FEDERICO MANZANO GOVANTES. 1.- DE CAMPILLOS A PARACUELLOS

 

Federico Manzano Govantes

Esta es la historia de Federico Manzano Govantes, un campillero que tuvo una participación muy activa en los asesinatos que tuvieron lugar en Paracuellos de Jarama (Madrid), en noviembre de 1936.

Voy a intentar explicar en esta Crónica, cómo un simple funcionario de Obras Públicas, cuando en ese mes de noviembre, al huir el Gobierno de la República a Valencia y constituirse la Junta de Defensa de Madrid presidida por el general Miaja, pasó a ser uno de los máximos dirigentes del orden público en Madrid y dirigir algunos de aquellos pelotones de fusilamiento.

Haciendo una síntesis muy breve, que más adelante desarrollaré con más detalle, diré que cuando llegó la Segunda República en 1931, Federico Manzano Govantes, que era maestro y abogado, detalle importante para comprender su rápido ascenso en las escalas de mando de las milicias del Frente Popular, se afilió al partido Socialista y a la UGT.

Al estallar la guerra civil, en los primeros días de agosto, se alistó voluntario en el Batallón de Funcionarios. De entrada le dieron la graduación de teniente, y estuvo destinado en el frente de Somosierra, hasta el 20 de septiembre en que fue relevado, y regresó a Madrid.

Dos días más tarde, el 22 de septiembre, le llamaron desde la Inspección General de Milicias (IGM), para notificarle que le habían asignado la jefatura del Puesto de vigilancia de la Inspección de Milicias correspondiente al Batallón de Funcionarios, al que él pertenecía. Las funciones de ésta Inspección lo describiré más adelante. La sede de dicho Puesto de vigilancia estuvo en el palacio de Medinaceli, situado en la plaza de Colón de Madrid.

Cuando el 20 de octubre el gobierno suprimió la IGM, que dependía del ministerio de Guerra, y la convirtió en Comandancia de Milicias, Federico Manzano y casi todos los componentes de la IGM, desde ese momento, pasaron a depender de las Milicias de Vigilancia de Retaguardia (MVR), dependientes a su vez del ministerio de la Gobernación, aunque continuaron realizando las mismas funciones que realizaban con anterioridad. De hecho, el grupo de funcionarios que mandaba  Federico Manzano, siguieron con su sede en la plaza de Colón.

A primeros de noviembre de 1936, el cerco de las tropas nacionales del general Varela sobre Madrid era angustioso; habían tomado Campamento, Carabanchel, el Cerro de los Ángeles y Villaverde. El 4 de noviembre cayó en su poder la población de Getafe.

Ese mismo día, el presidente de Gobierno del Frente Popular, Francisco Largo Caballero nombra un nuevo gabinete con participación de los anarquistas, y en un Consejo de Ministros extraordinario, la mañana del 6 de noviembre, ante la proximidad de las tropas nacionales, dicho gobierno decide por unanimidad abandonar la capital de España para instalarse en Valencia.

El gobierno dejó al general José Miaja el mando de las fuerzas militares de la zona Centro, con la misión de defender la capital a toda costa, y el encargo de formar una Junta de Defensa de Madrid (JDM). Esta Junta, debía ser un organismo autónomo, pleno de autoridad, que debía ejercer en Madrid las funciones propias del Gobierno, y que estaría formado por representantes de todos los partidos integrantes del Frente Popular.

El general Miaja mandó reunir, en la misma noche del 6 al 7 de noviembre, a los representantes de dichos partidos. La mañana del día 7 se acordó como sería la composición de las Consejerías de la Junta de Defensa, cuya primera reunión se produce ese mismo día 7 a las seis de la tarde en el ministerio de la Guerra.

La Consejería de Orden Público (COP), se le encomienda a los jóvenes miembros de la Ejecutiva de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), siendo designado jefe de la Consejería, Santiago Carrillo Solares, con tan solo 21 años.


La aparición de la Consejería de Orden Público, trajo la inmediata modificación del organigrama de las Milicias de Vigilancia de Retaguardia (MVR). Santiago Carrillo nombró jefe de las mismas al comunista Lucio de Santiago, y a Federico Manzano Govantes lo nombró Inspector General de las MVR. Este nombramiento se explica, por el paulatino abandono del ideario socialista de Federico, y el acercamiento al comunista, cosa que ocurrió durante su pertenencia a los puestos de mando intermedios de la IGM y de las MVR.

Desde este puesto de segundo de a bordo en el mando de las MVR, aunque algunas personas declararon que el verdadero jefe de las mismas era él, Federico Manzano fue el responsable de organizar el traslado de los presos que mediante sacas se realizaron en la cárcel Modelo y en otras cárceles de Madrid, al pueblo de Paracuellos y de su posterior fusilamiento.

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Federico Manzano Govantes (1906-1941), era natural de Campillos. Hijo de José Manzano Jiménez y Asunción Govantes Pineda. Su madre murió el 13 de julio de 1914, a los 32 años de una infección puerperal, cuando él tenía solo ocho años de edad.

Su abuela paterna, Teresa Jiménez Lara, que había enviudado un par de años antes, se fue a vivir con su hijo José, el padre de Federico, para ayudarle en la crianza de los dos pequeños, Federico y José Manzano Govantes.

Más tarde, Federico se fue a vivir con sus tíos Federico Manzano Jiménez (maestro y procurador) y María Govantes Pineda, que vivían en la calle Santa Ana nº 15. Sus tíos Federico y María no tenían hijos, y ambos eran hermanos de sus padres. Le cuidaron como a un hijo propio, costeándole sus estudios.

Cuando tenía 17 años, en 1923, murió su tía y madre adoptiva María Govantes Pineda, con 55 años.

En 1925 estaba matriculado en el Instituto San Isidoro de Sevilla. Consiguió las titulaciones de Maestro nacional y de Abogado. A mediados de 1928, con 22 años, aprobó las oposiciones para Auxiliar de la Administración civil del Ministerio de Fomento, marchándose a vivir a Madrid.

Desde finales de 1931, ya con la Segunda República, estuvo afiliado al PSOE en la Agrupación Socialista madrileña, pero sin desempeñar cargo directivo alguno. Era también miembro de la Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza de la UGT.

Cuenta su primo Federico Manzano Sancho en sus memorias “Nuestro tiempo…”, que cuando fue a visitarle a Madrid, en mayo de 1932, junto con su tío Federico Manzano Jiménez y su hermana Remedios Manzano Sancho, vivía en la calle Ibiza.

Se casó en 1933 con Casilda Luna Carmona (31/12/1909), hija de un primer matrimonio de Benito Luna Anoría. Cuando fue elegido Diputado a Cortes de la Segunda República, a finales de 1933, Benito Luna vivió en la calle Ibiza, nº 15, cerca del parque del Retiro de Madrid, posiblemente en el mismo domicilio de su hija Casilda.

Al comienzo de la Guerra civil, Federico Manzano Govantes, era funcionario del Ministerio de Obras Públicas; oficial primero de Administración Civil del Cuerpo Técnico-Administrativo y del Cuerpo Auxiliar, estando destinado al Departamento del Depósito de Planos y Estadísticas. Tenía treinta años, y vivía en aquel momento en la calle Lope de Rueda, nº 26. Ya tenían un hijo, Federico Manzano Luna, nacido en Madrid el 24 de abril de 1934.

DECLARACIÓN DE FEDERICO MANZANO GOVANTES: Unos días antes de producirse el Movimiento, se constituyó el llamado Frente Popular de Funcionarios, estableciendo su residencia en el edificio que en la Carrera de San Jerónimo tenía el Sr. (José) Orad de la Torre, dedicado a una Academia que llevaba su nombre. El citado señor era Presidente de dicho Frente Popular, pertenecía también al Ministerio de Obras Públicas como Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos; estaba afiliado al partido Socialista.

Lo que Federico Manzano denomina “Frente Popular de Funcionarios”, y al que él pertenecía, era uno de los muchos Comités que se formaron en la primavera de 1936, en este caso de funcionarios públicos. De estos Comités ya he hablado en anteriores Crónicas

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2023/02/el-comite-del-frente-popular-de.html

LA GUERRA CIVIL EN MADRID

Al iniciarse la Guerra civil, el Gobierno cometió el error de entregar armas a las milicias populares. Los líderes de los partidos del Frente Popular y de las organizaciones obreras habían estado exigiendo al Gobierno que «armase al pueblo», y a ello se negaron el presidente de la República, Manuel Azaña y también el presidente del Gobierno Casares Quiroga, por considerar este acto el equivalente a entregar el poder a los revolucionarios. Casares Quiroga, llegó a amenazar con fusilar a todo aquel que entregara armas al pueblo.

Pero a las seis de la tarde del día 18, se reunieron en el ministerio de la Guerra, Diego Martínez Barrio, Indalecio Prieto, Largo Caballero y Marcelino Domingo. En dicha reunión, Largo Caballero exigió inmediatamente armar al pueblo, y el resto de los políticos republicanos dieron la callada por respuesta.

Casares Quiroga presentó la dimisión, y el mismo día 18 de julio, el presidente de la República le encarga la tarea de formar gobierno a José Giral, quien nombró como ministro de Gobernación al general Sebastián Pozas, que era el Inspector General de la Guardia Civil.

El gobierno de Giral, apenas es nombrado presidente, ante las grandes presiones que estaba recibiendo, autorizó la tarde del día 20, la entrega de armas a las milicias de todos los partidos, sindicatos y organizaciones obreras. Este hecho, repito, fue un gran error. Era de esperar que una vez las milicias consiguieran las armas, la situación escaparía del control de las autoridades gubernativas, como así fue.

En pocas horas, numerosas patrullas de paisanos armados con fusiles y pistolas recorren las calles. Piden a quien les parece la documentación, detienen automóviles, y cachean y registran a aquellos que les resultan sospechosos. Se incautan de automóviles, que son pintados con siglas y consignas revolucionarias, que corren veloces y erizados de fusiles por las calles desiertas del centro de las ciudades.


La entrega de armas, contribuyó a que la rebelión militar fracasara en numerosos pueblos y ciudades, si bien provocó un gravísimo problema de orden público a las autoridades republicanas. Decenas de miles de fusiles y pistolas quedaron en manos de quienes decían luchar por los destinos del pueblo, por el triunfo de la revolución, o por los deseos de saldar cuentas pendientes con sus enemigos políticos o personales. Fue la liquidación de la República parlamentaria y el comienzo de un nuevo, y al principio muy confuso, régimen revolucionario.

El Ejército regular y las fuerzas de orden público fueron barridos de las ciudades y pueblos de la zona bajo control gubernamental. Esto produjo una situación anárquica. Las estructuras legales quedaron desplazadas, aunque no eliminadas. Primó la indisciplina, nadie confiaba en la acción del Gobierno. Las organizaciones obreras y los partidos del Frente Popular, sobre todo los anarquistas y los socialistas más radicales, pensaban conseguir una rápida victoria sobre los sublevados. Creían que la revolución del pueblo acabaría aplastando a los “facciosos” sin necesidad de poner en pie un Ejército popular.

Esta violencia incontrolada, no se desató repentinamente el mismo 18 de julio de 1936. Ya se partía de una situación de desorden público que se inició tras las elecciones de febrero de ese año. Esta situación anárquica era objeto de una honda preocupación por parte de las autoridades del Frente Popular. En nada contribuía al prestigio de la causa de la República, sino todo lo contrario, por lo que los llamamientos al orden fueron constantes desde el principio, tanto desde la prensa como desde los partidos y las autoridades.

El comunista Manuel Tagüeña Lacorte, cuenta en sus memorias:

La situación real, que podía observar el que mirase a la calle, es que había terminado la Segunda República. La sublevación militar, paradójicamente, había desencadenado la revolución que pretendía impedir y el poder efectivo estaba en manos de los grupos armados, de anarquistas, socialistas y comunistas, aunque se mantuviera formalmente el gobierno como símbolo de la legalidad republicana ante la opinión internacional. Cada grupo con sus objetivos, sus programas y sus fines diferentes y muy pronto cada uno con sus unidades de milicianos, sus policías, sus intendencias y hasta sus finanzas. En cuanto a los republicanos, habían sido barridos por los acontecimientos y muy poco iban a significar durante la guerra”

TESTIMONIO DE DOS GUERRAS, página 111. Editorial Oasis. Méjico

Madrid vivió una situación anárquica en la que todas las milicias de los partidos del Frente Popular y organizaciones obreras, una vez reprimida la rebelión militar, se pusieron a la tarea de instruir militarmente a sus voluntarios, para disponer rápidamente de una fuerza armada propia.

Se constituyeron una gran cantidad de milicias armadas, que se denominaban con el nombre genérico de Milicias y el específico del partido, agrupación sindical o gremial: Milicias Socialistas, Comunistas, de la CNT, de Izquierda Republicana, de Unión Republicana, Confederales, Ferroviarias, Funcionarios, etc. Estas se convirtieron en los brazos armados de las distintas organizaciones, que trataron de suplir las carencias del debilitado aparato estatal y el vacio causado por la quiebra de las estructuras militares.

También pusieron en marcha su propio sistema policial, persiguiendo a aquellos que consideraban sospechosos, rivalizando en efectuar servicios de registros y detenciones, aplicando sus propios métodos de interrogatorio y sus propios medios de eliminación de los que consideraba "fascistas". Así encontramos como cada Radio Comunista, Circulo Socialista, Republicano o Ateneo Libertario, actuaban en retaguardia de forma totalmente autónoma con sus grupos de milicias, limpiando la ciudad de facciosos. Eran las tristemente famosas «Checas».

Las Checas se localizaron en edificios que habían sido incautados en el transcurso del primer momento revolucionario, como sedes de las milicias del partido. En Madrid el número de Checas fue superior a doscientas.

El «Frente Popular de Funcionarios de Madrid», del que he hablado con anterioridad, y al que pertenecía Federico Manzano Govantes, en los primeros momentos de la rebelión creó su propia milicia armada, en la que entraron individuos de todos los partidos políticos y agrupaciones sindicales. Ajenos a cualquier disciplina militar, se dirigieron al asalto de los cuarteles militares de Getafe y Campamento. El jefe del grupo, José Orad de la Torre, falleció el 20 de julio, a consecuencia de la explosión de una granada, al intentar cortar el agua a los militares sublevados en el Campamento de Carabanchel.

A finales de julio, los Funcionarios se incautaron del palacio del duque de T'Serclaes, situado en la calle de Serrano, núm. 12, donde establecieron su Cuartel general.

INCAUTACIÓN DE UN PALACIO DONDE HABÍA ARMAS

«Una sección de milicianos, en unión de funcionarios civiles, procedieron anoche a la incautación del palacio del ex duque de T'Serclaes, sito en la calle de Serrano, núm. 12».

19360731 004 La Libertad

«Con fecha 9 del actual (agosto), y en el domicilio del Frente Popular de Funcionarios, Serrano, 12, hotel, se celebró una asamblea general de los funcionarios de este ministerio (Industria y Comercio) pertenecientes a los partidos que integran dicho Frente, constituyéndose el Comité correspondiente […]»

19360813 003 El Sol

El Gobierno era consciente de la situación de descontrol existente y desde el ministerio de la Gobernación, que era la máxima autoridad del orden público, se trataba de ponerle fin. Sin embargo, repasando ahora las órdenes que desde el mismo se dictaban, se desprende de forma clara que el ministro había asumido la existencia de las milicias de los partidos, y no pretendió en ningún momento impedir sus actuaciones, sino tan sólo encauzarlas.

El alemán Félix Schlayer (1873) era el cónsul de Noruega en Madrid. Al encontrarse fuera de España el embajador noruego, el 18 de julio se pone al frente de la legación de dicho país, cargo desde el cual salvó la vida de más de mil refugiados acogidos en el interior de la embajada Noruega. Fue el primero que contó al mundo el horror de las persecuciones, de los asesinatos masivos, de las torturas en la «Checas». En su libro «MATANZAS EN EL MADRID REPUBLICANO», dice en su página 103:

La impotencia del gobierno frente a las bandas asesinas de las organizaciones políticas era cosa que en gran parte se fingía expresamente. En el fondo, el gobierno aprobaba los horrores de las «bandas», pero creía salvar su responsabilidad haciendo como que no podía dominarlas. Tuve ocasión de hablar de este problema con diferentes ministros. Siempre se lamentaban, encogiéndose de hombros, de que «el movimiento popular» hubiera venido acompañado de «algunos excesos», pero era a los rebeldes a quienes les atribuían la culpa, por haberles mermado los efectivos de tropas, de forma que el gobierno se había visto obligado a utilizar la policía en campaña, en lugar de emplearla en mantener el orden público. Tales declaraciones obedecían sin duda a una consigna estudiada, que no reflejaba la realidad, ya que cada ministro coincidía en la misma justificación, sin reconocer un mínimo de culpabilidad, como evidenciaban los hechos.

FELIX SCHLAYER

BATALLONES DE VOLUNTARIOS

Una de las medidas adoptadas por el Gobierno para intentar dotar de una cierta disciplina, de una mínima estructura militar a las milicias y para encauzar el esfuerzo de guerra, fue la creación de los Batallones de Voluntarios bajo el mando de militares profesionales o de mandos de los cuerpos de seguridad, que no dependiera de las milicias de partidos y sindicatos. Con ello se pretendía eliminar estas milicias de los partidos, integrándolas en una estructura superior.

Es propósito del Gobierno premiar heroica actuación de los milicianos populares que, al lado de las fuerzas leales de la República, contribuyen de manera tan decisiva al aplastamiento de la subversión.

Quiere el Gobierno, al mismo tiempo, recoger los deseos, reiteradamente expresados por tan entusiastas luchadores, de encuadrarse en organizaciones regulares de combate, ajustándose a normas de disciplina que multipliquen la eficacia del esfuerzo y permitan obtener, con el mínimo sacrificio, el máximo rendimiento.

Todo ello determina al Gobierno a crear los Batallones de Voluntarios, cuya organización se concretará primeramente a Madrid y se extenderá más tarde a otras provincias, si así se estimase conveniente.

Por lo expuesto, de acuerdo con el Consejo de Ministros y a propuesta de su Presidente, Vengo en decretar:

Artículo 1.° Se crean en Madrid los Batallones de Voluntarios, cuya recluta se hará entre los actuales milicianos cuya edad esté comprendida entre los veinte y los treinta años. Los Batallones irán mandados por Oficiales y clases del Ejército, Guardia civil, Asalto o Carabineros. Los voluntarios estarán uniformados, llevarán un distintivo especial y su compromiso abarcará a todo el tiempo que dure la campaña y, como mínimo, a dos meses.

Artículo 2.° Los milicianos que ingresen en los Batallones de Voluntarios tendrán derecho a alojamiento, manutención y vestuario en las mismas condiciones que los soldados del Ejército regular en campaña y disfrutarán sus mismos haberes y pluses, así como el de los grados que vayan adquiriendo en el servicio de las armas.

Los que presten sus servicios a la República en los Batallones de Voluntarios creados a virtud de este Decreto: a) Tendrán derecho preferente para el ingreso en Asalto, Guardia civil y Cuerpos subalternos de auxiliares del Estado, provincia o Municipio. b) Durante el tiempo que permanezcan en filas les será reservado su puesto de trabajo. (…)

Dado en Madrid, a dos de Agosto de mil novecientos treinta y seis.

MANUEL AZAÑA

El Presidente del Consejo de Ministros, José Giral Pereira

Gaceta de Madrid núm. 216, de 03/08/1936

Para alentar el reclutamiento de estos Batallones, el ministro de la Guerra, teniente coronel de Artillería Juan Hernández Saravia, el 16 de agosto establecía la soldada de 10 pesetas diarias.

MINISTERIO DE LA GUERRA

ORDENES CIRCULARES

Excmo. Sr.: A partir del día 5 del actual, los voluntarios de las Milicias republicanas que formen parte de las columnas de operaciones, perteneciendo a unidades controladas por las Autoridades militares, así como los de las Milicias locales que prestan, por orden de aquéllas, un servicio permanente que les impida acudir al trabajo, disfrutarán el haber en metálico de 10 pesetas diarias. Los primeros tendrán además derecho al percibo en especie de una ración normal del tipo que actualmente se suministra o del que posteriormente se fije.

No tendrán derecho a haber en metálico ni en especie, a partir de la fecha siguiente a la de la publicación de esta circular, los milicianos que no se encuentren en alguno de los casos indicados anteriormente, aunque conserven el armamento de que actualmente están en posesión.

Lo comunico a V. E. para su conocimiento y cumplimiento. Madrid, 15 de Agosto de 1936.

HERNANDEZ SARAVIA

Gaceta de Madrid — Núm. 229 — 16 Agosto 1936

Al mismo tiempo, para dotar de mandos al ejército, se aprobaba el reingreso en filas de los jefes y oficiales retirados, y los suboficiales y clases que no prestaban servicio activo, “y cuya lealtad al Régimen resulte acreditada por certificaciones expedidas por cualquiera de los Partidos o Grupos sindicales afectos al Frente Popular”. (Gaceta de Madrid del 18 Agosto 1936)

Algunos de estos Batallones operaron bajo el mando de militares profesionales de reconocida capacidad técnica y convicción republicana, pero el desconocimiento por parte de los milicianos del manejo de las armas y de las reglas más elementales de combate y protección, tanto como la falta de disciplina, hacen que todas las columnas que se crearon, adolecieran de la falta de eficacia que es menester para hacer frente a las escasas tropas del Ejército que en los primeros momentos combatían en el lado nacional.

Declara FEDERICO MANZANO GOVANTES: El que declara ingresó en dicho Batallón (Funcionarios) en los primeros días de agosto de 1936. Era jefe del mismo un tal Paz, del Ministerio de Marina, sin que tuviera entonces asimilación militar. Marchó al frente de Somosierra, con la categoría de teniente que le confirió el referido Paz,…donde permaneció “cubriendo línea” y sin tomar parte en operaciones militares,…. (Causa General 1531 Exp.19).

INSPECCIÓN GENERAL DE MILICIAS

Con la finalidad de ordenar administrativamente la situación caótica de las columnas de milicias que continuamente se creaban, en el Ministerio de la Guerra, el 8 de agosto, se formó la Inspección General de Milicias (IGM), en la calle de Ríos Rosas nº 37 (Palacio de Santa Coloma), al mando del teniente coronel de Infantería Luis Barceló Jové (40 años).

Tal y como estaba inicialmente pensada, la IGM debía tener exclusivamente funciones de dirección y administración de los Batallones de milicias:

  • Búsqueda de milicianos desaparecidos
  • Pagaduría a los milicianos, a razón de 10 pesetas diarias
  • Atender las peticiones de armamento y municiones
  • Atención a las necesidades de las milicias y a la vigilancia de los servicios que prestan
  • Llevar la relación de los afiliados que se encuentren en activo como milicianos.
  • Inscripción de los fallecimientos
  • Expulsiones de la Milicia
  • Organización de unidades milicianas especializadas (telegrafía, telefonía)
  • Organización y coordinación de los Puestos de Vigilancia.

Lo primero y fundamental que necesitaba saber la IGM, era la cantidad de milicianos que estaban adscritos a los Batallones de Voluntarios, para lo cual se mandó un requerimiento a todos los organismos responsables para que facilitaran una relación de sus respectivos afiliados que se hallaran en activo como milicianos en los frentes

UNA NOTA DE LA INSPECCIÓN DE LAS MILICIAS

Se pone en conocimiento de todas las Milicias, a quienes se dirige la presente, que, por resolución de la superioridad, y de acuerdo con la representación de los organismos responsables, la Dirección y Administración de las Milicias Populares ha quedado Instalada en el Palacio de Santa Coloma, calle de Ríos Rosas, 37.

La perfecta organización de dichas Milicias, la ordenada atención de sus necesidades y la escrupulosa, vigilancia de los servicios que en todo caso y lugar prestan, obligan a recabar de todos los organismos y entidades de que dichas milicias forman parte que faciliten a las oficinas mencionadas una relación duplicada de sus respectivos afiliados que se hallan en activo como milicianos, y al efecto, en las oficinas del palacio citado se les entregarán los impresos apropiados para formalizar las mencionadas relaciones, que han de ser legalizados por el presidente y secretario de cada entidad.— Por la Inspección General de las Milicias, Luis Barceló.

19360810 001 La Voz

Por otra parte, la Dirección General de Seguridad (DGS), dependiente del ministerio de la Gobernación, tenía el gran problema de no poder garantizar la seguridad de los miles de ciudadanos perseguidos y asesinados por elementos y grupos incontrolados o adscritos a partidos y sindicatos. Tampoco podía responder a las reclamaciones diplomáticas por detenciones de súbditos extranjeros. El personal profesional de la Policía gubernativa, como consecuencia del ejercicio de su trabajo con anterioridad al 18 de julio, corría gran peligro al encontrarse expuestos a represalias de los maleantes que fueron puestos en libertad al inicio de la guerra. Esto unido, a los innumerables procesos de depuración, a los sucesivos abandonos, separaciones del Cuerpo, encarcelamientos y asesinatos, motivó que quedaron insuficientes policías profesionales en las Comisarías de Madrid.

Ante este problema, se encargó a la IGM que, además de llevar el control administrativo de los Batallones de milicias, cooperara con la Policía en el mantenimiento del orden público, para lo cual se montaron en distintos puntos de la capital unos Puestos de Vigilancia, que realizarían funciones de ayuda en la vigilancia e investigación con la policía.

Portaban un carnet amarillo sellado y firmado por el ministerio de la Guerra, porque de él dependían oficialmente. Los Puestos de Vigilancia constituirían más adelante la base de las futuras Milicias de Vigilancia de Retaguardia.

FEDERICO MANZANO GOVANTES: … a efectos de actuación, acordaron dividir a Madrid en 35 zonas, en cada una de las cuales habría un Puesto de Vigilancia, si bien no llegaron a formarse todos.

Los milicianos de estos Puestos de Vigilancia no se limitaron, como era su cometido, a evitar los saqueos de los milicianos en los edificios evacuados, ni a impedir los asesinatos que se cometían en las afueras de Madrid o cerca de sus dependencias, ni a parar a todo vehículo para ver a donde iban y quien llevaban dentro, ni tampoco a ejercer un control sobre milicianos y población civil, como era su obligación como funcionarios habilitados de orden público, sino que también actuaron en la retaguardia realizando registros, detenciones, etc. Es decir, continuaron realizando la misma misión que habían estado desempeñado hasta ese momento, como milicianos en sus partidos u organizaciones sindicales.

Declara FEDERICO MANZANO GOVANTES: Hacia el 20 de septiembre volvió del frente, y estuvo en el cuartel haciendo servicios de guardia, mientras que otras Compañías del mismo Batallón estaban en los pueblos efectuando la recogida de cosecha que traían a Madrid. 

El día 22 de septiembre de 1936, le llamaron de la Inspección General de Milicias, sita en la calle Ríos Rosas nº 37, en donde le recibió el teniente de Seguridad (Alfonso) Barbeta (Vilches), el cual dijo se le había asignado un puesto de vigilancia al Batallón de Funcionarios, y que debía designar dos oficiales y veinte hombres para dicho servicio, siendo designado el declarante y otro teniente llamado Reina, empleado del Ministerio de Trabajo y adscrito a Jurados Mixtos, diciéndole Barbeta los hombres de que se había de componer y facilitándole coches ya que no los tenía.

Comenzó a funcionar el 23 o 24 de septiembre, ocupando un edificio en la Plaza de Colón nº 3 (en el desaparecido Palacio del Duque de Medinaceli, que estaba en el Paseo de Recoletos esquina a la calle Génova), mandando el declarante una escuadra compuesta por la mitad de los hombres, y Reina otra (escuadra). Este puesto llevaba el nº 22 de los dependientes de la Inspección General de Milicias (eran en total 35), y el servicio consistía en 24 horas de servicio y 24 de descanso, cumpliéndose las misiones que ordenaba la Inspección General de Milicias.


Palacio del Duque de Medinaceli en la Plaza de Colón de Madrid, hoy desaparecido

De los servicios que practicaba, daba parte diariamente a la Inspección General de Milicias, sobre las 6 o las 7 de la tarde. Se hacían pocas detenciones; mientras estuvo el declarante, únicamente se detuvo a tres o cuatro personas, llevándose a los detenidos a la Inspección General de Milicias, sin que la permanencia de los detenidos en el puesto de la Plaza de Colón, rebasase el tiempo imprescindible para sus declaraciones.

De los registros que se hacían, no se levantaba acta y de lo ocupado se daba un recibo a la familia como garantía y se entregaba todo en la Inspección de Milicias. Por la noche, aparte de retén, se realizaba servicio de control por las calles inmediatas y en la misma plaza.

En el grupo mandado por el que declara, había individuos de todas clases de partidos políticos, procedían del Batallón de Funcionarios. […]

Los milicianos que integraban estos puestos, procedían de los distintos Batallones de milicias y cobraban y percibían haberes por la Unidad a que estaban adscritos, cobrando todos la cantidad de 10 ptas. diarias, pues al principio no había distinción de sueldo para los oficiales; el uniforme era el de miliciano y el carnet les era facilitado por la Comandancia General de Milicias establecida en la calle de Ríos Rosas y sellado por la Dirección General de Seguridad.

Al jefe de milicias Luis Barceló le conocía únicamente de vista, de la Inspección conocía a Juan Galán (Arrabal), capitán de Artillería e inválido (CG 1531 Exp.19).

DECLARACIÓN DE DOÑA PILAR HERNÁNDEZ MARTÍN.- El 25 de septiembre de 1936, a las once de la mañana y en las oficinas del Estado de la Tercera Jefatura de Construcciones de Ferrocarriles, sitas en la calle de Antonio Maura, nº 14 fueron detenidos los Ingenieros de Caminos D. Bartolomé Estevan Mata, diputado a Cortes por la CEDA y D. Ramón Ríos García, afiliado a Acción Popular y ex concejal del Ayuntamiento de Madrid, conducidos al Comité de Funcionarios de Obras Públicas de la Plaza de Colón nº 3, más tarde en la Checa instalada en la calle Fomento nº 9 y asesinados el día 27. La detención se llevó a cabo por un grupo de milicianos mandados por Federico Manzano que exhibió su carnet de capitán y responsable, y se presentó más tarde estos milicianos en los domicilios de los detenidos (Claudio Coello, y Serrano, 56), practicando un registro y llevándose efectos y documentos, y 1.525 pesetas en metálico, dándola a la denunciante un recibo que firmó Federico Manzano Govantes. “Recibo firmado por Federico Manzano Govantes del Grupo 22 de Milicias, y con fecha 25 de septiembre del 36, se hace constar la entrega de las 1.525 pesetas” (CG. 1560. Exp.31).

El Grupo de Investigación del Frente Popular de Funcionarios, que dirige Federico Manzano, ha detenido al Diputado de la CEDA por Teruel, Bartolomé Estevan; al que fue gestor del Ayuntamiento de Madrid, perteneciente a Acción Popular, Ramón Ríos y a un individuo que fue Presidente de una Sección de la Federación de Estudiantes Católicos. Se practicó un registro en la Caja que D. Bartolomé Estevan tenía en el Banco Español de Crédito y se encontraron 500.000 pesetas en valores.

19360929 La Libertad

Fueron asesinados en los alrededores de la población de Aravaca (Madrid) el 27 de septiembre. Entre ellos estaba el diputado a Cortes por Teruel, desde las elecciones de febrero de 1936, Bartolomé Estevan Mata, perteneciente a la CEDA. Fue uno de los 150 diputados y ex diputados de la Segunda República, asesinados durante la Guerra Civil, con prácticamente el mismo número de víctimas en ambos bandos: 77 en el republicano y 73 en el nacional. La mayor parte de esos asesinatos se dieron en Andalucía y Madrid. Andalucía fue el lugar donde la represión nacional fue más cruenta con los diputados del Frente Popular, con casi la mitad de todos los fusilados por los nacionales, mientras que Madrid fue el lugar más peligroso para los diputados de la derecha.

DECLARACIÓN DE FEDERICO MANZANO GOVANTES.- Se ratifica en las detenciones denunciadas, conduciéndolos a la Inspección de Milicias de la calle Ríos Rosas, ignorando que fueran conducidos a la Checa de Fomento; sabe que fueron asesinados pero ignora el lugar. A los detenidos no los conocía con anterioridad a la detención. (CG. 1560. Exp.31)

MILICIAS DE VIGILANCIA DE RETAGUARDIA (MVR)

El 4 de septiembre de 1936, un día después de la pérdida de Talavera de la Reina (Toledo), y viendo como las tropas de Franco se aproximaban a Madrid, Largo Caballero asume la jefatura del Gobierno e impone la refundación del Ejército regular como única alternativa para frenar a los sublevados.

El mismo 4 de septiembre, nombra ministro de la Gobernación a Ángel Galarza en sustitución del general Sebastián Pozas, persona experimentada en el orden público por su paso en 1931 por la Dirección General de Seguridad (DGS). Este concibe el proyecto de unificar todas las milicias que prestaban servicio de policía en la retaguardia, creando un organismo, las Milicias de Vigilancia de Retaguardia (MVR) dependiente de dicho ministerio de Gobernación.

Debido, posiblemente, a la dificultad para lograr la colaboración de los partidos y sindicatos, Galarza hubo de prometer que los milicianos de las MVR serían considerados “Agentes de la Autoridad” con dependencia de la DGS, por lo que se les dotó de un carnet blanco con una franja roja que expedía el ministerio de Gobernación. Se estableció que los componentes de las MVR, en su día tendrían preferencia para ingresar en los Cuerpos de Investigación y Vigilancia, Seguridad, Asalto, Guardia Nacional y Carabineros.

También se estableció que estas MVR tendrían un carácter transitorio y, de hecho, se fijó en mayo de 1937 la fecha en que los milicianos de la misma, acabarían integrándose en las Comisarías, como paso previo a su definitivo acceso a los Cuerpos de Seguridad del Estado.

En esa línea, la Gaceta del 17 de Septiembre de 1936 publicaba el siguiente Decreto:

MINISTERIO DE LA GOBERNACIÓN.- DECRETOS: Es imperiosa la necesidad de regular en forma adecuada al momento presente los servicios de orden en la retaguardia. Estos han de ser realizados de modo eficiente por personas, no solamente leales al régimen, sino identificadas con la lucha que éste mantiene para vencer a los facciosos. Esta labor se ha realizado en parte por grupos de Milicias que comprendían su necesidad y que han colaborado con la Policía y con las fuerzas de Seguridad con el fin indicado. [...]

Por esto, el Ministro de la Gobernación ha estimado indispensable recoger todas las iniciativas de los partidos políticos y Sindicatos, que se habían convertido en realidad, para fundirlas en una organización de carácter transitorio, que garantice en la retaguardia el orden indispensable para la tranquilidad de la población civil.

De acuerdo con el Consejo de Ministros y a propuesta del de la Gobernación, Vengo en disponer lo siguiente:

Artículo 1° Se autoriza al Ministro de la Gobernación para organizar en España un Cuerpo, de carácter transitorio, encargado de colaborar con los hoy existentes en el mantenimiento del orden público en la retaguardia. Este Cuerpo se denominará “Milicias de Vigilancia de la Retaguardia” (MVR), y el personal que lo constituya procederá necesariamente de las Milicias actualmente organizadas por los diferentes Sindicatos y partidos políticos que juntos luchan contra los rebeldes.

[...]

Artículo 4° Los que pertenezcan a estas nuevas Milicias adquieren derecho de preferencia para el ingreso en los Cuerpos indicados en el artículo anterior, siempre que reúnan las demás condiciones que se exigen para pertenecer a ellos.

[...]

En unas declaraciones al diario “Política” realizadas por Ángel Galarza, el 23 de septiembre, cifraba en mil quinientos los milicianos de retaguardia (MVR), que en Madrid había 35 puestos de vigilancia” (1526 Exp.5 – Folio 168))

Ángel Galarza, en la Orden publicada en la Gaceta de Madrid el 11 octubre, dirigida al Director general de Seguridad y a los Gobernadores civiles de las provincias, en su artículo primero, otorga el carácter de Autoridad a las MVR:

“Las detenciones salvo el caso de sorprender el delito in fraganti, sólo podrán practicarlas las Autoridades militares y gubernativas y sus Agentes. Se considerarán como tales, además de los que tienen este carácter, los milicianos que posean carnet de Milicias de Vigilancia de Retaguardia (MVR)”

De esta forma, las distintas milicias de los partidos y sindicatos que desarrollaban una labor policial quedaron unificadas e integradas en las MVR. La realidad fue que los milicianos de retaguardia siguieron actuando más pendientes de las directrices de su formación política o sindical. Cada ateneo libertario, radio comunista o círculo socialista, siguió contando con sus “checas” y con sus tribunales que detenían y aplicaban su particular justicia, realizando interrogatorios y ejecuciones, pero ahora respaldadas con un carnet oficial y como Agentes de la autoridad gubernativa.

LA "INSPECCIÓN GENERAL DE MILICIAS", PASA A DENOMINARSE "COMANDANCIA DE MILICIAS"

El 20 de octubre, la "Inspección General de Milicias", cuerpo al que pertenecía Federico Manzano, se convierte en "Comandancia de Milicias", siguiendo con la dependencia del ministro de la Guerra. Fue nombrado comandante de las mismas el Interventor civil de Guerra D. Servando Marenco Reja (Gaceta 20/10/1936).

En este cambio, se refuerza el papel administrativo y de organización de las milicias que tenía la IGM, ahora con el nombre de "Comandancia de Milicias", y se le suprime la función que tenía en los Puestos de Vigilancia, como colaboradores de la policía, pasando todos los que realizaban éste trabajo a las "Milicias de Vigilancia de Retaguardia" recién creada. 

Sería misión de esta Comandancia cuanto se refiera a la organización, disciplina y administración de las Milicias Voluntarias armadas, de las Milicias locales y de las Milicias de retaguardia.

ÓRDENES CIRCULARES.

Se suprime la Inspección General de Milicias, que quedará convertida en Comandancia de Milicias, pudiendo ser desempeñada por un Jefe del Ejército o una persona civil designada por el Ministro de la Guerra. Será misión de esta Comandancia cuanto se refiera a la organización, disciplina y administración de las Milicias Voluntarias armadas, de las Milicias locales y de las Milicias de retaguardia. La organización de esta Comandancia será regulada por el Ministro de la Guerra. […]

Lo que comunico a V. E. para su cocimiento y efectos. Madrid, 19 de Octubre de 1936.

LARGO CABALLERO

Federico Manzano y parte de los componentes de la IGM, pasaron a formar parte de las "Milicias de Vigilancia de Retaguardia", dependientes a su vez del ministerio de la Gobernación, realizando las mismas funciones que realizaban con anterioridad.

DECLARACIÓN DE FEDERICO MANZANO GOVANTES.- El día 5 de noviembre desapareció la Inspección General de Milicias de la calle de Ríos Rosas, y ese día, Vicente Gil López, Antonio Pérez Herrera y el declarante, como jefes de grupo y en representación de las diversas milicias, se presentaron en la Jefatura del Servicio de Vigilancia de Milicias, instalada en la calle de Serrano nº 43, para entrevistarse con el Jefe de dicho Servicio, que lo era Justiniano García. No encontraron a este, y por ello, estuvieron con el segundo Jefe, que lo era el capitán de Inválidos Juan Galán (Arrabal).

Justiniano García

Este destinó en la misma Jefatura a Vicente Gil, Antonio Pérez Herrera y al declarante, como enlaces entre el mando y los puestos de milicias, y al darles este cargo, les hizo consideraciones sobre lo difíciles que eran los momentos que vivían. Comenzando el desempeño de su nuevo cometido al siguiente día, seis de noviembre.

El declarante durante estos días, seguía como jefe de escuadra en el puesto de la Plaza de Colón, recibiendo órdenes de Lucio de Santiago (en ese momento secretario de Justiniano García). Este local no se cerró hasta fines de noviembre o primeros de diciembre. (CG. 1526. Exp.5)

Durante el mes de noviembre, aunque la IGM había sido suprimida, los treinta y cinco Puestos de Vigilancia que dependían de ella, y que se habían instalado en distintos puntos de Madrid, realizando funciones de vigilancia y de investigación, continuaron funcionando, pero ahora dependiendo del ministerio de la Gobernación, y de Justiniano García Fernández, jefe de las recién creadas Milicias de Vigilancia de Retaguardia (MVR)

JUNTA DE DEFENSA DE MADRID

A primeros de noviembre de 1936, el cerco de las tropas nacionales del general Varela sobre Madrid era angustioso; habían tomado Campamento, Carabanchel, el Cerro de los Ángeles y Villaverde. El 4 de noviembre cae la población de Getafe.

Ante el cariz que están tomando los acontecimientos, Francisco Largo Caballero nombra un nuevo gobierno. Cuatro anarquistas pasan a formar parte del nuevo gabinete por él presidido, con gran escándalo de los correligionarios ácratas y anarco-sindicalistas que militan en la base, quienes se consideran defraudados por la claudicación de sus dirigentes, “vendidos al enemigo”.

En Consejo de Ministros extraordinario de la mañana del 6 de noviembre de 1936, el Gobierno del Frente Popular decidió por unanimidad abandonar la capital de España para instalarse en Valencia. La salida del Gobierno se acordó y se ejecutó con sigilo, ocultándola cuidadosamente a la población y sin una preparación adecuada. El traslado comenzó el anochecer del 6 de noviembre. El Presidente de la República, Manuel Azaña, ya lo había hecho el 19 de octubre, afincándose en las proximidades de Tarrasa (Barcelona).

La población de Madrid había sido mantenida ignorante de la realidad militar hasta ese mismo día 6 de noviembre. La ciudad vivió engañada por los partes de guerra y por las crónicas periodísticas de los frentes.

El gobierno dejó al general José Miaja el mando de las fuerzas que cubren el frente Sur del Centro, con la misión de defender la capital a toda costa, y el encargo de formar una Junta de Defensa de Madrid (JDM). La carta que el presidente del Gobierno, Largo Caballero, deja a Miaja y que este conoció a las nueve de la noche, empezaba así:

«El Gobierno ha resuelto, para poder continuar cumpliendo su primordial cometido de defensa de la causa republicana, trasladarse fuera de Madrid, y encarga a V.E. de la defensa de la Capital a toda costa.

A fin de que lo auxilien en tan trascendental cometido, aparte de los organismos administrativos que seguirán actuando como hasta ahora, se constituye en Madrid una Junta de Defensa de Madrid, con representaciones de todos los partidos políticos que forman parte del Gobierno y en la misma proporcionalidad que en éste tienen dichos partidos. Junta cuya presidencia ostentará V.E.

Esta Junta tendrá facultades delegadas del Gobierno para la coordinación de todos los medios necesarios para la defensa de Madrid, que deberá ser llevada al límite y, en caso de que a pesar de todos los esfuerzos haya de abandonarse la capital, ese organismo quedará encargado de salvar todo el material y elementos de guerra, así como todo cuanto considere de primordial interés para el enemigo.

En tal caso las fuerzas deben replegarse en dirección a Cuenca, para establecer una línea defensiva en el lugar que indique el General Jefe del Ejército del Centro, con el cual estará siempre V.E. en contacto y subordinación para los movimientos militares, y del que recibirá órdenes para la defensa, y el material de guerra y abastecimientos que le pueda enviar.

El Cuartel General y la Junta de Defensa de Madrid se establecerán en el Ministerio de la Guerra, actuando como Estado Mayor de este organismo el del Ministro de la Guerra, excepto aquellos elementos que el Gobierno juzgue indispensable llevarse consigo.

Madrid, 6 de noviembre de 1936, Francisco Largo Caballero.

Excmo. Sr. General Jefe de la Primera División Orgánica y Comandante de la Plaza de Madrid»

Esta Junta, debía ser un organismo autónomo, pleno de autoridad, que debía ejercer en Madrid las funciones propias del Gobierno, rápido en sus decisiones y que estaría integrado por todos los partidos del Frente Popular, siendo avalado por el Gobierno de la República. No hay más que una consigna común a todas las unidades y a todos los combatientes: resistir, sin ceder un palmo más de terreno”.

Sobre el general Miaja cayó de pronto una tarea descomunal para la que no se le dotaba de ningún medio material extraordinario. Mandó reunir, en la misma noche del 6 al 7 de noviembre, a los representantes de los partidos integrantes del Frente Popular.

La mañana del día 7 se decide la estructura y la composición de las Consejerías de la Junta de Defensa de Madrid, cuya primera reunión se produce ese mismo día 7 a las seis de la tarde en el ministerio de la Guerra. Desde el amanecer de ese día la artillería del general Varela estaba abriendo fuego sobre la ciudad.

Los principales periódicos madrileños publicaban la noticia de la constitución de la Junta en su edición del día 8. La nota decía:

“Por mandato de las organizaciones y de acuerdo con el Gobierno de la República, se ha constituido en Madrid la Junta de Defensa. Está integrada por todas las organizaciones que contribuyen con su esfuerzo a la lucha que se libra a las puertas de la capital.

En la reunión de constitución se ha procurado encuadrar todos los servicios de guerra en las Conserjerías siguientes, regentadas por las organizaciones que se indican:

Presidencia, General Delegado del Gobierno. General Miaja

Secretariado, dos representantes del PSOE.

Guerra, dos Representantes del PCE.

Orden Público, dos representantes de las Juventudes Socialistas Unificadas.

Industrias de Guerra, dos representantes de la C.N.T.

Abastecimientos, dos representantes de la U.G.T.

Comunicaciones, dos representantes de Izquierda Republicana.

Finanzas, dos representantes de Unión Republicana.

Información y Enlace, dos representantes de Juventudes Libertarias.

Evacuación, dos representantes del Partido Sindicalista.

Los dos representantes de cada organización serían el titular de la Conserjería y su suplente. Miaja no tuvo capacidad para poder nombrar ningún Consejero. La designación de estos corrió a cargo de los propios grupos políticos y sindicales.

La Consejería de Orden Público (COP), se le encomienda a los jóvenes miembros de la Ejecutiva de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), que habían ingresado horas antes en el PCE. Santiago Carrillo había solicitado dicho ingreso, al secretario general José Díaz Ramos el día 6 de noviembre. Carrillo sería el Consejero, y José Cazorla Maure, que había sido chófer, sería su suplente.

Pese a su juventud (21 años), Santiago Carrillo, cuenta entre sus logros el haber fusionado con éxito las Juventudes Socialistas y las Comunistas en abril de 1936, para crear las JSU, una organización que, en vísperas de la guerra, declaraba tener nada menos que 140.000 afiliados.

Los miembros de la Junta de Defensa de Madrid

La aparición de la Consejería de Orden Público de la JDM trajo modificaciones en el organigrama de las MVR. Las milicias dependientes del ministerio de la Guerra, a las que pertenecía Federico Manzano, se unificaron con sus 35 Puestos de Vigilancia, con los 21 puestos de las MVR del ministerio de Gobernación. Por otro lado, la sede de su Jefatura se trasladó a la calle de Serrano número 43, abandonando la de la calle de Ríos Rosas, donde se hallaba la Comandancia General de Milicias.

El 9 de noviembre, con el visto bueno del general Miaja, el Consejero de Orden Público dictaminó que de la vigilancia y orden público se ocuparían exclusivamente las fuerzas dependientes y autorizadas por su Consejería.

En el primer Boletín de la Junta de Defensa de Madrid (13 de noviembre) se publica una disposición firmada por Carrillo, claramente encaminada a terminar con los vergonzosos "paseos".

Por acuerdo del Consejo Nacional de Defensa, y a propuesta de esta Consejería, vengo a disponer lo siguiente:

a) A partir de la fecha de la publicación de esta disposición, la vigilancia del interior de la capital y sus accesos estará exclusivamente a cargo de las fuerzas organizadas que a tal efecto disponga esta Consejería.

b) Se autoriza a las organizaciones políticas y sindicales a establecer puestos de vigilancia en el interior de los locales que ocupen, pero en ningún caso en el exterior.

c) Queda prohibido el ejercicio de la vigilancia a las fuerzas que no estén autorizadas especialmente por esta Consejería, sancionándose con arreglo al fuero de guerra toda contravención a esta disposición.

Madrid, 9 de noviembre de 1936.

El Consejero de Orden Público

Santiago Carrillo

Santiago Carrillo no se decidió a eliminar definitivamente las policías de los partidos, simplemente trataba de controlarlas manteniéndolas dentro de sus locales.

Carrillo trató de centralizar y coordinar todos los Servicios de Vigilancia e Investigación y, de esta manera terminar con todos esos comités que actuaban sin ningún tipo de control, es decir, suprimir las checas clandestinas. También decretó la inmediata disolución del Comité Provincial de Investigación Pública (CPIP), que era la sanguinaria “Checa” oficial de la DGS de la calle de Fomento número 9.

LAS LICENCIAS DE ARMAS Y LA VIGILANCIA DE MADRID

El general Presidente y el Consejero de Orden público de la Junta de Defensa de Madrid hacen saber:

Que no serán válidas otras licencias que aquellas extendidas por dicha Consejería. Los que llevando armas no porten dicha licencia serán sancionados con arreglo a lo dispuesto.

En las calles y accesos a la ciudad no podrá haber más vigilancia que la establecida por la Dirección General de Seguridad.

Por última vez se advierte de esto a personas y organizaciones, anunciando que quienes contravengan la disposición de la Junta serán sancionados con el rigor y la energía indispensables.

19361116 009 Ahora

Vistas estas actuaciones, queda clara la voluntad de Santiago Carrillo y su Consejería, de tomar la responsabilidad del Orden Público y la Seguridad en Madrid, y terminar con la actuación de las “Checas”, incluida la de Fomento, y las acciones de esos grupos incontrolados. Aunque luego, en la práctica, las cosas fueron complicadas y solo tuvo un relativo éxito.

FEDERICO MANZANO ES NOMBRADO INSPECTOR GENERAL DE LAS MVR

DECLARACIÓN DE FEDERICO MANZANO GOVANTES.- En la mañana del día 7 de noviembre de 1936, supo que la víspera, huyeron de Madrid, Ángel Galarza, Carlos de Juan, Justiniano García y Juan Galán. Al ausentarse estos, quedó Lucio de Santiago, como jefe en Madrid de las Milicias de Vigilancia y, como Jefe, además de Servicios Especiales.

Por estas fechas ya dependían todos de la Conserjería de Orden Público, habiendo sido Santiago Carrillo el que extendió el nombramiento de Jefe a favor de Lucio de Santiago, y éste último el de Inspector a favor del que declara. (CG. 1526. Exp.5)

Lucio de Santiago

DECLARACIÓN DE VICENTE GIL LÓPEZ.- Que en la primera decena de Noviembre del mismo año, pasó a servir a la Comandancia de “Milicias de Vigilancia de Retaguardia” instaladas en el nº 43 de la calle Serrano. Era entonces jefe de estas milicias Lucio de Santiago (empleado de oficina en el Ferrocarril del Norte). Por entonces fue destinado a la misma Comandancia Federico Manzano, que antes era responsable del puesto de Milicias de Vigilancia de Retaguardia, establecido en la Plaza de Colón, 3.

Aunque Lucio de Santiago continuó en aquella Comandancia, desde que allí llegó Federico Manzano, este fue de hecho jefe absoluto de aquella dependencia y el que mandaba en todos los puestos de milicias de esa clase existentes en Madrid. (CG. 1526. Exp.5)

DECLARACIÓN DE FEDERICO MANZANO GOVANTES.- El día 7 de noviembre, apareció en los periódicos la orden de que todos los milicianos se reuniesen en Serrano 43, y es cuando se unificaron las milicias que dependían de Barceló con las que habían dependido del Ministerio de la Gobernación, con el nombre de Milicias de Vigilancia de Retaguardia. Les retiraron el carnet que llevaban para darles otro sellado por la Junta de Defensa de Madrid, dándoles entonces a todos carnets blanco que es el que hasta entonces habían llevado las Milicias de Vigilancia de Retaguardia dependientes de Gobernación, a diferencia del amarillo que era el que utilizaba el declarante y los que como él hablan dependido de la Inspección General de Milicias. Se retiraron desde entonces los carnets no sellados por la Junta de Defensa de Madrid, porque había algunos no controlados y que en realidad no dependían de nadie. (CG. 1531. Exp.19)

DECLARACIÓN DE FEDERICO MANZANO GOVANTES.- El que declara empezó a actuar como Inspector General de Milicias en realidad desde el 7 noviembre, pues en esta fecha ya le mandaron al frente de unos cuantos, y así continuó después. El 23 de Noviembre de 1936, la Junta de Defensa de Madrid le nombró oficialmente Inspector General de las Milicias de Vigilancia de Retaguardia, de las que era Jefe Lucio de Santiago.

Con la Dirección General de Seguridad no se relacionaba, ya que todas las gestiones las hacía Lucio de Santiago, habiendo conocido a Santiago Carrillo por casualidad, con ocasión de un incidente del que fueron protagonistas unos guardias.

Sobre la autoridad del declarante estaba la ejercida por Lucio de Santiago que era el Delegado Jefe de Milicias de Vigilancia de Retaguardia, dependiendo de la Consejería de Orden Público de la Junta de Defensa, […] (CG. 1531. Exp.19)

DECLARACIÓN DE ANTONIO PÉREZ HERRERA.- Era misión de cada Puesto, el mantenimiento del Orden, parar los vehículos que circulaban por las noches y examinar su documentación; también habían de evitar las detenciones realizadas por milicianos que no estuvieran debidamente autorizadas. Que las Milicias de Vigilancia, ni antes ni después de su organización llevaban uniforme, si bien les dotaron de una placa-insignia que no solían usar. (CG. 1531. Exp.19)


Las MVR se dividieron en Madrid en seis sectores, colocando al frente de cada uno a un inspector. El jefe de todos ellos sería el comunista Lucio de Santiago como Delegado Jefe de las MVR, siendo su segundo Federico Manzano, como Inspector General. Cada uno de los sectores agrupaba diez puestos, con lo que el total ascendía ahora a 60 puestos de las MVR en Madrid.

El 1 de diciembre ya funcionaban con esta organización, que se mantendría así hasta los primeros días de mayo de 1937, en que sus miembros pasaron a integrarse en las comisarías y departamentos policiales, tal como se les había prometido (1531 Exp.19 Folio 3).

En la próxima Crónica, describiré como Federico Manzano Govantes, siendo Inspector General de las Milicias de Vigilancia de Retaguardia, se vio implicado en las sacas que se produjeron en las cárceles de Madrid, desde el 7 de noviembre de 1936, y en el asesinato de muchas personas en Paracuellos, de las que él fue partícipe.

Comentarios

  1. Respuestas
    1. Muchas gracias por el elogio. Intento documentar bien mis Crónicas, a la par que ser didáctico en la exposición. En la próxima hablaré de las matanzas que hubo en Paracuellos y Torrejón de Ardoz, de las que fue partícipe Federico Manzano Govantes. Y aún publicaré una tercera entrega, en la que desarrollaré un hecho, muy poco conocido, que ocurrió al final de la guerra: el golpe de estado del coronel Casado contra el gobierno de Juan Negrín, en el que también estuvo implicado Federico Manzano

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