lorda Urbano de la CNT. Éste, tuvo parte muy activa en todos los sucesos que ocurrieron con posterioridad a ese día.

La CNT de Morón tenía una gran importancia a nivel comarcal y regional. Contaba con militantes con gran capacidad organizativa. Tanto Antonio Rosado López como José Margalef Margalef, eran famosos y su popularidad traspasaba las fronteras andaluzas. Ocuparon altos cargos en las organizaciones andaluzas.

Ya en 1932 Morón fue portada de todos los periódicos cuando Bartolomé Lorda Urbano es detenido y acusado de introducir unas 200 bombas en el pueblo que le fueron incautadas a la CNT de Morón.

Málaga, 20.—En Cañete la Real la Policía local y la Guardia civil han detenido a Bartolomé Lorda Urbano, José. Poley García, José Ramírez Giraldes y José Cala López, directores del movimiento revolucionario sindicalista registrado en Morón. Les fueron ocupados una pistola, cargadores y cápsulas. Los citados individuos habían sido detenidos en Morón; pero cuando la Policía los conducía a la cárcel se los arrebato un grupo de alborotadores y aprovecharon el momento para huir. Ayer llegaron en automóvil a Cañete, y por infundir sospechas fueron detenidos, siendo después identificados.
19320221 007 La Libertad

Aquella misma noche del 18 de julio, personas de derechas fueron encarceladas y sus domicilios registrados. Algunas de ellas corrieron a refugiarse en el cuartel de la Guardia civil, entre ellos los curas salesianos.

La mañana del domingo 19 de julio, la Guardia Civil del puesto de La Puebla de Cazalla llega a Morón y se concentra en el Cuartel.

A mediodía del 19, las milicias socialistas y anarquistas, asaltaron la iglesia parroquial de San Miguel, destruyendo una muy valiosa custodia de plata, así como el altar del Santísimo, todo del mismo metal. Muchas obras fueron arrojadas a la plaza: imágenes, ornamentos sagrados, archivo parroquial, libros, etc., a los que prendieron fuego. También asaltaron el convento de Santa María ocupado por las Hermanas Jerónimas, la ermita de nuestro Padre Jesús, el convento de los Salesianos y la iglesia del Espíritu Santo.

Hacia la media noche del 20, la guardia civil salió del cuartel, rodeó la cárcel y en complicidad con algunos funcionarios, liberó a las treinta y dos personas que había detenidas, regresando con ellas al cuartel, donde volvieron a encerrarse. Conocido el hecho por las milicias del pueblo, cercaron el cuartel de la guardia civil.

Por los altavoces del Ayuntamiento pedían a los guardias que se entregaran que no les pasaría nada, que no sufrirían daños, que los llevarían al Ayuntamiento, que así lo había ordenado su jefe.

El día 21, gracias a la labor de Abelardo Gil Leonis, concejal por Unión Republicana del ayuntamiento de Morón y miembro del Frente Popular, los milicianos permitieron que los familiares de los guardias, mujeres y niños, salieran del cuartel de la Benemérita, y fueran trasladados al convento de San Juan de Dios.

Una vez las familias de los guardias estuvieron a salvo, esa misma mañana se produjo un cruce intermitente de disparos entre los acuartelados y los milicianos mandados por José Margalef (CNT), que dirigía el ataque. Mientras arreciaba el tiroteo entre el cuartel de la Guardia civil y los milicianos, estos, comenzaron a arrojar bombas incendiarias al edificio.


Según un informe del Comandante Militar de la plaza emitido el 27 de julio de 1936: Sobre este edificio se arrojaron bombas y líquidos inflamables que consiguieron que el mismo se incendiara. Ante la situación creada, el Teniente Jefe de la Línea, Juan Chamizo Mateos salió con la mitad de sus fuerzas. Posteriormente, con el resto de los hombres, hizo una segunda salida el Brigada Comandante de Puesto, Juan Gallego Corbacho, al que acompañaban un número impreciso de civiles que se encontraban refugiados en el cuartel. Este grupo, tras sostener un duro combate, pudo quebrar el cerco al que estaba sometido gracias a la oscuridad de la noche y al conocimiento del terreno. Con todo, el grupo del Brigada Gallego se fraccionó, pudiendo llegar la mayoría de estos hombres, primero a Utrera y posteriormente a Alcalá de Guadaira, ya en poder de las fuerzas sublevadas. El grupo del Teniente resultó copado y la mayoría de sus hombres muertos.

En total murieron ese día 21 de julio, veinte personas de derechas. De las milicias de izquierdas hubo dos muertos y varios heridos. El día 22 asesinaron a otras cuatro personas más.

La llegada ese día de un numeroso grupo de huidos de El Arahal, causó una profunda preocupación en la población, al conocer la forma de actuar de las columnas de Queipo de Llano.

El 24 de julio, hacia las 10 de la mañana, una columna de soldados al mando del comandante de Infantería Simón Lapatza, intenta entra en Morón, enfrentándose al tiroteo de las barricadas que defendían el pueblo. Falangistas de Paradas, participaban en la columna. Las fuerzas defensivas estaban constituidas por milicianos de Morón y otros venidos de Málaga, además de algunos huidos de Sevilla y de El Arahal.

Una columna central de los sublevados llegó a las primeras calles del pueblo, donde los milicianos se hicieron fuertes, sufriendo los atacantes un número elevado de muertos y heridos, que obligó a la columna a replegarse a las afueras del pueblo.

El comandante Lapatza había sido herido de muerte, y herido gravemente el segundo jefe de la columna, comandante Eduardo Álvarez-Rementería por un casco de metralla de las bombas de mano que arrojaban los defensores.

Urgentemente se solicitaron refuerzos a la capital sevillana. Aquella misma tarde, la aviación nacional lanzó algunas bombas a las afuera del pueblo.

En la misma noche del 24, salió de Sevilla el comandante Antonio Castejón Espinosa (1896), jefe de la 5ª Bandera de la Legión, (había llegado el día 20 a Sevilla) con una nueva columna formada por una sección de legionarios, una compañía de soldados de Infantería, una sección de morteros, guardias civiles, zapadores, dos piezas de artillería y dos autos blindados. Cuando llegaron a las afueras de Morón, se unió a ellos los miembros supervivientes de la columna del comandante Simón Lapatza.

COMANDANTE ANTONIO CASTEJÓN

El ataque lo inició en la mañana del 25, previo bombardeo del pueblo por la aviación y la artillería. Hizo creer a las milicias de Morón, que intentaba repetir la misma acción del día anterior, mientras con un movimiento envolvente por la izquierda les hizo huir en desbandada.

Morón era una auténtica plaza fortificada. Sus barricadas, perfectamente construidas, fueron sin duda construidas bajo dirección de un técnico. Tenían en este pueblo gran cantidad de bombas de mano.
Cuando entramos en el Ayuntamiento de Morón, nos encontramos nueve guerreras de Guardia civil. La de los ocho guardias civiles asesinados y la del teniente.
19360727 002 ABC (Declaraciones de Joaquín Miranda, jefe provincial de Falange)

En la semana que transcurrió desde el 18 de julio hasta la entrada, el día 25, en el pueblo de las columnas de Castejón, murieron veintisiete personas de derechas, entre otros, el juez de primera instancia e instrucción, el jefe de prisiones, el secretario del Juzgado Municipal, dos sacerdotes, el teniente de la Guardia civil, y ocho guardias civiles más.

Las tropas de Castejón fueron apresando a todos los que de alguna manera estaban significados en las izquierdas. Esa mañana del día 25, fueron fusilados en las tapias de la fábrica de cemento, en las afueras del pueblo, los primeros 43 milicianos que habían sido hechos prisioneros por los militares.

Muchos milicianos se escondieron, y otros huyeron en dirección a la sierra de Ronda, a La Puebla de Cazalla o a Villanueva de San Juan.

A Pruna llegó un numeroso grupo de huidos de Morón, que entraron en varias casas de personas de derechas, apropiándose por la fuerza de dinero y objetos de valor, siendo obligados a devolverlo por los miembros del Ayuntamiento. Muchos continuaron hacia Ronda y después a Málaga donde formaron parte de las milicias del Frente Popular.

Entre los que huyeron en dirección a la capital malagueña, se encontraban los máximos dirigentes de la CNT y del PSOE de Morón.

LAS MILICIAS OBRERAS MALAGUEÑAS DETIENEN EN CAMPANILLAS A DOS AUTOMÓVILES DE LA MATRICULA DE SEVILLA
Anoche, cerca de las doce, una patrulla de milicianos malagueños en servicio de vigilancia por la carretera de Campanillas, vieron venir dos automóviles que avanzaban hacia Málaga.
Los milicianos se apostaron estratégicamente en un lugar de la citada carretera y les dieron el alto, parándose seguidamente la pequeña caravana.
Las milicias hicieron apearse a los ocupantes de dichos automóviles y una vez en tierra les desarmaron de sendas pistolas y algunos revólveres, todos ellos sin cápsulas. Acto seguido volvieron a ocupar los coches y los milicianos los presentaron en la Comisaría de Policía.
Una vez en el centro policíaco fueron preguntados por los agentes de guardia por sus filiaciones personales. Se trataba de José García Peiré (Pérez), tercer teniente alcalde de Morón, el cual al estallar el movimiento faccioso hacía las funciones de alcalde por encontrarse ausente del pueblo el alcalde propietario y el primero y segundo teniente de alcalde.
García Peiré manifestó ser de filiación socialista; sus compañeros se llaman Bartolomé Lorda Urbano, José Margalef Margalef, José Montero Brite, Antonio Navarro Domínguez, Alfonso Piñero Zambrano, Antonio Pastor Rivera y Francisco Pérez Carvajal.
Todos ellos, según propias manifestaciones, pertenecientes a la CNT de Sevilla y algunos, dirigentes de ella y entusiastas defensores de las libertades populares.
Manifestaron que venían huidos de la capital andaluza en vista de haberse tenido que batir en retirada por tres veces a causa de los ataques de los facciosos; también dijeron que no habían podido resistir a causa de encontrarse sin municiones.
Por compañeros afectos a diversos factores sociales, se pudo comprobar la veracidad de sus manifestaciones y recibidos con todo cariño y camarería.
Los automóviles, como ya hemos dicho, pertenecen a la matrícula de Sevilla y tienen los números 16.933 y 16.968.
19360727 001 El Popular

MALAGA 28 (5m).- Ha llegado el alcalde de Morón don José García Pérez, a quien acompaña un grupo de obreros sindicalistas. Todos ellos están debidamente armados y son muy atendidos.
19360729 006 EL SOL

Bartolomé Lorda y José Margalef, dos de los llegados de Morón, tuvieron un gran protagonismo en el gobierno y la dirección de los frentes de guerra existentes en los alrededores de la capital malagueña. A ello se refería el coronel Luis Romero Bassart, que fue gobernador militar de Málaga desde mediados de septiembre de 1936, en su libro Impresiones de un militar republicano – Pág. 8 y 9

No tienen dirigentes, y la CNT y la FAI, que son las más potentes, están dirigidas por quienes no son de Málaga, (Rafael) Peña, de Sevilla; (José) Margalef, catalán; (Bartolomé) Lorda, de Morón; los hermanos (Juan, Julián y Miguel) Arcas, de Sevilla; Mora, Entrerez, etcétera, etc., todos llegados a Málaga después del levantamiento fascista.


COMITÉ DE DEFENSA DE MÁLAGA. BARTOLOMÉ LORDA, SENTADO Y CON BIGOTE

Frente a ellos, los mandos militares no pintaban nada, ni hacían otra cosa que dedicarse a resolver los problemas puramente administrativos.

Que Asensio, Hernández Arteaga y Romero Bassart (gobernadores militares de Málaga) fueron controlados por un comité de guerra compuesto por elementos de distintos partidos del Frente Popular integrados por un tal (José) Salido, médico perteneciente al partido socialista, un portugués apellidado (Rafael) Peña de profesión representante comercial por la C.N.T, un cocinero de Morón apellidado (José) Margalef por la F.A.I., Antonio Guerra por el partido comunista y un tal (Rodrigo) Lara por otro de los partidos de izquierdas.
DECLARACIONES DE JOSE LUIS CONEJO CARO (CG 1060.1, PÁG. 24 a 28).

El coronel Romero Bassart sintonizó espléndidamente con el ambiente local y fue tan energúmeno como los hombres a sus órdenes. Hernández Arteaga, hombre sin significación política y de escaso carácter, fue débil presa para los comités y dejó todas las decisiones en sus manos, traspasándoles de hecho la jefatura que sólo nominalmente ostentaba. Antonio Guerra, secretario del comisariado y también miembro del partido comunista, era el verdadero jefe militar de la provincia, cometido en el que fueron sus principales auxiliares el cenetista José Margalef jefe de operaciones del Comité de Guerra, y el faísta Enrique Ordoño (perteneciente al Estado Mayor de las Milicias).
RAMÓN SALAS LARRAZABAL – HISTORIA DEL EJÉRCITO POPULAR DE LA REPÚBLICA

LOS BANDOS DE QUEIPO DE LLANO

En vista de los encarcelamientos y asesinatos que hubo entre las personas de derechas en El Arahal, que se volvieron a repetir en Morón, y también de las bajas que sufrieron  los militares rebeldes la mañana del 24 de julio, en este último pueblo, Queipo de Llano publica el mismo día 24 el Bando nº 6, que decía en su preámbulo y en sus dos primeros artículos:

Que los actos de bárbara crueldad que se repiten con frecuencia contra los elementos de orden y se comprueban en las excursiones de las fuerzas por los pueblos, me ponen en el trance de adoptar las siguientes disposiciones:
1º.- Al comprobarse en cualquier localidad actos de crueldad contra las personas, serán pasados por las armas, sin formación de causa, las directivas de las organizaciones marxista o comunista que en el pueblo existan, y caso de no darse con tales directivos, serán ejecutados un número igual de afiliados arbitrariamente elegidos.
2º.- Esta medida se pondrá en ejecución sin perjuicio de las penas que habrán de aplicarse a los responsables de los hechos vandálicos.

Nótese que el propio Bando llama, “sin formación de causa”, a la eliminación de los dirigentes izquierdistas, aunque éstos no sean responsables de los “actos de bárbara crueldad”. Pero también, y como ya son conocedores de que en algunos pueblos no han podido capturar a muchos dirigentes huidos, se llama a la ejecución arbitraria de otros afiliados.

A partir de ese momento, los dirigentes políticos y sindicales serían considerados responsables de cualquier suceso violento o desmanes que ocurriera en los pueblos, sin importar para nada quien o quienes hubieran sido los autores materiales de dichos hechos.

La prensa de Sevilla y las charlas por la radio de Queipo de Llano, informaron de las barbaridades que habían realizado las milicias de izquierda, antes de abandonar los pueblos. 

Queipo de Llano en Radio Sevilla (EAJ 5, Unión Radio), decía en su charla del sábado 25 a las diez de la noche

En cuanto a Morón: "Consumátum est". Se hizo la justicia. Justicia que impresionará a varios pueblos que se encuentran en el mismo caso. Igual que en Arahal se han atropellado gentes de derechas, se han cometido crímenes horrorosos sobre personas que no se metían para nada con ellos.
Son varios los pueblos en los que se tienen detenidas a las gentes de derechas. Ya conocerán mi sistema: por cada uno de orden que caiga, yo mataré a diez extremistas por lo menos, y a los dirigentes que huyan, no crean que se librarán por ello; les sacaré de debajo de tierra si hace falta, y si están muertos, los volveré a matar.
19360726 006 ABC

Queipo de Llano, decía el domingo 26 a las tres de la tarde:

Quiero repetir el aviso a los pueblos y rogarles que recapaciten, que no cometan los actos de locura, los actos de salvajismo con que amenazan cometer en algunos de ellos y a los que ya los han cometido, llegaremos con ellos si es preciso a los actos de crueldad.
En algunos de estos pueblos han recibido ya la visita de nuestras tropas, en donde no hacen resistencia alguna, por lo que no tienen que preocuparse.
Aquellos pueblos que se sometan a las fuerzas, nos limitaremos únicamente al nombramiento de las comisiones gestoras no marxistas, desde luego y ordenar la administración municipal, contribuyendo de esta manera a restablecer la vida en los pueblos.
En otros pueblos, como ya he dicho, se han cometido actos de verdadera salvajada, como en Arahal y Morón, pueblos que han sufrido castigos por haberse resistido a las fuerzas. Cuanto mayor sea la resistencia más grande será el castigo que sufran, y aquellos pueblos cuyos ciudadanos se extralimiten, repito que su castigo llagará incluso a la crueldad.
19360726 010 ABC

Del odio y las barbaridades que se cometieron en las personas de derechas, puede deducirse como fue la represalia. De las que se cometieron después de ser ocupados los pueblos, también se tuvieron noticias en el otro bando, por las informaciones que continuamente traían los refugiados de esos pueblos.

31 DE JULIO – LA PUEBLA DE CAZALLA

El día 25 comenzó a llegar a La Puebla de Cazalla numerosos huidos de Morón de la Frontera, que contaron la brutal entrada de la columna del comandante Castejón. Algunos continuaron su marcha, principalmente a El Saucejo y Villanueva de San Juan, otros prefirieron quedarse y participar en la defensa del pueblo

La incertidumbre aumentaba cada día, aunque en todo momento y pese a la fuerte tensión emocional que se estaba viviendo, el Comité seguía manteniendo el control en La Puebla, sin que se produjeran incidentes destacables.

La llegada a La Puebla de Cazalla el día 27 de julio, de un grupo de milicianos procedentes de Málaga, que habían venido en ferrocarril para intentar recuperar Osuna, ocasionó un durísimo enfrentamiento con el Comité cuando éste se niega a la entrega de los presos detenidos en el depósito municipal, reforzando aún más la guardia que los custodiaba. Tras la tensión de esos primeros momentos, los milicianos malagueños desisten y se marchan a El Saucejo.

Rodeados de pueblos ocupados, Marchena, El Arahal, Paradas, Morón, Osuna, la llegada de las columnas sublevadas se preveía inmediata, y después del fracaso en el intento de recuperar Osuna, casi todos vieron que la situación empezaba a ser desesperada, pero casi nadie huyó.

Al amanecer del día 31, se aproximó al pueblo la columna al mando del comandante de Caballería, Gerardo Figuerola, con el comandante de Infantería, Antonio Álvarez-Rementería, como segundo jefe, hermano de Eduardo herido en Morón.

Estaba integrada por una Compañía al completo del Tercio, una Compañía de Infantería del Regimiento Granada, nº 6 y un Escuadrón pie a tierra, del Regimiento de Caballería Taxdir, nº 7. Una sección de armas automáticas y dos piezas de artillería, más una sección de zapadores. Cincuenta guardias de asalto y treinta requetés, completaban las fuerzas.

Las campanas de La Puebla comenzaron a sonar con repiques de alarma. A medida que se aproximan las fuerzas militares, los hombres que defendían los parapetos se dan cuenta de la inutilidad de sus escopetas de caza para hacer frente a fusiles de asalto y ametralladoras. Algunos defensores hacen dos o tres disparos de cartuchos, y abandonan su posición porque no tienen más munición.

Un avión sobrevoló el pueblo y arrojó papeletas con una proclama exigiendo la rendición:

«En el plazo de cinco minutos, a partir de este momento, nos son entregadas todas las armas en lugar visible, delante puesto Guardia civil o cubiertas azoteas con sábanas blancas, será bombardeado este pueblo con bombas que lleva este avión»
19360808 004 El Popular

Se produjeron momentos de desconcierto entre la desbandada de muchos y las llamadas a la resistencia de otros. Algunos corrieron a refugiarse. Otros, no obstante, quisieron seguir defendiendo el pueblo, pese a la clara desproporción de fuerzas. Mientras las tropas avanzaban disparando por las calles, hombres y mujeres huían en frenéticas carreras hacia las afueras del pueblo.

Cuando entró la columna de Gerardo Figuerola, más de 200 vecinos fueron asesinados en una salvaje y brutal represalia. Uno de los asesinados fue Tomás Pliego Martínez, de 62 años, hermano del alcalde José Pliego Martínez (PSOE). Tomás era:

Hombre muy moderado y respetado, industrial y perteneciente a Izquierda Republicana, caía abatido por las balas por un motivo que se repetiría en muchos pueblos sevillanos: no cogieron al alcalde y en represalia mataron a su hermano.
La represión militar en La Puebla De Cazalla (1936-1943)

De La Puebla de Cazalla, las tropas continuaron ese mismo día hacia El Coronil, donde entraron a eso de las tres y media de la tarde, sin encontrar resistencia alguna.

La prensa nacional, recogió la noticia destacando el sometimiento y la “alegría” de la liberación en un pueblo casi vacío:

SE HAN SOMETIDO PUEBLA DE CAZALLA Y EL CORONIL.
Sevilla.1. – Ha regresado la columna que salió días pasados para someter a varios pueblos, entre ellos Puebla de Cazalla y El Coronil, que fueron ocupados sin dificultad alguna, pues los dirigentes marxistas, al advertir la presencia de las fuerzas, se dieron a la fuga.
En la cárcel de Puebla de Cazalla tenían presos los rojos a 46 elementos de derecha, que fueron liberados por las tropas.
El vecindario acogió a las tropas con gran entusiasmo y en casi todas las casas había banderas blancas.
Tanto en Puebla de Cazalla como en El Coronil quedaron designadas las gestoras municipales y fueron armados los elementos de responsabilidad para que cooperen al mantenimiento del orden.
19360802 DIARIO DE CÓRDOBA

En el informe que la Guardia civil remitió a la Delegación de Orden Público de Sevilla, en octubre de 1938, indicaba que huyeron de La Puebla de Cazalla, el 31 de julio y en los días siguientes, 430 personas.

La huida se llevó a cabo en dirección al sureste, a Villanueva de San Juan y El Saucejo, única vía posible, toda vez que los pueblos próximos, Marchena y Osuna desde el 20 de julio, El Arahal desde el 22, Paradas desde el 23 y Morón de la Frontera desde el 25, se encontraban ya en poder de los sublevados. La mayoría marchó a pie, salvo algunos grupos que lo hicieron en los escasos vehículos que se disponían. Otros consiguieron huir en caballerías e incluso alguno en bicicleta.

Los huidos al llegar a Villanueva de San Juan, a algo más de treinta kilómetros, provocaron una difícil situación en el pueblo, sin medios para atender a tantas personas. Se empezaron a cometer desmanes. Asaltaron la casa cuartel de la Guardia civil, que se encontraba abandonada, algunos comercios y casas particulares, realizando requisas e incautaciones; recluyeron en la cárcel a varias personas de derechas, deteniendo a otras que luego libertaron.

La proximidad de las tropas de los sublevados, hicieron que, salvo unos casos aislados, la mayoría continuara su marcha hacia El Saucejo y desde aquí, el Comité de dicho pueblo, los envió a Almargen, donde fueron recogidos en tren y llevados a Málaga.

UNOS GUARDIAS DE LA PROVINCIA DE SEVILLA
Se han presentado en el Ayuntamiento (Málaga), el cabo de la Guardia Municipal de Puebla de Cazalla, José Rodríguez Martín y guardias Fernando Andrade Martín y José Brea Moreno.
Desde que se iniciaron los sucesos, este pueblo se defendió contra los fascistas, hasta el día 31, en que hubieron de abandonarlo por la llegada de elementos rebeldes de Sevilla.
De Puebla de Cazalla se organizaron varias milicias que luchan en el frente, así como el alcalde con otro grupo de vecinos, que quedaron en Campillos, defendiendo la República.
El citado cabo y los guardias se ocupan en Málaga del abastecimiento de algunas familias que de dicho pueblo, llegaron a esta, habiéndose ofrecido los citados funcionarios municipales para acudir al lugar que le destinen.
19360820 002 El Popular

Algunos se dirigieron a Campillos, donde se les dio acogida, entre ellos el alcalde de La Puebla, José Pliego Martínez del PSOE.

Según el libro, «La represión militar en La Puebla De Cazalla (1936-1943)» de José María García Márquez, al que ya me he referido con anterioridad, en Campillos, según declaraciones de Rafael Pleite Candelera, se quedaron treinta y nueve vecinos de La Puebla (página 291).

Huyó a Málaga con su camión, llevando un numeroso grupo más otros que fue recogiendo por el camino. Hizo noche en Pizarra, continuando hacia la capital malagueña. En septiembre volvió a Campillos, por un grupo de 39 vecinos de La Puebla que se encontraban en dicho pueblo, llevándolos a Málaga.

LOS REFUGIADOS EN CAMPILLOS

La iglesia parroquial de Campillos se utilizó como refugio de las personas evadidas de los pueblos sevillanos conquistados por los sublevados, principalmente de Morón y La Puebla, como ya he indicado.

Federico Manzano Sancho, dice en su diario:

Y ocupan la Iglesia como hospedaje de gran número de personas que destrozan su solería, zócalos, verjas y paredes.

Se requisaron colchones para acomodar a los refugiados. Igualmente fueron incautadas algunas casas particulares que fueron entregadas a los refugiados que venían de esos pueblos.

En el recinto sagrado se hacinaron muchas personas, en una mezcla de mujeres, niños y hombres, que guisaban, dormían y hacían sus necesidades dentro. Las maderas de los altares y trozos de esculturas religiosas sirvieron para realizar sus guisos y para calentarse. El humo de los hornillos y de las hogueras cambió el color de los suelos, muros y pilares. El olor era nauseabundo e irrespirable el ambiente.

Allí lavaban las ropas, y las secaban en tenderetes improvisados con cuerdas y sogas atadas en las verjas de las capillas. Allí se iban amontonando todas las basuras, papeles, latas viejas. También dentro de la iglesia, tenían a los borricos comiendo en cajones.


TESTIMONIOS DE REFUGIADOS

Estos son algunos testimonios breves que he podido encontrar en el libro sobre La Puebla de Cazalla (LPC), antes citado, de algunas personas huidas que hacen referencia a su paso por Campillos:

«Huyó hacia Villanueva de San Juan, Campillos, Bobadilla y por último a Málaga» (página 244 LPC).

«Estando en Antequera, cuando fue ocupada huyó campo a través hacia Campillos, donde estuvo unos 15 días y posteriormente a Málaga, donde permaneció un mes» (página 258 LPC).

«Huyó en dirección a Campillos, donde permaneció veinte días, marchando posteriormente a Málaga, quedando alojado en el convento de las Carmelitas» (página 268 LPC).

«Huyendo más tarde a Almargen, Campillos y finalmente a Málaga» (página 271 LPC).

«Huyó hacia El Saucejo y Sierra de Yeguas, donde estuvo ocho días antes de continuar a Campillos y finalmente a Málaga» (página 303 LPC).

«Huyó hacia Campillos, donde permaneció 4 días y continuó a Málaga» (página 309 LPC).

Solo he encontrado entre las declaraciones de los huidos de La Puebla, un testimonio directo de un refugiado que estuvo en Campillos durante un cierto tiempo. Se trata de José Angorrilla Asencio de 30 años. Militante de la UGT. Casado y con un hijo

«Huyó el 31 de julio hacia Campillos, donde estuvo una semana en casa de Antonio Berdún, antiguo aperador de una finca de La Puebla para el que trabajó. Prosiguió hasta Málaga, integrándose voluntario en las milicias y quedando de guarnición en la estación de Gobantes hasta la ocupación de la ciudad» (243 LPC).

La precipitada huida de los refugiados, trajo consigo que la mayoría se encontrara desprovisto de ropas, efectos y dinero, lo que agravaba su situación. Al llegar a los pueblos solían recibir ayuda por parte de los Comités, proporcionándole alojamiento y comida

«Cuando las fuerzas nacionales tomaron la población, salí huyendo y me fui primero a Almargen y después a Cañete, en cuyos dos pueblos me daban de comer sus respectivos comités rojos» (90 VSJ).

Para poder subsistir, aunque recibían ayuda del comité local, muchos colaboraron en los trabajos de cosecha que los vecinos del pueblo estaban realizando en ese momento. Este fue el caso de unos vecinos de Osuna, que nada más empezada la guerra, huyeron y encontraron refugio en Teba

«Estuve en Teba dedicado a la siega, también en Carratraca y después en Málaga».

«Me dirigí a Teba. En esta localidad estuve segando cuatro o cinco días y a continuación me fui a Álora, donde he permanecido todo el tiempo trabajando en faenas del campo».

«En Teba estuvo veinticinco días trabajando por orden del comité, que le entregaba a cada uno setenta y cinco céntimos diarios».

No solo trabajaron en la siega, también lo hicieron en cualquier actividad que pudiera reportarles un sustento económico. Así lo podemos ver también en el libro «Villanueva de San Juan, 11 de septiembre de 1936: Consecuencias de la rebelión militar» (VSJ) de Félix J. Montero Gómez

«En Teba estuve una semana trabajando en casa de un tal Romerito, de oficio zapatero; y cuando las fuerzas del ejército tomaron el pueblo de Almargen, temiendo la inmediata caída de Teba, me dirigí a Álora. En esta otra población, donde el Comité de Enlace me alojó en el local del Matadero, busqué y conseguí trabajo con un zapatero llamado Cristóbal Calderón, conocido por el “Torero”» (562 VSJ)

«Me marché a Almargen, y en esa localidad no presté servicios como miliciano sino que estuve trabajando en un cortijo, sin percibir jornal y sí sólo la comida» (584 VSJ).

«Estuvo en Almargen, Ardales y El Burgo, durmiendo en las eras y, como no recibían más comida que medio kilo de pan al día, tenían que irse a la puerta de los cuarteles para que los milicianos les diesen las sobras del rancho. 
En Almargen permanecieron sólo tres o cuatro días porque la comida escaseaba y el comité los echó, mandándoles que se fueran hacia el interior del campo rojo. 
En Ardales estuvo unos dos meses, dedicado a lavar y coser la ropa que llevaba puesta, así como a pasear por el pueblo; mientras que en El Burgo, donde no hizo nada, permaneció unos tres meses, hasta que llegaron las fuerzas del ejército» (580 VSJ)..

«Huyó hacia Villanueva de San Juan, donde permaneció doce días, posteriormente a El Saucejo y Cuevas del Becerro, en cuya localidad permaneció dos semanas, marchando posteriormente a Ardales, donde sobrevivió comprando tabaco en Málaga que revendía en el pueblo» (265 LPC)

«Huyó el 31 de julio en dirección a El Burgo, donde permaneció como ranchero de los refugiados» (277 LPC),

«Llegué hasta la localidad de Álora en la provincia de Málaga, donde permanecí dedicado a las labores del campo y a la recogida de aceitunas y cobré dos pesetas diarias durante dos días, mientras que otros días lo que me daban en el comité eran unos vales que no servían para nada, pues no los querían ni en las tiendas» (285 LPC).

PARTICIPACIÓN DE LOS REFUGIADOS EN LOS ASESINATOS EN CAMPILLOS

Ya comenté en las primeras líneas de esta Crónica, que Benito Luna manifestó que:

En varios de los hechos criminales que ocurrieron en Campillos, tomaron parte elementos de Ardales, de Cártama y de Álora, así como dos de Morón.

Revisando la Causa General y los Juicios abiertos por los militares contra algunos de los acusados de los asesinatos ocurridos en Campillos en las primeras semanas de la guerra, encontramos algunos hechos en los que participaron refugiados de Morón.

· El día 20 de Agosto de 1936, Antonio González Maldonado (a) Mentirilla, en compañía de José Valencia Reina, Diego Morgado y un miliciano de Morón de la Frontera, fueron a Cañete la Real en persecución de Pedro Linero Berdún de 50 años, guarda jurado que había participado en la reyerta del 28 de mayo, pensando que estaba escondido en casa de su hermano Isidro Linero. No lo encontraron porque estaba en la cárcel de Málaga. Pedro Linero, murió en la saca que hicieron las milicias en la Prisión Provincial de Málaga el 20 de septiembre de 1936. En ella murieron asesinadas cuarenta y siete personas

· El 28 de agosto, milicianos de Morón, entre los que estaba “Currito de Morón”, junto a milicianos de Campillos, entre los que estaban el alcalde Pedro Velasco Olmo, Antonio González Maldonado (a) Mentirilla, Diego Galeote Cañamero (a) Micaelo, Antonio Sánchez (a) Pichita, dieron muerte al farmacéutico Diego Núñez Núñez, al cual persiguieron en su huida, incluso por los tejados de las viviendas.

· El 1 de septiembre, se presentaron en coche en el cortijo de Mayorazgo, Antonio González Maldonado (a) Mentirilla, Francisco González Maldonado (a) El Picaillo, Antonio Sánchez (a) Pichita, junto dos individuos forasteros de la FAI de Morón, en busca de Juan Gallardo Escribano, deteniéndolo y conduciéndolo hacia Campillos, pero antes de llegar al mismo y en terrenos del cortijo de Morales, fue bajado del coche y asesinado. Juan Gallardo era otro de los que había participado en la reyerta del 28 de mayo en la que murió el hermano de El Picaillo.

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2022/06/sucesos-ocurridos-en-campillos-los-dias.html

Estos tres casos que expongo son en los que ha quedado testimonio escrito de la participación de milicianos de Morón en asesinatos en Campillos, pero posiblemente no sean los únicos y quizás, según se encuentre nueva documentación, aparezcan más implicaciones.

También he encontrado un testimonio del vecino de La Puebla, Antonio Gutiérrez Hurtado, en la implica a varios paisanos suyos en los asesinatos ocurridos en Campillos.

«...En Campillos habían asesinado a varios individuos personal de La Puebla, entre ellos solo puede dar referencia de los hermanos Pliego (José y Miguel), Luis Angorrilla y el "Mochilo" (Manuel Sánchez Rodríguez)». Así figura en la declaración  de Antonio Gutiérrez Hurtado en 1937, aunque, evidentemente, ninguno de ellos fue acusado de ningún crimen (página 177 LPC)

Sobre este testimonio acusador, no he encontrado ninguna declaración en los sumarios abiertos a los milicianos de Campillos que impliquen la participación de vecinos de La Puebla de Cazalla, ni por parte de dichos acusados, ni por parte de los testigos. Tampoco aparece nada en los testimonios de la Causa General.

Aunque no podemos descalificar esa aseveración y decir que no es cierta, porque en muchas declaraciones se habla de desconocidos o forasteros como participantes o colaboradores en las muertes.

A este respecto solo puedo aportar que Miguel Pliego Pérez, uno de los hermanos Pliego, huyó en coche hacia Málaga, volviendo más tarde a Campillos, ya alistado en las milicias, donde prestó servicios con el coche a las órdenes de un teniente de Carabineros. Era hijo de Tomás Pliego Martínez, hermano del alcalde de La Puebla, que había sido fusilado el 1 de agosto de 1936, el día siguiente de la entrada de las tropas nacionales en el pueblo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

CAÑETE LA REAL, VERANO DEL 36

SIERRA DE YEGUAS, VERANO DEL 36

LA CANTINA ESCOLAR

JUAN MARÍA PÉREZ AVILÉS (1784-1845), CURA Y POLÍTICO. SEGUNDA PARTE

LA GUERRA DE INDEPENDENCIA EN CAMPILLOS. 18 DE MARZO DE 1810