MARZO DE 1936. LA AGONÍA DE LA SEGUNDA REPÚBLICA

 

Iglesia parroquial de Torrevieja (Alicante)

En el prólogo al libro «Historias de pueblos del norte de Málaga durante la guerra civil» (2015) de Alfonso Ruiz Padilla, escribí:

Cuando se escribe un libro sobre la guerra civil española, hay que tomar como punto de partida un conocimiento real de lo que ocurrió en España antes y después del 18 de julio de 1936. El inicio de la misma no se entiende si no se conoce lo ocurrido en los cinco años que duró la Segunda República. Hay que entender la realidad de aquella «república democrática», ocultada deliberadamente por supuestos historiadores.
No hay nada más alejado de la realidad que decir que la República del año 1936 era democrática y un oasis de libertad. Y sin embargo, continúan publicándose libros y realizándose reportajes, en los que se insiste en la visión de una República idílica, progresista y maravillosa para los trabajadores, y que fue destruida por las conspiraciones de la oligarquía, omitiendo o desvirtuando los propios testimonios de Azaña, Largo Caballero, Prieto, Alcalá-Zamora, Lerroux, los «fundadores de la república», ignorando la documentación interna de los partidos o la prensa de la época. […]
Todos fueron culpables: partidos de uno y otro signo, sindicatos, gobiernos, iglesia, oligarquía, anarquistas, militares, cuerpos de seguridad. Sus grandes errores dieron lugar a un clima de guerra civil, que nació del odio a las ideas y a las personas. Por esta razón la democracia resultó inviable, y los odios acumulados se transformaron en una marea de crímenes y asesinatos, cuando se produjo el hundimiento del Estado y las barreras de la ley cayeron definitivamente por tierra. Nada hay ya que hablar cuando la regla del juego es la fuerza.

Es mi intención, desarrollar de una forma continuada, a partir de esta, una serie de Crónicas que pretenden abarcar el periodo que va desde las elecciones del 16 de febrero de 1936, hasta el asesinato de José Calvo Sotelo el 13 de julio de 1936. Fueron cinco meses que desembocaron, en un golpe de estado contra el régimen republicano del Frente Popular, que fracasó y dio lugar a la guerra civil.

Escribí en mi Crónica «INTRODUCCIÓN A LA CRÓNICA SOBRE LA GUERRA CIVIL EN CAMPILLOS»


¿Pero cómo pudo llegarse a tales extremos de odio y crueldad en los dos bandos? Importa entender el proceso que llevó en nuestro país al hundimiento de la legalidad, ya que no por azar se origina una guerra civil.
Las diferencias políticas fueron transformándose en auténticas hostilidades, y cuando en febrero de 1936 ocuparon el poder quienes propugnaban una política de revancha por los sucesos de octubre de 1934, España se convirtió en un teatro de violencias y muertes, abocado fatalmente a la guerra civil. La convivencia ciudadana se había deteriorado hasta límites increíbles, bajo un clima de odio de clases y persecución religiosa. Atentados, huelgas salvajes, incendio de cosechas, quema de iglesias y conventos, en una espiral sangrienta que culminó con el asesinato de Calvo Sotelo, líder de la oposición parlamentaria, por unos agentes de la autoridad al servicio del gobierno del Frente Popular. Ese día se abrieron las dos «Españas».

https://cronicasdelvientosolano.blogspot.com/2023/04/introduccion-la-cronica-sobre-la-guerra.html


Desde el mismo momento en que las masas campesinas y obreras conocieron el triunfo electoral del Frente Popular, resultó evidente que las cosas no iban a suceder como lo tenía previsto el presidente de la República y el del Gobierno. La situación de agitación en Madrid y en las principales ciudades aumentó y los enfrentamientos armados entre militantes de los partidos de la izquierda, los falangistas y las fuerzas de orden público, alcanzaron una extrema gravedad. Una oleada incontenible de violencia se extendió por todo el país.

La situación, como el mismo Azaña escribió por entonces, no podía ser peor. No había Cortes: las actas de los nuevos diputados estaban aún pendientes de revisión; no se había celebrado todavía la segunda vuelta de las elecciones; en las calles los manifestantes pedían a gritos la aplicación del programa del Frente Popular. Es por ello, que su primer objetivo fue tranquilizar a los españoles.

El día 20 de febrero, en un mensaje radiado a la nación, Azaña aseguraba a las clases medias atemorizadas, que las intenciones del nuevo gobierno eran por completo pacíficas. «No tenemos que perseguir a nadie mientras todos se limiten al cumplimiento de los derechos que la Constitución a todos nos concede». Pero también prometió a las masas obreras impacientes que cumpliría puntualmente su programa electoral, el programa del Frente Popular.


Las primeras medidas del nuevo gobierno, pendientes de constituir las nuevas Cortes, fueron ratificadas por la Diputación Permanente de las Cortes anteriores. El 21 de febrero se aprobaba una amplia amnistía para cualquier delito político y social cometido después de las elecciones de 1933, y casi de inmediato abandonaron las cárceles treinta mil personas.

También quedaban disueltos la mayoría de los ayuntamientos del país, y volvían a sus puestos los concejales de los partidos de izquierda destituidos en octubre de 1934.

Los empresarios fueron obligados, por un nuevo decreto, a readmitir a todos los trabajadores despedidos por motivos políticos desde 1934, así como a compensarles por el salario que habían dejado de percibir.

Especial atención recibió, por parte del gobierno, la cuestión militar. Con la llegada del Frente Popular al poder, el espíritu de crispación existente en el estamento militar se acrecentó, especialmente tras decidir el nuevo gabinete el cese en sus destinos de los militares que intervinieron en las operaciones de sometimiento de la revolución de octubre de 1934.

Los militares que habían participado en aquellas operaciones fueron denunciados, sancionados o simplemente cesados. Muchos militares fueron destituidos y enviados a los destinos más remotos del territorio nacional, en la confianza de que en esos lugares, alejados de los grandes centros de poder y con pocas tropas a su mando, les impedía intentar alguna revuelta contra el gobierno de la república.

Así, el 22 de febrero, el general Franco es cesado como jefe del Estado Mayor Central para hacerse cargo de la Comandancia General del archipiélago canario; el general Manuel Goded, director general de Aeronáutica, fue enviado como comandante general a Baleares; y al general Mola, jefe del ejército de Marruecos, se le impuso el traslado a Pamplona.

El gobierno debía seguir adelante con las reformas, pero, a la vez, tenía que esforzarse a toda costa en mantener el orden, reprimiendo con igual dureza a quienes lo alterasen, fueran de izquierda o de derecha. Pero no fue así, ya que fue implacable con la de la derecha, y hasta cierto punto, condescendiente con la de la izquierda.

Y es que para mantenerse en el poder no tuvo más remedio que abstenerse de reprimir unos desórdenes que se debían, en lo esencial, a la impaciencia de las bases de los mismos partidos que apoyaban al gobierno, y que sometían a una enorme presión a las fuerzas de orden público.

Una menor tolerancia de las fuerzas de orden público, con los abusos de las organizaciones de izquierda, habría roto el Frente Popular, pues la izquierda socialista, que no formaba parte del gobierno, sin duda habría roto su alianza con los partidos republicanos de izquierdas.

Dolores Ibárruri “La Pasionaria” en un mitin celebrado la tarde del 29 de febrero en la plaza Monumental de Madrid, amenazaba al gobierno:

«Vivimos en período revolucionario y es preciso que no se nos venga con empachos de legalidad, de la que ya estamos hartos desde el 14 de abril. La legalidad la impone el pueblo, que pedía el 16 de febrero la ejecución de sus asesinos. La República tiene que dar satisfacción a las necesidades del pueblo, y si no lo hace, el pueblo los arrollará e impondrá su voluntad». 
19360301 03 El Socialista

En el siguiente enlace que pongo, se hace un resumen de los sucesos ocurridos en España desde 16 de febrero al 20 de marzo de 1936.

http://morenocazalilla.blogspot.com/2016/05/gobernacion-informe-de-los-sucesos-en.html


Estos sucesos violentos, pudieron ser conocidos gracias a la prensa regional, de la cual he hecho varios extractos para relatar lo ocurrido durante esos días en algunos lugares concretos. La prensa de Madrid, informaba de los sucesos de forma superficial; solo podía dar las noticias que permitía la censura gubernativa; no hay que olvidar que el gobierno de Azaña se estrenó estando vigente un Estado de Alarma, declarado por Portela Valladares, que se fue prorrogando cada mes en todo el país, de modo que los cinco meses de Frente Popular transcurrieron en un continuo Estado de Alarma.

Era muy común encontrar en cualquier periódico noticias censuradas como esta, y alguna que otra protesta:


El ministro de la Gobernación, Amós Salvador, manifestaba a los periodistas que “no daba importancia a los hechos y cree que se han exagerado, y afirma que reina completa tranquilidad en España”

El mismo presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, se quejaba de la falta de información que sufría por parte del gobierno.

Las noticias que en España se ocultan, a mí más que a nadie, pero que los tachones de la censura facilitan conocer tardíamente, y que la prensa y la radio del extranjero divulgan y anticipan, son muy desoladoras acerca del orden público. Aunque el Consejo de ayer fue todo él dedicado a la política exterior, incidentalmente aludí yo al orden público, y como extrañándose, dijeron «no hay nada de particular». Sin embargo por aquellos medios he sabido que la jornada del domingo (8 de marzo) y su continuación de ayer lunes fue desastrosa en incendios y homicidios, especialmente en Cádiz y Escalona, y con menos intensidad en las provincias de Badajoz, Palencia, Segovia. Logroño, Vizcaya y Oviedo, Granada y Huesca... que sepamos.
(ASALTO A LA REPÚBLICA. Página 274)

3 DE MARZO. TORREVIEJA (ALICANTE)


Ese día, en Torrevieja, por la tarde se formó una manifestación durante la cual se produjeron una serie de disturbios que dieron lugar al incendio de la iglesia Parroquial de la Inmaculada Concepción, de la ermita del Sagrado Corazón y de los libros del archivo del Juzgado Municipal

La manifestación comenzó pacíficamente, yendo en ella la banda de música del pueblo. Un grupo de manifestantes se separó del grupo y se dirigió a la ermita del Sagrado Corazón, incendiándola. Al pasar la manifestación por la plaza de Fermín Galán (hoy plaza de Oriente), donde se hallaba situada la ermita, ésta ya se encontraba ardiendo. Otro grupo se dirigió a la iglesia Parroquial de la Inmaculada Concepción, de gran valor arquitectónico, prendiendo fuego al edificio.
Iglesia de la Inmaculada Concepción

También fueron incendiados otros edificios, entre ellos el Juzgado, el Círculo Radical, y varias casas particulares de familias de derechas.

Un grupo de los manifestantes, penetró en el Hotel Gómez, propiedad de Manuel Gómez Pareja, destacada persona de derechas, incendiándolo. En esos momentos, sonó un disparo, resultando herido en un brazo, José Ruiz Martínez. Los revoltosos indicaron que se había disparado desde un balcón del hotel; arrojaron sobre él líquidos inflamables, adquiriendo el incendio mayores proporciones, destruyendo el hotel por completo. La intervención del alcalde y de fuerzas de Carabineros, hizo que se restableciera el orden, evitando se produjeran sucesos más graves.

Avisado el gobernador civil provincial, Francisco Valdés Casas, llegó a Torrevieja a las cinco y media de la tarde, con numerosas fuerzas de Asalto de la capital, que junto a los Carabineros, lograron restablecer inmediatamente el orden.

En La Campaneta, una aldea de Orihuela, fueron detenidos Manuel Gómez Alonso, dueño del Hotel, Saturnino Ortuño Pomares, presbítero y sus hermanos José y Antonio, y también Diego Camacho Fernández, maestro de una escuela católica de Torrevieja. Se les acusaba de ser los presuntos autores de los disparos en el hotel. Ellos declararon que huyeron del pueblo, temiendo pos sus vidas

4 Y 5 DE MARZO. ALCALÁ DE HENARES


Entre las ocho y las nueve de la noche del miércoles 4 de marzo, se situaron en la Plaza Mayor de Alcalá de Henares, cuna de Manuel Azaña, varios grupos de jóvenes de izquierda, que procedían a detener a todos los transeúntes a quienes suponían de derechas, a los cuales cacheaban; dándoles después fuertes palizas.

Cuando eran cacheados los hermanos Gregorio y Luis Plaza Berlinches, este último militar retirado, hizo varios disparos con una pistola que llevaba, y de la que poseía la correspondiente licencia.

A consecuencia de los disparos resultaron heridos de pronóstico reservado José Martínez Castuera, de dieciocho años y Santiago Alonso, de diecisiete. También resultaron heridos, a consecuencia de golpes de porra, Agustín Galindo, de veinte años, y Victoriano Baeza, de diecisiete. Todos ellos después de asistidos, pasaron a sus domicilios.

Un guardia municipal dijo a las que cacheaban que no tenían derecho a hacerlo, y le contestaron que ahora mandaban ellos, y que hacen lo que quieren.

Un guardia civil y dos municipales que pasaban en los momentos de los disparos, detuvieron a los hermanos Plaza, conduciéndoles al cuartel, protegiéndoles contra los que querían lincharlos.

Desde que se produjo el tiroteo hasta las once de la noche, una gran multitud se estacionó frente al Ayuntamiento, profiriendo gritos de todas clases. En la Casa del Pueblo, se acordó una huelga general de 24 horas, por los incidentes ocurridos ese día.

A última hora llegaron de Madrid, dos camiones de Asalto.

Durante el jueves día 5, la huelga general se desarrolló tranquilamente, pero a la caída de la tarde, aumentó la excitación, y un grupo de vecinos acudieron a la antigua iglesia de los jesuitas en la calle Libreros, que hacía tiempo que estaba cerrada, y después de descerrajar la puerta sacaron a la calle varias imágenes, bancos, sillas, y otros objetos, prendiéndoles fuego. De una cripta sacaron restos humanos, que lanzaron al fuego.

También fueron descerrajadas las puertas de la iglesia de Santiago, también vacía, y donde no se practicaba culto, y al convento de las Agustinas de María Magdalena e intentaron incendiar ambos edificios. Desde Madrid, salieron varios automóviles del parque de bomberos.

Cuando llegaron los mismos a Alcalá de Henares, los revoltosos habían incendiado también un automóvil y dos carros, y en aquel momento intentaban prender fuego a una casa propiedad de un afiliado a Acción Popular.

Vista la situación, el alcalde, Juan Antonio Cumplido, pidió refuerzos a la Dirección General de Seguridad, que ordenó que salieran tres camiones de guardias de Asalto para Alcalá.

Mientras tanto, el general Manuel del Alcázar Leal, ordenó que salieran a las calles fuerzas de Caballería para mantener el orden. A las diez y media de la noche la tranquilidad era completa por las calles.

5 Y 6 DE MARZO. PUEBLA DE ALMORADIEL (TOLEDO)


En La Puebla de Almoradiel (Toledo), cuando a las once de la noche se retiraba a descansar a su domicilio, después de hablar con su novia, fue muerto a tiros de escopeta por unos desconocidos, el vecino Higinio Sepúlveda Verdugo de 25 años. Una vez en el suelo fue rematado a golpe de palos que le destrozaron la cabeza. Era el jefe local y comarcal de Falange y también presidente de la CONS (Central Obrera Nacional Sindicalista).

A las ocho de la mañana del día siguiente, grupos de falangistas de aquel pueblo, al enterarse de la muerte de su jefe, organizaron una manifestación, que recorrió las calles de la localidad, protestando por lo ocurrido y pidiendo justicia.

Cuando la manifestación se dirigía al domicilio del alcalde socialista Gumersindo Cicuendez Bustos, fue recibida por una descarga que le hizo un grupo de individuos apostados en las proximidades, matando a Román Perea Monzón de 19 años y a Tomás Villanueva Angulo de 23 años, e hiriendo a cuatro personas más.

6 DE MARZO. MADRID


En los primeros días de marzo, la CNT había declarado en Madrid una huelga de la construcción. Sin participar en la misma, un grupo de obreros falangistas, pertenecientes a la CONS, estaban trabajando en la demolición de la vieja plaza de toros de Madrid, situada en la calle Goya (donde está ahora el Palacio de los Deportes).

A las cinco y media de la tarde, finalizado el trabajo, cuando los obreros falangistas abandonaban el lugar por la puerta de cuadrillas que da a la calle de Goya, repentinamente, desde un grupo formado por cuatro o cinco individuos que se hallaban mezclados con algunas mujeres y niños que tomaban el sol, dispararon con pistolas ametralladoras sobre los primeros obreros que abandonaban la plaza de toros. Los agresores se dieron rápidamente a la fuga, subiendo a un automóvil, al parecer un taxi, que aguardaba en las proximidades.

Víctimas de la agresión habían caído al suelo tres hombres. En su auxilio acudieron otros obreros, y se vio que una de las víctimas ya era cadáver. Los otros dos se hallaban heridos de mucha importancia, siendo trasladados con rapidez a la Casa de Socorro de la Fuente del Berro.

En las ropas del individuo muerto se halló un carnet de Falange Española a nombre de Ramón Faisán, al que todos le llamaban cariñosamente Johnson, era de raza negra y de origen cubano. Había servido en la Legión española y le faltaba un brazo por ser mutilado de la guerra de Marruecos (cinco veces herido). En su cuerpo impactaron tres disparos en la cabeza y otro en la mano izquierda. No trabajaba en las obras, y había ido a buscar a un amigo que en ellas trabajaba.

Los dos heridos eran Manuel Choperena Colachín, de treinta años, natural de Navarra, domiciliado en la calle de Andrés Mellado, número 13. Presentaba varios balazos en diferentes partes del cuerpo, y su estado era muy grave. El otro resultó ser Juan Víctor Camba Yausi, de treinta y seis años, natural de Irún, domiciliado en la calle de la Luna, número 5, donde vivía con el muerto Ramón Faisán.

Momentos después, se descubrió otro cadáver en el interior de la plaza de toros. En la bóveda correspondiente a la entrada del tendido 4 y entre escombros, se encontró el cadáver de José Urra Goñi, que sin duda se había refugiado allí al sentirse herido. La bala le había entrado por el lado izquierdo del pecho y salido por el lado derecho. El proyectil fue encontrado entre la americana y el gabán. El cadáver fue conducido directamente al depósito de la necrópolis. Le fue encontrado un carnet de Falange Española, era natural de Navarra.

Mientras tanto, los médicos de la Casa de Socorro, en vista de la gravedad los dos heridos, decidían su traslado al Equipo Quirúrgico, para lo que fue solicitada una ambulancia al Ayuntamiento.

Cuando se trasladaba a los obreros heridos en la ambulancia, un grupo de individuos que se hallaban apostados en la acera de los números pares de la calle de Fuente del Berro, hizo sobre el vehículo ocho o diez disparos. La confusión que produjo esta nueva agresión fue enorme, pero afortunadamente no hubo que lamentar desgracias.

8 DE MARZO. CÁDIZ


A las once de la mañana salió de la Casa del Pueblo de la capital gaditana, una manifestación en la que figuraban banderas de las organizaciones obreras, especialmente de la CNT y de la UGT. Los manifestantes recorrieron varias calles de la ciudad cantando “La Internacional”, y dando diversos vivas y mueras.

En las proximidades del Gobierno civil, los manifestantes, entre los que se veían muchas mujeres con pañuelos rojos al cuello, se apoderaron de la bandera alemana que estaba izada en el consulado de ese país, destrozándola. El cónsul posteriormente, visitó al gobernador para protestar por el incidente, y le dijo que comunicaría lo ocurrido al embajador de Alemania.

El gobernador civil, José Montañés Sereno, para apaciguar los ánimos, dirigió la palabra a los manifestantes, diciéndoles que daría cuenta al Gobierno de sus deseos, aconsejándoles que se disolvieran pacíficamente.

La manifestación pareció en un principio disolverse, pero no fue así. Después de mediodía, varios grupos penetraron en el convento de San Felipe Neri (sede de las Cortes de Cádiz), regido por los religiosos Marianistas, causando destrozos en el mismo y arrojando libros, mobiliario y otros efectos a la calle. Colocaron una bandera roja en la terraza, y en la puerta un letrero que decía: “Casa del Pueblo”.

De allí se trasladaron a la plaza de Castelar. Penetraron en la residencia de los Padres Paúles, y arrojaron a la calle cuantos objetos encontraron, a los que luego prendieron fuego. Los guardias de Asalto practicaron diversas detenciones. Una hora después se repitió el asalto a esta misma residencia, practicándose nuevas detenciones.

Los revolucionarios recorrieron la población pasando por las iglesias y conventos, que asaltaban e incendiaban. Quedaron destruidas la iglesia parroquial de la Merced, el convento de Santo Domingo y el de Santa María, en donde se venera la imagen del “Greñúo” (Nazareno), cuya imagen fue sacada al campo y destrozada. Igualmente fueron asaltados y arrojado el mobiliario a la calle para incendiarlo, el Seminario Conciliar de San Bartolomé y la Escuela de Padres de Familia, el convento de las Esclavas del Corazón de María, la iglesia de la Divina Pastora, el Centro Católico de Obreros y el Colegio de los Hermanos Cristianos de la Viña, que quedaron destrozados.

Centro Católico de Obreros

Colegio de La Viña

Cuando los manifestantes asaltaban el convento de las Esclavas del Corazón de María, actuó la fuerza pública, resultando gravemente herido un individuo, el cual falleció poco después. Se trataba de Vicente Durán Cabuzo, de 35 años de edad, soltero, de oficio mecánico y de filiación socialista.

Los cepillos de todas las iglesias fueron violentados. Las celdas de los religiosos carmelitas presentaban señales inequívocas de haber sido saqueadas.

También fueron los manifestantes al convento de San Pablo donde destrozaron algunas imágenes, pero bastó la presencia de la fuerza pública para que se disolvieran. El convento de San Francisco, no fue destruido, porque lo impidieron algunos católicos que se enfrentaron a los revolucionarios.

En el campo de tenis, debajo de la bandera nacional fue izada una bandera roja.

Dos periodistas que tomaban información fueron apaleados.

Los patronos y varias personalidades se entrevistaron con el gobernador civil para protestar por estos sucesos, y por la indefensión en que se encontraban los ciudadanos.

El comandante militar de la plaza, coronel Herrera, acudió al despacho del gobernador, con quien conferenció brevemente.

Cerca de las ocho de la noche, cuando ya los ánimos se habían calmado un poco, salieron fuerzas del ejército a las calles, las cuales ocuparon los edificios asaltados y algunos puntos estratégicos de la población, así como iglesias y conventos. Durante toda la noche estuvieron patrullando por la ciudad, camiones con ametralladoras.

De Sevilla se mandó una compañía de Asalto, para reforzar la plantilla de Cádiz, en previsión de que ocurriera cualquier otro suceso.

Estos sucesos tuvieron como consecuencia la destitución de José Montañés Sereno el 11 de marzo, y el nombramiento de Mariano Zapico como nuevo Gobernador Civil de Cádiz.

8 DE MARZO. ESCALONA (TOLEDO)


En Escalona (Toledo), el domingo 8 de marzo, se había organizado una manifestación de jornaleros del campo, a la que acudieron un gran número de vecinos de los pueblos de los alrededores, que exigían el inmediato cumplimiento de las promesas electorales del Frente Popular. La misma se desarrollaba en orden, con la normal proclama de eslóganes reivindicativos por parte de los obreros.

Al pasar por delante de una taberna situada en la plaza del pueblo (Bar Alberche), propiedad de un conocido derechista, esta fue apedreada por los obreros. El dueño del establecimiento, Demetrio Rodríguez, salió de la misma con una pistola en la mano apuntando a los manifestantes. Cundió el pánico entre la masa campesina, produciéndose un gran tumulto, en el que tuvo que intervenir la Guardia civil del pueblo.

En el choque con la fuerza pública, un manifestante de izquierdas, Zoilo Díaz Valdepeñas, arrebató una pistola a alguien, hiriendo con ella a un guardia civil y a un patrono, Cipriano Gallego. En el tumulto la guardia civil disparó contra los manifestantes, resultando muertos cuatro jornaleros del campo (Gabriel Recio Bullido, Melchor Jiménez Palomo, Virgilio Blanco Ruiz y Filiberto Rodríguez Caro), según la prensa tres de Izquierda Republicana y un comunista. Hubo además 21 heridos, dos de ellos miembros de la Benemérita.

Fueron detenidas tres personas de derechas, el propietario del bar, junto a los patronos Longinos Montero y Cipriano Gallego, por su implicación en los hechos. También fue detenido Zoilo Díaz, el iniciador de los disparos.

El cabo de la Guardia Civil, fue trasladado del acuartelamiento de la localidad al de otro lugar para evitar represalias del vecindario.

El gobierno del Frente Popular, silenció completamente este suceso, y a las preguntas de lo que había ocurrido en Escalona por parte de la prensa, el ministro de la Gobernación, Amos Salvador, contestaba “que no tenía noticias que se hubieran producido”. No querían que se produjera otro caso como el de Casas Viejas, ocurrido en enero de 1933, también con Manuel Azaña en la presidencia del Gobierno.

9 Y 10 DE MARZO. GRANADA


A última hora de la tarde del lunes 9 de marzo, empezó a circular por la capital granadina, la noticia de que un mendigo, había sido maltratado cuando fue a pedir limosna al domicilio social de Falange Española. Por este motivo, ante el local de Falange, situado en la Cuesta del Progreso nº 3, se presentó un grupo de individuos que, dando gritos, promovieron un gran alboroto, ante lo cual, cerca de las ocho, acudió al lugar la fuerza pública que ante la agresividad de los que asediaban la sede, decidieron realizar un registro, y detener a las dos personas que había en el local, con objeto de darles protección.

Cuando los detenidos eran llevados a Comisaría, y ante la actitud del público que quería agredirlos, la policía se vio obligada a meterlos en el Ayuntamiento, desde donde pidió auxilio por teléfono al cuartelillo de los guardias de Asalto, los cuales, cuando llegaron despejaron los alrededores. A uno de los detenidos, le pudieron trasladar a la Comisaria, entre los insultos de los manifestantes, pero sin que fuera agredido.

El otro de los detenidos fue conducido por el paseo Mariana Pineda; pero al llegar a la plaza del Campillo, el número de manifestantes había aumentado en enormes proporciones, por lo que los guardias decidieron refugiarse con el detenido en el portal de la casa inmediata al café Alameda. Las protestas de la gente que se aglomeró en aquel lugar fueron en aumento.

Media hora después, algunos falangistas acudieron a la plaza del Campillo, y se dedicaron a dar vivas al “Fascio”, acudiendo también varios elementos de izquierdas con propósitos hostiles, por lo que tuvo que intervenir las fuerzas de Asalto, que hicieron varios disparos al aire.

En esta situación de tensión se permaneció hasta las nueve de la noche, cuando sonaron en el lugar unos disparos que parecían ser más bien de pistola detonadora. Seguidamente se oyeron otros 25 o 30, de diversas armas de fuego, que partieron de diferentes sitios contra los individuos que se encontraban en la plaza. Se produjo una enorme confusión, atropellándose las personas y cayendo muchas de ellas al suelo que habían sido alcanzadas por los disparos.

El público huyó en todas direcciones mientras los heridos eran conducidos a la Casa de Socorro inmediata. Los heridos fueron doce, algunos graves. Frente a la Casa de Socorro se estacionó numerosísimo público, que hacía acalorados comentarios.

No se sabe de quiénes partieron los disparos, pues en el lugar del suceso había gentes de distintas ideologías y varios guardias. Se practicaron numerosas detenciones. En la Comisaría había a última hora del día unas quince personas detenidas.

Con motivo de estos sucesos, esa misma noche, las directivas de las agrupaciones obreras de Granada, acordaron la declaración de la huelga general para el día siguiente, fijándose en diversos sitios pasquines invitando a la huelga general de veinticuatro horas.

A la una y media de la madrugada salió a la calle la fuerza pública que se distribuyó estratégicamente por la ciudad, dedicándose en principio a registrar y detener a significados derechistas

El martes 10 de marzo, el paro fue absoluto, no abriendo los comercios, Bancos y cafés. Igualmente, cerraron los bares y tabernas que habían abierto en las primeras horas de la mañana. Sólo se trabajaba en seis hornos de pan, protegidos por la fuerza pública, ante los que se formaron largas colas de personas. La población quedó desabastecida, careciendo de pan, leche, carne y en general de todos los artículos considerados corno de primera necesidad, ya que los huelguistas inutilizaron las existencias que había de los mismos, apoderándose ellos de abundantes víveres que los trasladaron al Hospital de San Juan de Dios.

Las comunicaciones telefónicas y telegráficas estuvieron cortadas durante toda la mañana, reanudándose por la tarde, aunque de forma irregular.

No se publicó ninguno de los cuatro diarios locales. El “Ideal”, intentó publicar su número pero no consiguió la oportuna autorización del gobernador civil. Únicamente se publicó una hoja de “El Defensor de Granada” debidamente autorizada por el Comité de huelga, que venía firmada por los representantes de la CNT, de la UGT, del Partido Comunista y del Partido Sindicalista, que contenía un manifiesto a favor de la huelga de 24 horas, y en el que pedían el “desarme efectivo de todas las fuerzas fascistas y disolución de sus Organizaciones, y la destitución de los jefes reaccionarios de todos los Cuerpos armados”.

Esa madrugada del día 10, varios grupos de huelguistas prendieron fuego al convento de las Carmelitas Descalzas, a la iglesia de San Matías, el convento de San Gregorio Bético, y los de San Ginés y San Juan de los Reyes, pero todos estos incendios fueron sofocados rápidamente y solamente quedaron chamuscadas las maderas de las puertas y ventanas. La iglesia de El Salvador y San Nicolás, en el Albaicín, fueron las más afectadas, donde solo quedaron los muros y el campanario que amenazaba derrumbarse.

Iglesia de El Salvador

Iglesia de San Nicolás

Iglesia de San Nicolás

A las diez, un grupo se dirigió al domicilio de Falange Española, y después de echar abajo las puertas, asaltaron el edificio tirando a la calle cuantos muebles y enseres encontraron, prendiéndoles fuego posteriormente. Acudieron los bomberos pero no pudieron intervenir por impedírselo los asaltantes. A causa del fuerte viento reinante corrieron peligro varias casas enclavadas en la misma calle.

Sede de Falange Española

Sobre las once de la mañana, un grupo de huelguistas incendió el teatro Isabel la Católica, uno de los mayores de España, donde actuaba esos días la compañía de zarzuela de Diego Valero, prendiendo el fuego en el decorado, y quemándose todo el vestuario de dicha compañía. Los incendiarios no dejaron actuar a los bomberos, quedando solo en pie algunos muros del teatro.

Teatro Isabel la Católica

Sobre esa hora, otro grupo se dirigió a la plaza del Carmen, donde estaba instalado el café Royal, rompiendo las lunas del mismo y quemando igualmente el mobiliario.

Café Royal

Desde las ventanas de varios edificios de la plaza del Carmen, comenzaron a tirotear a los guardias de Asalto, contestando éstos, entablándose un fuerte tiroteo. Este adquirió mayor intensidad en la Gran Vía y calle de Elvira, cruzándose entre la fuerza y los huelguistas multitud de disparos.

Un tanque blindado perteneciente a los guardias de Asalto salió a la calle y cooperó con la fuerza a que cesase el tiroteo, aunque este no pudo ser dominado antes de las tres de la tarde.

Otros huelguistas se dirigieron a la calle de San Jerónimo, donde están los talleres, redacción y administración del periódico católico “Ideal”, siendo asaltados, destrozando la rotativa y las linotipias, y prendiendo fuego al edificio que quedó completamente destruido.

Edificio del periódico "Ideal"

Al mediodía fue asaltado el domicilio de Acción Popular, haciendo lo mismo con el café Colón. Los cafés Colón y Royal, eran los lugares de reunión de todos los elementos derechistas de la ciudad. También fue asaltado un importante establecimiento de comestibles que pertenecía a uno de los propietarios del café Colón.

Café Colón

Los propósitos de incendiar las casas particulares y propiedades de significados derechistas se sucedieron durante todo el día. Así ocurrió con el domicilio del conocido derechista don Carlos Morenilla (diputado en 1933), o con el carmen de don José Taboada Tundidor, catedrático de instituto y doctor en Medicina, en el Albaicín

A las dos de la tarde salieron a la calle fuerzas de Infantería y Artillería para asegurar la protección de Teléfonos, Telégrafos y edificios públicos.

A las cuatro de la tarde, se reprodujo el tiroteo otra vez, pero ahora con aún mayor intensidad, que anteriormente. Desde las azoteas hicieron numerosos disparos contra la fuerza pública, repeliendo la agresión. El tiroteo principal se registró en la Puerta Real, y en las calles Reyes Católicos y el Campillo. El cuartel de la Guardia civil también fue tiroteo desde una casa cercana a él.

A las seis y media de la tarde continuaban los sucesos. La fábrica de chocolates “San Antonio” propiedad de la familia Rodríguez Serrano, en la calle Capuchinas, fue incendiada.

 
Fábrica de chocolates "San Antonio"

Según la prensa, el aspecto de la ciudad era tristísimo. La circulación era escasa, las calles estaban completamente desiertas, siendo cruzadas solamente por los guardias y los soldados. El poco público que pasaba por ellas, lo hacía con las manos en alto. De Córdoba llegaron fuerzas de Asalto de apoyo.

A consecuencia del tiroteo hubo cerca de cuarenta personas heridas, cuatro de las cuales se hallaban en grave estado. A un obrero hubo necesidad de amputarle un pié.

En la mañana del miércoles día 11, se normalizó la vida en la ciudad, reintegrándose al trabajo la mayoría de los obreros y abriendo el comercio. Las organizaciones obreras lanzaron la noche anterior, otro manifiesto, que firmaban los representantes de la CNT, UGT, comunistas y sindicalistas, que fue fijado en las esquinas de las calles, en el que aconsejaban la vuelta al trabajo “reservándose el derecho de contestar a las provocaciones fascistas en la forma que crea conveniente. Pedimos justicia y que el gobernador cumpla sus promesas de desarmar las entidades fascistas. Que los criminales fascistas sean juzgados”

En el Hospital de San Juan de Dios, fallecieron José Pérez Peregrina y Domingo Fernández Rodríguez, heridos en los sucesos del día 10.

Estos sucesos tuvieron como consecuencia la destitución de Aurelio Matilla el 18 de marzo, y el nombramiento de Ernesto Vega de la Iglesia como nuevo Gobernador Civil de Granada.

10 DE MARZO. PUENTE DE VALLECAS. MADRID.


Madrid 11 (12 m.)— Los sucesos que anoche se desarrollaron en el Puente de Vallecas se venían preparando desde hace varios días, Algunos elementos, se reunieron, acordando señalar con cruces rojas las fachadas de las casas y puertas de los establecimientos que estaban destinados a ser destruidos.

Así se hizo ayer por la mañana, amaneciendo con cruces algunos conventos, iglesias, establecimientos y varias casas particulares pertenecientes a derechistas.

A las ocho y media de la tarde se formaron grupos de jovenzuelos que se dirigieron a la avenida de Fermín Galán, número 1, donde estaba situada la sede de Acción Popular. Las puertas y ventanas cayeron al suelo violentamente y los grupos penetraron en el interior, y después de sacar los muebles a la calle, les prendieron fuego. Algunos muebles que por su dimensión no podían sacarse fuera del edificio fueron destrozados por los asaltantes.



Mobilario de Acción Popular

Después, los grupos se trasladaron al Centro Obrero Católico, establecido en dicha avenida de Fermín Galán, en el número 16, donde también había instalado un teatro. Este edificio es propiedad de las damas Catequistas. Los grupos no solamente destrozaron todos los muebles, sino que prendieron fuego el edificio.

Las autoridades dieron aviso de lo que ocurría a la Dirección General de Seguridad e inmediatamente salieron para el Puente de Vallecas seis pelotones de Asalto, al mismo tiempo que de la cintura (sic) de los puestos de Madrid se desplazaba también toda la guardia civil disponible.

Mientras llegaban las fuerzas, los grupos llegaron a la calle Emilio Ortuño, donde estaba el convento de las Hermanas Pastorales, una iglesia y una escuela de niños. Sacaron todos los enseres y ornamentos de iglesia, prendiéndole fuego en la calle. Parte del edificio quedó destruido.

Cuando los revoltosos contemplaban este último incendio, llegó una sección de guardas de Asalto al mando de un comandante, el cual les dirigió unas palabras exhortándolos a que sin dar lugar a nuevos incidentes, se retirasen a sus respectivos domicilios.

El requerimiento pareció ser atendido, pero a los pocos momentos se supo que un grupo había llegado a la droguería establecida en el número 52 de la referida avenida, y tras sacar los enseres del establecimiento, les llevaron a un solar, en donde les prendieron fuego.

Uno de los grupos, muy numeroso, se dirigió al número 6 de la avenida de la República (hoy Albufera), junto a la boca del Metro, donde existía un almacén de tejidos propiedad de un concejal del partido Radical llamado Vicente Tarodo, lo asaltaron y después prendieron fuego.


Desde este último lugar marcharon los grupos al Colegio Parroquial “Las Acacias”, y convento anexo, regido por frailes y establecido en la avenida de la República, 64. Asaltaron la iglesia y el convento y sacaron también cuantos enseres encontraron a mano, prendiéndolos fuego en la calle.

Después marcharon a otra iglesia del barrio de Doña Carlota (hoy no existe), en donde hicieron la misma operación.

Por último, los grupos asaltaron el domicilio del ex teniente de alcalde de la última Gestora municipal que rigió el ayuntamiento del Puente de Vallecas, que habita en la calle de Doña Sabina, y prendieron fuego a los muebles, en la calle.

Lo mismo hicieron en el domicilio de otro concejal, el señor Casares, que había formado parte de la anterior Gestora. Dicho señor, al ver la actitud del grupo, hizo varios disparos de pistola contra el mismo, hiriendo en la pierna izquierda a un revoltoso. Esto excitó las iras de los manifestantes, que prendieron fuego a la casa del ex-concejal, y a un automóvil de su propiedad.

Los revoltosos habrían realizado seguramente más desmanes si no hubiesen llegado de Madrid seis secciones de fuerzas de asalto, que se distribuyeron por el Puente de Vallecas, y cuya presencia fue bastante para que los grupos incendiarios se disolvieran.

También llegaron, casi al mismo tiempo, varias parejas de la guardia, civil, procedentes de los cuarteles de Madrid y zonas limítrofes, al Puente de Vallecas.

Al cabo de una hora de ocurridos los hechos reseñados, la normalidad era absoluta en la barriada.

Los médicos de la Casa de Socorro del Puente de Vallecas prestaron asistencia a algunos contusos, los cuales no fueron muy explícitos en sus manifestaciones sobre la forma y circunstancias que han motivado sus lesiones.

Se dio aviso a los bomberos, y de Madrid llegaron los parques segundo y tercero completos, y los coches de la Dirección general de Incendios. Cuando inicialmente se presentaron los bomberos de Madrid, muchas personas que se hallaban en las proximidades de los incendios, les impidieron el paso, arrojándoles abundantes piedras y haciendo varios disparos de pistola. Dos parabrisas de otros tantos autos presentaban los agujeros producidos por las balas.

Finalmente, se distribuyeron por los distintos lugares en que habían dejado rastro los incendiarios y sofocaron los incendios por aquellos provocados.

Hasta primera hora de la madrugada ha durado la excitación entre el vecindario del Puente de Vallecas. A pesar de la presencia de los guardias, la gente se resistía a retirarse a sus domicilios.

Al día siguiente, la fuerza pública se vio precisada a dar varias cargas para disolver a las turbas, que pretendían reproducir los sucesos de la noche anterior, apedreando y tratando de asaltar establecimientos. Asaltaron a un colegio católico de niños, en el que sacaron los muebles y les prendieron fuego. En la carretera de Valencia incendiaron un camión cargado de muebles, cuyo conductor logró ponerse a salvo. En la calle de Nicolás Salmerón fue incendiada una tahona que ya trataron de quemar la noche anterior


10 Y 11 DE MARZO. MADRID

Minutos después de las diez de la noche del día 10, dos jóvenes pertenecientes a las Juventudes de Acción Católica, son parados en plena calle de Alberto Aguilera de Madrid, por un grupo de las Juventudes Socialistas, que armados de pistolas, les conminan a enseñar la documentación. Uno era Juan José Olano Orive, de 18 años de edad, natural de Sevilla, militante del SEU (Sindicato Español Universitario), estudiante de Derecho. El otro era Enrique Bellsolell Castiñeira, de 17 años, natural de Madrid, estudiante de Comercio.

Los jóvenes los tomaron por policías, pues les dieron primeramente el alto y los cachearon después. En la cartera de uno de ellos, encontraron unos recibos de las Juventudes de Acción Católica y otro del SEU. Les acusaron de ser fascistas, profiriéndoles insultos. Los desconocidos les mandaron que continuaran su camino, y cuando así lo hacían, sin proferir palabra alguna, aquéllos les hicieron varios disparos.

Las contadas personas que transitaban por aquel lugar buscaron donde refugiarse, y cuando se decidieron a salir a la calle vieron que los dos jóvenes, se hallaban tendidos en el suelo y heridos.

En automóviles, fueron llevados la Casa de Socorro del distrito, no muy lejana del lugar del suceso, donde los médicos de guardia les efectuaron una cura de urgencia, apreciándoles heridas de bastante importancia que exigían inmediata intervención quirúrgica. Fueron acondicionados en una ambulancia municipal y trasladados al equipo quirúrgico para ser operados.

Juan José Olano fallecería a las dos de la madrugada del día 11. Por su parte, Enrique Bellsolell fallecería el día 14.

Al conocerse el día 11, en la Universidad Central de donde era alumno, el fallecimiento de Juan José Olano, se suspendieron las clases en la misma, produciéndose grandes altercados.


Esta mañana, en la Universidad Central comenzaron las clases normalmente. A las once menos cuarto, un grupo de escolares solicitó de las autoridades académicas la suspensión de las clases en señal de duelo por la muerte de un compañero, objeto de una agresión en la pasada noche. La petición fue atendida y las clases se suspendieron.
Luego se formaron unos grupos que produjeron alborotos dentro de la Universidad y algunos destrozos. Parece que los promotores fueron elementos ajenos a la clase estudiantil que lograron entrar en el recinto universitario, porque con motivo de estarse celebrando unas oposiciones, no se ha exigido la presentación del carnet universitario.
En la Escuela de Comercio también se pidió la suspensión de clases y se accedió a ello. Más tarde, entre estudiantes de diversas ideologías se cambiaron abundantes golpes.
19360312 004 La Tierra

El Gobierno prohibiría expresamente que se le enterrara públicamente o se le efectuara homenaje alguno. Esta muerte solivianta a los falangistas que deciden dar un escarmiento a la izquierda.

12 Y 13 DE MARZO. MADRID

Parece que, con motivo de la muerte, en Puebla de Almoradiel (Toledo), de unos afiliados a Falange Española; de la agresión a los obreros que trabajan en los derribos de la vieja Plaza de Toros en la que murieron dos falangistas y resultaron otros dos gravemente heridos, y del asesinato, en la calle de Alberto Aguilera, de otros dos afiliados a Falange, cuatro estudiantes de esa organización, decidieron, después de algunas reuniones, cometer un atentado en la persona de Luis Jiménez de Asúa, eminente jurista, padre de la Constitución de 1931, catedrático de Derecho Penal de la Universidad Central, además de militante socialista.

Ese día, Alberto Aníbal Álvarez, sacó de un garaje de la calle de Jorge Juan un automóvil propiedad de un hermano suyo, un viejo Chevrolet. En este coche, Alberto fue a recoger a sus tres compañeros. Los cuatro dieron algunos paseos con el coche por Madrid, y al llegar a la plaza de Santa Bárbara se apearon frente a un bar, en el que desayunaron. Luego se trasladaron a la calle de Goya, situando el vehículo frente al número 24, domicilio del señor Luis Jiménez de Asúa. El conductor del coche, Alberto Aníbal Álvarez, se quedó al volante del automóvil, preparado para la fuga.

A las ocho y diez minutos de la mañana, Jiménez de Asúa se disponía a salir de su casa, para dirigirse a su cátedra de la Universidad. Le acompañaba el agente de Vigilancia Jesús Gisbert Urreta, de veintiséis años, encargado del servicio de escolta del señor Asúa. El catedrático, llevaba escolta desde que actuó como defensor de Francisco Largo Caballero en la causa sobre los sucesos que tuvieron lugar en octubre de 1934.

Cuando salieron del portal, y ya estaban en la acera de la calle, desde la esquina, uno de los individuos sacó una pistola ametralladora, y disparó contra las dos personas. López de Asúa salvó la vida, al salir corriendo y ocultarse en una carbonería en la calle Velázquez. Pero el policía que lo custodiaba, Jesús Gisbert, fue alcanzado por los disparos y cayó gravemente herido en plena calle. Falleció pocas horas después.

Los autores del atentado no pudieron escapar en el vehículo por haberse calado el motor, y tuvieron que huir corriendo. Se trataban de los falangistas Alberto Aníbal Álvarez, José María Díaz Aguado, Alberto Ortega Marín y Guillermo Aznar Germes.


Varios testigos presenciales del atentado contra el diputado socialista señor Asúa, han declarado que, después de disparar más de treinta tiros, los agresores huyeron en distintas direcciones. El policía señor Gisbert fue alcanzado por las balas porque a los primeros disparos se paró y, desabrochándose el abrigo, intentó sacar la pistola. En este intervalo los agresores dispararon varias veces contra él, dándose a la fuga. El automóvil que tenían estacionado ante el domicilio del señor Asúa, lo dejaron abandonado en el mismo lugar, ya que no les dio tiempo a ocupar el vehículo, dada la alarma que ocasionaron los disparos, y huyeron a pie.
19360313 021 La Vanguardia

La policía solo pudo detener a Alberto Ortega, los demás huyeron a Francia. En el juicio celebrado el 6 de abril en la Audiencia Provincial de Madrid, Alberto Ortega fue condenado a veinticinco años y nueve meses de reclusión mayor por asesinato con premeditación, y a otros cinco de prisión menor por tenencia ilícita de armas.

En venganza por la sentencia, dos falangistas asesinaron el 15 de abril, al juez Manuel Pedregal Luege, a la salida del Metro de Chamberí en Madrid, cuando iba por el Paseo de Luchana a la altura de la calle Covarrubias. Pedregal había estado al frente de la instrucción judicial.

La capilla ardiente de Jesús Gisbert Urreta, quedó instalada en el salón rojo de la Dirección general de Seguridad (calle Víctor Hugo), por la cual desfilaron constantemente millares de personas. El cadáver fue velado por agentes de Vigilancia e individuos de Izquierda Republicana. A las cuatro y media fue sacado el féretro a hombros de agentes de Vigilancia de la Brigada política, donde prestaba servicios la víctima.

En la Gran Vía y en la calle de Alcalá se habían aglomerado miles de personas. Muchos jóvenes se habían encaramado en la techumbre de los tranvías, que permanecían sin circular. La aglomeración era tan grande, que fue preciso que las Juventudes Comunista y Socialista abrieran paso formando cadena.

Con gran trabajo se puso en marcha el cortejo fúnebre, con dirección a la Gran Vía y plaza de Cibeles. En todo el trayecto numeroso público presenció, respetuosamente, el paso del cortejo. Desde la Dirección general de Seguridad hasta dicha plaza, lugar señalado para la despedida del duelo, la comitiva tardó más de una hora.


Terminado el desfile, la representación familiar y muchas personas siguieron hasta el cementerio, donde recibió sepultura el cadáver del agente señor Gisbert.

Al término del entierro de Jesús Gisbert, la tarde-noche del 13 de marzo, grupos numerosos de manifestantes recorrieron el centro de Madrid provocando desórdenes y acciones virulentas.

La primera víctima de la violencia fue el periódico "La Nación", órgano de expresión del Bloque Nacional, cuyo líder era José Calvo Sotelo. El periódico, no volvió a editarse después del incendio. Gracias a la intervención de la Guardia de Asalto no pudieron asaltar los periódicos "ABC" y "El Siglo Futuro"


Por la Gran Vía pasó, a las siete de la tarde, una manifestación que se había formado en la Glorieta de Quevedo. Esta manifestación llevaba al frente banderas rojas, y profiriendo determinados vivas y gritos, desembocó por la calle de Alcalá camino de la Presidencia del Consejo.
A las siete y diez de la tarde varios grupos que sumaban unas 700 personas penetraron por la calle de Alcalá en las del Barquillo, donde encontraron una camioneta del periódico «La Nación» dedicada al reparto de ejemplares para la venta. Los del grupo obligaron a apearse al chófer e incendiaron el vehículo.
A continuación se dirigieron a la calle del Marqués de Monasterio, donde está establecido el periódico en cuestión. A la puerta del mismo se hallaba una pareja de guardias, sin carabinas. Los grupos les obligaron a retirarse de aquel lugar y penetraron en el edificio, donde en aquellos momentos se encontraban los obreros que realizaban las operaciones de cierre, algunos redactores y el director, señor Delgado Barreto.
Los asaltantes hicieron varios disparos, sin duda con ánimo de amedrentar a los que ocupaban el edificio, y a continuación les obligaron a abandonarlo. La alarma en la calle fue enorme y fueron cerrados todos los portales y balcones. A continuación subieron a los pisos de la casa del periódico, que estaban habitados, y obligaron a los inquilinos a desalojarles, llevándoles a los portales de las casas fronteras.
A continuación los incendiarios recorrieron las dependencias de «La Nación», rociando de gasolina los locales y enseres y prendieron fuego. A la sala de máquinas transportaron maderas y, colocando vigas bajo las linotipias y la rotativa, les prendieron fuego. En el almacén de papel del periódico había gran cantidad de ese artículo, que también fue incendiado. Cuando llegaron los asaltantes al periódico, ya había salido a la venta y sólo permanecían en el local los obreros del cierre, en número de 20.
Desde una casa cercana se dio aviso a los bomberos y acudió el coche de la Dirección con el jefe, don Julián Martínez; pero no pudo llegar a la calle del Marqués de Monasterio porque en el cruce de ella con la de Tamayo los incendiarios habían colocado unas vigas de hierro que cogieron en una obra en construcción del número 1 de la calle.
De la Dirección de Seguridad acudieron fuerzas de Asalto, ante las que los incendiarios se disolvieron sin oponer resistencia. Los guardias, ayudados por los bomberos, quitaron las vigas y pudo pasar el coche, al que siguieron el primero y segundo Parques con tanques y bombas.
Las llamas se habían apoderado de toda la planta baja, que constituye dos naves: la correspondiente al número 3, ocupada por talleres y oficinas, y la del 5, en la que se halla el almacén de papel y otras dependencias. Los pisos superiores son viviendas: dos cuartos en el primer piso y cuatro en el segundo. Ninguna de estas viviendas sufrió daños de consideración. Los bomberos pudieron, por fortuna, localizar el siniestro en la parte baja que quedó totalmente destruida. La maquinaria de la imprenta ha quedado inservible.
Después de incendiar «La Nación» los grupos se dirigieron a la calle de Hortaleza, donde asaltaron una armería. A continuación fueron a la Red de San Luis. […]
A las ocho y cuarto penetraron en la iglesia de San Luis Obispo, situada en el principio de la calle de la Montera, esquina a la Gran Vía. Esta se hallaba protegida por guardias, que fueron arrollados por los grupos. El templo se hallaba cerrado y vacío. Los grupos derribaron las puertas y penetraron con latas de petróleo, con el que rociaron el pavimento y los altares, prendiendo fuego. El incendio adquirió desde los primeros momentos caracteres de catástrofe. Las llamas invadieron en pocos segundos todo el templo, llegando hasta la cúpula. Se dio aviso al servicio de incendios, de donde salió todo el material disponible. En la vía pública se produjo gran alarma entre el numeroso público que por aquel lugar transitaba.
De la Dirección de Segundad acudieron numerosas fuerzas. En la Puerta del Sol las fuerzas de Seguridad a pie y a caballo intervinieron reiteradamente, para obligar a circular a los transeúntes. En la Red de San Luis y en Sol se oyeron numerosos disparos. Al fin la fuerza pública pudo nacerse dueña de la situación, se situaron en ambos extremos de la calle de la Montera, impidiendo el tránsito por la misma, y acordonaron todos los alrededores de la iglesia.
Las llamas, en pocos momentos, se apoderaron del edificio, que ofrecía un aspecto imponente. Los vecinos de las casas colindantes procedieron a desalojar las viviendas sacando muebles y otros enseres ante el temor de que el fuego se propagara.
Por los esfuerzos de los bomberos se consiguió que el fuego no se propagara a las casas inmediatas. Situados en los tejados de las casas adyacentes, estuvieron trabajando con las mangas para localizar siniestro y extinguir aquellos focos que amenazaban correrse a las fincas inmediatas.
El incendio de la iglesia de San Luis comenzaba alrededor de las ocho y cuarto, y a las diez de la noche las llamas habían destruido todo el interior de la iglesia, y las campanas amenazaban con derrumbarse. Minutos después de las diez, una de las torres de la iglesia cayó a la calle Montera con gran estrépito. Afortunadamente, la fuerza pública, advertida por los bomberos, había tomado precauciones, y aquel trozo de la calle estaba desierto.
A las diez y media de la noche los bomberos habían conseguido dominar el incendio. Las llamas seguían enseñoreándose del interior de la iglesia, pero se había logrado localizarlo allí, aislando las casas inmediatas. La iglesia quedó totalmente destruida, y solamente permanecieron en pie las paredes exteriores.

 
La Iglesia de San Luis, tras el incendio

La iglesia de San Luis Obispo, situada en la parte alta de la calle de la Montera, quedó totalmente destruida, conservándose solo el pórtico, de estilo barroco, que años después, terminaría trasladándose a la cercana iglesia del Carmen (fachada a la calle de la Salud).

Sobre las ocho y media, por la Carrera de San Jerónimo y Príncipe (los incendiarios) llegaron a la plaza de Santa Ana. Unos cuantos desconocidos se destacaron hasta la casa número 33 de la calle del Príncipe, donde se hallaba la iglesia de San Ignacio, perteneciente a los jesuitas. Corrió la misma suerte que la de San Luis. El siniestro se propagó a la finca contigua, donde está instalada la zapatería «La Imperial», o sea la casa esquina a la calle del Prado. Los dos pisos altos de este establecimiento quedaron rápidamente destruidos.
Con toda la premura acudió el Parque de los bomberos. Cuando llegó la fuerza pública se oyó una nutrida descarga, y uno de los guardias cayó herido al suelo, de un balazo en el cuello. Se le recogió, trasladándolo a la clínica de la calle de Núñez de Arce, donde ingresó muerto. Los guardias dieron una carga, dispersando a los revoltosos, que se dirigieron a la iglesia del Cristo de Medinaceli, sin duda con ánimo de incendiarla, también; pero allí había gran número de guardias, que dieron varias cargas, dispersando a los manifestantes, que huyeron en todas direcciones, para volver a la Puerta del Sol, donde fuerzas de Asalto cargaron repetidamente hasta hacer desaparecer de aquellos lugares los grupos de incendiarios.
Cerca de las doce de la noche conseguía el servicio de incendios dominar los provocados en la iglesia de San Ignacio de la calle del Príncipe.
El guardia muerto se llama José de la Cal Hernández, de 26 años, soltero. Recibieron asistencia facultativa el guardia de Asalto Eulogio Martín Panés, de 29 años, que presentaba una herida por arma de fuego en el dedo meñique de la mano derecha, con orificio de entrada y salida.

En la iglesia de San Ignacio, había tenido lugar, tres días antes de ser incendiada, la misa de conmemoración de “los gloriosos Mártires de la Tradición”, a la que asistieron las más altas instancias del Carlismo.

De resulta del incendio de la iglesia de San Luis Obispo, dos bomberos, Juan Jesús García Diéguez (44 años) y Lorenzo de la Fuente Patiño (33 años), sufrieron graves quemaduras a causa de las cuales fallecieron días después. Otro bombero, Alfonso María Sánchez Vega (54 años) sufrió quemaduras de primer grado en la mejilla derecha.


Durante la extinción del incendio.de la iglesia de San Luis, uno de los bomberos, llamado Lorenzo de la Fuente Patiño, se encontraba en la escalerilla del campanario arrojando agua sobre las llama para evitar que éstas se propagasen a la casa inmediata. De improviso se hundió un paredón y las llamas envolvieron al citado bombero. Otro compañero, llamado Juan Jesús García Diéguez, oyó los gritos de auxilio que daba aquél, y sin pensar en el peligro que corría se metió entre el fuego y logró llegar hasta donde se encontraba el compañero caído en el suelo. Lo recogió, se lo echó a cuestas y logró ponerle en salvo.
En su meritoria acción resultó Juan Jesús con quemaduras de carácter grave. Lorenzo de la Fuente, que también como su compañero había sido conducido al Equipo Quirúrgico, sufría quemaduras gravísimas.
El hecho realizado por Juan Jesús es digno de aplauso y recompensa.
19360315 001 El Liberal

Aparte de los bomberos, ese día hubo un muerto, el guardia José de la Cal Hernández, y cuatro heridos por arma de fuego, uno de ellos gravísimo (Cipriano Uriel Santamaría, con herida por arma de fuego con orificio de entrada por la región glútea y salida por la región epigástrica). En las casas de socorro se atendieron además a más de diez personas con contusiones y heridas diversas.

Hasta ese 13 de marzo, y desde la llegada al poder del Frente Popular, se habían producido en Madrid siete muertos por violencia política y social.

Se resaltó en la prensa, la falta de resolución del ministro de la Gobernación Amós Salvador con ocasión de los sucesos. En algunos casos de violencia anticlerical, durante los meses de febrero a mayo de 1936, la intervención de las fuerzas de seguridad no fue lo suficientemente rápida, o incluso dejó que los violentos actuaran libremente, no produciéndose de forma habitual detenciones posteriores de los responsables de los actos violentos.

El gobierno se escudó en que parte de esas violencias habían venido precedidas de provocaciones previas. Y nunca reconoció públicamente lo que sí le dijo el ministro de la Gobernación a Alcalá Zamora en privado, horas después del incendio de la iglesia de San Luis. Le aseguró, cuando ya habían pasado los episodios más lamentables, que «por fin» habían resuelto «hacer frente a los disturbios» y que, «hasta ahora, la fuerza tenía consigna de no disparar».

13 DE MARZO – LOGROÑO

En Logroño, según testimonió el Gobernador civil, Carlos Fernández Shaw:

"En la noche del viernes (13), por confidencia que tuvo la policía, fue sorprendida una reunión clandestina de elementos fascistas. Se les detuvo y en la mañana de ayer (sábado 14) fueron conducidos al juzgado de instrucción, a disposición del juez y para que éste los examinara. Con este motivo, en la plaza de San Agustín, frente al juzgado, se formaron algunos grupos que comentaban la detención. En las cercanías del juzgado había un automóvil que conducía un joven, a quien se le atribuyó significación fascista y que ocupaba con otros dos. Parece que uno de los grupos se acercó al vehículo, lo registró, encontró algún arma e incendió el coche.
Este incendio determinó excitación en los ánimos y un grupo se dirigió al Centro de Falange Española, penetrando en él, destrozando los pocos muebles que allí había y quemándolos después. Luego, los mismos autores del hecho anterior realizaron otros análogos en el Círculo Carlista, el Tradicionalista y el de la CEDA”

Los sucesos tuvieron su iniciación a mediodía del sábado 14, cuando prestaban declaración unos falangistas ante el juez, y fue el principio de un día sangriento en la capital riojana. Una reunión “clandestina” de falangistas en su propia sede, motivó la detención de los asistentes a la misma, su conducción al juzgado al día siguiente para declarar, y la presencia de un grupo de “camaradas”, que esperaban en un coche la resolución del juez. Falange, era un partido político legal, que, sin ir más lejos, se había presentado a las elecciones generales un mes antes, y en las que recibieron solo 46.466 votos, apenas algo más del 0,5 por ciento del total.

En dicha plaza de San Agustín, se formaron varios grupos de individuos; unos marcharon al local de Falange Española, situado en la calle Mayor, destrozando los muebles y prendiéndoles fuego. Igual ocurrió en los Círculos Carlista de la calle de Sagasta, y Tradicionalista establecido en la calle de la República. Más tarde los grupos hicieron lo propio con la sede del partido Acción Riojana, afecto a la CEDA, que en las elecciones del 16 de febrero, habían conseguido tres de las cuatro actas de diputado de la provincia riojana.

También se presentaron en el local del Partido Agrario, pero aquí se limitaron a arrojar los muebles a la calle. Todos estos actos violentos se realizaron con gran celeridad, en media hora escasa.

Cuando los revoltosos estaban frente a la sede del Partido Agrario, en el paseo del Espolón, los guardias de Asalto, cargaron contra ellos, resultando herido por un golpe de porra, Julio Lapuente, (en otros lugares Julio Carpintero) que moriría dos días después, el lunes 16. El fallecimiento fue consecuencia de una fractura y hundimiento del parietal derecho.

Los manifestantes, a raíz del enfrentamiento, se dirigieron al Gobierno civil, donde una comisión fue recibida por el gobernador, al cual le protestaron por la actuación de la fuerza pública. El gobernador, desde el balcón, prometió a los manifestantes que retiraría los guardias si se disolvían ordenadamente, cosa que así sucedió.

Mientras esto ocurría, otro grupo había encendido una hoguera en la calle que daba a las traseras del cuartel de Artillería, donde se encontraba el polvorín. Al salir del cuartel, situado frente al Gobierno Civil, un coronel con varios oficiales, para ver personalmente lo que ocurría, se encontró con la actitud violenta de la gente que estaba en el exterior, lo que les hizo entrar en el ayuntamiento, que se encontraba cerca. Un teniente tuvo que sacar la pistola para atemorizar a la muchedumbre que les acosaba.

La manifestación se volvió a engrosar de nuevo, llegándose a temer que el edificio municipal fuera asaltado, por lo que se llamó al alcalde, que acudió, así como al Gobernador militar de la provincia el general Víctor Carrasco.

Cuando los militares que en él se habían refugiado, salieron del ayuntamiento, junto al Gobernador militar, en dirección al cuartel de Artillería, volvieron los acosos. El alcalde y otras personas, se interpusieron entre los revoltosos y los jefes y oficiales del ejército, a pesar de lo cual continuaron con los insultos y los empujones.

El Gobernador militar, al ver que la guardia del cuartel salía al exterior y formaba, se dirigió a los grupos de personas que le acosaban, conminándoles a que se detuvieran porque de continuar en aquella actitud tumultuosa, la guardia se vería precisada a disparar. No le hicieron caso y continuaron acompañándoles en igual forma, llegando a estar a unos seis u ocho metros de la guardia.

Finalmente, ante la actitud de la muchedumbre que no se detenía, la guardia que estaba en la puerta del cuartel realizó una descarga al aire. Parece ser, que entre la multitud salió un disparo, al que la guardia respondió de manera instintiva, sin esperar orden alguna para hacer fuego.

Una persona murió, y al menos otras seis resultaron heridas de distinta gravedad, entre ellos el comandante de Artillería Luis Aguilar, a quien fue necesario amputarle un brazo. Igualmente un cabo de Infantería resultó herido durante un tiroteo que tuvo lugar ese mismo sábado en los alrededores de la cárcel.

Así lo cuenta el gobernador civil de la provincia, Carlos Fernández Shaw, en el diario “La Rioja” (19360315 02) que de una forma escueta daba su versión de lo que había sucedido:
 

Más tarde cuando estos oficiales, acompañados del General Comandante militar, del Alcalde y del Coronel del Regimiento, aparte de otras personas se dirigían al cuartel, protegidos por elementos del Frente Popular, que trataban de impedir que se les acercasen los pequeños grupos que les seguían, para reintegrarse al mismo, la guardia hizo unos disparos de los que resultaron un muerto, dos o tres heridos graves y otros dos o tres de menor importancia. […] El muerto fue el oficial de las oficinas centrales del Ayuntamiento don Vidal Castellet, que acompañaba al alcalde.

Tras disolverse la manifestación, grupos de manifestantes recorrieron las calles destruyendo e incendiando varios centros religiosos, el edificio de las Escuelas Pías, convento de la Madre de Dios, convento de las Agustinas, convento de los Carmelitas, convento de las Adoratrices y la Iglesia Parroquial de Santiago. También fueron asaltados los talleres y maquinaria del periódico católico “Diario de La Rioja” que quedó totalmente destruido.

En esta situación, el general Carrasco conminó al Gobernador civil para que la guardia de Asalto saliese a patrullar, ya que de lo contrario estaba dispuesto a sacar fuerzas del Ejército. Más tarde, Fernández Shaw llamó por teléfono al general, diciendo que consentía en declinar el mando en las fuerzas militares, lo que equivalía a declarar el Estado de Guerra. Carrasco ordenó a las nueve de la noche la salida de fuerzas del Ejército que dominaron rápidamente la ciudad, evitando que continuase la quema de las Iglesias y de otros edificios.

Para asegurar el orden al día siguiente vinieron dos camionetas de guardias de Asalto procedentes de Vitoria, dos de San Sebastián y dos de Bilbao. No volvieron a ocurrir más incidentes.

Estos lamentables sucesos tuvieron como consecuencia la destitución de Carlos Fernández Shaw el 18 de marzo, y el nombramiento de Adelardo Novo Brocas como nuevo Gobernador Civil.

13 DE MARZO. EL GOBIERNO EMPIEZA A ACTUAR

Día tras día, las huelgas y manifestaciones violentas, la quema de iglesias, las ocupaciones de fincas y los enfrentamientos armados entre milicias de signo contrario, por lo general provocadas por miembros de las izquierdas, que actuaban con total impunidad, copaban las primeras páginas de los periódicos.

Para detener esto, el presidente de Gobierno, Manuel Azaña, se entrevistó con el líder socialista Largo Caballero.


Madrid 13.- Se asegura que en la entrevista que mantuvieron los señores Azaña y largo Caballero, el jefe del Gobierno, indicó a este la conveniencia de que cesen las manifestaciones callejeras, para lo cual debía interponer su autoridad cerca de las organizaciones obreras.
19360313 03 El Castellano

Se cree que el premier (Azaña) ha informado al señor Francisco Largo Caballero, presidente del Partido Socialista que, en su opinión, los últimos desórdenes habían sido fomentados por los socialistas revolucionarios. Se cree que el señor Largo Caballero, insistió en que se permitiera a los socialistas efectuar manifestaciones, pero el señor Azaña le advirtió que él sería responsable de cualesquiera desórdenes. Parece que en vista de esto, el señor Largo Caballero ordenó el cese de todas las manifestaciones.
19360316 La Vanguardia (Manila)

El jefe de gobierno anunció que se han suspendido las manifestaciones campesinas organizadas para mañana (domingo 15) en vista de la situación del orden público.
19360315 Diario de la Marina

Madrid, 14.-12 noche. La Federación Española de Trabajadores de la Tierra ha facilitado la siguiente nota, leída a última hora de le tarde por radio: “Una delegación de la Comisión Ejecutivo de la Federación Española de Trabajadores de la Tierra se ha entrevistado con el señor Azaña. Ante la seguridad dada por el señor Azaña de que el Gobierno atenderá, con amplitud y urgencia las demandas de la Federación de Trabajadores de la Tierra: que correspondan el programa, del Frente Popular, dicha Federación ha acordado que se aplacen las manifestaciones públicas que habían sido anunciadas para el día 15” .
19360315 02 La Rioja

Por lo que se refiere, a nuestra política interior, el. Gobierno habrá visto que el país pide a gritos que se le garantice su tranquilidad, desaparecida desde el 16 de febrero.
En algunas provincias ya los gobernadores tomaran el acuerdo de no autorizar manifestaciones socialistas y comunistas, que han venido produciendo verdaderos motivos de inquietud.
El Gobierno tiene forzosamente, necesariamente, por deber imperativo, que ser el mantenedor del orden, yendo sin contemplaciones contra quien trate de perturbarlo, sea quien sea.
Ha llegado a nuestra noticia, por conducto autorizado, de que se quieren resolver los conflictos, empleando lo menos posible la fuerza pública.
El señor Azaña no ha estado remiso para dominar a las masas en otras ocasiones y no es de creer que el pacto del Frente popular le impida aplicar el rigor de. la ley cuando éste se hace necesario.
Es preciso acabar con el espectáculo de esos menores, muchos de ellos que no pasan de dieciséis años, empleados como fuerzas de choque en la calle, por los extremistas de la izquierda y por los extremistas de la derecha y que caen muertos o heridos casi a diario.
El país no puede vivir en este perenne sobresalto y pide a voces que se den las garantías necesarias para poder dedicarse con calma a sus ocupaciones habituales.
19360315 01 El Progreso

15 DE MARZO: TIROTEAN EL DOMICILIO DE LARGO CABALLERO

MADRID, 16. — Aproximadamente a las nueve de la noche del domingo (15) una pareja de Seguridad que vigilaba la casa del señor Largo Caballero, en la calle de Viriato (nº 39), fue objeto de una agresión. Parece que se hicieron varios disparos.
Los agredidos reaccionaron, saliendo en persecución de los autores, auxiliados por otros guardias de Seguridad, de Asalto y Policía urbana que pasaban por los alrededores.
Lograron detener a los autores de los disparos, que se habían refugiado en una casa de la calle de Castillo, 19. Se llaman Ricardo Garchitorena (Zalba) y su primo Manuel Álvarez (Zalba).
En el pasillo de la citada casa se encontraron tres pistolas “Star”, “Búfalo” y “F.N.” y un revólver Smith, varios cargadores y una caja de cápsulas.
En el momento de la agresión no se encontraba en su domicilio el señor Largo Caballero, pero si se alarmó la familia.
Ricardo Garchitorena (18 años) y Manuel Álvarez (16 años), detenidos por el incidente en la casa del señor Largo Caballero, han pasado a disposición del Juzgado número 4.
19360317 05 El Progreso

Todos los periódicos se hicieron eco de la noticia y apuntaron directamente a la Falange como responsable del ataque. Por este motivo, el partido de Primo de Rivera, emitió un comunicado de prensa el lunes día 16 desvinculándose totalmente de los hechos, y diciendo que los detenidos “no han sido jamás afiliados a la Falange Española de las JONS”.

Aunque en el artículo se afirma que los dos primos dispararon contra los escoltas de Largo Caballero, realmente los disparos los hicieron contra la vivienda que estaba en un segundo piso. Dos balas entraron en las habitaciones sin causar daños personales.

Los agentes de Policía que detuvieron a los jóvenes, ante el tribunal declararon que “oyeron los disparos y salieron en persecución de Ricardo y Manuel porque la gente decía que habían sido ellos los que habían disparado”.

El tribunal condenó a Ricardo Garchitorena a dos meses y un día de arresto mayor por tenencia ilícita de armas, y a Manuel Álvarez, por ser menor de edad fue condenado a un mes y un día de prisión.

Meses más tarde, los dos primos participaron en la Guerra Civil y combatieron junto a las tropas franquistas en diferentes frentes. Ambos hicieron carrera en el Ejército. En 1981 Ricardo Garchitorena, siendo coronel, apareció en la prensa por haber participado en el Golpe de Estado del 23-F

17 DE MARZO

El presidente del gobierno Manuel Azaña, escribe a su cuñado Cipriano Rivas Madrid, (RETRATO, pág.665 y 666):

Antes de contar más cosas, intercalo mi negra desesperación. Hoy nos han quemado Yecla: 7 iglesias, 6 casas, todos los centros políticos de derecha y el Registro de la Propiedad. A media tarde, incendios en Albacete y en Almansa. Ayer, motín y asesinatos en Jumilla. El sábado, Logroño; el viernes, Madrid, tres iglesias. El jueves y el miércoles, Vallecas... Han apaleado en la calle Caballero de Gracia, a un comandante vestido de uniforme que no hacía nada. En Ferrol a dos oficiales de artillería; en Logroño, acorralaron y encerraron a un general y cuatro oficiales. Creo que van más de doscientos muertos y heridos desde que se formó el Gobierno, y he perdido la cuenta de las poblaciones en que han quemado iglesias y conventos. Con "La Nación" han hecho la tontería de quemarla.

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