JUAN ALÉS Y ESCOBAR, MARQUÉS DE ALTA GRACIA. SEGUNDA PARTE

 


Enlace a la primera parte de la Crónica sobre el Marqués de Alta Gracia

GOBERNADOR CIVIL DE LA HABANA

Siendo Francisco Romero Robledo, de nuevo ministro de Gobernación, en el gobierno de Antonio Cánovas del Castillo, el 28 de marzo de 1884 fue nombrado Gobernador civil de la provincia de La Habana, don Juan Alés y Escobar, marqués de Altagracia.

A propuesta del Ministro de Ultramar,
Vengo en nombrar Jefe de Administración de primera clase, Gobernador civil de la provincia de La Habana, en la isla de Cuba, a D. Juan Alés y Escobar, Marqués de Alta Gracia.
Dado en Palacio a veintiocho de Marzo de mil ochocientos ochenta y cuatro.
ALFONSO.
El Ministro de Ultramar, Manuel Aguirre de Tejada.
GACETA DE MADRID 31 de marzo de 1884

Por ser miembro del partido conservador, Juan Alés no fue muy bien recibido por la prensa liberal de La Habana, ya que le veían como el apoderado de Romero Robledo.

El Sr. Alés, marqués de Altagracia, nuevo gobernador civil de la provincia de La Habana, está ya funcionando. El Sr. Alés vino aquí de sargento de infantería hace años; se casó en el país, reunió alguna fortuna, y llegó a ser coronel de voluntarios y alcalde de Matanzas. Malagueño y húsar, el Sr. Romero Robledo le dio, en 1879, el distrito de Campillos. Su nombramiento ha petado poco a los jefes del partido conservador, que tienen envidia al Sr. Alés, porque ninguno de ellos ha llegado a tanto. Los liberales solo dicen que el nuevo gobernador es serio, demasiado serio, que abrocha excesivamente su levita inglesa, dado el clima de La Habana y que un apoderado del Sr. Romero Robledo no es el hombre adecuado para hacer cumplir la ley de Patronato. […]
Habana 5 de Abril de 1884
18840425 EL LIBERAL

Se nombraba como ley del Patronato, a la ley de abolición de la esclavitud aprobada por el gobierno español por Real Orden de 2 de julio de 1880. En la ley se daba una emancipación parcial, que dejaba a los esclavos sometidos al patronato de sus poseedores, lo cual era una forma encubierta de continuar en esclavitud. Los patrocinados tenían que cumplir idénticos deberes que cuando eran esclavos, pero el patrono debía retribuir el trabajo al patrocinado. Este patronato, por ley, duraba ocho años.

A finales de año, desde los mismos medios, ya pedían su destitución.

En cambio, acerca del marqués de Altagracia, gobernador civil de la provincia de la Habana, sí tengo que decir.
El señor marqués es impopular entre conservadores y liberales.
Hace la guerra a los segundos en materias electorales; en cuanto a los primeros, no le perdonan su inactividad.
El marqués nada hace; no mejora la seguridad pública, no toma iniciativa en asunto alguno. “La Tarde” ha emprendido contra él una campaña que— ¡caso raro en Cuba!—gusta a conservadores y liberales.
Yo, que no soy aficionado al posibilismo, reconozco que “La Tarde” da en el clavo.
Es el caso que este diario ha publicado una carta, en la cual se dice que el ramo de Higiene tiene sobrante, y que el sobrante no se emplea bien. La aseveración se funda en números.
“La Tarde” invita al marqués a que rectifique esas cifras. El marqués da la callada por respuesta.
Pasan los días y el público se extraña de que el gobernador no oponga a los datos del autor de la carta, datos oficiales.
El marqués es hechura del Sr. Romero Robledo. Este, gran amigo de los conservadores de Cuba, les dará una satisfacción quitando de aquí al marqués.
Porque los conservadores, que saben de números, quieren un gobernador que conteste a las cuentas publicadas en “La Tarde”.
18841214 002 EL LIBERAL

El marqués solo tiene aversión a un periódico, a “La Tarde”, que se ha empeñado en averiguar lo que pasa con los fondos del ramo de Higiene.
El tribunal de imprenta ha condenado a “La Tarde” a cincuenta días de suspensión, por dos cartas que se han estimado insultantes para el marqués.
En las cartas no se nombraba al insultado. “La Tarde” ha apelado de esta sentencia, y. en tanto, sigue su campaña, preguntando con mucha cortesía por los fondos de la Higiene.
El gobernador no ha enviado rectificación alguna a la prensa. Ha llevado a los tribunales al autor de los datos publicados en “La Tarde”.
Como se trata de hechos administrativos y se admite la prueba, si el demandado la da, la situación del gobernador va a ser mala.
La absolución de esa persona es, en el fondo, la condena de los que hayan manejado los ingresos de la Higiene.
Una parte considerable de la opinión conservadora simpatiza con “La Tarde”, no por amor a la República, sino porque no le cae en gracia el marqués de Alta Gracia.
18841226 002 EL LIBERAL

El marqués de Alta Gracia, gobernador de la Habana está muy gastado. Si el señor Romero Robledo tiene algún Húsar de “renfort” que enviarnos, aunque sea un empleado de su casa, que lo mande pronto. El marqués de Alta Gracia está aislado; ni lo quieren los conservadores, ni peta a los liberales.
18850115 02 EL LIBERAL

Estos días se ha dicho que pasaría a la intendencia el señor marqués de Alta Gracia, gobernador civil de La Habana. La noticia produjo muy mal efecto. El marqués, como gobernador, es malo; como intendente, sería peor.
El señor Romero Robledo puede hacer de cualquiera un gobernador o su intendente; lo que no puede hacer es que el nombrado sirva para algo útil. Cuba entera conoce al marqués de Alta Gracia y le consta que ni ha estudiado ni conoce las cosas financieras. Cuando solo se trata de poner multas a los periódicos y de dar bandos – mal escritos – sobre el Carnaval, el marqués sale del paso. De contribuciones, de presupuestos, de déficits, de operaciones de tesorería ¿qué sabe él?
Abusando de su ignorancia, los empleados se entregarían al fraude más escandalosos. La gestión del marqués de Alta Gracia sería la más ruinosa de todas las conocidas en Cuba.
Posteriormente se ha dicho que el marqués no será intendente porque no lo han querido el señor Cánovas y el señor conde de Tejada, ministro de Ultramar. Si además tampoco lo quisieran para gobernador y el marqués se dedicase, como apoderado que es del señor Romero Robledo, a cuidar el ingenio España y a impedir que los esclavos del ministro de la Gobernación sean maltratados, estarían las cosas en su lugar.
18850316 01 EL LIBERAL

El señor general (Ramón) Fajardo (gobernador y capitán general de Cuba), se ha propuesto que en Cuba la cuestión política haga olvidar la cuestión económica y lo va consiguiendo.
Cuentan que el general ha dicho: “Para el mes de marzo no habrá en La Habana periódicos liberales”. La Audiencia y el gobernador civil secundan esta política desastrosa y provocativa. La Audiencia aplica severísimamente la ley de imprenta: el marqués de Alta Gracia, húsar trasatlántico, impone multas y más multas a los periódicos. “La Palanca” y “La Tarde” que son los de oposición más viva, gastan más dinero en multas que en papel y en jornales de cajistas.
En tanto, los alcaldes liberales van siendo sustituidos por alcaldes conservadores y se preparan las elecciones municipales contra los candidatos autonomistas.
Sigue….
18850320 01 EL LIBERAL

INGENIO ESPAÑA

En el año 1861, Julián de Zulueta y Amondo, funda la Central azucarera “España” en Perico (Matanzas). La dotación de esclavos fue traída directamente de África, procedentes de la antigua Dahomey, actual República de Benín. Además de los esclavos en el ingenio, existían también trabajadores chinos especializados en el purgado del azúcar.

El ingenio “España” de Julián de Zulueta, tenía una superficie de 91 “caballerías” en total (1.221 Ha) y 65 de caña (872 Ha), y una dotación de 530 esclavos y 86 asiáticos, utilizaba 500 bueyes, 14 mulas y 30 caballos.

Los esclavos vivían en un “batey” amurallado de piedras, con varias puertas estilo feudal, que se cerraban por las noches. El “batey”, es el lugar donde están las casas, oficinas y el comercio de la central azucarera.

Cuando falleció Zulueta, su viuda Juana Ruiz de Gamíz, solicita el 24 de abril de 1882, la inscripción de dicho ingenio azucarero, incluyendo todos los terrenos comprados alrededor de este, dándole una mayor extensión a la finca para que así fuera entregado como herencia a Josefa, Salvador, Ernesto y Eduardo, hijos del primer matrimonio de Julián Zulueta, quienes lo mantuvieron en su poder hasta el año 1915.


LA MUERTE DE LA NEGRITA AGUEDA EN EL INGENIO ESPAÑA

El 4 de marzo de 1885, en el ingenio “España”, ya perteneciente a la familia de Francisco Romero Robledo, ministro de la Gobernación, y en el que Juan Alés Escobar, gobernador civil de La Habana, era su apoderado, ocurrió la muerte de una niña de color, de 14 años de edad, hija de unos esclavos, víctima de los azotes y golpes que padeció por parte del capataz del ingenio, Francisco Zamora y de su ayudante Leonardo Iucumí.

El suceso produjo una gran conmoción popular, tanto en la isla de Cuba, como en la península, por el hecho en sí mismo, y por las dos autoridades conservadoras que se veían involucradas, uno como dueño y otro como responsable del complejo azucarero.

La prensa liberal, contraria a ambos, hizo de altavoz de lo sucedido, poniendo en un serio aprieto a Juan Alés, hasta el punto que una vez conocida la sentencia judicial, el Marqués de Alta Gracia presentó la dimisión de su cargo, abandonando la isla para evitar males mayores.

Voy a realizar un relato de lo ocurrido, extrayendo información de varios periódicos de la época, para a continuación trasladar íntegros algunos párrafos de artículos, que mejor que yo describen, en los términos de aquella época, lo sucedido.

En el batey, se hacía levantar a los esclavos a las dos de la mañana, saliendo a esa hora para el trabajo.

La negrita Águeda, con solo catorce años, ya se le consideraba con capacidad para realizar el trabajo de un esclavo adulto. Era una niña débil físicamente, de una constitución en extremo delicada, que casi siempre estaba enferma. Hacía tres años que venía sufriendo de ataques epilépticos. La noche anterior, por hallarse rendida y tener frío, se había ocultado para no ir al corte de caña.



Es en el cañaveral, donde comenzaron las escenas del sangriento drama. Viendo el boyero Francisco Zamora Olmo, la actitud pasiva de la niña, se apea de la bestia en que cabalgaba, y asesta a Águeda repetidos golpes con una vara de madera dura. Águeda trata de evadir el castigo y huye. Zamora da orden al contra-mayoral Leonardo Iucumí, para que la alcance con el mocho de cuero, usado en los antiguos tiempos, y hace tiempo prohibido en los ingenios actuales. Éste le asesta tres latigazos, y dándole alcance, la lleva a la presencia de Zamora. La sujeta mientras éste le pone una soga al cuello, y comienza de nuevo a apalearla, sin que contuviera su bárbara mano el desfallecimiento de la infeliz criatura, que cae rendida al suelo.

En tan lastimoso estado, Zamora dispone que se le traslade a una carreta, y se la conduzca al batey; el mismo Leonardo Iucumí, y el carretero Fabián la suben a la carreta, y en marcha esta, el boyero espera su llegada a las puertas del barracón, en donde se hallaba el cepo de madera de 19 huecos, testigo irrecusable de la infracción de las leyes y reglamentos que lo prohíben. Al llegar allí la carreta que conducía a Águeda, la arrojaron al suelo dándola con el pié, cayendo como un saco de arroz, frase textual de los testigos.

Así eran los cepos de castigo

En sus crueles instintos, y exasperado porque Águeda no se levantaba, le clava las espuelas que portaba, la llevan al cepo, descarga sobre su pecho varios taconazos y por último, se marcha cerrando con llave la puerta de la habitación, dejándola sola y entregada a sus tormentos, sin que conmovieran su alma perversa las súplicas y lamentos de su acongojada madre, que le pedía le dejase ver a la hija de sus entrañas. El padre, Salvador Mina, que esclavo y trabajando en el batey, viendo desde lejos el atropello, no pudo socorrer a su hija.

Y así, sola, sin amparo, permaneció hasta las cuatro de la tarde del día siguiente, que el alcalde municipal de Perico se presentó en el ingenio España a instruir diligencias por virtud da la denuncia qué le había hecho Ruperta, madre de Águeda.

El espectáculo que presenció el alcalde del Perico fue desgarrador. Águeda, cadáver, y vistiendo por todo traje un saco de arroz; más de 25 contusiones por todo su cuerpo, multiplicadas equimosis, las señales cruentas de las espuelas y copiosas manchas de sangre en la tarima, lecho de su más horrible agonía.

En el ingenio España, perteneciente al Sr. Romero Robledo, actual ministro de la Gobernación, de quien es representante y apoderado en Cuba el señor marqués de Alta Gracia, gobernador civil de la Habana, ha ocurrido un hecho monstruoso, que refiere así un periódico de Cuba, “La Palma”:
«El día 5 de febrero se presentaron en el juzgado municipal del Perico, una morena y un moreno, padres de la de su clase, de 14 años de edad, Águeda, perteneciente a la dotación de ingenio España, quejándose de que la misma había fallecido a consecuencia de los golpes que el día anterior se le habían inferido por varios empleados de la finca.
Personado en el lugar del suceso el juez municipal antedicho, encontró ¡todavía en el cepo! el cadáver de la infortunada Águeda, que presentaba señales inequívocas del brutal atropello con ella cometido. ¡Los bárbaros apaleadores se habían ensañado hasta tal punto en la infeliz patrocinada, que en su pecho y espalda quedaron marcadas las huellas de los herrados zapatos de aquellos cafres!
Por el juzgado de primera instancia de Colón (Matanzas) se han continuado las diligencias incoadas por el municipal, y la opinión pública, extraordinariamente sobrexcitada en toda la jurisdicción, se entera con ansiedad y horror de los detalles que va sacando a la luz la investigación judicial.
El ingenio «España» pertenece al Sr. Romero Robledo, de quien es representante y apoderado en Cuba el señor marqués de Alta Gracia, gobernador civil de La Habana.
Esta circunstancia especial hace desear aún más el pronto castigo de los culpables, para que pueda decirse con verdad que las poderosas influencias de aquellos personajes no alcanzan en manera alguna a turbar la acción justa y reparadora de los tribunales de justicia»
18850316 EL SIGLO FUTURO
18850314 EL GLOBO

Si este fuera un hecho aislado, con castigar a los autores, asunto concluido; pero no, no lo es. Esto ocurre o puede ocurrir todos los días, dado que la crueldad en los castigos y el sistema en el trabajo son los mismos que en aquellos tiempos en que la esclavitud estaba en su apogeo. Se han promulgado en vano la ley de 13 de Febrero de 1880 llamada de abolición de la esclavitud, y el real decreto de 27 de Noviembre de 1883 que abolió el cepo y grillete.
Pero aparte de este crimen, de que los tribunales entenderán a estas horas y que será castigado seguramente, así al menos lo esperamos, exigiendo la debida responsabilidad, no solo al mero ejecutor de él, sino a las personas que le dieron ocasión con sus crueles órdenes, cualesquiera que sean sus nombres y categorías, nos parece de suma gravedad y sobre ello llamamos la atención de las gentes, la siguiente afirmación contenida en un curiosísimo y edificante comunicado de D. Francisco Zamora, boyero del propio ingenio, declinando toda responsabilidad en este infame asesinato, después de confirmar su certeza, al par que entra en pormenores admirables respecto del orden de la finca y trato que en ella se da a los negros.
Me limito a copiar estas líneas que ha publicado con la firma del Sr. Zamora el periódico El Liberal de Colón (Matanzas):

 «El régimen de trabajo que se observa en el ingenio España, es el mismo que se acostumbraba en los buenos tiempos, pues allí se hace levantar la dotación a las dos de la mañana, y salen a esa hora para el trabajo hasta las doce del día; a la una vuelven para el campo hasta el oscurecer, empleándose entonces en el batey hasta las diez y media o las once de la noche. Como consecuencia de esas excesivas horas de trabajo, hay algunos negros que desfallecen, pero esto no importa porque en la finca hay seis contra-mayorales provistos de sus respectivos cueros y con órdenes terminantes para avivar al que se duerma.»

Después de tanto hablar de abolición de la esclavitud y de desmentir a los que se quejaban de que en realidad no hubiese terminado, salimos con que se mata a palos a los niños y se explota al negro tan inhumanamente.
¿Y para sostener esos abusos, y esos atropellos y esas infamias se mandan ahora 17.000 hombres a Cuba?
¡Ah madres de esos infelices que irán allá por carecer de seis mil reales! Al dolor que os causará su ausencia, vuestro abandono, y la seguridad de que no volverán a España ni el 25 por 100, unid ahora la pena y la vergüenza de que van, no a sacrificarse por la patria, sino a mantener un sistema de gobierno que cierra los ojos ante crímenes tan espantosos como el de una niña muerta a golpes y a puntapiés.
18850322 001 EL MOTÍN

Sr. Director de EL DÍA:
Aparte del horrendo crimen, apenas concebible en el seno mismo de la barbarie, porque la víctima es una niña ensangrentada, destrozada, moribunda, puesta en el martirio después de golpeada, para que la muerte con horrorosa agonía se cebe en ella, que quizá no tiene otro delito que haber querido descansar de un trabajo de diez y ocho horas; aparte de esta verdadera infamia, que ningún hombre honrado puede escuchar sin sentir que la sangre hierve ante tanta vileza y tanta cobardía; aparte de esto, siempre quedarán en pié tres hechos, de imposible preterición.
Él primero, que en Cuba, a principios de 1885, en una de sus más ricas jurisdicciones, al alcance de las primeras autoridades, existe un gran ingenio, famoso en otros tiempos por la dureza con que se explotaba al esclavo, y que hoy mismo desprecia todas las leyes, todos los reglamentos, todas las declaraciones de los tribunales y de las Cortes, y mantiene el régimen del cepo, de los azotes, del trabajo agotador de ¡21 horas diarias! a ciencia y paciencia de todo el mundo, como lo declara el boyero Zamora.
Segundo, que ese ingenio es de la propiedad de los herederos Zulueta, y hoy, por tanto, del señor don Francisco Romero y Robledo, ministro de la Gobernación, una de las eminencias del partido conservador español, y el personaje quizá más influyente de la situación política imperante. Y aun cuando no sea lícito acusarle sin oírle, de conocer y aprobar lo que en el ingenio «España» pasa; aun cuando se deba pensar que lo ignora y que lo desaprobará y corregirá, no por eso es menos significativo que tales monstruosidades acontezcan en la propiedad de un hombre de tal poder y tal evidencia, que por lo mismo debiera ser modelo en todos los órdenes y singularmente en el respeto riguroso a la ley.
Tercero, que el administrador y apoderado general del Sr. Romero Robledo en Cuba, y, por tanto, el jefe y director de ese ingenio «España» es el señor Alés, marqués de Altagracia y gobernador civil de la Habana. Dato de mayor valor si se le relaciona con la campaña que este caballero hoy sostiene con toda la prensa liberal de aquella ciudad y en favor de los elementos esclavistas de la jurisdicción, como lo comprueban el hecho de haber destituido al alcalde de Güines, Sr. Ocejo, por no allanarse a sortear la ley y haber nombrado alcalde, completamente fuera de terna a un vecino de la localidad, al señor Goicoechea, propietario del ingenio «Providencia» cuya dotación fue víctima a fines de 1883 de una bárbara acometida a golpes y a tiros por los guardas de la finca, produciéndose un grave escándalo sobre el cual se formaron nada menos que tres expedientes que patentizan la altísima inconveniencia de elevar a ese propio Sr. Goicoechea al cargo de alcalde de la villa y presidente (¡qué ironía!) de la junta de patronato.
B. S. M. - UN ABOLICIONISTA.
18850323 01 EL DÍA

Como se puede ver, Juan Alés llevaba un año de gobernador civil de La Habana, que está distante unos 170 km de Perico (Matanzas), el lugar donde se encontraba el ingenio España. En aquella época eso era una distancia muy larga, que según el medio de comunicación usado, se podía tardar un día de viaje para ir de un sitio a otro.

Aunque en el juicio, reconoció que era el administrador, y que había prohibido los castigos a los esclavos, difícilmente podía estar al tanto de los pormenores del ingenio, y mucho menos del trato que se daba a los mismos.

El caso es que la misma prensa que le atacó cuando se le nombró gobernador civil, no desaprovechó la ocasión para señalarle como parte responsable de lo ocurrido en el ingenio España con la muerte de Águeda.

SENTENCIA EN EL JUZGADO DE PRIMERA INSTANCIA DE COLÓN

El Juzgado de Colon (Matanzas) dictó sentencia en 20 de Mayo de 1885.
Hay que advertir que el fiscal calificó el hecho de homicidio, pero el Juzgado le califica de lesiones menos graves cometidas por el boyero Zamora y el negro Leonardo, a quienes condena a cuatro meses y un día de arresto mayor, autorizándoles además a permanecer en libertad provisional, mediante fianza.
Ni podemos ni debemos discutir la sentencia de un tribunal de justicia.
Pero lo que entra dentro de nuestra esfera de crítica y de censura es el hecho verdaderamente escandaloso e inmoral de que el gobernador civil de la Habana, señor marques de Alta Gracia, sea al mismo tiempo administrador principal del ingenio del señor Romero Robledo.
Solamente en tiempos conservadores puede suceder eso de aprovechar las posiciones políticas a favor de los intereses particulares de un ministro y viceversa.
El gobernador civil de La Habana y administrador de los bienes del señor Romero Robledo, negó, durante el curso del proceso, que se castigase en el ingenio, alegando que él lo había prohibido; pero conste que existe el cepo y se emplea el mocho.
Todo esto ocurre en los últimos años del siglo XIX y cuando no hay ningún país culto que sostenga la esclavitud.
18850717 01 LA IBERIA (MADRID)

Todo esto aparece probado, al par que consta la declaración solemne del marqués de Alta Gracia, gobernador de La Habana y administrador del ingenio, según la cual no se aplicaban en aquel los castigos prohibidos, y no se usaba el cepo ni mucho menos el mocho.
Ahora bien; en la sentencia recaída, fecha 15 de mayo, habiendo calificado el fiscal de homicidio lo que para la opinión era un asesinato, el juzgado califica el delito de lesiones menos graves, opinando que no hay dependencia absoluta entre la muerte de Águeda y los golpes recibidos, y condena al boyero Zamora y al negro Leonardo a CUATRO MESES Y UN DÍA de arresto mayor, con la autorización, por añadidura, para permanecer en libertad provisional, mediante fianza.
El juez de Colón se llama don Tomás Valls y Rodríguez.
18850720 06 LA VANGUARDIA (BARCELONA)

Aunque la sentencia se dictó en Colón el 20 de mayo, hay que tener en cuenta que en aquella época las noticias ocurridas en la isla tardaban en llegar bastante tiempo a la península, cuando llegaban. La principal forma, era a través de la prensa escrita que a bordo de los barcos, llegaban de un punto a otro. Así se explica que la sentencia del juicio y la reacción de la prensa cubana, no tuviera repercusión en la península hasta dos meses después, en el mes de julio.

Para esas fechas, el presidente del Gobierno Antonio Cánovas, que seguro que tenía mejor información por los correos oficiales, previendo la repercusión que el suceso podía tener, relevó a Francisco Romero Robledo del ministerio de la Gobernación el 15 de julio de 1885.

Esto creó un gran malestar en Romero Robledo, al que hasta ese momento se le consideraba la mano derecha de Cánovas. Esto produjo un distanciamiento entre ambos, y el acercamiento de Romero al general López Domínguez, con quien formó el partido Liberal-Reformista, y con el que se presentó a las elecciones del 4 de abril de 1886, con el que obtuvo un mal resultado. A raíz de dicha ruptura, Francisco Silvela que en 1885 era ministro de Gracia y Justicia, se convirtió en el nuevo lugarteniente de Cánovas del Castillo.

En dichas elecciones del 4 de abril de 1886, que ganó el partido Liberal de Mateo Sagasta, salió como diputado por Campillos Francisco Bergamín García, con solo 31 años. Sería la primera de las muchas elecciones que consiguió ser diputado por el distrito de Campillos.

LA APELACIÓN A LA SENTENCIA

Ante la escasa pena impuesta a los responsables de la muerte de Águeda, la Sociedad Abolicionista Española, una entidad creada en diciembre de 1864 en Madrid, presidida por Rafael María de Labra e integrada por políticos liberales, progresistas y radicales, cuyo objetivo era la abolición de la esclavitud en las Antillas españolas, decidió tomar cartas en el asunto. Era preciso apelar a la sentencia y procurar llevar este asunto al Tribunal Supremo. Pero para esto, era preciso redimir de la esclavitud a los padres de la niña Aguedita, y hacerlos mostrarse parte ante la Audiencia de La Habana.

«Elevada la causa a plenario, creían los elementos esclavistas que se echaría tierra al asunto, puesto que no habla quien se presentase parte en el mismo. La causa iba así a morir en el olvido.
Enterado de ello el Sr. Labra, presidente de la Sociedad abolicionista española, instó a la Delegación de Cuba para que obtuviese la libertad de la madre de la negrita Águeda, con el objeto de que, una vez libre, pudiera mostrarse parte y apurar los recursos de la ley en castigo de los asesinos de su hija.
Con la actividad y celo que le distinguen, el presidente de la Delegación, Sr. (Francisco) Giralt, inició una subscrición entre los abolicionistas de Cuba, subscrición que en pocas horas produjo, con exceso, la cantidad necesaria para manumitir a la mencionada esclava del Sr. Romero Robledo.
Libre ya esta desdichada, se ha personado en la causa que se sigue a los matadores de su hija.
Pero ahora resulta que la negra Ruperta es "arará", es decir, perteneciente a dicha tribu africana; y como quiera que sólo tiene cuarenta y cuatro años, resulta que esta infeliz es libre por derecho propio, pues sólo puede haber llegado a Cuba a bordo de uno de los barcos negreros que, desde 1817 son considerados como piratas, por virtud del convenio celebrado entre España e Inglaterra.
Así es que ha estado en la finca del señor Romero Robledo secuestrada. La Delegación abolicionista se propone formular en su nombre una reclamación sobre este particular.»
18850926 EL SIGLO FUTURO

Por situarnos en el entorno histórico en que nos movemos, diré que el 25 de noviembre de 1885, falleció con tan solo 28 años, el rey Alfonso XII, y comienza la regencia de María Cristina de Habsburgo.

LA SENTENCIA DEFINITIVA DE LA AUDIENCIA DE LA HABANA

Juan Alés, sin el paraguas protector de Romero Robledo en el ministerio de Gobernación, y viendo que el recurso contra la sentencia del Juzgado de 1ª instancia de Colón, había sido admitido por la Audiencia de La Habana, y que en la prensa liberal acometían contra él, exigiendo que se viera la responsabilidad del marqués de Alta Gracia en los sucesos, como administrador de Romero Robledo en el ingenio “España”, presentó a final de año su dimisión como Gobernador civil de la provincia de La Habana.

La dimisión fue aceptada, firmándola la reina regente el 2 de enero de 1886, pero no se publicó en la Gaceta de Madrid, hasta más de un mes más tarde, cuando ya se había dictado la sentencia por el tribunal de La Habana.

Ayer firmó S. M. los decretos de Ultramar, admitiendo la dimisión presentada por D. Juan Alés, Marqués de Alta Gracia, Gobernador civil de La Habana.
18860103 03 LA ÉPOCA

A propuesta del Ministro de Ultramar,
Vengo en admitir la dimisión que, fundada en motivos de salud, Me ha presentado de su cargo D. Juan Alés y Escobar, Marqués de Alta Gracia, Jefe de Administración de primera clase, Gobernador civil de la provincia de La Habana; declarándole cesante con el haber que por clasificación le corresponda, y quedando satisfecha del celo e inteligencia con que lo ha desempeñado.
Dado en Palacio a dos de Enero de mil ochocientos ochenta y seis.
MARIA CRISTINA
El Ministro de Ultramar
Germán Gamazo
18860206 Gaceta de Madrid

El 4 de febrero de 1886, la Audiencia de La Habana, se pronunció sobre el asunto, calificando los hechos como homicidio y elevando considerablemente las penas a los dos acusados. Veamos lo que decía la prensa.

Recordarán también nuestros lectores, porque la indignación que se produjo fue asimismo general, que el juzgado de 1ª instancia de Colón no encontró méritos en la muerte de la negrita Águeda ocurrida en un cepo de 19 huecos; en la debilidad física de la infeliz niña, víctima hacía tres años de ataques epilépticos; en los palos, patadas y espolazos que el bollero Zamora la propinó; en los latigazos que la dio con el mocho el negro Leonardo Iucumí; en el hecho de haber llevado a la desgraciada víctima al cepo atada con una cuerda por el cuello y a rastras; en el propósito de bañarla en aguardiente para curar sus heridas—hechos todos probados en la causa;—no encontró en todo esto, repetimos, méritos para calificar el delito que la opinión pública llamaba asesinato, más que de lesiones menos graves, condenando a Zamora y a Leonardo a cuatro meses y un día de arresto mayor, y autorizándoles además para permanecer en libertad mediante fianza.
Pero la justicia se abre paso. Elevada la causa en consulta a la Audiencia de La Habana, la Delegación de la Sociedad Abolicionista, que tantas pruebas de celo tiene dadas por la noble causa que perseguimos, no podía dejar así el asunto y encomendó la acusación de los criminales al distinguido letrado del Colegio de La Habana Sr. Miguel Chomát, que es a la vez secretario de aquella Delegación.
A fines de Enero último tuvo lugar la vista en los estrados del Tribunal. Pues bien: en 4 de Febrero de 1886, recayó el fallo de la Audiencia, que ha calificado los hechos de HOMICIDIO y declarando responsables de dicho delito al boyero D. Francisco Zamora y al negro Leonardo, en concepto de autor el primero y de cómplice el segundo, con la circunstancia atenuante de no haber querido causar un mal de tanta gravedad como el que produjeron, ha condenado a Zamora a 12 años y un día de reclusión temporal, con las accesorias de inhabilitación absoluta temporal en toda su extensión y sujeción a la vigilancia de la autoridad durante el tiempo de la condena y otro tanto más que empezará a contarse desde el cumplimiento de esta e indemnización de dos mil pesetas a los herederos de la pobre Águeda; y a Leonardo, a seis años y un día de prisión mayor, accesorias e indemnización de mil pesetas a los padres de la interfecta.
Condoliéndonos de la desgracia, hemos de felicitarnos, sin embargo, de este resultado, en el que tanta parte toca al Sr. Miguel Chomát, a quien desde aquí enviamos nuestros plácemes.
Pero aún falta que depurar algo que ha dejado intacto la Audiencia de La Habana.
Resulta probado, con toda la fuerza que tiene una sentencia judicial, que en el ingenio España se usaba, y con evidente rigor, el látigo y el mocho, terminantemente prohibidos desde 1870, y el cepo, que abolió un Real decreto de 1884.
¿No alcanza en esto ninguna responsabilidad al Sr. Alés, marqués de Alta Gracia, gobernador civil de La Habana entonces, por el concepto de administrador general del ingenio?
Esto es necesario que se depure y se depurará seguramente ante el Supremo Tribunal de Justicia, si a él vienen, como nos anuncian, el recurso de casación que la negra Ruperta Arará, madre de la negrita Águeda, se proponía interponer contra la sentencia de que dejamos hecho mérito.
(El Abolicionista.)
18860620 002 LA REPÚBLICA

Por desgracia, también en este fallo se prescinde totalmente de la responsabilidad que pudiera caber a los directores y administradores del ingenio España, a quienes las leyes y reglamentos vigentes sobre patronato y aún el mismo Código penal de las Antillas cometen una autoridad e imponen ciertos deberes, que traen anejas responsabilidades civiles y criminales, directas y subsidiarias, que será necesario hacer valer ante el Tribunal Supremo.
Aparte de que, resultando, al parecer, la existencia del cepo y otros instrumentos de tortura en el ingenio, y a pesar de que la dirección dada al sumario ha puesto fuera de debate el punto de las prácticas de los buenos tiempos de la esclavitud, que un empleado de la casa denunció, sin duda quedarán otros recursos para que las autoridades de Cuba salgan de la inactividad que han demostrado en este escandaloso asunto.
18860504 EL LIBERAL

Juan Alés, después de su dimisión como Gobernador civil de La Habana, permaneció unos meses más en la isla, imagino que cerrando algunos temas con su sustituto, D. Luis Alonso Martín, y otros asuntos particulares suyos y de Romero Robledo.

Sobre el recurso al Tribunal Supremo, que en la prensa se mencionaba, no hubo nada. Quizás desde la Sociedad Abolicionista, se conformaran con la destitución de Romero Robledo y la dimisión del marqués de Alta Gracia.

A finales de junio de 1886, Juan Alés regresó a la península, como podemos ver en el periódico El Día de Madrid. Había estado más de dos años en La Habana, y aunque no lo puedo decir con certeza, separado de su familia.

En el vapor-correo de Cuba Ciudad de Santander, que fondeó el lunes en el puerto de aquel nombre, han llegado a la Península, el marqués de Alta Gracia.
18860623 002 EL DÍA

Procedente de la Habana ha llegado a esta corte el marqués de Alta Gracia, gobernador civil que fue de aquella capital durante el último mando del partido conservador.
18860701 002 EL DÍA

A los pocos días de llegar a Madrid, huyendo del calor veraniego madrileño, se marchó con su esposa y sus hijos a pasar unos días de tranquilidad al balneario de Panticosa (Huesca)

En Panticosa el 18 de julio de 1886 estaba tomando las aguas en el Balneario, entre otros, los marqueses de Alta Gracia.
18860725 002 EL IMPARCIAL

UN ACCIDENTE MORTAL EN CÓRDOBA

Desde que regresó de Cuba en junio de 1886, Juan Alés estableció su residencia en Madrid, y se dedicó a la vida familiar y a reorientar su forma de vida para sostener la economía de su familia. Su hijo mayor Juan Enrique, por esa fecha iba a cumplir los veintiséis años, y el menor, Eduardo, nacido en Madrid, aún tenía ocho.

En el país, con el gobierno liberal de Mateo Sagasta, que se va a mantener hasta julio de 1890, se estaba produciendo el período más estable de toda la Restauración, cinco años sin cambio de partido gubernamental ni elecciones, siendo legislativamente muy fecundo.

Juan Alés, había entablado una gran amistad con D. Tomás Conde y Luque, que había sido alcalde de Córdoba (1875 -1877) y presidente de la Diputación provincial cordobesa (1878 y 1884). Era un año mayor que Juan Alés, y ambos, miembros del partido Conservador de Cánovas del Castillo. D. Rafael Conde y Luque, hermano de Tomás, había sido diputado en el Parlamento por Córdoba, en la misma legislatura en que lo fue Juan Alés.


Tomás Conde y Luque, hacía tiempo que se sentía molesto por una pertinaz afección estomacal, por cuyo motivo acostumbraba a ir por las tardes, a tomar unas aguas salutíferas que le habían prescrito los facultativos, a la fuente ferruginosa de la Tinajuela, que se halla por la carretera de Trassierra.

El viernes 24 de Febrero de 1888, la familia de Juan Alés Escobar se encontraba en Córdoba, donde pasaba algunas temporadas. Ese día, Tomás Conde invitó a tres de los hijos de Juan Alés, a que le acompañaran a dar un paseo a la sierra de Córdoba, hasta la fuente de agua. Para ello alquilaron un carruaje de caballos, que iba conducido por el cochero D. Rafael Bravo Gómez.

Los tres hijos, eran las dos hermanas, Julia de veinte años y María Luisa de quince, y el menor de los hijos, Eduardo de nueve años.

Después de haber permanecido un poco de tiempo en el manantial de las aguas, y en vista de que comenzó la lluvia con impetuosidad, pasadas las tres de la tarde, emprendieron el regreso a Córdoba. La circunstancia de estar lloviendo hizo que las ventanillas del carruaje fueran cubiertas por las cortinillas, y que el cochero se pusiera el impermeable, cubriéndose también la cabeza con la capucha de éste.
EI tenaz aguacero, batiendo contra al fieltro de la cubierta, y el capuchón que llevaba el auriga, fue la causa de que al atravesar el paso a nivel que existe en las inmediaciones de los jardines de la Agricultura, junto al arroyo del Moro, no se apercibieran ni los viajeros ni el cochero de la llegada del tren de la línea de Córdoba a Belmez, que acababa de salir de la estación de Cercadilla, y que cruzaba por el referido paso a nivel, en el instante mismo en que ellos trataban de atravesarlo. 
Este paso a nivel se halla protegido por una valla de madera bordeada de hermosas chumberas, y en las horas de cruce de trenes, cierran una cadena de hierro y una puertecilla de tablas, con objeto de evitar desgracias.
Juana González Requena, una anciana guarda-barrera del paso a nivel, abandonó su puesto, encomendando a otro su custodia, para ir a ver a su hijo que estaba en la cárcel.
Por el extremo de la curva asomó el tren, cuyo maquinista, al advertir el peligro, hizo silbar la máquina tirando de freno y dando contravapor. Pero la velocidad adquirida hizo inútil tales esfuerzos, y la máquina cayó sobre el carruaje.
En el momento del choque, que fue terrible, el carruaje fue despedido a larga distancia y arrollado después por la máquina. D. Tomás Conde y Luque fue lanzado del vehículo, cayendo al suelo fuera de la vía con un brazo fracturado y una espantosa herida en la región temporal izquierda, a consecuencia de la cual falleció instantáneamente.
El cochero fue despedido del pescante a larga distancia, a uno de los lados de la vía, no habiendo sufrido más que la relajación de un pie.



Apercibido el maquinista de la catástrofe ocurrida, dio contravapor, parando el tren inmediatamente casi en el mismo sitio del suceso.
Enseguida acudió la pareja de la Guardia civil de servicio en el tren, y su primera ocupación fue prestar auxilio a las personas que había en el coche, puesto que para el señor Conde era ya tarde cuanto pudiera hacerse. También muchos viajeros descendieron del tren y prestaron algunos auxilios a las pobres víctimas.
El vehículo quedó completamente destrozado, especialmente el juego delantero, punto donde recibió el primer golpe. El interior del carruaje ofrecía un cuadro desgarrador. La mayor de las jóvenes, Julia Alés, y el niño, Eduardo Alés, exhalaban tristes lamentos, mientras la otra hermana, María Luisa, que resultó ilesa, era presa del terror que le inspiraba el doloroso accidente que se presentaba a su vista.
Inmediatamente que tuvieron conocimiento del suceso se personaron en el lugar de la desgracia el jefe del cuerpo de Seguridad de Córdoba, el teniente y algunos individuos más de este cuerpo.
Los heridos fueron trasladados a la Casa de Socorro, donde pudo apreciarse la gravedad de las lesiones que habían recibido. Julia Alés, de veinte años de edad, tenía totalmente fracturado el tercio inferior de la pierna izquierda, distintas contusiones en la cara y cabeza, y una herida de grandes dimensiones en el pie derecho. Eduardo Alés, de nueve años de edad, había sufrido la fractura del fémur derecho, por la parte superior, y tenía rotas las clavículas de ambos hombros, varias contusiones y erosiones en la piel, y el cochero una contusión fuerte en la rodilla y pie izquierdos. La otra joven, María Luisa Alés de catorce años, solo resultó con una ligera contusión en la cara. Los facultativos encargados de la asistencia de los dos hermanos, dispusieron, vista la gravedad de la joven, que se le administraran los auxilios espirituales.
En los momentos mismos de ocurrir el suceso, y cuando el cuerpo exánime de D. Tomás Conde permanecía aún sobre la vía, pasó por su lado en carruaje su anciano padre el Sr. D. Juan Conde y Criado, que por el tumulto y las lamentaciones vio que había ocurrido algo extraordinario, dijo a su cochero:
—Miguel, para y entérate qué es eso.
El pobre Miguel (que es casi un individuo de la familia por los muchos años que lleva a su servicio) se apeó, y, aproximándose al cadáver, reconoció a su señorito, quedando aterrado. Comprendiendo enseguida la escena que por su tardanza podría dar ocasión si el padre se bajaba, cubrió con una manta el cadáver del hijo, y dominando apenas su profunda emoción, se volvió al carruaje, diciendo al impaciente anciano:
—No le he conocido; es un infeliz a quien ha matado el tren.
Y disuadiendo a su amo que pretendía bajarse para conocer por sí la realidad del hecho, arreó locamente a los caballos, llegando sin saber cómo ni por dónde a Córdoba.
El cadáver del Sr. Conde y Luque permaneció en el lugar del suceso hasta que, personado el juzgado de guardia correspondiente en el lugar de la catástrofe, dispuso el levantamiento del cadáver y su traslado al cementerio de la Salud, en la camilla de la empresa de los ferrocarriles, por dos mozos de número al servicio de la estación.
La mujer, que tenía el empleo de guarda-barrera del paso a nivel, donde ocurrió la catástrofe, ha sido detenida.
El maquinista y el fogonero fueron relevados por otros, por orden del Juzgado, y el tren continuó su marcha una hora después del suceso.
18880227 03 EL DÍA
18880227 02 LA IBERIA
18880228 01 LA MONARQUÍA

EL JUICIO POR EL ACCIDENTE

La señorita doña Julia Alés sufrió heridas graves que le ocasionaron la “pérdida de la pierna izquierda por amputación, una luxación de la cabeza del fémur derecho, otra incompleta de las dos últimas vértebras dorsales, con una gibosidad de carácter permanente, cuyas lesiones la impiden trasladarse de un punto a otro sin el auxilio de otra persona”; su hermano don Eduardo resultó con heridas que, aunque no tan graves, fueron de larga duración, quedándole “un acortamiento de cuatro centímetros del miembro inferior derecho, que produce una claudicación de carácter permanente”

El señor marqués de Alta Gracia se ha mostrado parte en la causa que se sigue a la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces, por la muerte de D. Tomás Conde y Luque, y lesiones a los dos hijos del marqués, pidiendo éste a la compañía una indemnización de seiscientas mil y pico de pesetas.

El 4 de marzo de 1890, dos años más tarde, se celebró ante la Audiencia de Córdoba, en juicio oral y público, la vista de la causa instruida contra Juana González Requena, la guarda-barrera del paso a nivel del ferrocarril de Córdoba a Belmez. La Sala se hallaba presidida por el presidente de esta Audiencia, señor don Segismundo del Moral, y los magistrados señores Garzón y Álvarez.

Se pide por el fiscal señor Muñoz, para Juana González Requena un año de prisión correccional por imprudencia temeraria, además que la empresa de los Ferrocarriles Andaluces satisfaga en concepto de indemnización con 35.000 pesetas a la señorita Julia Alés, y 5.000 a su hermano D. Eduardo. La familia pedía 500.000 pesetas para doña Julia Alés, 125.000 pesetas para su hermano don Eduardo, justificado por los honorarios del doctor en medicina y cirugía señor don Pedro Ángel Osuna.

Es preciso decir que la defensa y representación de la Compañía de Ferrocarriles Andaluces, la ejerció el letrado y Diputado a Cortes por Campillos, don Francisco Bergamín García, 
con 35 años, que para desgracia de Juan Alés, y según la prensa, “hizo gala de su vasta inteligencia y un perfecto conocimiento e interpretación de las leyes”, realizando una gran defensa de la Compañía.

El tribunal condenó a la procesada a la pena de ocho meses de arresto mayor, y además a satisfacer en concepto de indemnización la cantidad de 35 000 pesetas a los hermanos Julia y Eduardo Alés Aranzabe, siendo la Compañía de Ferrocarriles Andaluces, los responsables subsidiarios. Una cantidad muy por debajo de lo reclamado por la familia.

Fallamos que debemos condenar y condenamos a Juana González Requena por el delito de imprudencia temeraria en que ha incurrido sin circunstancias apreciables, a la pena de ocho meses de prisión correccional, suspensión de todo cargo, profesión, oficio y derecho de sufragio en cuanto sea compatible con su sexo, indemnización de veinte y cinco mil pesetas al Excmo. Sr. Don Juan de Dios Alés y Escobar, Marqués de Alta Gracia, por los perjuicios irrogados a su hija Julia Alés; diez mil pesetas por los ocasionados a don Eduardo Alés, y en las costas procesales; aprobamos, con la cualidad de sin perjuicio, el auto en que se declara la insolvencia de la procesada, y en su consecuencia declaramos responsable subsidiariamente a la Compañía de los ferrocarriles Andaluces, considerándola en tal concepto a satisfacer al Excmo. Sr. Don Juan de Dios Alés y Escobar, Marqués de Alta Gracia las referidas sumas, por los perjuicios irrogados a sus hijos doña Julia y don Eduardo Alés.

Ante la sala segunda del Tribunal Supremo ha tenido lugar ayer la vista sobre admisión del recurso interpuesto por el marqués de Alta Gracia contra sentencia dictada por la Audiencia de Córdoba. Alegaba que la indemnización era insuficiente, “puesto que la suma exacta que gastó a consecuencia de las lesiones que sufrieron sus hijos, era de 100.697,08 pesetas”, y que las lesiones que sufrió su hija, “fueron de suma gravedad, dejándola no solo deforme, sino imposibilitada y con necesidad diaria de asistencia facultativa”

El 26 de junio de 1890, el Tribunal Supremo de Justicia desestimó el recurso de casación interpuesto por el señor Marqués de Alta Gracia contra la sentencia dictada por la Audiencia de lo criminal de Córdoba en la causa seguida a Juana González Requena, porque el Código penal, “no cabe discutirse, en un recurso de casación, la cantidad que por indemnización o reparación de daño causado deba satisfacerse”.
Diario de Córdoba 18900305 03, 18900307 02, 18900627 02 y 18900704 03.

El 10 de enero de 1891, fallece en Guanabacoa, pueblo de la provincia de La Habana, su hermano Antonio Alés y Escobar. Tenía solo 54 años, y había llegado ser teniente coronel de infantería. Una hija suya, María Amparo Alés y Quintana, sería en 1920, la segunda marquesa de Alta Gracia.


PROBLEMAS ECONÓMICOS
Estamos a primeros de 1891. A Juan Alés, los gastos médicos que le acarreó el accidente de sus hijos, le produjo un gran quebranto económico, hasta el punto que tuvo que dejar de pagar un préstamo hipotecario que le había concedido el Banco Hipotecario de España para la compra de una hacienda denominada “Meca” en el término municipal de Adamuz (Córdoba), lo que motivó que la misma se sacara a subasta pública por 375.000 pesetas. Al no presentarse posturas suficientes, fue necesario llegar hasta una tercera subasta por la mitad del precio, que se celebró en agosto de ese año.

En virtud de providencia dictada por el Sr. Juez de primera instancia del distrito del Centro de esta Corte con fecha 4 del corriente en los autos que sigue el Banco Hipotecario de España contra D. Juan Alés y Escobar, Marqués de Alta Gracia, se saca a la venta en pública subasta por término de quince días y en la cantidad de 375.000 pesetas una hacienda denominada Meca, situada en término de Adamuz, en Sierra Morena, provincia de Córdoba, con varias casas y un molino aceitero, y destinada a olivar en su mayor parte, y en una pequeña porción a viña, lindante al Norte con […] Tiene de 25.000 a 26.000 olivos, algunas plazas y vides. Su cabida se calcula en 550 fanegas de marco real, equivalentes a 354 hectáreas, 18 áreas, para cuyo remate, que será doble y simultáneo en este Juzgado y en el de Montoro, se ha señalado el día 1.° de Abril próximo, a la una de su tarde, en las salas de audiencia de ambos Juzgados, previniéndose que no se admitirán posturas que no cubran las dos terceras partes de la cantidad expresada, y que para tomar parte en la subasta deberán los licitadores consignar previamente en la mesa del Juzgado el 10 por 100 efectivo de la repetida suma fijada como tipo para la misma, y por último se advierte que no se ha suplido la falta de títulos de propiedad de la finca, y se previene que los licitadores habrán de conformarse con los que se le faciliten, y no tendrán derecho a exigir ningunos otros, y que no se deducirán ninguno de los censos que gravan la finca.
Madrid 5 de Marzo de 1891.= V.° B.°= El Juez de primera instancia, Luis Ponce de León.= El actuario, Lino Gutiérrez.
18910312 Gaceta de Madrid

Pública subasta por segunda vez el 30 de mayo por 281.250 pesetas
18910507 Gaceta de Madrid

Pública subasta por tercera vez el 8 de agosto por 187.500 pesetas
18910718 Gaceta de Madrid

FALLECE SU HIJA JULIA

El 14 de octubre de 1891 fallece en Córdoba su hija Julia Alés y Aranzabe, tres años y medio después del gravísimo accidente que sufrió y que le dejó con grandes secuelas.


Hoy, mañana y pasado se hará en la iglesia del Monasterio de Santa Marta, exposición solemne del Santísimo Sacramento, con licencia de nuestro Excelentísimo Prelado: se celebrará el Santo Sacrificio de la Misa a las seis y media; a las ocho y media se expondrá el Santísimo, y a las nueve se celebrará una Misa cantada solemnemente. Se hará el ejercicio del Mes del Rosario antes de la reserva, y después se cantará un Responso todos los días. Estos cultos son costeados por la Excma. Sra. Marquesa de Alta Gracia, en sufragio de su hija la señorita doña Julia Ales Aranzabe, que falleció el día 14 de octubre de 1891.
18921013 03 DIARIO DE CÓRDOBA

JUAN ALÉS, GOBERNADOR DE LA REGIÓN CENTRAL Y DE LA PROVINCIA DE MATANZAS

El 5 de julio de 1890, llega al poder un gobierno conservador presidido de nuevo por Antonio Cánovas del Castillo.

Francisco Romero Robledo, había retornado a las filas del partido Conservador en 1890. Cuando Cánovas del Castillo, quiso renovar su gobierno en noviembre de 1891, y dar entrada a Romero en la cartera de Ultramar, manteniendo a Francisco Silvela en Gobernación, este último invocó motivos de pública honestidad para no formar parte de un Gabinete en que estuviera el Sr. Romero Robledo, presentando su dimisión. No eran buenas sus relaciones con Silvela, que veía en él, la esencia del caciquismo.

El 11 de noviembre, fue nombrado ministro de Ultramar. Reorganizó la administración de la Isla de Cuba, con una orientación más centralista, y opuesta a cualquier tipo de concesión autonomista.

Cuando se cesó a Ricardo Galbís, gobernador del Banco Español de La Habana, por estar involucrado en un negocio de acaparamiento de billetes pequeños, según la prensa de la época, se habló de la candidatura de Juan Alés para ocupar el cargo de gobernador.

Dice “El Globo” que el candidato que parece reunir mayores probabilidades para el cargo de gobernador del Banco Español de la Habana es el señor marques de Alta Gracia, persona residente en la Habana y de toda la confianza del señor Romero Robledo.
18911215 01 EL DÍA

En el consejo de ministros se trató también de las cuestiones de Cuba. El señor Romero Robledo dio cuenta de haber dimitido el señor Galbís el gobierno del Banco Español de la Habana y propuso para reemplazarle al marqués de Altagracia.
En caso de que este nombramiento llegue a hacerse será un rudo golpe para el prestigio del señor Romero Robledo, porque el marqués de Altagracia es precisamente administrador suyo.
El general Martínez Campos se halla disgustadísimo, pues el señor Galbís es íntimo amigo suyo, tanto, que el primer disgusto que tuvo con el señor Sagasta fue porque éste no quiso nombrarle para dicho cargo.
18911216 06 LA VANGUARDIA

Romero Robledo, que seguía teniendo unos grandes intereses económicos en Cuba, finalmente no pudo nombrarle para el puesto de Gobernador, para el que creo que no tenía la preparación y formación adecuada, y lo hizo Gobernador de la Región Central y de la provincia de Matanzas, un lugar que conocía muy bien Juan Alés por haber vivido allí muchos años.

Juan Alés y Escobar con la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica en el pecho

A propuesta del Ministro de Ultramar; de acuerdo con el Consejo de Ministros;
En nombre de Mi Augusto Hijo el Rey D. Alfonso XIII, y como Reina Regente del Reino, y en virtud de la nueva organización de servicios derivada del Real decreto de 31 de Diciembre último,
Vengo en nombrar Jefe Superior de Administración, Gobernador de la Región Central y de la provincia de Matanzas en la isla de Cuba, a D. Juan Alés y Escobar, Marqués de Alta Gracia, y Gobernador que ha sido de la provincia de la Habana.
Dado en Palacio a 17 de Enero de 1892.
María Cristina
El Ministro de Ultramar, Francisco Romero y Robledo.

La prensa no había olvidado al marqués de Alta Gracia, y lo recibió como era de esperar:

"Queréis conocer al señor Ministro de Ultramar” continuó diciendo el orador. “Pues ese Ministro nombra gobernadores regionales a sus administradores. Así lo ha hecho con el de Matanzas”. Se refiere a D. Juan Ales, Marqués de Altagracia, nombrado recientemente por el actual Ministro de Ultramar, Gobernador de la Región Central, con residencia en Matanzas, que si bien es la ciudad menos a propósito por su cercanía a La Habana y su situación en un extremo del territorio, allí es donde radican las fincas que posee el señor Romero y administra su apoderado el favorecido Marqués.

A lo que Romero Robledo, no tenía ningún reparo en contestar:

El señor marques de Alta Gracia sí que es administrador mío. ¿Pero a quien voy a confiar mis intereses, a mis amigos o a mis enemigos?
18920214 01 EL LIBERAL

No he encontrado nada significativo que reseñar de su año como Gobernador de la Región Central. Solo mencionaré que coincidió su estancia en Cuba, con los actos conmemorativos del cuarto centenario del descubrimiento de América que tuvieron una gran celebración en La Habana.

Referente a esto último, Ildefonso Felguera en su “Miscelánea Campillera”, páginas 425 y 426, nos muestra un revista de La Habana, que estaba en Campillos en posesión de la familia Alés, publicada en octubre de 1892, con el título “Cuba a Colón”, y que se define como “Publicación consagrada a conmemorar en la Gran Antilla, el Cuarto Centenario del descubrimiento de América”.

En ella, el Director de la misma, solicita al Marqués de Alta Gracia una colaboración literaria para insertar en la revista que está preparando. Este le envía una carta con el siguiente texto:

DEL EXCMO. SR. MARQUÉS DE ALTAGRACIA, GOBERNADOR DE LA REGIÓN CENTRAL, Y DE LA PROVINCIA DE MATANZAS.
«Matanzas, 1º Octubre 1.892.
Sr. D. Enrique Novo.
Muy señor mío y amigo: hace algunos días que tengo a la vista su apreciable del 26, en la que me pide un autógrafo para su número CUBA A COLÓN y es lo cierto, que no sé como complacerlo. Los autógrafos, exigen cierta originalidad, creación de grandes hombres, cuya sola firma, garantiza lo que digan.
Todo en Colón fue grande: su talento, su inspiración, su perseverancia, su valor y sufrimientos; hasta sus cenizas causan respeto. ¿Y qué puede decirse que ya no se haya dicho?
Reléveme Vd. de este conflicto y crea Vd. que su periódico no resultará triste con la falta de una personalidad, que tendrá suma complacencia en ser su afmo. amigo y s.s.q.b.s.m.
Altagracia.»

Más adelante el citado periódico, esbozaba una breve historia ensalzando la personalidad de los colaboradores. La referida a nuestro paisano decía así:

«Excmo. Sr. D. JUAN ALES, MARQUÉS DE ALTAGRACIA, GOBERNADOR DE LA REGIÓN CENTRAL Y DE LA PROVINCIA DE MATANZAS.
En Cuba, donde ha ejercido como Gobernador Civil de la Habana, ha pasado la mayor parte de su vida laboriosa y fecunda el Excmo. Sr. Marqués de Altagracia, a quien, por tanto, se conoce bastante en este país para que resulte innecesaria la publicación de su biografía brillante que está en la memoria de todos y en el corazón de los pueblos en que ha desempañado puestos elevados que le hayan permitido desarrollar sus grandes dotes y beneficiosas iniciativas.
La provincia de Matanzas, con la que está tan identificado como pueda con sus propios hijos el mejor de los padres, debe a su actual Gobernador, siempre celoso del bien de sus administrados, importantes disposiciones oficiales que han influido decisivamente en el bienestar y el progreso de la región extensa que la confianza bien merecida del Gobierno de S. M. ha confiado a su lealtad e inteligencia.
En su trato social, el Sr. Marqués de Altagracia es dechado de amabilidad y cortesía: tan servicial como atento y caballeroso, en él hallan siempre sus amigos, aún los de última hora, y en general cuantos solicitan su apoyo valiosísimo, afecto sincero, delicadas atenciones y concurso leal para cuanto sea noble o justo.»

El 11 de diciembre de 1892, cesa el gobierno de Antonio Cánovas, y con él Francisco Romero como ministro de Ultramar. Pocos días después, Juan Alés y Escobar, presenta su dimisión.

A propuesta del Ministro de Ultramar, de acuerdo con el Consejo de Ministros; en nombre de Mi Augusto Hijo el Rey D. Alfonso XIII, y como Reina Regente del Reino,
Vengo en admitir la dimisión presentada por Don Juan Alés y Escobar, Marqués de Alta Gracia, del cargo de Gobernador de la Región Central y provincia de Matanzas, declarándole cesante con el haber que por clasificación le corresponda, y quedando satisfecha del celo e inteligencia con que lo ha desempeñado.
Dado en Palacio a cinco de Enero de mil ochocientos noventa y tres.
MARÍA CRISTINA
El Ministro de Ultramar, Antonio Maura y Montaner
18930107 Gaceta de Madrid

Juan Alés, a pesar de que estaba sin su familia, permaneció en Cuba unos meses más, imagino que dejando en orden algunos asuntos que afectaran a intereses suyos, y sobre todo a los de Romero Robledo.

El 9 de junio de 1893, salió de La Habana en el vapor Cataluña con dirección Santander. Ya no volvería más a la isla de Cuba, a donde llegó siendo sargento de ejército 32 años antes, donde se casó y formó una familia,  y donde alcanzó una alta posición social y una desahogada situación económica. Tenía 59 años.
18930611 001 Diario de la Marina

SU RESIDENCIA EN MADRID

Desde su regreso de Cuba, desaparecen prácticamente por completo, las noticias sobre los marqueses de Alta Gracia, señal clara de que se han desvinculado de casi todos los actos sociales del Madrid de finales del siglo XIX. Vivían en la calle Zurbano número 19, en el barrio de Chamberí de Madrid.

En diciembre de ese mismo año, fallece la madre de la marquesa de Alta Gracia. Era también madre de Concepción Aranzabe y Alpizar, condesa de Egaña.

Muere en Madrid la madre de Luisa Aranzabe, doña Rosario Alpizar y Arévalo, viuda de Juan Antonio Aranzabe y Aramburu. 
18931228 04 LA CORRESPONDENCIA DE ESPAÑA

Por la época de verano, aparecen noticias cortas en la prensa, sobre los lugares de veraneo de los marqueses y su familia.

En 1895 vemos que veranean en un hotel de la playa del Sardinero, en Santander. En 1896 vuelven a repetir en Santander. En 1897 en el balneario de Alhama de Aragón (Zaragoza) y en el de Panticosa (Huesca).



El 23 de diciembre de 1898, fallece a los 24 años de edad su hija, María Luisa Ales y Aranzabe. Vivían tres hijos, de los cinco que tuvieron, Juan Enrique, Guillermo y Eduardo. Las dos hijas habían fallecido.

Juan Alés y Escobar, marqués de Alta Gracia, falleció el 30 de Enero de 1903.

Según Ildefonso Felguera en su “Miscelánea Campillera”, página 428: “Un hecho constatado es que vino a morir a su patria chica, en la casa que le vio nacer en la calle Real, y enterrado en el Panteón familiar de los Alés. Hasta la reforma que se hizo en dicho Panteón, figuraba su lápida y ahora no está”

LA FAMILIA ALÉS EN CAMPILLOS

En la primera parte de la Crónica sobre el marqués de Altagracia, ya comenté que los hermanos Alés Escobar, eran cinco: Ildefonso, Juan, Josefa, Antonio y Francisco. Sobre los tres que se dedicaron a la carrera militar y se marcharon a Cuba, ya he expuesto todo lo que he podido recabar sobre sus vidas. Me queda que hablar sobre los dos que se quedaron en la península, Josefa y Francisco.

Sobre Josefa, solo puedo decir que aparece en los censos de Campillos de 1864 y 1872, como soltera y viviendo en la calle Real número 93. En el censo de 1864 dice que tiene 35 años (coincidiría con la edad de Ildefonso) y en el de 1872, dice que tiene 40 (hubiera nacido en 1832). En alguno de los dos censos no dice la verdad, o quizás en ninguno de los dos. De todas formas, pienso que fue la segunda, y que debió nacer después de Ildefonso (1829) y antes que Juan (1834). Esto es lo poco que puedo aportar sobre ella.

Sobre Francisco, comentar que no aparece en ninguno de los dos censos referidos, por lo que no debía vivir por esas fechas en Campillos.

La primera información de la que dispongo sobre Francisco Alés Escobar, es que se casó con Socorro Casero. Un hijo de ellos Alfonso Alés Casero (Antequera), se casó con Teresa Palop Casasola (Campillos). Alfonso falleció en Campillos en 1932, ya viudo. Tenía un hermano llamado Enrique Alés Casero que vivía con él en la calle Santa Ana, número 30.

Alfonso Alés y Teresa Palop, tuvieron por hijos, que yo sepa, a 
Trinidad, Francisco, Dolores, Juan Ramón y Alfonso Alés Palop. Trinidad estuvo casada con Federico Manzano Sancho. A Juan Ramón y a Alfonso los asesinaron en Campillos durante la Guerra civil, el 15 de agosto de 1936.

De todas formas, seguro que algún familiar de la familia Alés Palop, tiene mejor información que la tengo yo. Si fuera así, me gustaría que me la completara, y poder incorporarla a esta página.

Sobre Ildefonso Alés y Casero, pienso que es el mismo Alfonso, hay una carta de Francisco Romero Robledo, siendo ministro de Ultramar, dirigida a él en la que le dice:



Madrid 30 de enero de 1892
Sr. D. Ildefonso Alés y Casero
Campillos
Muy Sr. mío: Cumpliendo el encargo que me hizo mi particular amigo Sr. D. Juan Alés, Marqués de Alta Gracia, tengo el gusto de remitir a V. en su nombre la adjunta Credencial que le nombra Oficial 3º del negociado de Timbre y Loterías en la Sección Central de Hacienda del Gobierno General de Cuba.
Firmado F. Romero y Robledo


En esa época, Juan Alés estaba en Matanzas de Gobernador de la Región Central.

MARQUESADO DE ALTA GRACIA

Al fallecer Juan Alés y Escobar, primer marqués de Alta Gracia, el 30 de enero de 1903, ninguno de sus tres hijos, Juan Enrique (40 años), Guillermo (34) y Eduardo (24), reclamaron para alguno de ellos, la sucesión en el título.

El mismo estuvo vacante hasta 1920, cuando Julio Cesar Martín de la Ferté, reclamó la rehabilitación del título, a favor de su esposa María Amparo Alés y Quintana, hija del hermano de Juan Alés, Antonio Alés y Escobar, casado con Ana Quintana y Pedroso en Artemisa (Cuba) el 15 de diciembre de 1873.

D. Julio Martín de la Ferté ha solicitado en este Ministerio la rehabilitación del Título de Marqués de Alta Gracia a favor de su esposa doña Amparo Alés y Quintana; y en cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 9.º del Real decreto de 27 de Mayo de 1912, se señala el plazo de quince días, a partir de la publicación, para que, dentro del mismo, aquellos a quienes conviniere puedan hacer uso de su derecho en relación con el Título expresado,
Madrid, 6 de Abril de 1920
GACETA DE MADRID DEL 8 DE ABRIL DE 1920

María Amparo Alés y Quintana (Artemisa 1875–La Habana 1954), se había casado en La Habana, parroquia de Guadalupe, el 3 de septiembre de 1898, con don Julio César Martín de la Ferté, hijo de don César Martín y Pérez-Cossío, Administrador de Rentas Reales, y de doña Julia de la Ferté y Goitia. Era coronel de Caballería.

REAL DECRETO
Accediendo a lo solicitado por don Julio Martín de la Ferté, en nombre de su esposa doña María del Amparo Alés y Quintana; teniendo en cuenta lo dispuesto en el Real decreto de 27 de Mayo de 1912; de conformidad con los dictámenes de la Diputación de la Grandeza de España y Comisión permanente del Consejo de Estado, a propuesta del Ministro de Gracia y Justicia,
Vengo en rehabilitar, sin perjuicio de tercero de mejor derecho, el título de Marqués de Alta Gracia a favor de doña María del Amparo Alés y Quintana para sí, sus hijos y sucesores legítimos.
Dado en Palacio a diez y ocho de Octubre de mil novecientos veinte.
ALFONSO
El Ministro de Gracia y Justicia,
MARIANO ORDÓÑEZ
GACETA DE MADRID DEL 20 DE OCTUBRE DE 1920

Doña María del Amparo Alés y Quintana, fue la segunda Marquesa de Alta Gracia por Real carta de sucesión de 29 de octubre de 1920.

No tuvo hijos y el título lo heredó en 1957 un sobrino de ella, Antonio Alés y Reinlein (1905 – 1980), hijo de su hermano Rafael Alés y Quintana y de Mercedes Reinlein Edelmann

ORDEN de 3 de agosto de 1957 por la que se manda expedir Carta de Sucesión en el título de Marqués de Alta Gracia a favor de don Antonio Alés Reinlein.
Excmo. Sr.: Con arreglo a lo prevenido en el Real Decreto de 27 de mayo de 1912,
Este Ministerio, en nombre de S. E. el Jefe del Estado, ha tenido a bien disponer que, previo pago del impuesto especial correspondiente y demás derechos establecidos, se expida carta de sucesión en el título de Marqués de Alta Gracia, a favor de don Antonio Alés Reinlein, por fallecimiento de su tía doña María del Amparo Alés y Quintana.
Madrid, 3 de agosto de 1957.
B.O.E. 12 de julio de 1957

Don Antonio Alés y Reinlein, fue el tercer Marqués de Alta Gracia (1905-1980), con más de cincuenta años se casa con María Luisa Zarauza y Andina. Era arquitecto y presidente de la Diputación Provincial de Orense. Fue Procurador en Cortes por la representación de las Diputaciones provinciales desde 1958 hasta 1970.

Tampoco tuvo hijos, y a su muerte en 1980, el título lo solicitó su hermano José María Alés y Reinlein.

RESOLUCIÓN de 28 de mayo de 1981, de la Subsecretaria, por la que se anuncia haber sido solicitada por don José María Alés y Reinlein, la sucesión en el título de Marqués de Alta Gracia.
Don José María Alés y Reinlein ha solicitado la sucesión en el título de Marqués de Alta Gracia, vacante por fallecimiento de su hermano, don Antonio Alés y Reinlein, lo que se anuncia por el plazo de treinta días, contados a partir de la publicación de este edicto a los efectos del artículo 6º del Real Decreto de 27 de mayo de 1912, para que puedan solicitar lo conveniente los que se consideren con derecho al referido titulo
Madrid, 26 de mayo de 1981
B.O.E. 17 de julio de 1981

José María Alés y Reinlein, cuarto Marqués de Alta Gracia, (1909-2004). Microbiólogo. Se especializó en Microbiología Clínica, desarrollando su carrera profesional, principalmente en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, donde fue uno de los principales colaboradores del profesor Carlos Jiménez Díaz, fundador del centro. José María Alés fue uno de los principales impulsores del avance de la Microbiología clínica en España.

Tampoco tuvo hijos y el título lo heredó en 2006 un sobrino suyo, Ignacio Javier Jofré Alés, quinto Marqués de Alta Gracia (1935 – 2010), hijo de su hermana Ana María Alés Reinlein, fallecida en Madrid el 5 de septiembre de 1980.

ORDEN JUS/4252/2005, de 19 de diciembre, por la que se manda expedir, sin perjuicio de tercero de mejor derecho, Real Carta de Sucesión en el título de Marqués de Alta Gracia, a favor de don Ignacio Javier Jofré y Alés.
De conformidad con lo prevenido en el Real Decreto de 27 de mayo de 1912, este Ministerio, en nombre de S.M. el Rey (q.D.g.), ha tenido a bien disponer que, previo pago del impuesto correspondiente, se expida, sin perjuicio de tercero de mejor derecho, Real Carta de Sucesión en el título de Marqués de Alta Gracia, a favor de don Ignacio Javier Jofré y Alés, por fallecimiento de su tío, don José María Alés Reinlein.
Madrid, 19 de diciembre de 2005
B.O.E. 16 de enero de 2066

Aurora Jofré Ocampo es desde Febrero de 2012, la sexta Marquesa de Alta Gracia, por el fallecimiento de su padre, don Ignacio Javier Jofré Alés.

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