FEDERICO MANZANO GOVANTES. 3.- EL GOLPE DEL CORONEL CASADO

 


Federico Manzano Govantes

En la Crónica anterior sobre Federico Manzano Govantes, vimos como fue nombrado Inspector General de Milicias de Vigilancia de Retaguardia, y como desde ese cargo, las implicaciones que tuvo en las matanzas de Paracuellos durante el mes de noviembre de 1936.

Cuando en enero de 1938, las Milicias fueron disueltas y sus componentes integrados en la Policía gubernativa, a Federico lo nombraron Agente de Primera Clase del Cuerpo de Seguridad con destino en Madrid, hasta que el 18 de julio de 1938 fue destinado a Valencia, desde donde viajaba con asiduidad a Madrid a ver a la familia.

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2023/09/federico-manzano-govantes-2-paracuellos.html

LA CAÍDA DE BARCELONA Y EL «ESTADO DE GUERRA»

El 16 de noviembre de 1938, se dio por finalizada la batalla del Ebro con la victoria del ejército nacional. Había sido una enorme batalla de desgaste, la mayor de la guerra civil, y produciría no menos de 70.000 bajas al ejército republicano, dejándole prácticamente inerme ante su adversario.

A partir de ese momento, la ruta de acceso a Cataluña quedó despejada. El 23 de diciembre de 1938 se iniciaba la ofensiva de las tropas nacionales  sobre Cataluña, que culminaría el 26 de enero de 1939 con la caída de Barcelona en poder de las tropas de Franco.

El día 23 de enero, tres días antes de la pérdida de Barcelona, Juan Negrín como Presidente del Consejo de Ministros, decide declarar el «Estado de Guerra» en todo el territorio de la República, y por tanto, dar todo el poder a los militares.

PRESIDENCIA DEL CONSEJO DE MINISTROS.

Con arreglo a las facultades que concede al Gobierno el artículo cuarenta y dos de la Constitución, de acuerdo con el Consejo de Ministros y a propuesta de su Presidente.

Vengo a decretar:

Artículo primero. Se declara el Estado de Guerra en todo el territorio de la República.

Artículo segundo. Por los Jefes de Grupos de Ejército se dictarán los oportunos Bandos, que regirán en los territorios a que alcance su jurisdicción.

Artículo tercero. El Gobierno dará cuenta a las Cortes de este Decreto.

Dado en Barcelona, a veintitrés de enero de mil novecientos treinta y nueve.

MANUEL AZAÑA

El Presidente del Consejo de Ministros

JUAN NEGRÍN LÓPEZ

Gaceta de la República núm. 23, de 23/01/1939, página 361.

Ello implicaba que el general José Miaja, como máximo Jefe del Ejército Popular Republicano, iba a recibir todo el poder que hasta entonces ostentaba la autoridad civil en retaguardia, así como la subordinación de las autoridades políticas a las militares.

Pero esta medida tardía, carecía de utilidad práctica alguna, ya que ese día 23 de enero, la línea del frente estaba a 25 kilómetros del centro de Barcelona, y los jefes militares estaban más pendientes de evitar la desmoralización de sus tropas que en hacerse cargo de la autoridad civil.

El Gobierno del Frente Popular no había declarado, durante los treinta meses que se llevaba de guerra civil, el «Estado de Guerra», para evitar que la autoridad pasara a los militares, lo que es una muestra más de lo mal que entendieron la guerra las autoridades civiles republicanas. Estuvo muy claro desde el principio, que la sublevación militar no era un simple golpe de Estado, y que en poco tiempo se había transformado en una guerra contra otro “Estado”, la España nacional, y como guerra había que afrontarla, y ello es propio de los profesionales militares; pero nunca el Gobierno acabó de confiar en ellos y no les permitió el manejo de las riendas de la guerra.

Dicha desconfianza del poder político sobre el militar profesional fue una constante en el bando gubernamental y uno de sus principales errores a lo largo de toda la Guerra Civil, tal y como se lamentaba el general Vicente Rojo, ex-jefe del Estado Mayor Central del Ejército de la República, en su estudio político-militar del periodo final de la contienda, titulado «¡Alerta los Pueblos!», escrito y publicado en 1939 desde su exilio argentino:

"Existía una resistencia política evidente a cuantas propuestas se hacían para mejorar los resortes del mando militar, estableciendo de manera efectiva el mando único y el mejor aprovechamiento de los institutos armados y de los hombres en edad militar; la declaración del Estado de Guerra, tantas veces pedida, no llegaba nunca, dándose la inexplicable paradoja de que, salvo los últimos quince días, hayamos sostenido una guerra que alcanzaba en sus fines, en sus medios, y en sus procedimientos a la misma entraña del país y éste no se hallase en Estado de Guerra, posiblemente por un temor tan secreto como inexplicable de dar al mando militar todas las facultades que en tal situación le corresponden”.

La desmoralización que reinaba en la retaguardia con la caída de Barcelona, era patente. Se produjo un penoso éxodo de medio millón de españoles hacia el sur de Francia. Se presentaba un panorama tétrico: sin armamento adecuado, sin suministros, sin moral en la tropa y la retaguardia extenuada, la guerra estaba perdida. La mayor parte de los dirigentes políticos y mandos militares, a excepción de los comunistas, exigieron al Gobierno del Frente Popular y al Presidente de la República, la apertura de conversaciones con el gobierno de Franco en Burgos para negociar una paz honrosa.

El coronel Segismundo Casado, Jefe del Ejército del Centro del Ejército Popular de la República, estaba convencido, desde la derrota republicana en la batalla del Ebro el 16 de noviembre, que había que terminar la guerra con un final negociado, y para ello era preciso desplazar al partido Comunista del entorno del poder.

Coronel Segismundo Casado

Juan Negrín, desde su posición de Presidente del Consejo de Ministros y ministro de Defensa, defendía la idea de resistir a toda costa, con la idea, posiblemente, de integrar la lucha en un conflicto europeo que se vislumbraba próximo. El partido Comunista, también se oponía con fuerza a cualquier intento de mediación o salida negociada. Así opinaba Negrín:

¡Que la gente quiere la paz! Yo también la quiero. Pero desear la paz no es propiciar la derrota. Mientras yo sea presidente no aceptaré una rendición incondicional de nuestro glorioso ejército, ni el que por salvarnos unos centenares de personas comprometidas, vayamos a dejar que fusilen a medio millón de españoles. Antes de eso me pego un tiro.

JUAN-SIMEÓN VIDARTE,- Todos fuimos culpables. Editorial Grijalbo. Página 912

Durante algún tiempo el coronel Casado había confiado en que Manuel Azaña destituiría a Juan Negrín y que el socialista Julián Besteiro ocuparía su lugar como Presidente del Consejo de Ministros, para negociar la paz. Pero el 5 de febrero, Manuel Azaña, aún presidente de la República, cruzaba la frontera francesa y se marchaba al exilio. También lo hacía Diego Martínez Barrio, presidente de las Cortes republicanas.

El día 12 de febrero de 1939 se reunieron en Madrid el presidente Juan Negrín y el coronel Segismundo Casado. Éste le expuso al presidente la necesidad de acabar la guerra cuanto antes, puesto que estaba totalmente perdida, y el pueblo no podía seguir sufriendo. Propuso al presidente que organizase una reunión urgente con los jefes militares, que Negrín convocó el 16 de febrero en el aeródromo de Los Llanos en Alicante. A pesar de la opinión contraria de todos los generales, que intentaron convencer a Negrín de que la idea de resistir les llevaría al desastre, este dio la orden de resistir. Era la decisión oficial.

Los militares se ratificaron en la creencia que ya tenían de que Juan Negrín actuaba al dictado del partido Comunista. Esto les reafirmó en el acuerdo de lanzarse abiertamente a la conspiración para apartar del poder a Negrín y neutralizar a los comunistas que le apoyaban.

Es a partir de ese momento cuando el coronel Casado, se convence de que no puede hacer efectivos sus planes de negociar con Franco una rendición honrosa, sin derrocar al Gobierno de la República. Pero, evidentemente, el Franco victorioso del Ebro y ya dominador de Cataluña, no pensaba en ningún momento en negociar nada, sino en obtener una rendición sin condiciones.

El coronel Casado fue ascendido por Negrín a general mediante un decreto publicado en la Gaceta del 25 de febrero de 1939. Casado consideró que tal ascenso era inoportuno e innecesario: “Levantó en mí la sospecha de que lo que se pretendía era reemplazarme como jefe del Ejército del Centro”.

Pero se necesitaba un suceso excepcional que diera la razón a los generales, un detonante que inclinara la balanza a su favor y pusiera definitivamente de su parte a los indecisos. Este llego el 27 de febrero, cuando Manuel Azaña, recluido en la embajada de España en París, se negó a volver a España, y confirmó su dimisión como Presidente de la República. El mismo día en que quedó decapitada la República, los Gobiernos de Inglaterra y Francia reconocían oficialmente al régimen de Franco como único gobierno legítimo.

Diego Martínez Barrio, como Presidente de las Cortes recibió oficialmente la dimisión de Azaña. Según la Constitución, hasta la elección de un nuevo Presidente de la República, debía ser el de las Cortes, quién ejerciera provisionalmente la máxima autoridad del Estado. Pero Martínez Barrio también estaba fuera de España. Julián Besteiro, declaró que, tras la dimisión de Azaña, el Gobierno de Negrín carecía de legitimidad «y no puede ostentar título alguno al respecto y al reconocimiento de los ciudadanos de la República».

Dada la gravedad de la situación, y al ver que había dimitido el Presidente de la República, y que el Presidente de las Cortes no venía a España porque no podía hacerse cargo de la Presidencia, al no poderse celebrar constitucionalmente unas elecciones generales de compromisarios, quedaban unas Cortes no ilegales, pero que numéricamente no correspondían a la realidad; porque habían sido elegidos para esas Cortes 473 diputados, y sólo 62 asistieron a la reunión de Figueras (última sesión de las Cortes republicanas celebrada en territorio español, en el castillo de Figueras el 1 de febrero). Luego si la democracia es un régimen de las mayorías, tenemos que pensar que era muy discutible, no la legalidad, sino el funcionamiento de esas Cortes.

José del Río Rodríguez, miembro del Consejo Nacional de Defensa y secretario general de Unión Republicana.

Juan Negrín, a pesar de sus órdenes al Ejército Popular de resistir, ya había mandado a su familia al extranjero, y había negociado con las autoridades francesas la entrada de varios camiones con valija diplomática, que no podían ser retenidos ni inspeccionados en las aduanas. Su contenido eran 120 maletas que contenían objetos incautados por la Caja General de Reparaciones y del Monte de Piedad de Madrid, durante la Guerra Civil Española, y otros de diversa procedencia, un cargamento indeterminado de joyas, metales preciosos y objetos de valor. Negrín ordenó el embarque de aquella fortuna en el yate «Vita» que estaba atracado el puerto francés de El Havre, partiendo el 28 de febrero rumbo a Veracruz en México. Tan apresurado fue, que no se hizo ningún inventario. Por eso, todavía hoy resulta difícil concretar el contenido del tesoro y el paradero de lo que se conservó.

Tratando de controlar la situación a la desesperada, entre el 2 y 3 de marzo, Negrín nombrará a militares fieles, todos comunistas procedentes de las milicias, para ocupar las comandancias militares de Murcia, Alicante, Albacete y Cartagena, y hará todo una serie de ascensos militares interpretados en aquellas circunstancias como un golpe de estado comunista desde el Boletín Oficial del Estado por el Ministerio de Defensa Nacional.

A las 19:30 del día 5, Segismundo Casado trasladó su Cuartel General de la «Posición Jaca»  al Ministerio de Hacienda en el centro de Madrid, donde se reunió con Julián Besteiro. Alrededor del edificio tomó posiciones la 70ª Brigada Mixta, anarquista, bajo el mando de Bernabé López.

Con el nombre en clave de «Posición Jaca», se conocía la sede del Cuartel General del Ejército del Centro. Estaba ubicado en el Parque del Capricho en la Alameda de Osuna. Construido en 1937 a más de 20 metros de profundidad, tenía cabida para más de 200 personas.

Finalmente en la noche del 5 al 6 de marzo de 1939, Casado se sublevó contra el Gobierno de Negrín. Esa misma noche, se dirigió por radio a la nación anunciando la constitución del Consejo Nacional de Defensa presidido por el general José Miaja, el defensor de Madrid en noviembre de 1936. También habló por radio el socialista Julián Besteiro.

El Consejo Nacional de Defensa, lo componían:

Presidencia: general José Miaja Menant (sin representación política).

Consejero de Defensa: general Segismundo Casado López (sin representación política).

Consejero de Estado: Julián Besteiro Fernández (socialista).

Consejero de Economía y Hacienda: José González Marín (CNT).

Consejero de Gobernación: Wenceslao Carrillo Alonso (PSOE).

Consejero de Justicia: Miguel San Andrés Castro (Izquierda Republicana).

Consejero de Instrucción Pública y Sanidad: José del Rio Rodríguez (Unión Republicana).

Consejero de Comunicaciones y Obras Públicas: Eduardo Val (CNT).

Consejero de Trabajo: Antonio Pérez García (UGT)

Julián Besteiro

Coronel Casado

Uno de los objetivos de la sublevación del Ejército de Centro y de la formación del Consejo Nacional de Defensa era evitar que los comunistas se hiciesen con el poder. Alegaba Casado, que Negrín había nombrado a algunos jefes militares del partido Comunista para que se hicieran cargo de puestos importantes en el Ejército Popular de la República.

El gobierno de Negrín comenzó a no ver viable la defensa militar de la República. Al mediodía del 6 de marzo, un pequeño Dragón Rapide fue el primer aparato en despegar de la base aérea de Monóvar (Alicante), con Rafael Alberti y su mujer, la escritora María Teresa León embarazada, rumbo a la ciudad argelina de Orán. Fue el mismo destino que tomó pocos minutos después otro avión del mismo modelo, que llevó a Dolores Ibárruri “La Pasionaria”, su secretaria Irene Falcón y varios miembros del PCE.

En torno a las 3 de la tarde, el presidente Juan Negrín con parte de su gobierno, despegó en un Douglas DC-2 de las Líneas Aéreas Postales Españolas (LAPE) rumbo a Toulouse (Francia). Y hacia la medianoche partió un último grupo en otro avión idéntico al mismo destino con algunos de los más altos militares leales a Negrín: el coronel Hidalgo de Cisneros, jefe de la Aviación Republicana (al mando del aparato) y el comunista Enrique Líster.

Las fuerzas comunistas leales al gobierno de Negrín, ajenas a los planes de huida del mismo, se opusieron al golpe de Casado y en la madrugada del día 6 salieron a combatirlo. El peso de esta operación comunista, contraria al golpe, recayó inicialmente en el coronel Luis Barceló Jové, que se autoproclamó Jefe del Ejército del Centro (el cargo que desempeñaba Casado), y en Guillermo Ascanio Moreno, teniente coronel de la 8ª División, que se hallaba desplegada en la zona de El Pardo.

Coronel Luis Barceló, en el centro

En la noche del 6, brigadas comunistas de la 8ª División al mando del teniente coronel Ascanio, llegaron a la «Posición Jaca», donde apresaron, entre otros militares, a tres jefes del Estado Mayor de Casado, los tenientes coronel Joaquín Otero Ferrer, José Pérez Gazzolo y Arnoldo Fernández Urbano. También detuvieron al comisario político de Imprentas y Talleres, Ángel Peinado Leal. Fueron trasladados en camiones a El Pardo, donde se encontraba el cuartel general de la 8ª División.

Mientras tanto, en las calles de Madrid habían comenzado los combates entre los comunistas, y los anarquistas y socialistas. Los comunistas se atrincheraron en la sede del Comité Provincial del PCE en la calle Antonio Maura y en la Casa Central del PCE en la calle Serrano.

A medida que pasaban las horas, la situación se volvía cada vez más difícil para los partidarios de Casado. Muchos miembros del Consejo Nacional de Defensa comenzaron a dudar sobre la posibilidad de victoria y pensaron en el modo de asegurarse su huida al extranjero.

En plena lucha, el 7 de marzo a las 20:40 horas, el general Miaja se dirigió a los madrileños a través de Radio Madrid en unos términos de claro apoyo al Consejo Nacional de Defensa del coronel Casado, que justificaba en que ya se llevaban casi tres años de guerra y había que terminar con el derramamiento inútil de sangre, y les comunicaba también que Negrín les había abandonado pues se hallaba ya en Francia.

General José Miaja y Coronel Casado

El conocimiento de la huída del gobierno de Negrín, afectó a la moral de la tropa de las unidades mandadas por comunistas, y la situación en Madrid se estancó.

En El Pardo se fueron concentrando todos los detenidos, socialistas y anarquistas, que habían participado en el golpe de Casado, entre ellos los miembros del Estado Mayor y el comisario político Peinado Leal, que se encontraban en la «Posición Jaca».

FEDERICO MANZANO GOVANTES

Veamos como Federico Manzano se vio implicado en estas operaciones militares que fueron conocidas como la “pequeña guerra civil” de Madrid, que se iniciaron el martes 6 de marzo, con los comunistas por un lado, que defendían al gobierno de Juan Negrín, y los restantes partidos del Frente Popular por el otro, y que duró una semana, hasta el martes 12 de marzo de 1939. 

Recordemos que Federico Manzano había sido destinado a Valencia, el 18 de julio de 1938, donde como agente de 1ª clase del Cuerpo de Seguridad, prestaba servicios en la Comisaría de Serrano.

DECLARACIÓN DE FEDERICO MANZANO GOVANTES.- Desde Valencia venía a Madrid en cuantas ocasiones le era posible por tener aquí su domicilio en la calle de Lope de Rueda nº 26, y sus amistades, y en uno de estos viajes le sorprendió el Movimiento comunista, del que no tenía conocimiento…. El domingo día 6 de Marzo, le avisaron temprano y se trasladó al local del Comité Provincial del partido Comunista (calle Antonio Maura), en donde había mucha gente y en donde vio a los miembros del Comité, Ramón Mendezona y (Gabriela) Abad, que le enteraron de todo lo ocurrido; había también dentro del edificio, un Teniente con una sección que no sabe si pertenecía a la 36 o a la 42 Brigada Mixta, que estaban armados con fusiles y bombas de mano y tenían también una ametralladora.

Al declarante con cuatro soldados le ordenaron que defendiera la azotea de la casa. Estaban completamente sitiados por fuerzas del Batallón de Retaguardia 1º y después por Carabineros, sin que tuvieran noticias del desarrollo de los acontecimientos, por lo que le llamaron, y Abad le ordenó que con otro llamado Godofredo salieran del edificio, haciéndolo por una alcantarilla y saliendo en el Paseo de Coches del Retiro junto a la verja que hay en las proximidades de las Escuelas Aguirre, sector que estaba dominado por una sección de guerrilleros, y en dicho punto había un tanque. Les enseñó el carnet y fue andando hasta el puesto de mando que estaba instalado en la Ciudad Lineal, y en donde estaban (el coronel Luis) Barceló, teniente coronel Emilio Bueno, Arturo Jiménez, y otros, habiendo llegado a este punto el día 8 de marzo. Las fuerzas comunistas ya habían tomado la “posición Jaca” y el día 7, habían llegado hasta la Cibeles dominando toda la calle de Alcalá. En el puesto de mando el referido Arturo Jiménez, le presentó a Barceló, observó que no había detenidos, y estuvo, dependiendo directamente de Barceló pero prácticamente sin hacer nada, hasta el día 11 en que le mandaron a El Pardo para que se presentase a (Luis García) Llopis. […] Tampoco vio que en El Pardo se fusilase a persona alguna, y de ocurrir esto, debió ser antes de llegar el que declara. (CG 1531 Exp.19)

El 3 de marzo de 1939, y por tener un permiso de cinco días, concedido desde el día 1º, se trasladó a Madrid, donde le sorprendió el golpe político de Casado, siendo avisado a su casa el día 6 por la mañana y trasladándose al Comité Provincial del Partido Comunista, sito en la calle Antonio Maura, de donde ya no pudo salir por ser asediado este centro por fuerzas del Batallón de Retaguardia adscrito al SIM (Servicio de Inteligencia Militar) y sin que, mientras el declarante permaneció en el local, tuviera que hacer fuego, puesto que tampoco lo hacían por entonces desde la calle, estando el declarante encargado con otros cuatro hombres de la defensa de la terraza; el día 8 y por una alcantarilla, se escapó del local con otro individuo, saliendo al Retiro y dirigiéndose al Puesto de Mando de las fuerzas comunistas establecido en la Ciudad Lineal. (CG 1531 Exp.19)

En estas declaraciones, Federico Manzano manifiesta que el día 8 de marzo, se encontraba en la Ciudad Lineal, y que hasta el día 11 no fue destinado a El Pardo, y que no “vio que en El Pardo se fusilase a persona alguna, y de ocurrir esto, debió ser antes de llegar el que declara”, con una clara intencionalidad de escapar de la responsabilidad de los fusilamientos que se produjeron a la cuatro de la madrugada del día 8 de marzo en El Pardo. 

Varios testigos lo sitúan ese día y a esa hora en El Pardo, y lo señalan como uno de los ejecutores de los fusilamientos de los tres tenientes coroneles y el Comisario político que habían sido detenidos en la «Posición Jaca», el día 6 de marzo anterior.

MANUEL PRIETO ÁLVAREZ.- La orden de dichos asesinatos debió partir de Manual Bares Liébana (Mayor de la 44ª Brigada Mixta) o de Guillermo Ascanio Moreno (teniente coronel de la 8ª División). Los citados coroneles y el Comisario Político, habían sido detenidos y asesinados de la manera siguiente: En un coche de la División, fueron conducidos primeramente los coroneles Pérez Gazzolo y Fernández Urbano, y después los otros dos (Peinado y Otero). Interviene en la conducción y asesinato un paisano, que por las señas personales y por los rumores que corrían por El Pardo, cree el declarante que fuera Manzano.

El asesinato se cometió a unos 300 metros, aproximadamente, a la izquierda del convento de El Cristo, en el camino que va desde El Pardo a los Enlaces Ferroviarios. Los cadáveres estaban enterrados en una fosa cubierta con una ligera capa de tierra y disimulada por ramajes de carrasca y en el cual aparecieron los citados cadáveres sobre el orden siguiente. Peinado Leal sin pantalones y sin botas. Otero, Fernández Urbano y Pérez Gazzolo, sin zapatos y los cuatro con un disparo de arma de fuego en la nuca y sin señales aparentes de mutilación (CG 1560 Exp.31)

ANASTASIO MORALEJA PLAZA.- Durante la sublevación comunista, vio al inculpado Federico Manzano con una pistola ametralladora y a Eladio López Poveda. De la información abierta por el SIM (Servicio de Inteligencia Militar) para averiguar los asesinatos de El Pardo, se sacó la consecuencia de que los autores morales de dichos asesinatos fueron Ascanio, Bares, López Poveda y algún otro, pero cree que los autores materiales según le señaló un centinela que tenía el declarante durante su detención, a Manzano, López Poveda y (Manuel) Bares. (Procedimiento 52012)

ANASTASIO MORALEJA PLAZA.- Detenido el declarante durante la sublevación comunista en El Pardo, desde el lugar donde lo encerraron, pudo observar los movimientos de los que mandaban o figuraban en aquella 8ª División. A los que más veía era a Federico Manzano, que iba armado de pistola ametralladora y siempre en una actitud provocativa y chulesca. El procesado fue detenido, acabada la sublevación comunista, por agentes del SIM en El Pardo, reconociendo en sus declaraciones, su participación en la sublevación comunista. (CG 1560 Exp.31)

FINAL DE LA GUERRA

Al final, la lucha en las calles de Madrid quedó desequilibrada al sumarse a Segismundo Casado, las fuerzas del IV Cuerpo de Ejército Popular al mando del anarquista Cipriano Mera, por entonces teniente coronel, llegadas desde Guadalajara.

Tras varios intentos por ambas partes de llegar a un acuerdo, el 12 de marzo finaliza la lucha entre los comunistas, leales a Negrín, y los socialistas y anarquistas, partidarios de Casado, reconociendo los comunistas su derrota y acordando que no habría represalias, y que todos los mandos permanecerían en sus puestos.

Mientras se desarrolla esta contienda, […] Franco no ordena el menor movimiento para que sus tropas irrumpan en Madrid. Espera, de acuerdo con cuantos informes le suministran sus servicios, que la capital le sea librada sin la menor contribución de sangre. Intuye que son pocos los días que faltan para que la fruta llegue a la sazón. En la contienda del Consejo y los comunistas, se reserva el papel de espectador.

JULIÁN ZUGAZAGOITIA – Guerra y vicisitudes de los españoles. Tomo II – Pág. 274

FEDERICO MANZANO GOVANTES.- El día 12 de marzo se presenta en El Pardo, Arturo Jiménez, y le dijo que se incorporasen a su servicio, porque había dicho Casado que nada les pasaría, en vista de lo cual vino a Madrid y compareció en la Inspección de guardia de la Dirección General de Seguridad, dando su nombre y entregando la placa y el carnet.
A la media hora se lo llevaron unos agentes del SIM al edificio del Ministerio de Marina, y compareció ante un Consejo de Guerra el día 17 de marzo, notificándosele la sentencia el día 20. Le acusaron de adhesión a la rebelión por haberse sublevado contra las fuerzas de Casado, y fue condenado a la pena de 30 años de reclusión mayor. En el Consejo le preguntaron por los fusilamientos habidos, pero pudo demostrar documentalmente que en la fecha en que se cometieron no se encontraba en El Pardo.
El día 26 de marzo le trasladaron a Valencia, al penal de San Miguel de los Reyes, para cumplir la condena que se le había impuesto, y allí le sorprendió la liberación de la Plaza.
(CG 1531 Exp.19)

Cuando el coronel Casado controló la situación en la capital, retiró a todos los comunistas, o próximos a ellos, de los lugares importantes del mando. Ordenó que fueran arrancadas las estrellas rojas de los uniformes del Ejército, y anuló todos los ascensos que promulgó Negrín en los días anteriores, entre ellos el suyo propio a general. Fueron encarcelados millares de combatientes comunistas, protagonistas de aquellos combates en Madrid.

Alegando que su nombramiento como general no había sido refrendado por el Presidente de la República, el mismo Casado lo anuló en la Gaceta del 27 de marzo de 1939, mediante otro decreto firmado por él, siendo ya Consejero de Defensa.

De acuerdo con el Consejo Nacional de Defensa, y a propuesta del Consejero de Defensa,

Vengo en decretar lo siguiente:

Quedan anuladas y sin ningún valor todas las disposiciones publicadas en los Diarios Oficiales números 22 y 23, de fechas 3 y 4 de Marzo de 1939.

Dado en Madrid, a trece de Marzo de mil novecientos treinta y nueve.

JOSE MIAJA MENANT

El Consejero de Defensa,

Segismundo Casado López

Inmediatamente, el Tribunal Militar Permanente del Ejercito del Centro, inicio un proceso sumarísimo contra los líderes de la “revuelta” comunista. El 18 de marzo el Consejo Nacional de Defensa aprobó las penas de muerte para el coronel Luis Barceló Jové, como principal responsable de la misma, y para el comisario de la 7ª División José Conesa Arteaga, este último por ordenar la ejecución de los tenientes coroneles Otero Ferrer, Pérez Gazzolo y Fernández Urbano, así como del comisario Peinado Leal. 

Ambos fueron fusilados en las tapias del Cementerio del Este de Madrid, Luis Barceló el mismo 18 de marzo y José Conesa el 22 del mismo mes.


El coronel Casado intentó presentarse como el vencedor de los comunistas y adalid del logro de una paz después de los largos meses de guerra. Con lo primero, quería ganarse un crédito ante Franco, pero este no quería una paz digna y honrosa, ni trato de igual a igual, sino una rendición sin condiciones.

Casado y su séquito, entre los que se encontraban la mayoría de los miembros del Consejo Nacional de Defensa, con el consentimiento del gobierno de Franco, abandonó España en un barco de guerra inglés, el ”HMS Galatea”, el día 30 de marzo desde el puerto de Gandía. Estableció su exilio en Inglaterra. Su esposa Carmen y sus dos hijos no fueron autorizados a salir hasta el año 1951. Regresó a España en septiembre de 1961

Julián Besteiro, que tenía 69 años y se encontraba enfermo, prefirió quedarse en España, fue condenado a treinta años de prisión. Falleció enfermo el año siguiente en la prisión de Carmona.

FUSILAMIENTO DE FEDERICO MANZANO

Como ya he comentado, Federico Manzano fue condenado a treinta años de cárcel por el Consejo Nacional de la Defensa. Trasladado al penal de San Miguel de los Reyes, le sorprendió dentro de la cárcel la caída de Valencia y la terminación de la guerra.

Fue encausado de nuevo en 1941 por los franquistas en el conocido como «Expediente de la Junta de Casado», siendo acusado de “cooperación con los jefes militares rojos en el mando de la revuelta y se trasladó a El Pardo, en cuyo lugar se encargó de las clasificaciones de los detenidos, recorriendo el pueblo y sus contornos armado de un fusil ametrallador y habiendo decidido de acuerdo con los cabecillas militares el asesinato de tres jefes del Estado Mayor y un Comisario Político afectos al comandante Casado, participando personalmente, el procesado, en esta ejecución y siendo condenados por estos hechos por un tribunal de la Junta de Defensa” (CG 1560 Exp.31).

Las conclusiones provisionales del Fiscal Jurídico Militar en el procedimiento sumarísimo52012 que se abrió, fueron

PROCEDIMIENTO SUMARÍSIMO NÚM. 52012

1º Los hechos relatados son constitutivos de delito de ADHESION A LA REBELION MILITAR, previsto y penado en el párrafo 2º del artículo 238 del Código de Justicia Militar.

2º Son responsables del delito consignado en el número anterior todos los procesados por su participación directa en el mismo.

3º Concurren circunstancias agravantes del artículo 173 del Código de justicia militar respecto de todos los procesados

4º El fiscal renuncia a cualquier otra diligencia de prueba, salvo la documental que viniera a su poder antes del momento del Concejo de Guerra y resultase procedente presentar al mismo. Así mismo renuncia a su intervención en la lectura de cargo y demás diligencias de plenario.

5º Procede imponer a las procesados… la pena de reclusión mayor a MUERTE.

Madrid 8 de Abril de 1941

EL FISCAL JEFE

El Consejo de Guerra se celebró el 3 y 4 de mayo de 1941. Catorce procesados fueron condenados a la PENA DE MUERTE y accesorias correspondientes en caso de indulto, como autores de un delito de ADHESIÓN A LA REBELIÓN. De las catorce penas de muerte, se cumplieron doce penas de muerte se cumplieron. A Carlos Toro Gallego y Antolín Pérez Barahona les conmutaron las penas

Los doce fueron fusilados el 3 de julio de 1941, en las tapias del cementerio del Este de Madrid. Federico Manzano tenía 34 años. La mayoría de estas personas eran mandos militares y comisarios políticos. Entre ellos había dirigentes del partido Comunista y de las Juventudes Socialistas Unificadas.

Hay un testimonio por parte de José Picado Maldonado (1909), miembro del PCE, que fue testigo de lo ocurrido en la cárcel de Porlier de Madrid la noche que esperaban su ejecución los doce sentenciados a muerte. José Picado, había pertenecido al Estado Mayor del 10º Cuerpo del Ejército, y se encontraba en la misma cárcel. En mi “Mi memoria histórica”, cuenta

Para Capilla de nuestros camaradas habían habilitado uno de los despachos de la Jefatura de Servicios. Las puertas estaban completamente abiertas en el momento de nuestra llegada. Fuera, nos esperaban (Fernando) Barahona y (Germán) Paredes rodeados por cuatro funcionarios, que nos advirtieron: “Tienen diez minutos para despedirse”. Con la consiguiente discreción logramos situarnos de cara al interior de lo que constituía la Capilla. (Guillermo) Ascanio y (Domingo) Girón jugaban una partida de ajedrez. Los demás camaradas los rodeaban siguiendo las incidencias del juego, completamente ajenos al inmediato fin que les esperaba. Nos saludaron con la mano y nosotros correspondimos. Narrar la intensidad de aquellos momentos me resulta difícil. Solo puedo decir que en tan pocos minutos no es posible vivir más emociones. Dolor, rabia, impotencia, secaban mi garganta. No podía hablar. […] “El tiempo ha terminado” – nos dice uno de los funcionarios. Abracé a Barahona con todas mis fuerzas. Después a Paredes con la misma intensidad. Solo pude decirle: “Todo parece un sueño”. No pude hablar más. Sereno, con la sonrisa de siempre, me contestó: “NO ME GUSTA MORIR PERO MORIRE CON LA CONFIANZA EN EL PARTIDO Y EN NUESTRO PUEBLO”. A los demás camaradas un adiós infinito con la mano, -no les pudimos hablar- al que nos correspondieron con el puño en alto. La tensión nerviosa que hasta ese momento me había sostenido me abandonó y rompí a llorar.

Eran las cuatro y media de la madrugada cuando volvimos a las Brigadas. Vestido me eché sobre el "petate". Como los demás camaradas no dormí. Tampoco durmieron los familiares de los que iban a morir. Algunos de ellos pasaron la noche en la terraza de una de las casas frente a la Prisión. Allí tragándose su pena aquella triste noche, debieron contar, por fracciones de segundos, la vida de los suyos.

Sobre las cinco de la madrugada sentimos llegar los camiones que se los llevarían para siempre. Una hora después, los motores volvieron a ponerse en marcha. Era la marcha sin retorno para ellos. En la sexta galería nadie dormía. Nadie hablaba. Cada uno, en nuestro fuero interno, pensábamos en el minuto supremo en que las balas fascistas pondrían punto final a doce vidas jóvenes, generosamente ofrendadas a nuestra clase y a nuestro pueblo.

Germán Paredes García, de 35 años, casado, antes de ser fusilado esa noche, estando en capilla escribió una carta a sus hijos

En capilla, a las 3 hs. del 3/7/41

Queridos hijos:

Estoy viviendo las últimas horas de mi vida y pienso en la vuestra. Quisiera poder daros un abrazo y, ante la distancia que lo impide, os beso “in mente”. Seguir mi conducta que siempre fue honrada; dejaros conducir por los buenos amigos que me acompañaron en el encierro; estudiar mucho y me honrareis con vuestra vida como yo os honro con mi muerte. Mirar por vuestro abuelo, querer a vuestros tíos como a vuestra madre y no olvidaros que Clarita hizo todo lo que pudo para salvarme, sin que la guiase ningún egoísmo. Ser vosotros así de pródigos para vuestros semejantes. Muero tranquilo y orgulloso de morir por lo que muero. Quique, que vio mi Consejo, sabe cómo me porté.

Bueno, hijos míos: Recibir un abrazo muy fuerte que os envía vuestro padre. Otro para el abuelo, María, mamá Petra, familia Ponte, Villar, Francisca, tía Elisa, Mamerto y para todos los primos y demás. Me quedan dos horas escasas. ¡Adiós, hijos míos!

Vuestro padre.

Germán


Germán Paredes García

En el Cementerio de la Almudena de Madrid, cuartel 93, hay dos tumbas colectivas, 45E y 45F, y sendas lápidas, cada una con seis nombres y una fecha debajo, la misma en las dos: el 3 de julio de 1941.

·         Domingo Girón García, 29 años (Comisario de la Comandancia Principal de Artillería)

·         Guillermo Ascanio Moreno, 33 años (Comandante de la 8ª División del Ejército de Centro)

·         Manuel Bares Liébana, 30 años (Comandante de la 44ª Brigada Mixta de la 8ª División)

·         Germán Paredes García, 35 años (Comandante del 122 Batallón de la 31ª Brigada Mixta)

·         José Suárez Montero, 35 años (Teniente coronel. Se hizo cargo del mando del I Cuerpo del Ejército, en el golpe de Casado)

·         Eladio López Poveda, 38 años (Comisario de la 8ª División del Ejército de Centro)

·         Godofredo Labarca Carballo, 33 años (Capitán de la 5ª Brigada de Guardias de Asalto. Fue acusado falsamente de tomar parte en el asesinato de José Calvo Sotelo)

·         Federico Manzano Gobantes, 34 años.

·         Eugenio Mesón Gómez, 34 años (Secretario general de las JSU)

·         Pedro Sánchez Vázquez, 28 años (Comandante del 168 Batallón de la 42ª Brigada Mixta)

·         Raimundo Calvo Moreno, 27 años (Comandante de la 1ª División del Ejército de Centro)

·         Fernando Barahona Pérez, 30 años (Comisario político de la 99ª Brigada Mixta)



EPÍLOGO FINAL

El 4 de Marzo de 1940, muere con 73 años, su tío Federico Manzano Jiménez en su domicilio calle Santa Ana, nº 15. Nombra herederos a sus sobrinos Federico y Remedios Manzano Sancho, y Federico Manzano Govantes.

Este último, que aún no había sido fusilado cuando murió su tío, recibe en herencia la casa de la calle Santa Ana, valorada en 15.000 pesetas, y otras 10.000 pesetas en efectivo, que recibe su mujer Casilda Luna Carmona. Posteriormente, Casilda, ya viuda, vendió la casa, antes de irse a Venezuela, en 50.000 pesetas.

Resulta sarcástico que más de cuatro años después del fusilamiento de Federico Manzano Govantes, en el Boletín Oficial de la provincia de Madrid del 2 Enero 1945, se publicara por el Juzgado de Instrucción núm. 14 de la capital, una citación para que Federico Manzano Govantes compareciera, en el plazo de quince días en dicho Juzgado, para contestar los cargos que se le hacen en un expediente de responsabilidades políticas que se le ha abierto. Alegaban que desconocían su paradero.

JUZGADO DE PRIMERA INSTANCIA

RESPONSABILIDADES POLITICAS

JUZGADO NUMERO 14

Por el presente se hace saber que en el Juzgado de instrucción núm. 14, de esta capital, se sigue expediente de responsabilidades políticas con el núm. 187, contra Federico Manzano Govantes, de treinta y seis años, casado, funcionario y abogado, cuyo actual paradero se desconoce, citándosele por medio del presente para que dentro del término de cinco días comparezca ante dicho Juzgado a contestar los cargos que se le hacen, llamándose asimismo a cuantas personas puedan facilitar informes sobre el paradero de dicho individuo, así como sobre su conducta político-social o conozcan la existencia de bienes del mismo o de su cónyuge. Por medio del presente se hacen saber a dicho señor Manzano las prevenciones tercera, cuarta y quinta del art. 49 de la ley de Responsabilidades Políticas de 9 de febrero de 1939.

Dado en Madrid, a 19 de diciembre de 1944

El Secretario, Manuel Comellas

Boletín Oficial de la provincia de Madrid 2 Enero 1945


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