EL COMITÉ DEL FRENTE POPULAR DE CAMPILLOS. SEGUNDA PARTE
La mayoría
de los propietarios o arrendadores de las fincas y cortijos, habían perdido el
control de las tierras cultivadas. Algunos de ellos no vivían en Campillos,
otros habían huido, otros habían sido detenidos, si no asesinados. Las tierras
estaban abandonadas, y muchos de los campesinos habían dejado las labores del
campo y se encontraban en el pueblo realizando trabajos de milicias.
La cosecha
estaba pendiente de segar y si no se recolectaba, la falta de trigo agravaría
la situación de escasez de alimentos en el pueblo. No era posible dejar transcurrir más tiempo sin
adoptar medidas urgentes que viniesen a evitar la catástrofe que supondría el
quedarse el pueblo un día sin pan, mientras en el campo la cosecha se hallaba aún en pie.
Desde el Eco Popular de Málaga, se hacía un
llamamiento para que todas las organizaciones colaborasen en el trabajo, en la
recolección y en las labores propias del pueblo.
Hay que volver a la normalidad en todos los pueblos de la provincia, porque en la mayoría de ellos no hay lugar a sostener una situación anormal; segundo, porque para abastecer a los combatientes, que en el frente velan por la seguridad de todos, hace falta que se normalicen todos los servicios y que se trabaje como se hizo hasta antes del movimiento. Sería criminal dejar perder la cosecha. La siega y las labores del campo que por incomprensión se han abandonado en diversos pueblos, deben ser reemprendidas inmediatamente y comenzar la preparación de la nueva siembra, y para ello es necesario que los jóvenes comunistas y socialistas, estén en los primeros lugares, comprendiendo que su puesto está en su lugar de trabajo, para garantizar que no falte nada a los combatientes y que no sufra un gran “deprimento” la economía nacional.
19360914 003 Eco Popular
Visto el
problema, que lo era a nivel nacional, el ministerio de Agricultura, el 8 de
agosto de 1936, (Gaceta de Madrid, 10
de agosto de 1936) publicó un Decreto que permitió a los alcaldes controlar
las fincas abandonadas. Dicho decreto convertía a los ayuntamientos en la
principal herramienta de gestión de los recursos en beneficio del campesino.
Artículo
1.° Todo cultivador directo, propietario, colono, arrendatario o aparcero que
abandone o haya abandonado voluntariamente su explotación rural, dejando en
suspenso las labores de recolección y trilla; las preparatorias de la siembra,
las atenciones requeridas por el ganado de renta; el entretenimiento de los
aparatos elevadores de agua de riego, y en general cualquier trabajo
indispensable al sistema de aprovechamiento de la finca cuya explotación venía
realizando en el momento presente, se considerará que incurre en responsabilidad
y que consiente en que su explotación sea intervenida, a los fines del oportuno
y racional rendimiento de la misma.
Artículo
2.° Por las autoridades municipales se procederá a hacerse cargo inmediato de
los terrenos rústicos de cultivo, así como de todo el capital de explotación
existente en los mismos.
En
Campillos la gestión de la explotación de las propiedades "abandonadas", fue realizada por el Comité, donde
tenía un gran peso la Sociedad de Obreros
de la Tierra “El Primero de Mayo”, en sintonía con el alcalde Pedro
Velasco. El sindicato fue el que organizó los turnos de trabajo, las labores a
realizar y la distribución de la producción.
Se acuerda por éste Comité que el
trabajo se organice como de costumbre.
Que cada encargado lleve una nota del
cereal que se saque, y que sean encerrado en las casas de los respectivos
propietarios, como se ha hecho siempre.
Los trabajadores que no tengan a donde
estar arranchando, podrán ir una vez terminado el trabajo, ir a comer a la
ranchería establecida por éste Comité.
Al ir los obreros al trabajo llevarán
aceite y vinagre a los tajos.
Que los turnos queden reducidos a tres
con ocho horas de servicios, y que cada tres días se cambien.
Los trabajadores trabajarán cinco
horas en la campiña, y cuatro horas y media en los cortijos.
El problema
era que no había campesinos suficientes para trabajar en el campo, porque casi
todos se encontraban de servicio, de día o de noche haciendo guardias. Por lo
que el Comité tuvo que realizar recluta de milicianos que fueran a ayudar a los
campesinos en la recolección. Para ello redujo el número de guardias que debían
realizar en el pueblo:
Piensa este Comité también, de reducir
el número de guardias posibles para que el número de trabajadores sea mayor y
el sacrificio de los demás sea menor en sus atenciones como todos.
Las
penurias económicas del Ayuntamiento, hizo que algunos pagos de jornal no se
pudieran realizar, por lo que se produjo un descontento entre los milicianos
que acudían a recoger la cosecha, porque veían que a ellos no se les pagaba,
mientras que a los que estaban en las barricadas realizando labores de
vigilancia, sí recibían su paga:
Éste Comité al adoptar acuerdo, tiene
siempre presente los intereses colectivos de los trabajadores y no los
particulares de cada uno, y menos en estos momentos de verdadera gravedad para
todos.
No hemos pensado jamás que los obreros
trabajen por la comida que se les pueda dar como algunos creen, sino de pagarle
cuando nos sea posible pero sin abandonar tampoco las necesidades de los que en
éstos momentos por imperativo humano y social se encuentran prestando servicios
en los parapetos resguardando nuestro pueblo y sus interese más sagrados, que
son nuestras vidas, exponiendo para ello las suyas.
No podemos pensar ahora, en que es lo
que conviene a cada uno, sino en lo que conviene hacer para salir airoso de la
lucha civil entablada contra el fascismo, y cuando hayamos triunfado, entonces
será ocasión de pensar más despacio que conviene a cada cual y pedir para que
nos lo den, si es que nos lo merecemos, porque a algunos habrá que echarlo para
atrás a la hora de tomar y arrollarlo ahora para que den algo aunque sea su
esfuerzo personal.
Son innumerables los patronos que
tienen cedido sus pegujares para que se disponga de él, y éste Comité no puede
abandonar lo que es una obligación de recolectar esa producción pasada ya en
demasía, y tiene que proceder a hacerlo inmediatamente como pueda, sin
perjuicio de liquidar cuando pueda también. Todo menos quedarse con lo que no
es suyo como algunos se creen. Este Comité tiene que tomar medidas severas para
los efectos de la recolección, pero jamás podrán ser arbitrarias, y máximo si
se tiene en cuenta que el interés colectivo hoy en peligro, está por encima de
los individuales por muy grandes que ellos sean.
Lo que no tolerará éste Comité es que
por alguien que no piensa más que en ver la manera de salvarse él, aunque lo
demás se hunda, pretenda obstaculizar la realización de las faenas del campo,
impulsando a las gentes para que no trabajen porque no convengan a sus intereses
y no quiera ajustarse a la medidas generales tomadas por éste Comité en lo que
a la recolección se refiere.
Así es que todo el que vaya a trabajar
con un patrono que no paguen, los encargados harán una relación detallada de
los nombres y apellidos de los individuos que hayan trabajado y la presentará a
un compañero que se nombrará para que lleve las relaciones patronales y de
jornales, para el día de la liquidación.
Los patronos que paguen entregaran
como lo hacen sus jornales … para liquidar también cuando se pueda, evitando
así que el que no haya trabajado ni prestado servicio, cobre dinero alguno.
CAMPILLOS A 27 DE AGOSTO DE 1936
En
vísperas de la entrada de las tropas nacionales en Campillos, que se produjo el 13 de
septiembre, la cosecha ya se estaba realizando con toda normalidad.
Se está realizando en los campos de
nuestra provincia la recogida y el acarreo de los productos de la temporada. El acopio se
desarrolla con perfecta normalidad y los Comités están perfectamente
controlando las existencias que se obtienen. Por si esto fuese poco, los
campesinos protegidos por elementos armados, se introducen en las zonas
rebeldes y se apoderan de importantes partidas de ganado y de cereales, mucha
parte de éstos ya recogida y preparada para el transporte por el enemigo.
En estas luchas los facciosos llevan castigos constantes, viéndose obligados a dejar sobre el terreno no solo cosechas enteras sino muertos y heridos.
19360910 003 El Popular
REQUISAS Y VALES
Con la
huelga general declarada en todo el término municipal, y los intercambios
comerciales entre los pueblos suspendidos o notablemente alterados, había el
peligro del desabastecimiento de alimentos a la población.
Con el fin
de asegurar que en el pueblo no se pasara hambre, por parte del Comité, se
decidió realizar saqueos e incautaciones de alimentos. Para ello se organizaron
grupos de milicianos que, provistos de unos recibos expedidos por el propio Comité,
se dirigieron a las tiendas de comestibles o panaderías, a los cortijos y
fincas, demandando que les facilitaran los alimentos que tuvieran almacenados,
a cambio de un papel firmado por el Comité donde se reconocía la deuda.
Se
incautaron de gran parte de las existencias de aceite, tocino, queso, bacalao,
chacinas, latas de conservas, judías, arroz, garbanzos, habichuelas, patatas,
café, azúcar, etc. que tuvieran en sus respectivas tiendas los comerciantes. De
los cortijos, se traían las cosechas y la
matanza, y los bichos que hubiese, y no sólo lo hacían en los cortijos, sino
también con los pequeños propietarios o colonos.
Las requisas
se realizaban generalmente a personas de clase media sin dificultades
económicas, pero también a otros que no lo eran tanto, como “algunos campesinos que les costaba sacar
adelante a su familia y sin ningún criterio llegaba el Comité y se lo llevaban
casi todo”. Esto suponía la ruina para muchos pequeños campesinos y comerciantes.
La actitud
de algunos de los participantes en las requisas e incautaciones, fue de forma
exigente y en algunos casos violentas en cuanto a pretensiones, abusos e
insultos.
Acerca de los saqueos y requisas que
se efectuaron durante la dominación marxista en Campillos, manifestando su
intervención en las mismas, manifiesta: Que dada la gran cantidad de refugiados
que vinieron en ese concepto a Campillos, y dados también los extraordinarios
momentos por los que atravesaba en aquellas fechas, pues no se contaba con
numerario (dinero) alguno en el Ayuntamiento, se vio forzado a ordenar la
entrega de cuantas cosas eran de extrema necesidad para la población. PEDRO
VELASCO OLMO
Así me
contaba Francisco Guerrero Berdún, el tío Frasco, las requisas que realizaron a
su familia. Una familia de clase media que vivía de su trabajo diario:
Mi
abuelo Salvador Berdún Franco tenía animales, y hacía la matanza dos veces en
semana. En la plaza de Abastos teníamos dos puestos, la carnicería (tablajero) y
la chacinería, que regentaba mi tío Alfonso Berdún Romero. Mi tío Benito era el
que realizaba la matanza (matarife).
En
mi casa de la calle Real teníamos un saladero con hojas de tocino, jamones
colgados y salchichones, porque el salchichón solo se hacía por encargo; solo
lo comían los ricos. En las matanzas solo se hacían morcillas y longanizas.
Decían
a mi madre, “Rosario, cúrame tantos jamones y tantos salchichones; guárdame
tantas hojas de tocino”.
Los
milicianos llegaron un día con un camión y se lo llevaron todo. Se llevaron 17
hojas de tocino, 15 o 20 jamones, 15 o 20 pavos, cerdos, gallinas, pollos y de
todo. Después teníamos que ir por las chacinas al Ayuntamiento y sacar un vale.
Mi
abuelo también tenía una vaqueriza, donde ahora está el bar STOP, con alrededor
de una docena vacas de leche.
Los
productos incautados eran transportados en carros y borricos a un economato
donde eran almacenados. El sitio que eligieron como economato y lugar de
reparto, fue donde está ahora el Centro de Educación de Adultos, en la calle
Salgueros nº 68.
Según
Ildefonso Felguera Herrera, cuando acabó la guerra:
Aquí estuvo instalada una cocina, que
cuidaba de dar alimentos a los más necesitados de la época, y muy
particularmente a la desnutrida y hambrienta población infantil. […] Una casa
de grandes dimensiones, que disponía de un gran patio, incautada al PSOE/UGT, a
la que más tarde se le denominó “El Comedor”
DOCUMENTALIA
(Pág. 174)
Según
declaraciones propias en la causa seguida contra él, Andrés Herrera González
dijo que, “fue nombrado
Jefe de Economato a los tres días del movimiento. Su cargo era solo para recibir víveres,
repartiéndose entre los necesitados y disponer su venta. El cargo se lo dio el
alcalde por inspirarle más confianza que otros para llevar la contabilidad”.
A los
vecinos que se dedicaban a la venta de leche de vaca y cabra, se les obligaba a
facilitar leche a los enfermos pobres, mediante vales, que por prescripción
médica, les fuera necesaria.
La
leche de las vacas se la llevaban los milicianos para ellos, con un vale que
hacían los médicos. Para nosotros solo nos dejaban la que gastábamos. En la
puerta de mi casa en la calle Real, pusieron a un miliciano con una escopeta,
para que no se vendiera leche a nadie que viniera con dinero. FRANCISCO GUERRERO
Los
cabreros del pueblo tenían que ir diariamente a la puerta del economato con sus
cabras y, tras ordeñarlas, dejar allí la leche que se requiriera, que luego se
repartía. Las cabras que se encontraban en los cortijos, había una persona encargada
de ir a recogerla.
JUAN RAMÍREZ
RÍOS (a) “El Moreno”. Era el encargado de recoger leche y ordeñar
las cabras de los cortijos por orden del Comité.
Pero
no todo eran alimentos. Juan Morillo Mendoza, miembro del Comité de Campillos,
firmó un documento que interesaba del Comité la incautación del tabaco
existente en la sucursal de la Compañía Arrendataria de Tabacos, por haber sido
declarada facciosa.
Para los repartos de comestibles y artículos de primera necesidad entre la población, se hicieron vales que había que ir a recogerlos en el Ayuntamiento, donde diariamente se confeccionaba una relación de las familias del pueblo que habían sido socorridas.
Este reparto entre los vecinos era hecho con arreglo a un baremo de distribución según las carencias, necesidades y los componentes de cada familia. El canje de vales por alimentos se hacía en el economato, así como en las tahonas y en las tiendas.
En el
economato, estaban los rancheros que guisaban para los más necesitados y para
el abundante número de refugiados que habían llegado a Campillos, huidos de los
pueblos de Sevilla donde había triunfado el golpe militar. La comida elaborada, también era para los milicianos que estaban de guardia. Esta, una vez preparada,
era introducida en un coche que la llevaba por los puestos de vigilancia que
indicaba el Comité.
El tío Frasco me contaba:
Había
un coche que le llamaban el de los “Huevos”, que era de Juan Campos Moreno,
suegro de don Manuel Ruiz el médico, que le habían quitado los asientos y en
medio ponían en canastas, la carne frita para repartir entre las guardias que
estaban en las barricadas.
El
vale en Campillos tenía una función similar a lo que después de la guerra, fue
la cartilla de racionamiento. Era un sistema de reparto, principalmente de alimentos,
de tal forma que a cada familia, en función del número personas que la
componían, se le asignaba una
cierta cantidad de alimentos o productos de primera necesidad.
El
tío Frasco también me contó cómo se realizaba el reparto de vales en el
ayuntamiento
“¿Cuantos sois de familia? – Tantos –
Tenéis que ir tal día. Miran la nota y dicen: Os llevasteis tal día tal cosa;
os pertenecen dos kilos de arroz, un kilo de azúcar y tantos kilos de carbón”.
La carbonería estaba en la Iglesia, en la capilla del Cristo”
Gracias
a los vales, en algunas casas, las más pobres, nunca habían comido tan bien
como en aquel momento.
REQUISAS DE GANADO
Igualmente
se llevaron a cabo requisas de ganado, tales como cerdos, cabras, ovejas,
gallinas, conejos, vacas y terneros. Una vez requisado, los alimentaban con el
trigo que aún estaba en las eras.
Antonio Muñoz Páez (MOLLINA). En el
Cortijo Nuevo, fueron por primera vez unos cinco individuos, entre los que
recuerda a Diego Galeote Cañamero (a) “Micaelo”, los cuales se llevaron todas
las aves de corral, y que en otra ocasión volvieron con un camión, llevándose
existencias en leña.
No
solo se iba a los cortijos de la zona bajo dominio del Frente Popular, sino que
cuando las reses empezaron a escasear, se organizaron columnas de milicianos
que en caballerías se introducían en la zona nacional para la captura de
ganado, tal como ocurrió en una que se organizó para ir a La Roda el 26 de
agosto de 1936, que finalmente finalizó en fracaso.
Ese
día en el “Diario de Operaciones 1936 –
1939” del General Varela, se escribe:
El comandante militar de La Roda, tuvo
conocimiento a las 10, de que un grupo de fuerzas de caballería roja, se
dedicaba al robo de ganado en las fincas próximas, ordenando la salida de dos
secciones de Infantería de las fuerzas allí destacadas y 40 falangistas
consiguiendo darles alcance a un kilómetro de Sierra Yeguas, estableciéndose
vivo tiroteo y logrando rescatar 40 vacas y 180 cabras, teniendo por nuestra
parte un sargento y un falangista heridos, regresando las fuerzas a La Roda sin
más novedad.
Que él
solamente salió una vez con una columna formada de veinte o treinta milicianos
que fueron a Sierra Yeguas a recoger ganado por orden del Comité para abastecer
de carnes a la villa de Campillos, sin autorización de los dueños, pero que
tampoco llegaron a traérselas a Campillos. FRANCISCO ESCOBAR VALLE
Cuando desde el economato se avisaba, que las existencias de carne se estaban reduciendo, los animales a sacrificar eran conducidos al matadero. Una vez troceada, la carne la llevaban al economato.
Tal era la abundancia de carne, que el Comité de Campillos no tuvo inconveniente en donar gallinas y pavos al Comité de Administración y Servicios de la Diputación Provincial de Málaga. Recuerdo que por esas fechas, Pedro Velasco Olmo, el alcalde de Campillos, era presidente de la Diputación.
En el día de la fecha se han recibido
en este Comité los siguientes donativos en especie y metálico, con destino a
los establecimientos benéficos provinciales y a los refugiados a nuestro cargo:
Comité de Enlace de Campillos, 77 aves
de corral y seis pavos.
19360827 003 El Popular
Las actuaciones sobre el ganado, incluso el de labor, fueron arbitrarias, el sacrificio de animales excesivo y el consumo de carne abusivo.
EL PROBLEMA DEL PAN
Como
el pueblo necesitaba pan, el Comité de Campillos se incautó del grano de trigo
existente en los graneros de las casas de derechas y de los cortijos, y a la
fábrica de harina se le ordenó que no dejase un instante de moler para que no
faltase el pan.
En
las panaderías, se tuvo que amasar y cocer pan gratuitamente para la población.
Si era necesario, el Ayuntamiento expedía vales a los panaderos del pueblo para
que consiguieran el trigo con que elaborar el pan.
Fue al granero, e hizo entrega de 110
sacos de 90 kilos cada uno. El grano lo cargaron varios obreros en el camión, a
los que acompañaban cuatro hombres armados enviados por el Comité. Ésta
operación se desarrolló también otros días, siendo pesado en báscula todo el
que se entregaba. De la fábrica de harinas se llevaron 20 sacos de harina en un
camión, le dieron un recibo. El día siguiente, volvieron nuevamente,
entregándoles otros 30 sacos, dándole nuevamente un recibo.
Los panaderos,
una vez recogido el trigo a sus propietarios, lo molían por sí mismos si tenían
medios propios para ello, o, en otro caso, encomendaban la molturación a la fábrica
de harinas; amasaban después el pan en sus tahonas y lo despachaban al público
a cambio de los vales correspondientes.
Señor
Miguel Ortega
Sírvase
usted sin escusa de ninguna clase a proceder a la organización de personal,
para que mañana a primeras horas se “morture” la cantidad de trigo necesario
para el abastecimiento de la población, en la Fábrica de Harinas que marcha
bajo su dirección.
Caso
de contravenir las órdenes anteriormente expresadas, incurrirá en las
responsabilidades consiguientes.
Campillos
a 22 de Julio de 1936
El Alcalde:
Firmado Pedro Velasco
Compañero Pedro (Velasco):
Ahí te enviamos la cantidad de 1587
kilos de trigo, extrayéndose de la cantidad de 1950 kilos se restan 363 kilos
advirtiéndote que el tanto por ciento que se descuenta es el de 21 por ciento.
Nosotros no sabemos mucho de esa cuestión, pero nosotros tenemos entendido que
el descuento es del 20 o 21 por ciento. Ustedes pueden certificar.
Encargado
de la Fábrica de Harinas de Campillos
AYUNTAMIENTO
DE CAMPILLOS
Sírvase
entregar al portador del presente oficio treinta sacas de harina de cien
kilogramos, que se le ha requisado para asegurar el abastecimiento de la
población.
Campillos
24 de Julio de 1936
El Alcalde
EL PROBLEMA DE LA SUBSISTENCIAS
A excepción
del pan y la carne, la mayoría de los víveres escasearon. Uno de los alimentos
que faltó desde el principio fue el azúcar, lo que obligó al Comité a tomar una
decisión:
ACTA
DEL COMITÉ
En
la villa de Campillos a 25 de Julio del 1936
Reunido
en sesión el Comité encargado de la organización y dirección del movimiento,
bajo la presidencia del compañero Juan Velasco Olmo, se acuerda lo siguiente:
Se acuerda
no dar azúcar por no poder adquirirlo con dinero; pero que por el contrario se
abastecerán a aquellos industriales que lo deseen, con la ventaja de hacerlo
efectivo en el tiempo que antes se convenga.
En poco tiempo, empezó a faltar por completo todos los
productos de la huerta: patatas, cebollas, pimientos, habichuelas, tomates, limones,
etc. El sacrificio de las gallinas provocó la escasez de huevos.
También el bacalao salado y seco, alimento que tanta hambre
había quitado a las familias pobres, empezó a faltar.
El
problema de las patatas fue general en toda la provincia. Así lo denunciaba la
prensa de la capital malagueña:
Existen vendedores de patatas que
exigen al comprador, para venderles patatas, que adquieran otros artículos en
el puesto. Eso es inadmisible y esta Alcaldía no permite ni permitirá, que eso
ocurra. Por tanto, se advierte que no vuelvan a repetirse tales casos, y si
algún dueño de puesto lo
hiciera, que se denuncie
inmediatamente al primer agente de la autoridad próximo, para imponerle la
sanción necesaria.
19360801 001 El Popular
En
algunos pueblos, como en La Roda, se llegó a intercambiar alimentos con otros
lugares. En este caso carne por pescado con Málaga
Un
día se pensó en adquirir pescado, y a Málaga caminaron cuatro novillas, para
convertirlas en ocho o diez cajas de pescado. Unos miles de pesetas (del ganado),
por cuarenta o cincuenta duros (del pescado). Como la adquisición del ganado se
hacía sin dificultad, no importaba la pérdida en el cambio.
19360821 010 ABC
LA CLÍNICA DE URGENCIA
En la parte
alta de la calle Santa Ana, en el número 36, ya había con anterioridad a la
guerra una Clínica Municipal de Urgencia, donde realizaban su labor sanitaria los
médicos, don Jacobo Lanzas Orellana (1901) y don Francisco Mesa Rodríguez
(1901). Como subdelegado local de Medicina estaba don Juan Salguero Morales
(1880). En el pueblo había también una comadrona que se llamaba doña Francisca
Borrego (1893), natural de Lora de Estepa (Sevilla)
La
primera ubicación de dicha Clínica estaba en la calle Real nº 79, en una casa
que el ayuntamiento alquiló a don Antonio Palop Casasola. Entró en servicio a
primeros de 1927, siendo su director el médico don Jacobo Lanzas Orellana. Era
natural de Alameda, y llegó a Campillos con 24 años, con la carrera recién
terminada.
JACOBO LANZAS ORELLANA |
El ex diputado socialista de Campillos Benito Luna, encontró en
la Clínica su refugio, durante los primeros días de la guerra civil
Que el 18 de Julio último se
encontraba en Campillos, y ante la situación caótica que se produjo en el
pueblo, consiguió el dicente ingresar en la Clínica de urgencia, donde
desempeñó un puesto meramente administrativo, con el fin de sustraerse en lo
posible a la actuación de los elementos dirigentes de la localidad y de la
multitud desbordada, pues en realidad no puede afirmarse que los directivos
ejercieran de hecho autoridad alguna, evitando también el contacto con
elementos forasteros revolucionarios.
BENITO LUNA
ANORIA
Un hecho significativo
que ocurrió durante las primeras semanas de la guerra, en las que el Comité del
Frente Popular estuvo al frente del
pueblo, y en la que los médicos de la Clínica tuvieron que intervenir,
fue la herida de bala que sufrió el Jefe de las Milicias del pueblo, Fernando
Parejo Romero.
Que a los seis o siete
días de iniciado el Movimiento prestó su asistencia facultativa a Fernando
Parejo Romero, el cual, según referencias, había sido herido por otro compañero
suyo involuntariamente, indicando que la herida que presentaba el mentado
sujeto era de poca consideración por tratarse de un sedal y que aproximadamente
al término de los quince días fue dado de alta definitivo. JACOBO LANZAS ORELLANA
Que a los pocos días de iniciado
Movimiento recibió una herida por arma corta de fuego en sedal, en la región
del triangulo de Scarpa derecho, debido a una imprudencia de un compañero suyo,
mientras se encontraba prestando servicio de guardia en el Ayuntamiento de
Campillos. FRANCISCO
MESA RODRIGUEZ
También
se puede señalar la cura que se tuvo que realizar la noche del 15 de agosto, al
conductor del camión que conducía a más de veinte personas de Campillos a la
muerte.
La noche en que fueron asesinadas
varias personas, no se encontraba en la Clínica. Fue llamado a ella para que
curara a un chofer de una herida en la espalda producida por arma blanca. Le
produjo gran extrañeza la explicación que el lesionado le dio de cómo se la
había producido. A la mañana siguiente se enteró de que había herido por un
muchacho llamado (Pedro) Cañamero cuando lo conducían junto con otras personas
de derecha a asesinar.
JACOBO LANZAS ORELLANA
La
Clínica, era uno de los lugares donde se solía poner una mesa electoral. En las
municipales de febrero de 1936, allí votaron los vecinos de las calles Guzmanes
y Santa Ana.
Una vez entraron
las tropas nacionales en Campillos, para atender a los heridos que venían del
frente de Gobantes, la Cruz Roja instaló en la casa de Baltasar Peña Hinojosa,
en la calle San Sebastián nº 9, lo que llamaban un Hospital de Sangre. Así lo
podemos ver en el libro de Gil Gómez Bajuelo, “Málaga bajo el dominio rojo”, pág. 25.
*********
En la primera crónica de "El Comité del Frente Popular de Campillos", hablé de los orígenes de dicho Comité, que fueron anteriores a la guerra civil, de cual fue su composición y su organización a partir del inicio de la guerra, de como fue la entrega de armas a las milicias, de la actuación de la Guardia civil del pueblo en esos primeros días, del cuerpo de Carabineros que vinieron a reforzar las milicias locales, y de como se retribuía económicamente a los milicianos por su actividad.
https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2023/02/el-comite-del-frente-popular-de.html
La próxima Crónica, será la tercera parte de "El Comité del Frente Popular de Campillos". En ella hablaré de los refugiados que llegaron a Campillos procedentes de los pueblos sevillanos que habían sido ocupados por las tropas rebeldes del general Queipo de Llano. También contaré los sucesos que ocurrieron en esos pueblos que motivaron la huida de estas personas.
https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2023/03/el-comite-del-frente-popular-de.html
Comentarios
Publicar un comentario