SIERRA DE YEGUAS, VERANO DEL 36

 


El 18 de julio de 1936, el alcalde de Sierra de Yeguas era José Mora Prados (1882) Tenía una mercería. Casado con Soledad Morales Palacios, de Puente Genil. Militaba en el partido Unión Republicana de Diego Martínez Barrio, del cual fue presidente local desde septiembre de 1935 hasta el 19 de julio de 1936. Anteriormente perteneció a la gestora de Alianza Republicana, una agrupación de partidos republicanos que impulsó el “Pacto de San Sebastián” en 1930, y posteriormente al partido Radical de Alejandro Lerroux, del que también fue presidente a nivel local.

Durante mes y medio, formó parte de la Gestora municipal que se creó tras la anulación de las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, y la celebración de las nuevas el 31 de mayo de ese año. En abril de 1934, perteneciendo al partido Radical, fue designado alcalde, cargo que desempeñó brevemente, hasta el 27 de julio del mismo año. Tras las elecciones generales del 16 de febrero de 1936, en las que su nuevo partido, Unión Republicana, se presentó dentro de la coalición del Frente Popular, fue nombrado de nuevo alcalde de Sierra de Yeguas. Por tanto podemos ver por su trayectoria que era un ferviente republicano de izquierdas, pero no socialista.

Al inicio de la guerra, el ayuntamiento de Sierra de Yeguas estaba formado por siete concejales socialistas y dos comunistas, además del alcalde José Mora Prados, que había sido nombrado por el Gobernador civil de Málaga. Varias veces, mediante votos de censura en el pleno municipal, los concejales socialistas y comunistas, intentaron que José Mora dejase el cargo de alcalde, cosa que no consiguieron al depender su nombramiento del gobernador.

Con posterioridad a estas elecciones generales de febrero de 1936, en muchos pueblos y ciudades se crearon comisiones o comités municipales del Frente Popular en los que estaban representados los partidos que formaban la coalición, con la finalidad de controlar a nivel municipal el desarrollo del programa con el que se presentaron a dichas elecciones, interactuando como un canal de enlace entre los partidos y sindicatos que lo constituían, y los ayuntamientos en los que gobernaban.

Al igual que los comités, también existían grupos de milicias de los partidos del Frente Popular, que realizaban funciones de seguridad y vigilancia para sus partidos afines, principalmente socialistas y comunistas. Estos grupos algunas veces chocaban con otros de ideología contraria, principalmente falangistas, dando lugar a enfrentamientos como los que ocurrieron en Campillos el 28 y 29 de mayo de 1936, o en Madrid el 10 de junio de 1934, cuando falleció el joven campillero Juan Cuellar Campos.

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https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2022/07/la-tragedia-de-una-familia-de-campillos.html

En Sierra de Yeguas, en una sesión municipal celebrada el 4 de junio de 1936, el concejal socialista José Real Quirós, que poco después sería alcalde, pidió la dimisión de José Mora como alcalde por su negativa a ordenar registros en domicilios de ciudadanos de tendencia “fascista”, porque se sospechaba que sus moradores podían tener armas. ¿Se imaginan hoy día, un alcalde ordenando registros en cualquier vivienda particular? Pues así entendían en aquellas fechas como debía ser la democracia republicana.

Cuanto se produjo el golpe de estado por los militares, dichos comités y milicias eran unas organizaciones con un modo de funcionamiento bien engrasado, que solo tuvieron que modificar sus objetivos inmediatos. Desde el 18 de julio, en muchos lugares, pasaron a ser órganos de gestión revolucionaria que, en el ámbito local y provincial, asumieron el poder en sustitución de los ayuntamientos y de otros organismos de la administración.

En Sierra de Yeguas, además de las milicias de izquierda, con las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) a la cabeza, también había un grupo numeroso de personas afiliados a Falange Española. Entre ambos grupos se manifestaba una tensión no disimulada.

Unos días antes de iniciarse la Guerra civil, se presentó una patrulla en el domicilio del padre del declarante, con el objeto de realizar un registro, buscando armas y un carnet de Falange, figurando en dicha patrulla José Farelo Martínez (a) “Alegría”, el cual amenazó a un hermano del declarante, porque pertenecía a Falange, diciéndole que lo iba a pasar mal si no dejaba sus ideas.

FRANCISCO CONTRERAS VALVERDE.

A través de la documentación que he manejado, he podido sacar algunos nombres de los falangistas que había en el pueblo:

† Juan González Carvajal (Jefe local). Labrador 27 años

† Ignacio Aguilar Carvajal. Labrador 24 años

† Juan Aguilar Carvajal. Estudiante 19 años

† Francisco Casero Carvajal. Estudiante 22 años

Juan Sánchez Carrión

† José Osorio Navarrete. Estudiante 18 años

† Cristóbal Osorio Navarrete. Estudiante 16 años

† Francisco Ortiz Camacho. Labrador 50 años

† Francisco Casado Morente. Labrador 35 años

† Manuel Ruiz Valencia. Médico 36 años

† Manuel Prados Sánchez. Labrador 35.años

Salvo Juan Sánchez Carrión, todos fueron asesinados durante las tres semanas de terror que se vivieron en Sierra de Yeguas desde el 4 al 26 de agosto de 1936

LA GUERRA CIVIL

El 18 de julio era sábado, y en toda la comarca, la mayoría de la población estaba ocupada en las tareas del campo, ajena por completo a los sucesos que estaban ocurriendo en las ciudades.

A través de las emisoras de radio de Málaga, Ceuta, Tetuán, Sevilla o Madrid, se recibían noticias confusas y contradictorias de lo que estaba ocurriendo en todo el país. Unas apuntaban a un éxito del pronunciamiento militar, y otras aseguraban el aplastamiento del mismo.

En Sierra de Yeguas, como en toda España, las noticias sobre lo que estaba ocurriendo eran escasas, por lo que había una gran avidez por saber lo que se decía en la radio.

Los ánimos estaban muy exaltados en el pueblo, por lo que el alcalde José Mora Prados, fue al cuartel de la Guardia civil, para pedirle al sargento Francisco Pineda Maldonado, comandante del puesto, que pusiera a una pareja de guardias a vigilar las calles por la noche.

Estando hablando con él, vieron cruzar la plaza donde estaba el cuartel, a los falangistas Juan González Carvajal, que era el jefe local, Juan Aguilar Carvajal, Francisco Casero Carvajal y Juan Sánchez Carrión, camino de la casa de este último, que estaba contigua a la casa Cuartel, posiblemente para oír la radio.

Según la versión del alcalde, comentó con el sargento, que como los vieran los socialistas, se iban a llevar un disgusto, por lo que el sargento le sugirió detenerlos como medida de precaución.

Después de esta conversación, el alcalde, José Mora Prados, la tarde del 18 de julio, viendo el estado de excitación que estaban tomando las calles, ordenó al sargento de la guardia civil que detuviera a los cuatro, pero, según él, con la idea de ponerlos en libertad el lunes 20, cuando los obreros reanudaran el trabajo.

Esta es la versión que dio el alcalde, pero según la declaración del sargento de la Guardia civil, la detención de los cuatro falangista, fue un poco anterior al 18 de julio, y no había en las calles ninguna excitación. Simplemente fue una decisión personal del alcalde.

El caso es que no fueron puestos en libertad el lunes día 20, ya que para ese día, había un nuevo alcalde en el pueblo, como ya veremos. Siguieron detenidos, y salvo Juan Sánchez Carrión, los otros  tres fueron asesinados el día 5 de agosto.

Cuando amaneció el domingo 19 de julio, parecía claro que los militares rebeldes se habían impuesto en las capitales de Sevilla, Cádiz y Córdoba, mientras que habían fracasado en la capital malagueña.

El papel de la Guardia civil de Sierra de Yeguas, al mando de la cual estaba el sargento Francisco Pineda, fue de lealtad al gobierno de Madrid. En esos momentos se mantuvieron a las órdenes del gobernador civil de Málaga, José Antonio Fernández Vega y del alcalde José Mora Prados, permaneciendo acuartelada esperando órdenes desde Málaga.

Las órdenes llegaron diciendo que todos los guardias civiles de los puestos próximos, se debían concentrar en la cabecera de línea, que era Campillos.

Ese día 19, el alcalde, según sus declaraciones, “antes de que se echaran encima los acontecimientos, habló con cinco significados elementos de orden de la localidad, diciéndoles que la Guardia civil se la llevaban, y que él estaba solo en el Ayuntamiento y no podría contener a las masas, por lo que era el momento de decidirse a echarse a la calle, antes de que hicieran dueños de ella los elementos revolucionarios. Nadie respondió a tal llamamiento”.

Ese mismo día, los partidos de socialista y comunista de Sierra de Yeguas, acordaron constituir un Comité de Defensa local, que estuvo formado por:

Antonio Solís Fernández (Presidente) (a) “Chato”, del PSOE

Juan García Martínez (Vicepresidente) del PCE

José Torres Torres (Secretario) (a) “Canario” de la UGT

Francisco Aguilar Díaz de la UGT

José Torres Romero del PSOE

Francisco Aguilar Torres del PCE

Baltasar García Pérez de las JSU

Antonio Méndez Benítez de las JSU

El presidente del Comité, el socialista Antonio Solís Fernández, había sido alcalde de Sierra de Yeguas, participó en los sucesos revolucionarios de octubre de 1934, por los que fue condenado a prisión en un Consejo de Guerra.

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2022/11/octubre-de-1934-segunda-parte-los.html

La primera medida que tomó dicho Comité, fue exigir al alcalde José Mora, que recordemos era miembro del partido Unión Republicana de Martínez Barrio, que se requisaran las armas existentes en el pueblo, y se entregaran a las milicias de izquierdas.

El alcalde se negó a realizar estos registros, y a armar a los milicianos, por lo que la noche del 19 de julio, en una sesión extraordinaria del Ayuntamiento, presentó su dimisión como alcalde del pueblo, por no estar de acuerdo con ello.

Seguidamente el Sr. Don José Mora Prados, expresó a los reunidos, que habiéndose constituido en la localidad en el día de hoy, un Comité de defensa del régimen republicano, al objeto de dar órdenes a las Milicias armadas para que estas actúen en todos los conflictos que puedan surgir en el pueblo, a consecuencia del movimiento subversivo planteado por las derechas, no estando conforme con el espíritu anteriormente expuesto, salva su voto y hace renuncia desde este momento del cargo de Alcalde-Presidente de la Corporación, para que esta con toda libertad, elija nuevo Alcalde, que esté dispuesto a asumir la responsabilidades que puedan derivarse de las actuales circunstancias de anormalidad porque atraviesa el país, manifestando al propio tiempo que está decidido a prestar en adelante su apoyo a la Corporación como Concejal.

Acto seguido la corporación acordó por unanimidad el nombramiento de Alcalde-Presidente al concejal socialista José Real Quirós (a) “Pepillo el de Juan Real”. Era dueño de un café, donde se reunían todos los socialistas. Casado. Vivía en la calle San Bartolomé nº 5.

Con José Real Quirós de alcalde, el Comité de guerra, pasó a tomar el mando y asumió la autoridad del pueblo, con el beneplácito del alcalde, y la primera decisión que tomó fue la de requisar las armas de fuego que hubiera en la localidad. Algunas personas tenían licencia para tener armas para su defensa personal, pero la mayoría eran escopetas de caza.

Se practicaron numerosos registros domiciliarios en su busca, la mayoría de las veces con resultados negativos, y en algunos casos con incidentes, ante la resistencia a los registros que presentaron varios propietarios.

El escaso armamento que se requisó estaba formado por escopetas de caza, y algunos rifles y pistolas, muchas inservibles y otras tantas obsoletas. Y si escaso era el armamento, más aún lo era la munición. Las armas quedaron depositadas en el Ayuntamiento.

Al marcharse de Sierra de Yeguas la Guardia, fueron entregadas al alcalde José Real las llaves del cuartel para su custodia. El resultado de la entrega de las llaves, fue que las casas de los guardias fueron saqueadas, apoderándose el alcalde del sable del sargento comandante del puesto. En el cuartel también estaba depositado el armamento de los particulares que habían sido entregadas para chatarra por los juzgados, o por haber sido requisadas por infracción a la Ley de caza.

El Comité de guerra, se hizo cargo de dicho armamento depositado en el cuartel, así como del que había en el Ayuntamiento, el cual fue repartido entre los milicianos socialistas y comunistas. Con esas armas se formaron patrullas y se organizó la vigilancia de las entradas al pueblo.

El martes 21 de julio, ordenado por el Comité, y con la conformidad del alcalde José Real Quirós, comenzaron las detenciones de personas de derechas.

Según declaración de uno de los detenidos en la cárcel, Ignacio Sánchez Herrera, realizada para la Causa 312 de 1939, que se siguió, después de finalizada la guerra contra dicho alcalde:

Que conoce personalmente al encartado José Real Quirós, alcalde que fue durante la dominación marxista en Sierra de Yeguas, ignorando las atribuciones y funciones a las que dedicaba su actividad, pues aparte del Ayuntamiento, existía otro Comité de guerra, al frente del cual estaba un individuo apodado “El Chato”, y es de creencia del manifestante que el alcalde estaba al tanto de todo lo que se trataba en el Comité de guerra, y tiene que hacer constar que dicho individuo, aparte de la autoridad que tenía, no se opuso a ninguno de los crímenes que en Sierra de Yeguas se perpetraron, exponiendo concretamente, en prueba de lo que afirma, que un familiar del declarante, estuvo a verlo con el fin de que se intercediese por él, y se le colocase en libertad, pues se encontraba detenido, negándose rotundamente el tal José Real al favor que se le solicitaba, pues según expresión suya, el dicente se encontraba detenido por fascista, y estaba por eso bien metido, y que ya se vería si le ocurría o no le ocurría nada. Indica igualmente, que dicho sujeto visitaba frecuentemente la cárcel, en donde se encontraban los detenidos de derechas, revisando la fuerza que les custodiaba.


A eso de las 11 de la mañana de ese día 21, un gran grupo de vecinos del pueblo, en el iban incluso mujeres, detienen a José María Gozalvez Morales, y a sus hijos José María y Emilio Gozalvez Solís. Estaban afiliados a la CEDA, el partido de Gil Robles, Fueron llevados a la cárcel que habían habilitado en el pajar del cuartel de la Guardia civil. Vivían en Antequera en la calle Infante, pero solían pasar temporadas de veraneo en una finca de Sierra de Yeguas.

Según Emilio Gozalvez Solís, “fueron maltratados cruelmente en la cárcel, donde les pegaron, les hicieron realizar las faenas más bajas, como limpiar retretes, barrer, etc., y muchos días no les dieron de comer”.

La noche del 21 de julio, los miembros de las Juventudes Socialistas, destrozaron la Iglesia de la Inmaculada Concepción, y aunque quedó en pie la estructura del edificio, se destruyó un bello retablo del siglo XVII y las antiguas y artísticas imágenes atesoradas por sus antepasados, así como ornamentos y demás objetos de culto. Después la parroquia fue convertida en economato y matadero de reses.

En la revuelta que se formó esa noche, un disparo con plomos, alcanzó en la cara a Francisco Casero Ramírez, que se encontraba en su casa, al lado de la iglesia.

Del estado en que quedó la iglesia de Sierra de Yeguas, sabemos por la carta que el nuevo párroco de Campillos, que llegó a primeros de octubre, don Cesáreo Alonso Domínguez, envió al arzobispado de Sevilla el 23 de octubre de 1936: “en la visita que hice ayer a la iglesia parroquial de Sierra de Yeguas, pude comprobar sin ningún género de duda que ésta ha sido violada por la repetición de actos impíos, sórdidos y escandalosos”.

El 22 de julio, continuaron las detenciones, en este caso tres falangistas que se unieron a los cuatro que ya estaban en la cárcel, que habían sido detenidos por la Guardia civil. Estos tres eran:

Manuel Prados Sánchez, de 35 años, que con anterioridad había sido alcalde de Sierra de Yeguas. Fue detenido en su domicilio por el guardia municipal Pedro Puertas Torres y otro apodado el “Caracoles”. Pedro Puertas, fue uno de los implicados y condenados por los sucesos revolucionarios de octubre de 1934, en Sierra de Yeguas.

A la hora de la siesta, también detienen en su domicilio en la calle Cruz nº 4, a los hermanos Ignacio y Juan Aguilar Carvajal de 24  y 19 años respectivamente. Ambos pertenecían a la Falange.

Por la noche asaltan el domicilio de Pedro Solís Gozalvez, destruyendo el mobiliario y quemando todo, ropas, muebles, etc. Posteriormente fueron al Círculo de Labradores, donde fueron destrozados y quemados los muebles y enseres del mismo.

Pedro Solís Gozalvez, era uno de los terratenientes de Sierra de Yeguas, aunque vivía con su familia en Málaga, en la calle Echegaray nº 4. Era cuñado de José María Gozalvez Morales, detenido la mañana anterior. Acudía periódicamente al pueblo, donde tenía casa,  para hacer seguimiento de sus propiedades, entre ellas el cortijo “Concejil” y el cortijo “Cañada Hermosa”.

Desde el Comité, lo consideraban el jefe del movimiento en Sierra de Yeguas, y a pesar de buscarlo durante esos primeros días por el pueblo, no dieron con su paradero. Finalmente el 16 de agosto, fueron a Málaga para asesinarlo, como ya veremos.

 Antonio Solís Fernández (a) el “Chato”, presidente del Comité de Sierra de Yeguas, el 30 de noviembre de 1936, declaró en Málaga ante el Tribunal Popular, diciendo que “varios vecinos, le dijeron que al comienzo del verano, había estado en aquel pueblo un capitán del Ejército, que en unión de Pedro Solís, se había dedicado a recaudar dinero, recogiendo solamente unos 30 duros, por lo que se fue molesto del mismo; que el citado capitán, estuvo en casa de Pedro Solís y de su esposa Ana Gozalvez, y que le dijeron que aquel dinero estaba destinado al movimiento”.

25 de julio. Detienen a Diego Osorio Huerta de 47 años de edad, secretario del Ayuntamiento. Lo pusieron en libertad el 8 de agosto, para volverlo a detener más adelante como ya veremos.

El 27 de julio asaltan el cortijo “Cañada Hermosa”, propiedad de Pedro Solís Gozalvez, quemando el mobiliario de la casa y apoderándose de cuanto de valor había, además se llevaron cereales, reses y aceite.

El 28 de julio, cuando se encontraba en el Ayuntamiento, detienen a Juan Notario Mora de 38 años de edad. Era el secretario del Juzgado municipal.

29 de julio. Por la mañana, es detenido en su domicilio el médico Manuel Ruiz Valencia de 36 años, cuando se encontraba atendiendo a los enfermos que asistían a su consulta, por el guardia municipal Simón García Sánchez (a) “Simonillo el de la Mora”, con la ayuda de dos soldados que en aquellos días estaban de permiso y se pusieron a las órdenes de las autoridades municipales. La orden de detención la dio el presidente del Comité Antonio Solís Fernández (a) “El Chato”. Según testimonio de su esposa, “estuvo en el cuartel de la Guardia civil, en un pajar habilitado para cárcel, donde estuvo con cuarenta grados de fiebre, negándose el otro médico, D. Manuel Rodríguez a asistirle”.

Los municipales detienen también ese día en su domicilio a Fernando Martin Rodríguez, de 58 años de edad. Era empleado en el Ayuntamiento. Y también a Francisco Casado Morente (a) “Paco el de la Tahona” de 35 años, que fue detenido, estando en su domicilio, por un soldado de Sierra de Yeguas, en unión de unos municipales, uno de ellos llamado José Farelo Martínez (a) “El de Nazario”.

Sobre José Farelo Martínez (1912), tengo que comentar que era militante del PCE. Casado y de profesión barbero. Tenía por apodos “Alegría” y también “el de Nazario”. Había sido condenado en octubre de 1934 a ocho meses de prisión, por asesinato frustrado contra Pedro Solís Gozalvez, al que había acechado en un camino, disparándole con una escopeta. Tras la guerra, fue condenado a muerte, y fusilado por la Guardia civil el 13 de mayo de 1942 en las inmediaciones del cementerio de San Rafael.

El 2 de agosto, unos milicianos de la FAI de Antequera, asesinan a José Márquez Calvo–Flores, de 50 años, en la carretera de Sierra de Yeguas a Campillos. Era vecino de Granada y poseía unas tierras en Sierra de Yeguas, el cortijo “El Cerezal”, que labraban unos familiares del alcalde José Real Quirós.

Granada estaba en poder de los nacionales, y quizás pensó que podía estar más seguro en Sierra de Yeguas. El caso es que huyó en un coche particular, perseguido por elementos de la FAI de Antequera que salieron en su búsqueda. Al llegar a Sierra de Yeguas, se refugió en casa de José Real, que era un establecimiento de bebidas. El alcalde se desentendió de él y no le ayudó, lo detuvieron siendo asesinado más tarde por los individuos que le perseguían.

Ese mismo día es detenido en su domicilio en calle Cruz nº 37, Antonio Casero Carvajal de 23 años de edad, por un municipal apodado “Frasquillo el Moro”.

4 DE AGOSTO. COMIENZAN LOS ASESINATOS

En Sierra de Yeguas, había mucha preocupación por el avance de la Columna del comandante Antonio Castejón, que saliendo de Sevilla, había conquistado para los militares golpistas algunos pueblos muy próximos, como La Roda de Andalucía que había caído el día 29 de julio en su poder, y Pedrera el día 30.

A Sierra de Yeguas comenzaron a llegar familias enteras de esos pueblos, que huían de las tropas legionarias de Castejón.

El 28 o 29 de Julio, una familia cruzando las sierras llegaron a Sierra de Yeguas, a unos 23 kilómetros de Lora de Estepa, los niños llegaron con las alpargatas destrozadas y todos con el lógico cansancio y hambre. Unos vecinos de este pueblo, desinteresadamente, y con el peligro que ello conllevaba, los acogieron, les dieron de comer y los calzaron, para seguir, a continuación, su camino hacia Málaga.

Desde el pueblo se escuchaban los cañonazos de la artillería en el ataque a La Roda. Cundió el pánico, y pensando que el siguiente objetivo de los nacionales iba a ser Sierra de Yeguas “todas las hordas rojas huyeron, volviendo al día siguiente, encontrándose que los presos que habían dejado detenidos, se habían dado a la fuga”. Se acusó a Francisco Arias Carbonell de abrir la puerta de la cárcel donde se encontraban detenidos para que escaparan. El alcalde José Real Quirós, con un arma corta, “me amenazó con levantarme la tapa de los sesos”. Aunque según otra versión, se afirma que fue una mujer la que abrió la puerta.

Cuando los milicianos volvieron al pueblo, la mayoría de los fugados fueron de nuevo detenidos, pero las consecuencias de esas detenciones ahora iban a ser trágicas.

Hasta esta fecha, en Sierra de Yeguas se habían producido muchas detenciones de personas de derechas, la mayoría afiliadas a Falange y a la CEDA. Dichas detenciones fueron realizadas por la policía municipal del pueblo, que dependía del alcalde José Real Quirós, por lo que no podía ser ajeno a ello, ni alegar ignorancia de lo que estaba ocurriendo.

La noche del 3 al 4 de agosto, a las dos horas, un camión se detuvo en la puerta del cuartel de la Guardia civil, que hacía de cárcel, e hicieron subir al mismo a diez presos, a los que previamente habían maniatado. Entre los milicianos estaban Antonio Solís Fernández, que era el presidente del Comité, José García Gómez, uno apodado “Carlillos”, otro apodado “Sangre” de Osuna (Francisco Villegas Ruiz), José Torres Torres “El Loco”, los guardias municipales Simón García Sánchez (a) “Simonillo el de la Mora”, José Farelo Martínez (a) “El de Nazario”, Pedro Puertas Torres y Francisco García Gallardo, además de otros forasteros, entre ellos el Factor de la estación de Bobadilla, apellidado Sánchez.

Cuando sacaron a las diez personas del cuartel, los subieron al camión que conducía Manuel Pereira Carbonero (a) “Tres golpes”. Con la excusa de que iban a ser trasladados a Málaga, los llevaron por la carretera de Campillos a Bobadilla, y a unos dos kilómetros de este oueblo, en el cortijo llamado “Cañaveralejo” del término de Antequera, en un olivar situado a la derecha, los bajaron, y los asesinaron, posteriormente los rociaron con gasolina y les prendieron fuego.

Los asesinados fueron:

† Juan González Carvajal, de 27 años de edad. Natural de Sierra de Yeguas. Labrador. Jefe de la Falange local. Hijo de Juan González Martín y Amparo Carvajal Rengel. Casado con Isabel Reina González. Tenían tres hijos Gonzalo (3), Carmen (1) y Dolores que nació cuarenta días después de su muerte.

† Antonio Casero Carvajal, de 23 años de edad. Natural de Sierra de Yeguas. Labrador. Hijo de Francisco Casero Ramírez y Dolores Carvajal Luna. Casado con María Caballero Linares. Tenían dos hijos Dolores (3) y María Jesús de tres meses.

† Francisco Casero Carvajal, de 22 años de edad. Natural de Sierra de Yeguas. Estudiante. Falangista. Hijo de Francisco Casero Ramírez y Dolores Carvajal Luna. Soltero. Era hermano del anterior.

† José María Gozalvez Morales, de 49 años de edad. Labrador propietario. Natural de Badolatosa (Sevilla). Militante de la CEDA. Era hijo de José María Gozalvez Santaella y Dolores Morales Estrada. Casado con Ángeles Solís Gozalvez. Tenían cinco hijos, llamados José María, Emilio, Dolores, Ángeles y María Jesús, de 19, 18, 15, 14 y 10 años de edad, respectivamente. Vivía en la calle Nueva nº 1.

† José María Gozalvez Solís de 19 años de edad. Natural de Málaga. Estudiante. Militante de la CEDA. Hijo primogénito del anterior.

† Ignacio Aguilar Carvajal de 24 años de edad. Comerciante. Falangista. Hijo de José María Aguilar Gálvez y Pilar Carvajal Rengel. Casado con María Ruz Carbonero. Tenían una hija llamada Ignacia de cuatro años de edad.

† Juan Aguilar Carvajal, de 19 años de edad. Natural de Sierra de Yeguas. Estudiante. Falangista. Soltero. Hermano del anterior.

† Manuel Prados Sánchez, de 35 años de edad. Natural de Sierra de Yeguas. Labrador. Falangista. Había sido con anterioridad alcalde de Sierra de Yeguas. Hijo de Francisco Prados Pozo y Leonor Sánchez Prados. Casado con Soledad Torres Solís. Tenían tres hijos Dolores (12), Ángeles (11) y Manuel Ramón (6)

† Juan Notario Mora, de 38 años de edad. Natural de Sierra de Yeguas. Era el secretario del Juzgado municipal. Hijo de Juan Notario González y de Encarnación Mora Domínguez. Casado con Rosario Aguilar Aguilar. No tenían hijos.

† Manuel Ruiz Valencia de 36 años de edad. Médico. Falangista. Natural de Bornos (Cádiz). Hijo de José Ruiz Ruiz y de Enriqueta Valencia Álvarez. Casado con Dolores Carvajal Gálvez, de Sierra de Yeguas. Tenían un hijo, Marcelo José de cinco años.

A mediados de septiembre de 1936, después de la entrada de las tropas nacionales en Campillos y Sierra de Yeguas, fueron recuperados algunos restos de los cadáveres, completamente deshechos, comidos por los perros y aves de rapiña, apareciendo los cráneos con distintas perforaciones.

El 9 de agosto, es detenido en su domicilio en calle Iglesia nº 6, Francisco Casero Ramírez de 49 años de edad, por un municipal apodado “Frasquillo el de la Nora”, y otros más. La noche que quemaron la iglesia, le habían disparado y le dieron con los plomos en la cara.

Francisco García Sánchez, apodado “Frasquillo el de la Nora”, fue otro de los implicados en los sucesos revolucionarios de octubre de 1934 en Sierra de Yeguas, por lo que en un consejo de guerra, fue condenado a prisión.

El 10 de agosto, asesinan al farmacéutico de Sierra de Yeguas, Ernesto León Rodríguez. Cuando empezaron las detenciones en el pueblo, se marchó con toda la familia a Peñarrubia, a la casa de la familia de su mujer. Según testigos, la criada que tenía, Dolores Real Ruz, le acusó falsamente, de tener escondidas armas y fabricar bombas en su laboratorio de farmacéutico. Ese día el guardia municipal José Farelo Martínez (a) “el de Nazario” se presentó en Peñarrubia con José Torres García y Francisco García Sánchez, procediendo a su detención. Se lo llevaron en un coche, y en el kilómetro cuatro de la carretera de Carratraca a Álora, en el puerto de Aralejo, lo hicieron bajar del coche y lo asesinaron.

† Ernesto León Rodríguez de 30 años de edad. Farmacéutico. Natural de Granada. Hijo de José León Manzano y Consuelo Rodríguez Espinosa. Vivía en la calle Campillos nº 2. Casado con Encarnación Giles Fontalva de Peñarrubia, que era maestra. Tuvieron una hija llamada Consuelo.

Esa noche, a la una horas del ya día 11, los guardias municipales José Farelo Martínez (a) “el de Nazario” y Francisco García Sánchez (a) “el de la Nora”, junto con Antonio García Martínez (a) “el Campillero” y Antonio González Romero (a) “Centinelo”, con el pretexto de que los van a llevar a Málaga, sacan de la cárcel a tres personas debidamente maniatadas: Fernando Martín Rodríguez, Francisco Casado Morente y José Aguilar Carvajal. Fueron montados en un automóvil conducido por Manuel Pereira Carbonero (a) “Tres golpes”, tomando dirección a Málaga.

Próximos al pueblo de Peñarrubia, y en el cruce de esta carretera con la de Gobantes, Francisco García “el de la Nora”, que era el encargado de la expedición, ordenó al chofer que parara el vehículo. “Ordenaron que se echaran abajo para tomarles declaración. José Aguilar Carvajal, al darse cuenta de lo que ellos trataban de realizar, se abalanzó sobre el de la “Nora” cayendo ambos al suelo; en este momento se acercó el “Centinelo” e hizo una descarga cerrada sobre sus víctimas, cayendo estas al suelo. Como quiera que José Aguilar no muriera en el acto, sacó el de la “Nora” una pistola y le disparó repetidas veces hasta terminarlo”. Posteriormente a los cadáveres los rociaron con gasolina y les prendieron fuego.

† Fernando Martin Rodríguez, de 58 años de edad. Empleado en el Ayuntamiento. Natural de Estepa. Hijo de José María Martín González y Antonia Rodríguez Solís. Casado con Clara Cornejo Martín, dejando tres hijos José María, fallecido en la guerra, Clara (11) y Fernando (7)

† Francisco Casado Morente (a) “Paco el de la Tahona”, de 35 años de edad. Natural de Sierra de Yeguas. Labrador. Afiliado a Falange Española. Hijo de Antonio Casado Casado y Carmen Morente. Casado con Ángeles Torres Solís, dejando tres hijos Carmen (7) y los gemelos Antonio y Francisco (6)

† José Aguilar Carvajal (a) “Pepe el de la Pilarita”, de 40 años de edad. Natural de Sierra de Yeguas. Labrador. Había sido detenido ese mismo día en su domicilio, calle Cruz nº 4, por José Torres Torres (a) “el Canario”. Era hijo de José María Aguilar Gálvez y Pilar Aguilar Rengel. Soltero. A sus hermanos Ignacio y Juan, los habían asesinado el 4 de agosto.

El mismo José Torres Torres (a) “el Canario”, el 14 de agosto detiene en su domicilio, en la calle Cruz nº 4, a José María Aguilar Gálvez de 70 años y a su hijo Pedro Aguilar Carvajal de 44 años.

El 15 de agosto, asesinan en las afueras del pueblo, en un camino vecinal que va a Pedrera, a Francisco Ortiz Camacho. Había sido detenido en su domicilio, el día anterior por Nazario Farelo Martínez, y el municipal Francisco García Gallardo. En el asesinato intervino una apodado “el Diablillo”.

† Francisco Ortiz Camacho, de 50 de edad. Obrero / Labrador. Afiliado a Falange Española. Hijo de Nicolás Ortiz y María Camacho Casado con Francisca Oliva Domínguez. Tenían dos hijas Carmen y Manuela.

La noche del 16 al 17 de agosto, se personaron en Málaga, en el domicilio de Pedro Solís Gozalvez, en calle Echegaray nº 4, unos individuos del Comité de Sierra de Yeguas, desconocidos para la familia, llevándose detenidos a Pedro Solís, al hijo Emilio Solís, juntamente con la esposa Ana Gozalvez Morales. Como ya vimos, eran naturales de Sierra de Yeguas y allí tenían sus propiedades, pero vivían en Málaga.

Aproximadamente, a la hora de estar detenidos, dejaron libre a la mujer. Al padre y al hijo los llevaron a las paredes del cementerio de San Rafael de Málaga, donde fueron asesinados.

† Pedro Solís Gozalvez, de 58 años de edad. Labrador. Natural de Sierra de Yeguas. Hijo de Emilio Solís y de Ángeles Gozalvez. Casado con Ana Gozalvez Morales, natural de Badolatosa (Sevilla). Tenían un único hijo, Emilio.

† Emilio Solís Gozalvez, de 18 años de edad. Natural de Málaga. Estudiante

Sobre las desgraciadas peripecias por las que pasó la mujer, Ana Gozalvez Morales, hablaré al final de esta Crónica

El 24 de agosto, José Real Quirós presenta su dimisión como alcalde de Sierra de Yeguas, y es nombrado para el puesto el concejal socialista Francisco Ruz Martín.

José Real Quirós (a) “Pepillo el de Juan Real”, estuvo de alcalde desde el 19 de julio hasta el 24 de agosto. Durante ese periodo se cometieron 15 asesinatos en Sierra de Yeguas y dos más en Málaga, además del asalto a la iglesia, destrucción e incendio de imágenes sagradas, y saqueos de domicilios.

La noche del 25 al 26 de agosto, estando en su domicilio, detienen al sacerdote D. Antonio Heredia Bazo, llevándolo al cuartel de la Guardia civil. Era el cura párroco de la iglesia de la Purísima Concepción de Sierra de Yeguas."Estuvo en casa sin ser molestado hasta el 15 de agosto, en que fue encarcelado con otros vecinos, y después puesto en libertad”.

También fue detenido en su domicilio ese día, José Frías García, por el policía municipal Pedro Puertas, y otros. En la prisión se encontraron con Francisco Casero Ramírez, que se hallaba encarcelado desde el día 9 de agosto.

A primera hora de la mañana, los tres fueron llevados en un camión al pantano de El Chorro, donde fueron asesinados. Los cadáveres fueron arrojados a las aguas del embalse. Intervinieron en el asesinato, Pedro Puertas Torres, Francisco Torres Mora y Manuel Carretero Asencio.

Existe un relato del conductor del coche que los llevó al pantano. “La madrugada del 26 de agosto fui sacado con amenazas de mi domicilio y obligado a poner en marcha el coche de mi propiedad. Subieron cuatro milicianos de este pueblo, que llevaban presos a don Antonio Heredia Bazo y otros dos señores más. En Ardales subieron al coche otros milicianos de la F.A.I. y me dieron la consigna de que cuando me pincharan con el machete parara el coche a pretexto de haberse descompuesto. Cerca del pantano de El Chorro me obligaron a parar y descendieron del coche. Por la violencia que tuve que hacerme para cumplir las órdenes de aquellos hombres sufrí un colapso y caí sobre el volante, Cuando volví en mí, todo había terminado. En el camino no lo maltrataron. Don Antonio dijo: ¿Yo qué he hecho para que me matéis? Le obligaron violentamente a callar y no habló más en todo el camino”.

† Francisco Casero Ramírez, de 49 años de edad. Natural de Mollina. Labrador. Hijo de Antonio Casero Cuellar y Patrocinio Ramírez Moreno. Casado con Dolores Carvajal Luna. Tuvieron ocho hijos: Gabriel (21), Patrocinio (18), Carmen (16), Jesús (15), Dolores (13), Oliva (10), José María (5) y Luis (3). No se encontró su cadáver, solo su sombrero.

† José Frías García, de 60 años de edad. Empleado. Natural de Sierra de Yeguas. Hijo de José Frías Velasco y Teresa García Díaz. Casado en segundas nupcias con Josefa Honorato Sánchez. Recibió sepultura en el cementerio de Ardales.

† Antonio Heredia Bazo, nacido el 2 de marzo de 1880, en Torrenueva (Granada). Hijo José Heredia Fernández y María Bazo Collado. Cura párroco de la iglesia de la Inmaculada Concepción, desde enero de 1927. Recibió sepultura en el cementerio de Ardales.

También el 26 de agosto, asesinan en la carretera que conduce a Peñarrubia a cinco personas: Diego Osorio Huertas, que era secretario del ayuntamiento de Sierra de Yeguas, y a dos de sus hijos, José y Cristóbal Osorio Navarrete, los tres habían sido detenidos el día anterior por milicianos, guardias municipales y un sereno. Y también a José María Aguilar Gálvez, y a su hijo Pedro Aguilar Carvajal, que habían sido detenidos el día 14 de agosto, permaneciendo en la prisión de Sierra de Yeguas hasta el día de su muerte. Posteriormente fueron quemados los cadáveres. Entre los asesinos estaban José Torres Torres, (a) “El Canario”, Francisco García Sánchez y Manuel Carretero Asencio.

† Diego Osorio Huertas, tenía 47 años. Secretario del Ayuntamiento. Era natural de Coín, hijo de José Osorio Frías y Juana Huertas Paniagua. Casado con Ana Navarrete Becerra, tenían cinco hijos José (18), Cristóbal (16), Francisco (14), Julio (9) y Anita (7). La madre con los dos pequeños vivía en Coín, y el padre con los tres mayores en Sierra de Yeguas.

† José Osorio Navarrete, de 18 años de edad. Natural de Coín. Estudiante. Falangista

† Cristóbal Osorio Navarrete de 16 años. Natural de Coín. Estudiante. Falangista

† José María Aguilar Gálvez de 70 años. Natural de Sierra de Yeguas. Labrador. Perteneció al partido Unión Patriótica  en tiempos de la Dictadura de Primo de Rivera. Hijo de Pedro Aguilar Torres y María Gálvez García. Casado con Pilar Carvajal Rengel. Eran padres de cinco hijos, de los cuales mataron a cuatro: Ignacio y Juan el día 4 de agosto, José el 10 de agosto y Pedro ese mismo día. Solo sobrevivió un hijo, Manuel Aguilar Carvajal, con 39 años.

† Pedro Aguilar Carvajal, de 44 años. Natural de Sierra de Yeguas. Labrador. Soltero. Hijo del anterior.

Estas fueron las últimas muertes que se produjeron en Sierra de Yeguas, a manos de las milicias socialistas y comunistas del Frente Popular.

GRUPO DE CABALLERÍA DE SIERRA DE YEGUAS

El alcalde de Sierra de Yeguas, José Real Quirós, formó un grupo de caballería que él mismo dirigía, y que se dedicó a la requisa de ganado por los cortijos, tales como cerdos, cabras, ovejas, vacas y terneros.

El grupo de caballería, no solo se iba a los cortijos de la zona bajo dominio del Frente Popular, sino que cuando las reses empezaron a escasear, el grupo se introducía en la zona nacional para la captura de ganado, tal como ocurrió cuando fueron a La Roda el 26 de agosto, y que finalmente la expedición finalizó en fracaso.

Ese día en el “Diario de Operaciones 1936 – 1939” del general Varela, se escribe:

El comandante militar de La Roda, tuvo conocimiento a las 10, de que un grupo de fuerzas de caballería roja, se dedicaba al robo de ganado en las fincas próximas, ordenando la salida de dos secciones de Infantería de las fuerzas allí destacadas y 40 falangistas consiguiendo darles alcance a un kilómetro de Sierra de Yeguas, estableciéndose vivo tiroteo y logrando rescatar 40 vacas y 180 cabras, teniendo por nuestra parte un sargento y un falangista heridos, regresando las fuerzas a La Roda sin más novedad.

Una vez conquistado Campillos por las tropas nacionales el domingo 13 de septiembre, al día siguiente, a última hora de la tarde, una columna formada por un escuadrón de caballería, una compañía de Infantería de Marina y una sección de ametralladoras, al mando del capitán Antonio Ristori, protegidas por la aviación nacional, ocupó Sierra de Yeguas.

Cuando entraron las tropas nacionales en Sierra de Yeguas, José Real Quirós, huyó a Ardales, y posteriormente a Málaga, alistándose en la sección de Caballería del Regimiento Victoria. Al caer Málaga en poder de los nacionales en febrero de 1937, huyó a Almería, ingresando en la 78 Brigada mixta, con destino en el frente de Granada. El 4 de mayo de 1937 fue ascendido a sargento de caballería de su Brigada.

En la Causa 312 de 1939, que se siguió contra él, después de finalizada la guerra, se le acusó de “Adhesión a la rebelión”, siendo condenado a la pena de muerte. Fue fusilado en Málaga el 6 de agosto de 1942. Hoy día, en Sierra de Yeguas, hay una calle puesta a su nombre.


ANA GOZALVEZ MORALES

Ana Gozalvez Morales, era hermana de José María Gozalvez Morales. Ambos eran de Badolatosa (Sevilla), pueblo a poco más de treinta kilómetros de Sierra de Yeguas. Hijos de José María Gozalvez de Santaella y de Dolores Morales Estrada. Estaban casados con otros dos hermanos Pedro Solís Gozalvez de 58 años y Ángeles Solís Gozalvez, ambos de Sierra de Yeguas.

A José María Gozalvez Morales y a su hijo José María Gozalvez Solís de 19 años, los habían asesinado el 4 de agosto en Sierra de Yeguas, como ya hemos visto. Y a Pedro Solís Gozalvez y a su único hijo Emilio Solís Gozalvez de 18 años en Málaga, el 17 de agosto.

Pedro Solís vivía en Málaga, en la calle Echegaray nº 4, y era uno de los terratenientes de Sierra de Yeguas, dueño de los cortijos el “Concejil” y “Cañada Hermosa”.

Como ya he contado con anterioridad, cuando detuvieron a Pedro Solís y a su hijo Emilio, también detuvieron a la madre Ana Gozalvez Morales, pero la pusieron en libertad pasada una hora, poco antes de llevarse a su marido y a su hijo a matarlos en las paredes del cementerio de San Rafael.

La vida de esa mujer desde esa fecha hasta que entraron las tropas nacionales en Málaga el 8 de febrero de 1937, fue un autentico calvario. No fue suficiente con el dolor de la pérdida de su marido y de su hijo, sino que también tuvo que soportar la persecución de los refugiados de Sierra de Yeguas, que llegaron a Málaga a mediados de septiembre, que la denunciaron a las autoridades malagueñas, las cuales la encarcelaron y le abrieron una causa ante el Tribunal Popular de Málaga. Paso a relatar estos hechos con un poco más de detalle.

Cuando Ana Gozalvez fue puesta en libertad volvió a su domicilio, y allí permaneció encerrada sin salir hasta que se le acabaron las subsistencias. En la casa estaba con unas sobrinas, que eran las hijas de su hermano José María y de su cuñada Ángeles que tenían, además de dos varones que eran los mayores, tres hijas Dolores, Ángeles y María Jesús de 15, 14 y 10 años de edad.

Cuando las tropas nacionales entraron en Sierra de Yeguas el 14 de septiembre, una parte de la población huyó en dirección a Ardales y a Málaga. En la ciudad de formó un Comité de refugiados, en el que estuvieron, entre otros, Francisco Ruz Martín, que era el nuevo alcalde, José Moreno Torres y José Soria Pavón.

Cuando los refugiados deambulaban por la capital, más de uno se encontraba con Ana Gozalvez que salía a la calle en busca de alimentos.

Fernando Ruz Martin.- Que en Málaga, donde se encuentra refugiado, se ha tropezado con Ana Gozalvez, y esta le ha preguntado que donde paraba, y si venía algún barco con comestibles.

Francisco Torres Morcillo.- Que en distintas ocasiones, se habían encontrado en la calle a Ana Gozalvez y a la sobrina, la cual le decía que venía a sacar la partida de defunción de su padre, y otras veces que venía del muelle porque había venido un barco cargado de comestibles.

Este último, Francisco Torres Morcillo, el día 12 de octubre, denunció a Ana Gozalvez Morales, en la Comisaría de Investigación y Vigilancia, acusándola de ser la presidenta de Falange Española de Sierra de Yeguas. Esta denuncia acarreó su ingreso en la prisión Provincial de Málaga.

El 14 de octubre, el juez instructor Francisco J. Ciezar Guerrero, del Juzgado de Instrucción Especial nº 3, acordó la incoación de un sumario contra ella (Causa nº 23 de 1936).

Ese mismo día, Ana Gozalvez declaró ante el juez, que desde hacía unos seis años residía en Málaga, aunque tenía una casa en Sierra de Yeguas, y que desde entonces solo ha ido al pueblo un par de veces. Que nunca se ha afiliado a ningún partido, y que era falso que fuera presidenta de Falange.

El 2 de noviembre se da por concluido el sumario, después de haber tomado declaración a algunos vecinos de Sierra de Yeguas que estaban refugiados en Málaga, entre ellos tres miembros del Comité.

La mayoría de ellos dijeron que no sabían que estuviera afiliada a algún partido político, que el mayor tiempo lo pasaba en Málaga, y que cuando venía al pueblo se iba a su cortijo.

Otros vecinos declararon en contra de ella, abundando en acusaciones disparatadas, como José Torres Torres, que era el secretario del Comité de Sierra de Yeguas, que decía “que le constaba que es elemento muy de derechas, no sabiendo si ha tomado parte en el Movimiento, porque cuando estalló este, no se encontraba en dicho pueblo, pero de haberse encontrado, si lo hubiera hecho por ser toda su familia de derechas”.

O la de Antonio Solís Fernández, presidente de dicho Comité, que declaró “que es monárquica, que tanto ella como su marido ayudaban al sostenimiento del partido y que se dedicaban a recaudar fondos para la sublevación militar”.

O los miembros del Comité de Refugiados Francisco Ruz Martín, José Moreno Torres y José Soria Pavón, “los cuales manifiestan  que la consideran elemento peligrosísimo para el régimen legalmente constituido por ser de ideas monárquicas, y desconociendo si ha tenido participación en el actual Movimiento, por encontrarse la detenida, cuando estalló este, en esta capital; que siempre se manifestó en contra de la república y de la clase trabajadora, estando al lado de los elementos reaccionarios”

Evidentemente ser monárquico era ser notorio desafecto al régimen, ser católico era en muchos casos considerado ser enemigo del régimen, ser de derechas era considerado ser hostil al régimen, además de fascista. No hacía falta haber intervenido en el levantamiento, bastaba ser considerado enemigo. No hacía falta ni siquiera una acción contraria al régimen para ser, en el mejor de los casos, detenido.

Cuando el 2 de noviembre se dio por concluso el sumario de la causa nº 23 de 1936, este pasó al Tribunal Popular, para la celebración del juicio.

Ante el Tribunal Popular, un grupo de vecinos de Sierra de Yeguas, presentó el siguiente escrito:

AL TRIBUNAL POPULAR DE MÁLAGA

Salud y República

Los abajo firmantes vecinos todos de Sierra de Yeguas (Málaga) y encuadrados todos en distintas organizaciones que integran el Frente Popular antifascista, al Tribunal Popular, denuncian: Que las llamadas Ana Gozalvez Morales y dos sobrinas, presas en la cárcel de esta ciudad están moviendo influencias para que garanticen [….] personalidad sabiendo todos como sabemos que es una harpía y fascista en grado sumo, indigna por lo tanto de conservar la vida, a cuyo fin recabamos el honor y el derecho de arrebatársela nosotros mismos, favor que esperamos alcanzar del recto y justiciero animo del Tribunal que ha de juzgarla.

Málaga 14 Noviembre 1936

Firman: Lorenzo Manso, y 25 firmas más. Indicando el documento que eran treinta o cuarenta más, que si es necesario comparecer al juicio se personaran en cuanto se indique.


Subrayo, “QUE ES UNA HARPÍA Y FASCISTA EN GRADO SUMO, INDIGNA POR LO TANTO DE CONSERVAR LA VIDA, A CUYO FIN RECABAMOS EL HONOR Y EL DERECHO DE ARREBATÁRSELA NOSOTROS MISMOS”. Esa era la justicia popular que aplicaban las milicias del Frente Popular en Málaga, los primeros meses de la guerra. Y remataban con “FAVOR QUE ESPERAMOS ALCANZAR DEL RECTO Y JUSTICIERO ANIMO DEL TRIBUNAL QUE HA DE JUZGARLA”.

Remigio Moreno González, que era el Fiscal del Tribunal Popular, hombre de derechas, que sabía que la vida de Ana Gozalvez estaba en peligro si la ponían en libertad, pidió el 17 noviembre que se revoque el auto de conclusión del sumario, para la práctica de más diligencias, con el fin de alargar el proceso. El Tribunal Popular le atiende, y el 20 de noviembre pide al juez instructor que se practiquen más diligencias.

Pocos días después, a finales de noviembre, el fiscal Remigio Moreno tuvo que huir de Málaga en un barco, a Gibraltar, para salvar su vida.

El fiscal sabía que las amenazas que había recibido no iban en broma. A los miembros de la judicatura, que era mayoritariamente conservadora, los tenían en el punto de mira. Unos meses antes, el 21 de septiembre, al presidente de la Audiencia Provincial de Málaga, D. Mariano Avilés Zapater, una patrulla de milicianos lo habían detenido en su domicilio, siendo conducido al Comité de Investigación y Vigilancia, y de allí, después de interrogarlo, lo llevaron al cementerio de San Rafael, donde fue asesinado el día siguiente.

En el libro “YO ACUSO…”, que escribió Remigio Moreno en Tánger en 1938, y en el que cuenta las experiencias que vivió en la Málaga del Frente Popular, dedica un capítulo a lo vivido por Ana Gozalvez Morales (página 264):

Una familia de Sierra de Yeguas, es deshecha. Muere asesinado el jefe de ella y un hijo. La viuda y madre, es encarcelada. En la Cárcel de Málaga llora su desventura, sola, sin nadie.

Y sobre el escrito firmado por los refugiados de Sierra de Yeguas, que recibieron en el Tribunal Popular, dice lo siguiente (página 266):

Creo que no hay nada más expresivo para darse cuenta exacta de como la justicia no existía, de cómo éramos tratados y como el Gobierno colaboraba con tal infamia, dejándonos entregados a las malas pasiones de la plebe.

¿Recuerda algún juez de España, o del mundo, que por escrito, unos cuantos hombres que lo firman, le pidan a un detenido para asesinarlo? ¿No es eso bastante para ingresarlos en un presidio varias decenas de años? Pues en la zona del Gobierno, era hasta objeto de aplauso actos como el reseñado.

Volviendo a la causa contra Ana Gozalvez, el 22 de diciembre se vuelve a dar por finalizado el sumario, y el Tribunal Popular, después de estudiarlo y ver la poca enjundia que tenía, el 28 de diciembre se inhibe en las actuaciones, y pasa la causa al Jurado de Urgencia, que preside Benito Luna Anoría.

El Jurado de Urgencia de Málaga, que se creó el 20 de noviembre, entendía de los hechos de hostilidad o desafección al régimen que no fueran constitutivos de los delitos previstos y sancionados en el Código penal. Su creación, vino a descongestionar al Tribunal Popular, que no dudó en inhibirse en muchos casos dudosos mandándole muchos sumarios, algunos de los cuales estaban empantanados sin encontrar salida.

Del paso del expediente de Ana Gozalvez, por el Jurado de Urgencia no he podido recabar información. Casi con toda seguridad no llegara ni a verse la causa, y quedara amontonada como pendiente entre otros muchos sumarios.

La entrada de las tropas nacionales en Málaga, el 8 de febrero de 1937, puso fin a la pesadilla de Ana Gozalvez y de cientos de malagueños que se encontraban en la prisión Provincial o en el buque-prisión Marqués de Chávarri a la espera de un futuro muy incierto.

Ese mismo día comenzaba otro drama, el de la huida de miles de malagueños por la carretera de Málaga a Almería.


LA VISITA DEL MINISTRO DE OBRAS PÚBLICAS, INDALECIO PRIETO AL PANTANO DEL CHORRO

 



En una Crónica anterior, ya escribí sobre todo el proceso que llevó la construcción del pantano del Chorro, y la colocación de la última piedra por parte del rey Alfonso XIII.

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2022/12/la-colocacion-de-la-ultima-piedra-del.html

En esta Crónica voy a escribir sobre la visita que realizó, a principios de 1932, el entonces ministro de Obras Públicas, el socialista Indalecio Prieto, y de las impresiones que tuvo sobre esa gran obra, y sobre la falta de conclusión de los canales de riego que debían enriquecer la zona de la Hoya del Guadalhorce.

Estábamos en los primeros tiempos de la Segunda República, en plena crisis económica mundial por la caída de la Bolsa de Nueva York en 1929, y con un gran problema de paro agrícola por las malas cosechas habidas en los años de 1930 y 1931.

Para ponernos en contexto, voy a realizar un pequeño resumen de la construcción del pantano hasta su puesta en funcionamiento, y el estado del mismo a la llegada de la Segunda República.


EL PANTANO DEL CHORRO

A principios del siglo XX, el joven ingeniero sevillano Rafael Benjumea Burín (1876-1952), tenía en mente la construcción de un pantano en el río Turón para la regulación hídrica de dicho río, de forma que acumulara agua suficiente para garantizar la producción eléctrica, y para regar todo el valle del Guadalhorce.

Esta idea se pudo poner en marcha, cuando se aprobó la Ley de 7 de julio de 1911, de «Auxilios para Obras Hidráulicas», elaborada por el ministro de Fomento Rafael Gasset Chinchilla, que permitía una especie de colaboración público-privada entre el Estado y asociaciones y empresas para afrontar las costosas, pero necesarias, construcciones hidráulicas destinadas a regadíos.


En el articulado de esa ley puede leerse que «podrá otorgarse sin subasta previa, a una Comunidad de Regantes, Asociación de propietarios, Sindicato agrícola, etc., debidamente constituidos, que lo soliciten del Gobierno, la concesión de toda obra hidráulica, destinada a riego de terrenos de secano, con sujeción a un proyecto previamente redactado y aprobado por el Ministerio de Fomento, de acuerdo con las prescripciones de esta Ley, siempre que aquellas entidades representen debidamente a los propietarios de la mitad, por lo menos, de las tierras de la zona regable correspondiente».

Por la «Ley Gasset», que así se la conoció, Rafael Benjumea pudo conseguir que hasta el 50% del valor de las obras la costease el Estado. Pero para eso, fue necesario que el recién creado «Sindicato Agrícola del Guadalhorce» (19/11/1913), fuera quien solicitara las obras y aportase el 10% del coste de las mismas. En poco tiempo, Rafael Benjumea, fue capaz de realizar los trámites burocráticos necesarios para que, en 1914, el Estado y el “Sindicato Agrícola” firmaran la escritura de construcción del pantano del Chorro.

Aunque la palabra “Sindicato agrícola” remita a una organización de trabajadores agrarios, la sindicación en este caso fue de diversos propietarios, terratenientes y empresarios, interesados principalmente en llevar un suministro eléctrico seguro y de bajo coste a Málaga y su comarca, donde había una creciente demanda de energía para el alumbrado, las industrias y la red de transporte de tranvías. Baste decir que el Marqués de Larios fue hasta marzo de 1928, fecha en que presentó su dimisión, presidente de dicho Sindicato.

En definitiva, por esa ley, el Estado otorgaría al Sindicato el 50% del valor total de las obras, y le adelantaría, como préstamo, el 40% durante el período de ejecución, de manera que ellos sólo tendrían que abonar el 10% de los trabajos que fueran efectuando. Un trato más que ventajoso para la parte privada.

Una «Junta de Obras», perteneciente al ministerio de Fomento, se encargaría de administrar el dinero aportado por el Estado y el Sindicato, para la construcción del pantano.

El ingeniero malagueño D. Manuel Giménez Lombardo, ya había redactado en 1913 un proyecto de una presa de 39 metros de altura, que habría permitido el riego de 4.500 hectáreas.


Para asegurar y ampliar los riegos en la vega inferior del río Guadalhorce se proyecta construir un pantano de fábrica que embalse las aguas del río Turón. La presa se situará a unos 400 metros antes de la desembocadura de este río en aquél, tendrá 39 metros de altura sobre el lecho, siendo la capacidad del vaso de unos 27 millones de metros cúbicos, ocupándose 280 hectáreas de terreno en el término municipal da Ardales, provincia de Málaga, y llegando la cola del embalse algo más arriba de la confrontación del cortijo del Chico.
Las zonas donde se asegurarán los riegos miden aproximadamente 4.500 hectáreas, y están enclavadas en la citada provincia, términos municipales de Alora, Pizarra, Cártama, Alhaurín de la Torre y Málaga.
Las obras, valoradas en 1.633.338,82 pesetas, costarán algo más, por haberse dispuesto elevar dos metros más que la proyectada la altura de la presa, y que se estudie una galería de desagüe de fondo a través de dicha presa.
Madrid, 11 de Febrero do 1914.= El Director general, A. Calderón.
GACETA DE MADRID DEL 14 DE FEBRERO DE 1914

En 1914 se nombró director de las obras del pantano a Rafael Benjumea, quien modificaría y engrandecería notablemente el proyecto inicial de Giménez Lombardo, al frente del cual estuvo hasta febrero de 1925, cuando fue nombrado por el dictador Miguel Primo de Rivera, ministro de Fomento (08/02/1925-30/01/1930).

Aconsejado por un informe geológico desfavorable para el lugar inicialmente elegido por Giménez Lombardo, una de las primeras decisiones que tomó Benjumea, fue desplazar el emplazamiento de la presa aguas arribas del río.

En 1917 Benjumea decidió modificar de nuevo el proyecto, aumentando la altura inicialmente planteada hasta los 50 metros de altura, que si se suma a la altura de la cimentación, se obtienen alturas totales que en algunos puntos alcanza los 72 metros. Esto permitió aumentar la capacidad de embalsado desde 27 a 80 millones de metros cúbicos.

Las obras fueron inauguradas por el ministro de Fomento, D. Francisco J. Ugarte Pagés, el 31 de diciembre de 1914, realizándose un primer embalsamiento de agua de cinco millones de metros cúbicos en el verano de 1918. Al año siguiente, en 1919, se hizo un segundo embalsamiento de 25 millones de metros cúbicos, y el tercero de 42 millones en 1920. En el año 1921, hallándose la presa totalmente terminada, alcanzaba el volumen embalsado a 76 millones de metros cúbicos.


Las obras se dieron por finalizadas el 21 de mayo de 1921, cuando el rey Alfonso XIII colocó la última piedra de esta monumental presa. Se culminaba así una hermosa presa de gravedad y planta curva, de 72 metros de altura sobre cimientos, capaz de crear un embalse de 80 millones de metros cúbicos de capacidad.

Quedaba tan sólo construir los canales de regadío que conducirían las aguas del río Turón a los resecos campos de la Hoya de Málaga, una extensa y fértil vega de 50 kilómetros de longitud y 20 metros de anchura, situada en el valle bajo del río Guadalhorce.


Las obras del pantano y sus canales, importaron, en conjunto, 22 millones de pesetas. Del coste total de la obra abonó la mitad el Estado, debiéndose pagar el resto, o sea 11 millones por el «Sindicato Agrícola del Guadalhorce», dinero que había recibido en préstamo y que debía devolver.

Según las cuentas realizada por el Sindicato, esta última partida, debía salir principalmente del beneficio que produjera el aumento de energía eléctrica disponible para los aprovechamientos industriales, y del gran aumento de producción agrícola que se debía producir al convertir miles de hectáreas de secano en regadío.

Pero los números por parte del Sindicato agrícola no salieron, y dejó de cumplir sus compromisos, por lo que las obras de los canales de regadío se paralizaron. La Sociedad Hidroeléctrica del Chorro, tuvo que abonar al Estado el 50 por 100 del importe total de las obras del pantano, que debía pagar el Sindicato, obteniendo de éste la autorización de que las aguas embalsadas, y únicamente durante el periodo de riego, podían pasar por las turbinas antes de distribuirse por los canales a los campos.

No fue hasta 1924, cuando comenzaron las obras de construcción del canal de riego de la margen derecha del Guadalhorce en el tramo comprendido entre la toma de El Chorro y el túnel del arroyo de Sabinal (Álora). Así lo conté en mi Crónica antes referida:

Después del té, Don Alfonso marchó a colocar la primera piedra para la obra de los canales de riego del valle inferior del rio Guadalhorce. En el sitio elegido se había colocado una mesa para firmar y un sillón regio, confeccionados con cañas dulces. El acta firmada por el rey estaba redactada en iguales términos que la de la piedra del pantano del Chorro. A pesar de la colocación de la primera piedra (1921), hasta 1924 no inició la construcción del canal de riego en la margen derecha del Guadalhorce.

El aumento de la producción agrícola al convertir miles de hectáreas de secano en regadío fue menor del esperado, ya que de las 16.000 hectáreas previstas inicialmente, al final no fueron más de 5.000 las que se beneficiaron del regadío.

LA SEGUNDA REPÚBLICA

Cuando llegó la Segunda República en abril de 1931, las obras de los canales de riego, que avanzaban muy lentamente, se paralizaron completamente por trámites burocráticos.

D. Emilio Baeza Medina, que había sido elegido diputado por Málaga en las elecciones celebradas el 12 de julio de 1931, en la sesión de las Cortes del 7 de agosto, tomó la palabra para realizar un ruego al ministro de Fomento D. Álvaro de Albornoz


D. Emilio Baeza Medina (1892-1980). Diputado en las primeras Cortes de la Segunda República (27 de julio de 1931-10 de septiembre de 1933). Abogado. Miembro del partido Radical Socialista de Marcelino Domingo. Primer alcalde de Málaga de la Segunda República, cargo que desempeñó hasta que fue elegido diputado.

DIARIO DE SESIONES 7 DE AGOSTO DE 1931 – PAG. 318
El Sr. BAEZA MEDINA: «Unos ruegos, señores Diputados, a los Sres. Ministros de Fomento y de Hacienda que he de hacer brevísimamente en interés general de la Cámara, y porque tengo aprendido que es un requisito indispensable para que ella se dé cuenta de ellos, la brevedad.
El del Sr. Ministro de Fomento afecta al pantano de El Chorro. Este pantano, que guarda intima relación con un político de triste recordación, el señor conde de Guadalhorce, se ejecutó en pocos años, y en Mayo de 1921 se colocó la última piedra.
Pero se requerían unas obras complementarias para que este pantano tuviese la debida efectividad, para que se regasen 16.000 hectáreas de terreno en las vegas de Cártama, Pizarra y Alora, y a pesar del tiempo transcurrido, estas obras complementarias no se han terminado, ni siquiera se riega todavía una hectárea de terreno con los canales de riego del pantano de El Chorro.
Es decir, que al Estado le cuesta el pantano de El Chorro una cantidad grande de millones de pesetas, y desde el año 1921 hasta la fecha no atiende a otra utilidad que a la privada de la Sociedad en que tiene intervención el conde de Guadalhorce, que instala centrales eléctricas en ese pantano y vende a 70 y 80 céntimos el kilovatio de fluido, en Málaga, en la provincia y aun en parte de la de Sevilla. Pero esas obras complementarias del pantano de El Chorro, aunque lentamente, se venían realizando, y hace poco tiempo, probablemente porque se agotaría la consignación de los trozos que venían ejecutándose, se han suspendido dichas obras.
Y el alcance de mi ruego al Sr. Ministro de Fomento es el siguiente: que a la mayor brevedad, con toda la diligencia que él suele poner, no en las cosas de interés privado que ponía algún antecesor suyo, sino en las obras de interés público, que son las que quedan por ventilar en el pantano de El Chorro, el del riego de toda esa extensa zona, ordene en cuanto sea posible la reanudación de las obras, y ello conducirá a estas dos finalidades: una, la inmediata de dar trabajo a centenares de obreros en toda esa zona, donde se atraviesa una crisis similar a la de toda la provincia de Málaga y gran parte de Andalucía; y otra, la fundamental, la de que realizadas las obras en esos trozos sucesivos, se irán regando con esos canales todas las hectáreas de terreno que el pantano de El Chorro todavía no ha querido regar por voluntad de antecesores del Sr. Ministro de Fomento».

El Sr. Ministro de FOMENTO (Álvaro de Albornoz): «Este Ministro se preocupa de la situación verdaderamente excepcional de las obras públicas en Málaga. El caso del pantano del Chorro lo conoce de una manera directa, por haber hecho un viaje y haberlo visitado, comprobando, en efecto, que todos los millones que esa obra representa no han servido, hasta ahora, sino para mover la maquinaria de una fábrica de luz eléctrica, empresa en la cual está interesado mi antecesor el conde de Guadalhorce. Este Ministro se ha preocupado desde el primer momento en que se hizo cargo de su actuación de esas obras complementarias del pantano del Chorro, tomando las medidas oportunas para que se activen; el retraso de dichas obras en estos momentos no consiste precisamente en que no haya consignación, sino en que, en algunas de ellas, no están terminados los proyectos, habiendo adoptado este Ministerio las disposiciones adecuadas para que los proyectos se terminen y las obras se realicen cuanto antes».

Alvaro de Albornoz e Indalecio Prieto

En vista del poco éxito obtenido, seis meses después, D. Emilio Baeza vuelve a insistir sobre el tema, en el pleno del 28 de enero de 1932, ante el ahora ministro D. Indalecio Prieto, cuyo ministerio ahora había pasado a denominarse de Obras Públicas.

DIARIO DE SESIONES 28 DE ENERO DE 1932 – PAG. 3486
El Sr. BAEZA MEDINA: - «He pedido la palabra, Sres. Diputados, para formular unos ruegos a los Sres. Ministros de Hacienda y de Obras públicas, que considero de verdadero interés general
[…]
Y ahora, al Sr. Ministro de Obras públicas un pequeño ruego, que es grande para Málaga, y que encaja en su orientación respecto a obras hidráulicas. Hay en la provincia de Málaga un pantano, el pantano de El Chorro. En este pantano se han gastado 14 millones de pesetas; está terminado desde el año 1921, y a pesar de ello, habiendo transcurrido once años, el pantano todavía no rinde para Málaga, para las 16.000 hectáreas que habría de regar, utilidad alguna. El pantano de El Chorro, en la provincia de Málaga, solo sirve para mantener centrales eléctricas de compañías particulares que en toda la provincia de Málaga, y aun en la de Sevilla, cobran el kilovatio a 70 y a 80 céntimos. Esa es la utilidad pública que rinde el pantano de El Chorro en Málaga.
Se estaban construyendo los canales de riego que habían de regar esas 16.000 hectáreas y desde mediados de 1931 se encuentran esas obras en suspenso, a virtud de un plan reformado que hay que aprobar, y aquí entra mi ruego al señor Ministro de Obras públicas. Hace, por consiguiente, siete meses que ese proyecto está en el Ministerio de Obras públicas, antes en el de Fomento. Yo sé bien el interés extraordinario que los titulares de esa Cartera, el de antes con la antigua denominación y el de ahora con la nueva, tienen por cuanto significa fomento de la riqueza en España; pero me temo que luchen con una dificultad y una traba burocrática que haga que lleguen esos expedientes a la resolución del Ministro meses después de cuando debieran llegar.
Y ese es el caso, a mi juicio, de las obras de los canales del pantano de El Chorro, porque habiendo 1.500.000 pesetas, y esto es lo interesante, en la cuenta corriente del Banco de España a disposición de la Junta que rige ese pantano, no se pueden realizar esas obras, lo que dejó parados a varios centenares de obreros, de 400 a 500, en tiempos ya de la República, dándose la sensación, en esos pueblos inmediatos al pantano de El Chorro, de que es la República la que ha paralizado esas obras, cuando la República es, precisamente, la que ha de dar eficacia al pantano de El Chorro, procurando que se sobrepongan al interés particular del conde de Guadalhorce los intereses legítimos y generales de la Nación.
Yo me permito, pues, rogar al Sr. Ministro de Obras públicas que, no solo con la rapidez, sino con la energía que en él es peculiar y con la imposición a todo interés privado y a todo sentido burocrático, procure que sea una realidad la pronta construcción de los canales, con lo cual se conseguiría, de un modo inmediato, dar trabajo a 400 obreros, sin desembolso alguno para el Estado actualmente, puesto que hay 1.500.000 pesetas disponibles, y de manera mediata el riego de varios miles de hectáreas».

El Sr. Ministro de OBRAS PUBLICAS (Indalecio Prieto): «Para contestar concretísimamente al ruego del señor Baeza Medina.
El Ministro de Obras públicas se propone ir a ver el pantano de El Chorro, que será una de sus próximas visitas, quizás la más inmediata, y se propone también hacer que esa obra, en que tanto dinero se ha invertido, no quede frustrada.
Comparto con el Sr. Baeza Medina, y quizás con más títulos que S. S., la convicción de la pesadumbre que representa la maraña burocrática en el Ministerio de Fomento, y digo que con más títulos que S. S., porque lo estoy viendo desde más cerca. No es hora de abordar este problema; cuando haya de aplicarse el cauterio, porque esto es inevitable, y llegue aquí como ha de llegar, el eco de los quejidos, entonces hablaremos del entorpecimiento que supone para una gestión ministerial ágil, esa maraña burocrática del Ministerio de Fomento, a que S. S. alude
».
El Sr. BAEZA MEDINA: «Brevísimamente, para agradecer en primer término sus contestaciones a los Sres. Ministros de Hacienda y Obras públicas […] Al Sr. Ministro de Obras públicas he de decirle que con mucho gusto, si me lo permite, me sumaré a esa visita al pantano del Chorro»..
El Sr. Ministro de OBRAS PUBLICAS: «Muy honrado con la compañía».

El mismo día 28 de enero, día en que sucedió esta interpelación del diputado por Málaga D. Emilio Baeza al ministro de Obras Públicas, D. Indalecio Prieto, este último firmó una Orden ministerial, que aparece en la Gaceta de Madrid del 2 de febrero de 1932, por la que se crea en la provincia de Málaga una 
«Junta asesora de obras públicas», en la que estaría incluido como miembro de la misma, el alcalde de Campillos D. Cristóbal Barquero Reina, cuya misión sería la de ofrecer a la Dirección general de Obras Hidráulicas, "cuantas sugerencias estime oportunas al buen desarrollo de un plan hidráulico en la provincia”.

MINISTERIO DE OBRAS PÚBLICAS
ORDEN
Ilmo. Sr.: La necesidad en que se encuentra el Estado de atender a las exigencias del paro obrero, y el deseo del Gobierno de que los recursos que se empleen sean de seguro e inmediato rendimiento y pueda servir para acrecentar los medios de que el Estado dispone para interiores necesidades, impulsan a este Ministerio de Obras públicas a procurarse todos los elementos de información posibles, aceptando cuantas sugestiones puedan servirle para escoger trabajos de fructíferos resultados y que ocupen la mayor suma posible de mano de obra.
A tales efectos, y por ser la provincia de Badajoz una de las más afectadas por el paro, dispuso este Ministerio, con fecha 20 de los corrientes (enero 1932), que se constituyera en aquella provincia una Comisión integrada por los elementos que en aquella disposición se expresaban para que, con toda urgencia, enviase a esa Dirección una propuesta de obras hidráulicas que considerase beneficiosas para el interés general al objeto de que pudieran ejecutar inmediatamente el estudio y proyecto de aquellas que se considerasen más provechosas.
Y hallándose las provincias de Málaga y Granada en análogas circunstancias a la de Badajoz,
Este Ministerio se ha servido disponer:
Artículo 1°. Que con los fines expresados, se constituya en la provincia de Málaga una Junta presidida por el ingeniero jefe de Obras públicas D. Manuel Baena Caro y compuesta, además por los señores siguientes: Ingeniero D. Manuel Moriel (Sarriá), de la División Hidráulica del Sur de España; Abogados, D. Pedro Armasa Briales y D. Emilio Baeza Medina (ambos eran Diputados por Málaga), y como representantes de Ayuntamientos de la provincia, por D. Cristóbal Barquero (Reina), de Campillos, y D. José Sepúlveda (Domínguez), de Ardales.
Artículo 2º. Que igualmente, y con el propio objeto, se constituya en la provincia de Granada […]
Artículo 3°. Estas Juntas se mantendrán en constante relación con la Dirección general de Obras Hidráulicas, al efecto de colaborar a su gestión y ofrecerle cuantas sugerencias estime oportunas al buen desarrollo de un plan hidráulico en las provincias respectivas.
Lo que comunico a V. E. para su conocimiento y demás efectos.
Madrid, 28 de Enero de 1932.
INDALECIO PRIETO
Señor Director general de Obras Hidráulicas.
Gaceta de Madrid — 2 Febrero 1932

Cristóbal Barquero Reina

Cristóbal Barquero Reina (1901-1937?), estaba casado con Isabel Domínguez Hidalgo. Tenía cuatro hijos. Militante del partido socialista. Fue alcalde de Campillos desde el 5 de junio de 1931 hasta el 20 de mayo de 1932, cuando le sustituyó D. Pedro Velasco Olmo. La renuncia a su cargo vino motivada, parece ser, por la incompatibilidad que le suponía ejercer las labores de alcalde y, al mismo tiempo, regentar el bar del cual vivía. No se sabe nada sobre su muerte; se dio por desaparecido en febrero de 1937, cuando huía de Málaga en dirección a Almería.

No hay ninguna información sobre el funcionamiento de esa Junta asesora de la que formó parte D. Cristóbal Barquero, ni si se llegó a realizar alguna sugerencia a la Dirección general de Obras Hidráulicas. Quizás, debido a la disparidad de funciones y destinos de sus miembros, estas personas no llegaran a reunirse nunca. De hecho Barquero dimitió de alcalde, a los tres meses y medio, y D. Manuel Moriel, un mes más tarde, pasó de ser Ingeniero segundo en la División Hidráulica del Sur de España, a Ingeniero subalterno de la Jefatura de Obras públicas de Málaga, sin que nadie oficialmente les sustituyera.

VISITA AL PANTANO DEL CHORRO

Tal como dijo Indalecio Prieto en la sesión de las Cortes del 28 de enero, dos días más tarde, la noche del sábado 30 de enero, tomaba en Madrid el tren expreso en dirección a Málaga para visitar el pantano de El Chorro. Le acompañaban su hijo D. Luis Prieto Cerezo (1904) y los directores generales de Caminos, señor Antonio Fernández-Bolaños, y de Obras hidráulicas, señor Antonio Sacristán Colás, además de los diputados D. Pedro Armasa Briales, D. Amós Sabrás Gurrea y D. Antonio García Prieto.

Sus planes eran visitar, el domingo 31 de enero, el pantano del Chorro y el de los Aviones o Andrade, en Ardales, y pernoctar en Ronda. Al día siguiente, 1 de febrero, viajar a Jerez de la Frontera para visitar el pantano de Guadalcacín, desde donde regresaría a Madrid en el tren nocturno Algeciras-Madrid, a donde llegaría la mañana del 2 de febrero.

Su llegada a Málaga la realizó en el antiguo apeadero de tren de “El Coscojal”, entre las estaciones de Gobantes y del Chorro, donde fue saludado por el gobernador civil de Málaga D. Miguel Coloma Rubio, el ingeniero de la División Hidráulica, y muchos amigos.

Hago a continuación un extracto de diversos periódicos de la época, en los que se relata la visita del ministro el día 31 de enero de 1932, al pantano del Chorro y las visitas que recibió de diversas representaciones de los pueblos:


Una comisión del ayuntamiento de Álora le saludó, exponiéndole las necesidades del pueblo y las soluciones que proponen para remediar la crisis de trabajo.
Luego, en una gasolinera, recorrió el pantano El Gaitanejo y visito el célebre balconcillo, desde el que admiró el soberbio panorama. Otra vez volvió a embarcar, llegando hasta la presa del El Chorro. Después visito el túnel.
A continuación se dirigió a la casa de la Administración, donde fueron obsequiados con un almuerzo. El ingeniero jefe de la División Hidráulica mostró al señor Indalecio Prieto los planos detallando las obras que se necesitan para que el pantano cumpla el fin para que fue construido.
El señor Indalecio Prieto telegrafió al presidente del Consejo de Obras Públicas para que en el plazo de breves días, se apruebe el proyecto reforzado de construcción de los canales de la cuenca inferior del río Guadalhorce, que han de llevar el agua a toda la extensa zona regable, para cuyos trabajos precisarán alrededor de mil obreros.
El ministro recibió comisiones de los pueblos de Pizarra, Peñarrubia, Fuengirola y Ardales. Esta última le pidió la terminación del pantano de Andrade para regar más de dos mil hectáreas de terreno. La comisión de Pizarra le entregó una instancia solicitando la desviación de la carretera de Málaga a Alora.
El señor ministro dijo que es muy optimista respecto a la solución del problema obrero de Andalucía. Añadió que le había producido gran impresión el estado de miseria de los campesinos malagueños.
A las cuatro de la tarde, el señor Indalecio Prieto marchó a Alora donde fue recibido con aclamaciones y vítores. A la vuelta, sobre las siete y media, pasó por Peñarrubia.
Al pasar, ya de noche, por Cuevas del Becerro, requerido por el vecindario, dirigió la palabra desde el balcón del Ayuntamiento. El señor ministro dijo que no se dejarán seducir por las frecuentes campañas adversarias, que conducían a España a una anarquía. Añadió que había que trabajar sacrificándose si era preciso, para conseguir en día próximo implantar las reivindicaciones sociales. Fue muy aplaudido.
El ministro de Obras Públicas, acompañado de su hijo, del diputado antequerano señor García Prieto y del presidente del pantano de El Chorro, llegó ya de noche, en automóvil a Ronda, para pernoctar.
El señor Indalecio Prieto fue cumplimentado en el hotel donde se hospedó por el alcalde de Ronda, recibiendo también a diversas comisiones.
Una comisión de socialistas de Cañete la Real protestó ante el ministro contra el último decreto de laboreo de la tierra, aconsejándoles el diputado señor García Prieto, que se dirigieran a la minoría socialista para que lleven esa queja al salón de sesiones.
El ministro después de recorrer la población acompañado por el alcalde, marchó por la mañana para Jerez, donde visitaría también el pantano de Guadalcacín.



En el semanario “La Razón” de Antequera, fundado en 1930, y que era el “órgano de la Agrupación Socialista y Sociedades Obreras. Defensor de los intereses del pueblo”, en su número del 7 de febrero de 1932, Cristóbal Domínguez Galán, socialista de Peñarrubia, escribió el siguiente artículo:

UNA EXCURSIÓN MINISTERIAL
Ya era hora que a este rinconcito de Andalucía, feudo que fue de Bergamín y comparsa, girara una visita de excursión un ministro de la República.
El día 31 del pasado enero tuvimos la satisfacción de tener entre nosotros breves momentos al ministro de Fomento, nuestro camarada Indalecio Prieto.
Desde las primeras horas de la tarde el pueblo trabajador, en correcta manifestación se estacionó en las inmediaciones del cruce de la carretera de Álora con el camino que conduce al pueblo, y allí esperó hasta bien entrada la noche la llegada de su representante en el Gobierno, para darle la bienvenida.
Digno es de mencionar ese grupo de valientes compañeros, los que nunca faltan a ningún acto de los que celebramos, que no acordándose muchos de ellos que desgraciadamente no habían comido, estuvieron firmes y sin abandonar su puesto hasta las siete y media de la noche.
Una vez más ha dado prueba este pueblo honrado y trabajador de su educación societaria, pues sin ocurrir ningún incidente acompañó hasta la casa Ayuntamiento a su ilustre camarada que requerido por las autoridades, se dignó honrarla con su .presencia.
Allí ministro, autoridades y obreros cambiaron breves pero amistosas palabras, haciéndole reclamación de la traída de aguas tan necesaria a este pueblo que no teniendo otra, la bebe del río que más bien pudiera llamársele cloaca.
Mientras unos hablaban al ministro, otros estrechábamos la honrada mano de nuestro diputado a Cortes camarada Antonio García Prieto (antequerano y director de La Razón), el que nos prometió que muy en breve nos haría una visita, la que celebraremos sea pronto: así podrá llevar al Congreso nuestras justas peticiones, y tendrá tiempo de ver que este pueblo conserva todavía algo de cuando era una semicabila.
[…]
CRISTÓBAL DOMINGUEZ GALÁN.
Peñarrubia, febrero 1932.



Como estaba previsto, la mañana del día 1 de febrero, Indalecio Prieto regresó en tren a Madrid, procedente de Jerez. Ese mismo día había Consejo de Ministros, por lo que se debió marchar directamente de la estación de Atocha a dicho Consejo. Para el mismo, el ministro, durante el viaje de regreso, había elaborado un informe sobre el viaje, que iba a someter al conocimiento y la deliberación de sus compañeros de gabinete.

INFORME DE INDALECIO PRIETO ACERCA DE SU VIAJE

El señor Indalecio Prieto, que regresó el lunes por la mañana de Andalucía, informó al Consejo de ministros de su viaje en los siguientes términos:


IMPRESIÓN GENERAL.- Las zonas recorridas ahora en las provincias de Málaga y Cádiz acusan una honda crisis de trabajo, quizás más intensa que la advertida en las comarcas cordobesas y sevillanas visitadas en nuestra excursión anterior. “¡Agua y pan!”, gritaban multitudes de campesinos que en los pueblos salían a nuestro paso, dando a la petición tonos de dramática angustia. Y la misma súplica constituía el lema de cartelones y banderas izados por los manifestantes, que, respetuosos y esperanzados, formaban entusiastas escoltas de la representación del Poder público. Ese grito de ¡Agua y pan! puede reducirse a una sola palabra: ¡Agua! Porque allí el agua habrá de trocarse en pan para todos.
La crisis de trabajo tiene en Andalucía positivos caracteres endémicos, aunque esta vez se presente, por diversas causas, más agudizada.
El sistema de cultivo que, por falta de riego, impera en tierras fácilmente regables, determina paralizaciones periódicas en las faenas del campo, empujando hacia el hambre a grandes muchedumbres de braceros, cuya condición social puede mejorarse sensible y rápidamente, transformando en regadío grandes extensiones de secano.
PANTANO DEL CHORRO.- Nuestra primera visita fue al pantano del Chorro; tal como se concibió ésta obra hidráulica, resultará enormemente cara, una de las más costosas. Su embalse es de unos setenta y dos millones de metros cúbicos. Para completarlo se ha construido un canal, que aporta las aguas del Guadalteba, en el que se han invertido más de dos millones y medio de pesetas, siendo forzoso gastar aún millón y medio más. La zona de riego, muy distante, es de acceso dificilísimo, por lo cual los canales de distribución han de ser excesivamente costosos, pues recorren varias leguas sin irrigar tierra alguna y han de atravesar, según el proyecto primitivo, un túnel de cinco kilómetros, para cuya perforación surgen evidentísimas dificultades.
El pantano no parece construido para el regadío, sino simplemente para servir de regulador a las dos centrales eléctricas que, aguas abajo, obtuvo en concesión y explotación la Sociedad Hidroeléctrica del Chorro. La impresión que se obtiene en la visita es que el regadío no ha sido motivo sino pretexto. El pantano está ya concluido; mas no sucediendo lo propio con los canales, apenas si se consiguió hasta ahora otra cosa que mejorar algo los regadíos antiguos. No obstante los defectos apuntados, es indispensable completar la empresa en forma de obtener el rendimiento posible, que hoy es totalmente nulo. Se comenzarán las obras de complemento por la parte más sencilla, de riego más fácil, con los canales de la margen izquierda, imprimiendo a los trabajos la máxima velocidad y proporcionando ocupación inmediata a 3.550 braceros.
PANTANO DE LOS AVIONES EN ARDALES.- Aguas arriba del Guadalhorce, a muy pocos kilómetros del Chorro, está a medio construir y abandonado el pantano que se denomina de los Aviones o de Andrade. Constituye aquello un lamentable espectáculo. Carriles, vagonetas, grúas y motores se enmohecen en el abandono. Desde hace más de tres años nadie trabaja allí, y el material mecánico se va inutilizando. La construcción de éste pantano comenzó mucho antes que la del Chorro. Cuando éste fue planeado disminuyó la actividad en el de Ardales. Luego el desprendimiento de unas rocas en el punto de la margen izquierda, donde debía estribarse la presa, originó la completa paralización. Los vecinos de Ardales atribuyen éste abandono a influencias poderosísimas de quienes patrocinaban el pantano del Chorro. Una comisión técnica se trasladará en seguida a Ardales para determinar si el terreno ofrece garantías de solidez para levantar la presa y si el caudal del río es suficiente para alimentar los dos embalses, el inmediato del Chorro y el de los Aviones. Éste dictamen técnico servirá de base para decidir la continuación del pantano de los Aviones o el definitivo desistimiento de su obra, aprovechando en otras el material que allí se inutiliza.
Heraldo de Madrid 19320202 010
La Época 19320202 001

Por lo que se puede leer en los artículos de prensa que cubrieron el viaje, y siguiendo una cronología del mismo, saco la conclusión que no es posible que el ministro visitara el pantano de Ardales, por lo que el informe que elaboró sobre esa obra fue en base a los comentarios recibidos por sus acompañantes.

Cuando el informe fue publicado en la prensa, el presidente de la Sociedad Hidroeléctrica del Chorro, D. Jorge Silvela y Loring, viendo algunas declaraciones realizadas por el ministro, en las que afirmaba que las obras del pantano de El Chorro, habían sido enormemente caras, y que el regadío no había sido el motivo de su construcción, sino el pretexto, escribió un artículo contestando al informe del ministro, que fue ampliamente difundido por la prensa del momento.

“El señor ministro de Obras Públicas, en el informe que ha sometido al Consejo de ministros como resultado de las impresiones recibidas en su reciente viaje a Andalucía, y que hoy publica la prensa, hace varias afirmaciones respecto al pantano del Chorro, que no están justificadas.
Como seguramente no está en el ánimo del señor ministro extraviar a la opinión, ni agravar a nadie sin motivo, me atrevería a solicitar de su buen criterio que esas impresiones de un viaje rápido y que forzosamente han de ser superficiales, fueran contrastadas por un informe técnico de su departamento, pues no es justo queden flotando en el ambiente insinuaciones que afectan a la honorabilidad, al crédito y al prestigio de entidades y personas que siempre han obrado con la más estricta pulcritud, teniendo siempre a gala que todos sus actos puedan ser examinados a la luz pública sin temor de que en ellos se encuentre la menor tacha.
Por ésta razón, y aunque soy naturalmente reacio a enviar rectificaciones a la prensa, me veo obligado a ello en cumplimiento de mi deber como presidente de la Sociedad Hidroeléctrica del Chorro, y como las rectificaciones, para que surtan efecto, deben ser breves y contundentes, me limitaré a afirmar:
Primero: Que el pantano del Chorro es una de las obras hidráulicas más baratas que se han ejecutado en España y, desde luego, es la que con notable diferencia sobre todas las demás ha producido mayores rendimiento al Estado, en forma tal, que éste, no solamente se ha resarcido ya de cuánto ha costado la obra, sino que sigue obteniendo por el capital totalmente amortizado, un rendimiento anual que supera el 15 por 100.
Segundo: Que no es cierto que en las obras del canal llamado Guadalteba sea preciso gastar millón y medio más. Esas obras están completamente terminadas y su coste ha sido aproximadamente de dos millones de pesetas.
Tercero: Que el pantano del Chorro no se ha construido simplemente para servir de regulador a las centrales eléctricas de la Sociedad Hidroeléctrica del Chorro, siendo el regadío un pretexto y no un motivo. Mucho antes de que existiera la Sociedad Hidroeléctrica constituía una aspiración constante de todos los propietarios regantes del valle inferior del Guadalhorce poder asegurar los riegos eventuales y muy problemáticos la mayor parte de los años. El pantano se construyó al amparo de la ley de 7 de julio de 1911 (ley Gasset).
Empezaron los trabajos en el mes de diciembre de 1914, y el verano del año 1917 estaba regularizado el río, salvándose la cosecha de aquel año y de los dos siguientes, de extraordinaria sequía, en todos los regadíos existentes en las vegas de Álora, Pizarra y Cártama. Esto solo hubiera justificado su construcción, pues esas cosechas importan aproximadamente cinco millones de pesetas anuales.
La Sociedad Hidroeléctrica del Chorro, a cambio de abonar al Estado el 50 por 100 del importe total de las obras del pantano – sustituyendo en ésta obligación al Sindicato Agrícola -, ha obtenido de éste sindicato la autorización de que las aguas embalsadas, y únicamente durante el periodo de riego, pasen por las turbinas antes de distribuirse por los campos. Esto permite a la Sociedad Hidroeléctrica abastecer de fuerza al mercado industrial de Málaga durante los meses de verano, y que el precio del Kwh. sea de los más baratos que existen en Andalucía.
Cuarto: Que no es exacto que el rendimiento del pantano para fines agrícolas sea hoy totalmente nulo. Aparte del aseguramiento de la cosecha de los regadíos existentes, se han plantado en éstos cuatro últimos años 1.700 hectáreas de remolacha, cultivo antes desconocido en esa zona, que producen actualmente 50.000 toneladas anuales, lo cual supone un ingreso anual para el Estado, solo por éste concepto, de un millón y medio de pesetas.
Quinto: Que los vecinos de Ardales, que atribuyen el abandono de las obras del pantano llamado de Andrade a influencias poderosísimas de quienes patrocinaban el pantano del Chorro, faltan a sabiendas a la verdad.
Si las obras de ese pantano fueron abandonadas se debe única y exclusivamente a que después de dieciocho años de trabajos y de haberse gastado el Estado más de tres millones de pesetas, se convenció la Administración de que el proyecto era descabellado, pues esas obras son un ejemplo típico de las muchas que se han emprendido sin previo estudio y con el solo objeto de dar trabajo y preparar elecciones.
Cuantas afirmaciones hago estoy dispuesto a probarlas documentalmente, y solicito de la buena fe y rectitud del señor ministro de Obras Públicas que se abra un expediente para que todo ello quede debidamente comprobado y cada cual en el lugar que le corresponde.- Jorge Silvela.
La Época 19320203 001
La Nación 19320203 01 02

Jorge Silvela y Loring (Madrid, 1881-Madrid, 1936), era hijo de Francisco Silvela y de Amalia Loring Heredia, procedente de una familia de industriales malagueños. Abogado. Diputado a Cortes desde 1905 a 1923. Compatibilizaba la política con los negocios. Durante la guerra civil fue sacado de su vivienda en Madrid, el 19 de agosto de 1936, apareciendo el cadáver al día siguiente en Moncloa.

En una entrevista realizada para el semanario "Nuevo Mundo", publicada el 12 de febrero, el ministro Indalecio Prieto, responde al artículo de Jorge Silvela.


He leído una nota de don Jorge Silvela en los periódicos sobre el pantano de El Chorro y el de Árdales, en respuesta a unas declaraciones de usted...
—Precisamente—me ataja rápido—he dictado una orden ministerial nombrando una Comisión para que vaya a ver el pantano de Ardales. Esta Comisión está compuesta por hombres tan competentes como don Manuel Lorenzo Pardo—agregado actualmente a la Dirección de Obras Hidráulicas—, por el ingeniero jefe de la División Hidráulica del Sur de España, el ingeniero director del pantano de El Chorro y un representante del Instituto Geológico, el ingeniero de minas señor Sampelayo.
Esta Comisión ya mentada tiene por objeto dictaminar sobre esto:
Primero. Si la constitución del terreno permite la construcción de la presa con garantías.
Segundo. En caso afirmativo, si ha lugar a construir el pantano, una vez construido el de El Chorro, que está muy próximo al de Ardales.
Y se pregunta el ministro:
— ¿Puede haber agua para los dos embalses?
— ¡El pantano de Ardales—arguye el señor Prieto, moviendo la cabeza con pesadumbre—. ¡No tiene usted idea de la incuria, del abandono en que ha tenido el Estado aquello! Es para verlo. Motores eléctricos, grúas, una cantidad de material perdido, abandonado... Se han gastado allí tres o cuatro millones de pesetas durante unos años para poner sólo de evidencia que la realización de estas obras ha sido presidida por el desbarajuste; y en la lentitud o en la preferencia con que se han llevado a cabo, se puede afirmar que ha predominado siempre el interés particular sobre el general o colectivo.
Y esto no debe ser, ni puede ser. Hay que hacer un plan de obras públicas atendiendo siempre—de manera inexorable—a las obras de mayor beneficio general.
[...]
Yo no he afirmado que la obra de El Chorro fuera totalmente improductiva. En cambio, no se puede rectificar el que terminado el pantano no se haya logrado su aprovechamiento integral, precisamente por las grandes dificultades y elevado costo de sus obras de canales, las que dieron lugar a que esta empresa sea muy costosa en relación con las hectáreas que riega y provecho que de ella puede obtener el Estado.
[...]
— ¿Es cierto, señor Prieto, que los campesinos salían al paso de su coche y hacían que se llegara usted a los pueblos?
—Las gentes del campo, como conocían la ruta que llevábamos, nos aguardaban en la carretera—allí estaban seis y siete horas—y nos detenían para llevarnos al Ayuntamiento o a la Casa del Pueblo de los lugares por donde pasábamos. ¿Cómo negarse? Pero estas paradas continuas hacían mi viaje interminable. Yo me valí de una treta: me metí en un coche que iba alejado del automóvil oficial, y así despisté a los que me aguardaban.
JULIO ROMANO
19320212 010 y 011 Nuevo Mundo

Dos meses más tarde, en la Gaceta del 14 de abril de 1932, el ministerio de Obras Públicas promulgaba la ley de «Obras de Puesta en Riego», con la que buscaba la colonización de amplias zonas de Andalucía mediante la construcción de acequias o canales secundarios e interiores, trabajos de nivelación de terrenos, caminos de servicio, etc. y cuantas obras fueran necesarias para la explotación del regadío.

En dicha ley, el Estado se comprometía a acometer la realización de los trabajos necesarios para la puesta en riego de las zonas dominadas por las siguientes obras hidráulicas:

Canal del valle inferior del Guadalquivir.
Pantano y canal de riegos del Guadalmellato en Córdoba.
Pantano y canales del Guadalcacin en Cádiz.
Canales del Genil.
Pantano del Chorro.

A cambio de la ayuda oficial, los propietarios se comprometían a poner en explotación sus tierras según el plan de economía agraria de regadío, que el Gobierno tendría formado con anterioridad a la terminación de las obras. En este sentido, el Plan de Urgencia elaborado un año después por el "Centro de Estudios Hidrográficos", preveía la puesta en explotación de más de un millón de hectáreas de regadío.

Pero a pesar de las buenas intenciones del ministro, no se hizo nada, y no fue hasta la década de los cuarenta del siglo pasado, con la dictadura de Francisco Franco, cuando por parte de los “Servicios Hidráulicos del Sur de España”, se continuó con los trabajos del canal de riego de la margen derecha, con la ejecución del túnel del arroyo Sabinal de 5 km de longitud, se estudió y ejecutó el tramo del canal desde el túnel del arroyo Sabinal hasta el río Fahala, y se empezó el canal de la margen izquierda en su primer tramo hasta el arroyo del Buho.

Finalizadas las obras, el canal de la margen derecha, con sus más de 100 km de longitud concluía en Torremolinos, y el de la margen izquierda conducía al río Campanillas, facilitando el riego entre este punto y Málaga.

El número de municipios que se benefició de estos riegos incluye a Pizarra, Álora, Cártama, Casarabonela, Coín, Alhaurín, Churriana, Torremolinos y Campanillas

Ésta obra sería retomada en 1956, cuando la Hoya del Guadalhorce se incluye entre las tierras seleccionadas por el "Instituto Nacional de Colonización", y declarada de “alto interés nacional”, retomando el proyecto original de 1914 por el Ministerio de Agricultura con el nombre de “Plan Guadalhorce”, pero ampliando hasta 22.000 hectáreas la superficie a poner en regadío e incluyendo ahora el abastecimiento de agua a la ciudad de Málaga.

Esto llevó aparejado un conjunto de transformaciones que la planificación aplicada por éste preveía: reestructuración de la propiedad y de la parcelación, y la creación de poblados de nueva planta para albergar a los colonos (Nueva Aljaima, Zalea, Cerralba, Villafranco del Guadalhorce, Torrealquería).

LA CONQUISTA DE RONDA

  El general Varela entrando a pie en Ronda. A su derecha el comandante Redondo y a su izquierda el comandante Corrales En las dos anteriore...