BALTASAR PEÑA HINOJOSA. FRANQUISMO Y TRANSICIÓN

 

La anterior Crónica «BALTASAR PEÑA HINOJOSA. 1937 – 1939», la terminaba con Baltasar Peña, con tan solo tenía treinta y tres años, siendo vicepresidente de la Diputación Provincial y presidente de la Cámara Oficial Agrícola de la provincia de Málaga.

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Finalizada la Guerra civil, España se encontraba en unas condiciones calamitosas, necesitando comenzar una reconstrucción económica y social, tanto para el país, como para los ciudadanos y para las empresas que habían visto gravemente disminuidas sus capacidades por causa del conflicto bélico.

El gobierno del general Franco quería conseguir una pronta recuperación de la normalidad económica, y utilizó para ello un alto grado de intervencionismo por parte del Estado.

Se decretaron una serie de órdenes gubernativas, con carácter de urgencia, que se habrían de llevarse a cabo por parte de las autoridades militares, poniendo el principal acento en la reactivación de los sectores productivos. Organismos ya existentes como el “Instituto de Reforma Agraria” (IRA), el “Instituto Nacional de Previsión” y los de nueva creación, como la “Comisión de Reconstrucción”, primero y el “Instituto Nacional de Industria” (INI), a partir del 1941, fueron decisivos en la nueva puesta en marcha de la economía nacional.

En ese sentido, el 16 de marzo de 1939 se creó el “Instituto de Crédito para la Reconstrucción Nacional” (ICRN) (BOE del 22 de marzo). Su reglamento de aprobó por un decreto del 27 de julio (BOE del 28 de julio de 1939)

Según la ley, la finalidad del ICRN era facilitar anticipos o préstamos a las entidades, empresas o particulares, con destino a la reparación de los daños sufridos como consecuencia directa de la guerra, con tal que se concretaran dichos daños a bienes inmuebles u otros elementos y efectos propios para la vida y la producción.

Por Decreto del 16 de mayo se estableció también la Prestación Personal a favor del Estado para ser utilizada en la reconstrucción nacional en obras a cargo del Estado, la provincia o el municipio. El 4 de julio se aprobaba el Reglamento para esta Prestación Personal (BOE del 29 de julio de 1939). Era obligatoria para los varones de 18 a 50 años inclusive.

La prestación personal establecida, se considera como servicio a la Patria, y, por tanto, su incumplimiento seria perseguido y sancionado con todo rigor.

Consistía en que los hombres que vivían cerca de industrias, estructuras viarias o edificios destruidos en la guerra, estaban obligados a trabajar 15 días al año en su reconstrucción. Los que vivían más alejados, debían entregar 15 jornales anuales, pero para no quitar ese dinero del sueldo normal, lo aportarían haciendo horas extraordinarias o intensificando su esfuerzo para producir el equivalente a esos jornales. También se podía redimir la prestación pagándola en metálico en un solo acto.

Según el reglamento, todos los trabajadores y empresarios debían inscribirse, antes del 31 de agosto, en el ayuntamiento de cuya jurisdicción fueran vecinos o que tuvieran en él su residencia, rellenando un impreso en el que constaran sus datos personales, su oficio y el jornal diario del trabajador. En caso de duda de la cantidad a satisfacer, se calculaba en base al valor del jornal medio de cada localidad, no superando las 25 pesetas diarias.

En todas las provincias se creó el cargo de Comisario-interventor de la prestación personal, para la gestión de los fondos y recursos destinados a la reconstrucción. El Comisario interventor, tenía la tarea de supervisar la inscripción de las personas en el censo de la prestación personal a favor del Estado en cada ayuntamiento, y de llevar la cuenta y razón de cada una de las recaudaciones de la provincia.

En la provincia de Málaga de Comisario-interventor fue nombrado Baltasar Peña Hinojosa.

El alcalde Málaga, Enrique Gómez Rodríguez, recibió ayer en su despacho oficial, la visita del Comisario Interventor de la prestación personal del ICRN, don Baltasar Peña Hinojosa.

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Esta prestación personal duró escasos meses, ya que se derogó por un Decreto del 5 de abril de 1940 (BOE del 11 de abril)

VUELVEN SUS PROBLEMAS CON EL RÉGIMEN

Baltasar Peña, a pesar de ser una de las personas más relevantes en Málaga del nuevo régimen, no se vio libre de las investigaciones sobre su pasado más inmediato. Ya vimos en la anterior Crónica «BALTASAR PEÑA HINOJOSA. 1937 – 1939», como al pedir en agosto de 1938 un certificado de buena conducta, la Delegación de Orden Público de Málaga, emitió un certificado no muy favorable a su persona, que finalmente ante sus alegaciones, fue corregido.

En 1940, en un informe elaborado por la Comisaría de Investigación y Vigilancia, se decía sobre Baltasar Peña que:

El citado es de buena conducta pública y privada, y de creencias religiosas; persona vanidosa en grado sumo, más que normal, gustoso de popularidad y nombradía, criado en ambiente político de antaño; le es grata la influencia y la admiración, y toda su labor intelectual y política, a más de servir a sus creencias e intereses, estaba encaminada en parte a dar realidad al deseo excesivo de renombre en provecho de su vanidad y personalidad. […] Durante la dominación roja en esta capital, desempeñó el cargo de Juez Municipal del distrito de La Merced, de cuyo Juzgado era juez suplente, y en escaso tiempo que estuvo, pues fue detenido por los marxistas, logrando evadirse y refugiarse en el Consulado de Bolivia, en que permaneció hasta la liberación de Málaga.

Este informe, con una primera parte muy subjetiva sobre la personalidad de Baltasar Peña, tenía una segunda parte demoledora, haber sido juez municipal suplente del distrito de la Merced, en el bando del Frente Popular. Esto le valió la apertura de un sumario, el número 81 de 1940, en el Juzgado Militar nº 7.

Ese hecho de ser juez suplente, ya lo recogí en mi Crónica «BALTASAR PEÑA HINOJOSA. REPÚBLICA Y GUERRA CIVIL», cuando el día 20 de julio de 1936, acudió junto con su amigo Carlos Arias Navarro a la Audiencia Provincial de Málaga. Allí le comunicaron que debía sustituir temporalmente al titular del Juzgado de Instrucción del distrito de la Merced, don Manuel Puertas Oliveros. El motivo de esta designación temporal, y por solo dos días, lo ignoro. Lo cierto es que de las actuaciones que realizó como juez esos dos días, tuvo que responder ante la justicia militar franquista.

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Ese día 20 de julio, Baltasar Peña se encontraba de guardia en el Juzgado, cuando se presentaron en el mismo, los miembros de una patrulla con el médico don Rafael Pérez Bryan (1880-1936) y con don Eduardo Díaz Murciano (1893-1983). Ambos estaban refugiados en el Consulado de Bélgica, casa de don Gastón Wells, situado en el barrio de Gamarra, por la carretera de Antequera. 

Ese día se presentó en el Consulado una patrulla que procedió a la detención de Rafael Pérez Bryan, y al intervenir Eduardo Díaz Murciano para que no se lo llevaran, también lo detuvieron, y se llevaron a ambos al Gobierno civil, y de allí al Juzgado de guardia, que en ese momento desempeñaba la misión de Juez, Baltasar Peña Hinojosa. Este libró un mandamiento para el ingreso de los dos detenidos en la cárcel, acusados de desórdenes públicos.

En virtud del presente, el Director de la Cárcel Pública de esta Ciudad, admitirá y tendrá en ella a disposición del Juzgado de Instrucción del Distrito de Alameda a D. Rafael Pérez Bryan y a D. Eduardo Díaz Murciano. Pues así lo he acordado en proveído de este día dictado en diligencia de guardia, sobre desórdenes públicos.

Dado en Málaga a veinte de Julio de 1936.

El Secretario Judicial P.H. Luis Calvo

Rubricado Baltasar Peña

A consecuencia de haber realizado determinadas gestiones a su favor, Eduardo Díaz Murciano logró la libertad. Sin embargo Rafael Pérez Bryan, el día 22 de agosto fue sacado de la Prisión Provincial por miembros del Comité de Salud Pública, y asesinado en las tapias del Cementerio de San Rafael. Ese día sacaron también, y asesinaron a cuarenta y seis personas, entre ellas a Salvador Hinojosa Carvajal y a sus hijos Francisco y José María Hinojosa Lasarte.

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DECLARACIÓN DE EDUARDO DÍAZ MURCIANO

En los primeros días del Alzamiento, se refugió con su familia en el Consulado accidental de Bélgica que estaba contiguo a su casa en el carril de Gamarra. También lo hizo con su mujer e hijos el médico D. Rafael Pérez Bryan.

A pesar de haber sido invitado para tal hecho, el ambiente en la casa respecto a los dueños de la misma, no era muy grato porque casi a las claras manifestaban su deseo que se marchasen.

Cierto día, el 20 de julio, por la mañana llegan unos patrulleros al Consulado y empiezan a interrogar a los allí refugiados.

El señor Pérez Bryan al preguntarle, da su nombre y apellidos, y esto motiva que los mismos hablaran de que era un fascista elemento peligroso y deciden detenerlo. Interviene el declarante para ver si puede salvar la situación, y en vista que el dueño de la casa, cónsul de Bélgica no intervenía para garantizarlos, esto da lugar a que se lo llevan detenido con D. Rafael Pérez Bryan al Gobierno civil.

En dicho lugar hay un ambiente desfavorable que teme atenten contra ellos. A pesar de dichos temores, le toman las huellas dactilares y los conducen en un coche a la Audiencia en donde pasan a presencia del entonces Juez de Instrucción, en unión de otros detenidos que fueron conducidos a aquel lugar.

Desempeñaba el cargo interinamente el señor Peña Hinojosa. Primero pasa el señor Pérez Bryan y después lo hace el declarante. Dicho señor Peña les dice que aún sintiéndolo mucho los tiene que mandar a la cárcel, y al ver el efecto que dicha determinación producía en ellos, muestra al que habla una denuncia por el Guardia (Forte) en la que se les hacía el cargo de haber disparado desde el Consulado de Bélgica; les reciben declaración y en la misma hace constar el dicente la falsedad de la acusación.

Insiste el señor Peña en que tiene que mandarlo a la cárcel, añadiendo que creía con ello hacerle un favor, por la inseguridad que había en la calle y además que aquello sería cuestión de pocos días.

El testigo le contestó que él cumpliera con su obligación, pero que no pretendiese ningún agradecimiento por su determinación.

Que el señor Peña, por referencia de amigos, sabe que era algo liberal en su ideología, no conociendo de ciencia propia ningún caso concreto de manifestación contraria a la ideología de orden. Y respecto al tiempo de la época marxista, tiene entendido que se tuvo que quitar de en medio por ser perseguido. Se trata de persona de muy buena posición, que resultaría perjudicado por la implantación de los regímenes extremistas.

DECLARACIÓN DE MANUEL PÉREZ BRYAN – Hermano de Rafael y Presidente de la Diputación entre 5/12/1939 y 29/9/1941

Que en los primeros días del Alzamiento Nacional, buscó el declarante refugio en el Hotel Vasconia, pues le habían quemado su domicilio. Allí llegó también a las pocas horas Baltasar Peña, que según se decía estaba actuando interinamente de Juez de Instrucción.

A los dos días siguientes, como el que declara había tenido noticias de que se encontraba detenido un hermano suyo, le pregunta al mismo de quien se trataba, le manifiesta que su hermano Rafael, y a continuación ante la súplica del testigo de que lo pusiese en libertad, le expresó el señor Peña su vivo deseo de realizarlo, añadiendo las dificultades para encontrar refugio seguro para poder llevarlo, dada las circunstancias con que se tropezaba en aquellos días.

Dada la amistad que unía al señor Peña con su hermano Rafael y con los demás familiares, cree que la actuación que ocurriese en dicho suceso, sería obligado por las circunstancias difíciles que se atravesaban, que en opinión del declarante quizá serían un obstáculo para que pudiese cumplir el ofrecimiento que había hecho.

Estuvo el señor Peña actuando algún tiempo de Juez de Instrucción, después se refugió en un Consulado por ser perseguido, considerándolo como persona de orden que rechazaba las actuaciones y métodos que se empleaban en aquella época.

En base a ambas declaraciones exculpatorias, la causa fue sobreseida por el Juzgado Militar nº 7, “por haberse desvanecido los cargos que contra él mismo aparecían, conforme a los dispuesto en el artículo 536, caso tercero del Código de Justicia Militar”

LOS PRIMEROS AÑOS DE LA POSGUERRA

Finalizada la guerra, Baltasar Peña vuelve al cuidado y laboreo de sus tierras en Campillos. Ya vimos que durante la Segunda República, la mitad del cortijo de la Cuesta, unas cuatrocientas fanegas, se las arrendó al sindicato de obreros “1º de Mayo”, por una renta de cuatro mil quinientas pesetas. La otra mitad la llevaba Antonio Mesa Gallardo en arrendamiento desde 1932.

En sus memorias “Reencuentros conmigo mismo”, escribe en 1976

Después del Movimiento el arrendamiento lo convertí en un contrato de sociedad con todos los hermanos Mesa al 50% y cobrando yo como propietario una renta que se detraía de los gastos comunes de la explotación.

Poco a poco se fue ensanchando la explotación. Primero explotamos también en Sociedad unas fincas en Osuna de la familia Oriol que dio pingües ganancias, pero cuyo arrendamiento no duró más de seis años.

Más adelante compré la finca de Corona que se agregó a la Cuesta. Se ampliaron grandemente las explotaciones ganaderas de ganado de cerda y ovino, y finalmente hace unos tres años se unió también la finca del Álamo comprada por mí.

En todo este lapso de tiempo, Antonio Mesa y sus hermanos adquirieron también nuevas fincas y elementos ganaderos hasta el punto de que hoy nos superan no sólo en ganadería, sino en tierras propias.

No se me podía a mí haber ocurrido mejor manera de llevar el campo que el elegido.

Llevo más de cuarenta años en sociedad en diversas explotaciones agrarias. Empezamos solo con el cortijo de la Cuesta, y hoy son ya tres los cortijos que labramos

En el transcurso de estos últimos treinta años, se han modificado las estructuras agrarias de todas las fincas, convirtiéndolas en ganaderas con rentables explotaciones, mejorando sus cultivos, establecidos nuevos regadíos, etc.

El 7 de agosto de 1940, nace su cuarto hijo, Francisco Peña Álvarez, el primer varón tras Maruja (1932), Cristina (1936) y Pilar (1938).

Recordemos que en febrero de 1937, cuando los nacionales conquistaron Málaga, había sido nombrado secretario del Juzgado Militar nº 10, en el que era instructor Carlos Arias Navarro, para lo cual se le nombró oficial tercero honorífico del Cuerpo Jurídico Militar del Ejército. Causó baja en dicho Cuerpo el 16 de enero de 1941 (BOE del 24 de enero de 1941)

ORDEN de 16 de enero de 1941 por la que causan baja en el Cuerpo Jurídico Militar los Oficiales honoríficos del citado Cuerpo que se relacionan. En cumplimiento a lo dispuesto en la Orden de 23 de octubre último, («D. O.» número 239), causan baja en el Cuerpo Jurídico Militar, y pasan a la situación militar que les corresponda, los Oficiales honoríficos del citado Cuerpo que a continuación se relacionan: […] Oficiales Terceros Baltasar Peña Hinojosa

El 27 de junio de 1941 fallecía en Córdoba su hermana Ana Peña Hinojosa, con 39 años, estaba casada con José Fernández Natera, Ingeniero Agrónomo.

En 1942 nace su quinto hijo, Carlos Peña Álvarez.

En la prensa escrita, encontramos información sobre su tarea como Presidente de la Cámara Oficial Agrícola de la provincia de Málaga.

Málaga 27. A las diez y media de la mañana, en el salón de actos del Ayuntamiento, adornado con banderas nacionales y del Movimiento, retratos del Caudillo, y de José Antonio, y perfectamente acondicionado para su cometido, se ha celebrado la sesión inaugural del primer Congreso Agropecuario. El delegado provincial sindical pronunció unas palabras en las que explicó el alcance de éste primer Congreso Agropecuario, y a continuación se declaró inaugurado.

A continuación, hizo uso de la palabra el camarada Baltasar Peña, jefe provincial de Política Agraria, para pedir que se solicite del ministerio de Agricultura el nombramiento de técnicos agrícolas con residencia en los pueblos de mayor importancia agraria.

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El 12 de julio de 1944, el ministerio de Agricultura concede a Baltasar Peña la condecoración de la “Orden Civil del Mérito Agrícola” (BOE del 15 de julio de 1944). El ministro de Agricultura era Miguel Primo de Rivera.


Unos días más tarde, el 20 de julio, era nombrado ministro de ese ramo, el malagueño Carlos Rein Segura (1897-1992), ingeniero agrónomo y miembro del Cuerpo Nacional de Ingenieros Agrónomos del Ministerio de Hacienda.

Málaga, 3. — El ministro de Agricultura, don Carlos Rein, ha visitado la Jefatura Agronómica Provincial y la Cámara Oficial Agrícola, con motivo de imponer la Encomienda de la Orden Civil del Mérito Agrícola al ingeniero jefe de la Jefatura Agronómica Provincial, don Antonio Díaz Gómez y al presidente de la Cámara Oficial Agrícola, don Baltasar Peña.

El ministro, después del acto de imposición de las condecoraciones, elogió la labor realizada por estos señores. Después recorrió las dependencias de los citados organismos.

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PRESIDENTE DE LA «DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE MÁLAGA»

Es a partir de febrero de 1946, al ser nombrado presidente de la Diputación Provincial de Málaga, cuando la presencia de Baltasar Peña en las instituciones y su protagonismo en la vida pública malagueña se acrecienta. Habían pasado nueve años de la entrada de las tropas nacionales en Málaga, y aunque ya había desempeñado cargos de cierta relevancia, es en ese momento cuando Baltasar Peña se convierte en una de las personas más relevantes e importantes en el ámbito político y cultural de toda la provincia.

El 15 de octubre de 1945, el sevillano Manuel García del Olmo fue nombrado Gobernador civil de la provincia de Málaga, en sustitución de Emilio Lamo de Espinosa.

No sé por qué fui a saludarle a los pocos días de su toma de posesión, y me habló de que había cursado la carrera de Derecho en Sevilla. Aunque unos años mayor que yo, también yo había estado en aquella Universidad, tal vez en primero de Derecho cuando él cursaba los últimos, y entretuvimos el rato hablando de nuestros mutuos profesores y de comunes amigos.

A los pocos días, me llama al Gobierno y sin preámbulo me dice: “Quiero que vengas a ayudarme y ocupes la Presidencia de la Diputación”

Yo ya había pertenecido a la Diputación como Vicepresidente en el mismo año de la liberación, pero en verdad, no esperaba tan halagüeño ofrecimiento. Y como soy, he sido, y seré siempre claro en mis explicaciones, le contesté sencillamente; “Pues encantado”.

La Diputación Provincial es el cargo más apetitoso que podrías ofrecerme, ya que soy de la provincia, y trabajar por ella es mi gran deseo.

A los pocos días ocupaba este cargo, que se me entregaba de las manos de Urbano Diéguez Igea, Abogado del Estado, desde entonces fidelísimo amigo, y hoy entrañable y queridísimo, quien me entregó una Corporación admirablemente administrada, con sus obligaciones al día, sin imprevistos engorrosos que pagar y con unas posibilidades infinitas, ya que desgraciadamente en aquellos momentos y por las circunstancias de guerra que se vivían, estaban muchas y muy importantes cosas por hacer.

Pero no fue solamente una Diputación bien administrada lo que se me entregó, sino también unos establecimientos benéficos a los que siempre se les habían dedicado especial atención, en pleno funcionamiento y rendimiento.

Tomó posesión del cargo de presidente de la Diputación de Málaga el 23 de febrero de 1946.

Cogí, he de decirlo, el cargo con la mayor satisfacción y entusiasmo. Desde el primer día me dediqué en cuerpo y alma a las instituciones y deberes que se me encomendaban y también desde el primer día, encontré en el Gobernador el mejor aliado a mis afanes y deseos, y el mejor valedor para conseguir medios, que era el punto más negro de la política de aquellos días, por la escasez de las corporaciones, de recursos e impuestos.

Diputados Provinciales

El cargo de presidente de la Diputación de Málaga, lo simultaneó con el de Procurador en las Cortes españolas por Málaga, ya que fue elegido dentro del cupo de “Representantes de las Diputaciones y Mancomunidades Interinsulares Canarias”, repitiendo la designación en tres legislaturas, desde el 13 de mayo de 1946 hasta el 13 de abril de 1955. En aquella época, normalmente siempre era elegido el presidente de la Diputación para el puesto de Procurador.

Ocupado intensamente en los trabajos de la Diputación, tuvo una escasa actividad como Procurador en las sesiones de las Cortes. Solo he encontrado una participación suya en un Pleno. Ocurrió el lunes 15 de julio de 1946, cuando se discutió un proyecto de ley concediendo mil millones de pesetas al Servicio Nacional de Crédito Agrícola para préstamos a los agricultores.

Baltasar Peña intervino en defensa del dictamen de la Comisión. Explicó el alcance de la ley, las características de la misma, y las condiciones y garantías con que se iba a llevar a cabo la entrega de dinero, mediante la Banca y las Cajas de Ahorro. Analizó una por una las enmiendas presentadas al proyecto de ley y expuso los argumentos para justificar por qué fueron rechazadas unas y aceptadas otras.

Después de Baltasar Peña, pronunció un discurso el ministro de Agricultura Carlos Rein Segura. Puesto a votación el dictamen de la Comisión, quedó aprobado con el voto en contra de tres procuradores. La ley fue aprobada por las Cortes en la sesión del 17 de julio de 1946 (BOE 18/7/1946)

Su labor al frente de la Diputación estuvo plagada de grandes dificultades económicas. A finales de 1948 la situación era insostenible. Los abastecedores imponían el pago por adelantado para entregar la mercancía a sus establecimientos benéficos, teniendo que solicitar préstamos con la banca particular. Hubo que suspender algunas obras que se estaban llevando a cabo. Según palabras suyas, “había que sustituir medios y posibilidades por buena voluntad y sacrificio”.

Ese año, para pagar a los empleados de la Diputación su salario mensual, tuvo Baltasar Peña que firmar personalmente en el Banco Hispano Americano una letra de quinientas mil pesetas a sesenta días, y aceptada y avalada por él mismo.

Pero dos meses pasan pronto y el mismo día en que vencía la letra nos encontramos que, aún cuando se habían recibido algunas pequeñas cantidades, no se había liquidado aún la mayor cantidad de nuestros atrasos.

Fui al Banco el mismo día que vencía la letra sobre las diez de la mañana, con la seguridad de que se me atendería mi demanda de renovar la misma por otros dos meses y seguir trampeando como hasta ahora, pero me quedé como una pieza cuando el director me anunció que no podía renovarla y tenía orden de que si no se pagaba tendría que protestarla.

Eran las once de la mañana y la letra vencía a las doce.

Desolado se fui al Gobierno Civil a comentarle al Gobernador (Manuel García del Olmo) lo sucedido y con una sonrisa me tranquilizó diciendo:

- No te apures, acabo de recibir una importante cantidad de dinero para el paro que no se ha de gastar hasta dentro de unos meses, te la anticiparé a la Diputación las quinientas mil pesetas que necesitas y asunto terminado.

Le di las gracias y vi el cielo abierto. El cheque se lo pedí del Banco Hispano dónde tenía la letra pendiente.

Llegue a la ventanilla del Banco un cuarto de hora antes de las doce. Me acerqué y le di el cheque con el ruego que me lo despacharan lo antes posible.

- En dinero metálico y la mayor cantidad posible en moneda fraccionaria.

Por otra ventanilla pedí me trajera una letra con vencimiento de hoy para hacerla efectiva antes de su vencimiento.

Me trajeron el importe del cheque, la mayor parte en duros, pesetas y una importante cantidad en moneda fraccionaria.

Le dije al empleado que perdonara lo que iba a hacer pero que ya se lo explicaría después, y rompí todos los paquetes de monedas que me iban entregando.

Me trajeron la letra y revolviendo las monedas entregadas, le rogué dijera al Director de mi parte que hicieran el favor de venir varios empleados a contar otra vez las quinientas mil pesetas para ver si estaba completa la cantidad que adeudaba.

Bajó el Director, se sorprendió de lo que pasaba, me quise dar explicaciones, pero terminé diciéndole:

Haga el favor de liquidarme hasta el último céntimo la cuenta que la Diputación y alguna de sus establecimientos benéficos tenían en este Banco, ya que si el Banco no se ha fiado de la Diputación de Málaga para prorrogarle un crédito, además avalado por mí, tampoco la Diputación ni yo nos fiamos de entregarle nuestro dinero a tan desconfiada entidad.

PRESIDENTE DE LA «SOCIEDAD ECONÓMICA AMIGOS DEL PAÍS»

La “Sociedad Económica de Amigos del País” es quizás la institución cultural y económica más antigua de Málaga. Su origen arranca cuando a finales de 1788 un grupo de ciudadanos malagueños, solicitaba al Consejo de Castilla la aprobación de una Sociedad que contribuyera a desarrollar la Ilustración en Málaga y su provincia, e impulsar el fomento de la riqueza de la tierra, el bienestar y la cultura de los malagueños.

La aprobación por parte del rey Carlos IV, llegaría en enero de 1789, aunque hasta agosto no se celebraría la primera Junta. Ya en la siguiente sesión, en diciembre, se presentaron los estatutos de la Sociedad, organizados en 17 capítulos que regulaban la organización y las actividades a realizar.

Fueron muchos los temas tratados en sus reuniones, que generaron distintos informes o memorias: se preocuparon del entorno urbano malagueño, analizando soluciones para potenciar la limpieza y embellecimiento de la ciudad, proponiendo entre otras cosas el empedrado de calles.

La agricultura fue otro de los sectores que acaparó mayor atención, con numerosas solicitudes de informes por parte de la Corona, interesada en conocer los cultivos, las formas de potenciarlos, el estado de los colonos y de la población en general, los montes y las especies vegetales que los componían.

El desarrollo de la cultura y la educación fueron los aspectos en el que se consiguieron los mayores desarrollos. Se crearon escuelas donde los jóvenes aprendían labores y oficios, y se les proporcionaban las herramientas y materias para el aprendizaje, solicitando, sin mucho éxito, para su mantenimiento alguna asignación anual de las ganancias de la lotería en la ciudad.

Entre 1790 y 1795 la Sociedad alcanzó su máximo apogeo, pero poco a poco sus sesiones fueron languideciendo hasta la última de 1797.

En el siglo XIX tuvo varios momentos de reactivación, seguidos de otros de decaimiento y olvido. Fue con la llegada del siglo XX cuando de nuevo la “Sociedad Económica de Amigos del País”, volvió a tener presencia y protagonismo en el ámbito cultural malagueño.

Entre 1906 y 1926, bajo la dirección de Pedro Gómez Chaix, y desde 1927 a 1936 con Emilio Baeza Medina, que fue el primer alcalde de Málaga de la Segunda República, se desarrollaron numerosos proyectos «en pro de la cultura popular»: se dieron clases nocturnas gratuitas por profesores y miembros de la Sociedad, así como conferencias sobre extensión universitaria en la Sociedad y en centros obreros, así como certámenes escolares y exposiciones. Durante la República, se impulsaron las conferencias de destacadas personalidades de la vida española, que convirtieron a la Sociedad Económica en el más relevante foco cultural de la ciudad, y un notorio centro republicano, desde donde se editaba el periódico El Popular.

Dice Baltasar Peña:

La Económica en tiempos de la República, fue el más importante fortín de los radicales-socialistas, presididos por el Sr. Baeza Medina, presidente a su vez de la Sociedad Económica. Su actuación al frente de esta Sociedad fue brillantísima, trajo excelentes oradores y conferenciantes, organizó exposiciones y congresos, pero todos ellos con un evidente matiz partidista.

Tras la ocupación de Málaga por las fuerzas franquistas, la Sociedad Económica entró en decadencia, hasta que en 1946, el gobernador civil Manuel García del Olmo, le pidió a Baltasar Peña que se hiciera cargo de ella.

Por iniciativa del entonces, Gobernador Civil Manuel García del Olmo, me hice cargo de ella, con la facilidad que me proporcionaba el ser Presidente de la Diputación, y de las ayudas oficiales que necesitaba para su puesta en marcha y desenvolvimiento.
Los últimos años de la Sociedad Económica, habían sido desastrosos. Abandonada por todos y tras unas presidencias accidentales que nada hicieron por conservarla, me la entregaron, en estado casi ruinoso el edificio (Casa del Consulado), saqueada su biblioteca por unos y otros, embargados hasta los bancos del salón de sesiones por una deuda de luz eléctrica (con Hidroeléctrica del Chorro), con otras muchas deudas, sin crédito, sin dinero, etc. etc. Era verdaderamente lamentable que una Sociedad que había tenido tanto interés político y cultural durante los años de la República, ya que fue plataforma de Baeza Medina, su último presidente, que la cuidó, mimó y enalteció, en nuestras circunstancias se hubiera dejado perder, en perjuicio de nuestra cultura, a pesar de su abolengo y larga vida.Conté desde el principio con la eficaz ayuda del Gobernador, que me anticipó, creo, un donativo de veinte y cinco mil pesetas, para ponerla en marcha. La primera reunión para ello, la tuve el 19 de enero de 1947, en que el Gobernador nos reunió en su despacho, dándonos posesión a la Junta directiva, que hoy, en el mes agosto de 1975, continúa casi intacta, sin más variaciones que los muertos o los ausentes.Se procedió, en cuanto nos hicimos cargo de la entidad, a limpiar y desinfectar la biblioteca, comida de insectos y a confeccionar el inventario de lo que se conservaba. Abierta nuevamente al público, pasaron de cinco mil quinientos los lectores que concurrieron a la misma.Se gestionaron importantes donativos de libros y se formalizó la suscripción de una docena de periódicos y revistas. En cuanto a reparaciones del edificio social, la casa del Consulado, propiedad del Estado y cedida desde el siglo XIX a la Sociedad Económica, se repararon las zonas más dañadas en el edificio, se pintó en su totalidad, se embutió la red eléctrica, se tapizaron sus muebles, se dotaron de dos tapices su entrada. En una palabra, se remozó como en sus mejores tiempos. Se inauguró este curso con una conferencia-concierto, a cargo de José Cubiles, que constituyó un verdadero acontecimiento musical.

Casa del Consulado en la Plaza de la Constitución

Continuaron ese año y el siguiente con la impartición de abundantes conferencias y la realización de exposiciones. En diciembre de 1948, se invitó a Vicente Aleixandre a dar una conferencia en Málaga, ciudad en la que pasó los primeros años de su vida y a la que ha dedicado algunos de sus mejores poemas. En ella ofreció una lección comentada de su obra.

Se celebraron exposiciones tan importantes como las del granadino Gabriel Morcillo y el británico George O. Wynne Apperley, y de los más importantes pintores malagueños del XIX. Se dieron conferencias, se organizaron cursillos como los del Obispo Herrera Oria sobre la cuestión agrícola. Se creó en ella la Cátedra San Martín con conferencias de destacadas personalidades argentinas.

HIJO PREDILECTO DE LA VILLA DE CAMPILLOS

El 31 de enero de 1949, siendo alcalde de Campillos Francisco Ruiz Acedo, fue nombrado por la Corporación Municipal “Hijo Predilecto de la Villa de Campillos”.


Francisco Ruiz Acedo

CREACIÓN DE LA «CAJA DE AHORROS PROVINCIAL DE MÁLAGA»

Ya en mayo de 1940, la Diputación Provincial de Málaga, que presidía en ese momento Manuel Pérez Bryan, acordó crear una Caja de Ahorros «para llenar en la Capital y Provincia la función social que estas instituciones desarrollaban». Pero al no conseguir dotarla del capital fundacional de un millón de pesetas que el Ministerio de Trabajo exigía para crearla, el proyecto quedó adormecido durante seis años.

En marzo de 1946, la Diputación que ya presidía Baltasar Peña, retomó el tema y aprobó un presupuesto extraordinario en el que incluía un millón de pesetas para la creación de la Caja de Ahorros Provincial de Ahorros de Málaga. La Diputación pasó todo el año 1947, enviando y rectificando Estatutos, ya que en la Junta Consultiva de Cajas de Ahorro, “contábamos con una enemiga casi completa de las existentes, azuzada por las dos ya instaladas en nuestra provincia”.

Desde el momento que mostramos nuestro deseo de instaurar la Caja de Ahorros, tuvimos la más completa oposición por parte de la Confederación, que seguramente por influencia de las cajas ya establecidas, nos negó reiteradamente esta posibilidad al informar desfavorablemente la petición, con el argumento de que la provincia estaba ya bien servida en sus necesidades crediticias con la de Ronda y Antequera en funcionamiento.
Como en esos años las Cajas dependían del Ministerio de Trabajo, me dirigí a José Antonio Girón para que apoyara mi petición, y con su decisión maravillosa, a pesar del informe contrario del organismo rector de las Cajas, autorizó a la Diputación de Málaga su instalación.

Creada la Caja por la Diputación, parecía natural que su presidente fuera a su vez el de la Caja, y también un número de diputados, a fin de que se expresara de esta forma la lógica subordinación y consideración entre las institución fundadora y la fundada 


El 7 de mayo de 1949 se celebró la primera sesión del Consejo de Administración, constituido por Baltasar Peña Hinojosa (Presidente) y Eduardo Burgos (Vicepresidente). Se inauguró la primera oficina el 20 de junio de 1949 en la calle Alarcón Luján. 

Durante 26 años, hasta 1975, el Director-Gerente de la Caja Provincial fue Enrique García-Herrera, siendo sustituido por Juan Vela Pastor. Baltasar Peña estuvo como Consejero de la misma durante más de treinta años.

SU SEGUNDO LIBRO DE POESÍAS

El 27 de enero de 1950, es padre de dos gemelos María Victoria y Baltasar Peña Álvarez

Ese mismo año, publica su segundo libro de poesías Rutas Íntimas. Consta de tres partes “Caminos de la Fe”, “Veredas de Amor” y “Senderos de Gloria”. Habían pasado veintitrés años de cuando vio la luz su primer libro de poemas Miniaturas.

Liberada Málaga y por contacto con José Luís Estrada, (José María) Souvirón y otros más, comenzó mi musa a hacer nuevos pinitos, si bien en esta época derivada hacia versos familiares, religiosos o patrióticos que los avatares pasados me inspiraban, y las circunstancias de entonces, imponían.

Y en el año 1950 publiqué mi segundo libro “Rutas Íntimas”. De corte clásico y de íntimo acento. Fue una edición que no llevé a las librerías, sino que repartí entre mis amistades, como un íntimo desahogo de mis sentimientos de aquellos momentos.


FUNDACIÓN DEL «INSTITUTO DE ESTUDIOS MALAGUEÑOS»

Cuando estaba en la presidencia de la Diputación, bajo el patronato del «Consejo Superior de Investigaciones Científicas», con la colaboración de todas las entidades culturales de Málaga, se fundó el «Instituto de Estudios Malagueños», siendo Baltasar Peña su primer presidente. El Instituto publicó la revista “Gibralfaro”, apareciendo su primer número en 1951, y el último, el número 30, en el año 1981.

Cuando estaba en la presidencia de la Diputación, se creó el Instituto de Estudios Malagueños, con la colaboración de todas las entidades culturales bajo el patronato del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Se comenzó con mucho gas, se creó la revista “Gibralfaro”, se organizaron cursos de conferencias, exposiciones, concursos, etc.

LE OFRECEN LA ALCALDÍA DE MÁLAGA

En enero de 1952, al presentar su dimisión como alcalde de Málaga José Luis Estrada Segalerva, por desacuerdos con el gobernador civil Manuel García del Olmo, este le propuso a Baltasar Peña su nombramiento como alcalde de la capital, pero este rechazó el ofrecimiento,

“En primer lugar, porque no quería sustituir a un amigo, argumento que convenció al Gobernador, y en segundo lugar porque de haberlo aceptado hubiera podido creer el alcalde cesante, que yo le había recomendado la dimisión para sustituirle en el cargo.”

Carta desde Madrid del gobernador civil de Málaga a Baltasar Peña, ofreciéndole el cargo de alcalde, en la que habla de la conformidad del ministro de la Gobernación Blas Pérez González con la propuesta


Perdí la oportunidad de ser Alcalde de Málaga, cosa que en otro momento me hubiera tal vez llenado de satisfacción, pero gané la de no serlo. Y al cabo de los años no me he arrepentido de aquella determinación. Primero y principal por las circunstancias de ser José Luis mí antecesor y las que rodearon su dimisión, que yo mismo aconsejé, porque tenía el convencimiento de que el Gobernador estaba dispuesto a removerlo de un día a otro y consideré, y creo que no me equivoqué, que su situación política ganaba dimitiendo por un disgusto con el Gobernador que no le dejaba comunicarse por la prensa, y segundo porque también me evité muchos disgustos y muchos quebraderos de cabeza.

En ese momento, era Presidente de la Diputación, y según sus palabras “el trueque sería en términos taurinos, cambiar la seda por el percal”. En aquellos momentos el Ayuntamiento tenía problemas tan fundamentales como el suministro de agua y los transportes, los cuales sin una decidida y amplia ayuda estatal, no tenían solución.

UNA REPRESENTACIÓN DE LA PROVINCIA DE MÁLAGA VISITA A FRANCO

El 4 de febrero de 1953, una comisión formada por diversas autoridades de Málaga, visitan al general Franco en el Palacio del Pardo. Entre ellos iba Baltasar Peña

Málaga, 2.—En el expreso ha salido para Madrid la representación de esta provincia que el miércoles 4, será recibida en audiencia por Su Excelencia el Jefe del Estado, a quien harán entrega de las conclusiones del pasado Pleno del Consejo Económico Sindical celebrado recientemente en Málaga bajo la presidencia del delegado nacional de Sindicatos.

La Comisión va presidida por el consejero del Reino y delegado nacional de Sindicatos, señor José Solís Ruiz, y la integran el gobernador civil y jefe provincial del Movimiento, señor Manuel García del Olmo; presidente de la Diputación, don Baltasar Peña; alcalde, señor Pedro L. Alonso Jiménez; obispo de la diócesis, doctor don Ángel Herrera Oria; procuradores en Cortes, don Modesto Escobar y don Francisco Ruiz; delegado provincial de Sindicatos, don Elíseo Sastre […]

Además la Comisión visitará a los ministros de Trabajo, Agricultura, Obras Públicas, Comercio, Industria y Hacienda y al presidente del Instituto Nacional de Industria, y mañana por la tarde será recibida por el ministro secretario general del Movimiento.

19530203 004 El Adelantado

Madrid.- Esta mañana en el palacio de El Pardo, Su Excelencia el Jefe del Estado recibió a la Comisión permanente del Consejo Económico Sindical de Málaga, presidida por el ministro secretario general del Movimiento (Raimundo Fernández Cuesta), y de la que formaban parte, entre otras personalidades, el delegado nacional de Sindicatos, vicesecretario nacional de Ordenación económica, Obispo, gobernador civil, presidente de la Diputación y alcalde de Málaga, además de empresarios, técnicos y trabajadores, quienes, hicieron entrega al Caudillo de las conclusiones del Consejo, todas ellas trascendentales para el futuro económico de aquella provincia.

En el acto hicieron uso de la palabra el vicesecretario nacional de Ordenación Económica, obispo de Málaga, doctor Herrera Oria, y. el gobernador civil, interesándose por los graves problemas que tiene planteados la provincia.

Su Excelencia les contestó mostrándoles el interés de su Gobierno por cuanto afecta a los problemas sociales y económicos de Málaga y su provincia, que pondrán a contribución todo su buen deseo e inquietud, ya que no olvida en ningún instante su importancia y trascendencia para el desarrollo y elevación del nivel de vida de aquella comarca.

Añadió que podían contar siempre con su más completo apoyo para la realización de los planes encaminados a la resolución de estos problemas y, finalmente, se interesó de modo especial por el desarrollo de las iniciativas y fórmulas gubernamentales que se están llevando a la práctica.

19530205 001 El Adelantado

LE OTORGAN LA «GRAN CRUZ DE LA ORDEN DEL MÉRITO CIVIL»

Con ocasión del XVIII aniversario del Alzamiento Nacional le fue concedida a Baltasar Peña la condecoración de la “Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil”

En atención a las circunstancias que concurren en don Baltasar Peña Hinojosa,

Vengo en concederle la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil.

Así lo dispongo por el presente Decreto, dado en el Palacio de El Pardo, a dieciocho de Julio de mil novecientos cincuenta y cuatro.

FRANCISCO FRANCO

BOE 19 de julio de 1954



ABANDONA LA PRESIDENCIA DE LA DIPUTACIÓN

A finales de julio de 1954, el gobernador civil de Málaga, Manuel García del Olmo, fue sustituido por el turolense Luis Julve Ceperuelo. Ese mismo día, este último, es nombrado Jefe Provincial de Falange (BOE del 24 de julio de 1954)

Me pareció prudente, en la primera visita que hice a Julve, poner a su disposición mi cargo de Presidente de la Diputación, rogándome continuara por ahora

Unos meses más tarde, el 2 de abril de 1955, Baltasar Peña abandona la Presidencia de la Diputación, siendo sustituido por Antonio Pérez de la Cruz González. Cerca de una década estuvo al frente de la misma, desarrollando durante los primeros años, una intensa labor para intentar levantar la maltrecha economía de la Corporación.


A lo largo de su mandato, Baltasar Peña contribuyó con gran empeño al prestigio de la Diputación. En esos años se creó, además de la Caja de Ahorros Provincial, el Centro Coordinador de Bibliotecas y la Biblioteca Provincial Cánovas del Castillo.

Entre sus obras está la creación de la Escuela de Enfermería y las dependencias para la Escuela de Matronas. También la construcción de viviendas para funcionarios provinciales, la Maternidad Gálvez Ginachero, la dotación de quirófanos al Hospital Civil, distintas obras provinciales, etc.

Respecto a otras obras de beneficencia, cabe destacar la compra de unos terrenos de la antigua Huerta Ortega, donde se levantó la Casa Cuna de San José para niños huérfanos. El objetivo del centro era favorecer la adopción de esos niños.

Casa Cuna

En 1953 se compró por parte de la Diputación un solar de unos 1.000 metros cuadrados, propiedad del Ayuntamiento de Málaga, en la Acera de la Marina, en el cual se construyó años más tarde el nuevo Palacio Provincial de la Diputación.

Firma de las escrituras

El cargo de Presidente de la Diputación, ha sido para mí la mejor medicina a una inquietud que a los treinta años me desazonaba, y ha cubierto por sí solo todas mis apetencias políticas.

El cargo de presidente lo simultaneó con el de «Procurador en Cortes» por Málaga, donde estuvo desde mayo de 1946 hasta el 13 de abril de 1955.

También abandona por esas fechas la presidencia de la «Caja de Ahorros Provincial de Málaga», aunque permanece como Consejero de la misma.

DELEGADO PROVINCIAL DEL INSTITUTO NACIONAL DE LA VIVIENDA

A primeros de agosto de 1955 es nombrado Delegado Provincial del Instituto Nacional de la Vivienda. (BOE 5 de septiembre de 1955), cargo que desempeñó hasta 1962.

A las pocos días de cesar yo como Presidente de la Diputación, encontrándome en Campillos de veraneo, me llama Luis Julve para decirme que le habían pedido el nombre de una persona prestigiosa de Málaga, para un cargo de algo de la Vivienda, y que había dado mi nombre, queriendo consultarme si yo accedería a ello.

Le di las gracias, y le contesté afirmativamente. Días después me nombraron Delegado Provincial del Instituto Provincial de la Vivienda, cargo de nueva creación por desdoble de los Delegados Regionales en Provinciales.

A finales de ese año, en diciembre de 1955, dejaba también la presidencia de la Cámara Oficial Sindical Agraria, siendo sustituido por don Andrés Peralta España. 

1956 – 1976

El 5 de marzo de 1956, Baltasar Peña cumple los cincuenta años. Ha dejado atrás una década, quizás la época más intensa y relevante de su vida política e institucional, en la que fue presidente de la Diputación de Málaga; miembro fundador en 1949, y primer presidente de la «Caja de Ahorros Provincial», y Procurador en las Cortes españolas por la provincia malagueña.

Un año antes, en 1955, Baltasar Peña fue nombrado Cónsul de Perú en Málaga, cargo en el que estuvo hasta 1980.

En ese momento, se aleja de la primera línea institucional y se dedica a su familia. Tiene siete hijos, la mayor Maruja con veintitrés años, y los dos menores los mellizos Victoria y Baltasar con seis, y entre medias Cristina, Pilar, Francisco y Carlos.

Con su esposa y sus hijos Pilar, Victoria y Francisco

Su ocupación principal en ese momento es la Delegación del Instituto Provincial de la Vivienda. Continúa como Consejero de la Caja de Ahorros Provincial, puesto en el que estuvo durante veinticinco años, así como en la presidencia de la «Sociedad Económica Amigos del País», y como académico de número de la «Real Academia de Bellas Artes de San Telmo».

La Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, fue fundada por un Real Decreto de 31 de octubre de 1849. Su principal tarea, en su inicio, fue la organización de la Escuela de Bellas Artes, que fue inaugurada a principios de 1851, siendo su primer presidente don José Freüller Alcalá-Galiano, marqués de la Paniega. 

Su denominación es de 1883, y la propuso el marqués de la Paniega, por encontrarse instalada la Academia en ese momento, en el Colegio de San Telmo, en unas habitaciones del segundo piso.

Su fin principal era el fomento de la creatividad artística, así como el estudio, difusión y promoción en Málaga y su provincia, de las artes y del patrimonio cultural histórico-artístico, sobre todo de la pintura, la arquitectura, la escultura, la literatura y la música.

https://www.realacademiasantelmo.org/

Continúa también en la presidencia del "Instituto de Estudios Malagueños":

Cuando yo dejé la Diputación, la mayoría de los ofrecimientos económicos se vinieron abajo y a trancas y barrancas he mantenido “Gibralfaro” durante más de treinta años, y el Instituto que todavía mantiene su apariencia jurídica, ha quedado reducido, perdonad la inmodestia, pero así es, a mi propia persona.

Yo soy el director, redactor, corrector, administrador y repartidor de Gibralfaro, yo mantengo su apariencia legal, celebrando juntas y reuniones a las que si bien voy yo solo, comparecen siempre un nutrido grupo de mis colaboradores.

Y yo asisto cada año a las reuniones del Patronato para evitar se extinga un organismo que a nadie molesta ni a nadie saquea, pero goza de local, la “Sociedad Económica” que yo también presido, y con la que me pasa lo mismo que con el Instituto, una pequeña subvención anual que yo administro y una colaboración estos últimos años del Instituto de Cultura de la Diputación que derivó a número extraordinarios de "Gibralfaro". 

En 1960 publicó Pequeña historia de la villa de Campillos, prologada por Julio Caro Baroja, editada por la Caja de Ahorros Provincial. Para escribir el libro realizó un gran trabajo de investigación y de compilación, que ponía al día los escasos documentos que sobre la historia de Campillos se habían escrito en los siglos XVIII y XIX. En ella se encuentran cientos de datos curiosos, amenos, interesantes, no solo en lo que se refiere al paisaje y la geografía e historia del pueblo, sino en sus pleitos, en su genealogía, en sus instituciones y en sus efemérides.

Una satisfacción nos ha producido este pequeño trabajo, que creemos nadie nos negará: haber contribuido como buenos hijos a conservar y divulgar las ejecutorias de nuestra patria chica.


Posterior a este libro, escribiría cerca de una veintena más, sobre todo de arte, además de bastante artículos en prensa y revistas especializadas. Pero de todo esto escribiré en una próxima Crónica.

En el año 1962, cuando dejó de ser Delegado Provincial del Instituto Provincial de la Vivienda, ingresó por oposición en el Cuerpo General Técnico de la Administración Civil del Estado, actuando como secretario en la Delegación Provincial del Ministerio de la Vivienda de Málaga, hasta que se jubiló en 1976 con setenta años. Era un cargo puramente administrativo

Como Secretario de la Delegación Provincial de la Vivienda, he tenido durante más de veinte años que redactar las cartas de la Comisión Provincial de la Vivienda.

El 18 de marzo de 1971, con sesenta y cinco años, tuvo que ser operado de una úlcera de duodeno por el doctor Pascual López Magaña. Durante 32 días estuvo ingresado en el Hospital. Según cuenta Baltasar “antes de la operación pesaba 87 kilos y después de la operación me había quedado por debajo de 67”..

En diciembre de 1974, al cumplirse los 25 años de la fundación de la Caja de Ahorros Provincial de Málaga, la Diputación Provincial le nombra “Hijo Predilecto de la Provincia de Málaga”, y le otorga la “Medalla de Oro de la Provincia”.


MUSEO DE ARTES Y COSTUMBRES POPULARES

A principios de los años sesenta del siglo pasado, Baltasar Peña, junto con Julio Caro Baroja y Juan Temboury Álvarez, realizaron una visita a la “Posada de la Victoria”, una de los edificios más antiguos de Málaga, construido en 1632.

Y allá fuimos los tres, por la angosta calle de Camas, hasta el callejón de la Victoria, en cuyo primer recodo se alzaba la fachada principal del Mesón de la Victoria.

Entramos en él y en el centro del patio, un gran hueco servía de sumidero para todas la aguas sucias de los numerosos vecinos, quizá más de treinta. Estaba convertido en un verdadero patio de vecindad, con algunas habitaciones arrendadas como almacenes. Unos coches de caballos en la puerta, y bajo los arcos de sus patios, lebrillos de lavar, fogones viejos y niños en amorosa mezcolanza.

Julio nos indicó el interés y la necesidad de que Málaga recobrara y restaurara este edificio, que significaba una curiosa e interesante muestra de arquitectura popular.

Pasaron los años, y un buen día me enteré que la posada de la Victoria, había sido vendida a unos señores con el fin de derribarla y construir en su solar un gigantesco bloque, teniendo en cuenta que su fachada al pasillo de Santa Isabel, le daba ocasión para elevar en aquella fachada, no menos de quince como se había hecho ya en una construcción vecina.

Me aterrorizó el destino de nuestro Mesón, y puse en movimiento la Caja de Ahorros Provincial, para hiciera las gestiones necesarias para adquirirla y a la par envié a la Academia de Bellas Artes de San Temo, una moción pidiendo la declaración de Monumento artístico de interés local, la citada posada para evitar su demolición.

Le recomendé el asunto a Julio Caro, poco ya por entonces Académico de la Real Académico de la Historia, y en pocos meses logramos la declaración deseada.

Con ello habíamos cubierto felizmente la primera etapa, y nos facilitaba grandemente la segunda, la de su adquisición, pues esta declaración mermaba como era lógico, las comprensibles aspiraciones de sus propietarios de explotar su solar al máximo. Al poco tiempo, y tras laboriosas gestiones, […] se logró comprar el edificio.

Y ya contábamos con la materia prima para pensar en instalar en ella un museo.

Era un edificio propiedad de diez o doce personas, abandonado y en estado de ruina, que fue declarado monumento histórico-artístico de interés local para evitar que sus propietarios especularan con el solar, hasta que finalmente fue adquirido por la Caja Provincial en 1974.

Se comenzó a restaurar el edificio para lo cual escogí como director a Enrique Atencia Molina.

Llevaba la Caja muchos años, tal vez por la afición que a ello teníamos Enrique García- Herrera y yo, adquiriendo objetos artísticos malagueños, papeles y recuerdos que acumulábamos sin prever su cometido.

El archivo Díaz Escobar y una segunda entrega de papeles y libros del sobrino de D. Narciso, pasaron a nuestro poder, y con ello no solamente un gran número de legajos con toda la historia de Málaga, sino también documentos auténticos y de primera mano, cuya exhibición constituía sin duda un material perfectamente aprovechable para futuras iniciativas museísticas.

Enrique García-Herrera, primer director-gerente de la Caja de Ahorros, tenía avisados a todos los directores de las oficinas de los pueblos, para que buscasen o rastreasen para su compra todo aquel material etnográfico o popular que se considerase de interés.

Cuando se inauguró el museo, el 23 de octubre de 1976, ya se contaba con muchas piezas valiosas para su exposición en el mismo. Baltasar Peña, fue su primer director.

Tengo verdadera ilusión con esta obra. Aunque al leer esto alguien me tache de vanidoso, es una de las obras más personales que he emprendido, no ya sólo por lo laborioso que resultó su declaración de interés artístico, su compra, su desalojo, sus obras y su montaje, sino porque, en todos estos momentos mi labor personal ha resultado decisiva. Claro es que ello no significa dejar de reconocer la extraordinaria ayuda que en todo momento he tenido de Enrique García-Herrera.

Creo que hemos proporcionado a Málaga una institución de indudable valor artístico y con unas inmensas posibilidades para el mañana. Su contenido, no tendrá nunca meta afortunadamente, pues siempre podremos encontrar nuevas piezas que la enriquezcan.

Allí se van a conservar, porque yo lo he donado con la mayor satisfacción, recuerdos de mi casa de Campillos, vinculados a mi niñez que ya constituyen casi piezas de Museo.

Allí van a estar el sillón donde mi madre me dio a luz. Allí las sillas y los sillones de la vieja cocina de la casa de mis padres, y en su propio archivo, quiero conservar los legajos de mis recuerdos, guardados avaramente a través de cincuenta años, y que algún día tal vez pueda servir a algún estudioso para tejer una tesis o adobar un artículo con materiales de primera mano.

https://www.fundacionunicaja.com/museoartespopulares/


SU JUBILACIÓN EN 1976

Su libro inédito “Reencuentros conmigo mismo” lo empezó a escribir el 21 de febrero de 1976, dos semanas antes de su jubilación como funcionario, la cual se produjo el 5 de marzo al cumplir los 70 años de edad.

Se proponía dedicar “todos los días algunos minutos para recoger en unas modestas memorias el quehacer diario, entremezclándolas con algunos recuerdos de mi vida pasada. […] Con la seguridad de que me ha de servir de recreo para mí mismo, y para distraer los forzados ocios de un mañana sin obligaciones perentorias, ni quehaceres urgentes”.

Mi condición de jubilado me concede desde ahora días y días, y Dios quiera que años, para ir volcando en estas memorias mis impresiones, mis ansiedades, mis alegrías, mis penas y mis recuerdos, que tal vez no vayan a servir para nada el día de mañana, pero que al fin y al cabo, me sirven en estos momentos en que los escribo para una íntima satisfacción con el pasado, con el presente incluso, con el porvenir que me aguarde.

Dichas memorias las tuvo que comenzar con un réquiem por su íntimo amigo José Luis Estrada Segalerva, que falleció dos días más tarde, el 23 de febrero. Una amistad de cincuenta años, fraternal, afectuosa, casi familiar. […] Cincuenta años con casi idénticas aficiones artísticas, literarias, políticas… y sin embargo, con unos temperamentos esencialmente distintos.

José Luis Estrada Segalerva

José Luis Estrada Segalerva (1906-1976) había sido alcalde de Málaga entre enero de 1947 y enero de 1952. Ese 1952 funda la revista “Caracola” y la dirigió hasta la fecha de su muerte. La revista trascendió el ámbito provincial, llegando a ser una de las mejores revistas españolas de poesía. En el momento de su muerte era el presidente de la «Real Academia de Bellas Artes de San Telmo», cargo que ocupó durante veinte años. Estaba en posesión de la Gran Cruz de Mérito Civil.

Como su sustituto al frente de la Academia, el Ministerio de Educación y Ciencia designó a Baltasar Peña, el cual fue su presidente de la misma desde finales de marzo de 1976 hasta 1986. Posteriormente, hasta su muerte en 1992, ocuparía la presidencia honorífica.

Yo, y perdonadme que tenga que hablar en primera persona, he llegado a la presidencia en otros momentos, con otras perspectivas, y en distintas circunstancias [...] He sido nombrado coincidiendo con mi jubilación, lo que me ha dado ocasión para dedicarle todas las horas del día que necesite y más. [...] En su desarrollo le falta uno de los resortes más importantes para que hoy y siempre, pueda marchar cualquier asunto humano. Y son los medios económicos. La Academia, con su mermado presupuesto, obtenido de limosnas del Estado o de las Corporaciones locales, apenas dispone de lo suficiente para presentarla con una decorada pobreza y sencillez.

Creo sin vanidad, que la Academia está tomando un carácter de seriedad que necesitaba y que con poco esfuerzo se puede convertir en lo que debería ser en el ámbito cultural de Málaga. La Corporación más considerada y respetada, aunque siempre tengamos la lógica enemistad de una juventud que nos pueda tachar de antediluvianos.

El proyecto de escribir su diario y sus memorias, fue efímero ya que al año de iniciarlas las dio por acabadas:

Empecé a escribir este modesto diario de un jubilado el 21 de febrero de 1976, semanas antes de cumplir los setenta años y poder por tanto ostentar con rigor este título. Tenía la intención de ir eslabonando poco a poco mis impresiones diarias de los días que aun tuviera Dios la bondad de concederme, mezclando con ellas recuerdos, anécdotas, sucedidos, etc. Pero al tener ya cercano el primer aniversario de esta iniciativa me encuentro con un cúmulo de cuartillas escritas, deshilvanadas muchas de ellas, poco interesantes las más y sobre todo, un poco cansado de la carga que yo mismo me impuse. Y como todo tiene solución en este mundo, también las van a tener estas memorias haciendo punto final cuando se cumpla el año de su iniciación.

Creo que ya está bien con lo conseguido, y que ahora debo dedicar algunos meses a ponerlas en limpio, corregirlas, y hasta hacerlas legibles ya que por haber sido escritas a vuela máquina, se impone lógicamente su corrección y su legibilidad.

Aunque no me he atrevido a contarlas, seguramente son más de mil las cuartillas emborronadas, suficientes y sobradas si algún día expurgándolas de la paja abundante de mi prosa, quisiera reducirlas a un modesto libro de memorias.

Ese año de su jubilación seguía siendo presidente del «Instituto de Estudios Malagueños», era director del «Museo de Artes y Costumbres Populares» de Málaga, presidía la «Real Academia de Bellas Artes de San Telmo», y era Consejero de Caja de Ahorros Provincial de Málaga


El 30 de octubre de 1980, fallece su hijo Carlos Peña Álvarez con treinta y ocho años de edad, a causa de un cáncer linfático. Estaba casado con Pilar Díaz Rivas, tenía un hijo y una hija.

Carlos Peña Álvarez

Un año más parte, en septiembre de 1981 Baltasar escribió dedicado a su hijo fallecido «CINCO SONETOS PARA UNA MISMA PENA. CARLOS», que recogió en un pequeño librito de poco más de veinte páginas.


En el libro dedicó uno de los sonetos a su mujer María Álvarez Gross, por sus bodas de oro matrimoniales.


Unos meses más tarde, el 18 de diciembre de 1981, Baltasar Peña recibió un homenaje de la Caja de Ahorros Provincial de Málaga, de la cual había sido su fundador. Al mismo asistieron las máximas autoridades locales provinciales.

En el acto se descubrió un busto suyo en bronce, realizado por el malagueño Jaime Fernández Pimentel, que se encontraba en el patio de operaciones de la sede central de la Caja de Ahorros.

Recibió también la medalla al Mérito en el Ahorro de manos del Director General de la Confederación Española de Cajas, Miguel Allué Escudero, y una placa que le fue entregada en nombre del Ayuntamiento de Campillos por su alcalde Fernando Parejo.


Miguel Allué colocando la medalla a Baltasar Peña

Fernando Parejo, alcalde de Campillos, aparece en la foto detrás de Baltasar Peña

En 1986, con ochenta años, dejó de ser presidente de la «Real Academia de Bellas Artes de San Telmo». Hasta su muerte en 1992, ocuparía la presidencia honorífica.

De él dijo su sucesor, Alfonso Canales Pérez

Baltasar Peña, expertísimo en pintura del siglo XIX y de los inicios del XX, poeta con soltura y gracejo, político honrado y eficaz, fue mi predecesor en la dirección de esta Academia, y supo hacer de ella un laboratorio efectivo en el estudio de nuestra cultura y de nuestro arte. Merced al giro que imprimió a nuestra institución, no tuve, cuando le sucedí, sino poner mi empeño en continuar su obra.

Aunque vivía en Málaga en La Caleta en el Paseo de Sancha (Villa San Carlos), siempre añoró su casa de Campillos en la calle San Sebastián:

Y mi casa de Campillos, que guardo como un verdadero relicario familiar, y en la que tanto disfruto cuando allí estoy, aún cuando no sé por qué, cada día se van espaciando más mis visitas y estancias en ella. Pero a pesar de ello su recuerdo si lo llevo siempre dentro de mí.

Alguna vez he pensado si no debería yo pasar mis últimos años en el mismo pueblo y en la misma casa donde pasé los primeros, pero a medida que pasa el tiempo me voy dando más cabal cuenta que ello ya no es posible, que yo no puedo aislarme sólo en ella y yo tampoco tengo derecho a enclaustrar a los que no sienten, no tienen por qué sentir como yo.

Pero basta con esto, con el recuerdo. Estos minutos en que he escrito esta cuartilla, en espíritu, sin estarlo, estaba realmente entre los muros de mi casa de Campillos y tal vez la propia evocación, tenga algunas veces más fuerza que la propia presencia en ella.

En sus “Reencuentros conmigo mismo” habla de sus vivencias políticas:

A través de mis 70 años yo he visto en España, Monarquía, con la que ya empecé a actuar aunque en minúsculo grado. Dictadura, de la que tuve exento no ya por mi edad, sino por la repulsa de mi familia, de viejo abolengo político conservador, que nunca vieron con buenos ojos a D. Miguel.

República, que me gustó a su llegada pero que a los pocos meses consideré desbordada y sectaria, y a la que no me uní, tal vez por respeto a las viejas creencias de mi madre, por la posición política y económica de mi familia o por la poca categoría de sus seguidores, algunos de los cuales fueron amigos míos.

Época roja, luego, en la que solo tuve que huir y procurar la sobrevivencia, y en la que las circunstancias no me forzaron a tomar decisión alguna sino solo la de esconderme.

El Movimiento que me ha dado cargos y prebendas y en el cual a pesar de la enemiga desde el primer día de la Falange, he tenido buenos amigos, buenos valedores y cargos con suficiente relevancia en el ámbito provincial e incluso nacional, pues fui Procurador en Cortes nueve años consecutivos.

Después he vivido estos últimos años. La desaparición de Franco, el Gobierno de Arias y... lo que venga.

Durante los últimos años de su vida fue perdiendo la vista. Murió en Málaga el 6 de junio de 1992, y está enterrado en Campillos.

Su memoria se guarda en el callejero de Campillos, cuando se le dio su nombre a la calle prolongación del Parque José María Hinojosa, sentido avenida Santa María del Reposo.

También en Málaga, en el año 2003, a petición de su hija Cristina, se dio su nombre a una calle situada en la zona de expansión de “Colinas del Limonar”.


Su esposa María Álvarez Gross, falleció en Málaga el 2 de julio de 2007, a los 98 años de edad

Su segunda hija, Cristina Peña Álvarez, casada con Juan José Sanz Villegas (1924-2003), fallecería el 15 de enero de 2024, a los 87 años de edad.

SUS HIJOS

María (Maruja) Peña Álvarez (13/09/1932)

Cristina Peña Álvarez (09/07/1936–15/01/2024) casada con Juan José Sanz Villegas (1924-2003)

Pilar Peña Álvarez (12/08/1938) casada con Eusebio Villegas Lozano, médico (falleció en octubre de 2017)

Francisco Peña Álvarez (07/08/1940) casado con Alicia Betes Cuadras

Carlos Peña Álvarez (1942 - 30/10/1980) casado con Pilar Díaz Rivas

Mª Victoria Peña Álvarez (27/01/1950) casada con Ángel A. Moreno Bernabéu

Baltasar Peña Álvarez (27/01/1950) casado con Begoña Manrique de Lara Linares (fallecida el 14/10/2024)

BALTASAR PEÑA HINOJOSA. FRANQUISMO Y TRANSICIÓN

  La anterior Crónica «BALTASAR PEÑA HINOJOSA. 1937 – 1939», la terminaba con Baltasar Peña, con tan solo tenía treinta y tres años, siendo ...