LA TRAGEDIA DE UNA FAMILIA DE CAMPILLOS EN EL MADRID DE LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL
JUAN CUELLAR CAMPOS |
Juan Cuellar
Campos, en el año 1934, era un joven de 18 años que estudiaba en Madrid preparatorio
general, con domicilio en la calle del Pacífico, 27, cerca de la Estación de
Atocha. Esta calle es la actual avenida Ciudad de Barcelona. Estaba afiliado a
Falange Española. Era natural de Campillos.
Sus padres eran Luis
Cuellar Montánchez y Mercedes Campos Moreno de 54 y 53 años respectivamente.
Tenían cuatro hijos Enriqueta (26), José (25), Juan (18) y Luis (16). Todos
nacidos en Campillos.
Mercedes era hija de
José Campos Asiego y Carmen Moreno Cuellar. Eran sus hermanos Juan y Diego Moreno
Cuellar, de 50 y 46 años respectivamente. Diego estaba casado con Mercedes
Campos Durán de 41 años. No tenían hijos. Los cuatro hermanos Cuellar Campos, pasaban
temporadas muy largas en Campillos en casa de sus tíos Diego y Mercedes, sobre
todo los dos más pequeños, Juan y Luis.
El padre, Luis
Cuellar Montánchez, era Inspector de Policía (aprobó las oposiciones en 1909),
y trabajaba en la Comisaría del distrito de Palacio en Madrid.
LOS BATALLONES DE IZQUIERDA
En aquella época, las
agrupaciones políticas de izquierda, habían organizado lo que se conocía como batallones, cuya razón de ser era adiestrarse
para la “lucha final que comienza”. Los batallones se formaban en los
barrios donde había personal suficiente para ello, de ideología socialista o
comunista. Se identificaban por su
vestimenta, los socialistas llevaban camisa azul celeste y corbata roja, y los
comunistas camisa roja y pantalón blanco.
Cada batallón contaba con un número muy variable de elementos de ambos sexos, y los días de fiesta se reunían en las zonas periféricas de Madrid. Los sitios más comunes eran en la Casa de Campo, otros en monte de El Pardo, donde acampaban y donde también realizaban ejercicios de instrucción militar, impartida por oficiales del ejército de ideología marxista. Era normal que fueran acompañados por la familia, y tras la instrucción, se reunían para comer en un tono festivo.
EL LUGAR DE LA MUERTE DE JUAN CUELLAR
El primer ayuntamiento de Madrid de la
Segunda República, tuvo la iniciativa de crear una playa artificial en una
nueva zona de baño, fuera del núcleo urbano madrileño, y para ello se buscó un
tramo del río Manzanares que estuviera libre de contaminación. El lugar elegido,
estaba en las cercanías del Hipódromo de la Zarzuela, a la altura de la
desembocadura del arroyo del Fresno, en unos terrenos que se encontraban dentro
de los límites del Monte de El Pardo. Para ello, se represó el río Manzanares, creando
una laguna artificial de 80.000 m3., con arena
hasta la orilla del agua, con sombrillas, alquiler de tumbonas, e incluso
barcas de recreo. Además del embalse, constaba de diferentes
instalaciones deportivas y de ocio, que incluía
frontones y hasta una pista de patinaje.
Lo que se llamó la Playa de Madrid, está considerada
la primera playa artificial que se construyó en España. Abriría sus puertas el
15 de mayo de 1932, teniendo una gran acogida por parte de los madrileños. Un servicio
de autobuses la conectaba con la estación de Príncipe Pío. En verano, acudían diariamente
entre 3.000 y 5.000 personas, subiendo a más de 18.000 los días festivos,
contando a las personas que pasaban por taquilla, no al número total de
bañistas, ya que algunos lo hacían en las zonas próximas, pero fuera de las instalaciones municipales.
10 DE JUNIO DE 1934
Nos
situamos ahora en junio de 1934. Desde hacía aproximadamente un mes, numerosos
jóvenes afiliados a las Juventudes Comunistas, organizaban excursiones, todos
los domingos, al monte de El Pardo cerca de la Playa de Madrid.
El
domingo 10 de junio, un grupo de estas Juventudes, compuesto por unos treinta o
cuarenta muchachos de ambos sexos, salió de Madrid, aproximadamente a las seis
de la mañana, vistiendo pantalón blanco y camisetas rojas, con banderas y
emblemas, llevando a la espalda el morral con la merienda. Acamparon en un
lugar denominado Valdemarín, en la margen derecha del río Manzanares, a unos
quinientos metros de la Playa de Madrid. Se bañaron y después realizaron
ejercicios gimnásticos de instrucción.
Sobre
la una de la tarde, cuando mayor era la animación en el monte de El Pardo y
cuando muchos de los excursionistas se disponían a comer, pasaron por las
inmediaciones del lugar, donde acampaban los comunistas, otro grupo formado por
seis o siete jóvenes falangistas, y que se situaron en un montículo inmediato,
con la intención de comer bajos los pinos, y pasar tranquilamente el domingo.
Habían llegado en unos automóviles por la carretera de La Coruña, y los habían
dejado aparcados frente a La Playa.
Al verlos pasar, del grupo de camisetas rojas,
se destacaron varios individuos que, dirigiéndose a uno de los que figuraba en
el grupo recién llegado, le preguntaron si eran anarquistas.
“Nosotros – respondió el interpelado – somos de Falange”.
Surgieron
seguidamente algunos insultos de una y otra parte. Varios comunistas de los más
exaltados trataron de acudir al montículo, con objeto de agredir a los
falangistas, pero sus compañeros les disuadieron de tales propósitos.
Pasaron así unos momentos, al cabo de los cuales se calmaron los ánimos, y los comunistas empezaron a cantar “La Internacional”, puño en alto. Los falangistas recibieron el himno con silbidos, y a su vez contestaron entonando el himno de la Falange. Entonces, dos de los comunistas se desplazaron del grupo y llegaron hasta el montículo, donde se encararon con los falangistas.
Fue en aquel momento cuando
sonaron los primeros disparos. Los compañeros de los dos comunistas que se
habían destacado, acudieron en tropel al montículo. Los contendientes, en mayor
número los comunistas que los falangistas, se acometieron furiosamente, empleando
además de armas de fuego, navajas, vergajos, palos, porras y piedras.
Los
testigos externos, dijeron que se vio que caían al suelo cuatro individuos. Uno
de ellos cayó herido de un balazo, y cuando ya estaba en el suelo, varios de
sus contrincantes se abalanzaron sobre él fieramente, arrancándole casi el
pabellón auricular, y causándole después con piedras y palos las demás heridas
que le produjeron la muerte.
Muchas de las personas que allí se
encontraban, especialmente mujeres que llevaban consigo niños de corta edad,
huyeron despavoridas. También se produjo un gran pánico entre las numerosas
personas que se encontraban en la Playa de Madrid, al otro lado del río.
Al ruido del griterío y de los disparos que,
según las personas que allí se encontraban, fueron doce o catorce, acudió
rápidamente una pareja de la Guardia civil de Caballería. Al presentarse la
Guardia civil, los combatientes huyeron en distintas direcciones, y quizá por
hallarse ligeros de ropa, atravesarían el río con facilidad, poniéndose de ésta
forma a salvo en la otra orilla.
Al llegar, encontraron caído en tierra, entre
unos pinos, en posición decúbito supino, a un individuo como de unos dieciocho
años, que vestía americana color café, bastante desgastada, pantalón gris y
zapatos de color. Éste individuo no daba señales de vida y se hallaba sobre un
gran charco de sangre. La fuerza pudo comprobar que el joven estaba muerto. No
pudo ser identificado, por no encontrarle encima documento alguno. También fueron
encontradas otras tres personas heridas, que inmediatamente fueron auxiliadas,
y utilizando un pontón que había sobre el río, y que pone en comunicación la
margen derecha con el embarcadero de la Playa, se les condujo a la Clínica de
urgencia establecida en dicho lugar de recreo. Los heridos eran:
* Manuel Arredondo Alonso, falangista, vecino
de Madrid, con domicilio en la calle de Preciados, 15, que presentaba varias
heridas contusas en la cabeza, en la raíz de la nariz, en el labio superior,
mano derecha y muslo izquierdo, lesiones que fueron calificadas de pronóstico
reservado.
* José Costas Castro, falangista, vecino de
Madrid, con domicilio en la calle del Príncipe de Vergara, 91, varias heridas
contusas en la cabeza y otras con hematoma en la cara, de pronóstico reservado. Era estudiante de Ingeniería Industrial, a la vez que trabajaba en el
Banco Hipotecario. Era huérfano de padre.
* Manuel Roldán Vallejo, comunista, vecino
del Puente de Vallecas, con domicilio en la calle de Cecilio Perucho, 9, que
presentaba una herida punzante de cuatro centímetros en la espalda, que
interesa probablemente el pulmón, al nivel del ángulo inferior del omoplato
izquierdo, de carácter gravísimo.
Una
vez que les fue practicada la cura de urgencia, los dos primeros fueron
trasladados a Madrid, y el segundo pasó al Hospital Provincial.
Inmediatamente
se informó de lo que había ocurrido a la alcaldía de El Pardo, donde se hallaba
el alcalde de dicha localidad, don Salustiano García, que sin pérdida de tiempo
comunicó la noticia al Juzgado. El juez don Víctor Hernández de Deza,
secretario don Donato Puerta y el médico forense don Nicolás Mediavilla
marcharon inmediatamente al lugar del suceso.
Al
llegar, el señor Mediavilla reconoció el cadáver, que presentaba dos heridas
por arma de fuego con orificio de entrada por la región axilar izquierda; otra
por navaja o cuchillo en la región escapular del mismo lado, y otra también de
arma blanca en la región mastoidea izquierda. Se le apreciaron al cadáver dos heridas
de arma blanca en los labios y desgarramientos en una oreja. Tenía también
otras muchas contusiones producidas, al parecer, con palos y piedras, como si
se hubiesen ensañado con el cuerpo una vez en tierra, hasta el extremo de que
la cara aparecía muy desfigurada. Después de levantar un croquis del lugar del
suceso y posición en que fue hallado el cadáver, se dispuso que éste fuera
trasladado al Depósito judicial de El Pardo.
Antes de llegar el juez, la Guardia civil
había practicado una minuciosa requisa por aquellos alrededores, incautándose
de numerosos objetos, tales como morrales, algunas prendas de vestir, diversos
documentos consistentes en carnets y tarjetas, palos, vergajos, porras
metálicas y una pistola de calibre 7,65, con un cargador completo en la
recámara y otras cinco sin disparar, y varias armas blancas.
Ha llamado la atención el hecho de que no
fuera encontrada en el lugar del suceso nada más que una sola pistola, y ésta con
las cápsulas sin disparar, a pesar de que el número de disparos hechos durante
la refriega fue de unos doce o catorce.
Entre los documentos encontrados figuraban
tarjetas de la Facultad de Ciencias, y una cédula personal a nombre de Miguel
Primo de Rivera, primo de José Antonio Primo de Rivera. Al ser entregados éstos
documentos por la Guardia civil a la Policía, que había acudido desde Madrid al
tener noticia de lo ocurrido, la Dirección de Seguridad ordenó la detención de
éste, que se efectuó poco después en su domicilio en Madrid.
Miguel Primo de Rivera
manifestó que había salido de Madrid en su coche para dar un paseo con tres
amigos suyos, y que al pasar por la carretera oyó unos disparos y el revuelo de
la reyerta, y que entonces dejó el coche y pretendió acercarse a los que
reñían, siendo entonces cuando se produjeron las carreras, y que con la
precipitación había perdido su morral con documentos personales, y que al
encontrarlo, le había desaparecido una cartera conteniendo varios billetes de
banco. El señor Primo de Rivera fue puesto por la Dirección a disposición del
Juzgado de El Pardo. La Guardia civil detuvo también a otros ocho individuos,
supuestos contendientes.
Ante el juez, don Víctor Hernández, prestaron
declaración numerosas personas; pero la mayoría de ellas se limitó a manifestar
que se hallaban con sus respectivas familias, y que les sorprendió la reyerta,
sin que pudieran precisar detalles que sirvieran para aclarar lo ocurrido.
Alguien, sin embargo, dijo que antes de llegar la Guardia civil, vio a uno de
los contendientes que se acercaba al que había caído al suelo, y que resultó
muerto, registrándole las ropas.
A las cinco de la tarde, en el momento que el
Juzgado se hacía cargo de las primeras diligencias y se disponía a tomar
declaración al detenido, se presentó el inspector de vigilancia de la comisaría
del distrito de Palacio, don Luis Cuellar Montánchez, diciendo que creía que el
muerto era su hijo. Trasladado al depósito del Pardo, reconoció en el cadáver a
su hijo, Juan Cuellar Campos, de dieciocho años, estudiante de preparatorio
general, con domicilio en la calle del Pacífico, 27. Estaba afiliado a Falange
Española y pertenecía a la escuadra 24 de la Primera Línea de Madrid.
Ya de noche, llegaron a El Pardo la esposa
del señor Cuellar y una hija suya, que pretendieron ver el cadáver, y tanto el
alcalde de El Pardo, don Salustiano García, como el juez, don Víctor Hernández,
conmovidos por el estado de aflicción de ambas mujeres trataron de disuadirlas
de su propósito. La madre del joven Cuellar, permaneció
largo rato en la plaza del pueblo, sentada en uno de los bancos, llorando
desconsoladamente.
Todos los detenidos quedaron a disposición
del Juzgado de El Pardo, quien a su vez ha de pasar todas las diligencias al de
instrucción de San Lorenzo del Escorial, que es el competente.
Por
orden de la Dirección General de Seguridad, en las primeras horas de la madrugada
del día 11 de junio de 1934, quedaron clausurados todos los centros que Falange
Española de las JONS tenía abiertos en Madrid.
Este relato está extraído de la siguiente prensa de la época
19340611 002 Heraldo de Madrid19340611 001 Luz19340611 002 El Siglo Futuro19340612 023 La Vanguardia19340612 002 El Sol19340612 003 La Libertad19340612 017 y 018 ABC19340612 004 Diario de Alicante19340615 015 Heraldo de Madrid
Juan Cuellar era el octavo miembro de la
Falange que caía asesinado desde la
fundación de Falange Española, el 29 de octubre de 1933. Ese mismo día, también habían disparado contra el automóvil en el que
viajaba el Dr. Francisco Luque, confundiendo el coche con el de José Antonio
Primo de Rivera, que era del mismo modelo. Ante este nuevo crimen, Juan Antonio
Ansaldo, jefe de Objetivos de Falange, dio la orden de responder con una acción
de represalia.
Al anochecer de ese mismo día, en la calle Eloy Gonzalo, cuando un grupo de jóvenes socialistas descendía de un autocar al regreso de una excursión, se encontraron con varios falangistas que los estaban esperando en el interior de un auto, y que abrieron fuego sobre ellos. Como resultado del atentado murió una joven modista llamada Juanita Rico Hernández y heridos sus hermanos Ángel (que quedo cojo para siempre) y Lino, además resultaron heridas cuatro personas.
A pesar de lo que dicen muchas versiones, referente a que Juanita
Rico participó en la muerte de Juan Cuellar, pienso que la acción de represalia
fue aleatoria, ya que los falangistas no podían tener la seguridad de quienes
eran los que habían asesinado a Juan Cuellar aquel mismo día. De hecho, los que mataron a Juan pertenecían a las Juventudes Comunistas y los hermanos
Rico a las Juventudes Socialistas.
A partir de entonces los enfrentamientos, tiroteos y muertos se
convirtieron en algo mucho más habitual en las calles de Madrid y de toda España.
Ya no eran atentados, ahora eran enfrentamientos armados entre
grupos contrarios.
El ministro de Gobernación,
Rafael
Salazar Alonso, prohibió toda
manifestación y concentración en el entierro de Juan Cuéllar Campos, que tuvo
que realizarse a primeras horas de la mañana siguiente, de forma clandestina,
en el mismo cementerio de El Pardo.
Sin embargo, el 21
de junio que era enterrada Juana Rico, se produjo una multitudinaria
manifestación que había sido autorizada. Su muerte se convertiría en un símbolo
de guerra y venganza por la primera sangre socialista derramada. Rafael Alberti
le dedicaría un poema. Cuando estalló
la guerra civil, el nombre de Juanita Rico se convirtió en un símbolo de los
antifascistas.
El ministro de la Gobernación, con la finalidad de cortar con estas
agrupaciones milicianas callejeras, dirigió al Director general de Seguridad y
al Inspector de la Guardia civil, la siguiente orden circular:
«La reiteración de manifestaciones que, a pretexto de giras campestres o ejercicios de gimnasia se celebran en los alrededores de Madrid, constituyendo a veces actos políticos más o menos disimulados, y degenerando en ocasiones en reyertas que han producido diversas víctimas, han obligado a este Ministerio a dar órdenes para cortar el mal. A este efecto, V. E. se servirá observar las siguientes instrucciones:Primera. Se tendrá en cuenta, por los agentes a sus órdenes, que cuantos grupos excedan del concepto corriente de la familia, lleven uniformes, emblemas o banderines, o constituyan formación de cualquier naturaleza, aunque tengan como pretexto ejercicios gimnásticos que constituyan manifestaciones a los efectos de los artículos 10 y 11 de la ley de Orden público, debiendo procederse en consonancia con tales preceptos.Segunda. Cuando los manifestantes pertenezcan a sociedades, sea cualquiera su denominación y finalidad, se atendrán a lo dispuesto en el artículo 12, en relación con lo que regulan los períodos de prevención y alarma en la ley de Orden público.Tercera. Vuecencia dispondrá que en las salidas de Madrid se proceda con todo rigor, especialmente los días festivos, al cacheo de cuantas personas salgan, incluso de las que ocupen vehículos de toda clase».19340612 023 La Vanguardia19340612 004 La Libertad
La jurista y escritora gaditana Mercedes
Formica (1913 – 2002), que en su juventud estuvo afiliada a Falange Española,
recuerda en su libro de memorias, “Visto
y vivido”, (páginas 146 y 147) el día que fue al cementerio de El Pardo a
llevar flores a la tumba de Juan Cuellar.
Mi primer acto de falangista tuvo lugar en el cementerio del Pardo, donde nos habíamos reunido para el aniversario de Juan Cuéllar Campos, asesinado en la Dehesa de la Villa.[…]Llegamos al Pardo, en autobús, unas veinte personas. Diez o doce chicas de la SF y otros tantos muchachos. El cierzo del Guadarrama barría el cementerio. Nos agrupamos ante la sepultura, cavada en la tierra, y esparcimos las flores, al tiempo que un sacerdote rezaba el responso, seguido del padrenuestro.El camposanto no era el jardín amable de los andaluces, sino la escueta expresión de la muerte, con la tierra salpicada de rocío cristalizado. Las tumbas carecían de lápidas.El sepulturero, para señalar los lugares que no debían pisarse, había amontonado sobre los mismos tierra helada, esculpiendo siluetas semejantes a momias egipcias.Resultaba sobrecogedora la presencia de aquellos bultos anónimos, tendidos frente a las montañas, que sin duda respondían a costumbres antiguas, a ritos arcaicos que la riqueza transformó en obras de arte cinceladas en mármoles y alabastros.
Según Baltasar Peña, la constitución de la Falange en Campillos, fue motivada por el asesinato en Madrid, del joven
campillero Juan Cuellar Campos. Su tío Diego
Campos Moreno, en cuya casa se había criado, organizó la Falange campillera como Jefe Local de ella, y logró
que un grupo de muchachos se le
uniera desde el primer momento.
EL JUICIO POR AL MUERTE DE JUAN CUELLAR. NO HUBO CULPABLES
El 2 de enero de 1935, en la Sección cuarta de la Audiencia, constituida en Tribunal de Urgencia, se ha celebrado la vista del proceso incoado con motivo del asesinato del joven fascista Juan Cuellar Campos.Los sucesos ocurrieron en la tarde del 10 de junio de 1934 en el monte de El Pardo, y como consecuencia de los cuales falleció Juan Cuellar, hecho que motivó el procesamiento de Marcelino Aliques Bermúdez, Emilio Pérez Gómez, Diego Abellán Orozco y Constantino Rojo Alarcón.El fiscal, señor Robles (fue también el fiscal en el juicio contra Merry del Val), en sus conclusiones provisionales sentaba:Que el 10 de junio de 1934, en el monte de El Pardo, situado a la espalda de la Playa de Madrid, en el término judicial de El Escorial, había nutridos grupos de muchachos de ambos sexos, extremistas de izquierda con emblemas y banderas que, al darse cuenta de que había seis o diez muchachos fascistas, comenzaron a cantar en actitud de reto, himnos y canciones contra el fascio al tiempo que iniciaban un avance hacia el sitio en donde estaban. Y llegado el Emilio Pérez “el Manías”, les dijo: “¿Cómo no cantáis? ¿Sois fascistas?”. Y al contestar afirmativamente Juan Cuellar, se abalanzaron sobre él, y le infirieron heridas con porras y disparos, causándole la muerte. Los demás fascistas huyeron, y dos de ellos fueron heridos. Los agresores tenían armas de fuego sin licencia.Y calificando los hechos como constitutivos de un delito de asesinato cualificado por la alevosía, pedía fueran impuestas a cada uno de los cuatro procesados la pena de treinta años de reclusión mayor por asesinato con alevosía, a más de dos años por el delito de tenencia de armas y cien mil pesetas de indemnización a la familia de la víctima.Los procesados han declarado ser totalmente ajenos al hecho que se les imputa. Las defensas llevadas por los letrados señores Sánchez Roca y Castillo, solicitaban la absolución.Tras dar cuenta el secretario en las actuaciones pertinentes, se practicó la prueba testifical, única de que hicieron uso las partes, pudiéndose decir que se limitó tan solo al examen de agentes de la autoridad que llevaron a efecto las detenciones. En sus declaraciones hicieron referencia una vez más, a unas confidencias que recibieron, aclarando incluso uno de ellos que explicó el hecho, por la referencia dada con todo género de detalles, y admitiendo incluso la posibilidad de que uno de los confidentes pudiera ser autor o partícipe en el hecho.El fiscal modificó sus conclusiones, retirando la acusación contra los procesados basándose en la falta de pruebas.Por falta de pruebas han sido absueltos.19350104 014 Heraldo de Madrid19350105 026 ABC19350104 001 Pensamiento Alavés
Este era el final de la crónica que tenía
preparada para incluirla en el Blog. Yo era consciente de que había un vacío
que no era capaz de rellenar; se trataba del nombre de la madre de Juan Cuellar. Sabía
el nombre del padre, Luis Cuellar Montánchez, los apellidos de la madre, Campos
Moreno, por ser hermana de Diego Campos Moreno, el fundador de la Falange en Campillos, pero no sabía el nombre de la madre. En ninguna de las noticias de la prensa de
la época, aparecía como se llamaba. Me perturbaba la imagen de la madre llorando
la muerte del hijo en un banco de El Pardo, y el no poder dar su nombre.
Pero el destino es aleatorio, y a veces
parece que una mano invisible te guía y te encuentras con lo que buscas, sin
pretenderlo. Repasando, hace muy pocos días, el libro de Cesar Vidal sobre las “Checas
de Madrid”, y hojeando de una manera superficial el Anexo 4 del mismo en el que
da los nombres y apellidos de los más 11.000 asesinados en Madrid y provincia
bajo el gobierno del Frente Popular (julio 1936 – marzo 1939), me encontré con
el nombre de Mercedes Campos Moreno.
Estaba convencido de que era ella. Me puse a
investigar, y efectivamente se trataba de la madre de Juan Cuellar, que había
sido asesinada el 14 de agosto de 1936. Tirando del hilo de la madre, aparecieron también los
nombres de sus otros hijos, Enriqueta, José y Luis, que también tuvieron su propio drama personal.
Tuve que recomponer toda la crónica, cambiando
el nombre de la misma e incluyendo este capitulo final.
EL CAPÍTULO FINAL DE LA HISTORIA
Queda por describir el último acto
del drama. Para ello nos situamos en abril de 1936, casi dos años después de la
muerte de Juan Cuellar
Ya escribí en la crónica de este Blog sobre los SUCESOS OCURRIDOS EN CAMPILLOS LOS DÍAS 28 Y 29 DEMAYO DE 1936, que el 17 de abril, el Gobierno del Frente Popular
presidido por Manuel Azaña, aprobó en el Consejo de Ministro un decreto,
acordando la disolución e ilegalización de todas las Ligas fascistas y
organizaciones de tipo análogo, y que declaraba a Falange Española una
asociación ilícita. Al declarar fuera de la ley a Falange, desde la Dirección
General de Seguridad, siguiendo órdenes del ministro de la Gobernación, se dieron
instrucciones a los Gobernadores civiles provinciales, para que se detuviera a
todos los directivos locales y provinciales de Falange.
En Campillos, el 23
de abril fueron detenidos por orden gubernativa los elementos directivos de
Falange, Diego Campos Moreno, jefe local, José Morgado Olmo, secretario,
Antonio Campos Giles, Antonio Campos García, Pedro García Pérez, Pedro Cañamero
Vargas y Cosme
Padilla Santa Cruz, los que fueron puestos en libertad el 26 de mayo.
Posteriormente a la publicación de la anterior crónica, he encontrado documentación sobre la detención, ese mismo día en Campillos, de otro falangista más. Se trata de Luis Cuellar Campos, el hermano pequeño de Juan Cuellar, que pasaba unos días en Campillos en casa de sus tíos.
FC-CAUSA GENERAL, 357, Exp. 3 |
A Luis, con tan
solo dieciocho años, después de ser detenido en Campillos, la policía lo traslada a Madrid, y
queda ingresado en la cárcel Modelo el día 29 de abril de 1936.
El 22 de Abril, un
día antes de la detención de Luis en Campillos, habían detenido, cuando se
encontraba en su casa de Madrid, a su hermano José Cuellar, siendo trasladado a la
Dirección General de Seguridad (DGS), y de ahí a la cárcel Modelo el día 26 de
ese mismo mes. Por esas fechas vivían en la calle Padilla 69, 2ª
Derecha.
Ambos estaban acusados de
pertenecer a Falange Española (FE), una organización legal según dictaminó el
Tribunal Supremo. La prueba contra ellos, eran unos ficheros que la DGS había
requisado en la sede de FE en los que aparecían sus nombres y dirección.
En un Boletín
publicado por FE el 20 de junio, se decía:
El Tribunal Supremo, confirmando la resolución de la Audiencia de Madrid, ha declarado lícita la Falange. Pero todo es inútil; el Gobierno, abusivo y cobarde, tras de impedir por medio de la censura que se conozca el fallo de la justicia, retiene en la cárcel contra todo derecho a millares de afiliados a la Falange, mantiene la clausura de sus centros e impide su vida legal.
A diferencia de los
detenidos en Campillos que fueron liberados el 26 de mayo, cuando el Tribunal
Supremo sentenció la legalidad de Falange, no ocurrió así con José y Luis Cuellar. El
inicio de la Guerra civil, les sorprendió a los dos en la cárcel Modelo o en la
de Ventas, pues pasaron de una a otra, sin poder precisar la fecha.
Visto este primera
parte de la historia, vayamos a la segunda, y para ello nos situamos a mediados
de agosto de 1936. La padres de José y Luis Cuellar, junto con su hermana
Enriqueta, se habían trasladado a vivir a la calle Lista (actual José Ortega y
Gasset), al número 56, 2º centro derecha, en el barrio de Salamanca.
Posiblemente lo hicieran buscando un lugar más seguro, alejado de delatores que
conocían el pasado falangista de sus hijos. En su domicilio, se encontraba
también, posiblemente escondido, un amigo falangista de sus hijos, Luis
Turégano Elvira, de 22 años y de profesión practicante.
El 14 de agosto de
1936, quizás denunciados por “gentes del mismo barrio, por estar significada
mi familia como falangista, puesto que en 1934 mi hijo Juan fue asesinado en la
playa del Pardo, y estar detenidos mis otros dos hijos…”, según palabras del padre,
se presentaron en su domicilio varios milicianos que se llevaron detenidos a
Luis Turégano y a su esposa Mercedes Campos Moreno. Los subieron en un coche en
dirección desconocida, sin que se volviera a saber más de ellos.
FC-CAUSA GENERAL, 1504, Exp. 1 |
FC-CAUSA GENERAL, 1503, Exp. 2 |
El padre, Luis
Cuellar Montánchez, que era inspector de policía, no supo a qué lugar los
llevaron, a pesar de las gestiones que practicó a todos los niveles. El hermano
de Luis Turégano, suponía que los habían llevado a la Checa que estaba en la
misma calle Lista, en la esquina con la calle Velázquez, ya que pertenecían a
esa Checa los que los detuvieron. La Checa de la calle Lista, 29, ocupaba el edificio
del Convento de clausura de las religiosas de la Concepción Jerónima, y era del
Partido Comunista.
FC-CAUSA GENERAL, 1531, Exp. 24 |
A Diego Campos, hermano de Mercedes, lo habían asesinado en Campillos el 26 de julio, en las proximidades de la estación de tren de Gobantes, junto a cuatro personas más. Podemos ver la declaración de la esposa de Diego Campos Moreno, en el blog "Verdad histórica de Campillos" de Noelia Rodríguez.
Ahora damos un
salto de ocho meses para ver la última parte de la historia. El 19 abril de
1937, el Juzgado
instructor nº 1 de los Jurados Populares de Madrid, toma declaración a los hermanos José y Luis
Cuellar Campos. Llevan casi un año en prisión y aún no sabían de qué se les
acusaba. En ese momento se les informa que:
A Luis Cuellar: Que en los archivos políticos de la Comisaría General de Investigación y Vigilancia de Madrid, consta una ficha, sin firma ni fotografía que copiada literalmente dice así: “Luis Cuellar Campos.- F.E.- Pacífico 27 y Padilla 69.
A José Cuellar: Que en los archivos políticos de la Comisaría General de Investigación y Vigilancia de Madrid, consta una ficha, sin firma ni fotografía que copiada literalmente dice así: “José Cuellar Campos, de 28 años, Contable.- Pacífico 27.- F.E.” Y otra ficha “José Cuellar Campos.- Padilla 69.- Fascista.”
Esta era toda la
acusación.
El juez, viendo la poca entidad de los
delitos, el 23 de abril de 1937, cuatro días más tarde, remite el expediente al
Tribunal de Urgencia nº 6, que preside D. Esteban Puras y Sierra.
FC-CAUSA GENERAL, 357, Exp. 3 |
Los Tribunales de Urgencia, se instauraron como
complemento de los Tribunales Especiales Populares, para entender de aquellos
hechos de hostilidad o desafección al régimen que no fueran constitutivos de
los delitos previstos y sancionados en el Código penal común y en las leyes
penales especiales. Es decir juzgaban hechos sin relevancia penal. Por ejemplo,
difundir falsos rumores o noticias que tiendan a producir un estado de opinión
o alarma adverso a la República; observar una conducta que sin ser constitutiva
de delito demuestre que la persona es notoriamente desafecta al régimen;
cualquier otro hecho que por sus circunstancias y consecuencias deba estimarse
como nocivo a los intereses del Gobierno, el Pueblo o la República.
El juicio se celebró el 11 de mayo de 1937 en la Prisión de Duque de
Sesto. El fiscal pidió dos años y medio de internamiento en campo de trabajo, y
el abogado defensor la absolución. El juez, D. Esteban Puras, ese mismo día
dicta sentencia, y va más allá de lo solicitado por el ministerio fiscal, y
condena a cada uno de los hermanos a tres años de internamiento en campo de
trabajo por desafección al régimen. El delito: aparecer su nombre en unas
fichas de Falange.
Pero, ¿qué es ser elemento desafecto al régimen?, ¿qué quiere decir régimen?, ¿hay que identificar al régimen con la República o
con el Frente Popular?. Si miramos la Gaceta de Madrid (Diario Oficial de la
República) en los primeros meses de la guerra, salimos de dudas. Veremos
miles de ceses de funcionarios, por pertenecer a partidos políticos distintos a
los que constituyen el Frente Popular, a los que se consideran enemigos del
régimen, y a los que se le presupone con una “simpatizante connivencia con los alzados contra la República”.
En la Constitución actual, se respeta de
forma escrupulosa las opiniones contrarias a la monarquía. En el Congreso se
sientan diputados republicanos, y se permite, con toda normalidad, actos y
manifestaciones a favor de la república.
Durante la Segunda República y sobre todo,
durante el gobierno del Frente Popular., evidentemente ser monárquico era ser
notorio desafecto al régimen, ser católico era en muchos casos considerado ser
enemigo del régimen, ser de derechas era considerado ser hostil al régimen. No
hacía falta haber intervenido en el levantamiento, bastaba ser considerado
enemigo. No hacía falta ni siquiera una acción física contraria al régimen.
La pena de tres años la cumplieron integra en el Campo de Trabajo de Albatera (Alicante). Salieron libres a finales de abril de 1939, cuando cumplieron los tres años de haber sido detenidos, Luis en Campillos y José en Madrid. Pocos días después de su salida finalizaba la guerra civil.
El campo de trabajo de Albatera se inauguró en octubre de 1937. Estaba calculado para albergar tres mil reclusos. Durante año y medio operó bajo el control del Gobierno de la República. Con el tiempo y la victoria franquista, allí irían a parar miles de republicanos, desde abril hasta finales de octubre de 1939.
Campo de trabajo de Albatera |
Para finalizar, quiero traer al Blog la esquela mortuoria que dedicó la familia a los fallecidos. En ella vemos también el fallecimiento de Enriqueta Cuellar Campos, la hermana mayor, “víctima de los sufrimientos, el 12 de octubre”.
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