FEDERICO MANZANO GOVANTES. 3.- EL GOLPE DEL CORONEL CASADO
Cuando en enero de 1938, las Milicias fueron disueltas y sus componentes integrados en la Policía gubernativa, a Federico lo nombraron Agente de Primera Clase del Cuerpo de Seguridad con destino en Madrid, hasta que el 18 de julio de 1938 fue destinado a Valencia, desde donde viajaba con asiduidad a Madrid a ver a la familia.
https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2023/09/federico-manzano-govantes-2-paracuellos.html
LA CAÍDA DE BARCELONA Y EL «ESTADO DE GUERRA»
A
partir de ese momento, la ruta de acceso a Cataluña quedó despejada. El 23 de
diciembre de 1938 se iniciaba la ofensiva de las tropas nacionales sobre Cataluña, que
culminaría el 26 de enero de 1939 con la caída de Barcelona en poder de las tropas de Franco.
El día 23 de enero, tres días antes de
la pérdida de Barcelona, Juan Negrín como Presidente del Consejo de Ministros, decide
declarar el «Estado de Guerra» en todo el territorio
de la República, y por tanto, dar todo el poder a los militares.
PRESIDENCIA DEL CONSEJO DE MINISTROS.
Con arreglo a las facultades que
concede al Gobierno el artículo cuarenta y dos de la Constitución, de acuerdo
con el Consejo de Ministros y a propuesta de su Presidente.
Vengo a decretar:
Artículo primero. Se declara el Estado
de Guerra en todo el territorio de la República.
Artículo segundo. Por los Jefes de
Grupos de Ejército se dictarán los oportunos Bandos, que regirán en los
territorios a que alcance su jurisdicción.
Artículo tercero. El Gobierno dará
cuenta a las Cortes de este Decreto.
Dado en Barcelona, a veintitrés de
enero de mil novecientos treinta y nueve.
MANUEL AZAÑA
El Presidente del Consejo de Ministros
JUAN NEGRÍN LÓPEZ
Gaceta de la República núm. 23, de
23/01/1939, página 361.
Ello implicaba que el general José Miaja, como máximo Jefe del Ejército
Popular Republicano, iba a recibir todo el poder que
hasta entonces ostentaba la autoridad civil en retaguardia, así como la
subordinación de las autoridades políticas a las militares.
Pero esta medida tardía, carecía de utilidad práctica alguna,
ya que ese día 23 de enero, la línea del frente estaba a 25 kilómetros del
centro de Barcelona, y los jefes militares estaban más pendientes de evitar
la desmoralización de sus tropas que en hacerse cargo de la autoridad civil.
El Gobierno
del Frente Popular no había declarado, durante los treinta meses que se llevaba de guerra civil, el «Estado de
Guerra»,
para evitar que la autoridad pasara a los militares, lo que es una muestra más
de lo mal que entendieron la guerra las autoridades civiles republicanas. Estuvo
muy claro desde el principio, que la sublevación militar no era un simple golpe
de Estado, y que en poco tiempo se había transformado en una guerra contra otro
“Estado”, la España nacional, y como guerra había que afrontarla, y ello es
propio de los profesionales militares; pero nunca el Gobierno acabó de confiar
en ellos y no les permitió el manejo de las riendas de la guerra.
Dicha
desconfianza del poder político sobre el militar profesional fue una constante
en el bando gubernamental y uno de sus principales errores a lo largo de toda
la Guerra Civil, tal y como se lamentaba el general Vicente Rojo, ex-jefe del
Estado Mayor Central del Ejército de la República, en su estudio
político-militar del periodo final de la contienda, titulado «¡Alerta los
Pueblos!», escrito y
publicado en 1939 desde su exilio argentino:
"Existía una resistencia política
evidente a cuantas propuestas se hacían para mejorar los resortes del mando
militar, estableciendo de manera efectiva el mando único y el mejor
aprovechamiento de los institutos armados y de los hombres en edad militar; la
declaración del Estado de Guerra, tantas veces pedida, no llegaba nunca,
dándose la inexplicable paradoja de que, salvo los últimos quince días, hayamos
sostenido una guerra que alcanzaba en sus fines, en sus medios, y en sus
procedimientos a la misma entraña del país y éste no se hallase en Estado de Guerra,
posiblemente por un temor tan secreto como inexplicable de dar al mando militar
todas las facultades que en tal situación le corresponden”.
La
desmoralización que reinaba en la retaguardia con la caída de Barcelona, era
patente. Se produjo un penoso
éxodo de medio millón de españoles hacia el sur de Francia. Se presentaba un
panorama tétrico: sin armamento adecuado, sin suministros, sin moral en la
tropa y la retaguardia extenuada, la guerra estaba perdida. La mayor
parte de los dirigentes políticos y mandos militares, a excepción de los
comunistas, exigieron al Gobierno del Frente Popular y al Presidente de la
República, la apertura de conversaciones con el gobierno de Franco en Burgos
para negociar una paz honrosa.
El coronel Segismundo
Casado, Jefe del Ejército del Centro del
Ejército Popular de la República, estaba convencido, desde la derrota
republicana en la batalla del Ebro el 16
de noviembre, que había que terminar la guerra con un final negociado, y
para ello era preciso desplazar al partido Comunista del entorno del poder.
Coronel Segismundo Casado |
Juan Negrín, desde su posición de Presidente del Consejo de Ministros y ministro de Defensa, defendía la idea de resistir a toda costa, con la idea, posiblemente, de integrar la lucha en un conflicto europeo que se vislumbraba próximo. El partido Comunista, también se oponía con fuerza a cualquier intento de mediación o salida negociada. Así opinaba Negrín:
¡Que
la gente quiere la paz! Yo también la quiero. Pero desear la paz no es propiciar
la derrota. Mientras yo sea presidente no aceptaré una rendición incondicional
de nuestro glorioso ejército, ni el que por salvarnos unos centenares de
personas comprometidas, vayamos a dejar que fusilen a medio millón de
españoles. Antes de eso me pego un tiro.
JUAN-SIMEÓN VIDARTE,- Todos fuimos culpables.
Editorial Grijalbo. Página 912
Durante algún tiempo el coronel Casado había confiado en que Manuel Azaña
destituiría a Juan Negrín y que el socialista Julián Besteiro ocuparía su lugar como
Presidente del Consejo de Ministros, para negociar la paz. Pero el 5 de febrero, Manuel Azaña, aún presidente de la República,
cruzaba la frontera francesa y se marchaba al exilio. También lo hacía Diego
Martínez Barrio, presidente de las Cortes republicanas.
El día 12 de febrero de 1939 se reunieron en Madrid el presidente Juan
Negrín y el coronel Segismundo Casado. Éste le expuso al presidente la
necesidad de acabar la guerra cuanto antes, puesto que estaba totalmente
perdida, y el pueblo no podía seguir sufriendo. Propuso al presidente que
organizase una reunión urgente con los jefes militares, que Negrín convocó el
16 de febrero en el aeródromo de Los Llanos en Alicante. A pesar de la opinión
contraria de todos los generales, que intentaron
convencer a Negrín de que la idea de resistir les llevaría al desastre, este dio la orden de resistir. Era la decisión
oficial.
Los militares se ratificaron en la creencia que ya tenían de que Juan
Negrín actuaba al dictado del partido Comunista. Esto les reafirmó en el acuerdo
de lanzarse abiertamente
a la conspiración para apartar del poder a Negrín y neutralizar a los
comunistas que le apoyaban.
Es a partir
de ese momento cuando el coronel Casado, se convence de que no puede hacer
efectivos sus planes de negociar con Franco una rendición honrosa, sin derrocar
al Gobierno de la República. Pero, evidentemente, el Franco victorioso del Ebro
y ya dominador de Cataluña, no pensaba en ningún momento en negociar nada, sino
en obtener una rendición sin condiciones.
El coronel Casado fue ascendido por Negrín a general mediante un decreto
publicado en la Gaceta del 25 de febrero de 1939. Casado consideró que tal
ascenso era inoportuno e innecesario: “Levantó en mí la sospecha de que lo
que se pretendía era reemplazarme como jefe del Ejército del Centro”.
Pero se necesitaba un
suceso excepcional que diera la razón a los generales, un detonante que
inclinara la balanza a su favor y pusiera definitivamente de su parte a los
indecisos. Este llego el 27 de febrero, cuando Manuel Azaña,
recluido en la embajada de España en París, se negó a volver a España, y confirmó su dimisión como
Presidente de la República. El mismo día en que quedó decapitada la República,
los Gobiernos de Inglaterra y Francia reconocían oficialmente al régimen de
Franco como único gobierno legítimo.
Diego Martínez Barrio,
como Presidente de las Cortes recibió oficialmente la dimisión de Azaña. Según la
Constitución, hasta la elección de un nuevo Presidente de la República, debía
ser el de las Cortes, quién ejerciera provisionalmente la máxima autoridad del
Estado. Pero Martínez Barrio también estaba fuera de España. Julián Besteiro,
declaró que, tras la dimisión de Azaña, el Gobierno de Negrín carecía de
legitimidad «y no
puede ostentar título alguno al respecto y al reconocimiento de los ciudadanos
de la República».
Dada la
gravedad de la situación, y al ver que había dimitido el Presidente de la
República, y que el Presidente de las Cortes no venía a España porque no podía
hacerse cargo de la Presidencia, al no poderse celebrar constitucionalmente
unas elecciones generales de compromisarios, quedaban unas Cortes no ilegales,
pero que numéricamente no correspondían a la realidad; porque habían sido
elegidos para esas Cortes 473 diputados, y sólo 62 asistieron a la reunión de
Figueras (última sesión de las Cortes republicanas celebrada en territorio español, en
el castillo de Figueras el 1 de febrero).
Luego si la democracia es un régimen de las mayorías, tenemos que pensar que
era muy discutible, no la legalidad, sino el funcionamiento de esas Cortes.
José del Río Rodríguez,
miembro del Consejo Nacional de Defensa y secretario general de Unión
Republicana.
Juan Negrín, a pesar de sus órdenes al Ejército Popular de
resistir, ya había mandado a su familia al extranjero, y había negociado con las
autoridades francesas la entrada de varios camiones con valija diplomática, que
no podían ser retenidos ni inspeccionados
en las aduanas. Su contenido eran 120 maletas que contenían objetos incautados
por la Caja
General de Reparaciones y del Monte de Piedad de
Madrid, durante la Guerra Civil Española, y otros de diversa
procedencia, un cargamento indeterminado de joyas, metales preciosos y objetos
de valor. Negrín
ordenó el embarque de aquella fortuna en el yate «Vita» que estaba atracado el
puerto francés de El Havre, partiendo el 28 de
febrero rumbo a Veracruz en México. Tan apresurado fue, que no se hizo ningún inventario. Por eso, todavía hoy
resulta difícil concretar el contenido del tesoro y el paradero de lo que se conservó.
Tratando de controlar la situación a la desesperada, entre el
2 y 3 de marzo, Negrín nombrará a militares fieles, todos comunistas
procedentes de las milicias, para ocupar las comandancias militares de Murcia,
Alicante, Albacete y Cartagena, y hará todo una serie de ascensos militares
interpretados en aquellas circunstancias como un golpe de estado comunista
desde el Boletín Oficial del Estado por el Ministerio de Defensa Nacional.
A las 19:30 del día 5, Segismundo Casado trasladó su Cuartel General de la «Posición Jaca» al Ministerio de Hacienda en el centro de
Madrid, donde se reunió con Julián Besteiro. Alrededor del edificio tomó
posiciones la 70ª Brigada Mixta, anarquista, bajo el mando de Bernabé López.
Con el nombre en clave de «Posición Jaca», se conocía la sede del Cuartel General del Ejército del Centro. Estaba ubicado en el Parque del Capricho
en la Alameda de Osuna. Construido en 1937 a más de 20 metros
de profundidad, tenía cabida para más de 200 personas.
Finalmente en la noche del 5 al 6 de marzo de 1939, Casado se sublevó
contra el Gobierno de Negrín. Esa misma noche, se dirigió por radio a la nación
anunciando la constitución del Consejo Nacional de Defensa presidido por el
general José Miaja, el defensor de Madrid en noviembre de 1936. También habló por radio el socialista Julián Besteiro.
El Consejo Nacional de Defensa, lo componían:
Presidencia: general José Miaja Menant (sin representación política).
Consejero de Defensa: general Segismundo Casado López (sin representación política).
Consejero de Estado: Julián Besteiro Fernández (socialista).
Consejero de Economía y Hacienda: José
González
Marín (CNT).
Consejero de Gobernación: Wenceslao Carrillo Alonso (PSOE).
Consejero de Justicia: Miguel San Andrés Castro (Izquierda Republicana).
Consejero de Instrucción Pública y Sanidad:
José del Rio Rodríguez
(Unión Republicana).
Consejero de Comunicaciones y Obras Públicas: Eduardo Val (CNT).
Consejero de Trabajo: Antonio Pérez García (UGT)
Julián Besteiro |
Coronel Casado |
Uno de los objetivos de la sublevación del Ejército de Centro y de la formación del Consejo Nacional de Defensa era evitar que los comunistas se hiciesen con el poder. Alegaba Casado, que Negrín había nombrado a algunos jefes militares del partido Comunista para que se hicieran cargo de puestos importantes en el Ejército Popular de la República.
El gobierno de Negrín comenzó a no ver viable la defensa militar de la
República. Al mediodía
del 6 de marzo, un pequeño Dragón Rapide fue el primer aparato en
despegar de la base aérea de Monóvar (Alicante), con
Rafael Alberti y su mujer, la escritora María
Teresa León embarazada, rumbo a la ciudad argelina de Orán. Fue el mismo
destino que tomó pocos minutos después otro avión del mismo modelo, que llevó a Dolores Ibárruri “La Pasionaria”, su
secretaria Irene Falcón y varios
miembros del PCE.
En torno a
las 3 de la tarde, el presidente Juan Negrín con parte de su gobierno, despegó
en un Douglas DC-2 de las Líneas Aéreas
Postales Españolas (LAPE) rumbo a Toulouse (Francia). Y hacia la
medianoche partió un último grupo en otro avión idéntico al mismo destino con
algunos de los más altos militares leales a Negrín: el coronel Hidalgo de Cisneros, jefe de la Aviación Republicana (al
mando del aparato) y el comunista Enrique Líster.
Las fuerzas
comunistas leales al gobierno de Negrín, ajenas a los planes de huida del
mismo, se opusieron al golpe de Casado y en la madrugada del día 6 salieron a
combatirlo. El peso de esta operación comunista, contraria al golpe, recayó
inicialmente en el coronel Luis Barceló Jové, que se autoproclamó Jefe del Ejército
del Centro (el cargo que desempeñaba Casado), y en Guillermo Ascanio Moreno,
teniente coronel de la 8ª División, que se hallaba desplegada en la zona de El
Pardo.
Coronel Luis Barceló, en el centro |
En la noche del 6, brigadas comunistas de la 8ª División al mando del teniente coronel Ascanio, llegaron a la «Posición Jaca», donde apresaron, entre otros militares, a tres jefes del Estado Mayor de Casado, los tenientes coronel Joaquín Otero Ferrer, José Pérez Gazzolo y Arnoldo Fernández Urbano. También detuvieron al comisario político de Imprentas y Talleres, Ángel Peinado Leal. Fueron trasladados en camiones a El Pardo, donde se encontraba el cuartel general de la 8ª División.
Mientras tanto, en las calles de Madrid habían comenzado los
combates entre los
comunistas, y los anarquistas y socialistas. Los comunistas se
atrincheraron en la sede del Comité Provincial del PCE en la calle Antonio
Maura y en la Casa Central del PCE en la calle Serrano.
A medida que pasaban las horas, la situación se volvía cada vez más
difícil para los partidarios de Casado. Muchos miembros del Consejo Nacional de
Defensa comenzaron a dudar sobre la posibilidad de victoria y pensaron en el
modo de asegurarse su huida al extranjero.
En plena lucha, el 7 de marzo a las 20:40 horas, el general Miaja se
dirigió a los madrileños a través de Radio Madrid en unos términos de claro
apoyo al Consejo
Nacional de Defensa del coronel Casado, que justificaba en que ya se llevaban
casi tres años de guerra y había que terminar con el derramamiento inútil de sangre, y les comunicaba también que Negrín les había abandonado pues se hallaba ya en Francia.
General José Miaja y Coronel Casado |
El conocimiento de la huída del gobierno de Negrín, afectó a la moral de la tropa de las unidades mandadas por comunistas, y la situación en Madrid se estancó.
En El Pardo se fueron concentrando
todos los detenidos, socialistas y anarquistas, que habían participado en el
golpe de Casado, entre ellos los miembros del Estado Mayor y el comisario
político Peinado Leal, que se encontraban en la «Posición Jaca».
FEDERICO MANZANO
GOVANTES
Veamos como Federico Manzano se vio implicado en estas operaciones militares que fueron conocidas como la “pequeña guerra civil” de Madrid, que se iniciaron el martes 6 de marzo, con los comunistas por un lado, que defendían al gobierno de Juan Negrín, y los restantes partidos del Frente Popular por el otro, y que duró una semana, hasta el martes 12 de marzo de 1939.
Recordemos que Federico Manzano había sido
destinado a Valencia, el 18 de julio de 1938, donde como agente de 1ª clase del Cuerpo de
Seguridad, prestaba servicios
en la Comisaría de Serrano.
DECLARACIÓN DE FEDERICO MANZANO GOVANTES.-
Desde Valencia venía a Madrid en cuantas ocasiones le era posible por tener
aquí su domicilio en la calle de Lope de Rueda nº 26, y sus amistades, y en uno
de estos viajes le sorprendió el Movimiento comunista, del que no tenía
conocimiento…. El domingo día 6 de Marzo, le avisaron temprano y se trasladó al
local del Comité Provincial del partido Comunista (calle Antonio Maura), en
donde había mucha gente y en donde vio a los miembros del Comité, Ramón
Mendezona y (Gabriela) Abad, que le enteraron de todo lo ocurrido; había
también dentro del edificio, un Teniente con una sección que no sabe si
pertenecía a la 36 o a la 42 Brigada Mixta, que estaban armados con fusiles y
bombas de mano y tenían también una ametralladora.
Al declarante con cuatro
soldados le ordenaron que defendiera la azotea de la casa. Estaban
completamente sitiados por fuerzas del Batallón de Retaguardia 1º y después por
Carabineros, sin que tuvieran noticias del desarrollo de los acontecimientos,
por lo que le llamaron, y Abad le ordenó que con otro llamado Godofredo
salieran del edificio, haciéndolo por una alcantarilla y saliendo en el Paseo
de Coches del Retiro junto a la verja que hay en las proximidades de las
Escuelas Aguirre, sector que estaba dominado por una sección de guerrilleros, y
en dicho punto había un tanque. Les enseñó el carnet y fue andando hasta el
puesto de mando que estaba instalado en la Ciudad Lineal, y en donde estaban
(el coronel Luis) Barceló, teniente coronel Emilio Bueno, Arturo Jiménez, y
otros, habiendo llegado a este punto el día 8 de marzo. Las fuerzas comunistas
ya habían tomado la “posición Jaca” y el día 7, habían llegado hasta la Cibeles
dominando toda la calle de Alcalá. En el puesto de mando el referido Arturo
Jiménez, le presentó a Barceló, observó que no había detenidos, y estuvo,
dependiendo directamente de Barceló pero prácticamente sin hacer nada, hasta
el día 11 en que le mandaron a El Pardo para que se presentase a (Luis García) Llopis.
[…] Tampoco vio que en El Pardo se fusilase a persona alguna, y de ocurrir
esto, debió ser antes de llegar el que declara. (CG 1531 Exp.19)
El
3 de marzo de 1939, y por tener un permiso de cinco días, concedido desde el
día 1º, se trasladó a Madrid, donde le sorprendió el golpe político de Casado,
siendo avisado a su casa el día 6 por la mañana y trasladándose al Comité
Provincial del Partido Comunista, sito en la calle Antonio Maura, de donde ya
no pudo salir por ser asediado este centro por fuerzas del Batallón de
Retaguardia adscrito al SIM (Servicio de Inteligencia Militar) y sin que,
mientras el declarante permaneció en el local, tuviera que hacer fuego, puesto
que tampoco lo hacían por entonces desde la calle, estando el declarante
encargado con otros cuatro hombres de la defensa de la terraza; el día 8 y por
una alcantarilla, se escapó del local con otro individuo, saliendo al Retiro y
dirigiéndose al Puesto de Mando de las fuerzas comunistas establecido en la
Ciudad Lineal. (CG
1531 Exp.19)
En estas declaraciones, Federico Manzano manifiesta que el día 8 de marzo, se encontraba en la Ciudad Lineal, y que hasta el día 11 no fue destinado a El Pardo, y que no “vio que en El Pardo se fusilase a persona alguna, y de ocurrir esto, debió ser antes de llegar el que declara”, con una clara intencionalidad de escapar de la responsabilidad de los fusilamientos que se produjeron a la cuatro de la madrugada del día 8 de marzo en El Pardo.
Varios testigos lo sitúan ese día y
a esa hora en El Pardo, y lo señalan como uno de los ejecutores de los
fusilamientos de los tres tenientes coroneles y el Comisario político que habían
sido detenidos en la «Posición Jaca», el día 6 de marzo anterior.
MANUEL PRIETO ÁLVAREZ.- La orden de dichos asesinatos debió partir
de Manual Bares Liébana (Mayor de la 44ª Brigada Mixta) o de Guillermo Ascanio Moreno (teniente
coronel de la 8ª División). Los citados coroneles y el Comisario
Político, habían sido detenidos y asesinados de la manera siguiente: En un
coche de la División, fueron conducidos primeramente los coroneles Pérez
Gazzolo y Fernández Urbano, y después los otros dos (Peinado y Otero). Interviene en la conducción y asesinato un paisano, que por las señas
personales y por los rumores que corrían por El Pardo, cree el declarante que
fuera Manzano.
El asesinato se cometió
a unos 300 metros, aproximadamente, a la izquierda del convento de El Cristo,
en el camino que va desde El Pardo a los Enlaces Ferroviarios. Los cadáveres
estaban enterrados en una fosa cubierta con una ligera capa de tierra y
disimulada por ramajes de carrasca y en el cual aparecieron los citados
cadáveres sobre el orden siguiente. Peinado Leal sin pantalones y sin botas.
Otero, Fernández Urbano y Pérez Gazzolo, sin zapatos y los cuatro con un
disparo de arma de fuego en la nuca y sin señales aparentes de mutilación (CG 1560 Exp.31)
ANASTASIO
MORALEJA PLAZA.- Durante la sublevación
comunista, vio al inculpado Federico Manzano
con una pistola ametralladora y a Eladio López Poveda. De la información
abierta por el SIM (Servicio de Inteligencia Militar) para averiguar los
asesinatos de El Pardo, se sacó la consecuencia de que los autores morales de
dichos asesinatos fueron Ascanio, Bares, López Poveda y algún otro, pero cree
que los autores materiales según le señaló un centinela que tenía el declarante
durante su detención, a Manzano,
López Poveda y (Manuel) Bares. (Procedimiento 52012)
ANASTASIO
MORALEJA PLAZA.- Detenido el declarante
durante la sublevación comunista en El Pardo, desde el lugar donde lo
encerraron, pudo observar los movimientos de los que mandaban o figuraban en
aquella 8ª División. A los que más veía era a Federico Manzano, que iba armado de pistola ametralladora y siempre en una
actitud provocativa y chulesca. El procesado fue detenido, acabada la
sublevación comunista, por agentes del SIM en El Pardo, reconociendo en sus
declaraciones, su participación en la sublevación comunista. (CG 1560
Exp.31)
FINAL DE LA GUERRA
Al final, la lucha en las calles de Madrid quedó desequilibrada al sumarse
a Segismundo Casado, las fuerzas del IV Cuerpo de Ejército Popular al mando del
anarquista Cipriano Mera, por entonces teniente coronel, llegadas desde
Guadalajara.
Tras varios
intentos por ambas partes de llegar a un acuerdo, el 12 de marzo finaliza la
lucha entre los comunistas, leales a Negrín, y los socialistas y anarquistas, partidarios
de Casado, reconociendo los comunistas su derrota y acordando que no habría
represalias, y que todos los mandos permanecerían en sus puestos.
Mientras se
desarrolla esta contienda, […] Franco no ordena el menor movimiento para que
sus tropas irrumpan en Madrid. Espera, de acuerdo con cuantos informes le
suministran sus servicios, que
la capital le sea librada sin la menor contribución de sangre. Intuye que son
pocos los días que faltan para que la fruta llegue a la sazón. En la contienda
del Consejo y los comunistas, se reserva el papel de espectador.
JULIÁN
ZUGAZAGOITIA – Guerra y vicisitudes de los españoles. Tomo II – Pág. 274
FEDERICO MANZANO GOVANTES.- El día 12 de marzo se presenta en El Pardo, Arturo Jiménez, y le dijo que se incorporasen a su servicio, porque había dicho Casado que nada les pasaría, en vista de lo cual vino a Madrid y compareció en la Inspección de guardia de la Dirección General de Seguridad, dando su nombre y entregando la placa y el carnet.
A la media hora se lo llevaron unos agentes del SIM al edificio del Ministerio de Marina, y compareció ante un Consejo de Guerra el día 17 de marzo, notificándosele la sentencia el día 20. Le acusaron de adhesión a la rebelión por haberse sublevado contra las fuerzas de Casado, y fue condenado a la pena de 30 años de reclusión mayor. En el Consejo le preguntaron por los fusilamientos habidos, pero pudo demostrar documentalmente que en la fecha en que se cometieron no se encontraba en El Pardo.
El día 26 de marzo le trasladaron a Valencia, al penal de San Miguel de los Reyes, para cumplir la condena que se le había impuesto, y allí le sorprendió la liberación de la Plaza. (CG 1531
Exp.19)
Cuando el coronel Casado controló la situación en la capital, retiró a
todos los comunistas, o próximos a ellos, de los lugares importantes del mando.
Ordenó que fueran arrancadas las estrellas rojas de los uniformes del Ejército,
y anuló todos los ascensos que promulgó Negrín en los días anteriores,
entre ellos el suyo propio a general. Fueron encarcelados millares de
combatientes comunistas, protagonistas de aquellos combates en Madrid.
Alegando que su nombramiento como general no había sido refrendado por el
Presidente de la República, el mismo Casado lo anuló en la Gaceta del 27 de
marzo de 1939, mediante otro decreto firmado por él, siendo ya Consejero de
Defensa.
De acuerdo
con el Consejo Nacional de Defensa, y a propuesta del Consejero de Defensa,
Vengo en
decretar lo siguiente:
Quedan
anuladas y sin ningún valor todas las disposiciones publicadas en los Diarios
Oficiales números 22 y 23, de fechas 3 y 4 de Marzo de 1939.
Dado en
Madrid, a trece de Marzo de mil novecientos treinta y nueve.
JOSE MIAJA MENANT
El
Consejero de Defensa,
Segismundo Casado López
Inmediatamente, el Tribunal Militar Permanente del Ejercito del Centro, inicio un proceso sumarísimo contra los líderes de la “revuelta” comunista. El 18 de marzo el Consejo Nacional de Defensa aprobó las penas de muerte para el coronel Luis Barceló Jové, como principal responsable de la misma, y para el comisario de la 7ª División José Conesa Arteaga, este último por ordenar la ejecución de los tenientes coroneles Otero Ferrer, Pérez Gazzolo y Fernández Urbano, así como del comisario Peinado Leal.
Ambos fueron fusilados
en las tapias del Cementerio del Este de Madrid, Luis Barceló el mismo 18 de marzo y José Conesa el 22 del mismo mes.
El coronel Casado intentó presentarse como el vencedor de los comunistas y adalid del logro de una paz después de los largos meses de guerra. Con lo primero, quería ganarse un crédito ante Franco, pero este no quería una paz digna y honrosa, ni trato de igual a igual, sino una rendición sin condiciones.
Casado y su séquito, entre los que se encontraban la mayoría de los
miembros del Consejo Nacional de Defensa, con el consentimiento del gobierno de
Franco, abandonó España en un barco de guerra inglés, el ”HMS Galatea”, el día 30 de marzo desde el puerto de Gandía.
Estableció su exilio en Inglaterra. Su esposa Carmen y sus dos hijos no fueron
autorizados a salir hasta el año 1951. Regresó a España en septiembre de 1961
Julián Besteiro, que tenía 69 años y se encontraba enfermo, prefirió
quedarse en España, fue condenado a treinta años de prisión. Falleció enfermo el
año siguiente en la prisión de Carmona.
FUSILAMIENTO DE FEDERICO
MANZANO
Como
ya he comentado, Federico Manzano fue condenado a treinta años de cárcel por el
Consejo Nacional de la Defensa. Trasladado al penal de San Miguel de los Reyes,
le sorprendió dentro de la cárcel la caída de Valencia y la terminación de la
guerra.
Fue encausado de nuevo en 1941 por los
franquistas en el conocido como «Expediente de la Junta de Casado», siendo acusado de “cooperación con los jefes militares rojos en
el mando de la revuelta y se trasladó a El Pardo, en cuyo lugar se encargó de
las clasificaciones de los detenidos, recorriendo el pueblo y sus contornos
armado de un fusil ametrallador y habiendo decidido de acuerdo con los
cabecillas militares el asesinato de tres jefes del Estado Mayor y un Comisario
Político afectos al comandante Casado, participando personalmente, el
procesado, en esta ejecución y siendo condenados por estos hechos por un
tribunal de la Junta de Defensa” (CG 1560 Exp.31).
Las conclusiones
provisionales del Fiscal Jurídico Militar en el procedimiento sumarísimo
nº 52012
que se abrió, fueron
PROCEDIMIENTO SUMARÍSIMO NÚM. 52012
1º Los hechos relatados son
constitutivos de delito de ADHESION A LA REBELION MILITAR, previsto y penado en
el párrafo 2º del artículo 238 del Código de Justicia Militar.
2º Son responsables del delito
consignado en el número anterior todos los procesados por su participación
directa en el mismo.
3º Concurren circunstancias agravantes
del artículo 173 del Código de justicia militar respecto de todos los
procesados
4º El fiscal renuncia a cualquier otra
diligencia de prueba, salvo la documental que viniera a su poder antes del
momento del Concejo de Guerra y resultase procedente presentar al mismo. Así
mismo renuncia a su intervención en la lectura de cargo y demás diligencias de
plenario.
5º Procede imponer a las procesados…
la pena de reclusión mayor a MUERTE.
Madrid 8 de Abril de 1941
EL FISCAL JEFE
El Consejo de Guerra se celebró el 3 y 4 de mayo de 1941. Catorce procesados fueron condenados a la PENA DE MUERTE y accesorias correspondientes en caso de indulto, como autores de un delito de ADHESIÓN A LA REBELIÓN. De las catorce penas de muerte, se cumplieron doce penas de muerte se cumplieron. A Carlos Toro Gallego y Antolín Pérez Barahona les conmutaron las penas
Los doce fueron fusilados el 3 de
julio de 1941, en las tapias del cementerio del Este de Madrid. Federico
Manzano tenía 34 años. La mayoría de estas personas eran mandos militares y
comisarios políticos. Entre ellos había dirigentes del partido Comunista y de
las Juventudes Socialistas Unificadas.
Hay un testimonio por parte de José
Picado Maldonado (1909), miembro del PCE, que fue testigo de lo ocurrido en la
cárcel de Porlier de Madrid la noche que esperaban su ejecución los doce
sentenciados a muerte. José Picado, había pertenecido al Estado Mayor del 10º
Cuerpo del Ejército, y se encontraba en la misma cárcel. En mi “Mi memoria histórica”, cuenta
Para Capilla de nuestros camaradas habían habilitado uno de los
despachos de la Jefatura de Servicios. Las puertas estaban completamente
abiertas en el momento de nuestra llegada. Fuera, nos esperaban (Fernando) Barahona
y (Germán) Paredes rodeados por cuatro funcionarios, que nos advirtieron: “Tienen diez minutos para despedirse”.
Con la consiguiente discreción logramos situarnos de cara al interior de lo que
constituía la Capilla. (Guillermo) Ascanio y (Domingo) Girón jugaban una partida
de ajedrez. Los demás camaradas los rodeaban siguiendo las incidencias del
juego, completamente ajenos al inmediato fin que les esperaba. Nos saludaron
con la mano y nosotros correspondimos. Narrar la intensidad de aquellos
momentos me resulta difícil. Solo puedo decir que en tan pocos minutos no es
posible vivir más emociones. Dolor, rabia, impotencia, secaban mi garganta. No
podía hablar. […] “El tiempo ha
terminado” – nos dice uno de los funcionarios. Abracé a Barahona con todas
mis fuerzas. Después a Paredes con la misma intensidad. Solo pude decirle: “Todo parece un sueño”. No pude hablar
más. Sereno, con la sonrisa de siempre, me contestó: “NO ME GUSTA MORIR PERO MORIRE CON LA CONFIANZA EN EL PARTIDO Y EN
NUESTRO PUEBLO”. A los demás camaradas un adiós infinito con la mano, -no
les pudimos hablar- al que nos correspondieron con el puño en alto. La tensión
nerviosa que hasta ese momento me había sostenido me abandonó y rompí a llorar.
Eran las cuatro y media de la madrugada cuando volvimos a las
Brigadas. Vestido me eché sobre el "petate". Como los demás camaradas
no dormí. Tampoco durmieron los familiares de los que iban a morir. Algunos de
ellos pasaron la noche en la terraza de una de las casas frente a la Prisión.
Allí tragándose su pena aquella triste noche, debieron contar, por fracciones
de segundos, la vida de los suyos.
Sobre
las cinco de la madrugada sentimos llegar los camiones que se los llevarían
para siempre. Una hora después, los motores volvieron a ponerse en marcha. Era
la marcha sin retorno para ellos. En la sexta galería nadie dormía. Nadie
hablaba. Cada uno, en nuestro fuero interno, pensábamos en el minuto supremo en
que las balas fascistas pondrían punto final a doce vidas jóvenes,
generosamente ofrendadas a nuestra clase y a nuestro pueblo.
Germán Paredes García, de 35 años, casado, antes de ser fusilado
esa noche, estando en capilla escribió una carta a sus hijos
En capilla, a las 3 hs. del 3/7/41
Queridos
hijos:
Estoy
viviendo las últimas horas de mi vida y pienso en la vuestra. Quisiera poder
daros un abrazo y, ante la distancia que lo impide, os beso “in mente”. Seguir
mi conducta que siempre fue honrada; dejaros conducir por los buenos amigos que
me acompañaron en el encierro; estudiar mucho y me honrareis con vuestra vida
como yo os honro con mi muerte. Mirar por vuestro abuelo, querer a vuestros tíos
como a vuestra madre y no olvidaros que Clarita hizo todo lo que pudo para
salvarme, sin que la guiase ningún egoísmo. Ser vosotros así de pródigos para
vuestros semejantes. Muero tranquilo y orgulloso de morir por lo que muero.
Quique, que vio mi Consejo, sabe cómo me porté.
Bueno,
hijos míos: Recibir un abrazo muy fuerte que os envía vuestro padre. Otro para
el abuelo, María, mamá Petra, familia Ponte, Villar, Francisca, tía Elisa,
Mamerto y para todos los primos y demás. Me quedan dos horas escasas. ¡Adiós,
hijos míos!
Vuestro
padre.
Germán
Germán Paredes García |
En el Cementerio de la Almudena de Madrid, cuartel 93, hay dos tumbas colectivas, 45E y 45F, y sendas lápidas, cada una con seis nombres y una fecha debajo, la misma en las dos: el 3 de julio de 1941.
·
Domingo Girón
García, 29 años (Comisario de la Comandancia Principal de Artillería)
·
Guillermo
Ascanio Moreno, 33 años (Comandante de la 8ª División del Ejército
de Centro)
·
Manuel Bares
Liébana, 30 años (Comandante
de la 44ª Brigada Mixta de la 8ª División)
·
Germán Paredes
García, 35 años (Comandante
del 122 Batallón de la 31ª Brigada Mixta)
·
José Suárez
Montero, 35 años (Teniente coronel. Se hizo cargo del mando del I Cuerpo del
Ejército, en el golpe de Casado)
·
Eladio López
Poveda, 38 años (Comisario de la 8ª División del Ejército de Centro)
·
Godofredo
Labarca Carballo, 33 años (Capitán de la 5ª Brigada de Guardias de
Asalto. Fue acusado falsamente de tomar parte en el asesinato de José Calvo
Sotelo)
·
Federico Manzano Gobantes, 34 años.
·
Eugenio Mesón
Gómez, 34 años (Secretario
general de las JSU)
·
Pedro Sánchez
Vázquez, 28 años (Comandante
del 168 Batallón de la 42ª Brigada Mixta)
·
Raimundo Calvo
Moreno, 27 años (Comandante de la 1ª División del Ejército de Centro)
·
Fernando
Barahona Pérez, 30 años (Comisario político de la 99ª Brigada Mixta)
EPÍLOGO FINAL
El 4 de Marzo de 1940, muere con 73
años, su tío Federico Manzano Jiménez en su domicilio calle Santa Ana, nº 15.
Nombra herederos a sus sobrinos Federico y Remedios Manzano Sancho, y Federico Manzano
Govantes.
Este último, que aún no había sido
fusilado cuando murió su tío, recibe en herencia la casa de la calle Santa Ana, valorada en 15.000 pesetas, y otras 10.000 pesetas en efectivo, que recibe
su mujer Casilda Luna Carmona. Posteriormente, Casilda, ya viuda, vendió la
casa, antes de irse a Venezuela con su hijo Federico Manzano Luna, en 50.000 pesetas.
Resulta
sarcástico que más de cuatro años después del fusilamiento de Federico Manzano
Govantes, en el Boletín Oficial de la provincia de Madrid del 2 Enero
1945, se publicara por el Juzgado de Instrucción núm. 14 de la capital, una
citación para que Federico Manzano Govantes compareciera, en el plazo de quince días en dicho
Juzgado, para contestar los cargos que se le hacen en un expediente de responsabilidades
políticas que se le ha abierto. Alegaban que desconocían su paradero.
JUZGADO
DE PRIMERA INSTANCIA
RESPONSABILIDADES
POLITICAS
JUZGADO
NUMERO 14
Por
el presente se hace saber que en el Juzgado de instrucción núm. 14, de esta
capital, se sigue expediente de responsabilidades políticas con el núm. 187,
contra Federico Manzano Govantes, de
treinta y seis años, casado, funcionario y abogado, cuyo actual paradero se
desconoce, citándosele por medio del presente para que dentro del término de
cinco días comparezca ante dicho Juzgado a contestar los cargos que se le
hacen, llamándose asimismo a cuantas personas puedan facilitar informes sobre
el paradero de dicho individuo, así como sobre su conducta político-social o
conozcan la existencia de bienes del mismo o de su cónyuge. Por medio del
presente se hacen saber a dicho señor Manzano
las prevenciones tercera, cuarta y quinta del art. 49 de la ley de Responsabilidades
Políticas de 9 de febrero de 1939.
Dado
en Madrid, a 19 de diciembre de 1944
El
Secretario, Manuel Comellas
Boletín Oficial de la provincia de Madrid 2 Enero 1945
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