LA REPRESIÓN SOBRE LA MUJER EN LA COMARCA DE GUADALTEBA POR PARTE DE LA IZQUIERDA, EN LOS PRIMERAS SEMANAS DE LA GUERRA CIVIL

Isabel Piqueras Gómez, violada y asesinada por las milicias de izquierda en Cañete la Real

En los años veinte del siglo pasado, el movimiento social católico supuso una oportunidad para que algunas mujeres desarrollaran sus actividades en el espacio público. A través de diversas asociaciones, la Iglesia se encargó de favorecer la organización y movilización social de las mujeres, como un instrumento más en su proyecto evangelizador de la sociedad. Este hecho supuso un avance en el acercamiento a la política de las mujeres, pero por otro lado ayudó a consolidar el estereotipo de la mujer beata y conservadora, que serviría de argumento a los detractores del sufragio femenino en los partidos de izquierda.

Un ejemplo podemos verlo a raíz del debate que tuvo lugar en el pleno de las Cortes de los días 8 y 10 de octubre de 1931, sobre el artículo 26 de la nueva Constitución de la República, que trataba sobre la religión y las relaciones Iglesia – Estado. Los católicos interpretaron el contenido del artículo 26 como una medida persecutoria contra la Iglesia y como una declaración de guerra a los católicos. En el diario católico “El Debate”, se afirmó que «La Constitución que se elabora, sólo por lo ya votado, no es ni será nuestra, de los católicos. No estamos dentro de ella».

El domingo 11 y el lunes 12 de octubre, fueron especialmente intensos en la prensa, en la calle y en las sedes de distintas instituciones. Esos días se celebraron muchos actos y manifestaciones anticlericales en diversas ciudades. Por su parte los católicos, también se movilizaron denunciando el proyecto constitucional como "persecutorio de la Iglesia”. El acto de mayor impacto fue el envío a las Cortes Constituyentes de una petición de modificación del proyecto constitucional, firmada por millón y medio de mujeres católicas.

En relación con este hecho, en la prensa nacional del día 13 de octubre ("ABC", "La Época", "La Nación"), encontramos información sobre un telegrama enviado por diversas asociaciones religiosas de mujeres de Campillos, al presidente del Consejo de Ministros, al presidente de las Cortes Constituyentes y a los diputados señores Rafael Guerra del Río (PRR), Andrés Saborit (PSOE), Luis Companys (ERC), Emilio Baeza Medina (PRRS) y José Martínez de Velasco (PA):

“Asociaciones religiosas Campillos (Málaga), integradas más de 300 mujeres católicas, piden no se aprueben artículos Constitución atentatorios derechos Iglesia, familia cristiana y Órdenes religiosas. Especialmente lo relativo a enseñanza y expulsión Compañía de Jesús.- Catalina Aurioles (Casasola).- Presidenta Conferencias S. Vicente, Dolores Moreno.- Presidenta Marías Sagrarios, Carmen Casasola (Lasarte).- Presidenta Hijas de María, Carmen Herrera.- Secretaria Catecismo, Ana Jordán (Villavicencio).”

Como vemos, en aquella época en Campillos existían distintas asociaciones de mujeres católicas: “Conferencias de San Vicente de Paúl”, “Hijas de María Inmaculada”, “Marías de los Sagrarios”. Las componentes de estas organizaciones, se dedicaban a ayudar en todo lo relacionado con la parroquia, preparar a las jóvenes para la comunión, organizar fiestas religiosas como la de la Inmaculada, y practicar la beneficencia y caridad, así como difundir los evangelios.

En el telegrama vemos la presencia de Carmen Casasola, como presidenta de la “Obra de Marías de los Sagrarios”. Fue su papel comprometido en el apostolado, tanto o más que su condición de "señora rica", lo que le acarreó el comodín de «fascista», con la consiguiente persecución política y su posterior condena a muerte.

Así, en un pleno del Ayuntamiento de Campillos del 21 de octubre de 1933, siendo alcalde el socialista Pedro Velasco Olmo, el también socialista Cristóbal Barquero dijo que las señoras Casasola (las hermanas Carmen, Josefa y Dolores) que viven en la calle de Fermín Galán (Lavados), con el engaño de darles un caramelo, hacen “resar” [sic] a los niños y pide que se evite, contestando el señor Benito Luna, que ello es misión exclusiva de los padres de los niños.

REPRESIÓN POR PARTE DEL FRENTE POPULAR EN SU RETAGUARDIA

En los primeros meses de la guerra, la represión en la zona del Frente Popular fue consecuencia de la formación de unos poderes locales al margen del gobierno de la República, que con el pretexto de limpiar la retaguardia de “fascistas”, sometieron a las personas de derechas que estaban en las poblaciones bajo su control, a una gran violencia represiva.

Estos poderes locales, que se agrupaban en forma de Comités, se arrogaron todas las funciones políticas, ejecutivas, judiciales, económicas, etc. de la vida pública, y entre sus objetivos concretos estaba la limpieza política de la retaguardia. En este sentido, los comités sustituyeron y, en otras, coexistieron con las instituciones republicanas, al menos hasta finales del verano de 1936.

Con anterioridad al 18 de julio, ya existían las milicias y los comités del Frente Popular, realizando funciones de seguridad y vigilancia de los partidos afines, y de apoyo a las corporaciones municipales. Cuanto se produjo el golpe de estado por los militares, eran unas organizaciones con un modo de funcionamiento bien engrasado, que solo tuvieron que modificar sus objetivos inmediatos.

Los comités existentes, pasaron a ser órganos de gestión revolucionaria que, en el orden administrativo local, asumieron el poder en sustitución de los ayuntamientos, y a otros organismos de la administración provincial, apropiándose de los bienes y dirección de fábricas, talleres y empresas que antes dirigían sus dueños, directores o gerentes.

Estos comités actuaron de forma violenta, creando un estado de terror que fue utilizado por algunos de sus componentes para satisfacer venganzas políticas y personales.

No se trataban de grupos de “incontrolados” nacidos al margen del poder constituido. Sus actuaciones violentas, llevadas por la pasión desbordada de los primeros momentos de la revolución, no fueron fruto de la improvisación, ni nacieron de los “bajos instintos” de criminales introducidos clandestinamente en dichos comités. En muchos casos, su única meta era la venganza personal o el gusto por el crimen en sí mismos.

En la retaguardia republicana, derechistas, señoritos, beatas, carcas y curas formaban todo un viejo orden que representaba todo lo que había hecho que España fuera un país formado por reducidas oligarquías que ostentaban el poder económico, y que oprimían a un pueblo campesino y proletario que ansiaba la igualdad, el reparto de la riqueza y la justicia social.

La revolución debía acabar con todos estos símbolos del viejo orden. Había muchos convencidos, nada que ver con delincuentes comunes, de que la revolución consistía, en primer lugar, en limpiar la sociedad, aplicar el bisturí a los órganos enfermos de dicha sociedad, es decir, a burgueses, militares, curas y terratenientes, "parásitos" todos ellos. El objetivo era destruir lo viejo, para volver a construir algo nuevo desde la revolución.

En esta línea, en la retaguardia del Frente Popular, se ejerció una gran violencia sobre las mujeres pertenecientes a organizaciones católicas o conservadoras. Mujeres militantes en organizaciones católicas, catequistas, defensoras y propagandistas de los partidos de la derecha católica o simples creyentes practicantes, fueron perseguidas y castigadas por los revolucionarios del Frente Popular.

Ellas también representaban el viejo orden que se quería barrer con la revolución, tanto por su condición no sólo de activistas católicas, sino también por su posición social y económica; pero también por ser mujeres que habían salido de sus hogares a defender sus proyectos sociales y políticos, y que se encontraban en el extremo opuesto de lo defendido por mujeres socialistas, comunistas o anarquistas.

Según D. Antonio Nadal Sánchez, Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Málaga, el número de mujeres asesinadas en Málaga y su provincia, por la represión del Frente Popular, fue de entre 110 y 120. Ello en un periodo corto de tiempo: un mes en la zona de Antequera, dos meses en la zona de Ronda y siete meses en la de Málaga capital.

“No existe documento alguno donde se constate las razones, menos las órdenes, que explique el proceso de, en su mayoría, ejecuciones mediante arma de fuego, y dejadas abandonadas en zonas centrales o periféricas de los pueblos o Málaga”

De las más de ciento diez mujeres asesinadas, once lo fueron en la comarca de Guadalteba, en apenas un mes:

1. María Morgado Morillo. 50 años                    Campillos 15 de agosto
2. María Josefa Casasola Lasarte. 43 años      Campillos 15 de agosto
3. Carmen Casasola Lasarte. 47 años              Campillos 15 de agosto
4. Carmen Jiménez Serrano. 38 años               Cañete 22 de agosto
5. Josefa Gómez Briasco. 41 años                    Cañete 24 de agosto
6. Isabel Piqueras Gómez. 33 años                   Cañete 24 de agosto
7. Dolores Gómez Fontalva. 24 años                 Peñarrubia 28 de agosto
8. Encarnación Fontalva Giles. 26 años             Peñarrubia 28 de agosto
9. Carmen Gómez Fontalva. 34 años                 Peñarrubia 5 de septiembre
10. Ana Cantalejo Ortiz. 80 años                        Ardales 15 de septiembre
11. Francisca Cantalejo Ortiz. 70 años               Ardales 15 de septiembre

Voy a intentar describir cada una de sus historias.

CAMPILLOS

1.- MARÍA MORGADO MORILLO de 50 años. Estaba casada con Lucas Mora Avilés de 54 años. Vivía en la calle Alta.

La noche del día 28 de mayo de 1936, se produjo en Campillos una reyerta entre un grupo de personas de derechas y otro de izquierdas, que derivó en una batalla campal que acabó con un muerto y cinco heridos de diversa gravedad. El fallecido, José González Escalante, militante de izquierdas, recibió heridas por arma blanca que le causaron la muerte. No se encontró determinado de una manera precisa, quién fue su agresor.


El juez instructor especial D. Atilano Lorente González, encontró demostrado que en el lugar donde se desarrollaron los hechos, habían participado dieciocho personas, entre ellas el fallecido. Sobre las otras diecisiete dictó orden de prisión incondicional y su procesamiento. Entre ellas estaban Jerónimo (23 años) y Lucas Mora Morgado (18 años).

Al día siguiente de los hechos, Jerónimo y Lucas, fueron trasladados a la Prisión Provincial de Málaga en una furgoneta, que le decían “La Fiambrera”, quedando ambos en la cárcel malagueña a disposición de dicho juez instructor.

Jerónimo Mora, que permanecía en la cárcel cuando se inició la guerra civil, fue asesinado en la saca que realizaron las milicias malagueñas de izquierdas en la Prisión Provincial, el 30 de agosto de 1936, junto con otro campillero, Antonio Gallego Rebollo, y cincuenta y una personas más.

María Morgado Morillo, madre de Jerónimo y Lucas Mora Morgado, fue detenida en aquel día de mayo, sin que se sepa la causa, por orden del alcalde de Campillos, Pedro Velasco Olmo, y permaneció en la cárcel municipal hasta la madrugada del 15 de Agosto de 1936, en que la sacaron de la misma, siendo asesinada junto con veinte personas más, en la carretera que va a Ardales, en el paso a nivel sobre el ferrocarril que hay a la salida de Campillos, donde en aquella época había un puente de hierro sobre el arroyo Rincón.

2.- MARÍA JOSEFA CASASOLA LASARTE de 43 años.

3.- CARMEN CASASOLA LASARTE de 47 años.

La familia Casasola Lasarte, fue quizás la que más miembros de la misma fueron asesinados por las milicias de izquierda en el pueblo de Campillos. Murieron cuatro de los seis hermanos que la componían. Habían nacido en Pedrera (Sevilla), y vivían en la calle Lavados, 29. Los seis hermanos eran:
  • Carmen Casasola Lasarte (1889). Casada con Antonio España Parrado de Casariche (Sevilla). No tuvieron hijos
  • Nicolás Casasola Lasarte. Alcalde de Pedrera antes de la Guerra Civil. Estaba casado con Carmen Muñoz Gallardo
  • María Josefa Casasola Lasarte (1893). Soltera
  • Juan Casasola Lasarte (1894). Soltero
  • Dolores Casasola Lasarte (1895). Soltera
  • Pedro Casasola Lasarte (1898). Soltero
Eran hijos de José María Casasola Carvajal y de María Josefa Lasarte Carvajal (1863). Cuando ocurrieron los asesinatos, aún vivía la madre.

El padre, José María Casasola Carvajal, era hijo de Juan Bautista Casasola Vergara, que había sido alcalde de Campillos del 19 de octubre de 1872 al 8 de enero de 1874, y de Carmen Carvajal Vergara. Los seis hermanos, eran sobrinos de Rafael Casasola Vergara, que había sido alcalde del 1 de enero de 1894 al 1 de julio de 1897.

Por parte de su abuela paterna, Carmen Carvajal Vergara, hermana de Isabel Carvajal Vergara, casada con Francisco Hinojosa Casasola (alcalde de Campillos y senador), eran parientes de José María Hinojosa Carvajal (alcalde de Campillos) y de Salvador Hinojosa Carvajal (alcalde de Campillos), este último padre del poeta y político José María Hinojosa Lasarte.

Los hermanos Juan y Pedro Casasola Lasarte, eran militantes del partido de Gil Robles, Acción Popular. De hecho Pedro, había estado incluido como candidato del partido, en las elecciones municipales que se celebraron el día 12 de abril de 1931, y que trajeron a España la Segunda República.

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2022/08/las-elecciones-municipales-en-campillos.html

A raíz de los sucesos ocurridos en Campillos la noche del 28 de mayo de 1936, que ya vimos con anterioridad, entre los detenidos estaban ambos hermanos. No por orden judicial por ser participes de los hechos, sino por orden del alcalde Pedro Velasco Olmo, que aprovechando la revuelta, metió en la cárcel a más de sesenta personas de derechas que no tuvieron que ver nada con los sucesos.

En la Causa 6113 del Juzgado nº 29, abierta contra Pedro Velasco Olmo, se encuentra una carta mandada el 5 de junio de 1936, por María Josefa Casasola Lasarte a sus hermanos Juan y Pedro Casasola, que se encontraban detenidos en la cárcel de Campillos. En ella les cuenta las vicisitudes que pasaron las tres hermanas (Carmen, María Josefa y Dolores) y la madre de los mismos, María Josefa Lasarte Carvajal, desde que fueron detenidos el día 29 de mayo: registros en su casa de la calle Lavados, en la fábrica y el molino en busca de armas.

Los hermanos Juan y Pedro Casasola Lasarte, junto con otros militantes de derechas, fueron puestos en libertad semanas después.

El 19 de julio de 1936, el día siguiente de iniciada la guerra civil, fueron detenidos nuevamente, en su domicilio de la calle Lavados, número 29, por una pareja de la Guardia civil por orden de la alcaldía, siendo conducidos a la cárcel.

Junto con Diego Moreno Casasola, Diego Campos Moreno y Juan Campos Giles, el día 24 de julio fueron conducidos desde la cárcel, a la Casa Cuartel de la Guardia Civil, que en aquella fecha se hallaba deshabitada. Por orden del Gobernador civil, los Guardias civiles y sus familias, habían sido trasladados a Málaga en camiones.

El cuartel, “había sido habilitado para tomarles declaración, que una vez en éste lugar procedieron a interrogarles para ver si la Guardia Civil estaba complicada en el Movimiento Nacional, y como éstos negaran, hubieron de maltratarles para ver el modo de sacarles lo que pudiera haber de éste asunto. […] En esta situación estuvieron 24 horas sin recibir alimentos, y que a la madrugada siguiente, sobre las dos horas dispusieron sacarlos para su ejecución […], para cuyo fin los montaron en un camión […], dirigiéndose con los detenidos por la carretera de Málaga hasta el cruce de la carretera de Gobantes, y que poco antes de llegar al cruce de la carretera del cortijo de Montero y próximo a un arroyo próximo a dicha carretera, hicieron descender a los conducidos,[…] y que una vez cometidos los asesinatos expresados, regresaron a Campillos”. Declaración de Antonio González Maldonado (a) “Mentirilla”.

El día 26 fueron trasladados los cinco, en un camión por la carretera de Peñarrubia a las proximidades de la estación de Gobantes, donde fueron asesinados por heridas de bala y sepultados en el mismo sitio de su muerte. Los cadáveres no se encontraron hasta el mes de febrero del 1937, cuando desapareció el frente de batalla en el Chorro, y los familiares pudieron ir a buscarlos. Por referencias se sabe que en el asesinato, entre otros, intervinieron Pedro Velasco Olmo, alcalde de Campillos, y Antonio González Maldonado (a) “Mentirilla”. Fueron los primeros asesinados en el pueblo de Campillos.

Carmen y María Josefa Casasola Lasarte, al conocer la noticia del asesinato de sus dos hermanos, abandonan su domicilio en la calle Lavados, 29, y buscaron refugio en casa de Ana Casasola Fuentes, en la calle Santa Ana, 5. Ana Casasola estaba casada con José Jordán Villavicencio, y era prima de José María Casasola Carvajal, el padre de los hermanos Casasola Lasarte. Días antes, el 23 de julio, también habían detenido a José Jordán, el marido de Ana Casasola.

El día 29 de julio, buscando las milicias a las hermanas, su domicilio en calle Lavados, es robado y saqueado.

Según una información, el día 1 de agosto, y según otra el 3 de agosto, ambas hermanas son localizadas y detenidas en el domicilio de Ana Casasola Fuentes. La detención es realizada por el cabo de los municipales Matías Delgado Escribano (39 años) y por tres mujeres, conocidas por los apodos “la Caimana”, la “Palilla” y la mujer del “Brigido”, siendo ambas conducidas a la cárcel.

En la noche del 15 de agosto, unos camiones paran en la puerta de la cárcel municipal; veintitrés prisioneros entre ellos tres mujeres, María Morgado Morillo y las hermanas María Josefa y Carmen Casasola Lasarte, son amarrados y subidos a los camiones.

Sobre cómo se realizó esta ejecución masiva, ya lo relataré en una futura Crónica. Solo decir, que de las veintitrés personas destinadas a morir, dos de ellas pudieron escapar en el momento de la ejecución, y que el lugar de la misma, ya lo indiqué en esta Crónica cuando hablé de María Morgado.

CAÑETE

4.- CARMEN JIMENEZ SERRANO de 38 años.

El asesinato de Carmen Jiménez Serrano, se produjo el 22 de agosto de 1936. Sobre su muerte no puedo aportar ninguna información, ya que no he encontrado nada referente a ella en documento alguno. Solo existe el apunte de su muerte en la Causa General, 1059. Exp. 5.


Hasta esa fecha, solo se habían producido dos asesinatos en Cañete desde el inicio de guerra. Al atardecer del día anterior, habían vuelto de El Saucejo los milicianos de Cañete que habían ido al asalto del cuartel de la Guardia civil.

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2022/08/el-ataque-por-parte-de-las-milicias-de.html

Algunos milicianos llegaron fanfarroneando de su hazaña y diciendo que no había quedado ni el “apuntaor”. También hubo otros que llevaban de regreso, y mostraban como trofeos de victoria, correajes con la cartuchera, tricornios, vestimentas y zapatos de los guardias civiles muertos, así como las batas y delantales de las mujeres de los guardias, puestos encima de su propia ropa.

José Pimentel Romero (a) “Zapaterichi”, fue uno de los primeros que entró en el Cuartel de El Saucejo, apoderándose del caballo que montaba el alférez, una pistola de las reglamentaria de Guardia Civil que encontró en una de las habitaciones, una cartera de camino también de Guardia Civil y una bandolera de oficial de Guardia Civil, que cuando regresó a este su pueblo (Cañete) lo efectuó subido en el expresado caballo, con la pistola en la mano, y siendo muy aplaudido por sus compañeros marxistas y haciendo él gran alarde de su victoria. (Causa 5517. Juzgado 29 de Campillos. Año 1939)

Diego Romero Rosado, vecino y natural de Cañete, declaró que: Francisco Baca Trujillo, (a) “El Tinaja” estuvo en unión de otros milicianos de esta localidad en el pueblo de El Saucejo, donde tomó parte en el asalto del Cuartel de la Guardia Civil […] Con tres o cuatro milicianos regresó en un coche a Cañete para llevar una bomba, pues el declarante, al encontrarle tan caluroso y tan sofocado, le contestó que había venido a por una bomba a ver si podían tomar el cuartel. La bomba la arrojaron en el tejado de dicho edificio. […] Posteriormente se paseaba por el pueblo con un correaje amarillo de la Guardia civil, que lo recogió en el pueblo de El Saucejo.

El 22 de agosto, asesinan a Antonio Fernández Racero de 71 años, jornalero socialista. También a Carmen Jiménez Serrano de 38 años.

A partir de ese día las cosas cambiaron radicalmente en Cañete. El 24 de Agosto asesinan a doce personas, entre ellas el médico don Cándido Gómez del Río.


Don Cándido Gómez, había nacido el 10 de diciembre de 1863, en Benaoján (Málaga). Tenía 72 años. Estaba casado con doña Ángeles Briasco de la Haza. Médico titular del pueblo durante cincuenta y un años. Padre de Josefa Gómez Briasco, que también fue asesinada ese mismo día. Hombre muy culto, pacífico, y de profunda religiosidad.

Cuando salía el médico, sobre las cinco de la tarde del 24 de agosto, del café de Moronta en la plaza del pueblo, Rafael Gil Fernández (a) “Cazador chico”, sin mediar palabra disparó su pistola por la espalda contra él, y aunque herido siguió caminando hasta llegar donde se encontraba Francisco Baca Trujillo (a) “El Tinaja”, que con un revolver le dio un tiro en la cabeza, dejándolo muerto.

5.- JOSEFA GÓMEZ BRIASCO de 41 años


Nació en Cañete la Real (Málaga), 19/01/1895. Soltera

Muy religiosa, camarera de la Virgen de la Soledad de Cañete. Dedicó su vida al cuidado de su madre, doña Ángeles Briasco de la Haza, de 65 años, que estaba paralítica. Participaba activamente en la parroquia, por lo que la gente la insultaba: ¡Ahí ya va la beata a la iglesia...!

El día 24 de agosto, tras asesinar a su padre, don Cándido Gómez del Río, médico del pueblo, un grupo de milicianos entró a su casa forzando la puerta. Ella se abrazó a su madre enferma, pero la arrancaron de sus brazos, dejando a la madre tirada en el duro y frío suelo.

A ella se la llevaron por la calle Leonarda Bocanegra abajo, junto a su amiga Isabel Piqueras, en dirección al cementerio. Al pasar junto a la verja de una ventana en calle Santa Ana, se aferró a ella; los milicianos le arrancaron una mata grande de pelo, sin que lograran desasirla.

Al acercarse uno de ellos, en actitud soez, Josefa le asestó un puntapié en los testículos, derribándolo al suelo. Los demás milicianos, enfurecidos, la asesinaron a tiros en aquel lugar.

6.- ISABEL PIQUERAS GÓMEZ de 33 años.


Nació en Villa Manrique (Ciudad Real), 12/07/1903. Soltera. Maestra Nacional.

Era una mujer afable y de buen carácter, físicamente era muy atractiva. Cuando obtuvo su título de maestra, fue destinada a Cañete la Real, donde desde su llegada ejerció su profesión con una dedicación fuera de lo común, convirtiéndose en modelo de docente, ganándose enseguida el cariño, aprecio y respeto de sus alumnas y de los padres de éstas.

Era muy religiosa y ferviente catequista, colaborando activamente en la parroquia, labor en la que destacó desde su llegada al pueblo, a pesar de que los tiempos ya corrían enrarecidos, lo que nunca la amilanó, sino todo lo contrario, dando testimonio de su intensa devoción cristiana. Siempre que podía, dedicaba su tiempo a obras de caridad entre los más necesitados.

Su extrema dulzura en el trato con todos, no la eximía de una firme personalidad y gran decisión, como lo demuestra el testimonio de sus alumnas y catequistas, que cuentan cómo las llevaba a celebrar la fiesta del Corpus Christi, incluso cuando la amenazaban para que no lo hiciera. Por todo ello, se granjeó muy pronto la inquina de los sectores de izquierda del pueblo.

Tras enterarse del asesinato de don Cándido Gómez, padre de su íntima amiga Josefa Gómez, acude, junto con su madre, a casa de esta para consolarla.

Estando en ella, un grupo de milicianos, tras forzar la puerta, entraron en la casa y, junto a su amiga se las llevaron detenidas en dirección al cementerio.

Isabel fue testigo del asesinato a tiros de Josefa Gómez. Cuando llegaron al cementerio, arrojaron al suelo el cadáver de aquélla, momento en que decidieron llevar a Isabel a una cueva situada en los alrededores del campo santo, donde fue brutalmente violada y torturada durante más de dos horas, que la llevaron a rogarles que acabaran con su vida. Seguidamente fue conducida hasta el cementerio donde fue asesinada. Los mismos asesinos hicieron una fosa donde enterraron los cuerpos de las dos amigas.

Las milicias de Cañete, trataron a esta mujer, que ya estaba condenada a muerte, como un objeto para su “uso y disfrute” antes de ejecutarla.

Según la Alcaldía:

“Isabel ha sido vilmente asesinada por las hordas marxistas de esta población la noche del 24 de agosto de 1936 […] Sobre la conducta profesional social y particular de la que fue Maestra Nacional de la Escuela Unitaria de niñas núm. 1 de esta villa, Doña Isabel Piqueras Gómez, cúmpleme el deber de participarle que fue tan buena en todos los sentidos y tan cumplidora de sus deberes profesionales y religiosos que mereció por ellos el encono de las hordas marxistas, al extremo de que la asesinaron alevosa y criminalmente el día 24 de agosto de 1936 en esta localidad, razón por la que no puede decirse más que murió por Dios y por la Patria dejando gratos y hondos recuerdos entre sus discípulas y entre este vecindario honrado y amante de nuestra querida Patria”.

La Guardia Civil del puesto del pueblo informó:

“Informamos a la Superior Autoridad con gran sentimiento, que la maestra Nacional que tenía destino en esta localidad Doña Isabel Piqueras Gómez Q.E.P.D. era de ideología de pura derecha, asistiendo a todos los actos religiosos y durante período rojo en esta localidad fue detenida, violada y asesinada vilmente por la canalla marxista, habiendo perdido el magisterio una de las principales maestras, pues su conducta profesional, social y particular era elevadísima, habiendo dejado en esta población recuerdos muy dolorosos e imborrables”.

PEÑARRUBIA

7.- DOLORES GOMEZ FONTALVA de 24 años. Afilada a Acción Popular. Maestra nacional. Soltera

8.- ENCARNACION FONTALVA GILES de 26 años. Casada con su primo Francisco Campos Giles. Dejó a su muerte dos hijos: Isidora de 5 años y Francisco de 3 años. Era hija de Rafael Fontalva Avilés.

9.- CARMEN GOMEZ FONTALVA de 34 años. Afiliada a Acción Popular. Soltera.

La noche del 27 al 28 de agosto, sacaron a las tres mujeres de sus respectivos domicilios, y junto con Vicente Fontalva Giles, de 25 años, hermano de Encarnación, y Leonardo Gómez Fontalva, de 18 años, hermano de Dolores y Carmen, ambos falangistas, fueron conducidos por la carretera de Carratraca a Álora, y a la altura del Tajo Azul, en el término municipal de Carratraca, fueron bajados del camión y asesinados.

Carmen Gómez Fontalva se pudo escapar ilesa de la ejecución, y se pudo esconder en un molino harinero que había en el arroyo Los Caños. La dueña del molino la trató bien, pero un día Carmen le entregó cien pesetas para que le comprara unos zapatos en Carratraca. Cuando la molinera fue a comprarlos, se enteraron los milicianos, y alrededor del día 5 de Septiembre fueron a por Carmen para asesinarla. El cadáver fue hallado cerca del molino.

Entre los milicianos que participaron en la muerte de estas personas estaban Andrés Montero Florido (a) “El Pollo”, José Camarena Rodríguez, Francisco Pozo Naranjo y Juan Pozo Mena.

Hubo dos familias en Peñarrubia, que sufrieron la más sangrienta persecución por parte de las milicias de izquierda. Una de ellas fue la familia Giles Fontalva, de la cual asesinaron, entre hermanos y primos, a catorce miembros.


Y la otra familia fue la Gómez Fontalva. El padre era Francisco Gómez Ramos, alcalde de Peñarrubia, del que ya hablé en la Crónica sobre el pantano de El Chorro, y la madre era Juana Fontalva Casasola.

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2022/12/la-colocacion-de-la-ultima-piedra-del.html

Tenían nueve hijos, de los cuales solo sobrevivieron Joaquín y Rafael Gómez Fontalva. Los demás fueron asesinados por las milicias de Campillos y Peñarrubia. La madre, Juana Fontalva Casasola, que aún vivía, sufrió el tremendo dolor de ver desaparecer, en poco más de un mes, a la mayor parte de sus hijos.
  • Pedro 42 años, casado, y con dos hijos             6 de septiembre en Campillos
  • Francisco 40 años, casado, sin hijos                  6 de septiembre en Campillos
  • José 39 años, casado, y con cinco hijos             2 de agosto en Peñarrubia
  • Carmen 34 años, soltera                                     5 de septiembre en Carratraca
  • Antonio 30 años, casado, y con cuatro hijos       2 de agosto en Peñarrubia
  • Dolores 24 años, soltera                                     28 de agosto en Carratraca
  • Leonardo 18 años, soltero                                  28 de agosto en Carratraca
Juana Fontalva Casasola




ARDALES

10.- ANA CANTALEJO ORTIZ de 80 años.

11.- FRANCISCA CANTALEJO ORTIZ de 70 años

Hermanas de don Joaquín Cantalejo Ortiz, coadjutor de la parroquia de Ardales.

Eran hijas de José Cantalejo Vera y Joaquina Ortiz Solano. Ana era la mayor de cinco hermanos, siendo Francisca la cuarta y Joaquín el menor, con 68 años. Habían nacido en Ardales, permaneciendo ambas solteras. Vivían en la calle Andrade Navarrete, nº 5, junto a su hermano, del cual cuidaban.

Ana y Francisca regentaban una pequeña tienda de alimentos. Además los hermanos, poseían unas tierras que les proporcionaban una vida digna aunque austera.

Al sacerdote y sus hermanas, las milicias les hicieron varios registros en su casa, llevándose todo lo que hallaban en la misma. Les amenazaban físicamente, y de esa forma, consiguieron que les entregaran bastante dinero.

“Que de orden del comité se le intervino al padre Cantalejo, no recuerda la cantidad pero le parece que fueron unos quince o diez y seis mil pesetas”. Declaración de Francisco Rodríguez Gómez (a) “Paco el Cartucho”

“Paco el Cartucho” estuvo en su casa llevándose varios enseres de cama, añadiendo la dicente que le oyó en una ocasión (14 de septiembre) que refiriéndose a Ana y Francisca Cantalejo Ortiz, dijo: “Que les tendría que costar caro, pues no querían dar nada, con la cantidad de colchones y sábanas que les hemos encontrado”. Declaración de Bernarda Vera Rioboo, sobrina del cura José Vera Berrocal.

Don Joaquín, había estado enfermo durante la época que precedió a su detención.

Una patrulla de milicianos de Alora y Pizarra, en la madrugada del 15 de Septiembre sacaron de su domicilio a los tres hermanos, y los llevaron en un camión, junto a los hermanos Paulino y Rafael Fernández Leria, por la carretera que va de Carratraca a Álora, hasta puerto Lucianes, donde les dieron muerte con armas de fuego.

Sus cadáveres no fueron recuperados hasta febrero de 1937, varios meses después de su muerte, muy destrozados, no pudiendo apreciarse las heridas.


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