BALTASAR PEÑA HINOJOSA. REPÚBLICA Y GUERRA CIVIL

 

La Segunda República nació en uno de los peores momentos de la coyuntura económica interna y externa, a causa de la recesión económica mundial; la crisis de 1929, estaban aún presente. Para las clases privilegiadas, para los grandes propietarios de tierras, incluso para el mediano propietario, la caída de la monarquía y la proclamación de la República, supuso una amenaza para el mantenimiento del control político, y la hegemonía social y económica de la que habían disfrutado hasta esas fechas. En esa sociedad agraria de comienzos de los años treinta, la República venía a poner en peligro la conservación de sus antiguos privilegios.

Sin embargo, para la clase obrera, su llegada significó un salto cualitativo importante, pues de momento la República, con el líder socialista Francisco Largo Caballero al frente del Ministerio de Trabajo, se había propuesto como objetivo dignificar la condición social de los trabajadores.

Una de las cuestiones que con mayor urgencia se planteó el Gobierno provisional presidido por Niceto Alcalá-Zamora, con un claro protagonismo socialista, fue la realización de una profunda reforma agraria. Con ella se pretendía solucionar tres de las cuestiones más preocupantes de la dura realidad social española de los años treinta: acabar con el elevado desempleo campesino, sobre todo en el sur de España; acabar con la concentración de la propiedad de la tierra en torno a pocas manos, facilitando el acceso a la misma del campesinado más pobre; y aumentar la reducida productividad de las explotaciones agrarias.

Para ello, en los dos primeros meses el Gobierno provisional tomó dos decisiones que se revelarían trascendentales: en primer lugar puso en marcha un conjunto de Decretos impulsados por Largo Caballero (términos municipales; prórroga de los arrendamientos de fincas rústicas; laboreo forzoso; creación de jurados mixtos agrarios, etc.), que modificaron sustancialmente las condiciones de trabajo en el campo. En segundo lugar, la creación de una Comisión Técnica Agraria, a la que se le encargó que propusiera las líneas maestras (Bases) sobre las que tendría que basarse una futura reforma agraria.

La premura en la publicación de estos Decretos, obedecía a que el gobierno provisional consideraba urgente su entrada en vigor, pero reconocía que abordar en toda su integridad el problema jurídico de la reforma agraria; era una labor que debía encomendarse al futuro Parlamento, con el fin de que la misma, fuese rodeada de toda la autoridad y legalidad que por su trascendencia requería.

Estos Decretos transformaron profundamente las relaciones sociales en el campo, modificando la normativa laboral, aliviando la situación del campesino, sobre todo en Andalucía y Extremadura, donde en el invierno anterior se habían superado los 100.000 parados, además de combatir los abusos en la contratación y los bajos salarios que mantenían en la miseria a la población jornalera.

Los dos Decretos fundamentales fueron el de «Términos municipales» y el de los «Jurados mixtos», que juntos dieron a los sindicatos de campesinos un poder sin precedentes en España, poder que utilizaron para conseguir una subida general de los salarios, e incrementos espectaculares en el número de afiliados a dichos sindicatos. Gracias al mayor desarrollo de esas organizaciones sindicales, el campesinado en general adquirió un mayor protagonismo.

Por el contrario, los propietarios de tierras se encontraron con un encarecimiento de la producción por causa de los incrementos salariales y, por otra parte, con una progresiva restricción de la libertad de contratación. Se les arrebató el papel dominante que hasta entonces habían tenido en la relación laboral, impidiéndoseles contratar a quienes ellos querían.

Primero fue la legislación de «Términos Municipales» que les prohibió contratar forasteros, y luego vinieron las normas que obligaban a contratar preferentemente a los varones cabezas de familia, o a someterse al orden de las listas de parados que se inscribían en la Bolsa de Trabajo controladas por los sindicatos.

Sirvan estas palabras de introducción para continuar con la vida de Baltasar Peña Hinojosa durante la Segunda República. No voy a volver a profundizar sobre las consecuencias que tuvo para la agricultura, la llegada de la misma, porque este tema ya la he tratado en profundidad en varias Crónicas, por ejemplo en «LOS PROBLEMAS DEL CAMPO A LA LLEGADA DE LA SEGUNDA REPÚBLICA»

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2024/04/los-problemas-del-campo-la-llegada-de.html

CREACIÓN DE LA FEDERACIÓN PROVINCIAL DE SINDICATOS AGRARIOS

En vista de la intensa actividad que había emprendido el Gobierno provisional de la República, con la publicación de una buena cantidad de Decretos, que afectaban directamente a sus propiedades y negocios, y en vista del resultado de las elecciones generales que se habían celebrado a finales de junio de 1931, y en las que la derecha había obtenido una escasa representación parlamentaria, los principales propietarios agrícolas de la provincia de Málaga, acometieron la misión de intentar unirse en una Federación que los representara a todos y defendiera sus intereses.

El Sindicato Agrícola de Antequera, fue el iniciador de la idea, el cual se la propuso al Sindicato de Campillos, que desde el primer momento la acogió entusiásticamente y colaboró de una manera decidida.

Fue nombrada una comisión integrada por Félix Corrales Aparicio de Málaga; José María Hinojosa Lasarte de Campillos, y José Carreira Ramírez de Antequera, para que trabajaran en la convocatoria de una asamblea fundacional. A José María Hinojosa, el 7 de junio de 1931, el Gobierno provisional, lo había nombrado Juez de Primera Instancia de Campillos.

Dicha asamblea de propietarios, fue convocada en el teatro Lara de la capital malagueña para el día 22 de julio de 1931, a la cual fueron invitados importantes agricultores de las provincias limítrofes. En el programa, redactado de común acuerdo por los sindicatos organizadores, se incluía una serie de conclusiones que debían ser debatidas y aprobadas por los participantes.

El miércoles 22 de julio, a las once de la mañana, el teatro Lara de Málaga estaba abarrotado de público, compuesto de representaciones de todos los pueblos, en los cuales la constitución de la futura Federación provincial, había producido un gran entusiasmo.

En la mesa presidencial tomaron asiento los señores, José Carreira, como presidente, García Delgado como secretario, Félix Corrales y José María Hinojosa, que componían la comisión organizadora del acto. En representación del Sindicato de Campillos acudió su presidente Salvador Hinojosa Carvajal y Baltasar Peña Hinojosa.


En los círculos que he marcado, están José María Hinojosa y Baltasar Peña

José Carreira Ramírez, del sindicato de Antequera, después de dirigir un saludo a los asistentes expuso el objeto de la asamblea, que no era otro sino aprobar los Estatutos por los que había de regirse la Federación de Sindicatos, los cuales fueron aprobados.

Después de discutidas y aprobadas por unanimidad las conclusiones, que en defensa de los intereses de la agricultura fueron elevadas a las autoridades públicas, Félix Corrales Aparicio, presidente del Sindicato Agrícola de Málaga y Baltasar Peña Hinojosa, del Sindicato de Campillos, hablaron para agradecer el concurso que habían prestado todos los agricultores, y señalaron la necesidad de permanecer unidos para lograr ver conseguidas las aspiraciones de los agricultores.

Fue el primer acto público del que se tiene conocimiento en el que participara Baltasar Peña. Al igual que su primo José María, la llegada de la República, implicó un cambio radical en su vida. Ya era un hombre casado, y se dedicaba a ejercer la abogacía y a administrar la explotación de sus tierras en Campillos. Ambos abandonan por ahora su vocación literaria, y se entregaban a la actividad agraria.

Así lo cuenta en sus memorias “Reencuentros conmigo mismo”, de las que ya hablé en mi Crónica anterior sobre Baltasar Peña:


Durante poco más de una año tuvimos un bufete de abogados juntos (con Ignacio Muñoz Rojas), que no prosperó como era lógico pues ni él ni yo teníamos vocación para aguantar incordios de clientes, ni devanarnos los sesos con asuntos ajenos.
Aquel bufete sirvió más bien para defender intereses agrícolas de los amigos, confeccionar bases de trabajo que nos encargaban las asociaciones patronales agrarias o para redactar escritos en defensa del campo en aquellos días de amenazante reforma agraria que luego se quedó en simple amenaza.

BODA DE SU HERMANA ROSARIO CON RAFAEL BLÁZQUEZ BORES

Pocos días después de esta asamblea, el 2 de agosto de 1931, su hermana mayor, Rosario Peña Hinojosa, se casó en Campillos, con el abogado Rafael Blázquez Bores. Él tenía cuarenta y tres años y ella treinta.

En la tarde de hoy tendrá lugar en Campillos, la boda de nuestro estimado amigo y paisano don Rafael Blázquez Bores, digno juez del partido de Ronda, con la señorita de aquel pueblo Rosario Peña Hinojosa.

En el acto nupcial tomarán parte el sacerdote don Miguel Peña Calvente, tío de la novia, y como padrinos los hermanos de los contrayentes don Francisco Blázquez Bores y su esposa doña María Peña Hinojosa.

19310802 05 El Sol de Antequera

El antequerano Rafael Blázquez Bores, era en ese momento juez de Primera Instancia e Instrucción en Ronda. En octubre de 1934, pasaría a ser juez del Juzgado de Instrucción del Distrito de Alameda en Málaga. Tras la conquista de la capital malagueña por las tropas nacionales en febrero de 1937, fue militarizado pasando a desempeñar funciones de juez instructor del Juzgado Militar nº 3 de Málaga. Unos años después, en 1940, fue nombrado Magistrado de la Audiencia Provincial de Málaga, de la que llegaría a ser Presidente de la Sección segunda, cargo que desempeñó hasta su jubilación en 1964.

El 14 febrero de 1932, muere en Málaga, doña Asunción Lasarte Xuárez de Figueroa, a los sesenta años de edad, madre de José María Hinojosa. Unos días antes, el 29 de enero, José María, había renunciado al cargo de Juez de Primera Instancia de Campillos.

Pero volviendo a Baltasar Peña, el 19 de marzo de 1932 fue padrino en el bautizo celebrado en la parroquia de San Pedro en Huelva, de su sobrina María del Pilar, hija de su hermana Ana Peña Hinojosa y de José Fernández Natera. La madrina fue la abuela paterna, doña Pilar Natera Junquera.

En la parte superior de la foto aparece de izquierda a derecha, Rafael Blázquez, Baltasar Peña, María Blázquez Peña, su padre Francisco Blázquez, su madre María Peña, José Fernández Natera

Sentados Rosario Peña, María Álvarez Gross, la abuela María Josefa Hinojosa Carvajal, Isabel Peña y Ana Peña con su hija Pilar en brazos

Deduzco que la foto es de mayo de 1932. Isabel Peña aparece en la foto con su hijo Antonio en brazos, vestía de negro por la reciente muerte de su marido Antonio Clavero Rodríguez.

ACTOS DE LA FEDERACIÓN DE SINDICATOS AGRARIOS

Desde su cargo de secretario de la Federación Provincial de Sindicatos agrarios, José María Hinojosa promovió una intensa campaña en contra de la legislación reformista republicana, que se plasmó en la publicación de numerosos artículos en el diario malagueño “La Unión Mercantil” y en la organización de diversos actos públicos en la provincia, a los cuales le acompañaba casi siempre su primo Baltasar Peña.

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2024/08/jose-maria-hinojosa-lasarte-politico.html

Baltasar tenía un mejor conocimiento de la problemática del campo que su primo, al haber estado más implicado en el día a día de sus tierras. José María, en cambio, había vivido más lejos de los problemas del campo, y más próximo a la poesía. Además Baltasar poseía una mejor oratoria y desarrollaba unos discursos mejor elaborados y más convincentes que los de su primo.

Así, el domingo 27 de marzo de 1932, se celebró en el local del Sindicato Agrícola de Villanueva de Algaidas, con una gran concurrencia de propietarios y obreros que llenaban por completo el recinto, un mitin organizado por la Federación Provincial, en el que participaron ambos. En su discurso, José María pide «a todos que se unan, obreros y propietarios, para defender de la ruina a la agricultura, que es la base de la economía nacional, para lo cual hemos de poner todos fe en esta obra, y pronto veremos sus buenas consecuencias»

Reproduzco parte de lo que dijo Baltasar Peña en su intervención aquel día:

Señala en sus primeras palabras, el verdadero carácter de la propaganda iniciada por la Federación provincial de Sindicatos Agrícolas, que trata de llevar al ánimo del agricultor, la necesidad de agruparse en los momentos actuales, alejando por completo toda política partidista, porque a todos los une el común denominador de labradores.
Estudia el ambiente de ansiedad que ha envuelto a la agricultura en los meses pasados, acarreando gravísimas perturbaciones a la economía nacional.
Analiza la Reforma Agraria en sus distintos aspectos, mostrándose disconforme con el sistema de arrendamientos, y las formas de indemnización, señalando sus peligros e inconvenientes.
Encarece al final la necesidad de que marchen de acuerdo el trabajo y el capital, elementos indispensables en toda producción, pero especialmente en la agrícola, y cuya disociación produce en la actualidad las dañosas consecuencias que padecemos.
En esta obra de pacificación de espíritu, cabe a los Sindicatos la parte más importante, por ello no nos cansaremos nunca de propugnar la paz y la concordia.
Las palabras del señor Peña, que fueron escuchadas con gran atención merecieron al final una calurosa ovación.
19320329 La Unión Mercantil

En algunos pueblos tuvieron que suspender los actos de propaganda de la nueva Federación “por las coacciones y órdenes caprichosas de las autoridades”

El 10 de agosto de 1932, se produjo el intento de golpe de estado del general José Sanjurjo. Entre los detenidos por orden gubernativa, estuvo José María Hinojosa al que ingresaron en la cárcel de Málaga el 13 de agosto. El poeta nada tenía que ver con el golpe, pero su condición de derechas y de tradicionalista lo llevó junto a otros miembros de la Comunión Tradicionalista, de Acción Española y del Partido Nacionalista Español a un injusto encarcelamiento. Permaneció en la cárcel, diecisiete días, hasta el 30 de agosto que fue liberado

Al poco de salir de la cárcel, José María Hinojosa, acuciado por el proceso judicial que se le había abierto por la visita al doctor Albiñana en el Juzgado de Sequeros (Salamanca), huyó a Gibraltar, donde estuvo casi dos meses. La amistad de la familia con el diputado tradicionalista salmantino Lamamié de Clairac, influyó para que éste lograra su vuelta, previo pago de una fianza en el Juzgado.

El 13 de septiembre de ese año, nace Maruja Peña Álvarez, la primera hija de Baltasar Peña Hinojosa y María Álvarez Gross. La niña nació con una serie de problemas físicos que ha arrastrado durante toda su vida, y que le ha incapacitado para realizar determinadas tareas. Pero a pesar de todas las dificultades con las que tuvo que enfrentarse, a fecha de la publicación de esta Crónica, con casi 93 años, vive en su casa de la capital malagueña.

MIEMBRO DE LA JUNTA PROVINCIAL AGRARIA

Desde el principio, la posición de Baltasar Peña fue de colaboración con las instituciones republicanas. Se declaraba partidario de un moderado reformismo social, de la concordia entre el capital y el trabajo, de la «templanza y moderación» frente a la violencia, la revolución o la fuerza en la calle. Recomendaba a los labradores que debían defender sus intereses dando la cara en todos los ámbitos legales. Propugnaba, como hemos visto en su discurso, «la paz y la concordia».

La ley de la Reforma Agraria de 1932, promulgada el 9 de septiembre, fue uno de los proyectos más ambiciosos de la Segunda República, ya que pretendía la expropiación de numerosas tierras y la instalación en ellas de trabajadores para su explotación. Para ello se crearon las Juntas Provinciales Agrarias, que estaban integradas por un director, elegido por el Instituto de Reforma Agraria (IRA), y representantes de los obreros campesinos y los propietarios, a partes iguales. Las Juntas tenían encomendaba la formación del censo de campesinos que serían susceptibles de ser beneficiarios potenciales de la reforma en cada municipio.

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2024/05/la-reforma-agraria-de-la-segunda.html

Baltasar Peña, fue nombrado miembro de la Junta Provincial de la Reforma Agraria de Málaga.

Mi intervención en estas cuestiones fue más directa porque me nombraron representante de los propietarios en la Junta de Reforma Agraria en la que gocé de buena amistad y consideración de sus Presidentes, y de los propios vocales representantes de los trabajadores.

Esa buena amistad con los representantes de los trabajadores en la Junta, le vio muy bien en el inicio de la guerra civil, cuando fue detenido por las milicias del Frente Popular.

El lunes 3 de abril de 1933, el ministro de Agricultura Marcelino Domingo, estuvo en Málaga, celebrando en el Ayuntamiento de la capital una reunión, que según la prensa, “bien pudiera llamarse de constitución de la Junta Provincial de la Reforma Agraria, la cual estaría constituida por un presidente que será nombrado por el IRA (don José Fernández Crespo, nombrado oficialmente dos semanas más tarde), con el cual compartirán las labores los vocales propietarios patronos, don Pedro Solís (Gozálvez), don Heliodoro Ramos y don Baltasar Peña Hinojosa, y suplentes don Salvador Hinojosa y don Juan Muñoz Rojas. De los vocales obreros, solo concurrieron a la reunión de ayer don Francisco Muñoz y don Francisco Ramírez, como suplente”.

Después de tomar la palabra el ministro, para agradecer la asistencia de los presentes y su atención, diciendo que el objeto de la reunión era la puesta en marcha de la Junta Provincial, hablaron el jefe del Servicio Agronómico, Enrique Lisbona Liébana, y los vocales representantes de los obreros. Posteriormente habló Baltasar Peña como vocal de la Junta, representante de los patronos.

Reproduzco las líneas fundamentales de su intervención, porque en ella muestra su colaboración con la reforma agraria, y señala los problemas que su implantación tiene:

Afirma que la provincia de Málaga está dividida en dos grandes zonas: Una, de olivares, y otra, situada en la costa, de regadío. Entre una y otra zonas se eleva una cadena de montañas, en la que existen numerosos pueblos, cuyos obreros carecen de término municipal donde trabajar, mucha culpa de la situación creada de paro forzoso, se debe pues, a la ley de Términos Municipales.

[…]

Los propietarios tienen un ánimo sincero de colaboración, y contribuirán a que se resuelvan eficazmente los problemas existentes en el campo, para que vuelva a reinar en éste la paz social. Los propietarios están dispuestos a una colaboración leal, y libre de toda intriga política, y los obreros deben ir a la colaboración sin odios ni partidismos, ya que los patronos—al fin y al cabo son los más perjudicados—se avienen a ella sin reservas.

Alude a situaciones difíciles creadas en los pueblos de Mijas y Fuengirola, donde los patronos hubieron de ceder las fincas a los obreros, por falta de medios. La Comisión de Policía Rural carecía de dinero para cultivar los terrenos cedidos, por lo que hubo de pedir auxilio al Instituto de la Reforma Agraria y luego a la Caja de Previsión Social. Durante estos trámites pasaron dos meses, dejando de hacerse labores que tienen un tiempo determinado.

Se refiere a la intensificación en el cultivo, diciendo que sólo es aplicable a la gran propiedad, pues los pequeños propietarios, si no se les dan medios, habrán de recurrir a pedir dinero a un interés elevado que les llevará fatalmente a la ruina.

Cita su experiencia personal sobre arrendamientos colectivos a entidades obreras, de cuyos resultados se encuentra satisfecho.

Termina diciendo que todas las denuncias hechas se han tramitado por la Sección Agronómica con un celo ejemplar.

Baltasar Peña en el círculo rojo – 1.- Marcelino Domingo ministro de Agricultura – 2.- Federico Alva Varela alcalde de Málaga – 3.- Ramón Fernández Mato, Gobernador civil de Málaga

El señor Peña Hinojosa vuelve a hacer uso de la palabra, para defender al Servicio Agronómico, citando el caso de que en Teba estaban denunciadas la mayoría de las fincas. El Ingeniero que las inspeccionó, no encontró ninguna falta de cultivo. Pero una, que no había sido denunciada, estaba tan mal cultivada, que el propio Ingeniero hubo de dar parte de ella. Se trataba de una finca abandonada por sus propietarios y de la que se había hecho cargo la Comisión de Policía Rural.

Luego se extiende en consideraciones sobre el laboreo forzoso y las deficiencias que se aprecian en determinados cultivos.

El ministro terminó haciendo un breve resumen de lo hablado y congratulándose del espíritu de colaboración que aprecia en obreros y patronos para la implantación de la Reforma Agraria. Termina diciendo que todos deben perseverar en este buen espíritu y cumplir con toda escrupulosidad las tareas que ha señalado.

Terminada la reunión, el señor Domingo se encontraba muy satisfecho de lo tratado en la misma y de la razonable postura de patronos y obreros.

El señor Peña Hinojosa fue felicitado particularmente por el ministro, por sus serenas y acertadas intervenciones.

Seguidamente de terminada la reunión, don Marcelino Domingo, acompañado por el gobernador (Ramón Fernández Mato) y el alcalde de la ciudad (Federico Alva Varela) se dirigió a la estación, donde tomó el expreso de Madrid.

19330404 04 y 05 El Popular

19330404 09 La Unión Mercantil

En el discurso Baltasar Peña hace referencia a una “experiencia personal sobre arrendamientos colectivos a entidades obreras, de cuyos resultados se encuentra satisfecho”. Conocemos esa experiencia porque la cuenta en su escritos en “Reencuentros conmigo mismo”

Hacía unos años, yo había iniciado también otra curiosa experiencia agraria. Pero esta por mi propia cuenta e incluso tengo que confesarlo por mi propia utilidad, aunque pareciera lo contrario.

Fue en aquel año en que el laboreo forzoso envía a los agricultores obreros a trabajar con carácter forzoso en sus fincas y que en más de una región, se convirtieron, no ya en amenazas temporales, sino en verdaderas invasiones de las fincas rústicas.

El centro obrero socialista “El 1º de Mayo” de Campillos, de gran arraigo y al que estaban afiliados el noventa por ciento de los obreros agrícolas, quiso arrendar una finca grande para iniciar un ensayo colectivista. Ninguno de los propietarios a quienes requirieron les hicieron caso, negándose algunos de mala manera, pues al decirle que querían arrendar sus tierras no faltó quien le contestara que arrendaran pólvora mejor. Y efectivamente esto desgraciadamente arrendaban años después.

Yo les ofrecí la mitad del Cortijo de la Cuesta con una renta muy barata. Eran sobre cuatrocientas fanegas y se las arrendé me parece que en cuatro mil quinientas pesetas. Tengo que aclarar que esta parte era la peor del Cortijo, pues la mejor la llevaba ya el padre de Mesa (Antonio Mesa Gallardo) en arrendamiento (desde 1932).

Les garanticé incluso unas letras para que pudieran comprar abono, y el aprecio de la patana se obligaron a pagármelo con el producto de la primera cosecha que se recogiera.

Las condiciones no podían ser más favorables a los arrendatarios. El precio evidentemente bajo, pero por otro lado yo me quitaba de en medio como agricultor en unos momentos tan críticos y en los que a mí me costaba dinero el llevar la labor adelante.

Además me congraciaba con el elemento obrero, que ya no me veían como un patrono y por tanto como enemigo, sino como un colaborador de sus deseos.

En el verano del año siguiente me pagaron el aprecio de la patana, la renta pactada y parte de las letras avaladas.

No podía irles mal en la forma que lo habían establecido. Todos los obreros sin trabajo, pasadas las diez de la mañana, se iban a trabajar a la Cuesta, que de esta forma era la finca mejor labrada del término, y creo que tan solo les deban un socorro pues el resto quedaba en favor de los resultados finales al recoger los beneficios.

Resultó tan bien este experimento, que al entrar las tropas y hacerse cargo del Cortijo, los enseres y ganados se los llevó, según me dijeron luego, un militar que trasladó lo de la cooperativa a su propia finca, pero afortunadamente el Alcalde Nacional Antonio Avilés (Fontalba), gran persona y buen amigo, se incautó del trigo recolectado que tenían ya en los graneros, y apartó lo suficiente para que se me satisficiera la renta en el próximo mes de Septiembre. Es decir, que yo cobré la renta de mi arrendamiento a los obreros socialistas en pleno dominio militar. No creo haya habido otro caso en toda España.

Y especialmente produjo el incalculable beneficio que ningún obrero campillero tuvo el menor deseo de buscarme durante el periodo rojo para darme un disgusto, como le pasó a otros miembros de mi misma familia.

INAUGURACIÓN DEL CASINO DE ANTEQUERA

En Antequera, la tarde del jueves 25 de mayo de 1933, fue inaugurado el Casino de la Asociación Patronal Agrícola de dicha localidad. Estaba enclavado en la calle Estepa, y según la prensa, constaba de amplios salones, adornados y amueblados con exquisito gusto y dotados de toda clase de comodidades.

Al acto asistieron numerosísimas representaciones de la comarca y personalidades del mundo agrario malagueño. Entre ellos el presidente de la Federación Provincial de Sindicatos Agrícolas, José Carreira Ramírez y el secretario del mismo organismo, José María Hinojosa Lasarte; el presidente de la Federación Provincial de Agrupaciones Patronales, Pedro Solís Gozalvez y el secretario, Rafael Ramis de Silva.

Como acto principal de la inauguración, en el salón de actos del Casino, completamente lleno, se impartió una conferencia por Baltasar Peña Hinojosa, vocal de la Junta Provincial de Reforma Agraria, sobre el tema “Presente y porvenir agrícola”.

Baltasar Peña, después de la gran repercusión que tuvo su intervención en el Ayuntamiento de Málaga, en la que había expuesto con gran claridad y conocimiento, la problemática del campo en la provincia de Málaga, por lo cual recibió la felicitación del ministro de Agricultura Marcelino Domingo, se había convertido en un personaje de prestigio, y sus opiniones sobre el tema agrario eran muy respetadas.

Después de la intervención de Juan Jiménez Vida, presidente de la Asociación Patronal Agrícola de Antequera, expresando su satisfacción por la brillantez del acto, intervino Ignacio Muñoz Rojas, gran amigo de Baltasar, para hacer la presentación del conferenciante, del que dijo:

Baltasar Peña Hinojosa ha nacido en el campo y en el campo ha luchado con suerte, hasta que un día la ciudad lo recabó para sí, pero hombre que no vio germinar en él la ingratitud, cuando el campo se halló en trance de ruina, donde pudo y como pudo alzó su voz en defensa de aquello que tan hondo sentía. No es hora ni ocasión de haceros una apología de lo que la agricultura provincial debe a Baltasar Peña, su labor en la Junta Provincial de Reforma agraria y su actuación decidida en cuantos conflictos se crearon en el agro malagueño, es algo que al ponerse mañana de manifiesto, hará que se le rinda el homenaje que en absoluta justicia se le debe.

Baltasar Peña dice sobre Ignacio Muñoz Rojas, en su libro “Reencuentros conmigo mismo”

Ignacio es uno de los mejores amigos de mi juventud. Juntos empezamos nuestros primeros pinitos políticos, claro es que siempre con el hándicap lógico de su carácter de Abogado del Estado y de su familia con buenos caudales. El fue precisamente quien me presentó en Antequera en una conferencia que di al constituirse la agrupación agrícola patronal, con el para mí simpático augurio que luego no se cumplió, que yo era una segura promesa para el mañana en el campo político.

La intervención de Baltasar Peña en la inauguración del Casino de la Asociación Patronal Agrícola de Antequera, tuvo una gran repercusión en la prensa malagueña de la época. Dos periódicos tan dispares como “El Popular” y “La Unión Mercantil”, dedicaron dos páginas de su edición del día siguiente, para recoger las palabras pronunciadas por Peña Hinojosa. He abreviado bastante la conferencia que pronunció, y solo he recogido en esta Crónica lo que he considerado más relevante para entender su ideario:

El verdadero problema agrícola es, en opinión del conferenciante, la disociación que existe entre los elementos que integran la producción; el trabajo, el capital y la tierra, que necesitan una íntima y eficaz trabazón para que, articulados y unidos, procuren a la par sus legítimas reivindicaciones, porque las del trabajador tienen que estar trabadas al carácter económico del negocio agrícola y éste a los ineludibles necesidades de la mano de obra.

Considera natural que el movimiento del cambio de régimen, que además significó una revolución de los principios tradicionales de la propiedad, haya producido un desequilibrio en las fuerzas productoras, especialmente de las que tienen como base de su negocio la mano de obra, pero han debido, en el transcurso de los años, ponerse todas las medidas para que este desequilibrio no continuara su acción funesta. […]

Ataca la Ley de Términos municipales, en la cual se ha antepuesto el interés de mantener unas organizaciones sindicales por encima del interés general de la agricultura, e incluso por encima de los intereses de los trabajadores agrícolas.

Se queja que sobre la agricultura recaiga toda clase de impuestos y que con su auxilio trate de resolver el problema del paro obrero que ellos no crearon.

Ataca el carácter exclusivamente socialista de las disposiciones agrarias, negándole la protección debida en los organismos paritarios, ya que en ellos no se atiende en la mayoría de los casos a la justicia de las peticiones, sino al carácter político y partidista de los peticionarios.

Se ocupa de la función social de la propiedad, sosteniendo que para que ésta pueda cumplir dicha misión social, se hace necesario que la propiedad se respete y se mantenga, aun cuando los límites de ese respeto y su mantenencia sean precisamente la función social que trata de encomendársele.

En un brillante párrafo, hace referencia a los atropellos que contra la agricultura se cometen.

Con referencia al problema económico, pone de manifiesto que, dirigida toda la actuación contra el elemento capitalista labrador, éste con su reserva ha sabido resistirse y, en cambio, se ha sacrificado al pequeño propietario, sobre el cual se cierne toda la legislación social, ve aumentado sus gastos en una proporción que no se lo permite la exigüidad de su negocio y despreciados sus productos, viniendo a engrosar la cifra oprobiosa de los obreros parados. […]

Debemos los labradores formar una agrupación política, no con afiliados conseguidos al son de promesas fáciles, tan fáciles de prometer como de dejarlas incumplidas, sino de patentes realidades.

Debemos tomar modelo en las organizaciones obreras, que al lado de una organización sindical sitúa un partido político, nutriéndose con los elementos de aquél. Debemos buscar nuestra defensa en la unión, en la acción, en la política. La fuerza agrícola española, que podía significar la única fuerza de contenido propio y de vitalidad robusta en el juego político español, corroída por una apatía tan nociva corno en partidismo, corre indecisa y vacilante de partido en partido, en busca de una legítima defensa, que nadie le otorga porque aislada nada significa. ¡Qué diferente sería, en cambio, la actitud de los gobernantes ante una fuerza agrícola organizada con fuerza propia, que supiera hacer valer el verdadero valor de sus afiliados...! […]

Su posición ante las organizaciones obreras, ante la cordialidad, la máxima comprensión; ante la fuerza la legítima defensa. No podemos atraer al obrero si nos negamos a sus justas reivindicaciones, a una justa reforma social; tenernos que demostrarles con la fuerza persuasiva de los hechos que nosotros no nos negarnos a sus reivindicaciones por lo que éstas signifiquen, sino porque la capacidad de nuestro negocio no nos lo permite.

En cuanto al Régimen, considera necesario en los momentos actuales que las fuerzas políticas en pugna, defiendan su actitud con franqueza, y reconoce a la República, nacida al calor de un espontáneo movimiento de opinión y sancionada por el voto unánime de unas elecciones, la forma de Gobierno libremente elegida por la mayoría del pueblo español y la forma de Gobierno que los labradores tenernos que reconocer.

Tenernos que ser republicanos, honradamente republicanos, sinceramente republicanos.

La equivocada política porque se ha dirigido la República, no quiere decir que esta sea la política consustancial con la República. Tendremos dentro de una absoluta legalidad, que aportar nuestras fuerzas para que el Gobierno dirija a la República por los derroteros que pide la mayoría del país. […]

Haciendo un sincero examen de conciencia, reconoceremos que nadie hizo nada para que el estado actual de cosas no se presentara; que nadie supo ceder en algo de sus derechos, para evitar que una reacción los conquistara todos de una vez; que nadie se ha preocupado, de instruir ese pueblo, al que luego se tacha de inculto y salvaje; que los labradores grandes no han vivido hasta este tiempo más momento que para su negocio y su egoísmo, sin tener en cuenta que había compañeros suyos, grandes y pequeños, que padecían de todas las necesidades y que un poco de atención por su parte hubieran podido deshacerse de las garras del usurero y del acaparador, que se han vivido unos años en que se ha abusado del verdadero valor de la tierra.

Todos estos hechos han sufrido ya su penitencia en los dos años pasados.

Se ofrece a los propietarios en su cargo de vocal de la Junta de Reforma Agraria y dirige sus últimas palabras al pequeño arrendador y al arrendatario pequeño, verdadero mártir de la agricultura, que, viviendo siempre esclavo de la tierra, no encuentra nunca la adecuada recompensa a su trabajo. […]

Proseguid con fe la obra iniciada; haced cosa vuestra los males o los infortunios de vuestros amigos; ayudarse mutuamente en vuestras perentorias necesidades, y no olvidéis ni un momento que la principal obra a que todos nos debemos entregar es precisamente la de conseguir la concordia entre el obrero y el patrono, entre el labrador y el jornalero, el capital y el trabajo. Obra de sacrificios, de amargura y de desengaños, pero obra necesaria y urgente si queremos vivir un mañana más tranquilo, más acorde y más humano que el presente, lleno de odios, de rencores y de luchas.

19330526 11 y 12 La Unión Mercantil

19330526 04 y 10 El Popular

19330528 01 al 03 El Sol de Antequera

Fue un discurso en el que demostró un profundo conocimiento de los problemas del campo, en el que atacó a los grandes propietarios a lo que acusó de egoísmo, viviendo solo para su negocio sin tener en cuenta las necesidades que tenían los medianos y pequeños propietarios, sobre los cuales se cernía toda la legislación social. Pedía el respeto a la propiedad privada. Denunciaba los atropellos que contra la agricultura se cometían, y denunciaba que sobre ella recaiga toda clase de impuestos y que con la agricultura se trataba de resolver el problema del paro obrero de otros gremios. Pedía atender a las justas reivindicaciones de los obreros y a una justa reforma social.

Pero quizás lo más importante de las palabras de Baltasar Peña en esos momentos, es la aceptación explícita de la República, “nacida al calor de un espontáneo movimiento de opinión y sancionada por el voto unánime de unas elecciones, la forma de Gobierno libremente elegida por la mayoría del pueblo español y la forma de Gobierno que los labradores tenernos que reconocer. Tenernos que ser republicanos, honradamente republicanos, sinceramente republicanos”.

Sobre esta conferencia y sobre esta frase, hablaría en el año 1976, en sus escritos en «Reencuentros conmigo mismo»

Esta conferencia me trajo muy diversas consecuencias. En ella mantuve la tesis de que los agricultores en sus instituciones patronales no tenían por qué mezclar la política y sobre todo las formas de Gobierno.
En uno de mis párrafos decía “Tenemos que ser republicanos, honradamente republicanos, sinceramente republicanos”. Aunque aclaraba luego que a los solos efectos de que no se atacaran los intereses privados que representábamos por aceptar o no la forma de gobierno que el pueblo se habla dictado electoralmente.
El periódico “El Popular”, en el que yo solía colaborar, dio gran trascendencia a este acto y dedicó casi dos páginas a él, recalcando la frase copiada como cabecera de la información. Era lógico que así lo hiciera, ya que se trataba del diario republicano de Málaga.
Años después mis queridos “amigos” del Movimiento, buscaron afanosamente el ejemplar del periódico para presentarme como desafecto al nuevo régimen, pero afortunadamente, no encontraron ninguno y todo quedó en agua de borrajas.
Leyendo hoy lo que por entonces me sirvió de base a mis palabras los suscribo totalmente, ya que no hay ni un sólo concepto de matiz agresivo para nadie, y sí sólo el deseo de que los agricultores por medio de estas asociaciones buscaran la lógica defensa de sus legítimos intereses, perseguidos en aquellos años por la demagogia que predominó en los primeros gobiernos de la República.

 

De esta conferencia impartida en la inauguración del Casino de la patronal agraria, también hablaría Baltasar Peña en el pregón de Semana Santa que pronunció en Antequera en 1978.

Unos días más tarde del acto de la inauguración del Casino de Antequera, fue nombrado vocal suplente del Jurado Mixto de la Propiedad Rústica de Ronda, con jurisdicción en ese partido judicial y en los de Gaucín y Campillos, según vemos en el Boletín del IRA del 14 de junio de 1933.

En ese año, empezó a publicar artículos en la prensa malagueña. Según el propio Baltasar: “Son en su mayoría artículos políticos, en unos momentos difíciles y comprometidos, y otros de carácter local o literarios”

En 1984 publicó el libro Vivencias donde recogía los artículos publicados entre los años 1933 y 1936 que él había guardado y conservado. Al inicio del libro, en JUSTIFICACIÓN dice:

En los años 33 al 36 publiqué en la prensa de Málaga algunos artículos que conservé, sin saber donde, y que por una agradable casualidad he logrado encontrar últimamente, y otros, muy pocos de fecha posterior.

Son en su mayoría artículos políticos, en unos momentos difíciles y comprometidos, y otros de carácter local o literarios. Su lectura me ha producido una agradable sorpresa, ponerme de manifiesto mi pensamiento en aquellos años, y poder observar por el tiempo pasado algunas modestas cualidades de profeta o de soñador.

También me han servido para recordar ese dicho tan manoseado de que la historia se repite, aun cuando para nosotros, su repetición nos ha cogido siempre por diferentes flancos.

Muchas de las cosas que glosé hace diez lustros están volviendo a pasar y a tener actualidad: muchas de las afirmaciones o negaciones tenernos que seguir afirmándolas o negándolas en el día de hoy, aunque cuando también en otras, tengamos que lamentar nuestra poca vista.

Este puede ser el mayor interés para los lectores que quieran ojear estas añejas páginas. Para hacerlas más llevaderas las he reducido a poco más de cien, que ya está bien para este desahogo de un jubilado que os quiere hacer participes, sin retoque alguno, de su manera de pensar en unos momentos de su vida que son ya solo pasado y recuerdo.

Son un total de cincuenta artículos en reproducción facsímil. Es una pena que no se mencione en el libro, en cada uno de ellos, su fecha de publicación y el medio en el que se hizo, para una mejor trazabilidad de los mismos.

Fueron muchos más los publicados por Baltasar Peña en esas fechas. Tengo localizados algunos, pero una búsqueda exhaustiva es demasiado laboriosa, debido a la extensión del tiempo en que se publicaron y la diversidad de medios en lo que lo hizo.

LAS ELECCIONES GENERALES DE NOVIEMBRE DE 1933

El 8 de septiembre de 1933, dimitió el gobierno de Manuel Azaña, a causa del fracaso que tuvo en las elecciones municipales del 23 de abril, y por la derrota sufrida en la elección, los días 4 y 5 de septiembre, de los vocales del Tribunal de Garantías Constitucionales, antecedente del Tribunal Constitucional actual, en la que se impusieron los candidatos de derecha y los del partido Radical.

El 12 de septiembre, Alejandro Lerroux formó un nuevo gobierno de concentración, formado por partidos republicanos de distintas tendencias, y en el que no entraron los socialistas, los cuales se sintieron traicionados. Para los socialistas, representaba un retroceso respecto a la coalición republicano-socialista que había venido gobernando desde el 14 de abril de 1931.

El 3 de octubre, el Gobierno de Lerroux caía víctima de una moción de desconfianza presentada por el PSOE y que fue apoyada por varios de los partidos miembros de la coalición. Esto llevó a que se formara el 9 de octubre, un nuevo Gobierno, presidido esta vez por Diego Martínez Barrio, que nada más tomar posesión, propuso al presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, la disolución del Parlamento y la convocatoria de nuevas elecciones generales para el 19 de noviembre de 1933, siendo estas las primeras en que las mujeres ejercieron el derecho al voto.

Las elecciones dieron una mayoría parlamentaria a los partidos de derechas (CEDA) y de centro-derecha. A ellas se presentaría José María Hinojosa, el primo de Baltasar Peña, por la provincia de Málaga, no siendo elegido, cosa que sí consiguió el socialista Benito Luna Anoría

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2024/06/benito-luna-anoria-el-padre-del.html


El 16 de diciembre se formaría el primer gobierno del segundo bienio de la Segunda República, presidido por Alejandro Lerroux.

EL ALGABEÑO

El domingo 11 de marzo de 1934, el rejoneador José García Carranza “El Algabeño”, después de realizar una gran faena a caballo a sus dos toros, y de cortar una oreja en el segundo de la tarde en La Malagueta, cuando marchó de la plaza en un coche, en el que iba el torero en el asiento trasero, junto a su hermano Pedro Luis, un mozo de la cuadrilla y el conductor, al cruzar el vehículo la puerta enrejada de acceso al Hotel Caleta Palace, dos hombres vestidos de negro y con la cara tiznada, saltaron al pescante del coche y, armados con pistola, abrieron fuego, hiriendo al torero por tres balazos.

A continuación, salieron corriendo y dándose a la fuga en un automóvil que habían robado previamente y que abandonaron en la localidad de Campillos. Más tarde, los autores del atentado fueron detenidos. Pertenecían a movimientos libertarios.

El torero recibió dos balazos en cada hombro y un tercero entre las costillas del lado izquierdo. Su hermano también fue herido en los riñones. Ambos fueron operados de urgencia, y tras permanecer una temporada convaleciente, se recuperó y siguió ligado al mundo del toro y del caballo.

A este suceso le dedicó Baltasar Peña el poema “Sol y sombras” que fue publicado en la prensa.


El 18 de julio de 1936, “El Algabeño” se sumó al levantamiento contra el gobierno del Frente Popular, poniéndose a las órdenes del general Queipo de Llano. Posteriormente, a principios de agosto, se unió a los escuadrones de la Policía montada de Sevilla que organizó el comandante de Infantería Alfredo Erquicia y en los que participaron muchos propietarios y terratenientes voluntarios, que patrullaron a caballo los campos andaluces durante los primeros meses de la guerra.

“El Algabeño”, entró con las tropas del comandante Rafael Corrales y el general Varela en Campillos el 13 de septiembre, y participó activamente en la toma de Sierra de Yeguas.

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2024/11/objetivo-ronda-la-columna-de-antequera.html

A finales de diciembre de 1936 recibió importantes heridas en el frente de Lopera (Jaén), que le causaron la muerte.

BALTASAR PEÑA ENTRA EN POLÍTICA

Baltasar Peña, hasta ahora se había mantenido ajeno a la lucha política. Simpatizante de las derechas, no se había afiliado a ningún partido político. Fue a raíz de ser nombrado, el 4 de octubre de 1934, el sevillano Manuel Giménez Fernández ministro de Agricultura, cuando se afilió al partido Acción Popular liderado por José María Gil Robles

Respecto a mi adscripción al partido de Acción Popular acompañé una carta enviada y su contestación, al señor Giménez Fernández que fue profesor mío en la Universidad de Sevilla solidarizándome con su actitud, como Ministro de Agricultura y afiliándome al partido de Acción Popular en el que militaba en el año 1.934.

Manuel Giménez Fernández (1896-1968), había cursado el bachillerato con los jesuitas del Puerto de Santa María (Cádiz) y Villasís (Sevilla), igual que Baltasar Peña, aunque diez años antes. Estudió simultáneamente las carreras de Filosofía y Letras, y Derecho, en la Universidad de Sevilla. Desde 1924 era catedrático de Derecho Canónico en dicha Universidad, siendo profesor de Baltasar Peña cuando realizaba los estudios de Derecho.

Como ministro, no intentó deshacer la reforma agraria socialista por completo, sino redefinirla en una manera que permitiese la creación de un consenso general alrededor de ella. Católico reformista, perteneciente al sector democristiano de la CEDA, el nuevo ministro fue el artífice de una legislación agraria adaptada según él “a las necesidades reales del campo español”.

Logró la aprobación de una serie de leyes como la de “Protección de yunteros y pequeños labradores”, y la de “Arrendamientos de fincas rústicas”, que provocaron malestar y la oposición de importantes sectores de la propia CEDA, singularmente la de los representantes de los grandes propietarios agrarios.

Repasando papeles y legajos esta mañana en mi despacho, he releído algunos artículos míos publicados en la prensa malagueña en el año 1.934, es decir, hace cuarenta y dos años. Tenía yo por aquellas fechas 28 años. Políticamente pertenecía al Partido de Acción Popular al que me afilié, más que por Gil Robles a quien ya se le denominaba el JEFE, por la actitud de Giménez Fernández, su segundo de a bordo que por aquellas fechas desenvolvía una amplia gestión agrícola de marcado carácter social, sobre todo en el problema de los yunteros extremeños.

Mi condición y mis aficiones agrícolas me hacían interesarme por estos programas, aunque yo había soslayado las dificultades que entrañaba en aquellos momentos el ser propietario de tierras, arrendándole mi cortijo a la Agrupación Socialista “el primero de Mayo” que me lo demandó para iniciar una prueba de arrendamiento colectivo.

Era como lo demuestra esta actitud, un propietario de tendencias liberales, y a la vez un terrateniente precavido, pues de esa forma me había evitado el problema planteado por entonces con alojamientos, huelgas y conflictos, cada vez más peligrosos y difíciles de soslayar.

Quiere decir todo esto, que mis convicciones conservadoras, porque tenía algo que conservar, las atenuaba con una realista manera de enjuiciar el momento actual.

Para muchos, y ello lo vi prácticamente después del Movimiento, esta actitud, no era otra cosa sino una actitud acomodaticia y egoísta, pero yo sé y ahora puedo confesarlo con cuarenta años por medio, que todo cuanto hice por entonces, lo hice de absoluta buena fe.

LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE DE 1934

Baltasar Peña, era licenciado en Derecho, pero apenas ejerció como abogado. Como ya he escrito con anterioridad, montó un bufete con su amigo Ignacio Muñoz Rojas, durante poco más de una año, “que no prosperó como era lógico pues ni él ni yo teníamos vocación para aguantar incordios de clientes ni devanarnos los sesos con asuntos ajenos”.

Un asunto importante en el que intervino como abogado, fue defendiendo el 27 de agosto de 1935 en Málaga, ante el Tribunal de Urgencia, a algunos de los catorce vecinos de Peñarrubia acusados de tenencia ilícita de armas, las cuales le fueron ocupadas por la Guardia civil, durante los sucesos de octubre de 1934. Eran varias armas cortas de fuego en perfectas condiciones de funcionamiento, carentes de la correspondiente licencias y guías.

La defensa de los procesados estuvo encomendada a los letrados José María Fortes Rivas, José María Hinojosa Lasarte, Emilio Baeza Medina y Baltasar Peña Hinojosa.

El Tribunal, dictó sentencia condenando a cada uno de los procesados como autores de un delito de tenencia de armas, a cuatro meses y un día de arresto mayor, accesorias y costas.

Sobre estos sucesos, ya escribí la Crónica «OCTUBRE DE 1934. PARTE PRIMERA. LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA EN TEBA Y EN LOS PUEBLOS DE SU ENTORNO»

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2022/10/octubre-de-1934-parte-primera-la.html

Y también «OCTUBRE DE 1934. SEGUNDA PARTE. LOS CONSEJOS DE GUERRA»

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2022/11/octubre-de-1934-segunda-parte-los.html

Solo recordaré sobre este suceso, que en Teba hubo tiroteos y grandes enfrentamientos entre los revolucionarios, que cercaron el cuartel de la Guardia civil y a las fuerzas de orden público, que necesitaron de refuerzos llegados de Campillos y Málaga para controlar la situación. La Guardia civil practicó más de un centenar de detenciones, entre ellos algunos de los promotores de la insurrección, y recogió una gran cantidad de armas de fuego y municiones.

El balance de víctimas fue un guardia civil muerto, diez heridos, además de un paisano muerto y cinco o seis heridos, de estos, los tres más graves, fueron hospitalizados en la capital.

En cuanto a Cañete la Real y Almargen, se produjeron algunos disturbios, pero fueron aislados y apenas produjeron problemas a las fuerzas de seguridad a la hora de reprimirlos.

En Campillos, los dirigentes de la revuelta, desistieron de iniciar cualquier movimiento, y quedaron a la espera de acontecimientos. En Sierra de Yeguas y Peñarrubia, pasó igual.

En Peñarrubia, el cabecilla del movimiento revolucionario era el dirigente socialista Juan Escobar Barba, que se hallaba en contacto con los socialistas malagueños responsables a nivel provincial de la realización del movimiento revolucionario.

En los registros que realizó la Guardia civil en Peñarrubia, posteriormente al fracaso del movimiento insurreccional, se encontraron un depósito de cien armas cortas y largas; seis puñales de grandes dimensiones acanalados; tres bombas construidas con tubos de hierro cargados con gran cantidad de dinamita y metralla, tres paquetes de dinamita, numerosas municiones, líquidos inflamables, cartuchos y mecha. Los componentes del Comité revolucionario fueron detenidos, e ingresaron en la cárcel de Málaga.

GUERRA CIVIL

El 9 de julio de 1936, unos días antes del levantamiento militar contra el gobierno del Frente Popular, nació Cristina la segunda hija de Baltasar Peña y María Álvarez. La madre tuvo un postparto complicado, sufriendo algún tipo de infección que le produjo unas fiebres muy altas.

En su libro “Reencuentros conmigo mismo”, cuenta Baltasar como vivió la tarde del 18 de julio, momento en el que se iniciaron los primeros movimientos militares en la capital malagueña:

Había estado en mi despacho aquella tarde, sobre las cuatro, Félix Asiego Codes, Procurador y buen amigo mío, y falangista (asesinado en las saca de la Prisión provincial del 30 de agosto). Antes de marchar, me aconsejó que me fuera temprano a mi casa, pues se esperaba que aquella tarde pasara algo. No me explicó lo que se temía, pero me reiteró varias veces su consejo.
A las cinco me fui en mi coche observando en las calles una extraña sensación de prevención y miedo. Las gentes marchaban apresuradas y era más bien escaso el tráfico por el centro.
[…]
Mi suegra, al anochecer se vino a mi casa, porque mi mujer se encontraba en cama con unas fuertes calenturas puerperal. (Su suegra vivía frente a ellos, en Paseo de Sancha nº 8). Como la enferma requería todas nuestras preocupaciones, apenas hicimos ningún comentario sobre los acontecimientos que se estaban desarrollando en aquella hora.

Cuando en la madrugada del 19 de julio de 1936, se confirmó en Málaga el fracaso del golpe militar, Baltasar Peña recibe en su casa una llamada telefónica:

A las tres de la mañana me llaman al teléfono. Es Carlos Arias, fiscal de la Audiencia y gran amigo mío, al que le han cogido los acontecimiento en la cárcel tomando declaraciones a unos procesados, y ante la intranquilidad reinante, no se había atrevido a salir de allí donde se sentía protegido por la Guardia civil de vigilancia.
Me dice que tiene noticias de que por la mañana las turbas irían a asaltar y a quemar la Caleta, pues ya estaba comprobado que había fracasado el movimiento militar, y que era necesario que sacara a María inmediatamente de la casa. Le contesto que no podía hacerlo por la fiebre que tenía y por su estado delicado, ya que hasta la matrona se había quedado esta noche a su lado.
De madrugada me vuelve a llamar y a insistirme que salga de la casa como sea, reiterándole que aunque quisiera hacerlo no podría, ya que a esa hora no pasaba ningún coche ni podía llevar andando a mi mujer a ningún lado.
A las seis de la mañana se presenta Carlos con un taxi y dos guardias de asalto y nos insta a que sea como sea monte en el automóvil mi mujer, la matrona, mi hija Maruja y la recién nacida para llevarlas al Hotel Vasconia en dónde él vivía (estaba soltero).
Me asegura que de un momento a otro van a asaltar e incluso quemar las casas de los ricos en la Caleta y Miramar.
Liamos a mi mujer con un abrigo mío, cubrimos a las niñas con lo que encontramos más a mano, y entran en el coche con mi suegra, con Carlos en cuclillas y los dos guardias en el asiento delante con el conductor. Yo me iré andando hacia el Vasconia. […]
Cómo podía yo pensar que en un paseo de veinte minutos andando, iba yo a tardar ese día cerca de doce horas.
La llegada al Hotel Vasconia, en donde encontré a mi mujer y mis hijos, a Carlos Arias y a otros amigos, me causó de momento una gran tranquilidad que pronto se vería sobresaltada por los trágicos sucesos que días después nos tocó vivir en Málaga, máxime teniendo en cuenta que nuestro hotel fue uno de los más vigilados, visitados y molestados por fuerzas y patrullas.

El Hotel Vasconia se encontraba en Fernando de Lesseps núm. 3 y 5, una callejuela perpendicular a la calle Nueva.

Cuenta Baltasar Peña en unas declaraciones que realizó ante el Juzgado Militar eventual nº 7, por una denuncia que hubo contra él por parte de los mandos de Falange de Málaga a finales de 1939, y por lo que se le abrió un Sumario, el 81 de 1940, que posteriormente fue sobreseído:

Después de mil peripecias y peligros, llegué a refugiarme en el Hotel Vasconia donde se encontraba mi íntimo amigo D. Carlos Arias Navarro, Abogado Fiscal de esta Audiencia, sufriendo en dicho Hotel toda clase de vejaciones y registros, librándome de parte de ellos por haber permanecido en la habitación de mi mujer gravemente enferma, habitación que se libró los primeros días de los registros.

La única salida que hice a la calle fue a la Audiencia, en compañía del citado Sr. Arias, los días creo veinte y veintiuno (julio), estando en dicho edificio unos minutos para hablar con el Presidente asesinado después (22/09/1936), y sin que desde entonces hasta el día 26 de agosto en que fui detenido pisara la calle, ni tan siquiera la pequeña callejuelita en donde está situado el Hotel.

El motivo real por el que Baltasar Peña fue esos días a la Audiencia Provincial, era el haber sido designado interinamente, Juez instructor del distrito de la Merced, en sustitución del titular Manuel Puertas Oliveros. El motivo de esta designación temporal, y por unos pocos días, lo ignoro. Lo cierto es que de las actuaciones que realizó como juez esos días, tuvo que responder ante la justicia militar franquista en 1940. Pero esto lo contaré en otra Crónica, más adelante.

Carlos Arias Navarro, a primeros de junio de 1933, con veinticuatro años, había aprobado con el número ocho, las oposiciones al Ministerio fiscal, y un mes más tarde, a primeros de julio, era nombrado fiscal de la Audiencia provincial de Málaga. Allí se encontró con su amigo Baltasar Peña, al que había conocido en Madrid en 1927, cuando ambos preparaban en la misma academia las oposiciones para el Cuerpo Jurídico de la Armada. Desde ese momento, arrancó una gran amistad que duró toda la vida, y aunque el trabajo y las circunstancias les condujeron por distintos caminos, siempre mantuvieron una cordial correspondencia entre ellos.

El 22 de julio, día siguiente de la estancia de Baltasar Peña y Carlos Arias en la Audiencia Provincial, donde fueron a entrevistarse con Mariano Avilés Zapater, el presidente de la misma, detienen a Carlos Arias en el Hotel Vasconia. Así lo relata el mismo, en la Causa General.

Que el día 22 de Julio de 1936 fue detenido en el Hotel Vasconia, de Málaga, donde se encontraba hospedado, por una patrulla de anarco sindicalistas que capitaneaba un tal García Llamas, apodado “el León”, y de la que formaba parte entre otros un pistolero que como el anterior habían sido acusados recientemente por tenencia de armas y que se llamaba Sedeño, aunque más conocido era por el apodo de “Místico”; patrulla formada por conocidos extremistas que habían sido excarcelados momentos antes, y que el mismo día habían sacado del Hotel a don Salvador Álvarez Net (tío de María Álvarez, la esposa de Baltasar Peña).

Que gracias a la intervención de los dueños del Hotel, que requirieron la presencia de Guardias de Seguridad, el declarante consiguió ser llevado al Gobierno Civil donde el propio Gobernador dio orden de que quedase detenido en el edificio de la Aduana, en donde permaneció por espacio de unos quince días aproximadamente, en unión de los Jefes y Oficiales del Ejército y de la Guardia Civil, que también se encontraban custodiados por milicias y detenidos en distintas dependencias del Gobierno.

Que al ser libertado regresó al Hotel donde se alojaba…

Un par de días después de la detención de Carlos Arias, el 24 de julio, José María Hinojosa Lasarte, junto a su padre Salvador, y a su hermano Francisco, que se encontraban refugiados en la Malagueta, en un edificio de viviendas de cinco plantas en Paseo de Reding, nº 16, llamado “El Desfile del Amor”, también fueron detenidos por milicianos y por Guardias de Asalto, y llevados al Gobierno Civil.

El sábado 22 de agosto la aviación de los sublevados bombardea Málaga. A las ocho en punto de la mañana, una patrulla de tres bombarderos SM-81 despega de Tablada (Sevilla) para bombardear las instalaciones portuarias de Málaga. Después de 15 minutos de vuelo, un avión se vuelve debido al mal funcionamiento del motor derecho. Los otros dos bombarderos continúan y llegan a Málaga sobre las 09:15. Mientras que uno bombardea el puerto, el otro localiza los depósitos de petróleo de CAMPSA, y a pesar de la acción de dos baterías antiaérea en los muelles y de un crucero, desde una baja cota acierta plenamente a los tanques. Hubo una gran explosión, seguida en un corto tiempo de muchas otras menores, luego una enorme columna negra cubrió todo. Hubo cerca de sesenta muertos.

En represalia, hacia las once de la mañana, un grupo de milicianos anarquistas pertenecientes al temido Comité de Salud Pública asalta la Prisión Provincial. Al frente de ellos iba una comisión con una lista de presos hecha en el despacho del Gobernador Civil, Fernández Vega. 

Salvador Hinojosa Carvajal, sus hijos Francisco y José María Hinojosa Lasarte, y cuarenta y tres prisioneros políticos más, son excarcelados y fusilados ante las tapias del cementerio de San Rafael.

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2024/08/detencion-y-asesinato-de-jose-maria.html

Volvemos al relato de Baltasar Peña en su libro “Reencuentros conmigo mismo”, y cuatro días después del asesinato de sus familiares:

El día 26 de Agosto una patrulla de la FAI, al registrar el Hotel tomó mi nombre y el del Sr. Arias, y cuando marcharon, ante el temor de que vinieran a detenernos, inmediatamente marchamos a la Audiencia no bien había anochecido, para pedir cobijo al Presidente aquella noche, ya que allí habla una pareja de Guardia civil, y al pasar por el Hotel Regina fuimos detenidos y conducidos a la Comisaria.

En la prensa malagueña se recoge la noticia de la detención de ambos:

También se encuentran en una de las dependencias del Gobierno Civil, a disposición de la autoridad oportuna, Baltasar Peña Hinojosa y Carlos Arias Navarro.
19360828 004 Julio

  

Uno de los vocales de los representantes de los trabajadores de la Junta de Reforma Agraria de la que formó parte Baltasar, socialista y portero de la Casa del Pueblo, le echó una mano durante su detención y le acompañó casi toda la primera noche.

De la Comisaria nos llevaron conducidos por Guardias de Asalto al fatídico Comité de Salud Pública (instalado en Villa Salcedo), en donde permanecí más de tres horas, sin que en el mismo por la confusión que había y la hora me tomaran declaración alguna, y ante ello y mi requerimiento me condujeron nuevamente los Guardias a la Comisaría en donde ya estaba el Sr. Arias, conduciéndonos nuevamente a unas dependencias del Gobierno Civil donde quedamos detenidos, hasta el día 29 de Agosto en que aprovechando la confusión producida por un bombardeo aéreo y el no tener vigilancia, logramos salir encaminándonos al Consulado de Bolivia situado en la Cortina del Muelle, a unos metros de la Aduana, domicilio de un pariente mío en donde he permanecido oculto hasta el día de la entrada de las Gloriosas tropas Nacionales.

Así lo cuenta Carlos Arias Navarro:

Que al ser libertado regresó al Hotel donde se alojaba y del que intentó marchar con motivo de nuevos registros y detenciones, siendo detenido al salir del edificio de la Audiencia en compañía del abogado Don Baltasar Peña, que con el declarante había ido para ver la posibilidad de encontrar sitio en que esconderse dada la persecución de que eran objeto.

Que fueron trasladados a la Comisaria del Gobierno Civil, donde después de extender la ficha correspondiente a ambos detenidos, les internaron en un cuarto inmediato a la guardia y en el que constantemente entraban milicianos de la FAI para llevarse detenidos, por lo que comprendiendo el declarante el peligro gravísimo en que se encontraban, y aprovechando el que los guardias que allí esteban eran los que habían llevado en su anterior detención, pidió subir al Gobierno y lo consiguieron; una vez en presencia de un Teniente de Asalto, cuyo nombre no recuerda, le expuso el peligro que representaba el permanecer en poder de aquellas patrullas, contestándole que nada podía hacer y que nos retirásemos inmediatamente, cosa que fingimos hacer, pero que aprovechamos para escondernos en el cuarto en el que antes estaba instalado el teletipo, y que el declarante conocía por ser uno de los que habían sido habilitados para detenidos en los primeros días, y en el que precisamente había estado.

Allí estuvimos por espacio de dos o tres días, hasta que conseguimos gracias a las gestiones de don Rafael Blázquez Bores (cuñado de Baltasar) que nos admitieran en el Consulado de Bolivia en el que apenas permanecí unas horas pues el Cónsul me rogó que lo abandonase pues había sido descubierto mi escondite y comprometía con mi presencia a los demás asilados.

Como vemos, cuando Baltasar Peña y Carlos Arias escaparon del Gobierno Civil, encontraron refugio en el consulado de Bolivia, que era el domicilio del cónsul don José Huelin Sans, pero Carlos Arias a las pocas horas tuvo que abandonarlo, dirigiéndose a la Fiscalía para pedir ayuda al Fiscal Jefe, Francisco Checa Guerrero. Este habló con el oficial de Sala, Felipe Varea Viniegra, que tenía instalada una pensión, y en ella se refugió Carlos Arias por espacio de dos meses, sin salir de ella, ni ser visto por nadie. 

Tengo previsto en una futura Crónica, hablar sobre los acontecimientos que vivió Carlos Arias Navarro en Málaga, tanto durante la guerra como en la postguerra.

El cónsul José Huelin Sans (1867-1955), estaba casado con Amalia Gross Schott, hermana de la suegra de Baltasar Peña, por lo tanto era tío de su mujer María Álvarez Gross. Fue cónsul de Bolivia desde inicios del siglo XX, hasta 1940, momento en el que le sucedió Juan Jiménez-Lopera Guerrero (1895-1977), también familiar de su mujer María, al estar casado con María Álvarez Gómez (1897-1978)

Para que Baltasar estuviera protegido y no se le molestara por las patrullas del Frente Popular, el 16 de septiembre se le entregó un documento en el que se decía que era “Agente consular de Bolivia”. Allí permaneció en compañía de su mujer y de sus dos primeras hijas, hasta la entrada de las tropas nacionales en Málaga el 8 de febrero de 1937. 


Un par de días después que Baltasar Peña y Carlos Arias, consiguieran escapar del Gobierno civil, el 31 de agosto asesinan a los tres hermanos mayores de su esposa María. Eran Antonio, Eduardo y Carlos Álvarez Gross, de 34, 33 y 32 años de edad. El último se había casado hacía poco.

Estaban refugiados en casa de Álvaro Disdier en Monte Sancha, cuando una patrulla de al menos siete individuos, al mando del capitán de infantería José María Piaya, los detuvo y los llevaron al Arroyo de Cuarto donde fueron asesinados. Los cadáveres presentaban los cráneos destrozados a balazos.

GIBRALTAR

La colonia de Gibraltar mantuvo una política de absoluta neutralidad durante el conflicto bélico, ofreciendo asilo a los refugiados de ambos bandos, si bien las condiciones de alojamiento en la mayor parte de los casos, fueron muy precarias por sus limitaciones de espacio y recursos.

Como ya he comentado, en 1936 Rafael Blázquez Bores, era juez de Primera Instancia e Instrucción del distrito de Alameda. Junto con su mujer Rosario Peña y sus hijos, se encontraba residiendo en “Villa San Rafael” en el Paseo de Sancha nº 5.

Cuando estalló la guerra civil, Rosario y sus hijos pudieron salir de Málaga en un barco de bandera alemana que los llevó a Gibraltar, donde permanecieron hasta que pudieron pasar a Sevilla y Córdoba, donde se hospedaron en casa de un familiar, hasta que Málaga fue conquistada por las tropas nacionales. 

Su domicilio fue saqueado, llevándose ropas, alhajas y cuanto tenía en el mismo, calculando su valor en 40.000 pesetas. El padre permaneció en Málaga durante los siete meses que duró la guerra en la capital.

Desde los primeros días de guerra, los tres Juzgados de Instrucción de Málaga, el de Alameda, la Merced y Santo Domingo, tuvieron que instruir numerosos procedimientos por la aparición de cadáveres en diferentes lugares de la ciudad (Camino Nuevo, tapias del Hospital Civil, tapias del manicomio, carretera de Cártama, Arroyo del Cuarto, carretera de Torremolinos, cementerio de San Rafael, etc.).

Los juzgados recibimos la orden de estar de guardia permanente, no como acontecía en tiempo normal. Desde entonces los tres no alternaban. Desde entonces, los tres permanentemente estábamos constituidos en la Audiencia y sirviendo cada cual el respectivo territorio que la ley tenía desde hace años asignada.

Mi buen amigo y compañero, Rafael Blázquez, entra demudado en mi despacho: Esto es imposible soportarlo. Estoy enfermo. De esta ocasión vamos a terminar en el manicomio. Llevo en la calle desde las tres de la madrugada, he instruido diligencias sobre veintisiete asesinatos, destrozados, horriblemente desfigurados, amigos nuestros, en fin te digo que estoy muerto. Pero el colmo ha sido que al sacar un cadáver de un zarzal, junto al Cementerio, en la carretera de Campanillas, me encuentro el cadáver del Juez de la Merced, Sánchez de la Campa, al que habían prendido en la camisa el carnet judicial”

REMIGIO MORENO – Yo acuso… (133 y 143)

Según cuenta Remigio Moreno, juez de instrucción del distrito de Santo Domingo, en su libro "Yo acuso...", publicado en 1938, parece ser que también Baltasar Peña intentó marchar a Gibraltar con su familia.

Un buen día, en la búsqueda constante, me enteré que el actual vicepresidente de la Diputación de Málaga D. Baltasar Peña, el oficial de asuntos civiles del Juzgado de Santo Domingo D. Antonio Sánchez, el Juez de Ronda D. Mariano Gómez Contreras y su Alguacil, andaban en tratos con un agente de la F.A.I., el que por medio de dos mil quinientas pesetas cada uno, iban a adquirir un velero que los llevaría lejos de Málaga.

REMIGIO MORENO – Yo acuso…(328)


En la aproxima Crónica hablaré sobre la vida de Baltasar Peña Hinojosa, a partir de la entrada de las tropas nacionales en Málaga en febrero de 1937

BALTASAR PEÑA HINOJOSA. REPÚBLICA Y GUERRA CIVIL

  L a Segunda República nació en uno de los peores momentos de la coyuntura económica interna y externa, a causa de la recesión económica mu...